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Escuela Secundaria Numero 80 José Joaquín Fernández De Lizardi Materia: Español Trabajo: Antologías de Mitos y Leyendas Maestra: Fabiola Rocío Moreno Gutiérrez Alumno: Pablo Edson Jair Cubos Leal Grado 1° “A” “No. de Lista 09 Guadalupe, Nuevo León a 21 de septiembre, 2009 Mito del Cíclope En la mitología griega, a los cíclopes se los describe como gigantes de un solo ojo en medio de la frente, poseedores de un carácter hostil y una naturaleza malvada. Algunos de ellos personificaban fenómenos atmosféricos como la tormenta, el trueno, el rayo, y otros eran constructores y artesanos. Algunas leyendas dicen que los cíclopes eran ayudantes de Hefesto, el dios del fuego. La primera generación de cíclopes, según el poeta Hesíodo, estaba constituida por tres hijos de Urano y Gea, llamados Brontes, Estéropes y Arges (aunque algunas fuentes cambian a Arges por Acmónides o Piracmón). Su padre Urano los había encerrado en el Tártaro, pero Cronos (un titán hijo de Urano), los liberó para que lo ayudaran a derrocar y castrar al malvado padre, acto que dio nacimiento a Afrodita. Los cíclopes volvieron a ser encerrados hasta que Zeus los liberó para que forjaran sus rayos y le ayudasen a derrocar a Crono y a los otros Titanes. La segunda generación de cíclopes es la que encontramos en La Odisea, una tribu de gigantes de un solo ojo que Ulises encuentra en la isla de Sicilia. Eran una raza salvaje, caníbal y fuera de la ley que no temía a dioses ni a hombres. Se dedicaban a pastar ovejas y al ver a Ulises desembarcar, el cíclope Polifemo lo encierra a él y a sus hombres en una cueva. Cada día devora a 2 de los hombres, hasta que Ulises idea un plan: emborracha al cíclope con vino y le dice que su nombre es Outys (nadie), para luego hundirle en el ojo una estaca que había afilado y endurecida al fuego. Ante los aullidos de dolor, los otros cíclopes acuden, pero Polifemo declara: “¡Amigos! Nadie me mata con fuerza y con engaños”, por lo que los demás cíclopes se retiran pensando que Polifemo grita en su borrachera. El ingenio de Ulises dio resultado y luego él y la tripulación escapan ocultos bajo los carneros del gigante cuando salen a pastar. Además de su participación en La Odisea, el cíclope Polifemo es famoso además por el mito que comparte con Galatea. Mito de las Sirenas Las sirenas han sido personajes famosos de la mitología por ser mujeres hermosas que seducen a los hombres con sus hermosas voces para guiarlos a su perdición. Pero originariamente en la mitología griega, las sirenas eran mujeres con cuerpo de pájaro parecidas a las arpías. Hijas del dios río Aquelloo y de la musa de la poesía Calíope, se comenta que eran tres, cinco y hasta ocho. Como seres fabulosos de las narraciones fantásticas de la literatura occidental, la función de las sirenas ha variado con el paso del tiempo, al igual que su representación. Generalmente se las describe como bellas mujeres con cola de pez que hechizan con sus cantos, aunque anteriormente se las describía con alas. Según la leyenda, eran fieles compañeras de Perséfone, pero cuando ésta fue raptada por Hades, no pudieron salvarla y como castigo la diosa Deméter, madre de Perséfone, las convirtió en estas criaturas híbridas por no haber cuidado bien de su hija. Las sirenas vivían en la isla de Artemisa, donde descansaban los restos de los marineros que habían sido atraídos por sus cantos, los cuales anunciaban engañosamente los placeres del mundo subterráneo. La literatura les confirió un lugar especial, comenzando con la leyenda de Jasón y los Argonautas, quienes pudieron eludir el engaño de las sirenas gracias a la habilidad de Orfeo. Éste logró cubrir la melodía con su propio canto y así distraer a los Argonautas. Por otro lado, en la Odisea de Homero, Ulises tapó los oídos de toda su tripulación con cera y se hizo atar a un mástil para no poder arrojarse a las aguas al oír su música. Él sabía que si un hombre era capaz de oírlas sin sentirse atraído por ellas, una de las sirenas debería morir. Y luego de deleitarse con sus peligrosos cantos, una de las sirenas tuvo que perecer y ésta fue la sirena llamada Parténope. Las olas lanzaron su cuerpo inerte hasta la playa y allí fue enterrada con múltiples honores en un sepulcro que luego devino en un templo y que, a su vez, luego se convirtió en pueblo que llevaba su nombre. Mito del Minotauro Los hijos del Rey Minos, uno de los descendientes de Europa y Zeus, fueron, (segúncuenta la mitología), Ariadna, Fedra, Glauco, Catreo y Androgeo. Era precisamente este último el favorito del monarca puesto que era un joven atleta capaz de vencer a cualquier rival que se le opusiera. Así pues, de entre los hijos que tuvo junto a Pasifae, Androgeo era su predilecto. Pero la desgracia llegó a la corte del Rey Minos cuando, tras unos importantes juegos en honor a la diosa Atenea, diosa de la sabiduría, Andrógeno, que resultó vencedor, cayó muerto bajo la ira del pueblo de Atenas que no pudo soportar su victoria, (otra versión cuenta que murió bajo la fiereza del Toro de Maratón). Cuando Minos se enteró de esta terrible noticia, la furia y el dolor se apoderaron de él y juró vengarse de todo ateniense que hubiera sobre la faz de la Tierra. Y lo primero que ordenó a su ejército fue partir hacia la ciudad y ponerla bajo su control a cualquier precio. Y así fue… Posteriormente, y en uso de su nuevo poder, estableció una serie de terribles leyes para Atenas, entre las cuales destacaba por su crueldad la de que anualmente, y por un periodo de nueve años, siete jóvenes varones y siete jóvenes doncellas debían ser enviadas hasta Creta para ser introducidas en el laberinto situado en Knossos del que resultaba imposible salir y en el cual eran ofrecidos para morir devorados por un ser que era mitad humano y mitad toro, temible Minotauro, nacido de la unión entre Pasifae y un toro blanco, (esta vez Zeus también tuvo algo que ver, pero ya no era él transformado en bestia como cuando raptó a Europa). Pero ocurrió que, transcurridos tres años, el joven Teseo, que era hijo del por entonces Rey de Atenas Egeo, sintió que debía de hacer algo al respecto y que tenía que poner fin a tanta crueldad sobre su pueblo. Entonces se ofreció voluntario para entrar en el laberinto, esperando así darle muerte y liberar a cualquier ateniense que se encontrase aún en su interior. Cuenta la leyenda que incluso el propio Minos intentó convencerlo habida cuenta de que pertenecía a la nobleza, pero finalmente tuvo que ceder. Ariadna, hija de Minos, impresionada por el porte y el valor de Teseo, se propuso ayudarlo. Aprovechando un momento en que se encontraban a salvo de ojos y oídos ajenos, la joven puso en la mano del aguerrido príncipe un ovillo de hilo de oro y un puñal y, pidiéndolo que llevara ambos objetos ocultos bajo sus ropajes, le rogó que los utilizara y que confiara en ella. Mito Poseidón Dios del Mar Poseidón era el primer hijo nacido de la unión entre Cronos y Rea. Tras él llegaron Zeus, Hades, Hesita y Deméter. Poseidón nació con un poder fabuloso, podía dominar a su voluntad las caprichosas fuerzas de la Naturaleza. Así, controlaba los terremotos y las tormentas , (podía provocarlas con su rayo), y, además, era el Rey absoluto del mundo marino, ya que gobernaba mares, océanos, lagos y ríos con su tridente, cetro de tres puntas que se ha convertido ya en todo un símbolo de su divina presencia. Según narra la mitología griega, al nacer su madre lo salvó de ser devorado por su propio padre escondiéndolo entre unos corderos y entregando a Cronos un pequeño potro para que saciara su ansia devoradora. Claro que, según otras versiones, sí que fue engullido por su progenitor y rescatado más tarde por su hermano Zeus. Este dios poderoso estableció su morada en el mar, en donde levantó un fabuloso palacio dorado engalanado de corales y piedras de colores. Allí se hacía acompañar de otros dioses como Ponto, los Titanes, Tetis y el mismísimo Océano. Pero lo que más le gustaba a Poseidón era recorrer sus vastos territorios en un carro tirado por caballos de blanca espuma. Pero también se enfrentó a otros dioses como, por ejemplo, a Atenea, diosa de la guerra, ya que ambos ansiaban hacerse con el control de la ciudad de Atenas. Para ganarse el favor de los habitantes de la ciudad, Poseidón hizo nacer un pozo al golpear el suelo con su tridente, pero resultó ser de agua salada. Atenea por su parte hizo crecer un olivo fuerte e indestructible que fue el regalo que, al final, prefirieron los atenienses. De todas formas, Zeus terminó por verse obligado a terminar con el conflicto y declaró como vencedora a Atenea, lo que enfadó terriblemente al dios del mar. Entonces una terrible inundación arrasó la costa de la provincia de Ática… También tuvo su protagonismo en el levantamiento de las gigantescas murallas que protegían la ciudad de Troya. Pero los troyanos se negaron a entregarle, tanto a él como a Apolo, la parte de la recompensa que les habían prometido, así que Poseidón les envió un devastador monstruo marino como castigo, monstruo que tan sólo cayó bajo la fuerza de Hércules, encontró su lugar en la mítica Atlántida, en donde se unió a Clito y tuvo diez hijos, (cinco pares de gemelos). Pero su esposa oficial fue Anfítrite, ninfa del mar con la que engendró a Tritón, (el cual era pez sólo de cintura hacia abajo), y que soportó las innumerables aventuras amorosas, y el nacimiento de no menos cantidad de hijos, de Poseidón hasta que cayó enferma de celos. Morfeo el Mito Morfeo, considerado el dios del sueño en la mitología griega y de categoría menor, era hijo de Hipnos, que personificaba el sueño, y de Nix, que era la Noche, y hermano de Tánatos, la muerte. A este dios se le encomendó como misión crear sueños para aquellos que dormían y que los que en ellos aparecieran tuvieran forma humana. De hecho Morfeo, o Morpheus, viene del griego Μορφεύς, palabra que proviene de la que significa “forma”. Morfeo tenía la increíble habilidad de recorrer el mundo una y otra vez con sus alas fabricando fantasías para los humanos. Si alguien presentaba problemas para dejarse mecer en sus brazos, él sabía seducirlos y llevarlos consigo al mundo onírico. Y si hacía falta, podía adquirir la apariencia de algún familiar del insomne. Mientras tanto, sus hermanos Fobetor y Fantaso, encargado uno de la aparición de animales y otro de los objetos que aparecían también en sueños, le ayudaban. Se cuenta también que Morfeo fue hijo de Hipnos así como los “mil oniros“, con la particularidad de que estos “mil oniros” controlaban el soñar de los seres corrientes mientras que Morfeo y sus hermanos Fobetor, (Iquelo, el espíritu de oscuras alas que traía también las pesadillas), y Fantaso, ambos nacidos de la unión de Hipnos con Pasítea, o Aglaea, que era la más joven de Las Tres Gracias, (por ello surge la duda de si Morfeo era también fruto de la unión de Hipnos con esta Gracia). Cuenta la mitología que cuando Ceice, rey de Traquis (ciudad situada al sur de Tesalia), y casado con Alcíone, hija de Eolo (dios de los vientos), se ahogó, su esposa, desesperada por su tardanza, se enteró del trágico final por medio de un sueño, sueño transmitido por Morfeo. Entonces, Alcíone, desesperada de dolor, se lanzó al mar buscando morir con su amado… Vemos así la importancia de Morfeo en los sueños de los humanos Pegaso, El Caballo Alado de la Mitología Griega Allá donde pisaba Pegaso, el agua brotaba mágicamente de su huella… Pegaso era un caballo blanco con alas, nacido del encuentro entre Poseidón, el dios griego del mar y de los caballos, y Medusa, una de las tres Gorgonas. Cuando Perseo, mitad dios por tener a Zeus como padre, acabó con su vida tras una lucha cruenta, Pegaso nació del cuello de la Gorgona, al igual que su hermano, el gigante Crisaor, y al salir batiendo sus alas se elevó, momento en que aprovechó Perseo y subiéndose a él, escapó de las otras dos Gorgonas. Así nació Pegaso. Su nombre, Pegaso, o Pegasus, proviene de Pagé que significa en griego “manantial”. Este fabuloso caballo, indomable, que volaba moviendo las patas como si corriera sobre el mismo aire, poseía el poder de hacer surgir agua allí donde pisase y poseía, además, un carácter indomable que lo convirtió en reto para aquellos que ansiaban tenerlo bajo su mando. Como, por ejemplo, Belerofonte Belerofonte, héroe griego hijo del Rey Glauco de Corinto, vivía obsesionado con capturar a Pegaso hasta que una noche Atenea, diosa de la razón, regaló una solución al ansioso héroe para capturar al rebelde caballo alado: una brida de oro que le permitiría domarlo. Y funcionó, convirtiéndose así Pegaso en el compañero de las hazañas mitológicas que más tarde llegarían. Ahora bien, un día Belerofonte quiso más, quiso convertirse en dios y llegar montado sobre el corcel hasta el mismo monte Olimpo. Zeus ante tal osadía mandó a un pequeño insecto a que picara a Pegaso, (otros cuentan que fue un rayo lo que le envió). Este, al sentir la punzada, se revolvió de tal manera que el pretencioso héroe corintio cayó al suelo quedando lisiado de por vida. Así Pegaso consiguió escapar de él y alejarse batiendo sus alas. Por fin Pegaso volvía a volar en libertad. Pero cierto día ocurrió que en el monte de nombre Helicón se celebraba un concurso de preciosas voces. Tan bellas eran que el monte se fue elevando hacia el cielo sin control ninguno. Ante esto Poseidón mandó a Pegaso a dar un coz a la montaña para parar su exorbitado crecimiento, orden que fue cumplida. Ahora bien, donde Pegaso golpeó nació una fuente, la Fuente Hipocrene, fuente consagrada a la inspiración que proporcionan las Musas. Además, Zeus lo nombró portador del rayo y del trueno, símbolos máximos de su poder, y el encargado de conducir el carro de Aurora, que con su paso anuncia día, antes del amanecer, la llegada de su hermano Helios, que no es otro que el Sol. Con el paso del tiempo, Zeus lo convirtió en una constelación formada por cuatro magníficas estrellas brillantes en forma de cuadrilátero. El Mito de la Caja de Pandora Cuando Prometeo osó robar el fuego que portaba el dios Sol en su carro, Zeus entró en estado de cólera y ordenó a los distintos dioses crear una mujer capaz de seducir a cualquier hombre. Hefesto la fabricó con arcilla y le proporcionó formas sugerentes, Atenea la vistió elegante y Hermes le concedió facilidad para seducir y manipular. Entonces Zeus la dotó de vida y la envió a casa de Prometeo. Allí vivía el benefactor de los mortales junto a su hermano Epimeteo que, a pesar de estar advertido de que Zeus podría utilizar cualquier estrategia para vengarse, aceptó la llegada de Pandora y, enamorándose perdidamente de sus encantos, la tomó por esposa. Pero Pandora traía algo consigo: una caja que contenía todos los males capaces de contaminar el mundo de desgracias y también todos los bienes. Uno de los bienes era la Esperanza, consuelo del que sufre, que también permanecía encerrada en aquella caja. Y es que, por aquel entonces, cuentan que la vida humana no conocía enfermedades, locuras, vicios o pobreza, aunque tampoco nobles sentimientos. Pandora, víctima de su curiosidad, abrió un aciago día la caja y todos los males se escaparon por el mundo, asaltando a su antojo a los desdichados mortales. Cuentan que los bienes subieron al mismo Olimpo y allí quedaron junto a los dioses. Asustada, la muchacha cerró la caja de golpe quedando dentro la Esperanza, tan necesaria para superar precisamente los males que acosan al hombre. Apresuradamente corrió Pandora hacia los hombres a consolarlos, hablándoles de la Esperanza, a la que siempre podrían acudir pues estaba a buen recaudo. Este es el conocido como Mito de la caja de Pandora, que forma parte de la mitología griega. El Mito de Ares, Dios de la Guerra Según cuenta la mitología griega, Ares era hijo de Zeus y Hera, por tanto dios e inmortal, y pronto se proclamó como dios de la guerra. A pesar de ser inmortal sí que sentía dolor, (sus gritos podían oírse desde el más alejado de los confines), y cuando se encontraba herido siempre buscaba el poder sanador de su padre, el gran Zeus. Sin embargo, éste lo despreciaba por su fanfarronería violenta y su sed de sangre. Entre sus luchas a muerte, (en las que siempre se presentaba con su coraza, su escudo, su lanza, su espada y su casco), podemos citar la que concluyó con la muerte de Halirrotio, hijo de Poseidón, el cual había osado violar a Alcipe, hija de Ares, a manos de éste. Tras esta muerte se produjo el primer juicio de la historia por asesinato en el que Ares salió absuelto. Compañeros de aventuras de Ares, (Marte para la mitología romana), fueron su hermana Eris, (también conocida como Éride, la Discordia), y sus vástagos Fobos y Deimos, (Terror y Temor, hijos nacidos de la diosa Afrodita). También Enio, la conocida como “Destructora de ciudades”, solía acompañarlo. Padre de las Amazonas, su residencia estaba establecida en Tracia. Curiosa es la leyenda que cuenta que cierto día dos gigantes, que por cierto eran gemelos, llamados Oto y Efialtes, pretendieron hacerse con el control del Monte Olimpo y como primer paso, secuestraron a Ares y lo introdujeron encadenado en una vasija de bronce impidiéndole salir de ella durante trece largos meses. Para conseguir su liberación, la diosa Artemisa prometió yacer junto a Oto, pero entonces Efialtes se enfadó preso de la envidia y se enfrentó a su hermano. Aprovechando el momento de confusión, Artemisa se convirtió en cierva para escapar y pasó entre los dos… Los hermanos le lanzaron sus lanzas afiladas para cazarla y terminaron matándose el uno al otro. En otra ocasión, mientras Ares copulaba con Afrodita, (con quien engendró también a Eros), el dios de la guerra encomendó al inexperto Alectrión la guarda y custodia de la puerta para que nada ni nadie entrase, pero he aquí que éste se durmió en la guardia y Helios, el dios Sol, se coló en la estancia. Desde entonces, Alectrión, al que Ares convirtió en gallo, canta cada mañana cuando el sol aparece por el horizonte. Ares, dios Olímpico, no es recordado precisamente por sus hazañas, como se puede ver, sino más bien por su ansia eternamente insatisfecha de violencia y muerte y por lo mal parado, herido y humillado que solía terminar en las trifulcas en las que se metía. La Caída de Icaro (Mito) La ambición es parte de la naturaleza humana y no hay nada más humano que los protagonistas de la mitología griega, no por nada los griegos crearon a sus dioses a su imagen y semejanza. El mito de Ícaro representa esta característica humana de desear lo inalcanzable y perecer en el intento. Ícaro era hijo de Dédalo, el constructor del laberinto de Creta que albergaba al Minotauro. Luego de la construcción, fue encarcelado junto a su hijo en una torre por el rey Minos. Dédalo logró escapar pero no podía abandonar la isla por mar, ya que el rey controlaba todo lo que salía y entraba. Entonces comenzó a fabricar alas para él y su hijo Ícaro, ya que el aire era lo único que no vigilaba el rey. Enlazó plumas entre sí, asegurando las más grandes con hilo y las más pequeñas con cera, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro. Ícaro quería ayudarlo, recogiendo plumas del suelo y tomando cera para trabajarlas con sus dedos, entorpeciendo sin querer la labor de su padre. Cuando todo estaba listo, Dédalo probó sus alas y saboreó la libertad junto al éxito de su trabajo. Entonces, equipó a su hijo de la misma manera y le enseñó a volar, advirtiéndole que no volase ni muy bajo, ni muy alto. “Si vuelas muy bajo, la humedad y el vapor del agua empaparán las plumas, éstas serán muy pesadas y caerás al mar. Y si vuelas muy alto, el calor del sol derretirá la cera, se desprenderán las plumas y también caerás al mar”, le dijo, y así, padre e hijo echaron a volar. Pero Ícaro pronto se entregó al placer del vuelo con entusiasmo y comenzó a ascender como si quisiese llegar al paraíso. El ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar. Cuando Dédalo miró atrás, no encontró a su hijo, pero vio dos alas que flotaban en el mar y sobrevoló el lugar infinitas veces tratando de encontrar el cuerpo de su hijo. Dédalo se lamentó amargamente sus artes y en memoria de su hijo, llamó “Icaria” a la tierra cercana al lugar del mar en el que Ícaro había caído. Dédalo llegó sano y salvo a Sicilia bajo el cuidado del rey Cócalo, donde construyó un templo a Apolo en el que colgó sus alas como ofrenda al dios. La caída de Ícaro refleja un intento de libertad que supera la condición humana. El joven inexperto se deja llevar por su ambición, ignorando la sabiduría de su padre, y no puede distinguir el peligro que lo acecha, pereciendo en el camino. El Mito de Adonis El mito griego de Adonis resulta profundamente cautivante. Desde su nacimiento, como producto de un amor incestuoso, hasta la rivalidad que su belleza despertó entre dos de las diosas más importantes, Adonis es un mítico personaje que merece un rincón en el blog. El mito comienza con Tías, rey de Siria, cuya hija Mirra poseía una belleza de la cual estaba tan orgulloso que solía decir que ni la propia Afrodita era tan hermosa como ella. Pero la diosa Afrodita, en venganza, impulsó a Mirra a desear en incesto a su propio padre.(Otras versiones dicen que el rey la había tenido encerrada en el palacio toda su vida, por lo que la joven sólo había conocido a un hombre: su padre, y por ende, se había enamorado de éste). Sea cual sea la versión, Mirra llevó a cabo un plan con la ayuda de su nodriza Hipólita, haciéndole creer al rey que una desconocida ardía de deseos por él, y ofreciéndole encuentros apasionados con una condición: no revelar su identidad. El rey se entregó al ciego deseo de su amante, pero luego de doce noches, descubrió que se trataba de su propia hija y la persiguió buscando su muerte. Mirra escapó, implorando la protección de los dioses que, para protegerla, la convirtieron en el árbol que se conoce como “mirra“. Se dice que cuando caen las hojas del árbol, en realidad se trata de las lágrimas de la princesa… Pero pasó el tiempo y el árbol comenzó a hincharse, y a los nueve meses, surgió un bellísimo niño: Adonis. Afrodita se sintió enternecida por el niño, lo recogió y se lo entregó a Perséfone, diosa del Hades, para que lo criara. Y Adonis creció junto con su belleza, por lo que Perséfone se enamoró de él. Afrodita quiso recuperarlo para ella, pero la diosa del Inframundo se negó. No quedó otra opción que apelar a Zeus, cuya decisión fue que Adonis viviese un tercio del año con cada una de ellas y que el resto lo pasara donde él quisiera. Adonis prefería a Afrodita y vivía junto a ella siempre que le era posible. Pasaba este bello joven su existencia dedicado a la caza en el monte Líbano, hasta que un día Ares, dios de la guerra y amante de la diosa, (otras versiones dicen que fue Apolo), lleno de celos, se convirtió en jabalí y lo mató a cornadas. Cuando la diosa Afrodita llegó junto a Adonis, éste ya estaba agonizando. Lo tomó en sus brazos y allí donde las gotas de sangre tocaban la tierra surgía una anémona. Adonis descendió al Hades, pero Afrodita fue a ver a Zeus y le suplicó que éste no tuviese que pasar su eternidad con Perséfone en el Inframundo. Zeus decidió que lo más justo sería que Adonis pasara una mitad del año con ella y la otra mitad en el Hades, y así fue, desde entonces y para siempre… El mito de Adonis encuentra su referente en los cambios de estación, pues su reencuentro con Afrodita marca el inicio de la primavera y el renacer de la naturaleza, mientras que su regreso al Inframundo con Perséfone da inicio al otoño y el invierno Dedicatoria El presente trabajo se lo dedico a mi maestra Paula Morales Nieto, a mi familia, especialmente a mis padres y mis abuelitos quienes me apoyan en todo y a mis hermanos que están siempre atentos cuando las cosas no van del todo bien y que me ayudan junto a mis padres a salir adelante. Ya que sin ellos mi esfuerzo no tendría sentido. ¡Los quiero mucho!. 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