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Transcript
ORIGENES
El interés por conocer nuestros orígenes es una
constante a lo largo de la historia de la Humanidad, y, por
tanto, muchas son las hipótesis formuladas a lo largo de los
tiempos que han intentado dar contestación a tal pregunta.
El origen del Universo, el origen de la Vida y el origen del
Hombre, los tres Orígenes, han sido y continúan siendo los
objetivos principales del hacer científico, una vez
despojados de sus connotaciones mágicas o religiosas.
En el año 1650, el arzobispo de Armagh (Irlanda),
James Ussher, editó un libro en el que afirmaba haber
descubierto, por medio de la interpretación bíblica, que el
mundo había sido creado en el año 4.004 antes de Cristo,
mientras que algún tiempo después, otro clérigo precisó que
la Creación había tenido lugar, exactamente, a las 9 de la
mañana del día 23 de octubre de ese mismo año. (¡No somos tan
jóvenes!). Los últimos estudios sobre la edad del Universo,
realizados por Simon Goddwin y John Gribbin, de la
Universidad de Sussex, Inglaterra, utilizando datos del
telescopio espacial Hubble, apuntan a que "todo" empezó hace
unos 13.000 millones de años.
EL ORIGEN DEL HOMBRE
PRIMERO, LAMARCK
A pesar del gran número de pruebas existentes, la
evolución de las especies es una idea que no fue aceptada por
el mundo científico hasta el siglo pasado. En 1809 aparece un
libro titulado "Filosofía zoológica", que plantea por primera
vez una serie de ideas sobre la evolución de las especies,
escrito por Jean Baptiste Lamarck. Según Lamarck, todas las
especies existentes están continuamente esforzándose para
adaptarse mejor a las condiciones del medio en que viven;
como resultado de este esfuerzo, cada especie va
desarrollando progresivamente los órganos que más utiliza,
mientras que se produce una continua atrofia de los órganos
menos utilizados. De esta forma, los caracteres originales
van siendo sustituidos lentamente en cada especie por una
serie de caracteres adaptativos o adquiridos. En la
actualidad, ningún científico acepta la teoría de Lamarck
(¡el desarrollo físico de un atleta no es heredable!).
Y LUEGO, DARWIN
El Beagle era un buque de 240 toneladas que, bajo
el mando del capitán Fitzroy, zarpó desde Inglaterra en 1831
para realizar un viaje que duraría cinco años, con la
finalidad de realizar estudios sobre la longitud exacta de
las costas de América del Sur. A bordo del Beagle viajaba un
joven naturalista de 22 años llamado Charles Robert Darwin,
infatigable observador, que a lo largo de la travesía fue
tomando nota de las especies vegetales y animales que
encontraba. Sus observaciones más importantes las realizó en
un pequeño archipiélago situado a unos mil kilómetros frente
a las costas del actual Ecuador, las islas Galápagos, donde
Darwin descubrió siete especies diferentes de tortugas
gigantes y catorce de pájaros pinzones.
A su regreso a Inglaterra en 1836, Darwin escribió
un libro titulado "Viaje de un naturalista a bordo del
Beagle", donde narraba todas las observaciones realizadas
pero sin sacar conclusiones de las mismas. Leyendo a Lamarck,
Malthus y Alfred Wallace, que había publicado recientemente
una serie de artículos sobre el tema de la evolución, y
elevando a hipótesis las consecuencias de sus
descubrimientos, Darwin publicó en 1859 "El origen de las
especies", donde admitía claramente que las especies varían y
se diversifican dando lugar a otras nuevas, explicando esta
variación a través de la "selección natural". Según esta
teoría, la población de cada especie tiende a aumentar en
progresión geométrica (idea de Malthus), lo que hace que cada
vez escasee más el alimento y sea más difícil la vida en
comunidad. Los seres vivos se hallan ante una lucha por la
existencia, que se concreta en que sólo los individuos más
aptos y más fuertes sobreviven; como éstos son también los
que se reproducen con mayor facilidad, los caracteres que
transmiten a sus descendientes van siendo mayoritarios. Así,
de forma lenta pero continua, la especie va variando, hasta
transformarse, incluso, en otra diferente.
LA SINTESIS DEL NEODARWINISMO
La teoría de Darwin había supuesto un claro avance
sobre la hipótesis de Lamarck, pero presentaba una serie de
puntos oscuros en cuanto a la transmisión de las
características adaptativas de la especie. Casi al mismo
tiempo que Darwin publicaba su libro, el monje moravo Gregor
Mendel realizaba una serie de experimentos a partir de los
cuales formuló unas leyes que sentaban las bases para el
estudio de la transmisión de los caracteres hereditarios. Las
leyes de Mendel, aceptadas en la actualidad por todos los
científicos, fueron publicadas en 1866, aunque pasaron
desapercibidas hasta 1900 cuando el holandés Hugo de Vries
las redescubrió. Según propuso de Vries, y posteriormente el
danés Wilhelm Johannsen, dentro de una población podían tener
lugar dos clases de variaciones: las modificaciones, debidas
a factores ambientales, que no se transmitían de padres a
hijos, y las mutaciones, de carácter más profundo y no
debidas al ambiente, que se transmitían por herencia de unas
generaciones a otras. Para de Vries, solamente las mutaciones
podrían dar lugar a la evolución, desechando la teoría de la
selección natural propuesta por Darwin como auténtico motor
del cambio evolutivo.
Las teorías de Mendel y de Vries fueron firmemente
apoyadas cuando en 1926, el biólogo norteamericano Thomas
Morgan publicó el libro "La teoría de los genes": cada una de
estas unidades hereditarias era portadora de una determinada
característica que se transmitía sin modificaciones, a no ser
que existiese una mutación que cambiase la estructura de
algún gen en particular. Hacia 1930, un grupo de científicos
abordó un estudio de poblaciones desde un punto de
vista genético, coincidiendo en formular una teoría de la
evolución que suponía un intermedio entre la teoría de las
mutaciones de de Vries y la teoría de la selección natural de
Darwin, razón por la cual se la conoce como teoría Sintética
o Neodarwinismo.
El Neodarwinismo propone que las mutaciones y la
selección natural son procesos complementarios entre sí, pero
ninguno de los dos, por separado, es capaz de producir un
desarrollo evolutivo. Los individuos de una población están
expuestos a una serie de mutaciones que se producen al azar;
dentro de ellas, existirán algunas que produzcan
modificaciones gracias a las cuales el individuo se adaptará
mejor al ambiente en que vive, mientras que otras mutaciones
introducirán variaciones perjudiciales para el individuo. En
ambos casos actuará el mecanismo de la selección natural,
mediante el cual los individuos que, gracias a las mutaciones
producidas, se adapten mejor al medio, serán también los que
mejor se reproduzcan; por el contrario, y de forma lenta,
aquellos individuos que tras las mutaciones quedaron peor
adaptados, irán desapareciendo de la población.
En general, las mutaciones que se producen en los
individuos de una población son micromutaciones que producen
efectos muy leves, por lo que los cambios producidos en la
población son siempre graduales, necesitándose miles de años
para que el proceso evolutivo llegue a dar especies
significativamente diferentes de aquellas de las que
proceden. Se puede, por tanto, resumir que es la selección
natural propuesta por Darwin la que dirige el proceso
evolutivo, ya que atenúa o acentúa los efectos que al azar
producen las mutaciones en los individuos que forman una
población, haciendo que de forma paulatina y sobre la base de
esta variabilidad individual, la población se modifique,
originando en su seno el nacimiento continuo de nuevas
especies.
El Neodarwinismo es una teoría aceptada casi
generalmente por toda la comunidad científica, si bien han
surgido ciertas tendencias que intentan modificarla en partes
muy concretas, pero siempre modificaciones mínimas; de una
forma u otra, los científicos admiten como mecanismo
evolutivo la acción conjunta de las modificaciones genéticas
y de la selección natural.
En un proceso de miles de millones de años, los
primitivos orgánulos evolucionan y así van apareciendo las
distintas especies que pueblan el planeta, muchas de ellas
desaparecidas. El entramado evolutivo es un gigantesco árbol
con raíces comunes que se diversifica continuamente, desde el
ser más simple, el orgánulo, hasta el más complicado: el
hombre.
Tanto Linneo como Darwin habían clasificado al
género humano dentro del reino Animal, como un mamífero
primate perteneciente a la familia de los Homínidos y
encuadrado en el género Homo. No obstante, la ausencia de
restos fósiles impedían conocer las diferentes etapas
evolutivas que habrían separado al hombre del resto de sus
antecesores, los primates. Pero hagamos historia.
ERAS Y APARICIONES
Las fases geológicas de la Tierra se dividen en
Eras, y éstas a su vez en Períodos. A lo largo de ellos, van
emergiendo las distintas especies, desde el inicio de la vida
hace aproximadamente 3.800 millones de años, hasta nuestros
días. Existen cuatro Eras: Precámbrico, que se inicia con la
formación de la Tierra hace unos 4.500 millones de años hasta
hace 570 millones de años, Paleozoico o vida antigua, (570245), Mesozoico o vida media, (245-65) y Cenozoico o vida
reciente, (65 hasta la actualidad).
El Precámbrico comprende dos Períodos, Azoico
(4.500-3800) y Arqueozoico (3.800-570): la vida surge al
iniciarse este Período. El Paleozoico abarca seis Períodos:
Cámbrico (570-505), surgen los primeros invertebrados
marinos. Ordovícico (505-438), primeros vertebrados marinos;
Silúrico (438-408), primeros restos de vida en continentes;
Devónico (408-360), primeros bosques, anfibios e insectos;
Carbonífero (360-286), primeros reptiles y Pérmico (286-245),
al final, aparición de los mamíferos.
El Mesozoico contiene tres Períodos: Triásico (245208), aparecen los dinosaurios; Jurásico (208-144), primeras
aves; Cretácico (144-65), primeras plantas con flores. El
Cenozoico comprende dos Períodos, Terciario (65-5) y
Cuaternario (5-época actual), cada uno de los cuales abarca
varios Subperíodos. Dentro del Terciario, el Paleoceno (6558), Eoceno (58-37), Oligoceno (37-24) y Mioceno (24-5),
donde aparecen los antropoides. Dentro del Cuaternario, donde
ya emergen los humanos, el Plioceno (5-2), Pleistoceno (2
millones de años hasta hace 10.000 años) y el Holoceno (desde
hace 10.000 años hasta la actualidad).
NUESTROS ANTEPASADOS
Los primeros signos de vida orgánica se encontraron
en sedimentos depositados en el fondo del mar hace 3.500
millones de años: son los restos de bacterias y cianofitos
(algas verde-azules), los organismos más simples y menos
complejos que conocemos. Durante los dos mil millones de años
posteriores, las cosas sucedieron extremadamente despacio;
hace 1.500 millones de años aparecieron los primeros
organismos unicelulares con núcleo; hace 600 millones de años
aparecen los primeros animales multicelulares. Los primeros
vertebrados genuinos emergen en estratos que datan del
período Cámbrico superior, con una edad aproximada de 500
millones de años; durante la transición al final del período
Triásico, hace aproximadamente 205 millones de años, aparecen
los primeros mamíferos.
Durante la Era del Mesozoico, los mamíferos vivían
en el suelo, dominados por los dinosaurios y otros reptiles
de gran tamaño. Estos mamíferos eran todos ellos bastante
pequeños: el más grande podía pesar diez kilogramos. Justo al
final del Período Cretácico, entró en escena el precursor de
los primates: era un ser pequeño y primitivo, del tamaño de
una ardilla, llamado Purgatorius por el lugar donde se le
encontró, Purgatory Hill, en Montana. A partir del
Purgatorius se desarrolló una multitud de variedades
diferentes durante el Paleoceno: son los Plesiadapiformes, de
los que se conocen más de sesenta especies, y la mayoría de
ellos se extinguieron al final de la época, aunque algunos
sobrevivieron hasta el comienzo del Eoceno.
Los primeros miembros de un nuevo suborden, los
Estrepsirrinos, pertenecientes a la familia de los Adheridos,
aparecieron al principio del Eoceno, hace 55 millones de
años, dominando durante los siguientes millones de años. Los
Estrepsirrinos están representados actualmente por los
lemures, indridos, galagos y aye-ayes, todos ellos prosimios
que habitan en los trópicos, sobre todo en la isla de
Madagascar: son descendientes directos de los Adheridos.
Hacia comienzos del Eoceno, al mismo tiempo que los
primeros Adheridos, aparecieron en escena miembros de otra
familia, los Omímidos, un descendiente actual de los cuales
es el Tarsius o "animal fantasma", que vive en las Islas
Filipinas, Borneo, Sumatra y Célebes, y es del tamaño de una
rata. El Oligoceno duró desde hace unos 37 millones de años
hasta hace 25 millones, y de esta época son los fósiles
encontrados en Fayum, a unos cien kilómetros al sudoeste de
El Cairo, datados en 31 millones de años de antigüedad. Estos
fósiles son monos antropoides encuadrados dentro de los
Hominoides, superfamilia que incluye a los Homínidos,
Póngidos y otros, siendo el más conocido de ellos el
Aegyptopithecus, un mono diminuto con la cabeza del tamaño de
un gato. Era un excelente escalador que se movía a gatas con
facilidad en las ramas de los árboles.
El Mioceno empezó hace 24 millones de años y
terminó hace cinco millones con la transición al Plioceno. La
mayoría de los lugares de Africa donde se han encontrado
monos datan de mediados del Mioceno, entre 18 y 12 millones
de años atrás, y ya aparecen los monos grandes, los Póngidos,
siendo el más conocido el Proconsul Africanus, del tamaño de
un babuino, que se desplazaba a cuatro patas y tenía los
brazos y las piernas de la misma longitud. El cráneo del
Proconsul muestra que su desarrollo había avanzado
considerablemente desde la etapa del Aegyptopithecus. Durante
el Mioceno, entre los 16 y los 8 millones de años atrás, en
Europa vivían diferentes especies de Dryopithecus, uno de los
cuales, el Oryopithecus europeo, no fue el antepasado directo
de la raza humana ni de ningún primate contemporáneo.
Pasemos al Dryopithecus asiático: al norte de
Pakistán y en la India se encontraron tres géneros, uno de
ellos el Ramapithecus, del tamaño de un chimpancé enano de
nuestros días. Con su nariz breve, su gruesa capa de esmalte
en los dientes, su fina hilera de dientes sin huecos y sus
pequeños incisivos y caninos, presenta un aspecto
notablemente humano. Se le ha considerado un Homínido
genuino, es decir, de la familia que comprende a nuestro
género humano Homo, y a su pariente más próximo, el
Australopithecus.
UNA BIFURCACION EN EL CAMINO
Los Homínidos fósiles más antiguos conocidos hasta
la fecha, han sido hallados a partir de 1992 en la región del
Awash medio, en Etiopía. El equipo norteamericano dirigido
por Tim White ha bautizado como Ardipithecus Ramidus a estos
Homínidos primitivos, que tienen 4,4 millones de años de
antigüedad. Habitaban la selva húmeda y se alimentaban de
manera similar a como lo hacen hoy los chimpancés. A partir
de algunos aspectos de la base del cráneo, se ha sugerido que
eran bípedos y caminaban como nosotros, aunque esto debe ser
aún contrastado. Esta especie parece ser la candidata ideal
para ocupar el puesto del último antepasado común de todos
los Homínidos.
Más recientemente, un equipo keniano dirigido por
Meave Leakey ha encontrado en las orillas del lago Turkana,
en Kenya, unos fósiles de Homínidos con una antigüedad de
cuatro millones de años, bautizados como Australopithecus
Anamensis. A diferencia del Ardipithecus, sus molares tienen
una capa de esmalte gruesa, indicando un cambio de dieta y de
medio, ambiente forestal abierto o sabana arbolada y con
agua. Se ha encontrado una tibia que induce a sus
descubridores a pensar que eran bípedos. Es el
Australopithecus Anamensis el primer eslabón del árbol
evolutivo de los Homínidos en general, y de los
Australopitecinos en particular. A partir de aquí podemos
dividir a los Homínidos en tres familias: Austalopitecinos,
Australopitecinos Robustus y el género Homo.
LOS HOMINIDOS
Los Australopitecinos comprenden los siguientes
Australopithecus: el Anamensis, ya citado, el Bahrelghazali,
el Afarensis y el Africanus. Los Australopitecinos Robustus,
el Australopithecus Aethiopicus, el Boisei y el Robustus. El
género Homo, el Homo Habilis, el Rudolfensis, el Ergaster, el
Erectus y el Sapiens. Mientras para Philip Tobias, de la
Universidad de Witwatersrand, el género Homo desciende del
Australopithecus Africanus, como rama colateral hace 2,5
millones de años, para Bernard Wood, de la Universidad de
Liverpool, no se encuentra entre los Australopitecinos
descubiertos hasta ahora un candidato a antepasado directo de
todas las especies Homo. Ambos coinciden en que los Robustus
ocupan una rama que se extinguió hace un millón de años.
Pocos datos existen sobre el Bahrelghazali, cuya
mandíbula y dientes fueron hallados 2.413 kilómetros al oeste
del valle del Rift. El Afarensis tiene una edad entre 3,9 y 3
millones de años; sus brazos y piernas son de primate, pero
su espina dorsal, su pelvis y sus extremidades inferiores son
las de un individuo que camina erguido. Las pisadas de unos
Homínidos que caminaban bípedos hace 3,6 millones de años
quedaron perpetuadas en el yacimiento de Laetoli, Tanzania,
descubiertas en 1976 por el equipo de Mary Leakey: Lucy, un
esqueleto completo de hace 3,4 millones de años, es un buen
ejemplo de una hembra de la especie Australopithecus
Afarensis a la que corresponden esas huellas. De pequeña
estatura, 105 cm, y 27 kilogramos de peso, su cabeza tendría
un aspecto parecido a un chimpancé‚ y aunque caminaba
erguida, sus piernas eran muy cortas en comparación con las
nuestras.
El Africanus, de edad entre 3 y 2,3 millones de
años, posee un cráneo más redondeado que el Afarensis, pero
sus extremidades estaban menos adaptadas para el bipedalismo.
El Aethiopicus, de edad entre 2,6 y 2 millones de años,
posee potentes músculos para la masticación anclados a una
cresta ósea prominente en la parte superior del cráneo. El
Bolsei, cuya edad está entre 2,6 y 1 millón de años, tiene un
tronco muy potente, voluminosa mandíbula superior y los
mayores molares de todos los Homínidos. El Robustus, de edad
entre 2 y 1,2 millones de años, posee un rostro plano con
pómulos más prominentes y mandíbulas más retraídas que el
Africanus o el Afarensis.
Ya dentro del género Homo, el Hábilis, con una edad
entre 2,5 y 1,6 millones de años, tiene mayor cerebro y
dientes más pequeños que los Australopithecus. El
Rudolfensis, cuya edad se calcula entre 2,5 y 1,9 millones de
años, posee un rostro amplio, con los arcos supracilares más
planos y un cráneo más redondeado que le Hábilis. El
Ergaster, de edad entre 1,8 y 1,4 millones de años, posee
unas mandíbulas más pequeñas y una nariz más prominente que
sus antecesores. Las proporciones entre brazos y piernas se
asemejan más a las del hombre actual. Todos los Homínidos
citados anteriormente proceden de Africa: el Erectus es la
primera especie de Homo de la que se tienen restos fuera de
Africa. El espécimen más antiguo tiene 1,8 millones de años
y procede de Suráfrica, pero también vivió en Argelia,
Marruecos y, hace un millón de años, en Java, Indonesia y
China. Su cráneo era pesado y unos prominentes arcos sobre
los ojos ensombrecían su mirada.
EL GENERO HOMO
El Homo Hábilis no era, en realidad, muy diferente
del Australopithecus Africanus. El esqueleto más completo de
que disponemos es el descubierto por White y Johanson en
1986, y recuerda mucho a Lucy; sin embargo, el Homo Hábilis
había experimentado cierta expansión del cerebro y alguna
reducción del aparato masticador, y fabricaba rudimentarios
utensilios de piedra, que le abrirían el camino hacia las
proteínas animales, inaccesibles de otro modo por encontrarse
bajo gruesas capas de piel en los animales muertos, o al
tuétano de los huesos que dejaban los depredadores. A partir
del Hábilis surgió el Ergaster, que supone un tipo
radicalmente distinto de Homínido, con un cerebro y una
estatura mucho mayor que los precedentes, y con la habilidad
de fabricar un repertorio de instrumentos variados y de talla
elaborada.
Quizá una de las cuestiones abiertas más candentes
en la actualidad la constituya la salida de los Homínidos del
continente africano y su dispersión por el resto del Viejo
Mundo. El protagonista de esta historia pudo ser el Homo
Ergaster o quizá el Homo Erectus; en cualquier caso, los
primeros humanos arribaron a Java hace un millón y medio de
años, alcanzaron las estribaciones del Cáucaso hace un millón
de años y, tal y como atestiguan los fósiles hallados en el
yacimiento de la Gran Dolina de la burgalesa sierra de
Atapuerca, llegaron a Europa Occidental hace 800.000 años.
El último Homo Erectus africano a menudo ha sido
considerado como un Homo Sapiens arcaico o como una forma de
transición entre el Erectus y el Sapiens: el llamado hombre
de Rodesia, de Kabwe, Zambia, pertenece a este grupo, así
como hallazgos similares en el Africa meridional, con unas
edades de unos 200.000 años; el volumen de la caja craneal es
de 1.250 centímetros cúbicos, que supera ampliamente la del
Erectus típico, aunque la cabeza presenta una marcada
afinidad con el Erectus, siendo sin embargo el esqueleto como
el del Homo Sapiens. Actualmente, casi todo el mundo está de
acuerdo en que nuestra propia especie, el Homo Sapiens,
evolucionó a partir del Homo Erectus.
EL HOMO SAPIENS
La Era Glacial europea comenzó hace aproximadamente
1,6 millones de años, coincidiendo con el Pleistoceno. En
general se piensa que el Pleistoceno terminó y la época
actual, el Holoceno, comenzó hace 10.000 años. Algunos
hallazgos en España y en Yugoslavia, hace 1,3 millones de
años, indican una cierta presencia "humana", y el hallazgo de
Petralona, un cráneo bien conservado, y los restos de Arago,
así como el Antecessor, de Atapuerca, con una antigüedad de
800.000 años, hacen pensar en un Homo Sapiens arcaico. Los
huesos de los esqueletos son potentes, los cráneos llegan a
los 1.500 centímetros cúbicos, existiendo similitudes con
europeos posteriores (Neanderthal), pero también con el
Erectus. Un grupo algo más joven de hallazgos en España,
Francia, Alemania e Inglaterra, tienen unos 400.000 años de
edad, y se aprecia un físico más grácil, volúmenes craneales
de 1.300 centímetros cúbicos, aunque se les sigue
considerando Homo Sapiens arcaicos.
Entre los 120.000 y los 30.000 años atrás, Europa
estuvo habitada por los llamados "hombres de Neanderthal",
los más conocidos de todos los tipos humanos fósiles, ya que
se han encontrado gran cantidad de restos, debido a la
costumbre que tenían de enterrar a sus muertos. El
descubridor del Neanderthal y fundador de la
Paleoantropología fue Carl Fuhlrott, maestro de escuela de
Erbelfeld. En 1856 hizo público su descubrimiento en
Neanderthal, cerca de Dusseldorf, y mantuvo que se trataba de
un tipo humano extinguido. Restos de Neanderthal los hay por
todas partes: Portugal, España, Suiza, Alemania, Bélgica,
Hungría, Rumania, Irak, Líbano, Jordania, Israel, Libia,
Marruecos...el Neanderthal fue un tipo único de ser humano:
caja craneal enorme, de 1.750 centímetros cúbicos, físico
robusto, altura media de 1,68 metros el hombre y 1,59 metros
la mujer, cien kilogramos de peso el varón. Utilizaba
herramientas diversas, entre ellas lanzas o puntas de lanza de
piedra, hacía uso del fuego, celebraba ritos religiosos,
practicaba el canibalismo, disfrutaba de una vida larga,
superando los cincuenta años de edad. En la mayoría de las
clasificaciones se le describe como una subespecie
nuestra: Homo Sapiens Neanderthalensis. Desapareció hace
30.000 años; para entonces, ya vivían en Europa seres humanos
como los de hoy, por lo que vivieron codo con codo con ellos;
es totalmente improbable que nuestra especie evolucionase del
Neanderthal.
El Homo Sapiens difiere de todos los demás tipos
Homo en que posee una caja craneal alta y redondeada y además
carece de curvatura ósea alguna sobre las cejas; su cara es
vertical, sin mandíbulas prominentes, la barbilla está bien
desarrollada y los dientes son más pequeños. Tiene un cerebro
mayor que el Erectus y la pelvis configurada de distinto modo
que el Neanderthal.
Los restos más antiguos del Homo Sapiens se
encontraron en Africa, en Etiopía, con una datación de
130.000 años de antigüedad. Richard Leakey encontró los
restos de tres individuos: éste fue el comienzo de una serie
de hallazgos africanos, entre los 100.000 y los 35.000 años
de edad, todos de Homo Sapiens. En Europa, los primeros Homo
Sapiens aparecieron hace 35.000 años: el hallazgo más joven
es el de Kelsterbach, Alemania, 31.000 años. En 1868 se
encontraron cinco esqueletos de Homo Sapiens de la Era
Glacial en Cro-Magnon, Les Eyzies, por lo que todos los Homo
Sapiens de la Era Glacial Europea han recibido el nombre de
aquel lugar.
El origen del Homo Sapiens no se ha determinado de
forma concluyente, aunque es casi seguro que nació en Africa,
donde se conocen posibles precursores: el Homo Erectus
avanzado del tipo de Rodesia. Debe tenerse en cuenta que se
sabe poco de la secuencia de acontecimientos en Asia y en
Europa, pero en ambos continentes también había tipos de Homo
Erectus avanzados.
Aunque existen diversidad de razas entre la
población de nuestros días, todas ellas pertenecen a la misma
especie, Homo Sapiens. Stephen J.Gould afirma: "Todos los
humanos que ahora poblamos la Tierra somos hermanos".
Podemos identificar tres razas principales: la mongoloide, la
negroide y la caucasoide. Nadie ha sido capaz de demostrar
que exista diferencia alguna entre las razas a nivel de
características mentales.
El último continente donde se asentaron seres
humanos fue América, que llegaron a través del estrecho de
Bernia, ya que durante las épocas glaciales era tierra seca,
hace unos 15.000 años; hace 11.000 años ya habían alcanzado
las zonas más meridionales de América del Sur. Al alcanzar
estas zonas, los seres humanos habían completado la conquista
de la tierra habitable; los que vivían en aquella ‚poca, hace
unos 10.000 años, eran idénticos a nosotros.
¿HA TERMINADO LA EVOLUCION?
Admitida la existencia de un proceso evolutivo, que
comienza en los orgánulos y termina en el hombre actual, la
Evolución puede dividirse en dos grandes períodos: la
Evolución Prebiológica, en la cual la materia inerte se
transformó en materia orgánica y ésta se agrupó para formar
estructuras más complejas, moléculas biológicas, y la
Evolución Biológica, que se inició en los orgánulos, y que ha
comprendido todo el desarrollo capaz de llegar a
transformarlas en todos los seres vivos que pueblan el
planeta.
La Evolución Prebiológica ha finalizado, ya que en
la Tierra no se dan en la actualidad las características
necesarias para que tenga lugar este tipo de evolución. Sin
embargo, y según la opinión unánime de la comunidad
científica, la Evolución Biológica continúa, modificando
lenta pero progresivamente todas las especies, y no se ha
detenido con la aparición del hombre. Sin embargo, quizá esta
evolución no está teniendo en el hombre las mismas
características, ya que a ella se ha unido lo que muchos
científicos consideran una tercera fase del proceso
evolutivo: la evolución cultural o psicosocial. Para esta
etapa no rigen las normas de la Evolución Biológica: ya no es
posible hablar de selección natural, de lucha por la vida,
etc. En este proceso evolutivo hay que contar con los grupos
sociales, el ejercicio del poder, el desarrollo tecnológico,
el progreso económico, etc., que actúan como mecanismos que
se superponen a los clásicos de la Evolución Biológica con
tal fuerza que en ocasiones modifican los factores que rigen
ésta.
El hombre , con su tecnología, perturba la marcha
normal de la Evolución Biológica, rompiendo un equilibrio
cuyas consecuencias son imprevisibles. En términos generales,
es evidente que los avances científicos y tecnológicos han
supuesto un avance gigantesco en el género humano, pero los
peligros son también evidentes. Todos debemos ser conscientes
de que la sintonía con la Naturaleza es fundamental, que no
debe romperse jamás en aras de cualquier proyecto, ya sea de
carácter científico, tecnológico, económico, político,
militar o de cualquer otra índole.
4.- RESUMEN: UNA LINEA CERRADA Y CONTINUA
Del estudio de las teorías científicas
actuales sobre el origen del Universo, la Vida y el Hombre,
podemos sacar la conclusión global que define la existencia
de todo lo que ha sido, es y será, como una Línea Cerrada y
Continua, sin principio ni fin, sin saltos o discontinuidades
propiciados por cualquier intervención externa. La Evolución
explica de manera bastante convincente la continuidad que
abarca desde el Big Bang hasta el momento presente,
incluyendo la transición materia inerte-materia viva y la
transición animal-hombre. El modelo del Universo oscilante
cierra la Línea y la intrigante singularidad del Big Bang se
excluye con la Propuesta de Ausencia de Límites. En un punto
cualquiera de la Línea comienza nuestro Universo como
consecuencia de una fluctuación del vacío cuántico que
origina nuestro espacio-tiempo, un Universo cuya geometría
permite las condiciones necesarias para que sea tal y como
hoy lo conocemos. La Relatividad General y la Mecánica
Cuántica marcan las pautas al desarrollo de nuestro Universo,
mientras la Evolución y la autoorganización permiten, en
proceso continuo, la aparición de la vida y el hombre.
Esta es la Teoría de la Línea Continua y Cerrada
(TLCC), una teoría del Todo basada en consistentes argumentos
científicos, que excluye la intervención de un Creador. Pero,
como toda teoría científica, debe ser comprobada
experimentalmente en su totalidad para ser universalmente
aceptada, y, dada su amplitud y complejidad, aún no ha
llegado ese momento...si es que llega alguna vez.