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Texto de Ciencias Sociales
Para grado 6º y 7º
Programa de Bachillerato a Distancia
www.bachilleratohumanista.com
Ciencias Sociales para grado 6° y 7°
Núcleo 1
Prehistoria
1 INTRODUCCIÓN
Prehistoria, término empleado para definir el periodo de la historia transcurrido desde el
inicio del proceso de la evolución humana hasta la aparición de los testimonios escritos,
así como la disciplina que se ocupa de su estudio.
Qué es la prehistoria?
Las dos grandes divisiones que engloban el pasado de la vida humana son la
Prehistoria y la Historia. La Prehistoria cubre aproximadamente 3.5 millones de años del
pasado de la humanidad. Esta enorme etapa abarca el desarrollo de los primeras
sociedades humanas, desde la aparición de los primeros homínidos (hace 4 millones
de años) hasta la invención y difusión de la escritura (hacia el año 3 500 a. de N. E.). A
su vez, la Prehistoria se divide en dos grandes edades o periodos: Paleolítico y
Neolítico, con un periodo intermedio de transición llamado Mesolítico.
La Historia dura mucho menos que la Prehistoria. Se inicia con el invento de la escritura
(3 500 a. de N. E.) y llega hasta la actualidad. También tiene divisiones temporales, que
son: Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea.
Cómo se estudia la Prehistoria?
El estudio formal de la prehistoria comenzó en el siglo XIX en Francia, Inglaterra y
Bélgica, con el análisis de la edad de las rocas y su relación con fósiles humanos y
utensilios antiguos que se encontraron cerca de estos restos.
Los paleontólogos se ocupan más directamente de la prehistoria. Estos científicos
estudian los fósiles de los animales y de los primeros seres humanos. Los fósiles
2
humanos tienen mucha importancia porque a los científicos les interesa la relación del
ser humano con otros primates. Hay semejanzas y diferencias entre el cráneo y los
huesos de diversas especies, y cuantos más restos fósiles se encuentran, más se
complican las conexiones entre ellas. Los primeros seres humanos también dejaron
otros indicios de su existencia y de su forma de vida: los objetos que fabricaron y
emplearon, es decir, los útiles, las viviendas y el arte.
El estudio de los materiales que dejaron los seres humanos se denomina arqueología,
la ciencia que más explicaciones puede darnos sobre el pasado prehistórico de la
humanidad. La arqueología sirve para examinar cualquier período del pasado humano
del que hayan quedado restos materiales.
Otra disciplina que sirve para la prehistoria es la antropología. Según algunos
antropólogos, se puede aprender mucho sobre los hombres y mujeres de la antigüedad
observando a los pueblos que en nuestros días siguen viviendo en circunstancias
similares a las de las épocas prehistóricas. Sin embargo, no se puede concluir que la
vida actual de estos grupos humanos sea igual a la de los seres humanos en la
prehistoria.
Los geólogos, por su parte, se dedican el estudio de la forma de la Tierra, de las rocas,
del suelo, de los minerales, etcétera; pero también pueden explicar detalles muy
importantes sobre el pasado humano, como los cambios climáticos, la antigüedad de
ciertos niveles de roca y, por consiguiente, la edad de los objetos incrustados en ellos.
Durante muchos años, el único método fiable para ubicar históricamente los restos del
pasado consistió en observar detalladamente dónde y cómo se habían descubierto
dichos restos. En la mayoría de los casos se fechaba partiendo de la suposición de que
los objetos encontrados en la Tierra podían ordenarse en secuencias según los niveles
en los que se hallaban. Los situados en los niveles superiores debían ser posteriores a
los de los niveles inferiores. Algunas veces, cuando se encontraba un objeto que podía
fecharse con seguridad (una moneda, por ejemplo), también podían establecerse
fechas absolutas aproximadas en la serie de secuencias así extraídas.
Éste constituyó durante mucho tiempo el método más importante para estudiar el
pasado remoto, pero era un mérodo muy complicado porque había que contrastar miles
y miles de hallazgos para ordenar las pruebas de tal modo que cada una de ellas
encajara. Sin embargo, en los últimos años la situación ha empezado a cambiar gracias
a nuevos métodos de análisis . Uno muy importante es el de la datación por medio de la
radioactividad. La forma más extendida se llama datación por el radiocarbono.
Cuándo y en dónde se desarrolla la prehistoria?
La prehistoria empezó en África. En comparación con otras partes del mundo, la
prehistoria terminó relativamente temprano en algunas regiones de África (como Egipto,
donde la escritura jeroglífica apareció alrededor del 3000 a. de N. E.) pero en otras
3
zonas aún prevalecen sociedades que viven en un estado prehistórico (sin escritura y
con tradición oral).
La aparición del ser humano prehistórico en Asia y en Europa tuvo lugar hace unos 2.5
millones de años y 700 mil años en el hemisferio sur, mientras que en las regiones del
norte, que eran más frías e inhóspitas, tardaron en poblarse. En estos continentes, la
aparición de la escritura, que marca el fin de la prehistoria, varió: tan temprano como
3300 a. de N.E. en Mesopotamia y en el Valle del Indo; en China y en el Egeo la
escritura apareció en el segundo milenio a. de N. E.; en Italia alrededor del año 800 a.
de N. E.; y después del año 1000 d. de N. E. en las regiones del norte de Europa.
Se cree que los primeros hombres llegaron a América hace 60 mil años. En este
continente, el final de la prehistoria se ha relacionado con las exploraciones europeas
(en Norteamérica por los vikingos alrededor del año 1000 de N. E. y en México y
sudamérica a partir del siglo XV) o bien a partir de la emergencia de culturas complejas
en el área de Mesoamérica, hacia el año 1000 a. de N. E.
En Australia se encontraron restos de seres humanos de hace 50 mil años. Parece que
la Polinesia comenzó a poblarse en los primeros siglos de Nuestra Era y Nueva Zelanda
hasta el año 800 d. de N. E. Las exploraciones europeas de los siglos XVII y XVIII
pusieron fin a la prehistoria en esta zona del planeta.
Lo anterior muestra la diferencia cronológica de la prehistoria de un continente a otro o
incluso en el mismo continente. Las civilizaciones florecieron en distintos medios
naturales, que condicionaron su forma de vida y su expansión cultural. Esto nos explica
la complejidad del término prehistoria. Para evitar confusiones, tal vez sería mejor
hablar de varias prehistorias.
A pesar de las limitaciones, es posible establecer en un esquema general las etapas
básicas del desarrollo de las sociedades prehistóricas: Para los cazadores-recolectores,
la talla de utensilios arcáicos vino primero, después el dominio del fuego, luego la
aparición de las primeras esculturas, y finalmente apareció la expresión artística hace
30 mil años.
Después, durante la revolución Neolítica, la humanidad logró la producción de
alimentos con la domesticación de plantas y animales. Luego vino la especialización de
los individuos, la emergencia de unidades sociales, el ascenso al poder de una clase
política en comunidades organizadas y finalmente la creación de un esquema urbano y
la invención de la escritura. Este proceso comenzó en Sumeria en el año 4000 a. de N.
E.; en el Valle del Indo en el año 3 000; en China y el Egeo en el año 2 000 y en México
en el primer milenio a. de N. E.
El Paleolítico
La era de las Glaciaciones
4
Las glaciaciones fueron un conjunto de fases frías (glaciares) entre las que se
intercalaban otras más cálidas (interglaciares) que se dieron sobre todo en las zonas
del norte del planeta, aunque también afectaron el resto del mundo. Entre los períodos
interglaciares las temperaturas bajaban muchísimo, disminuían las lluvias y enormes
masas de hielo, a veces de espesor que superaba los mil metros, cubrían grandes
extensiones de la Tierra. En Europa, los avances glaciares llegaron a cubrir la mitad del
continente.
Los ancestros del ser humano pudieron adaptarse a los cambios climáticos que trajeron
las glaciaciones, tanto en las praderas africanas como en los bosques del Asia oriental,
en las tundra y bosque de Europa o en las valles americanos. Este entorno en
transformación imponía diversas formas de adaptación, según las distintas áreas
ocupadas. La clave del éxito de la especie humana radicó en que, mediante su
inteligencia, supo crear una tecnología adecuada a sus necesidades de supervivencia.
En los períodos interglaciares, al ascender la temperatura, las masas de hielo se
fundían en parte y aumentaban las lluvias, elevándose el nivel de las aguas marinas.
Entonces volvían a producirse cambios en la configuración de las costas, en la flora y
fauna. Hacia el año 10 mil terminó la última glaciación. Los hielos fueron retrocediendo
hasta quedar reducidos a su situación actual en el casquete polar y la temperatura en el
resto del planeta ascendió.
La Evolución del ser Humano
La Era de los mamíferos
Se calcula que hace 180 millones de años, cuando aún dominaban los reptiles el
planeta, aparecieron los primeros mamíferos sobre la Tierra. La multitud de especies de
mamíferos que comenzaron a desarrollarse a partir de entonces eran muy diferentes a
las que actualmente conocemos y muchas de ellas han desaparecido por completo.
Las cerca de 5 mil especies de mamíferos conocidos en la actualidad se agrupan en
órdenes, como son: cetáceos, carnívos, marsupiales, roedores, desdentados, entre
otros. De los distintos órdenes, los seres humanos, así como sus ancestros más
lejanos, pertenecen al de los primates.
Los primates
Para los paleontólogos, el punto de inicio de la historia de la humanidad empezó con la
5
aparición de los primates, hace unos 65 millones de años. Los primeros de ellos eran
unos pequeños seres que empezaron a vivir en los árboles en lugar de permanecer en
el suelo, como la mayoría de los mamíferos. Entre las especies que pertenecen a los
primates están, además del ser humano, los simios, monos y musarañas. Durante su
desarrollo evolutivo, estos primates se hicieron de ciertos rasgos especiales: buena
visión, manos con las que se pueden sujetar firmemente objetos y un cerebro
relativamente grande.
Por pertenecer a la misma familia, las diferentes especies de primates, en especial
monos y simios, guardan similitud con el ser humano. Según algunos estudiosos, el
último ancestro común entre el ser humano y el chimpancé, nuestro primo más cercano,
existió hace 6 ó 7 millones de años. Después de esta separación apareció el primer
homínido, el llamadoAustralopithecus, que posteriormente dio lugar al Homo habilis, el
primer especímen del género Homo, al que pertenecemos los seres humanos
modernos.
Los cambios en la biología de los primates que desembocaron en los primeros
homínidos se dieron en África: en el Este y en el Sur. El cañon de Olduvai, en Tanzania,
el noreste de África, es uno de los lugares donde se han encontrado los fósiles más
antiguos que aportan datos sobre la historia evolutiva del ser humano.
Homínidos
Los límites que señalen el comienzo y el final de los distintos homínidos no son exactos,
se calcula que aparecieron hace 4.5 millones de años y se extinguieron hace unos 2
millones de años. Durante mucho tiempo debieron coexistir diferentes tipos, y el final de
una especie se entremezcló con las generaciones de otra en el transcurso de miles de
años.
Los científicos distinguen entre varias especies de homínidos. Todos ellos comparten
algunas características básicas:



Pueden mantenerse erguidos y caminar en dos pies.
Tienen un cerebro relativamente grande en relación con el de los monos.
Su mano tiene un dedo pulgar desarrollado que les permite manipular objetos.
Australopithecus
6
El Australopithecus es el homínido más antiguo que se conoce. Australopithecus quiere
decir "simio sudafricano" y se estima su antigüedad hasta en 4 millones de años.
En 1925, el paleontólogo Raymond Dart descubrió el cráneo de un Australopithecus en
Taung, al sur de África. El descubrimirnto de este fósil, ancestro del ser humano e
intimamente realcionado con el mono, provocó polémica porque se encontró en África y
hasta entonces se había fundado el origen del ser humano en Europa. En lugares
cercanos
a
este
descubrimiento
se
encontraron
otras
especies
de Australopithecus (afarrensis,africanus, robustus, boisei), que confirmaron el origen
del hombre en África.
Sus restos demostraron que estos homínidos medían más de un metro de estatura y
que sus caderas, piernas y pies se parecían más a los de los seres humanos que a los
de los simios. El cerebro se asemejaba al de estos animales y tenía un tamaño similas
al de un gorila. La mandíbula era grande y el mentón hundido. Caminaban erguidos y
podían correr, a diferencia de los simios. Sus largos brazos acababan en manos
propiamente dichas, con las yemas de los dedos planas. como las de los seres
humanos. Se cree que estos seres eran carnívoros, pues a su alrededor se han
7
encontrado huesos y cráneos que habían sido machacados para extraer el tuétano y los
sesos.
Quizá la especia más famosa de Australopithecus es laAustralopithecus afarensis,
gracias al descubrimiento, en 1974 en Hadar, Etiopía, de los restos de "Lucy", una
joven mujer de la que se encontraron 52 huesos de un esqueleto semicompleto, con
una edad aproximada de 3.2 millones de años. Esta especia trepaba árboles pero
también podía caminar en dos pies. Durante mucho tiempo se pensó en Lucy como la
abuela de la humanidad. Sin embargo, esta especie pudo haberse extinguido sin que a
partir de ella se continuaran las ramas de la evolución humana.
Un descubrimiento reciente: El Kenyanthropus platyops
En 1999, la pareja de palentólogos Meave y Richard Leakey encontraron, a orillas del
lago Turkana, en Kenya, África, un cráneo con una edad aproximada de 3,5 millones de
años. Este hallazgo abrió nuevos caminos en la búsqueda del ancestro más antiguo del
ser humano moderno. Por más de veinte años se había reconocido que Lucy, de la
especie Australopithecus afarensis, con 3,2 millones de años, era la ―abuela‖ de la
humanidad. Ahora se piensa en la posibilidad de que los restos del homínido (prehumano) encontrado en Kenya puedan ser los del primer antepasado prehistórico del
hombre moderno.
Actualmente se sabe que es errónea la idea de que nuestra especie tuvo una sola línea
evolutiva (Homo habilis – Homo erectus – Homo sapiens) que llevó directamente al ser
humano moderno (Homo sapiens sapiens). El orígen del árbol genealógico de la
humanidad, como el de otros mamíferos, tiene ramas evolutivas que no florecieron. Es
decir, después que los linajes de humanos y simios se separaron definitivamente –
hace 5 ó 6 millones de años-, hubo una serie de homínidos cuyas especies no
sobrevivieron al paso de los siglos.
Entonces, hace 3,5 millones de años existía más de una especie de homínidos y
el Kenyanthropus platyops coexistía con la especie de Lucy. Hay diferencias entre los
dos: el kenyano tenía la cara chata, capacidad craneana reducida y dientes más
pequeños que nuestra supuesta ―abuela‖. Esto significa que cada especie debió vivir de
manera distinta: diferente dieta, manera de moverse e inteligencia.
¿Qué sigue ahora? tiene que estudiarse la posibilidad de que el Kenyanthropus
platyops haya evolucionado hacia elHomo sapiens sapiens, o bien si este nuevo
hallazgo es uno más de los homínidos que se extinguieron en la prehistoria de la
humanidad.
8
El género Homo
La mayoría de los científicos aceptan que hay dos grandes grupos, o géneros, de
homínidos en los últimos 4 millones de años. Uno de ellos es el género Homo, que
apareció hace 2.5 millones de años y que incluye por lo menos tres especies:
Homo habilis, Homo erectus, Homo sapiens. Uno de los grandes misterios de los
estudiosos de la prehistoria es cuándo, cómo y dónde el género Homo remplazó a
los Australopithecus.
Homo habilis y Homo erectus
En zonas del este de África se encontraron restos de otros homínidos que existieron al
mismo tiempo que los Australopithecus, lo que viene a demostrar que esta especie de
homínidos no era la única sobre la Tierra hace dos o tres millones de años. Como los
homínidos que se encontraron parecen mucho más ―hombres‖, se les ha puesto el
nombre de Homo. La primera especie del género Homoapareció hace 2.5 millones de
años y se dispersó gradualmente por Africa, Europa y Asia.
En sus primeras manifestaciones se le conoce como Homo habilis, y tenía una
capacidad craneana de 680 cm3 y su altura alcanzaba el metro y 55 cms. Era robusto,
ágil, caminaba erguido y tenía desarrollada la capacidad prensil de sus manos. Sabía
usar el fuego, pero no producirlo, y se protegía en cuevas. Vivía de recolectar semillas,
raíces, frutos y ocasionalmente comía carne.
La especie que se desarrolló posteriormente a esta se denomina Homo erectus, hace
1.5 millones de años. La diferencia fundamental del Homo erectus y los homínidos que
lo antecedieron radica en el tamaño, sobre todo del cerebro. Su cuerpo es la
culminación de la evolución biológica de los homínidos: era más alto, más delgado,
capaz de moverse rápidamente en dos pies, tenía el pulgar más separado de la mano y
su capacidad craneana llegó a ser de 1250 cm3. También fabricó herramientas, como
el hacha de mano de piedra, y aprendió a conservar el fuego, aunque no podía
generarlo.
Los científicos creen que esta especie se propagó hacia el Norte, por Europa (hasta
Francia) y Asia, durante 4 000 años. Esta especie duró diez veces más tiempo de la
que lleva sobre la Tierra el ser humano moderno. Entre los Homoerectus que se han
encontrado restos están el ―Hombre de Java‖ (700 mil años) y el ―Hombre de Pekín‖
(400 mil años).
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Homo sapiens neanderthalis
Una o más subespecies del Homo erectus evolucionaron hasta llegar al Homo sapiens,
un nuevo tipo físico. Los restos más antiguos del Homo sapiens tienen una edad entre
250 mil y 50 mil años. En sentido estricto se le denomina homo sapiens neanderthalis:
el hombre de Neanderthal. Recibe este nombre por el lugar dónde se encontró el primer
cráneo que demostraba la existencia de su especie, en el valle de Neander, en
Alemania.
Los hombres de Neanderthal tenían el cerebro de mayor tamaño y el cráneo distinto
que del Homoerectus. Su mentón estaba hundido y su constitución era muy gruesa.
Esta especie se encontró desde Europa occidental y Marruecos hasta China, pasando
por Irak e Irán.
Los neanderthales estaban más capacitados y eran mentalmente más avanzados que
ningún otro ser que hubiera habitado en la Tierra anteriormente. Esta especie humana
vivió la última glaciación y se adaptó a ella construyendo hogares excavados en el
suelo o en cavernas y manteniendo hogueras encendidas dentro de ellos. Los
neanderthales que vivían en las zonas del norte de Europa fueron cazadores y se
especializaron en atrapar a los grandes mamíferos árticos: el mamut y el rinoceronte
lanudo, cuyos restos llevaban arrastrando hasta la entrada de sus cuevas, en donde los
cortaban en pedazos.
Los hombres de Neanderthal se cubrían con pieles y disponían de mejores útiles de
piedra que sus antepasados. Además realizaban una actividad novedosa: enterraban a
sus muertos con gran esmero (p.e. en Asia se encontró un niño de Neanderthal
enterrado entre un círculo de cuernos de animales). Los muertos no sólo eran
enterrados cuidadosamente, sino que también el muerto era provisto de utensilios y
comida. Es posible que los enterramientos y los vestigios de rituales en los que
aparecen animales señalen los inicios de la religión. Tal vez creían ya en una especie
de continuación de la vida después de la muerte.
El hombre de Neanderthal desapareció bruscamente, su lugar fue ocupado por los
hombres modernos, hace unos 35 mil años.
Homo sapiens sapiens
Después del Neanderthal vino el Homo sapiens sapiens, que es la especie a la cual
pertenecemos los seres humanos modernos. Se han encontrado restos de los primeros
miembros de esta rama en el Cercano Oriente y los Balcanes, fechados entre el 50 mil
y el 40 mil antes de Nuestra Era. Quizá avanzaron hacia el norte y occidente a medida
que retrocedía el hielo. Estos seres humanos también cruzaron el estrecho de Bering,
penetrando así en el continente americano y llegaron a Australia hace unos 25 mil años.
10
Los Homo sapiens sapiens se extendieron por la Tierra más que ninguno de los
primates anteriores. Un grupo prehistórico de esta especie fueron los hombres de CroMagnon (32 mil años), llamados así por la cueva cercana a la aldea de Les Eyzies,
Francia, donde fueron hallados sus restos óseos. Los cro-magnones vivieron la última
glaciación y aunque su cerebro no era mayor que el del hombre de Neanderthal, le
dieron nuevos usos pues, entre otras cosas, hicieron y mejoraron muchos instrumentos
y armas. Los cro-magnones son también los artistas más antiguos. El hombre actual no
difiere básicamente ni en capacidad cerebral, ni en postura, ni en otros rasgos físicos,
del modelo que la evolución había logrado en el hombre de Cro-Magnon.
Para los biólogos, todos los seres humanos formamos parte de la misma especie
(Homosapiens sapiens) aunque hay distintas razas. Las líneas generales de
distribución racial se iniciaron en la Prehistoria. Desde el punto de vista físico se pueden
reconocer por lo menos cuatro categorías raciales fundamentales: negroide,
caucasoide, mongoloide, australoide.
Lo que dio al hombre moderno su control sobre la Tierra no fue su físico, sino su
capacidad de aprovechar y transmitir a sus descendientes la información cultural por
medio de su inteligencia.
Un cerebro para sobrevivir
La vida del ser humano durante el Paleolítico era difícil. Como todos los seres de la
prehistoria, los primeros hombres tuvieron que enfrentarse a peligros que los
acechaban a cada momento y cambios climáticos que ponían en riesgo su
supervivencia como especie.
Para colmo, el ser humano nunca se ha encontrado adecuadamente adaptado para
vivir en cualquier medio natural porque sus defensas corpóreas son generalmente
inferiores a las que poseen la mayor parte de los animales. El hombre no tiene un
abrigo de piel semejante al del oso polar, para conservar el calor de su cuerpo en un
ambiente frío. Su cuerpo no está especialmente adaptado para la huída, la defensa
propia o la cacería. No tiene un color que lo proteja, como el tigre o el leopardo; ni una
armadura, como la tortuga o el cangrejo; ni garras o pico, o un oído o vista agudos;
tampoco posee alas para escapar o una gran fuerza muscular para atrapar presas de
su tamaño o defenderse de ataques.
Sin embargo, la desventaja corporal del ser humano frente a la mayoría de los animales
se compensa con un órgano invaluable: un cerebro grande y complejo. El cerebro
constituye el centro de un extenso y delicado sistema nervioso. Gracias a este ―equipo‖,
el ser humano puede dar respuestas diferentes, apropiadas a una amplia variedad de
objetos y condiciones exteriores que lo afecten. Como la mayor parte de los
mecanismos de adaptación se encuentran localizados en el cerebro, cuando las
11
condiciones exteriores cambian el ser humano puede adaptarse a ellas y garantizar así
su superviviencia y multiplicación.
Las distintas especies humanas contaron con cerebros de distintos tamaños que
dotaron al ser humano de la inteligencia necesaria para construir substitutos para la
carencia de defensas corpóreas, como abrigos para el frío, armas para la defensa y
cacería o habitaciones para refugiarse. Pero este proceso de aprendizaje y transmisión
del conocimiento no fue continuo ni homogéneo, por eso pasaron miles de años antes
de que la especie humana pudiera hacerse de rasgos culturales complejos, como el
lenguaje articulado, la escritura, el uso de metales o el pensamiento religioso.
En el momento en que los seres humanos fueron capaces de evitar las catástrofes
mediante la prudencia, la previsión y la habilidad, empezó a funcionar una nueva fuerza
en el proceso de selección, algo muy semejante a lo que se denomina inteligencia
humana.
2 LA IMPRESCINDIBLE ARQUEOLOGÍA
Una sociedad sin escritura debe confiar en la tradición oral para conservar los rastros
de su pasado. Los relatos y mitos pretéritos son transmitidos oralmente de generación
en generación, lo que a menudo requiere una enorme capacidad de memoria por parte
de algunos miembros de la sociedad. Esta narrativa memorista desaparece cuando la
misma sociedad muere. La arqueología se convierte de este modo en el único medio
para reconstruir la naturaleza y los sucesos de la prehistoria, a través del estudio de los
restos materiales dejados por los pueblos sin escritura: sus zonas de residencia, sus
utensilios, así como sus grandes monumentos y sus obras de arte. La excavación de un
yacimiento prehistórico aporta testimonios que permiten suponer, por ejemplo, que una
tumba debió pertenecer a un hombre (mediante el análisis del esqueleto) y que éste
pudo ser un personaje de gran importancia (gracias a la presencia de un rico ajuar
funerario). Pero no puede decirnos, sin embargo, cuál era su nombre, qué había hecho,
qué lengua hablaba o qué fue lo que dijo. Por esta razón, el estudio de la prehistoria
tiende a centrarse en aspectos más amplios, como son la evolución de los pueblos y de
las culturas o el desarrollo de la tecnología y de las ideas, cuestiones inducidas a partir
de los artefactos que han llegado hasta nosotros.
En la primera mitad del siglo XIX, el arqueólogo danés Christian Thomsen estableció,
en su Guía de las antigüedades nórdicas (1836), la clásica división de la prehistoria en
tres periodos que, aún hoy, constituye la periodización más elemental de ese largo
periodo de la humanidad: edad de piedra, edad del bronce y edad del hierro.
3 EDAD DE PIEDRA
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La edad de piedra es el periodo prehistórico en el cual el instrumental empleado por el
hombre estaba construido principalmente con ese material, pero también con hueso,
cornamentas de cérvidos o madera. En 1865, el naturalista y político británico John
Lubbock acuñó los términos paleolítico (del griego paleo, ‗antiguo‘, y lithos, ‗piedra‘) y
neolítico (de neo, ‗nuevo‘) para designar los sucesivos periodos en los cuales la
actividad tecnológica humana estuvo fundamentada bien en el trabajo de la piedra
tallada, bien en el de la pulimentada, respectivamente. El paleolítico ha sido
tradicionalmente subdividido en tres grandes fases sucesivas: paleolítico inferior, medio
y superior. El paleolítico inferior cubre un vasto periodo que se inicia con los primeros
útiles líticos reconocibles hallados en yacimientos de Etiopía, fechados hace unos 2,5
millones de años, si bien parece demostrado que los primeros seres humanos debieron
haber usado útiles mucho antes de esa fecha.
El paleolítico medio es un periodo que se extendió aproximadamente desde hace
180.000 hasta hace 40.000 años, y coincidió ampliamente con la presencia del hombre
de Neandertal. El paleolítico superior se corresponde con la presencia del hombre
moderno (Homo sapiens) y, en el hemisferio norte, tuvo su final hace unos 10.500 años,
coincidiendo con la consumación de la glaciación.
El periodo de transición entre el final de la glaciación y el inicio del neolítico recibió la
denominación de mesolítico (‗edad de la piedra media‘). Por lo general, los grupos
mesolíticos siguieron siendo cazadores-recolectores, como sus predecesores. Su
utillaje lítico estuvo caracterizado por la presencia de los microlitos geométricos.
Si bien el neolítico ha estado tradicionalmente asociado a los orígenes de la agricultura,
a la vida sedentaria y al uso de la cerámica y de instrumentos de piedra pulimentada,
en la actualidad se sabe que algunos de estos rasgos son anteriores a esta etapa. Sus
inicios se suelen datar en el VII milenio en el Oriente Próximo y su final en el II milenio
en Europa septentrional, dependiendo de las fechas en que se comenzó a utilizar el
cobre.
4 EDADES DEL BRONCE Y DEL HIERRO
El periodo en que se produce la difusión de la metalurgia del bronce, posterior a la del
cobre (calcolítico), ha recibido el nombre de edad del bronce, en tanto que la etapa
durante la cual el hierro reemplazó a aquél como material de fabricación de
instrumentos y armas es denominada edad del hierro. La primera área geográfica en la
que se trabajó el hierro de forma predominante fue Oriente Próximo, hacia el siglo XIII
a.C. En lo que respecta al caso europeo, la edad del hierro transcurrió desde el final de
la edad del bronce (c. 700 a.C.) hasta la expansión de la República y el Imperio
romanos (27 a.C.-68 d.C.).
13
Núcleo 2
Mesopotamia
1 INTRODUCCIÓN
Mesopotamia (en griego, ‗entre ríos‘), región que se convirtió en uno de los primeros
centros de civilización urbana, situada entre los ríos Tigris y Éufrates, en la zona que en
la actualidad ocupan los estados de Irak (principalmente), Irán y Siria.
La riqueza natural de Mesopotamia siempre ha atraído a pueblos procedentes de las
regiones vecinas más pobres, y su historia es la de continuas migraciones e invasiones.
La lluvia es escasa en la mayor parte de la región, pero cuando el fértil suelo se riega a
través de canales produce abundantes cultivos.
2 PRIMEROS ESTADOS MESOPOTÁMICOS
La necesidad de autodefensa y riego llevó a los antiguos mesopotámicos a organizar y
construir canales y asentamientos fortificados. Desde el 6000 a.C. los asentamientos
aumentaron, convirtiéndose en ciudades en el IV milenio a.C. El primer asentamiento
de la región fue probablemente Eridú, aunque el ejemplo más destacado es Uruk (la
Erech bíblica) al sur, donde los templos de adobe se decoraron con fina metalurgia y
piedras labradas. El desarrollo de una administración también estimuló la invención de
una forma de escritura, la cuneiforme. Los sumerios probablemente fueron
responsables de esta primera cultura urbana que se extendió hacia el norte del
Éufrates. Otros asentamientos importantes de Sumer fueron Adab, Isin, Kis, Larsa,
Nippur y Ur.
Hacia el 2330 a.C. la región fue conquistada por los acadios, pueblo semítico del centro
de Mesopotamia. Su rey, Sargón I el Grande (que reinó hacia el 2335-2279 a.C.), fundó
la dinastía de Acad, y en su época la lengua acadia comenzó a sustituir al sumerio. Los
gutis, tribu de las colinas del este, acabaron con el dominio acadio hacia el 2218 a.C., y,
después de un intervalo, la III Dinastía de Ur llegó a dominar gran parte de
Mesopotamia. En Ur, hubo un florecimiento final de las tradiciones sumerias. Los
invasores precedentes del reino norteño de Elam destruyeron la ciudad de Ur hacia el
2000 a.C. Bajo su dominio ninguna ciudad consiguió el control total hasta mediados del
siglo XVIII, cuando Hammurabi de Babilonia unificó el país durante algunos años al final
de su reinado. Al mismo tiempo, una familia amorrea obtuvo el control de Assur en el
norte; sin embargo, tanto Babilonia como Assur pronto cayeron a manos de los recién
llegados. Hacia el 1595 a.C. los hititas tomaron Babilonia que poco después cayó bajo
el control de los casitas. Durante los 400 años siguientes Babilonia se desarrolló
14
notablemente; sus reyes adquirieron un poder similar al de los faraones de Egipto y su
población estableció amplias relaciones comerciales. Assur cayó en manos del reino de
Mitanni, fortalecido por los hurritas procedentes del Cáucaso, quienes probablemente
estaban relacionados con el pueblo de Urartu. Los hurritas habían estado en
Mesopotamia durante siglos, pero después del 1700 a.C. se extendieron por todo el
norte y también por Anatolia.
3 IMPERIO ASIRIO Y CALDEO
Hacia el 1350 a.C., el reino de Asiria, al norte de Mesopotamia, comenzó a destacar. El
ejército asirio derrotó a Mitanni, conquistando en poco tiempo Babilonia hacia el
1225 a.C., y llegando al Mediterráneo hacia el 1100 a.C. Durante los dos siglos
siguientes, esta expansión fue detenida por las tribus arameas procedentes de la
estepa siria y, con la ayuda de tribus caldeas, invadieron Babilonia. Asiria combatió a
éstas y a otras tribus, expandiéndose de nuevo después del 910 a.C. Durante su mayor
extensión (c. 730-650 a.C.) el Imperio asirio controló Oriente Próximo desde Egipto
hasta el golfo Pérsico. Las regiones conquistadas quedaron bajo el mando de reyes
vasallos o, si existían problemas, eran anexionadas. Siguiendo una antigua práctica, los
individuos rebeldes eran deportados, produciéndose una mezcla de razas en todo el
Imperio. Las frecuentes revueltas precisaban una fuerte potencia militar, pero no se
pudo mantener el control en un dominio tan amplio durante mucho tiempo. Las
presiones internas y los ataques de los pueblos de Media y los caldeos de Babilonia
provocaron el colapso en el 612 a.C. Los medos tomaron la parte elevada del país,
dejando Mesopotamia a los caldeos bajo el gobierno de Nabucodonosor II. Los caldeos
rigieron Mesopotamia hasta el 539 a.C., cuando Ciro el Grande de Persia, quien había
conquistado Media, capturó Babilonia.
4 DOMINIO PERSA
Bajo los persas, Mesopotamia se dividió en las satrapías (provincias) de Babilonia y
Assur, desempeñando Babilonia un papel fundamental en el Imperio. La lengua
aramea, ampliamente hablada con anterioridad, se convirtió en el idioma común, y el
establecimiento de un gobierno imperial trajo consigo la estabilidad a la región. Sin
embargo, al final, el régimen fue demasiado opresivo y la prosperidad de Mesopotamia
declinó.
5 ÉPOCA HELENÍSTICA Y ROMANA
Tras la conquista de Asia Menor por Alejandro Magno en el 331 a.C., la dinastía
helenística de los Seléucidas, fundada por Seleuco I gobernó en Mesopotamia. Se
fundaron una docena de ciudades, la más importante de las cuales fue Seleucia del
Tigris, trayendo la cultura, el comercio y una renovada prosperidad helenística a la
región. También se construyó un nuevo sistema de canales, el Nahrawan. Hacia el
15
250 a.C. los gobernantes Arsácidas de Partia tomaron Mesopotamia a los Seléucidas.
Los partos organizaron su imperio además de organizar distintos estados vasallos, en
los que las ideas griegas y persas se mezclaron. Tras rechazar los ataques romanos,
los partos cayeron en el 226 d.C. a manos de los Sasánidas de Persia, cuyo dominio se
extendió desde el Éufrates hasta el actual Afganistán. Establecieron un gobierno eficaz,
con una jerarquía de funcionarios, y mejoraron el sistema de canales de riego y drenaje.
El conflicto intermitente en el noroeste con la provincia romana de Siria, posteriormente
parte del Imperio bizantino (después del 395), y con los árabes en las zonas fronterizas
del desierto, condujeron a la destrucción del Imperio de los Sasánidas en el 635 a
manos de los árabes, quienes llevaron consigo la nueva religión islámica.
6 ÉPOCA MEDIEVAL Y MODERNA
Entre el 635 y el 750 Mesopotamia fue gobernada por los califas Omeyas de Damasco.
Durante este tiempo, las hordas de las tribus establecidas en esta tierra y la lengua
árabe, desplazaron al griego y al persa. Los conflictos entre los musulmanes culminaron
en la creación de Bagdad como nueva capital de un imperio musulmán durante el
califato Abasí. Los califas introdujeron guardias turcos, quienes gradualmente tomaron
el control, estableciendo dinastías propias en la zona. Después del saqueo mongol de
Bagdad, en 1258, la decadencia administrativa y los posteriores ataques de beduinos y
mongoles (1401) condujeron al deterioro del sistema de canales, reduciendo la
agricultura y maleando el suelo.
Los gobernantes turcos otomanos y los persas Safawíes compitieron por el control de
Mesopotamia desde el siglo XVI al XVIII, cuando las dinastías familiares controlaron
Bagdad y otras ciudades mesopotámicas. Los turcos prevalecieron al final. Durante la
I Guerra Mundial las tropas británicas tomaron la zona después de una encarnizada
lucha. Actualmente, el territorio mesopotámico pertenece en su mayoría a Irak, y en
parte al suroeste de Irán y al noreste de Siria.
Mesopotamia, que significa país o región entre ríos, está ubicada entre los ríos
Éufrates y Tigris, rodeada al nordeste por los montes de Anatolia y los Zagros de Irán,
y al oeste por el desierto árabe. Los ríos que la delimitan nacen en las montañas
Antitauro, en el Asia Menor, y cerca de su desembocadura en el golfo Pérsico forman
un único curso fluvial llamado Shat-al-Arab. En esta región actualmente encontramos
parte de Siria y Turquía y casi todo Irak.
Las excavaciones arqueológicas, que comenzaron en el siglo XIX, revelan la existencia
de asentamientos humanos en Mesopotamia a partir del 10.000 a.C. La presencia del
hombre en épocas tan remotas demuestra que las características geográficas y
climáticas eran favorables para que sus habitantes dejaran la vida nómada, basada en
la caza y la recolección, por el sedentarismo, apoyado en la agricultura.
16
Al igual que los egipcios, los habitantes de Mesopotamia descubrieron que podían
aprovechar el agua para sus cultivos, obteniendo grandes beneficios. Pero a diferencia
del Nilo, el Tigris y el Éufrates se desbordaban con gran violencia, lo que los obligó a
crear un sistema de canales y diques para encauzar el agua. Incluso construyeron
grandes represas para almacenarla, desde donde era conducida por una red de
canales hacia los campos de cultivo, en los que plantaban trigo, palmeras de dátiles,
higueras, vid, sésamo, granadas y olivos. Además, criaban cerdos, asnos, bovinos y
cabras.
Es importante recalcar que en esta región no se desarrolló una sola civilización llamada
Mesopotamia,
sino
que
se
sucedieron
diferentes
pueblos
sumerio, acadio,asirio y babilónico, principalmente-, que fueron adoptando los
adelantos de sus predecesores. Esto, porque a diferencia del valle del Nilo,
Mesopotamia carecía de defensas naturales, por lo que periódicamente era invadida
por pueblos guerreros, provenientes de las zonas montañosas y los desiertos
circundantes, que buscaban mejores condiciones de vida.
Geográficamente, esta zona se encuentra dividida en dos: al norte, la alta
Mesopotamia, de llanuras altas, montañosas y frías, donde se instalaron
los asirios yacadios; y al sur, la baja Mesopotamia, formada por llanuras fértiles de
clima cálido que fueron habitadas por sumerios y babilónicos.
Algunas de las creaciones que les debemos a las civilizaciones que habitaron
Mesopotamia son la moneda, la rueda, las primeras nociones de astrología y
astronomía, el desarrollo del sistema sexagesimal y el primer código de leyes,
escrito por el rey Hammurabi. También idearon el sistema postal o de correo, la
irrigación artificial, el arado, el bote a vela, los arreos para los animales y
desarrollaron la metalurgia del cobre y el bronce.
Este amplio legado cultural fue la base de las civilizaciones siguientes, Grecia y Roma,
y también de lo que somos hoy en día.
La primera civilización: la sumeria
Durante el cuarto milenio a.C., el sur de Mesopotamia fue invadido y poblado por los
sumerios, provenientes probablemente de la India o de Asia central.
Este pueblo logró manejar las inundaciones que se producían anualmente en abril y
mayo, a raíz de los deshielos en las altas montañas de Armenia. Secaron los pantanos,
construyeron diques y crearon canales para regar los campos, convirtiendo las llanuras
en un fértil huerto. Producían cereales y toda clase de frutas y legumbres.
Otra de las creaciones sumerias fue la rueda, que surgió aproximadamente el 3.500
a.C.
17
Cuatrocientos años más tarde, en el 3.100 a.C., alcanzaron su máximo apogeo con la
invención de la escritura cuneiforme y la fundación de ciudades que se
constituyeron en estados independientes. La principal de ellas fue Ur. En el centro de
cada ciudad se ubicaba el templo del dios local, a quien le otorgaban la soberanía de la
ciudad y el dominio de las tierras y el ganado. De hecho, los campesinos debían
entregar parte de su cosecha en el templo.
El gobernante de la ciudad, el Patesi, era el representante del dios, y como tal tenía la
misión de proteger el templo, cuidar la paz, preservar la justicia y preocuparse de la
mantención de canales y diques.
Nace el comercio
Los sumerios desarrollaron un activo comercio basado en el trueque -que
consistía en el intercambio de bienes de acuerdo a las necesidades de las partes-,
que los llevó hasta el Asia Menor, el sur de Rusia y la India. Esto, porque para sus
construcciones solo disponían de madera de palma, totora y ladrillos, debiendo importar
piedras, cobre, oro y plata.
Eran muy exactos en sus operaciones comerciales, ya que extendían un documento
escrito sobre cada negocio de cierta envergadura. Con el tiempo, el trueque se hizo
ineficiente, por lo que decidieron intercambiar sus productos por lingotes de oro y plata,
cuyo valor era reconocido en todas partes.
Los reyes ponían un sello a las barras de metal para asegurar su peso y ley -calidad-.
Así, crearon el concepto de moneda, que al resultar tan útil fue imitado por otros
pueblos.
La unidad de peso era el talento, y las de medidas, el pie y la docena. Esas unidades
de peso y medida se utilizaron durante toda la antigüedad.
La invasión de los Acadios
El rico y fértil país de los sumerios atrajo a los pueblos nómades de los desiertos y las
estepas. Desde el interior de la península arábiga, las tribus semitas -árabes, hebreos,
sirios- invadieron periódicamente Mesopotamia a partir del 2500 a.C., estableciendo su
dominio. Se hicieron sedentarios y acabaron por fundirse con la población anterior.
Finalmente se establecieron al norte del país del Súmmer o Sumeria.
Los invasores se sometieron ante la cultura superior de sus predecesores, pese a que
finalmente los sumerios dejaron de existir.
El mayor esplendor acadio fue durante el reinado de Sargón I (2334-2279 a.C.), que
creó el primer gran imperio semita, al unificar las ciudades-estado sumerias y fundar la
18
ciudad de Accad, cuyo nombre se hizo extensivo a toda la región. Además, logró
extender su dominio hasta el Mediterráneo, por el oeste, y los montes Zagros, por el
este.
El poderío acadio decayó como consecuencia de las invasiones de los guti y los
amoritas, procedentes de las montañas del norte. Cuando fueron expulsados, la cultura
mesopotámica renació con la dinastía III de Ur, entre los años 2112 y 2004 a.C.
Escritura cuneiforme
La escritura cuneiforme, palabra que significa en forma de cuña, es quizás el
principal logro de los sumerios, ya que marca el término de la Prehistoria y el
comienzo de la Historia. Su invención, alrededor del 3100 a.C., suele considerarse
contemporánea a la fundación de las ciudades sumerias.
Desarrollada mucho antes que los jeroglíficos egipcios, tuvo en un comienzo un
carácter ideográfico (representaba una idea) y se usaba en los templos para registrar
bienes
e
ingresos.
Escribían sobre tablillas de arcilla blanda de alrededor de 10 cm, utilizando un palo fino
que adelgazaban en la punta. Cuando la arcilla se secaba, era cocida en hornos para
que quedara firme y no se borrara lo escrito.
Como resultaba más fácil trazar líneas rectas, con el tiempo se simplificaron los
ideogramas figurativos a signos similares a cuñas o clavos que representaban
sonidos.
La escritura cuneiforme fue adoptada por todos los pueblos que poblaron la región y
también por los vecinos. En el segundo milenio a.C. llegó a ser usada por toda el
Asia occidental.
Las excavaciones arqueológicas modernas efectuadas en los asentamientos sumerios,
entre ellos Eridú, Kish, Uruk, Lagash y Ur, permitieron encontrar casi medio millón de
documentos. Esto, porque los sumerios tenían verdaderas bibliotecas, que fueron
continuadas y enriquecidas por los otros pueblos mesopotámicos que adoptaron esta
forma de escritura.
Muchas de estas tablillas son inventarios o registros de transacciones; otras contienen
listas de reyes, algún relato literario y diferentes temas religiosos, gramaticales o
científicos. Las demás tienen un incalculable valor histórico: hablan de disputas y
guerras entre las ciudades y reyes de Súmmer.
Esta escritura fue descifrada en 1809 por el profesor alemán Jorge Grötefend. Sin
embargo, su trabajo no tuvo mayor repercusión. Recién en 1837 el inglés Henry
Rawlinson redescubrió el secreto de los signos cuneiformes. Gracias a la labor de
19
ambos se han podido conocer muchos detalles de la culturas mesopotámicas y las
demás civilizaciones del Asia occidental.
Babilonia y el código de Hammurabi
Hacia el año 2000 a.C. llegaron nuevas oleadas de semitas, lo que provocó una nueva
fragmentación de Mesopotamia en diferentes ciudades-estado. Uno de sus reyes fundó
la ciudad de Babilonia, a orillas del río Éufrates, e impuso su hegemonía,
convirtiéndose en el centro del imperio. El nombre de Babilonia fue aplicado a todo el
territorio ocupado por los antiguos reinos de Súmmer y Accad.
Alrededor del 1700 a.C., el rey Hammurabi pudo vencer a los príncipes rivales y fundar
un gran reino, en el que ejercía todo el poder y gobernaba por medio de funcionarios.
Durante su gobierno, Babilonia se convirtió en el principal centro de comercio de Asia
occidental.
Al mismo tiempo que se constituía el imperio babilónico, alrededor del 2000 a.C.
llegaron varios pueblos indoeuropeos a Asia Menor, adoptando la lengua y creencias
religiosas de sus anteriores habitantes; incluso empezaron a mezclarse. De este
proceso, surgió el pueblo hitita, que fundó un poderoso imperio y extendió su dominio
sobre los pueblos vecinos. Hacia el 1600 a.C., un rey hitita saqueó y destruyó la ciudad
de Babilonia.
Las primeras leyes
Durante el gobierno del rey Hammurabi se elaboró el primer código de leyes
escritas que se conoce en la historia de la Humanidad. El código de Hammurabi,
conocido por la célebre sentencia “ojo por ojo, diente por diente”, estaba
conformado por 282 leyes y decretos.
Para elaborar el código, este rey recopiló todas las leyes civiles y penales existentes y
las mandó grabar en columnas de piedra de más de dos metros que se distribuyeron en
todo el reino. En la parte superior, en un relieve, está el dios del Sol, Shamash, señor
de la justicia que habría dictado los decretos a Hammurabi.
Las primeras palabras definen el objetivo del código: ―Para humillar a los malos e
injustos e impedir que el poderoso perjudique al débil; para que toda persona
perjudicada pueda leer las leyes y encontrar justicia‖.
Las leyes eran sumamente duras y establecían la pena capital para algunos delitos
menores, aunque hacía diferencias en las sanciones dependiendo de si el agredido era
o no un vecino distinguido.
20
Algunas de las sentencias de este código:
• Si un ciudadano acusa a otro de homicidio, pero no puede demostrarlo, entonces el
que
lo
acusó
será
muerto.
• Si un niño ha pegado a su padre, a ese niño se le cortarán las manos.
• Si un hombre ha destruido el ojo a un hombre libre, a él también se le destruirá un ojo.
• Si ha roto un hueso al otro, a él se le romperá un hueso
Los asirios: destrucción y conquista
A partir del 1250 a.C. tomaron posesión de Mesopotamia los asirios, de origen semita,
que se establecieron al norte de Babilonia, en el valle superior del Tigris. Este pueblo
era belicoso, cruel y feroz. Sus capitales fueron Nínive y Assur, ubicadas cerca del río
Tigris.
Los reyes asirios estaban convencidos de que su misión era someter al mundo a su
dios Assur. En sus mensajes a él, rendían cuentas de las campañas que habían
realizado en su nombre y en su honor. Creían que podían alegrar y aplacar sus iras si
aplicaban crueles castigos a los derrotados.
Arrasaron con los pueblos, devastaron países enteros, enviaron al cautiverio y al exilio
a millares de personas y sembraron en todas partes el terror y la muerte.
El imperio asirio alcanzó su mayor apogeo alrededor del 700 a.C., cuando se extendía
de Armenia hasta Egipto y desde el Asia Menor hasta Irán y el golfo Pérsico por el sur.
El emperador era gran rey de Asiria, rey de Súmmer y Accad, soberano de los reyes y
príncipes sirios, cananeos y judíos y, desde el año 671 a.C., ocupaba el trono de los
faraones.
El último de los grandes emperadores asirios fue Assurbanipal, quien fomentó las
artes y letras, hizo construir magníficos templos y palacios y formó una gran biblioteca
donde reunió, escritos en signos cuneiformes sobre tablillas de arcilla, los documentos
más importantes de las civilizaciones sumerio-acadia, babilónica y asiria. Las ruinas y
los escritos fueron encontrados por los arqueólogos bajo la ciudad de Nínive.
El imperio asirio, por sus características, basado en el terror y la violencia y, además,
cobrador de altos tributos, no podía durar. Entre los pueblos reprimidos empezó a
crecer el odio y la oposición. El rey de la ciudad de Babilonia se unió con el pueblo
indoeuropeo de los medos, quienes desde la meseta de Irán ingresaron a Asiria. En el
año 612 a.C. cayó la capital, Nínive; sus lujosos palacios y templos fueron
incendiados. Sardanápalo, el último rey de Asiria, se lanzó a las llamas.
21
Los neobabilónicos
La ciudad de Babilonia resurgió con la tribu semita de los caldeos, cuando fue
refundada por Nabopolasar a fines del siglo VII. Por este pueblo, la región recibió el
nombre de Caldea, que aparece en los textos bíblicos.
Uno de sus reyes más importantes fue Nabucodonosor II “el Grande” (605-562 a.C.),
quien reconstruyó y embelleció la ciudad de Babilonia, dotándola de gran magnificencia,
y extendió su dominio desde Mesopotamia hasta Siria y la costa del Mediterráneo.
Durante su reinado conquistó muchas ciudades: se enfrentó a Egipto; destruyó
Jerusalén (año 587 a.C.), desde donde se llevó cautivos a miles de israelitas; y
conquistó territorios en Arabia. Las principales construcciones encontradas en Babilonia
son de su época.
Nuevos invasores
En el año 539 a.C., poco después de la muerte de Nabucodonosor II -de quien se dice
se volvió loco al final de su reinado-, Babilonia fue invadida por el llamado ―nuevo señor
de Asia‖, el rey persa Ciro. Los persas, que la dominaron hasta el siglo IV a.C., no
saquearon ni destruyeron la ciudad como los asirios, sino que la mantuvieron como una
de las provincias más poderosas del imperio Aqueménida.
Babilonia fue conquistada por Alejandro Magno (331 a. C.), que instaló en ella su
corte, transformándola en un foco cultural en el que confluyeron la cultura griega y
oriental.
A la muerte de Alejandro, la región fue gobernada por los Seléucidas, dinastía fundada
por Seleuco I Nicátor, uno de los generales de Alejandro.
Con posterioridad, la cultura mesopotámica inició un lento declive. Fue ocupada por
los persas sasánidas y luego por los romanos, gracias a las campañas del emperador
Trajano. En el siglo VII d.C., la región fue conquistada por losmusulmanes y quedó
integrada dentro de la civilización árabe.
Durante varios siglos, Babilonia siguió siendo la ciudad más rica y el más importante
centro comercial de Asia occidental.
22
La nueva Babilonia
La ciudad estaba doblemente fortificada. Un primer muro de ladrillos tenía ocho metros
de ancho y una extensión de 18 km. Delante de él había una fosa profunda, y atrás, a
12 metros de distancia, un segundo muro defensivo de siete metros de ancho. Se
entraba a la ciudad por varias puertas. La más grandiosa era la ―puerta doble‖,
consagrada a la diosa del amor Ishtar, que tenía las paredes revestidas de azulejos con
representaciones de toros y dragones.En el palacio real estaban los famosos jardines
colgantes, una de las siete maravillas de la antigüedad. Al centro de la ciudad estaba el
zigurat -templo escalonado, similar a una pirámide- construido en honor al ―gran
señor Marduk‖, el dios supremo. Se cree que esta torre, de siete pisos y 91,5 metros de
altura, es la famosa ―torre de Babel‖ que aparece en la Biblia. Además, se
reconstruyeron los diques para proteger los campos de las inundaciones.
Dioses y creencias
Los datos sobre las religiones mesopotámicas provienen de las tablillas de arcilla
halladas en las ruinas de Babilonia, Nippur y Ur, de la gran gicos de templos, vasos
pintados y estelas con bajos relieves.biblioteca reunida por Assurbanipal en Nínive
(siglo VII a.C.) y de los restos arqueoló
Alrededor del 4000 a.C. se empezó a practicar el culto a las fuerzas de la naturaleza,
consideradas divinidades de la fertilidad.
En un segundo período, a partir del 3000 a.C., los dioses tenían forma humana; sus
atribuciones y funciones se definían y diferenciaban claramente, sin que ninguno
dominara sobre los otros.
El tercer período comenzó alrededor del 2000 a.C., que correspondió al desarrollo de
una religión más personal, con ideas sobre el pecado y el perdón, y la inclusión de los
dioses en una jerarquía monárquicamente estructurada, presidida por el dios del grupo
dominante.
Algunos de los dioses más importantes fueron: Anu -Anum para los acadios- que
estaba en la cúspide del panteón sumerio, dios del cielo que regía las estaciones y el
calendario; Enlil, dios de los vientos y de la agricultura, y ejecutor de los designios de la
asamblea de los dioses; Ninhursag, diosa que dominaba en las montañas rocosas y en
la vida salvaje, y presidía los nacimientos; Enki era la divinidad del agua dulce de los
ríos y pantanos, creador de los hombres e inventor de la civilización, dios de la
sabiduría y la magia, padre de Marduk -dios acadio- y salvador de Ut-Napishtim - el
Noé de las leyendas mesopotámicas- al prevenirlo del gran diluvio; Ereshkigal y su
esposo Nergal reinaban en el mundo subterráneo.
23
Para los mesopotámicos la naturaleza humana era a la vez
terrenal y divina, ya que el espíritu del hombre sobrevivía a la
muerte y habitaba como una sombra triste, sin distinción de
culpabilidad, en el reino de los muertos. El destino de los
hombres era servir a los dioses y a sus templos, para que éstos
quedaran liberados de todo trabajo material. De este modo, el
hombre no era considerado como un fin en sí mismo, sino como
un medio para la vida de la divinidad.
Estatuilla
de
bronce
del
demonio
Pazuzu.
Encarna al viento
del
sur,
que
acarrea tormentas
y fiebres. Es un
genio perverso, de
acción nefasta.
Por esta razón, los templos fueron el centro de la vida económica,
política y cultural. En la época de las ciudades independientes, el
gobernante estaba encargado de cuidar el templo del dios, y su
mujer, el de la diosa local. En los períodos en que las ciudades se
unían en un reino, el rey supervisaba todos los templos.
Durante largo tiempo, los reyes fueron divinizados y protegidos
con rituales contra cualquier amenaza o la pérdida de sus
poderes. Posteriormente se volvió a la concepción del rey como
vicario del dios.
Organización política, económica y social
El rey o emperador era la autoridad máxima. Su poder era absoluto, hereditario y de
carácter divino; pero no era considerado un dios como entre los egipcios, sino un
intermediario entre los dioses y sus súbditos. Por lo tanto, era el primer sacerdote y
quien administraba el Estado y dirigía el ejército. En las decisiones importantes era
asesorado por un grupo cercano de sacerdotes.
No existía la propiedad privada, ya que los terrenos adyacentes a la ciudad pertenecían
al dios.
Respecto a las diferencias sociales, estaban los hombres libres, entre los que se
contaban la nobleza, los sacerdotes, los funcionarios reales, los pequeños propietarios
y los comerciantes; los meshkin u hombres insignificantes, ex esclavos que habían
comprado su libertad; y los que no eran nada, esclavos y prisioneros de guerra.
La principal riqueza de la región era la agricultura, por lo que las autoridades tenían
estricto control sobre los canales y el reparto de las aguas. Fueron los inventores
delarado. Practicaban la ganadería de ovejas, cerdos, cabras, bueyes y asnos, y
criaban patos y aves. Además, consumían los frutos de la caza y la pesca.
Los utensilios eran de arcilla cocida, madera y piedra; el cobre apareció desde el cuarto
milenio,
y
el
bronce,
en
la
segunda
mitad
del
tercero.
Como ya se detalló, el comercio exterior también fue clave, tanto que inventaron la
24
moneda para facilitarlo. Vendían armas, telas y joyas, e importaban marfil, madera,
vinos y metales.
El arte mesopotamico
Como esta civilización estaba fundamentada sobre un sistema político teocrático dependiente de los sacerdotes- y absoluto, las manifestaciones artísticas respondían
a los intereses del Estado y el culto religioso, lo que no limitó su originalidad y
valor artístico.
Para clasificar el arte mesopotámico se han considerado tres factores:
• La guerra fue una preocupación constante, lo que determinó que gran parte del arte
se
dedicase
a
la
glorificación
de
las
victorias
militares.
• El rol destacado de la religión en los asuntos del Estado, por lo que se dio primordial
importancia a los edificios religiosos. Gran parte de las esculturas eran con fines
espirituales.
• La influencia del entorno natural. Como no habían piedras ni madera en el valle, a
excepción de lo que se importaba, debieron utilizar en sus construcciones ladrillo y
adobe -mezcla hecha en base a lodo arcilloso-, que son materiales de menor duración.
Por eso han quedado tan pocos vestigios de esta cultura.
Arquitectura
Todos los pueblos que poblaron Mesopotamia construyeron, a orillas de los ríos Tigris y
Éufrates, grandes ciudades que eran centros políticos y religiosos. Las principales
fueron Ur, Babilonia, Assur y Nínive.
Los templos y edificios se hacían de miles de ladrillos y adobes. Para recubrir las
paredes empleaban azulejos que les daban un gran colorido. También eran comunes
las figuras de toros alados.
Los templos tenían base cuadrangular, sobre la que se construían torres escalonadas,
como pirámides, llamadas zigurat, cuyo objetivo era invitar a las divinidades a
descender y residir entre ellos. Por ello, en la cima se encontraba el santuario del dios,
que por lo general se dividía en dos cámaras. En una estaba el altar, y en otra, la mesa
de sacrificios. A estas instalaciones solo podían acceder los sacerdotes, para llevar
diariamente las ofrendas. Los zigurats o torres más importantes son los de las ciudades
de Babilonia, Ur, Eridú, Kish y Uruk.
25
Las paredes internas de los templos solían adornarse con
mosaicos pintados en colores vivos, a manera de murales.
Los palacios caracterizados por relieves esculpidos en las
paredes de las habitaciones, como el de Tell al-Asmar, fueron
mayoritariamente construidos por los acadios, al igual que las
fortalezas, como la de Tell Brak.
El zigurat de Aqarquf, En el tiempo de los asirios, grandes palacios como los de las
cerca de Bagdad, siglo ciudades de Nimrud, Khorsabad y Nínive reflejaban el nuevo
interés en edificios laicos y la grandeza del imperio. Elevados
(XIV-XIII a.C.)
sobre una plataforma, en sus puertas había inmensas
esculturas de piedra.
Durante el período neo-babilónico, se amplió la ciudad de Babilonia. Los edificios
públicos se dispusieron a lo largo de un amplio camino que conducía al centro de la
ciudad,
al
templo
y
zigurat
de
su
dios
Marduk.
Escultura
El culto religioso estimuló el desarrollo de la escultura sumeria.
Las figuras de piedra, principalmente masculinas, suelen estar
de pie o sentadas, con las manos cruzadas en actitud de
oración. Desnudos de la cintura para arriba, llevan una falda con
adornos en forma de pétalos superpuestos. De cabello largo y
barbas muy pobladas, fácilmente reconocibles porque terminan
en un corte recto.
Las esculturas más conocidas son la treintena del gobernador
de Lagash, Gudea, y de un patesi o príncipe sacerdote de la
ciudad (de alrededor del 2200 a.C.). Son de piedra labrada y
dan una impresión de serena autoridad.
Estela de victoria de
Los relieves en piedra -presentes en los palacios- fueron un
Naram-Sin de Susa medio de expresión muy extendido entre los sumerios. Se han
(siglo XXIV a.C.).
encontrado fragmentos de estelas conmemorativas. Por
ejemplo, la estela de los buitres, que conmemora una victoria
militar pero tiene un contenido religioso.
Otra importante forma de expresión fueron los sellos cilíndricos, delicadamente
grabados en piedra. La mayor perfección en esta técnica la habrían alcanzado los
acadios.
26
Con posterioridad se empezaron a hacer esculturas en metal, caracterizadas por un
mayor refinamiento y cuidado de los detalles. Mesopotamia pasó desde la Edad del
Bronce a la del Hierro en alrededor de tres milenios.
27
Núcleo 3
Imperio de Roma
1 INTRODUCCIÓN
Imperio de Roma, periodo de la historia de Roma caracterizado por un régimen político
dominado por un emperador, que comprende desde el momento en que Octavio recibió
el título de augusto (27 a.C.) hasta la disolución del Imperio romano de Occidente
(476 d.C.).
2 AUGUSTO Y LA DINASTÍA JULIA-CLAUDIA
El Imperio sucedió a la República de Roma y Augusto, como princeps (primer
ciudadano) mantuvo la constitución republicana hasta el año 23 a.C. en que el poder
tribunicio y el imperium militar (o mando supremo) fueron revestidos con la autoridad
real. El Senado conservó el control de Roma, la península Itálica y las provincias más
romanizadas y pacíficas. Las provincias fronterizas, donde fue preciso el
acuartelamiento estable de legiones, estaban gobernadas por legados, nombrados y
controlados directamente por Augusto. La corrupción y extorsión que habían
caracterizado a la administración provincial romana durante el último siglo de la
República no fue tolerada, de lo que se beneficiaron en especial las provincias.
Augusto introdujo numerosas reformas sociales, entre ellas las que pretendían restaurar
las tradiciones morales del pueblo romano y la integridad del matrimonio; intentó
combatir las costumbres licenciosas de la época y recuperar los antiguos festivales
religiosos. Embelleció Roma con templos, basílicas y pórticos en lo que parecía el
nacimiento de una era de paz y prosperidad. Este periodo representa la culminación de
la edad de oro de la literatura latina, en la que destacan las obras poéticas de Virgilio,
Horacio y Ovidio, y la monumental obra en prosa de Tito Livio Ab urbe condita libri
(Décadas).
Con el establecimiento de un sistema de gobierno imperial, la historia de Roma se
identificó en gran medida con los reinados de cada uno de los emperadores. El
emperador Tiberio, sucesor de su padrastro Augusto desde el 14 d.C., competente
gestor, fue objeto del descontento y de la sospecha general; apoyándose en el poder
militar, mantuvo en Roma a su Guardia Pretoriana (las únicas tropas permitidas en la
capital), siempre prestas a su llamada. Fue sucedido por el tiránico y mentalmente
28
inestable Calígula (37-41). A su muerte el título imperial pasó a Claudio I, cuyo mandato
contempló la conquista de Britania y continuó las obras públicas y las reformas
administrativas iniciadas por César y Augusto. Su hijo adoptivo Nerón inició su gobierno
bajo el sabio consejo y asesoramiento del filósofo Lucio Anneo Séneca y de Sexto
Afranio Burro, prefecto de la Guardia Pretoriana; sin embargo, sus posteriores excesos
de poder le condujeron a su derrocamiento y suicidio en el 68 d.C., lo que supuso el fin
de la dinastía Julia-Claudia.
3 DINASTÍAS DEL LOS FLAVIOS Y LOS ANTONINOS (69-192)
Los breves reinados de Galba, Otón y Vitelio entre los años 68 y 69 d.C. fueron
seguidos por el de Vespasiano, que junto a sus hijos, los emperadores Tito y
Domiciano, constituyen la dinastía de los Flavios (69-96). Resucitaron la sencillez de la
corte en los comienzos del Imperio e intentaron restaurar la autoridad del Senado y
promover el bienestar del pueblo. Fue durante el reinado de Tito cuando se produjo la
erupción del Vesubio que devastó la zona al sur de Nápoles donde se encontraban las
ciudades de Herculano y Pompeya. Aunque la literatura floreció durante el reinado de
Domiciano, éste se convirtió en sus últimos años en una persona cruel y un gobernante
tiránico. Este periodo de terror sólo acabó con su asesinato.
Marco Coceyo Nerva (96-98) fue el primero de los denominados ‗cinco buenos
emperadores‘ junto a Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio. Cada uno de
ellos era elegido y adoptado legalmente por su predecesor según su habilidad e
integridad. Trajano llevó a cabo una campaña contra los dacios, armenios y partos,
permitiendo que el Imperio alcanzara su mayor extensión territorial; también destacó por
su excelente administración. El escritor satírico Juvenal, el orador y escritor Plinio el
Joven y el historiador Tácito vivieron bajo el reinado de Trajano. Los 21 años de
gobierno de Adriano también fueron un periodo de paz y prosperidad; tras ceder
algunos de los territorios más orientales, Adriano consolidó el resto del Imperio y
estabilizó sus fronteras. El reinado de su sucesor, Antonino Pío se caracterizó
igualmente por el orden y la paz. Las incursiones de varios pueblos emigrantes sobre
diversas zonas del Imperio agitaron el reinado del siguiente emperador, el filósofo
estoico Marco Aurelio, que gobernó junto a Lucio Aurelio Vero hasta el fallecimiento de
este último. Marco Aurelio fue sucedido por su disoluto hijo Lucio Aurelio Cómodo,
considerado como uno de los más sanguinarios y licenciosos tiranos de la historia. Fue
asesinado en el 192 y con él finalizó la dinastía de los Antoninos (96-192).
4 DECADENCIA Y CAÍDA DEL IMPERIO
Los breves reinados de Publio Helvio Pertinax (193) y Didio Severo Juliano fueron
seguidos por el de Lucio Septimio Severo (193-211), primer emperador de la breve
dinastía de los Severos. Los emperadores de este linaje fueron: Caracalla (211-217),
Publio Septimio Geta (211-212, compartiendo el primer año de reinado de su hermano
29
Caracalla), Heliogábalo (218-222) y Severo Alejandro (222-235). Septimio Severo fue
un hábil gobernante; Caracalla fue famoso por su brutalidad y Heliogábalo por su
corrupción. Caracalla otorgó en el año 212 la ciudadanía romana a todos los hombres
libres del Imperio romano a fin de poder gravarlos con los impuestos a los que sólo
estaban sometidos los ciudadanos. Severo Alejandro destacó por su justicia y
sabiduría.
El periodo posterior a la muerte de Severo Alejandro (235) fue de gran confusión. De
los 12 emperadores que gobernaron en los 33 años siguientes, casi todos murieron
violentamente, por lo general a manos del Ejército, quien también los había
entronizado. Los emperadores ilirios, nativos de Dalmacia, lograron que se desarrollara
un periodo breve de paz y prosperidad. Esta nueva dinastía incluyó a Claudio II el
Gótico, que rechazó a los godos, y Aureliano, quien entre el 270 y el 275 derrotó a los
godos, germanos y a la reina de Palmira, Septimia Zenobia, la cual había ocupado
Egipto y Asia Menor, restaurando la unidad del Imperio durante algún tiempo. A
Aureliano le siguieron una serie de emperadores relativamente insignificantes hasta el
ascenso al trono en el año 284 de Diocleciano.
Gobernante capaz, Diocleciano llevó a cabo un buen número de reformas sociales,
económicas y políticas: eliminó los privilegios económicos y políticos que habían
disfrutado Roma e Italia a costa de las provincias, intentó regular la creciente inflación
mediante el control de los precios de los alimentos y de otros productos básicos, así
como del salario máximo de los trabajadores, instituyó un nuevo sistema de gobierno en
el cual él y Aurelio Valerio Maximiano compartieron el título de augusto, a fin de
establecer una administración más uniforme en todo el Imperio. Sus poderes fueron
reforzados por el nombramiento de dos césares, Galerio y Constancio, instaurando así
el régimen de tetrarquía (dos augustos y dos césares). Diocleciano controlaba Tracia,
Egipto y Asia, mientras que su césar Galerio gobernaba las provincias danubianas.
Maximiano administraba Italia y África y su césar Constancio, Hispania, la Galia y
Britania. La tetrarquía creó una maquinaria administrativa más sólida pero aumentó la
ya enorme burocracia gubernamental con cuatro sectores imperiales y sus
correspondientes funcionarios, lo que supuso una enorme carga financiera para los
limitados recursos imperiales.
Diocleciano y Maximiano abdicaron en el 305 y dejaron a los dos nuevos césares
inmersos en una guerra civil, que no acabó hasta la ascensión del hijo de Constancio
Constantino I el Grande en el 312. Constantino, que había sido con anterioridad césar
en Britania derrotó a sus rivales en la lucha por el poder y reunificó el Imperio de
Occidente bajo su mando. Tras derrotar en el 324 a Licinio, emperador de Oriente,
Constantino quedó como único gobernante del mundo romano. Se convirtió al
cristianismo, que había hecho su aparición durante el reinado de Augusto y que, a
pesar de las numerosas persecuciones de que fue objeto, se había difundido durante el
mandato de los últimos emperadores y, a finales del siglo IV, se convirtió en la religión
oficial del Imperio. Constantino estableció la capital en Bizancio, ciudad reconstruida en
30
el 330 y rebautizada con el nombre de Constantinopla (actual Estambul). La muerte de
Constantino (337) marcó el inicio de la guerra civil entre los césares rivales, que
continuó hasta que su único hijo vivo, Constancio II reunificó el Imperio bajo su mando
en el 351. Fue sucedido por Juliano el Apóstata, conocido por tal nombre a causa de su
renuncia al cristianismo, y éste por Joviano (363-364).
A continuación el Imperio volvió a escindirse, aunque bajo el reinado de Teodosio I
estuvo unido por última vez tras la muerte del emperador de Occidente Valentiniano II.
Cuando falleció Teodosio (395), sus dos hijos se repartieron el Imperio: Arcadio se
convirtió en emperador de Oriente (395-408) y Flavio Honorio en emperador de
Occidente (395-423).
En el siglo V las provincias del Imperio romano de Occidente se empobrecieron por los
impuestos exigidos para el mantenimiento del Ejército y de la burocracia; también a
causa de la guerra civil y de las invasiones de los pueblos germanos. Al principio la
política conciliadora con los invasores al nombrarles para cargos militares en el Ejército
romano y administrativos en el gobierno, tuvo éxito. No obstante, los pueblos invasores
del Este emprendieron gradualmente la conquista del Occidente y a finales del siglo IV
Alarico I, rey de los visigodos, ocupó Iliria y arrasó Grecia; en el 410 conquistó y saqueó
Roma, pero murió poco después. Su sucesor Ataúlfo (410-415) dirigió a los visigodos a
la Galia y en el 419 el rey visigodo Valia recibió autorización del emperador Flavio
Honorio para asentarse en el suroeste de la Galia, donde fundó un reino visigodo. En
torno a estas fechas los vándalos, suevos y alanos ya habían invadido Hispania, por lo
que Flavio Honorio se vio obligado a reconocer la autoridad de estos pueblos sobre esa
provincia. Durante el reinado de su sucesor, Valentiniano III, los vándalos, bajo el
mando de Genserico conquistaron Cartago, mientras que la Galia e Italia eran invadidas
por los hunos, encabezados por Atila. Éste marchó primero sobre la Galia pero los
visigodos, ya cristianizados y leales a Roma, le hicieron frente. En el año 451 un ejército
de romanos y visigodos, mandado por Flavio Aecio, derrotó a los hunos en la batalla de
los Campos Cataláunicos. En el año siguiente Atila invadió Lombardía, pero no pudo
seguir avanzando hacia el sur y falleció en el año 453. En el 455, Valentiniano, último
miembro del linaje de Teodosio en Occidente, fue asesinado. En el periodo
comprendido entre su muerte y el año 476 el título de emperador de Occidente fue
ostentado por nueve gobernantes, aunque el auténtico poder en la sombra era el
general romano de origen suevo Ricimer, llamado también el ‗proclamador de reyes‘.
Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente, fue depuesto por el jefe de los
hérulos Odoacro, a quien sus tropas proclamaron rey de Italia en el año 476. El Imperio
de Oriente, también llamado Imperio bizantino, perduraría hasta 1453.
31
Roma: Un imperio Mediterráneo
Durante muchos años se ha explicado el apogeo y la ascensión
de Roma argumentando que se debía al carácter moral, las instituciones políticas,
el talento militar y la buena suerte del pueblo romano. Se basaban también en el
entorno físico de
Roma e Italia,
afirmándose
que Italia estaba
ubicada
en
el corazón del mundo habitado. Se alabó la productividad de la península italiana,
ampliándose bajo los ojos de sucesivos historiadores al conjunto de la región
mediterránea. En el caso específico de Italia, se señala la longitud de la Península, la
extensión de los Apeninos y las variedades climáticas que no dejan de estar
relacionadas con ello y son garantía de una variedad y una gama exhaustiva
de alimentos.
El Imperio Romano, en su apogeo, a principios del siglo III d.C, comprendía no solo las
penínsulas, islas y costas del Mediterráneo, así como grandes extensiones del interior
(hasta el borde del Sahara y hasta el río Tigris), sino también zonas de Europa situadas
tan al norte como el sur de Escocia, el Rin y el Danubio (además de una parte del sur
de Alemania, al otro lado del Rin y la Dacia al otro lado del Danubio central). Además,
bajo el principado, los avances más extensos se hicieron en Europa mediante el
reinado
del
primer
emperador,
Augusto.
Sus
generales
empujaron
la frontera septentrional desde los Alpes hasta el Danubio y finalmente pacificaron la
Península Ibérica.
Más allá del motivo de la pura conquista, consideraciones estratégicas y a
veces económicas desempeñaron algún papel en la configuración de las campañas de
los emperadores que se mostraron más activos en el terreno militar.
El imperio romano se extendió mucho más allá del mundo mediterráneo, sin embargo,
durante todo el período del principado, aproximadamente desde 27 a.C. hasta 235 d.C.,
el eje político y la base cultural del imperio se encontraban en el Mediterráneo.
ROMA, ITALIA Y LA ELITE POLITICA
Roma era la sede de los emperadores, la corte y la administración y además,
la residencia de cerca de un millón de personas. Era, esencialmente, una
ciudad parásita. Una ciudad que se alimentaba del potencial humano y la riqueza de
Italia y de las numerosas provincias que constituían el imperio romano.
El crecimiento fue espectacular, quintuplicándose la población en dos siglos, con altos
niveles de inmigración y movimientos de esclavos de las provincias. Las distribuciones
de grano y las costosas obras públicas fueron financiadas con impuestos imperiales
y rentas de propiedades públicas arrancadas de los territorios de otros estados. Esta
situación privilegiada duró hasta finalizar el siglo III, momento en que Diocleciano
introdujo una administración pública en Italia y creó impuestos sobre la propiedad y de
capitación
Solo de forma lenta y a regañadientes abrió la elite romana e italiana sus filas a los
provincianos, a la vez que siguió siendo muy selectiva en los campos donde les
permitía estar representados. Hasta finales del siglo I, únicamente entraron en
32
el senado provincianos occidentales de lengua latina y a partir de ahí y gradualmente,
individuos de habla griega.
La literatura de la época, que fue creada por los portavoces de la elite política y cultural
del imperio, revela actitudes que ayudan a explicar la ausencia de hombres del norte en
los altos cargos, así como la orientación Mediterránea del imperio durante la totalidad
del período que nos ocupa.
LA CIVILIZACION Y SUS LIMITES
Desde los objetivos estratégicos de Augusto, la conquista de del norte y la
reconciliación del mundo griego con Roma, presentan un marcado contraste.
Los romanos ilustrados reconocieron de forma progresiva la superioridad de la cultura
griega , a la vez que familias aristocráticas de Roma y Grecia forjaban vínculos
de interés mutuo.
Se nos cuenta como los romanos contribuyeron no solo domando a los hombres
salvajes de la montaña, sino también haciéndoles bajar a los valles y transformándoles
en agricultores sedentarios. La estrategia dio resultado entre los turdetanos de la
Bética, la provincia del sur de Hispania y tuvo menos éxito entre los lusitanos y las
tribus del norte. Estabón, convencido de que los pueblos de las montañas sostenían
estas relaciones de intercambio obligados por la pobreza de su propio territorio y que su
instinto natural era dedicarse al pillaje. A su vez, el norte de Europa distante del
Mediterráneo era condenado por incivilizado.
El Gobierno romano abordaba las cosas de un modo pragmático y sus objetivos
culturales eran limitados; los pueblos fronterizos tenían que ser domados, neutralizados
y explotados. Los antiguos vivían con solo un conocimiento parcial incluso de la parte
del mundo con la que estaban familiarizados.
El ejercito romano impuso un poco de orden trazando o midiendo en millas romanas,
un sistema arterial de carreteras y acumulando un conjunto de informaciones
razonablemente fidedignas sobre localidades determinadas.
La perspectiva de los comentaristas y observadores cambiaría a medida que iba
adquiriéndose y diseminándose información sobre el norte, y a medida que se advertía
el efecto de Roma en los pueblos septentrionales. Es imposible detectar en la literatura
una suavización de la actitud o una respuesta positiva al cambio cultural y político en
la zona comprendida entre el noroeste de la Galia y Britania y el Bajo Danubio. De
Estabón a Dion Casio, del principio al final del período que nos interesa, la élite cultural
del imperio trazó una línea firme entre lo que veía como el núcleo mediterráneo del
imperio y su periférica barbárica.
La conquista del norte no produjo, a su modo de ver, una unidad cultural más amplia,
Roma ensanchó su base gubernamental y cultural, pero no hasta el extremo de asimilar
el norte.
II. GOBIERNO SIN BUROCRACIA
Un aparato funcionarial rudimentario era suficiente para un Gobierno al que solo le
preocupaba los aspectos esenciales. Los objetivos básicos del Gobierno eran dos:
33
mantener el orden y recaudar impuestos, para pagar los salarios,
los gastos militares, construir edificios y repartir alimentos en la capital.
sufragar
Los emperadores no llevaron a cabo grandes reformas sociales ni económicas y no
mostraron interés en inmiscuirse en la vida de sus súbditos. No se registró
un aumento significativo en el número de funcionarios nombrados por las autoridades.
Es un imperio sub gobernado, si se compara con el chino.
Se daban una gran continuidad en las prácticas administrativas. Los limitados
objetivos económicos, se alcanzaban sin necesidad de recurrir a dirigismos
económicos. La naturaleza del sistema tributario no era normalizado, su supervisión era
suficiente y experimentó pocos cambios. Los emperadores instituyeron censos
provinciales regulares y recaudaron impuestos con más eficacia que cualquiera de los
Gobierno republicanos que les precedieron.
ADMINISTRACION CENTRAL Y PROVINCIAL
Había alrededor de cuarenta provincias en el imperio romano, las cuales eran
gobernadas por un reducido número de funcionarios, nombrados por las autoridades
centrales, llamados procónsules.
En el imperio, en general, una innovación fue el nombramiento de ecuestres para que
gobernasen Egipto y varias provincias de poca importancia. En estas, dichos
funcionarios ostentaban al principio un título militar, el de prefecto, y
sus obligaciones eran también predominantemente militares.
A continuación aparecen procuradores que ejercen de funcionarios fiscales: recaudan
el derecho de aduana, el impuesto sucesorio y otro indirectos.
La estructura de la administración financiera central contaba con la tesorería principal,
el aerarium, que recibía los impuestos provinciales, encabezada por un par de prefectos
que el emperador escogía entre las filas de expretores. Se creó una tesorería militar
para
proporcionar
jubilación
a
militares
retirados.
Aun
así,
la responsabilidad fiscal recaía en los libertos del emperador y luego a partir de
mediados del siglo I, en un procurador ecuestre de alto rango, que llevaba
la contabilidad de los ingresos y los gastos del imperio.
El emperador, era en esencia, responsable de las decisiones que afectaran
las normas de actuación y el nombramiento de funcionarios imperiales; escuchaba
los consejos de quienes le rodeaban. Estos consejos asesoraban al emperador en
el desempeño de sus obligaciones jurídicas en calidad de juez y legislador.
La administración sigue siendo propia de aficionados. Senadores y ecuestres pasaban
solo una parte de su vida laboral en el cargo, y no recibían ninguna preparación
especial. Los profesionales administrativos eran los libertos y esclavos del emperador.
34
LAS CIUDADES
El secreto del Gobierno sin burocracia era el sistema romano de ciudades que se
gobernaban a sí mismas y podían cubrir las necesidades del imperio. Hay una
expansión notable de las unidades urbanas autónomas.
Como organizadores del imperio, lo que más valoraban los romanos era
la función administrativa de la ciudad, sin que ello les hiciese perder de vista su papel
potencial como centro de romanización en zonas recién conquistadas y no pacificadas
del todo.
Los Estatutos de las Ciudades
La colonia y el municipium eran formas de organización normales en Occidente, pero
raras en Oriente. La colonia era una extensión de Roma.
Un municipium poseía mayor libertad que una colonia, porque contaba con sus
propias leyes y propios magistrados.
Las constituciones de las restantes ciudades del imperio, eran tan diversas como las
propias ciudades. Los tipos de organización iban desde la polis griega, con su compleja
y venerada constitución, hasta las capitales tribales de la Galia y Britania, que tendían a
imitar las prácticas constitucionales romanas. De ciudades existían varias categorías
privilegiadas, las ciudades federadas, debían su nombre a que se habían
formado tratados con Roma en los que se reconocían sus derechos. Las ciudades
libres se hallaban teóricamente exentas de injerencias por parte del gobernador
provincial.
Ciudades y Pueblos
Una ciudad era esencialmente una comunidad urbana dotada de autogobierno, con una
constitución regular que se centraba en un consejo y unos magistrados y con un
territorio rural bajo su autoridad, sobre todo ello, acabaron siendo víctimas de
la inseguridad de la época posterior a los Severos y de la multiplicación de los
impuestos para fines militares que caracterizaron dicha época. La sustitución del
aristócrata local por el gobernador es sintomático del cambio que se había producido en
la ciudad.
III. UNA ECONOMIA SUBDESARROLLADA
Un Modelo sencillo.
La economía romana estaba subdesarrollada. Las masas vivían en el nivel de
subsistencia, o cerca de él. Es preindustrial, con una gran proporción de la
fuerza laboral concentrada en el campo, que es el principal camino para
las inversiones y también la principal fuente de riqueza, a su vez, las inversiones en
la industrias manufactureras es bajo. La tecnología atrasada es una barrera más, que
obstaculiza el incremento de la productividad. En la Roma antigua, predominaba la
pequeña industria artesanal, eran artículos de consumo básico y barato y
la demanda de los mismos era constante.
En Roma, al igual que en otras economías preindustriales, el comercio recibía parte
del capital que no recibía salida en la industria. Los medios de transporte eran
35
atrasados. Inevitablemente, la mayoría de las regiones agrícolas apuntaban a la
subsistencia, en lugar de a la producción de un excedente exportable.
En general, el atraso y los gastos de transporte y el nivel relativamente bajo de
la demanda limitaron las oportunidades de efectuar inversiones lucrativas en el
comercio. Prestar dinero producía más ganancias, los tipos de interés eran altos donde
había riesgo. Las inversiones en tierras ofrecían seguridad y unos ingresos continuos.
En las sociedades preindustriales, el sistema de valores que predomina es el de una
aristocracia hacendada, una clase próspera integrada por mercaderes, que representa
una amenaza potencial para los aristócratas. En la Roma antigua, no había ninguna
perspectiva de que apareciese una clase como la que acabamos de describir.
El Crecimiento y sus Límites
La subida de Augusto al trono fue el principio de una era de Gobierno relativamente
estable, requisito básico para la recuperación económica y la expansión. El nuevo
régimen se hallaba entregado a la causa de la paz civil y la pacificación de los enemigo
de Roma. El éxito de esta política fomentó el desarrollo económico interno y, en la
medida que amplió el territorio controlado por los romanos, agrandó los horizontes
económicos del imperio.
El problema de documentar el crecimiento económico y medir su importancia se
agudiza de forma especial en el caso del comercio. Se intenta demostrar la expansión
del comercio basándose en: que la exacción de impuestos monetarios en las provincias
por parte del Gobierno romano incrementó en gran medida el volumen de comercio en
el imperio; que los niveles de consumo eran muy superiores en el período romano, que
en el prerromano, al menos en Occidente; que la mayor incidencia de naufragios,
haciendo suponer un mayor tráfico marítimo y por último, se produjo un incremento de
la oferta monetaria, que permitió financiar un aumento del comercio interregional.
Las autoridades jurídicas no se vieron sometidas a grandes presiones por parte del
mundo del comercio, para que rompieran las arraigadas tradiciones
del comportamiento económico. Estas conclusiones son compatibles con la hipótesis de
que el intercambio y el comercio, experimentaron un crecimiento modesto durante el
principado.
Los intereses y las necesidades del Gobierno romano eran pocos. Aparte de la guerra y
la diplomacia, su preocupación básica era abastecer y financiar el estamento militar, la
burocracia y la corte. Una vez cumplida la obligación permanente de alimentar a la
plebe de la ciudad de Roma, el Gobierno tenía que gastar dinero en edificios públicos y
diversiones para la capital y proporcionar periódicamente ayuda material a las
comunidades en tiempo de crisis. El impuesto sobre las tierras agrícolas en todas las
provincias, menos en Italia, era el que servía para sufragar la mayor parte de los gastos.
IV. LA TIERRA
La disposición de la propiedad entre los ricos se representan en tres grandes tipos que
se corresponden aproximadamente con las tres categorías de terratenientes:
a) La pequeña nobleza local tenía más o menos toda su tierra en la región de origen.
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b) Los senadores de categoría media y los ecuestres de procedencia municipal tenían
uno o más centros de propiedad, además de sus fincas locales.
c) Los miembros más ricos de la élite romana poseían un complejo de propiedades en
Italia y en el extranjero.
Era posible reunir las condiciones básicas para ser senador acumulando propiedades
sencillamente en el territorio de donde se era oriundo y eso era lo que hacían muchos
hombres de ambición limitada.
Hubo un aumento de los intereses rústicos de ex magnates municipales, siendo
consecuencia natural de su ascensión social y política. Los senadores provinciales
adquirían tierras en Italia, en primer lugar cerca de la capital y a escala pequeña. Se les
ordenó que incrementaran sus intereses en Italia hasta que alcanzasen un tercio de
su fortuna, bajándose posteriormente a una cuarta parte.
Egipto fue un caso especial, puesto que se trataba de un dominio privado del
emperador, y los senadores romanos y otros funcionarios de alto rango tenían negado
el acceso a él. A los miembros de la familia imperial y a los colaboradores más
cercanos y allegados del emperador, se les otorgaban las rentas de fincas individuales,
pero sin ser los propietarios de la tierra.
El Tamaño de las Propiedades
El término latifundio aparece en las fuentes literarias, precisamente en tiempos de esos
hombres, a mediados del siglo I d.C. Los agrónomos no querían entrar en definiciones
del término, pero se estipuló que con un millón trescientos mil sestercios se
podía comprar un latifundio. Se califican así los ranchos donde se cría el ganado a gran
escala, o las grandes plantaciones de cereales, con los ejemplos de Africa, Sicilia y
partes de Italia. También se usa el término para referirse a fincas desperdigadas de una
sola persona, que juntando todas, forman un latifundio.
Hubo críticas a individuos que tenían en sus manos inmensas extensiones de tierra
cultivable, parte de la cual había permitido que degenerase en pastizales. Existe la
suposición que las propiedades de la mayoría de los hombres libres no se hallaban
concentradas en fincas inmensas, sino que eran diversas propiedades más pequeñas y
dispersas.
Las propiedades de los ricos estaban mucho más fragmentadas de lo que se ha
imaginado, si pensamos en términos de unidades de administración de trabajo.
Administración y Trabajo
En cuestiones de administración y trabajo, la clase propietaria tenía varias opciones.
Una de ellas era el estamento esclavo, donde los esclavos constituían de modo
permanente tanto la fuerza laboral como la administración y se importaba mano de obra
temporal, libre o esclava, en los momento de máxima actividad, concretamente la
cosecha. Si el terrateniente no administraba la tierra directamente a través de un
mayordomo esclavo, entonces arrendaba la tierra.
Un colono podía, en principio supervisar a los trabajadores esclavos, que eran
proporcionados generalmente por el propio terrateniente. Por otro lado, un colono podía
explotar el mismo una finca bastante más pequeña con la ayuda de su familia. Además
37
de las diferencias obvias en la duración del contrato de colonato y el nivel de las rentas
, había también variaciones en la forma de cobrar estas, que podía consistir en
un pago fijo, o en una proporción acordada de la cosecha.
La esclavitud agrícola estuvo en su apogeo durante los dos últimos siglos de la
república, al menos en el centro y sur de Italia. El colonato se consideraba como una
forma aceptable de administrar las fincas rurales.
Hay que mencionar la teoría de que el cambio de las actitudes económicas entre los
terratenientes produjo una oscilación hacia el colonato en los primeros tiempos del
principado. Este argumento se apoya en la precaria base de dos supuestos: que bajo el
principado los terratenientes mostraron menos interés por sus fincas que durante la
república; y que cuanto menos interés sentía un terrateniente por su finca, más
probable era que recurriese al colonato. Pero al menos la tesis plantea interrogantes
que aún no hemos considerado acerca de las actitudes de los terratenientes ante sus
inversiones rurales.
La Productividad
La comparación entre lo antiguo y lo moderno, que a menudo es implícita, al menos en
la literatura, es especialmente inútil. Tiene un interés intrínseco limitado y no
proporciona información alguna sobre las pautas agrícolas de la Antigüedad. Poco se
consigue afirmando la ya obvio, que los antiguos no obtenían cosechas de gran
rendimiento, como por ejemplo el maíz y las patatas, o para el caso, las variedades
mejoradas del trigo de que ahora disponen los agricultores. No se conocían
los métodos modernos para mejorar la tierra, entre los que destacan los fertilizantes
químicos y las técnicas avanzadas de riego, ni tan siquiera maquinaria pesada. Lo que
cuenta es la medida en que las necesidades alimentaria de una sociedad se ven
satisfechas por la economía existente, y en particular, por el sistema agrícola
predominante. La eficiencia y productividad de la agricultura antigua deben juzgarse
atendiendo a su capacidad de mantener a las sociedades antiguas a lo largo del
tiempo.
En el caso de los rendimientos, hay que decir que había enormes variaciones según las
regiones y terrenos de la cuenca del Mediterráneo. El resultado es que
los datos antiguos que tenemos no corroboran la tesis de que había
rendimientos medios bajo en el caso del trigo y de otros cereales. En el caso del
pequeño propietario, no está bien deducir o suponer que tenía un rendimiento .
Se tenía que haber ya llevado a cabo una nueva evaluación de la economía campesina
del período romano, una evaluación que se libre del efecto de la premisa inicial en el
sentido de que dicha economía funcionaba bajo una debilidad crónica que garantizaba
su derrumbamiento, excepto en la medida en que el agricultor pudiera complementar
sus ingresos y sus recursos alimentarios a cuenta de la finca.
V. EL ABASTECIMIENTO DEL IMPERIO ROMANO
En la Roma de Augusto, la población rondaba el millón de personas, de las cuales, los
receptores de grano, se cifraba en 250.000 ciudadanos. Estos eran exclusivamente
varones, con derecho a ello a partir de los 10 años de edad. Esto da a entender que
había unas 675.000 personas dependientes de este reparto de grano. Una población
esclava del 30 por ciento, cifra razonable, más los extranjeros libres y personas de alta
38
y baja condición que nada tenía que ver con el reparto de grano, nos da
aproximadamente la composición del millón de habitantes. Era una cifra formidable,
solo alcanzada por Londres a finales del siglo XVIII. Roma pudo crecer tanto y seguir
siendo tan grande, solo porque aprovechó los recursos de todo el imperio.
El estado no se ocupó de la importación de artículos de consumo, exceptuando el trigo.
Se dice que Séptimo Severo añadió raciones de aceite y que Aureliano hizo lo propio
con carne de cerdo y vino barato.
El Ejército
Como cuerpo de consumidores, se hallaba dividido, a diferencia de la ciudad de Roma.
Había provincias con contingentes permanentes, ya fuera de legionarios o auxiliares.
Esta dispersión impidió que se creara un sistema integrado para abastecer al ejército.
Además de la comida, necesitaban una serie de materias primas tales como el hierro,
la madera, otro materiales de construcción, animales para la caballería, el transporte,
carne y cuero, productos de la industria del vestido, tales como capas, túnicas y
mantas, otros pertrechos y armas, antes de llegar a las raciones alimentarias básicas.
Cien mil toneladas de grano, servirá a modo de cálculo aproximado del consumo de
cereales por parte del ejército bajo Augusto, cifra que ascendería hasta las ciento
cincuenta mil toneladas bajo Séptimo Severo.
En general, las ciudades del mundo romano podían hacer frente a las escaseces de
alimentos que padecían periódicamente, aunque, con una tendencia creciente, se
apoyaban en la autoridad y la caridad imperial. Este problema disminuye una vez que el
Gobierno central reconoce que estaba muy interesado en la supervivencia y el
bienestar de las ciudades en general, aunque su interés por ciudades individuales, era
menor. Las ciudades eran fundamentales para desempeñar una serie de obligaciones
administrativas esenciales, y por ello había que proteger se viabilidad económica y su
base demográfica.
El flujo que se advertía en el campo debido a que las unidades domésticas de los
campesinos caían, sobrevivían, emigraban y prosperaban, no deben confundirse con el
problema de la supervivencia del campesinado como clase. Si no había supervivencia
en la población agrícola, entonces las ciudades que dependían del campo, colapsarían.
Los impuestos y tributos eran un fenómeno nuevo en las regiones que integraban el
imperio romano. Lo que ocurría a consecuencia de las conquistas imperiales y de la
imposición de censos que abarcaban todo el imperio, era que los impuestos se
recaudaban de forma un poco más eficiente que antes. Los tipos impositivos son
relativamente bajos, pero no era necesario subirlos, los requisitos del Gobierno eran
pocos, porque sus intereses eran limitados.
VI. LA JERARQUIA SOCIAL
El principado de Augusto fue precedido de dos decenios de guerras civiles, en las
cuales unos ejércitos cuyo tamaño no tenía precedentes en la historia de Roma
lucharon por la supremacía de sus generales. Las perturbaciones sociales penetraron
en la unidad doméstica y en la familia.
Augusto instauró su supremacía militar y restauró la paz y el Gobierno constitucional.
Continuó existiendo la misma pauta de desigualdad y de diferenciación social que había
39
en bajo la república. Bajo el principado en su conjunto, las divisiones y tensiones
nacidas de la distribución desigual de la riqueza, el rango y la categoría social, tuvieron
el contrapeso de fuerzas de cohesión tales como la familia y la unidad doméstica, las
relaciones estructuradas de índole vertical y horizontal entre individuos y unidades
domésticas y el aparato ideológico del Estado.
El sistema de adquisición y transmisión de la propiedad era la base, en el caso de
Roma, del entramado de desigualdad social y económica. La romana era
una sociedad agraria en la cual la riqueza consistía esencialmente en tierra y se
adquiría por herencia a través de la familia.
A los soldados se les recompensaba con una paga adecuada, generosa en el caso de
los oficiales, y una remuneración sustanciosa al retirarse, lo cual les permitía convertirse
en miembros prósperos de las comunidades locales.
La explotación directa de la mano de obra por parte de propietarios ricos era un rasgo
central de la sociedad imperial romana. En el mundo romano, el enriquecimiento no
consistía en la acumulación de beneficios por medio de la actividad de compañías que
dieran empleo a asalariados. En gran medida, la riqueza de los miembros de la clase
propietaria era generada por el trabajo de sus dependientes personales.
Los Órdenes
Los órdenes son las categorías sociales que el Estado define por medio de reglas
estatuarias. El orden senatorial siguió siendo el más prestigioso, un reducido círculo
formado por varios centenares de familias a las que se consideraban eminentes de
acuerdo con las tradicionales pautas de cuna, riqueza y excelencia moral. Una serie de
revisiones hizo que el número de senadores bajase de 1.200 a 600.
Augusto desaprobó el matrimonio legítimo entre senadores y libertas. El orden
senatorial no era una aristocracia hereditaria. Se intentó promover el principio
hereditario, así los hijos de los senadores se les alentaba a seguir los pasos de su
padre.
El segundo orden, el ecuestre, también se caracterizaba por su origen aristocrático y no
profesional. Este orden era mucho más nutrido que el senatorial. Bajo el principado, los
emperadores comenzaron a dar responsabilidades administrativas, además de las
militares, a los ecuestres.
Los de curios de las poblaciones del imperio constituían el tercero de los órdenes
aristocráticos. Tenían que ser hombres de respetada cuna, riqueza y dignidad moral. La
riqueza de algunos de curios superaba a la que se exigía a los senadores.
La finalidad de estos requisitos era garantizar que los consejos locales se compusieran
de propietarios, de hombres cuya categoría social no ofreciera dudas. Las tres órdenes
de élite comprendían solo una fracción minúscula de la población del imperio. Debajo
de ellos, en la jerarquía oficial, se hallaba la gran masa de los hombres libres de
condición humilde, y en lo más bajo, los esclavos. El derecho romano clasificaba a
éstos como bienes muebles y no como personas, que sus amos podían
comprar, vender o castigar a su voluntad.
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La categoría social se manifestaba por la forma de vestir, los senadores y sus hijos,
llevaban toga con la amplia faja de color púrpura, los ecuestres por el anillo de oro y la
franja estrecha púrpura en la toga.
La condición social
La condición social de un romano se basaba en la estimación social de su honor, es
decir, en la percepción de su prestigio por parte de quienes le rodeaban. Las
contradicciones entre la condición y el rango daban origen a tensiones.
En cada orden había sutiles gradaciones de condición social. Dentro del orden
senatorial, que experimentaba un gran movimiento de familias, los que podían hacer
alarde de antepasados consulares, los nobles, sobresalían de la masa de recién
llegados.
La mayoría de los libertos eran hombres humildes, se casaban con mujeres del mismo
rango, a menudo seguían dependiendo de sus anteriores amos y por consiguiente, no
presentaban ninguna contradicción difícil entre el rango y la condición social.
VII. LA FAMILIA Y LA UNIDAD DOMESTICA
Cuando los romanos de la época de Augusto comparaban sus propios tiempos con el
pasado idealizado, se lamentaban de la decadencia de la moral familiar La familia era la
unidad social básica por medio de la cual se trasmitía la riqueza y la condición social.
La perpetuación de la aristocracia, las posibilidades de movilidad social,
la distribución de riqueza consistente en tierras y otras cuestiones dependían
fundamentalmente de las pautas de comportamiento de la familia.
En el primitivo derecho romano, una mujer al casarse, quedaba bajo la autoridad de su
esposo y dejaba la potestad y la unidad doméstica de su padre para unirse a su
esposo. El matrimonio no podía romperse sin una causa seria y sin que la parte que
estuviera en falta, sufriera grandes pérdidas económicas. Mientras el esposo vivía, la
dote y las propiedades de la esposa le pertenecían por completo. Al morir el esposo, la
esposa, según las reglas de la sucesión, tenía derecho a una parte igual
del patrimonio en calidad de heredera principal junto a sus hijos.
Las mujeres romanas gozaban de una independencia jurídica en el matrimonio,
restringida por diversas costumbres sociales. Los hombres de Occidente se casaba por
primera vez cuando rozaban los treinta y las mujeres alrededor de los veinte. El
hombre tarde y la mujer pronto.
Padres e Hijos.
El rasgo característico de las relaciones entre las generaciones en las familias romanas
era el autoritarismo. Aunque los poderes del padre fueron objeto de modificaciones
durante el principado, la mayoría de ellos permanecieron esencialmente intactos.
Tal vez el más notable fuera el poder de vida y muerte. Hasta finales del siglo IV, los
padres romanos podían decidir que criaban a sus hijos o si los exponían.
El paterfamilias tenía los derechos de propiedad oficial sobre
los bienes, incluyendo los que sus hijos adquiriesen por medio del trabajo.
41
todos
Cuando el padre moría sin haber hecho testamento, el derecho civil disponía que la
herencia divisible se repartiera a partes iguales entre todos los hijos legítimos (varones
y mujeres).
La mortalidad infantil era común. La cuarta parte de los recién nacidos no llegaba a
cumplir un año de edad y puede que hasta la mitad de ellos no alcanzaran los diez
años. Los que conseguían salir vivos de las enfermedades infantiles de su primer
decenio podían esperar vivir otros treinta y cinco o cuarenta años más. Las mujeres
romanas que llegaban a la edad adulta, tenían que dar a luz una media de cinco o seis
hijos para que la población no entrara en decadencia.
Se trazó una distinción básica entre, por un lado, una pauta de matrimonio tardío para
los hombres y las mujeres que típicamente vivían en unidades domésticas de familias
nucleares en la Europa Occidental, y por otro lado, la pauta de matrimonio temprano y
familia numerosa, extendida en las unidades domésticas de la Europa Oriental.
VIII. LAS RELACIONES SOCIALES
El lugar de un romano en la sociedad estaba en función del puesto que ocupase en la
jerarquía social, de su pertenencia a una familia y de su participación en una red de
relaciones personales que salía al exterior partiendo de la unidad doméstica.
Un hombre podía tener amigos superiores, amigo igual, amigos inferiores
y clientes humildes, y la inclusión de otros en una de estas categorías, dependía de los
recursos que tuvieran.
Los que podían intercambiar beneficios comparables eran amigos de igual posición,
mientras que la mayoría ocupaba un lugar más alto o más bajo en la jerarquía, de
acuerdo con su capacidad de corresponder con servicios superiores o inferiores. Las
tres categorías generales de intercambio según la condición social eran las de patrono
y clientes, amigos superiores e inferiores y amigos iguales.
Augusto procuró establecer su legitimidad no solo restaurando el orden social, sino
también demostrando se propia supremacía en él por medio de los modos tradicionales:
el patronazgo y la beneficencia.
El emperador distribuía sus beneficios individualmente entre los que tenían acceso a él,
y de forma más amplia, entre grupos favorecidos, especialmente la plebe de Roma y el
ejército. A cambio, se esperaba fidelidad y gratitud. Augusto veló por las necesidades
materiales de las masas ocupándose de abastecerla de alimentos, agua,
vivienda, espectáculos y de cuando en cuando, con dinero en metálico a los varones.
Los filósofos romanos daban mucho valor a la amistad y hacían hincapié en que los
amigos ideales debían compartir inquietudes y valores comunes de un modo totalmente
desinteresado. Si un romano era víctima de una catástrofe, por ejemplo un incendio en
su casa, existía la costumbre de que los amigos le ayudaran a reconstruir su unidad
doméstica.
Excluir a los amigos del testamento, o peor aún, criticarlos en él era un insulto que
llamaba la atención pública. Pero detrás de la fachada de cooperación, había rivalidad:
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si un amigo no correspondía a un favor con otro de importancia pareja, se arriesgaba a
caer en la condición de amigo inferior, con la consiguiente pérdida de honor.
IX. LA RELIGION
La religión oficial de Roma era un racimo de creencias que se expresaban por medio de
un complejo sistema de instituciones y rituales. Los romanos aceptaban la idea de que
la seguridad y la prosperidad de sus comunidades dependía de los dioses, cuyos
favores se conquistaban mediante el correcto cumplimiento de toda la serie de prácticas
de culto heredadas del pasado. La supervisión de la religión del Estado se hallaba en
manos de las autoridades políticas. Los sacerdocios eran desempeñados por los
mismos hombres que ocupaban cargos políticos.
Los cargos religiosos, al igual que todo lo demás, quedaron bajo el control del
emperador. Los colegios sacerdotales se vieron privados de su influencia en la toma de
decisiones políticas y re orientados al servicio del emperador.
Entre las cosas que Roma exportó al imperio, la principal fue el culto a los
emperadores. Fue la única intrusión romana en el campo del culto que se toleró en el
mundo griego. La aceptación del culto imperial no supuso el desplazamiento de los
cultos a los dioses tradicionales. Este culto imperial atrajo a Augusto, y posteriormente a
sus sucesores, porque podía utilizarse para concentrar la lealtad de la gente de las
provincias en la persona del emperador. El culto es importante por su novedad, su
ubicuidad y por sus funciones en calidad de transmisor de la ideología imperial, foco de
la lealtad para los muchos y mecanismo de progreso social para pocos.
En Oriente prosperó el culto a Zeus, el equivalente griego a Júpiter. El templo de
Zeus Olímpico en Atenas fue terminado bajo la dirección de Adriano, que adoptó el
título de Olimpios, como representante del dios en la tierra.
En Egipto se hizo mucho daño a los cultos locales, porque se fue despojando a
las clases sacerdotales de su riqueza, su independencia y sus privilegios. En general,
los contactos de Roma con las religiones extranjeras se caracterizaron por la
penetración pacífica en vez de por la coacción.
La ascensión de Cristianismo.
El cristianismo fue el principal beneficiario de que los defensores de la religión estatal
no consiguieran controlar las innovaciones. Los cristianos provocaban la persecución al
negar los dioses de Roma, lo que les valió la etiqueta de ateos.
Se siguió la política de Trajano de no perseguirles. Cuando lo hicieron fue en contextos
locales, individuales, donde la ley y el orden corrían peligro, debido a la agitación de los
adversarios entre los paganos y con menor frecuencia, entre los judíos.
A pesar de todo, de vez en cuando los cristianos se convertían en el centro de
disturbios civiles. Los dioses expresaban su ira mandando plaga, hambres y otros
desastres naturales, más la guerra civil y la guerra con otras naciones, cuya
responsabilidad se atribuía a veces a los cristianos.
43
Pero el cristianismo ya era un éxito. No consiste en invocar un supuesto debilitamiento
de la estructura del politeísmo que redujera su atractivo y diese más ímpetu al
cristianismo, al contrario, en el nivel de la experiencia religiosa personal, el paganismo
daba muestras de una vitalidad considerable, especialmente a las postrimerías del
período que estamos estudiando.
X. LA CULTURA
A raíz de la victoria de Augusto, las instituciones, los valores y la vida cultural de Roma,
se ajustaron poco a poco a la monarquía.
La consecuencia del imperialismo romano, con todo, no fue tanto la romanización como
la forja de culturas distintivas al fundirse elementos imperiales y locales. De modo
parecido, en las provincias orientales donde ya existía una cultura cívica indígena
arraigada y floreciente no se hizo ningún intento de trastornarla o modificarla. En
general la romanización echó raíces profundas y perduró únicamente en los sitios
donde una élite local abrazó con entusiasmo la cultura romana y este espíritu brilló por
su total ausencia en el imperio oriental.
Roma
El estoicismo dominó el mundo de las ideas durante gran parte del periodo. El sistema
ético del estoicismo era lo que atraía a los romanos. La éticaestoica había perdido sus
rigideces de antaño, pues había atravesado un período de concesiones y
simplificaciones doctrinales. Séneca y Epicteto consideraban que su tarea era la de
ayudar a todas las personas que desearan sinceramente mejorar desde el punto de
vista moral. La meta no era la perfección, sino los progresos.
Los escritores necesitaban patronos. Un emperador interesado en apoyar la literatura
era un patrono que superaba a todos los rivales, y este exigía alabanzas. La literatura
latina no tuvo ningún representante distinguido, entre el primer cuarto del siglo II y el
último del IV. Las actitudes de los emperadores y el cambio del clima político en general
surtieron un efecto negativo en la creatividad artística en Roma. Pese a ello, la época
de Augusto presenció un notable florecimiento de la literatura latina y hubo pequeños
movimientos culminantes en los reinados de Nerón y Domiciano, que nada tenían de
paladines de la libertad.
Si bien se apagaron los géneros clásicos de la literatura latina, la épica, la elegía,
el drama, la sátira y la historia, floreció la oratoria o retórica. El carácter de la vida
pública había cambiado y para diversos autores este cambio fue una causa
fundamental de la decadencia de su oratoria. Los asuntospolíticos importantes ya no se
debatían públicamente.
Sin embargo los representantes más brillantes de la oratoria del siglo II, los sofistas, del
denominado Segundo Sofístico, procedían del Oriente griego. Aplicaban su elocuencia
a objetivos políticos, entre ellos conseguir que los emperadores romanos y sus
representantes otorgaran favores y recompensas a individuos y comunidades.
La popularidad de los sofistas refleja la dominación general de la cultura griega en el
Mediterráneo durante el siglo II y principios del III.
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El descenso de la literatura latina, coincide con un período de vitalidad de la literatura
griega. Durante la mayor parte del siglo, la historia de Roma la escribieron griegos, u
hombres de habla griega, en griego.
Las artes visuales tienen como rasgo principal, la creación de un arte oficial del imperio
con su propio mensaje reconocible y su propio repertorio de formas artísticas. Las obras
de arte y la arquitectura servían para reforzar las pretensiones y los propósitos del
emperador.
CONCLUSIÓN
La expansión de Roma, desde el 27 a.C hasta el 235 d.C, fue mucho más allá de la
cuenca Mediterránea. Los gobernantes tenían objetivos que iban más allá.
Consiguieron un nivel de unidad política y cultural nunca vistos. El Oriente griego
acepta su dominio, el norte de Africa, Francia y la Península Ibérica, forman ya parte del
imperio. El mundo no Mediterráneo, la misión de Roma era conquistar y pacificar en vez
de difundir la civilización grecorromana. Esta hegemonía de la élite política y cultural del
Mediterráneo no se rompió hasta mediados del siglo II. Este vasto imperio era
administrado por unos poco funcionarios. Estos debían sus ascensos a factores
personales en lugar de a unas reglas y respondían directamente al emperador. Los
objetivos del Gobierno eran hace cumplir la ley y velar por el orden, así como recaudar
rentas.
En lugar de reformar la administración central y la provincial, siguieron la política
tradicional consistente en edificar una infraestructura de centros de Gobierno local, que
pudiera prestar servicios prácticos al poder imperial.
La extracción de los recursos de las provincias siguió siendo responsabilidad de las
ciudades bajo la supervisión de los gobernadores provinciales
La sociedad, la economía y la cultura de Roma y las provincias, no experimentaron
transformaciones a pesar de los constreñimientos que imponían las expectativas
limitadas del Gobierno, la gran extensión del imperio y la diversidad de culturas que
había en él y el nivel relativamente primitivo de la vida económica.
La economía estaba subdesarrollada, si se mide por la pobreza de las
masas populares, el predominio de la mano de obra agrícola, el atraso de
latecnología, la importancia de la tierra como fuente de riqueza y el poder de la
aristocracia hacendada. La paz y un Gobierno estable hizo posible la prosperidad y el
crecimiento económico a escala modesta.
El incremento de la producción agrícola en las provincias occidentales se consiguió por
medio de la intensificación y la especialización de las cosechas en vez de lograrse
mediante la innovación tecnológica. Aun así, una economía subdesarrollada pudo
satisfacer las exigencias del Gobierno romano. Funcionaba una división triple, entre
zonas que suministraban grano a Roma en concepto de pago de impuestos y rentas,
alimentos para el ejército y dinero para pagar los sueldos de los civiles y militares,
además de otros desembolsos en metálico.
En el contexto urbano, la disposición de la élite local a aportar dinero, bienes y
servicios, continuó cumpliendo su función de alejar la catástrofe a falta de un sistema
organizado de alivio del hambre.
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Augusto devolvió la estabilidad a la sociedad romana y el orden social no se deshizo
gracias a la acción de la familia, de otras relaciones verticales y horizontales y del poder
ideológico, jurídico y coactivo del Estado.
El sistema de la propiedad garantizaba que el acceso a la propiedad productiva
quedara limitada a la familia y se trasmitiera de una generación a otra El sistema
jurídico establecía los derechos de propiedad y en general, sostenía la dominación de
las clases propietarias. El sistema social se caracterizaba por la
dependencia personal directa de los trabajadores de los patronos, lo cual era una base
para la explotación.
Los principales fenómenos son la aparición de ex soldados en las filas de los
propietarios y el fortalecimiento de la posición de las élites sociales, que supuso la
extensión del sistema jurídico romano más allá de Roma e Italia.
La sociedad de Roma estaba obsesionada por la condición social y el rango. Augusto
adoptó el sistema de rangos de la república, lo amplió y le dio mayor definición. Se hizo
hincapié en su superioridad social por medio de la exigencia de propiedades, de
una indumentaria especial y de reglamentos restrictivos para el matrimonio y el
comportamiento. Los ecuestres pasaron a ser un segundo orden aristocrático y los
decuriones y tercero. A partir de ahí estaban los esclavos y hombres libres de condición
humilde.
Los ex soldados y los ex esclavos eran dos grupos en ascensión. Las pagas y los
donativos eran suficientes para que los veteranos se retirasen con una riqueza
modesta, y si eran oficiales, llegaba a ser considerable, ocupando probablemente
puestos en el Gobierno local.
La importancia de la familia en la sociedad era significativa. En general, los
emperadores se mostraron poco dispuestos a alinear las leyes relativas a la familia con
el comportamiento social. La imagen clásica de la familia romana como unidad
doméstica patriarcal gobernada por un paterfamilias, es insostenible. La diferencia de
edad entre generaciones, reducían considerablemente los efectos de la autoridad
paterna en los hijos varones.
Dadas las tasas de mortalidad paterna, las relaciones personales fuera de la familia
adquieren mucha importancia. Una innovación del principado fue ampliar las relaciones
de patronazgo para que se abarcasen las provincias.
La historia religiosa, gira en torno a la estabilidad re la religión oficial, la confrontación
de dioses y cultos oficiales e indígenas en las localidades y la ascensión del
cristianismo. Los emperadores hacían una distinción clara entre sus preferencias
religiosas personales y la religión pública de Roma. El culto al gobernante fue el único
culto romano que pasó a ser más o menos universal. Tres funciones principales: la
difusión de la ideología imperial, la concentración de la lealtad de los súbditos en el
emperador y el progreso social y político de los provincianos que presidían su
funcionamiento.
Las religiones indígenas se desintegraron. La transformación religiosa fue fruto de una
penetración pacífica.
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El cristianismo, al que se identificó como fuerza subversiva pero no peligrosa, fue el
principal beneficiario de la actitud de aceptación pasiva que el Gobierno romano
adoptaba ante la innovaciones , así como del permiso que daba al individuo para que
siguiera sus propias preferencias religiosas. El cristianismo solo fue tolerado
oficialmente después de la persecución oficial, y no hubo ninguna persecución durante
el período del principado.
Los emperadores eran fundamentalmente conservadores: sus innovaciones
administrativas fueron limitadas y dejan entrever que les interesaba más controlar a sus
funcionarios que dirigir las vidas de los súbditos.
Después que Roma surtiera el efecto inicial, la romanización era una gran parte auto
dirigida, una respuesta que las élites locales daban a la perspectiva de ver mejorados
su categoría, su riqueza y su poder bajo la protección de la autoridad imperial.
47
Núcleo 4
Imperio otomano
1 INTRODUCCIÓN
Imperio otomano, imperio turco que duró aproximadamente desde 1300 hasta 1922, y
durante su mayor extensión territorial abarcó tres continentes, desde Hungría al norte
hasta Adén al sur, y desde Argelia al oeste hasta la frontera iraní al este, aunque su
centro de poder se encontraba en la región de la actual Turquía. A través del Estado
vasallo del kanato de Crimea, el poder otomano también se expandió por Ucrania y por
el sur de Rusia.
Su nombre deriva de su fundador, el guerrero musulmán turco Osmán (o Utmán I Gazi),
que estableció la dinastía que rigió el Imperio durante su historia (también llamada
dinastía Osmanlí).
2 EXPANSIÓN OTOMANA
El primer Estado otomano era un pequeño principado al noroeste de Anatolia, uno de
los muchos insignificantes estados que surgieron tras el hundimiento del anterior
sultanato Selyúcida de Rum. Los historiadores disienten sobre la relativa importancia de
sus dos características principales: las tradiciones tribales de los guerreros turcomongoles que dominaron el Estado y la influencia del islam. El erudito Paul Wittek,
quien destaca la influencia del islam, afirma que el surgimiento del Estado otomano se
debió a la atracción de los gazis, o guerreros de la guerra santa (yihad), quienes se
unieron a los otomanos porque estaban dispuestos a desempeñar un papel importante
en la lucha contra el Imperio bizantino cristiano del oeste.
Las guerras incesantes y las alianzas acertadas supusieron el éxito de los otomanos.
Hacia 1325 capturaron Bursa, que se convirtió en su capital y hacia 1338 habían
expulsado a los bizantinos de Anatolia. En ese mismo momento, los otomanos
extendieron sus territorios hacia el sur y el este a expensas de otros principados turcos,
y en 1354 tomaron Ankara en la Anatolia central. El mismo año los otomanos ocuparon
Gallípoli (actual Gelibolu) en el lado europeo del estrecho de los Dardanelos, que se
convirtió en la base de su avance posterior en el sureste de Europa. En 1361 los
otomanos tomaron Adrianópolis (Edirne) que se convirtió en su nueva capital, y hacia
1389, cuando Murat I derrotó a los serbios en la batalla de Kosovo, los otomanos
tomaron Tracia, Macedonia y gran parte de Bulgaria y Serbia.
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La derrota otomana a manos del conquistador mongol de Asia Central Tamerlán en
1402, demostró ser el único contratiempo para los otomanos, quienes rápidamente
reconstruyeron, consolidaron y aumentaron su poder. En 1453 el sultán Mehmet II
conquistó Constantinopla (Estambul) y la convirtió en la tercera y última capital
otomana. Las conquistas continuaron durante el siglo XVI. Bajo el reinado del sultán
Selim I (el Severo) fueron derrotados los Safawíes persas de Irán (en Chaldirán, 1514),
región que, junto al este de Anatolia fue añadida al Imperio; en 1516-1517 los
mamelucos de Siria y Egipto corrieron igual suerte y sus territorios acabaron también
anexionados. Con las posesiones mamelucas, los otomanos llegaron a los lugares
sagrados musulmanes de Arabia y también heredaron el interés mameluco por el mar
Rojo y el océano Índico.
El hijo y sucesor de Selim, Solimán I el Magnífico, normalmente es considerado como el
mejor de los gobernantes otomanos. Durante su reinado Irak fue añadido al Imperio
(1534), se estableció el control otomano al este del Mediterráneo, y, a través de la
anexión de Argel y de las actividades de los corsarios de Berbería, el poder otomano
fue empujado hacia el oeste del Mediterráneo. También Solimán llevó a los ejércitos
otomanos hasta Europa: Belgrado fue capturada en 1521 y los húngaros fueron
derrotados en la batalla de Mohács en 1526. En 1529 Solimán llevó a cabo el sitio de
Viena sin éxito, ya que fue derrotado por Fernando I de Habsburgo, quien conservó
algunas fortalezas húngaras. Pero la invulnerabilidad del Imperio otomano quedó
puesta de manifiesto en 1571 con la importante derrota de su flota en Lepanto, a manos
de la Liga Santa formada por el Papado, Venecia y la Monarquía Hispánica (cuyo rey
era en esas fechas Felipe II).
3 INSTITUCIONES OTOMANAS
La principal ocupación del Estado otomano era la guerra, según sugiere la relación
anterior de conquistas, y su institución más importante era su Ejército. Las primeras
fuerzas otomanas estaban compuestas por una caballería turca (espahíes o sipahis)
pagada a través de concesiones de ganancias del gobierno (normalmente ganancias en
tierras) conocidas como timares. Cuanta más tierra era conquistada, más ingresos
tenían los gazis turcos musulmanes. Pero la caballería ligera gazi no era suficiente para
la guerra constante, y desde mediados del siglo XIV los otomanos comenzaron a
reclutar otras tropas asalariadas de mercenarios, esclavos, prisioneros de guerra y
(desde mediados del siglo XV) una leva de jóvenes cristianos de los Balcanes (los
devsirmes). A partir de estas nuevas fuerzas (las kapikulli) surgió la famosa y muy
disciplinada infantería otomana, cuyos miembros eran conocidos como los jenízaros,
que fue el factor principal de los éxitos militares otomanos desde finales del siglo XV en
adelante. Los otomanos también crearon un cuerpo especialista de artillería e
ingenieros.
La administración otomana operaba en función de las necesidades de estas fuerzas. La
administración provincial era fundamentalmente un sistema de distritos militares regidos
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por oficiales cuya principal obligación era reunir timariotas para las campañas. Gran
parte del trabajo de la administración central era la obtención de los fondos y
suministros necesarios para las fuerzas kapikulli. Se construían carreteras y puentes
para facilitar el movimiento de tropas. En su apogeo, la administración fue muy
eficiente. La administración central estaba compuesta por tres partes fundamentales: la
extensa casa del sultán; los departamentos gubernamentales agrupados bajo el control
del gran visir, suplente del sultán en todos los asuntos de Estado; y la institución
religiosa musulmana compuesta por funcionarios musulmanes preocupados por la
educación y la legislación, agrupados bajo la jefatura suprema del sayj al-islam. Los
más importantes de éstos eran los cadíes (qadis), que se ocupaban de la
administración local y del derecho penal. Antes del siglo XVII los musulmanes libres
servían principalmente como sipahis o en la institución religiosa; el resto de la
administración del Estado estaba compuesta principalmente por cristianos convertidos
al islam que eran reclutados en forma de fuerzas militares kapikulli. Su situación jurídica
era la de esclavos del sultán, aunque la palabra ‗esclavo‘ no tenía las connotaciones de
esclavitud doméstica o de asignación que tiene en Occidente. Para los europeos
contemporáneos parecía que el Estado otomano carecía de aristocracia y estaba regido
por hombres elegidos por sus méritos y su lealtad total al sultán. La administración
utilizaba un idioma (la lengua turca otomana) con gramática turca y vocabulario
principalmente árabe y escrito en caracteres arábigos.
La mayoría de las demás funciones realizadas por los estados modernos se dejaban a
instituciones no gubernamentales. La población del Imperio otomano era una mezcla
cultural, lingüística y religiosa. La mayoría de la población de las provincias europeas
era cristiana y pertenecía a la Iglesia ortodoxa, muchos de los cuales aceptaron el
dominio otomano porque era menos oneroso que la dominación católica. En Tracia,
Macedonia, Bulgaria y Albania había un extenso asentamiento musulmán, y en Bosnia
se produjo una conversión en masa al islam. Los musulmanes también predominaban
en algunas ciudades. En las provincias asiáticas sucedía lo contrario: la mayoría de la
población era musulmana aunque había muchos cristianos en las ciudades; en Anatolia
había cristianos griegos al oeste y armenios al este, y grupos numerosos de cristianos
en Siria y Egipto. El pueblo estaba organizado de dos modos. Con fines económicos se
agrupaba en tribus, villas así como en gremios en las ciudades. El mayor número
estaba compuesto por campesinos, quizá el 15% de la población eran habitantes de las
ciudades y una proporción bastante superior nómadas o seminómadas. Con fines
sociales la población se organizaba en comunidades religiosas que posteriormente se
denominarían millets. Muchos musulmanes pertenecían a órdenes místicas sufíes. El
gobierno trataba con los jefes de las distintas comunidades religiosas y dejaba a las
comunidades ventilar sus propios asuntos. Los jefes de las comunidades religiosas, por
tanto, constituían una clase de intermediarios entre el gobierno y el pueblo. Los grandes
terratenientes, los jefes tribales y otras personas actuaban de forma similar y se les
conoció como notables (a’yan). Durante sus primeros tres siglos, el Imperio otomano
fue próspero, y esta prosperidad se reflejó en el desarrollo de una brillante cultura:
música, literatura (especialmente historia, geografía y poesía), pintura y, sobre todo,
50
arquitectura, cuya mejor representación está en la mezquita de Solimán en Estambul,
construida por el gran arquitecto de Solimán, Sinan.
4 DECADENCIA OTOMANA
Durante la mayor parte del siglo XVII el Imperio otomano fue territorialmente estable
pero durante los últimos años del siglo, comenzando con el rechazo otomano en el
segundo sitio de Viena (1683), el Imperio sufrió una sucesión de derrotas militares,
primero a manos de Austria y posteriormente de Rusia en las Guerras Turco-rusas. Con
el Tratado de Iaşi (1792), los otomanos, que ya desde 1774 habían perdido el kanato de
Crimea en favor de Rusia, perdían sus territorios al norte del Danubio y todos los
territorios al este del Dniéster también a manos rusas. En los demás territorios
europeos, y en Asia y África, había muchos gobernantes más o menos autónomos
sobre los que el gobierno central tenía poco control.
Hubo dos respuestas a esta decadencia por parte de los otomanos. Por un lado,
mantenían que la raíz del problema era que las instituciones otomanas, comenzando
por el Ejército, habían permitido la merma del esplendor que había prevalecido en el
siglo XV y la respuesta era volver a la antigua situación. Por otro, el sector
poderosamente representado por la burocracia civil, creía que el problema era que los
estados europeos habían hecho avances militares que era necesario que los otomanos
igualaran. Durante el siglo XIX esta segunda opción dominó y el resultado fue el
movimiento de reforma otomana que comenzó durante el reinado de Mahmud II. Sin
embargo, se descubrió que la reforma militar necesitaba de cambios mucho más
trascendentales en el gobierno y, en última instancia, en la sociedad, a largo plazo.
5 REFORMA OTOMANA
Mahmud II intentó abolir el antiguo Ejército y sustituirlo por una nueva fuerza al estilo
europeo. En 1826 acabó con los jenízaros; se permitió que el ejército sipahi se
derrumbara y los timariotas fueron licenciados por el Estado hacia 1831. En su lugar
fundó una fuerza pagada, disciplinada y reclutada que se convirtió en el principal
instrumento de centralización política durante el último siglo del Imperio otomano, y
también en la principal inspiración para la modernización de otras instituciones
otomanas. Un ejército moderno era caro, debían pagarse impuestos y era necesaria
una burocracia más numerosa y eficaz para recaudarlos. Además, se precisaba un
sistema educativo moderno para suministrar oficiales al Ejército y funcionarios al
Estado. También se realizaron importantes reformas jurídicas e importantes desarrollos
en comunicaciones (telégrafo y ferrocarril). Todas estas reformas costaban dinero y
debían transferirse más recursos de instituciones no gubernamentales al Estado. La
oposición fue vencida por el nuevo Ejército. Todavía no había suficiente dinero y desde
mediados del siglo XIX los otomanos comenzaron a solicitar préstamos en grandes
51
cantidades al extranjero. Finalmente (1875) el Imperio no puso interés en sus deudas y
tuvo que aceptar cierto control financiero europeo (1881).
Así, la centralización fue el principal asunto tratado durante el Tanzimat, nombre dado
al movimiento de reforma entre 1839 y 1878. También había otro segundo y
contradictorio problema englobado en dos famosos edictos (el Noble Edicto de la
Cámara Rosa o jatt-i-sarif, de 1839, y el Edicto Imperial, de 1856). Dicho problema no
era otro que el concepto de liberalización, con el que se pretendía conceder a los
ciudadanos derechos y libertades más amplias, y en particular dar a los no musulmanes
los mismos derechos y deberes que a los musulmanes. En gran medida este segundo
aspecto fue impuesto a los otomanos por la presión de las grandes potencias europeas
en nombre de los cristianos otomanos como parte de la denominada Cuestión Oriental.
Las tensiones causadas por las reformas del Tanzimat provocaron críticas tanto de
quienes no querían el cambio, considerándolo anti-islámico, como de quienes creían
que las reformas no llegarían lo suficientemente lejos y deberían acompañarse por una
mayor participación popular en el gobierno. En la década de 1860, un grupo de
hombres jóvenes conocidos como los Nuevos Otomanos, solicitaron una variedad de
reformas, incluida la petición de una constitución. En 1876, los ministros reformistas
promulgaron una Constitución, aunque fue anulada en 1878. Siguieron una serie de
conspiraciones revolucionarias por grupos conocidos normalmente como Jóvenes
Turcos, que culminaron en una revolución militar en 1908, con la caída del gobierno
despótico del sultán Abdülhamit II y la reinstauración de la Constitución. Los
conspiradores militares estaban relacionados con un grupo de oposición denominado
Comité de Unión y Progreso, que en 1913 tomó el control del Imperio y comenzó a
introducir nuevas reformas más radicales.
6 COLAPSO OTOMANO
Durante el último siglo de su existencia, la cuestión ante la que se encontraba el
Imperio otomano era si a través de la coerción y la conciliación podía mantenerse
unido, hasta que los frutos de la modernización satisficieran a los ciudadanos no
musulmanes para que continuaran formando parte del Imperio. En sus provincias
europeas fracasó porque los cristianos no acataban el poder otomano y las potencias
europeas no permitían que éste les coaccionara. Gradualmente las provincias se
hicieron autónomas: Grecia (1829), Serbia (1830) y los principados de Moldavia y
Valaquia (actual Rumania) que se unificaron en 1859. Grecia se independizó en 1830,
Serbia, Rumania y Montenegro en 1878, así como parte de Bulgaria. Hacia 1885 los
territorios otomanos en Europa se redujeron a Macedonia, Albania y Tracia, y todos
ellos, exceptuando Tracia, dejaron de pertenecer al Imperio como resultado de las
Guerras Balcánicas de 1912-1913. También los otomanos perdieron el control del norte
de África: Argelia fue tomada por Francia en 1830 y Túnez en 1881. Inglaterra ocupó
Egipto en 1882 e Italia se anexionó Libia en 1912. Pero los otomanos conservaron las
provincias asiáticas e incluso aumentaron su poder en Arabia. Aunque había algunas
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muestras de oposición nacionalista en las provincias árabes, se limitaron a una
pequeña minoría, y en 1914 no había razones que hicieran pensar que el poder
otomano no perduraría en Asia.
El colapso y la extinción del Imperio otomano fue consecuencia de la I Guerra Mundial.
El gobierno cometió el error de entrar en la guerra del lado de los Imperios Centrales , y
la derrota de Alemania significó el final de los otomanos. Éstos no tuvieron demasiados
problemas durante los dos primeros años de la guerra, aunque sufrieron derrotas a
manos de Rusia al este de Asia Menor. Pero en 1917-1918, cuando comenzaron en
Irak y Siria nuevas ofensivas británicas, las fuerzas otomanas comenzaron a declinar y
tras la firma del Armisticio de Mudros (octubre de 1918) los otomanos habían perdido
todo menos Anatolia. Los otomanos se vieron obligados a firmar el Tratado de Sèvres
(1920), a través del cual no sólo perdían las provincias árabes sino también sufrían la
división de Anatolia. En oposición a los planes aliados, y en concreto a la invasión de
Izmir por Grecia en mayo de 1919, surgió un movimiento nacionalista bajo el liderazgo
de Mustafá Kemal Atatürk; este movimiento llevó a cabo la resistencia armada hasta
que en 1922 los griegos fueron derrotados y expulsados de Anatolia y del este de
Tracia. El sultán se había comprometido por su aquiescencia con la política de los
aliados, y el 1 de noviembre de 1922 se abolió la dinastía otomana y el Imperio llegó a
su conclusión. Un año después fue sustituido por la República de Turquía.
7 CONCLUSIÓN
Es necesario mencionar las consecuencias de la caída del Imperio otomano. Los
estados balcánicos lo recordaban como un brutal opresor, los liberales europeos lo
denunciaron durante mucho tiempo como el gobierno de una horda extranjera, los
nacionalistas árabes lo acusaron de haber frustrado el potencial árabe durante siglos, y
los nacionalistas turcos lo consideraban un recuerdo peligroso que amenazaba el
movimiento progresivo hacia la nueva república. Sus ideologías islámicas y otomanas
fueron desacreditadas. Un sistema político que duró 600 años, más que el Imperio
romano o el Imperio Británico , y controló una extensa área, debió de tener algunas
virtudes. Para los musulmanes era una cuestión de orgullo y comodidad: el orgullo por
sus primeras victorias, y la comodidad que disfrutó como defensa frente al mundo no
musulmán. Para los hombres de talento representaba un foro a través del cual podían
moverse con facilidad (y así lo hacían) en la búsqueda de una vida mejor. Y para una
gran variedad de pueblos (en 1914 todavía 25 millones) de distintos idiomas, culturas y
religiones, una forma de vivir juntos con cierto grado de armonía. Fue un Imperio con
talento para la guerra y el gobierno y además guardó un gran secreto imperial: los
imperios dependen de un gobierno mínimo para su supervivencia y no deben interferir
demasiado en las vidas de sus ciudadanos. El movimiento de reforma que intentaba
asegurar la supervivencia del Imperio pudo haber sido la causa principal de su
destrucción. Pero los nuevos estados que sucedieron al Imperio descubrieron que las
ideologías de nacionalismo, con las que se habían opuesto al otomanismo, eran
instrumentos difíciles con los que regir estados multinacionales.
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El legado otomano fue importante durante los años siguientes. Había hombres
educados tanto en el sistema otomano como en las ideas del movimiento de reforma
que regían los asuntos de la república turca y eran líderes políticos de los estados
árabes. Los movimientos de población y las conversiones que se habían producido bajo
el Imperio dejaron considerables problemas a los estados sucesores, principalmente
con respecto a los musulmanes que vivían en los estados de los Balcanes. Sin
embargo, el Imperio ha sido poco estudiado y poco comprendido, principalmente debido
a que se abandonó su idioma. El turco otomano, para quienes lo leen, sigue siendo una
clave, como el latín y el griego clásico, para el estudio no sólo del Imperio sino también
de una civilización muy característica.
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Núcleo 5
Feudalismo
1 INTRODUCCIÓN
Feudalismo, sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros
de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se
caracterizó por la concesión de feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a
cambio de una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de
homenaje y fidelidad. Pero tanto el señor como el vasallo eran hombres libres, por lo
que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo de aquél,
que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la
prestación política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la
Europa medieval de su desintegración en innumerables señoríos independientes tras el
hundimiento del Imperio Carolingio.
2 ORÍGENES
Cuando los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de
Occidente pusieron también fin al ejército profesional romano y lo sustituyeron por los
suyos propios, formados con guerreros que servían a sus caudillos por razones de
honor y obtención de un botín. Vivían de la tierra y combatían a pie ya que, como
luchaban cuerpo a cuerpo, no necesitaban emplear la caballería. Pero cuando los
musulmanes, vikingos y magiares invadieron Europa en los siglos VIII, IX y X, los
germanos se vieron incapaces de enfrentarse con unos ejércitos que se desplazaban
con suma rapidez. Primero Carlos Martel en la Galia, después el rey Alfredo el Grande
en Inglaterra y por último Enrique el Pajarero de Germania, cedieron caballos a algunos
de sus soldados para repeler las incursiones sobre sus tierras. No parece que estas
tropas combatieran a caballo; más bien tenían la posibilidad de perseguir a sus
enemigos con mayor rapidez que a pie. No obstante, es probable que se produjeran
acciones de caballería en este mismo periodo, al introducirse el uso de los estribos. Con
total seguridad esto ocurrió en el siglo XI. Véase Orden de caballería.
2.1 Origen del sistema
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Los caballos de guerra eran costosos y su adiestramiento para emplearlos militarmente
exigía años de práctica. Carlos Martel, con el fin de ayudar a su tropa de caballería, le
otorgó fincas (explotadas por braceros) que tomó de las posesiones de la Iglesia. Estas
tierras, denominadas ‗beneficios‘, eran cedidas mientras durara la prestación de los
soldados. Éstos, a su vez, fueron llamados ‗vasallos‘ (término derivado de una palabra
gaélica que significaba sirviente). Sin embargo, los vasallos, soldados selectos de los
que los gobernantes Carolingios se rodeaban, se convirtieron en modelos para aquellos
nobles que seguían a la corte. Con la desintegración del Imperio Carolingio en el siglo
IX muchos personajes poderosos se esforzaron por constituir sus propios grupos de
vasallos dotados de montura, a los que ofrecían beneficios a cambio de su servicio.
Algunos de los hacendados más pobres se vieron obligados a aceptar el vasallaje y
ceder sus tierras al señorío de los más poderosos, recibiendo a cambio los beneficios
feudales. Se esperaba que los grandes señores protegieran a los vasallos de la misma
forma que se esperaba que los vasallos sirvieran a sus señores.
2.2 Feudalismo clásico
Esta relación de carácter militar que se estableció en los siglos VIII y IX a veces es
denominada feudalismo Carolingio, pero carecía aún de uno de los rasgos esenciales
del feudalismo clásico desarrollado plenamente desde el siglo X. Fue sólo hacia el año
1000 cuando el término ‗feudo‘ comenzó a emplearse en sustitución de ‗beneficio‘ este
cambio de términos refleja una evolución en la institución. A partir de este momento se
aceptaba de forma unánime que las tierras entregadas al vasallo eran hereditarias, con
tal de que el heredero que las recibiera fuera grato al señor y pagara un impuesto de
herencia llamado ‗socorro‘. El vasallo no sólo prestaba el obligado juramento de
fidelidad a su señor, sino también un juramento especial de homenaje al señor feudal,
el cual, a su vez, le investía con un feudo. De este modo, el feudalismo se convirtió en
una institución tanto política como militar, basada en una relación contractual entre dos
personas individuales, las cuales mantenían sus respectivos derechos sobre el feudo.
2.3 Causas de la aparición del sistema feudal
La guerra fue endémica durante toda la época feudal, pero el feudalismo no provocó
esta situación; al contrario, la guerra originó el feudalismo. Tampoco el feudalismo fue
responsable del colapso del Imperio Carolingio, más bien el fracaso de éste hizo
necesaria la existencia del régimen feudal. El Imperio Carolingio se hundió porque
estaba basado en la autoridad de una sola persona y no estaba dotado de instituciones
lo suficientemente desarrolladas. La desaparición del Imperio amenazó con sumir a
Europa en una situación de anarquía: cientos de señores individuales gobernaban a sus
pueblos con completa independencia respecto de cualquier autoridad soberana. Los
vínculos feudales devolvieron cierta unidad, dentro de la cual los señores renunciaban a
parte de su libertad, lo que era necesario para lograr una cooperación eficaz. Bajo la
dirección de sus señores feudales, los vasallos pudieron defenderse de sus enemigos,
56
y más tarde crear principados feudales de cierta importancia y complejidad. Una vez
que el feudalismo demostró su utilidad local reyes y emperadores lo adoptaron para
fortalecer sus monarquías.
3 PLENITUD
El feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los siglos
XII y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rin y Loira, dominada por el
ducado de Normandía. Al conquistar sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia,
Sicilia e Inglaterra y ocupar Tierra Santa en la primera Cruzada, establecieron en todas
estas zonas las instituciones feudales. España también adoptó un cierto tipo de
feudalismo en el siglo XII, al igual que el sur de Francia, el norte de Italia y los territorios
alemanes. Incluso Europa central y oriental conoció el sistema feudal durante un cierto
tiempo y en grado limitado, sobre todo cuando el Imperio bizantino se feudalizó tras la
cuarta Cruzada. Los llamados feudalismos del antiguo Egipto y de Persia, o de China y
Japón, no guardan relación alguna con el feudalismo europeo, y sólo son
superficialmente similares. Quizá fueran los samuráis japoneses los que más se
asemejaron a los caballeros medievales, en particular los sogunes de la familia
Ashikaga; pero las relaciones entre señores y vasallos en Japón eran diferentes a las
del feudalismo de Europa occidental.
3.1 Características
En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra
pertenecía al príncipe soberano —bien el rey, el duque, el marqués o el conde— que la
recibía ―de nadie sino de Dios‖. El príncipe cedía los feudos a sus barones, los cuales le
rendían el obligado juramento de homenaje y fidelidad por el que prestaban su ayuda
política y militar, según los términos de la cesión. Los nobles podían ceder parte de sus
feudos a caballeros que le rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de
acuerdo a la extensión de las tierras concedidas. De este modo si un monarca otorgaba
un feudo de doce señoríos a un noble y a cambio exigía el servicio de diez caballeros,
el noble podía ceder a su vez diez de los señoríos recibidos a otros tantos caballeros,
con lo que podía cumplir la prestación requerida por el rey. Un noble podía conservar la
totalidad de sus feudos bajo su dominio personal y mantener a sus caballeros en su
señorío, alimentados y armados, todo ello a costa de sufragar las prestaciones debidas
a su señor a partir de su propio patrimonio y sin establecer relaciones feudales con
inferiores, pero esto era raro que sucediera ya que los caballeros deseaban tener sus
propios señoríos. Los caballeros podían adquirir dos o más feudos y eran proclives a
ceder, a su vez, parte de esas posesiones en la medida necesaria para obtener el
servicio al que estaban obligados con su superior. Mediante este subenfeudamiento se
creó una pirámide feudal, con el monarca en la cúspide, unos señores intermedios por
debajo y un grupo de caballeros feudales para servir a la convocatoria real.
57
Los problemas surgían cuando un caballero aceptaba feudos de más de un señor, para
lo cual se creó la institución del homenaje feudatario, que permitía al caballero
proclamar a uno de sus señores como su señor feudal, al que serviría personalmente,
en tanto que enviaría a sus vasallos a servir a sus otros señores. Esto quedaba
reflejado en la máxima francesa de que ―el señor de mi señor no es mi señor‖ de ahí
que no se considerara rebelde al subvasallo que combatía contra el señor de su señor.
Sin embargo, en Inglaterra, Guillermo I el Conquistador y sus sucesores exigieron a los
vasallos de sus vasallos que les prestaran juramento de fidelidad.
3.2 Obligaciones del vasallo
La prestación militar era fundamental en el feudalismo, pero estaba lejos de ser la única
obligación del vasallo para con su señor. Cuando el señor era propietario de un castillo,
podía exigir a sus vasallos que lo guarnecieran, en una prestación denominada
‗custodia del castillo‘. El señor también esperaba de sus vasallos que le atendieran en
su corte, con objeto de aconsejarle y de participar en juicios que afectaban a otros
vasallos. Si el señor necesitaba dinero, podía esperar que sus vasallos le ofrecieran
ayuda financiera. A lo largo de los siglos XII y XIII estallaron muchos conflictos entre los
señores y sus vasallos por los servicios que estos últimos debían prestar. En Inglaterra,
la Carta Magna definió las obligaciones de los vasallos del rey; por ejemplo, no era
obligatorio procurar ayuda económica al monarca salvo en tres ocasiones: en el
matrimonio de su hija mayor, en el nombramiento como caballero de su primogénito y
para el pago del rescate del propio rey. En Francia fue frecuente un cuarto motivo para
este tipo de ayuda extraordinaria: la financiación de una Cruzada organizada por el
monarca. El hecho de actuar como consejeros condujo a los vasallos a exigir que se
obtuviera su beneplácito en las decisiones del señor que les afectaran en cuestiones
militares, alianzas matrimoniales, creación de impuestos o juicios legales.
3.3 Herencia y tutela
Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos.
Cuando éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia
llamado ‗socorro‘. Su cuantía fue en ocasiones motivo de conflictos. La Carta Magna
estableció el socorro en 100 libras por barón y 5 libras por caballero; en todo caso, la
tasa varió según el feudo. Los señores se reservaron el derecho de asegurarse que el
propietario del feudo fuese leal y cumplidor de sus obligaciones. Si un vasallo moría y
dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero, el señor no tenía por qué objetar
su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el heredero era mujer, el
señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero alcanzara la mayoría de
edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su aprobación. De este modo
surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores de edad o de las
herederas y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos
supuso que el señor se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía
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derecho a una pensión de por vida sobre el feudo de su marido (por lo general un tercio
de su valor) lo que también llevaba a provocar el interés del señor por que la viuda
contrajera nuevas nupcias. En algunos feudos el señor tenía pleno derecho para
controlar estas segundas nupcias. En el caso de muerte de un vasallo sin sucesores
directos, la relación de los herederos con el señor variaban: los hermanos fueron
normalmente aceptados como herederos, no así los primos. Si los herederos no eran
aceptados por el señor, la propiedad del feudo revertía en éste, que así recuperaba el
pleno control sobre el feudo; entonces podía quedárselo para su dominio directo o
cederlo a cualquier caballero en un nuevo vasallaje.
3.4 Ruptura del contrato
Dado el carácter contractual de las relaciones feudales cualquier acción irregular
cometida por las partes podía originar la ruptura del contrato. Cuando el vasallo no
llevaba a cabo las prestaciones exigidas, el señor podía acusarle, en su corte, ante sus
otros vasallos y si éstos encontraban culpable a su par, entonces el señor tenía la
facultad de confiscar su feudo, que pasaba de nuevo a su control directo. Si el vasallo
intentaba defender su tierra, el señor podía declararle la guerra para recuperar el
control del feudo confiscado. El hecho de que los pares del vasallo le declararan
culpable implicaba que moral y legalmente estaban obligados a cumplir su juramento y
pocos vasallos podían mantener una guerra contra su señor y todos sus pares. En el
caso contrario, si el vasallo consideraba que su señor no cumplía con sus obligaciones,
podía desafiarle —esto es, romper formalmente su confianza— y declarar que no le
consideraría por más tiempo como su señor, si bien podía seguir conservando el feudo
como dominio propio o convertirse en vasallo de otro señor. Puesto que en ocasiones el
señor consideraba el desafío como una rebelión, los vasallos desafiantes debían contar
con fuertes apoyos o estar preparados para una guerra que podían perder.
3.5 Autoridad real
Los monarcas, durante toda la época feudal, tenían otras fuentes de autoridad además
de su señorío feudal. El renacimiento del saber clásico supuso el resurgimiento del
Derecho romano, con su tradición de poderosos gobernantes y de la administración
territorial. La Iglesia consideraba que los gobernantes lo eran por la gracia de Dios y
estaban revestidos de un derecho sagrado. El florecimiento del comercio y de la
industria dio lugar al desarrollo de las ciudades y a la aparición de una incipiente
burguesía, la cual exigió a los príncipes que mantuvieran la libertad y el orden
necesarios para el desarrollo de la actividad comercial. Esa población urbana también
demandó un papel en el gobierno de las ciudades para mantener su riqueza. En Italia
se organizaron comunidades que arrebataron el control del país a la nobleza feudal que
incluso fue forzada a residir en algunas de las urbes. Las ciudades situadas al norte de
los Alpes enviaron representantes a los consejos reales y desarrollaron instituciones
parlamentarias para conseguir voz en las cuestiones de gobierno, al igual que la
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nobleza feudal. Con los impuestos que obtuvieron de las ciudades, los príncipes
pudieron contratar sirvientes civiles y soldados profesionales. De este modo pudieron
imponer su voluntad sobre el feudo y hacerse más independientes del servicio de sus
vasallos.
4 DECADENCIA
El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a partir de
entonces inició su decadencia. El sub enfeudamiento llegó a tal punto que los señores
tuvieron problemas para obtener las prestaciones que debían recibir. Los vasallos
prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium, ‗tasas por escudo‘) a cambio de la
ayuda militar debida a sus señores; a su vez éstos tendieron a preferir el dinero, que les
permitía contratar tropas profesionales que en muchas ocasiones estaban mejor
entrenadas y eran más disciplinadas que los vasallos. Además, el resurgimiento de las
tácticas de infantería y la introducción de nuevas armas, como el arco y la pica, hicieron
que la caballería no fuera ya un factor decisivo para la guerra. La decadencia del
feudalismo se aceleró en los siglos XIV y XV. Durante la guerra de los Cien Años, las
caballerías francesa e inglesa combatieron duramente, pero las batallas se ganaron en
gran medida por los soldados profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los
soldados profesionales combatieron en unidades cuyos jefes habían prestado
juramento de homenaje y fidelidad a un príncipe, pero con contratos no hereditarios y
que normalmente tenían una duración de meses o años. Este ‗feudalismo bastardo‘
estaba a un paso del sistema de mercenarios, que ya había triunfado en la Italia de los
condotieros renacentistas.
5 SU PAPEL EN EL DESARROLLO POLÍTICO
La figura jurídica del feudo estaba contenida en el derecho consuetudinario de Europa
occidental y en aspectos feudales como la tutela y el matrimonio, la re vertibilidad y la
confiscación, que continuaron en vigor después de que la prestación militar hubiera
desaparecido. En Inglaterra las posesiones feudales fueron abolidas por ley en 1660,
pero se prolongaron en algunas zonas de Europa hasta que el derecho consuetudinario
fue sustituido por el Derecho romano, proceso concluido por el emperador Napoleón a
principios del siglo XIX.
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