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UNIDAD 2: INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA
1.1.
DEFINICIÓN DE LA FILOSOFÍA
Los prejuicios
Definir correctamente a la filosofía requiere el quitarse los prejuicios
que de ella puedan tenerse. Un prejuicio es una afirmación o una negación
que se establece sobre algo sin fundamento alguno. Es decir, afirmar o
negar algo, sin saber porqué. A continuación vamos a nombrar algunos de
los muchos prejuicios que hay.
Es bastante común escuchar, de muchas personas, que la filosofía
que alguien tiene, es el estilo de vida con el que encara el día a día. Por
ejemplo, de quien disfruta mucho estar con su familia y con sus amistades,
se dice: “Es su filosofía de vida tener en primer lugar a todos sus familiares,
a sus amigas y a sus amigos.”
Otra cosa muy frecuente, es cuando se considera a la filosofía como
una especie de religión. Por ejemplo, “La filosofía de sus creencias lo alienta
a él en todo momento.
“Amor a la sabiduría”
El significado etimológico del término filosofía es “amor a la
sabiduría”. Esto indica que es filósofo quién ama el profundo saber. Este
amor se expresa en un hondo deseo por alcanzar la sabiduría. Lo cual no
significa que lo conocido sea completamente asequible. Justamente, el
filósofo, tanto en su búsqueda como en sus descubrimientos de la verdad,
se encuentra cara a cara con el misterio. La realidad es de por sí misteriosa.
Es decir, se puede conocer siempre más. No nos estamos refiriendo a la
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cantidad y variedad de conocimientos filosóficos, sino a su hondura o
profundidad.
Puede parecer o suponerse que la filosofía es una disciplina exclusiva
para algunos. Más bien, para pocos. Pero todo hombre es filósofo. A todas
las personas, en algún momento de su vida, se les generan preguntas
filosóficas. Dicha vivencia brota de su naturaleza, es decir, de lo que son:
seres capaces de sabiduría. Como ejemplos, podríamos poner las
siguientes:
“¿Cuál es mi origen?” “¿Podré ser feliz?” “¿Qué es la felicidad?”
“¿Por qué me ocurre esto?” “¿Qué es lo justo?” “¿Por qué debo aceptar y
convivir con mi sufrimiento?” “¿Qué es la muerte”? “¿Tiene sentido mi
vida?” “¿Se justifica mi esfuerzo?” “¿Qué está bien?” “¿Qué está mal?”
“¿Dónde está Dios?”
Todas las preguntas previamente formuladas muestran que en el
hombre hay una necesidad por el saber. Una necesidad que solo se sacia
conociendo. Este tipo de preguntas no están en función del obrar. Por
ejemplo, quien se pregunta que es la felicidad, no lo hace sólo para luego
saber qué hacer y cómo hacerlo para ser feliz, sino también para
contemplar el misterio que esto esconde. Misterio quiere decir no sólo que
la realidad tiene mucho que decir, sino más precisamente, que tiene más
que decir de lo que el hombre puede llegar a abarcar. La realidad supera al
hombre. El misterio es siempre comparado con una luz enceguecedora;
demasiada luz (misterio) para el ojo del hombre (razón humana). Lo
misterioso, entonces, no es lo oscuro o lo que tiene poco o nada que decir,
sino, todo lo contrario.
El contemplar propio del filósofo es un modo de observar. Aquí,
observar no sólo significa mirar con atención. Sino también mirar con
apertura al misterio. Para lograr esto es necesario hacerlo en silencio. Para
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comprender la realidad es requisito el dejarla hablar. El misterio se le
expresa, y el hombre en su silenciosa espera, lo escucha. Tanto el observar
como el escuchar expresan la capacidad del hombre de penetrar la realidad.
Esta es la razón del hombre. El hombre racional puede contemplar la
realidad. La misma razón humana consta de dos facultades. Una de ellas es
el conocimiento intuitivo y la otra es el razonamiento.
El conocimiento intuitivo es la captación de ciertas verdades. Es el
“ver” intelectual. “Intus”-“legere” quiere decir “leer adentro”. Es decir, captar
intelectualmente el interior de las cosas. Esta captación desde el intelecto
no implica esfuerzo. Es pasiva. El razonamiento, por su parte, consiste en
pasar de verdades conocidas a no conocidas. Aquí sí hay actividad, y por lo
tanto, esfuerzo. Esto es el trabajo intelectual. El conocimiento intuitivo es el
propio de Dios. El hombre, por ser un animal racional, necesita esforzarse
para conocer. Para poder intuir más, necesita razonar, es decir, pasar de
unas verdades (conocidas) a otras.
Si bien es más propio del hombre el razonamiento, hay una prioridad
del conocimiento intuitivo sobre el razonamiento. En primer lugar, porque el
conocimiento intuitivo está al principio y al final del proceso de
conocimiento. Al principio, porque se parte de verdades que se han captado
intelectualmente. Y al final, porque se llega finalmente a “ver” otras
verdades. En segundo lugar, porque claramente el razonamiento está en
función del conocimiento intuitivo, se razona para poder “ver” al intuir.
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DEFINICIÓN REAL DE FILOSOFÍA (Lic. Christián Carman)
Problemas en la definición de Filosofía.
Para saber qué es filosofía primero hay que filosofar.
Para entender bien esto primero tenemos que ver bien la diferencia entre
vivencia e idea. Cuando nos hablan de algo o de alguien nos “hacemos
una idea”, pero cuando uno tiene un contacto personal, una experiencia
directa, se tiene una vivencia.
Por ejemplo:
1. uno puede estudiar las calles sobre un determinado lugar, ver
fotos, buscar en Internet, incluso hacer reportajes, etc. Puede saber mucho
pero no conoce el lugar como quien lo ha visitado aunque sea sólo 15
minutos.
2. Cuando nos hablan mucho de alguien y luego lo conocemos,
normalmente decimos: “no era como me lo imaginaba”, ello muestra la
diferencia entre la idea y la vivencia.
3. Muchas veces, ante una situación trágica de un amigo uno intenta
consolarlo, pero siempre se siente cierta impotencia porque “uno no sabe lo
que se siente hasta que lo vive”. Es cierto, la idea no es la vivencia.
La idea es que no tengamos sólo una idea de la filosofía, sino que
también tengamos una pequeña vivencia.
Volviendo al tema de la vivencia y la idea, si yo les digo frases a
ustedes no les dicen nada, como si nombrara una ciudad que nadie conoce
(El pueblo de Devoto, de la Prov. De Córdoba). Y no les dicen nada porque
están vacías de contenido, y se llenan sólo con la vivencia:
“El ser es y el no ser no es”
“Filosofar es aprender a morir”
“En la causa primera el ser y la esencia se identifican”
“Todo lo real es racional y todo lo racional es real”.
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Muchas canciones, por ejemplo, o poemas, tienen sentido cuando
hemos vivido algo parecido a lo que el autor describe, si no es como que
“no nos dicen nada”. Si yo les doy ahora una definición de la filosofía no les
va a decir nada, porque todavía no tienen la vivencia.
Pero lo terrible es que yo tampoco tengo una gran vivencia. Lo ideal
sería que esta materia se las diera un viejo. La diferencia entre un anciano
filósofo y yo es la que puede haber entre un recién casado y un matrimonio
ya consolidado. Tal vez exagere algunas cosas y desconozca otras, pero es
inevitable, además, no lo duden, hablo con sinceridad y entusiasmo, como
un enamorado. Mi consuelo es, finalmente, que la filosofía es demasiado
también para el más sabio.
No hay acuerdo sobre las definiciones de filosofía.
Si tenemos en cuenta que:
1. La vivencia de la filosofía es, como cualquier vivencia, algo personal.
2. La definición de filosofía es ya un problema filosófico
Nos daremos cuenta de que no se puede encontrar una definición en
la que estén todos de acuerdo.
¿Qué quiere decir que la definición de filosofía es ya un problema
filosófico? “¿qué es filosofía?” es una pregunta filosófica (algunos hablan de
“meta-filosofía” como reflexión filosófica sobre la filosofía) Y en esto se
distingue de las demás ciencias porque la pregunta “¿qué es la física?” no
es una pregunta de la física.
Pero ¿Cuál es el problema de que sea una pregunta filosófica? Que
su respuesta implica ya una filosofía, una filosofía particular con la que no
todos están de acuerdo. No existe “la filosofía”, existe la filosofía de
Aristóteles, de Platón, de Hume, de Tomás de Aquino. Aunque
posiblemente haya una “philosophia perennis” (una filosofía en la que todos
estén de acuerdo, pero ¿cuál es? ¿quién dice cuál es?)
Ni siquiera en qué es la filosofía los filósofos están de acuerdo porque
cada uno propone la suya excluyendo todas las demás.
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Uno podría intentar una definición tan general que abarcara a todos:
Filosofía es “aquello que hacen los filósofos”. Pero también los filósofos van
al baño, comen, insultan en la cancha, etc. Y no parece ser eso filosofía.
Bueno, acotemos un poco la definición: Filosofía es “aquello que hacen los
filósofos en cuanto filósofos”. Pero igual necesitamos una definición de
filosofía para saber quiénes son los filósofos y qué cosas hacen en cuanto
filósofos. La definición abarca a todos porque no dice nada.
Ahora bien, si los filósofos discuten entre ellos es porque algo en
común hay, algo en disputa, un objetivo común.
Un físico y un músico no se pelean, porque no pretenden tener nada
en común, pero los filósofos sí. Todos pretenden lo mismo, pero ¿qué es lo
que pretenden?
La explicación última de la realidad.
¿Cuando se acusan entre corrientes distintas de la filosofía, de qué
se acusan?
1. O de no ser lo suficientemente profundos
2. O de no abarcar todos los temas, de ser incompletos.
Entonces, de estas críticas, pueden verse dos características que
debería tener la filosofía:
1. Conocimiento de la realidad total.
2. Radical profundidad de ese conocimiento.
Veamos una noción de filosofía que después iremos llenando de
sentido.
Una definición puede ser nominal o real. La nominal (que se refiere a
la palabra) puede ser entre otras etimológica (una especie de genealogía de
la palabra: se busca su origen) La real trata de describir la esencia de la
cosa.
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Etimológicamente filosofía viene del latín philosophia que a su vez
viene del griego Φιλοσοφια (filosofia) Φιλο: (filo: viene del verbo griego
Φιλεω: amar, y σοφια que significa sabiduría. Etimológicamente, entonces,
filosofía quiere decir “amor a la sabiduría”
La palabra aparece por primera vez con Pitágoras, quien deseaba
oponerse a los sofistas o sabios. La palabra aparece, entonces, como
actitud de humildad: “no somos sabios, porque la sabiduría es propia de los
dioses”. Esta actitud de humildad es propia de quien sabe que lo que ama lo
supera (por eso no lo domino: amar en cierto sentido es “dejarse dominar”
por lo amado. El filósofo no es dueño de la verdad, sino esclavo).
Según la etimología, entonces, la filosofía, más que un conocimiento
es una actitud moral. Hoy se perdió esa actitud, antes la filosofía era una
elección de vida, se consagraba la vida a la sabiduría. Sócrates preguntaba
a sus discípulos: ¿amas la sabiduría? Sócrates es más filósofo por su
actitud (beber la cicuta) que por lo que dijo.
Pero también se llama filosofía al objeto del deseo filosófico, a la
sabiduría.
Entonces, la filosofía es una actitud, pero también la sabiduría misma.
La definición real que veremos, la clásica, apunta justamente a la
sabiduría, no a la actitud:
Conocimiento cierto de todas las cosas a la sola luz natural de la
razón, explicadas por sus causas primeras o últimas.
Conocimiento cierto:
Cierto: La certeza es la firme adhesión de la inteligencia a una
verdad. Es un estado subjetivo, mi seguridad frente a la verdad.
Conocimiento cierto no significa conocimiento verdadero, sino conocimiento
con seguridad. Se opone al conocimiento dudoso o meramente probable.
Claro que esto es la sabiduría, no la filosofía, es decir: a ello apuntamos,
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pero no quiere decir que lo alcancemos plenamente y siempre (aunque
tampoco que no lo alcancemos para nada y nunca).
Conocimiento: La filosofía es conocimiento, no sentimiento ni acción.
Es sobre todo conocimiento. El conocimiento es siempre verdadero, en esto
se distingue del pensamiento. Yo no puedo “conocer” cosas falsas, puedo
pensarlas o pensar que las conozco. No quiere decir que todo lo que dijeron
sea verdad, pero sí que se lo dijo con la intención de serlo.
De todas las cosas:
Todo puede ser estudiado por la filosofía y en eso se distingue de las
ciencias particulares que estudian siempre algunos aspectos de la realidad.
Pero ¿por qué se distingue de todas las ciencias tomadas en conjunto?
Porque estudian lo que todas ellas tienen en común. Algunos dicen que la
filosofía es sólo una reflexión sobre las ciencias, no está de acuerdo con la
definición tradicional.
A la sola luz natural de la razón:
En la edad media aparece este agregado para distinguirla de la
teología: ésta aplica la razón pero a los datos revelados, no a los datos de la
experiencia y así presupone la fe, no es sólo razón. La filosofía sólo debe
aplicarse a los datos proporcionados por los sentidos.
Explicada por sus causas primeras o últimas:
La filosofía pide que se den las razones de lo que uno sostiene y en
esto se distingue del conocimiento vulgar o precientífico (no se opone, se
distingue, pueden decir en muchas cosas lo mismo, pero la filosofía debe
dar razones de ello, debe fundamentarlo).
Se distingue de las otras ciencias que estudian las causa próximas,
no las más profundas. ¿qué es el hombre? Un potencial consumidor, un
bípedo implume, un sujeto social, 23 pares de cromosomas, un mono
desarrollado (todas respuestas científicas) o un animal racional (filosófica:
expresa la esencia).
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1.2.
LAS PARTES DE LA FILOSOFÍA
La filosofía se puede dividir por su fin. De aquí resultan la filosofía
especulativa y la filosofía práctica. La filosofía especulativa tiene como fin
conocer la verdad por la verdad misma. La filosofía práctica, para dirigir la
acción.
La filosofía especulativa contiene a la filosofía de la naturaleza, a la
filosofía del hombre (antropología) y a la metafísica. Las dos primeras tienen
por objeto formal al ente corpóreo en cuanto mutable. Es decir al ente que
cambia sustancial y accidentalmente. La metafísica, en cambio, considera al
ente en cuanto ente.
La filosofía práctica, tiene como fin verdades prácticas. Es decir
verdades que dirigen el accionar del hombre. El accionar del hombre puede
ser su obrar o su hacer. El obrar se refiere a la moralidad de sus actos. Aquí
nos encontramos con la Ética. Por otro lado, el hacer, a la realización de
obras exteriores. De aquí resultan las técnicas o artes mecánicas.
1.3. LA FILOSOFÍA Y LA TEOLOGÍA
La teología es una ciencia que estudia a Dios y al resto de la realidad
como procedente de Dios. Es decir, considera a Dios como causa de la
realidad. La teología puede ser natural o sobrenatural.
La teología natural es aquella ciencia en la que se llega a conocer a
Dios desde la realidad. Es decir, conociendo la realidad, se descubre a su
causa sobrenatural. Dicha causa es Dios. Esta ciencia es natural ya que el
medio a través del cual se conoce es la razón humana. El hombre,
empleando su capacidad de conocer (sentidos y razón), descubre a Dios
como causa de la realidad.
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Por otro lado, está la teología sobrenatural. Esta ciencia también
conoce a Dios y a la realidad. La diferencia que tiene con la teología natural
es que, esta última, sólo se vale de la razón. Por el contrario, la teología
sobrenatural, necesita también de la Revelación del mismo Dios. Es decir,
en esta ciencia se conoce desde lo que el mismo Dios reveló al hombre.
Algunas de las verdades enseñadas por Dios (sobrenaturales) son
también alcanzables por la razón humana. Por ejemplo, por este camino
racional, se puede afirmar que “Dios existe”. Otros contenidos de la
Revelación Divina escapan a la razón humana. Por este otro acceso
suprarracional se puede conocer que “Dios está conformado por tres
Personas que son Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo”.
Que los contenidos de la Revelación sean suprarracionales no
significa que son irracionales. Lo irracional es aquello que no tiene sentido.
Lo suprarracional es aquello que tiene tanto sentido que el hombre por sus
propios medios (razón) no puede alcanzarlo. Entonces es Dios quien le
permite ver a través de la Fe. De esta manera, el hombre profundiza su
saber mediante la Fe que Dios le otorga.
La utilidad de la filosofía (Gabriel Zanotti; “Filosofía para no filósofos”;
…)
Otro tema pendiente es el de la utilidad de la de la filosofía. Muchas
veces se afirma, en efecto, que la filosofía “no sirve para nada”. Tal vez mi
respuesta te asombre, pero, en cierto modo, es así. Tratemos de ver, pues,
en qué sentido la filosofía es “inútil” y en qué sentido no lo es.
Volvamos por un momento a nuestro señor de los tubitos y las
fórmulas matemáticas en el pizarrón. Supongamos que nuestro amigo
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científico ha descubierto una nueva ley química sobre el modo de
combinación entre tales y cuales elementos, y entonces nos dice,
entusiasmado: “¡miren lo que descubrí!”, y nos explica contentísimo la
nueva ley química que descubrió. Pero ahora supongamos que nosotros, no
tan entusiasmados como él, le preguntamos: ¿y eso para qué te sirve? Y
entonces puede ser que nuestro científico se nos quede mirando, medio
extrañado, y finalmente nos conteste: “no sé, pero es fascinante, ¿no?”.
Esa respuesta del científico nos muestra lo que vamos a denominar
actitud contemplativa ante la realidad. El científico está contento porque
está viendo cómo son las cosas, independientemente de la utilidad concreta
que ese conocimiento pueda proporcionar. Tal vez esa nueva fórmula química sirve para hacer un nuevo remedio o un detergente, o lo que fuere,
pero como vemos, no es eso lo que entusiasma tanto a nuestro amigo de
los tubitos. Su gozo deriva del hecho de que ha visto cómo son las cosas,
independientemente de para qué son. (El filósofo, más que el “cómo”, se
preguntará qué son las cosas y por qué son.) Esa actitud contemplativa es
intrínseca a lo que llamamos conocimiento especulativo, que nada tiene que
ver con lo que habitualmente pensamos cuando decimos “especular”, sino
que en este caso es sinónimo de ver o contemplar (de aquí que se llame
espectadores a quienes contemplan un acontecimiento). El conocimiento
especulativo es distinto del conocimiento práctico, que contesta a la
pregunta cómo se hace algo, y que por lo tanto está contestando también a
la pregunta para qué sirve. Sin embargo, el conocimiento práctico requiere
aunque sea un mínimo de conocimiento especulativo, pues para saber
cómo se hace algo hay que tener un mínimo conocimiento de qué son las
cosas con las cuales se está trabajando (como el carpintero, que tiene un
conocimiento práctico sobre cómo hacer muchas cosas con madera, y tiene
un mínimo conocimiento, aunque sea, sobre qué es la madera y sus
principales características y propiedades, aunque sin llegar a saber
necesariamente la composición química de la madera). Ahora bien: la
filosofía es máximamente especulativa, y por eso, si reservamos la palabra
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“útil” para el conocimiento práctico, entonces vemos en qué sentido la
filosofía no es “útil”: porque su misión no es hacer cosas (fabricar
elementos), sino contemplar todas las cosas en sí mismas, desde el punto
de vista de sus primeros principios (los últimos “porqués). O sea que la
filosofía busca la verdad por la verdad misma; no busca la verdad por
aquello que podamos hacer con la verdad. Y quisiera acotar aquí que la
relación del filósofo con la verdad (con las primeras verdades, que son las
que él busca) es una relación amorosa: el filósofo está enamorado de la
verdad; ella es su eterna novia; y es una novia en cierto sentido misteriosa,
subyugante, y difícil de alcanzar. Pero el filósofo, si es tal, le es fiel: sólo ella
es objeto de sus desvelos; y la seguirá buscando siempre por más
inconvenientes que ello implique; y cuando capte algo de su dulzura, la sostendrá siempre, por más problemas que ello le cause. Si el filósofo miente,
habrá sido infiel. Pero en este mundo, aunque el filósofo ame la verdad para
siempre, su amada parece a veces querer dejarlo; y el filósofo intuye que el
casamiento definitivo no es de este mundo.
Ahora bien: podemos también utilizar los términos “utilidad” y “hacer”
en un sentido más amplio, y advertir, entonces, que contemplar la verdad es
también un “hacer” muy especial, y que ese “contemplar la verdad” sirve
para. . .¡Pues para ser feliz! Nada más ni nada menos que para eso. Ese es
el peculiar “servir para” de la filosofía: como habíamos dicho, ayudarte en la
búsqueda de las verdades más fundamentales de tu propia existencia, lo
cual, a veces, no es fácil, ni sencillo ni agradable, pero sí necesariamente
relacionado con tu plenitud como ser humano. Y con esa plenitud, te
aseguro, está relacionada tu felicidad, aunque hasta ahora no hemos filoso
fado sobre la felicidad.
Por otra parte, la filosofía tiene una especie de constante presencia
invisible en toda nuestra cultura (como el cristal del anteojo, a través del
cual se están mirando las cosas). Detrás de toda organización política hay
una determinada filosofía política, detrás de la cual hay una determinada
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filosofía. Detrás de toda técnica hay una determinada filosofía de las
ciencias, detrás de la cual hay una determinada teoría del conocimiento,
detrás de la cual hay toda una filosofía integral. Detrás de toda ética hay
también una filosofía. Lo cual significa que la filosofía está presente cuando
enciendes tu televisor, cuando votas a un candidato en las elecciones o
cuando consideras que debes ayudar a un amigo. Y comenzarás a filosofar
apenas te preguntes el porqué de todo eso; de todas esas cosas que
vivimos diariamente sin preguntárnoslas.
El compromiso del filósofo (Gabriel Zanotti; “Filosofía para no
filósofos”;…)
Y podemos pasar entonces a otro tema, muy relacionado con el anterior:
la filosofía es esencialmente comprometedora. Lo cual significa dos cosas:
primero, que el filósofo ha hecho una ceremonia de compromiso con su
novia, la verdad; si bien eso también debe hacerlo el no - filósofo. Pero lo
segundo es más exclusivo del filósofo, pues se deriva de la especial
naturaleza de las verdades que busca. Y esto es que las primeras verdades
del filósofo son especialmente comprometedoras, en cuanto que el filósofo
se juega lo más profundo de su vida con sólo preguntar por esas verdades,
y mucho más al contestar. ¿Será la misma la vida del filósofo que ha
llegado a la conclusión de que Dios es el destino final del hombre, que la
vida del filósofo que está convencido de que todo concluye con la muerte?
Yo creo que no. Por supuesto, si ambos viven en una misma cultura, puede
ser que ambos tengan costumbres y hábitos culturales similares (muy
probablemente, ambos te darán la mano al saludar, tendrán una cuenta
bancaria, comerán con cubiertos y discutirán de política), pero eso no
implica que su vida, en la intimidad de lo más profundo de su existencia, sea
la misma.
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