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sumario ABRIL-2001 Dos de cada 10 pacientes VIH-positivos en la Comunidad de Valencia se han infectado por un virus que ya era resistente a alguno de los medicamentos actualmente disponibles. Este es el principal resultado del primer estudio representativo de una comunidad autónoma realizado en España sobre resistencias primarias, es decir, aquellas que el virus desarrolla a los fármacos antes de que el paciente haya sido tratado con medicación antirretroviral. En el estudio han participado la práctica totalidad de hospitales de Valencia, Alicante y Castellón y sus centros penitenciarios. Los resultados de este trabajo, que son extrapolables al resto del territorio español, contribuirán a seleccionar adecuadamente la primera combinación de fármacos con los que debe iniciarse el tratamiento del paciente infectado por el VIH. La causa más frecuente de fracaso terapéutico es el mal cumplimiento, que a su vez condiciona la aparición de resistencias Dos de cada 10 pacientes VIH-positivos se infectan por un virus que ya es resistente a alguno de los medicamentos disponibles A primera combinación de fármacos que recibe un paciente condiciona su futuro terapéutico. Un estudio epidemiológico como éste informa de a qué fármacos y en qué medida el virus se ha hecho resistente. De ese modo, es posible diseñar, con más garantías de éxito, el primer tratamiento que va a recibir ese paciente”, asegura el doctor Enrique Ortega, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario de Valencia y coordinador del estudio sobre resistencias primarias que se ha presentado. En el estudio, que se inició en L Los expertos recomiendan utilizar los test de resistencias en aquellas zonas donde la tasa de resistencias desarrolladas por pacientes no tratados son significativas junio de 1999, se tomaron muestras de sangre de 216 pacientes infectados por el VIH que nunca antes se habían expuesto a la medicación procedentes de 14 hospitales de la Comunidad Valenciana y de los centros penitenciarios de Castellón, Picasent y Alicante. Posteriormente, se procedió a hacer un estudio genotípico, es decir, a estudiar el genoma del virus para comprobar si había mutaciones que condicionasen las resistencias a los medicamentos. Otro de los responsables del estudio, el doctor Vicente Abril, de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General 21 sumario Universitario de Valencia, afirma que los resultados revelan que el 17% de los pacientes estudiados estaban infectados por un virus que ya era resistente a alguna de las dos familias de fármacos disponibles, es decir, o a los inhibidores de la transcriptasa inversa (análogos de nucleósido y no análogos) y a los inhibidores de la proteasa. “Todos estos pacientes tenían un virus con mutaciones que se asocian a resistencias a estos medicamentos aunque no a todos por igual. El AZT era el fármaco al que el virus era resistente con mayor frecuencia: concretamente un 10% de los pacientes tenía una o más mutaciones que conferían resistencias a este medicamento”, comenta este experto. La causa más frecuente de fracaso terapéutico es el mal cumplimiento (60%) que a su vez condiciona la aparición de resistencias. El 40% restante es debido a problemas farmacocinéticos, mala absorción y potencial antiviral insuficiente. Pero en el caso de las resistencias, su aparición no sólo le resta eficacia al tratamiento con que en ese momento se trata de suprimir el virus, sino que también se reducen sus futuras opciones terapéuticas. Y como señala el doctor Ortega, éstas, precisamente, no abundan. “Cuando el virus se hace resistente a un fármaco”, añade este experto, “puede hacerlo también al resto de medicamentos de esa familia y, por ahora, sólo contamos con dos: los inhibidores de la proteasa y los de la transcriptasa inversa, aunque pronto se dispondrá de un inhibidor de la integrasa y de un inhibidor de la fusión”. Tratamiento potente y cumplimiento correcto 22 En la actualidad, los expertos coinciden en que es imposible prevenir el desarrollo de resistencias, dada la velocidad de replicación del virus y la facilidad con que desarrolla mutaciones a los antirretrovirales a los que se expone. Lo que sí es posible es retrasar su aparición, y para conseguir ese objetivo es preciso utilizar un tratamiento potente capaz de reducir la cantidad de virus en sangre a niveles indetectables. A esto hay que añadir la importancia de que el paciente tenga un buen cumplimiento de la medicación. El doctor Ortega asegura que la rapidez con la que el virus desarrolla “mecanismos de escape para seguir replicándose es tal que incluso frente a medicamentos, como el efavirenz y la nevirapina, que apenas habían sido comercializados cuando se puso en marcha el estudio, ya se registraron mutaciones primarias”. Por familias terapéuticas, el estudio realizado en la Comunidad de Valencia indica una tasa de resistencias de un 11% a los análogos de nucleósidos; de un 4,5% para los no análogos nucleósidos y de un 5% para los inhibidores de la proteasa. “En estos dos últimos grupos de fármacos”, explica el doctor Abril, “la resistencia es, en buena medida, cruzada. Esto significa que si el VIH de un paciente desarrolla resistencias a un fármaco de este grupo, seguramente será resistente también al resto de medicamentos del grupo”. La posibilidad de saber qué fármacos no cuentan con la eficacia suficiente para evitar la replicación del virus permite diseñar con mayores garantías de éxito el tratamiento inicial Implicaciones terapéuticas La disponibilidad de un estudio epidemiológico como el presentado, cuyos resultados son extrapolables al resto del territorio español, contribuirá a diseñar con más acierto la primera combinación de fármacos que va a recibir un paciente, y que, como apunta el doctor Ortega, va a marcar su futura evolución terapéutica. Estos datos ponen de relieve la importancia de la utilización de los test de resistencia. En la actualidad, estas pruebas todavía no constituyen una herramienta habitual de la práctica clínica, como puedan serlo, por ejemplo, la carga viral (cantidad de virus en sangre) o el recuento de linfocitos CD4. Su empleo se limita, por ahora, a los pacientes que han tenido uno o más fracasos terapéuticos y no en todos los centros. Todavía no se emplea, pues, para el diseño del tratamiento inicial. En opinión del doctor Ortega, si se hacen estudios y éstos indican que en una zona las resistencias primarias son elevadas, convendría entonces hacer una prueba de resistencias genotípicas al paciente antes de exponerle al primer tratamiento. Actualmente, los responsables del estudio analizan cuáles son las características que tienen en común aquellos pacientes con resistencias primarias. El doctor Abril afirma que aunque nadie está libre de infectarse por un virus que ya es resistente a algún fármaco, lo cierto es que, al menos en un plano teórico, múltiples contactos con el virus aumentarían el riesgo de infectarse por cepas resistentes, como sucede en el caso de los adictos a drogas por vía parenteral o en personas muy promiscuas sexualmente. “También se corre un mayor riesgo si el paciente es infectado por alguien que presenta un cumplimiento insuficiente o incorrecto de la medicación, ya que este último tiene más probabilidades de haber desarrollado ya resistencias”.