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Lanza
Trabajo
/ DOMINGO, 6 DE SEPTIEMBRE DE 2009
•
00
REFLEXIONES SOBRE EMPRESA Y SOCIEDAD
Números gordos
Pilar Almagro
Directora General Grupo VertiSub
www.vertisub.com
El final de nuestra última glaciación
fue hace 10.000 años, momento a
partir del cual comenzaron a desarrollarse las primeras grandes civilizaciones humanas. Mucho antes,
entre 10.000 y 20.000 millones de
años parece situarse el comienzo del
universo, la gran explosión del Big
Bang, que continúa sus efectos expandiendo el cosmos de un 5 a un
10% cada 1.000 millones de años.
Dentro de él, los humanos vivimos
en una de las 100.000 millones de
galaxias que somos capaces de observar. La nuestra mide 100.000 millones de años luz de diámetro y las
estrellas de sus brazos dan un giro
sobre el centro cada 100 millones de
años. Se calcula que cada galaxia
contiene unos 100.000 millones de
estrellas. La nuestra, a la que llamamos sol es mediana y ni siquiera se
formó al inicio del Big Bag sino hace
5.000 millones de años a partir de
restos de supernovas. Si bien esto la
sitúa como una estrella nada destacable, gracias su juventud y a su tamaño moderado se calcula que le
queda combustible para otros 5.000
millones de años (si fuera mayor o
más antigua, duraría menos).
Estos números tan descomunales comparados con el lapso y dimensiones de una vida humana- nos
obligan a una gran modestia, que
podemos considerar casi humillante
si tenemos en cuenta que hace bien
poco pensábamos con Aristóteles y
Ptolomeo que nuestro planeta era el
centro del universo porque nosotros
éramos el centro de la creación.
El golpe mortal que finalmente
nos puso en nuestro lugar, no obstante, no nos lo dieron las estrellas
sino la teoría de la evolución de Darwin y Wallace al demostrar cómo
unos organismos proceden de otros
al modificarse y adaptarse constantemente, lo cual, claro está, nos incluye.
A pesar de todo ello, podríamos
considerar que en la evolución los
humanos constituimos una singularidad porque somos capaces de comprender y modificar nuestro entorno, e incluso modelarnos a nosotros
mismos genéticamente, cuando ni
las estrellas más rutilantes del firmamento pueden hacerlo.
Veamos. Cuando una estrella agota su combustible, su futuro está determinado según su masa. Si su masa es menor que una cifra conocida
como el límite de Chandrasekhar, se
contraerá hasta convertirse o en ena-
la historia tanto para bien como para
mal. De transformar y permanecer
en las mentes de sus
congéneres 2.500
años, como ha logrado Sócrates, de
inventar vacunas
capaces de salvar
millones de vidas,
como hizo Flemming, de evitar guerras como consiguió
Gandhi, o de sacar
de la pobreza a miles de familias, como hace Yunnus.
Jóvenes y
libertad de
elección
futuro. Y esto a veces ocurre a muy
temprana edad –otras veces no ocurre nunca-.
Imponer a un joven un futuro que
no es el suyo es malo intrínsecamente por el mero hecho de que no
lo ha elegido él, pero además es ineficaz porque suele convertir a personas ilusionadas y creativas en simples cumplidoras de las prescripciones sociales del momento.
Insignificancia y grandeza
Así pues, la insignificancia del individuo que corroboran los “números
gordos” del universo, nos resulta
muy útil para relativizar nuestra personal importancia, la de nuestras
más épicas acciones y nuestros más
terribles errores. Pero a la vez, nada
en ese universo tan enorme es comparable a la grandeza de que un individuo es capaz. Es la grandeza de
alma que nos libera de miedos y nos
impide ser miserables. Así aunque
existan 100.000 millones de galaxias
conocidas y sus tiempos y espacios
sean de magnitudes gigantescas,
también nosotros somos unos seres
estelares de pleno derecho y nuestro
paso por el universo no tiene por
qué ser baladí.
Ni aún reunidos todos los billones de estrellas serían capaces de crear un futuro distinto al que las leyes
físicas les imponen, nosotros sí. Por
ello, en el momento en que un ser
humano es capaz de hacer promesas
y coger las riendas de su destino,
ningún otro tiene derecho a restarle
autonomía. Ni por carencia de condiciones materiales necesarias para
la vida, ni abatiéndole mediante ideas o costumbres, ni agotándole por
chantaje emocional. Así, pensamos
que los mayores males que hoy azotan a la humanidad son esos tres y
por ese orden.
En primer lugar la pobreza extrema. Según el Banco Mundial, la cri-
Por eso creemos tan
importante la autonomía personal. Somos la única porción del universo
(que sepamos) capaz de crear futuros
y esa característica
única hemos de foLa galaxia Ketós dibujada en el Libro de las Cons- mentarla en nosotelaciones de Alfonso X El Sabio, primer libro cientí- tros y nuestros
fico europeo sobre astronomía, que verifica las tablas congéneres y facilide Ptolomeo y en el que demuestra que la ciencia y tarla en nuestros jóla belleza se complementan. Los puntos son las es- venes.
trellas de la constelación observables en el siglo XIII. Desde el momento
en que un joven es
capaz de hacer prona blanca o en estrella de neutrones,
mesas, también lo es de decidir su
aún más pequeña –de unos 10 km
futuro. Ser capaz de hacer promesas
de diámetro- ambas con gran densisignifica pensar e imaginar el futuro
dad. Pero si su tamaño es mayor que
prometido al día de hoy y comproel límite de Chandrasekhar, colapmeternos con él. Significa orientar
sará hasta convertirse en un agujero
nuestras capacidades, esfuerzos,
negro, tan denso y con tal atracción
nuestra vida, hacia el cumplimiento
que no deja escapar ni la luz (bueno,
de la palabra dada. Así pues, la perparece que los agujeros negros no
sona capaz de cumplir su palabra,
son tan negros como se les pinta)
debería poder elegir libremente su
por lo que aunque se nota su gravefuturo, porque es capaz de crear ese
dad, deja de poder verse. La estrella
podría haber evitado este destino si se hubiera
desprendido de parte de
su masa. También
podrían asociarse un par
de enanas blancas para
adquirir masa y convertirse en agujero negro.
Pero parece ser que las
estrellas no tienen la posibilidad humana del conocimiento, de la colaboración, de los afectos.
Son magníficos cuerpos
celestes, pero sujetos a
las leyes de la física.
Nosotros en cambio,
simples humanos con
vidas de unos pocos
años, somos capaces de
crear entornos para la
vida, mucho más allá de
lo que nuestras condiciones físicas permiten.
Galaxia ballena, cetós, o Ketós, una de las 100.000 millones de galaxias que hoy soHay humanos capaces
mos capaces de observar.
de cambiar el ritmo de
sis mundial forzará en 2009 a 53 millones de personas a “sobrevivir”
con una renta menor de 2 $ al día y
a 46 millones por debajo de 1$ al
día. Esto significa una absoluta carencia de condiciones materiales para el desarrollo del ser humano. Al
ser evitable, constituye una vergüenza para todos los que hoy vivimos en
el planeta Tierra.
En segundo lugar, las ideas o costumbres son capaces de oprimir a
las personas hasta el límite. Así por
ejemplo, se sostuvo razonada y legalmente la esclavitud durante dos
mil años, la quema de brujas durante 200, la discriminación del 50% de
la humanidad y la pena de muerte
en muchos países hasta hoy.
En cuanto a las guerras, que son
imposiciones de unos sobre otros
por la fuerza cuando otros métodos,
como la ideología (más baratos) han
fallado, también duran hasta nuestros días. Solemos tener en marcha
60 confrontaciones simultáneas,
aunque a la mayoría de ellas no se
les presta atención.
Y aunque no son comparables a
estos grandes males, los más privilegiados de la historia de la humanidad -que somos nosotros- convivimos con innecesarias auto imposiciones menores, pero también
capaces de amargarnos la vida.
En Tercer y último lugar, consideramos que incrementar el dominio
y reducir la autonomía de otros apelando a los afectos, agrava dichas
acciones.
Ni aún reunidos
todos los billones
de estrellas serían
capaces de crear un
futuro distinto al
que las leyes físicas
les imponen,
nosotros sí
Vemos así que las tres lacras que
nos azotan no son leyes físicas sino
consecuencias evitables de nuestras
acciones, derivadas de tendencias
biológicas y culturales.
Ya que somos la única parte conocida del universo capaz de autonomía debido a nuestra facultad de
comprender y modificar lo que nos
rodea, resulta absurdo que estemos
tan sometidos y autosometidos a
ideas, costumbres o tradiciones que
no nos hacen ni mejores ni felices.
Somos capaces de comprender, de
transformar y de que nuestra vida
no transcurra en vano.