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Transcript
Estado y los pobladores de las colonias populares de la
Finalmente una observación gráfica a la editorial ¿por
qué se ilustró la portada con una fotografía de una vecin­
dad cuando es lo que explícitamente señala Cornelius que
no va a estudiar?
P a t r ic ia A rias
CIES A S/E/ Colegio de Michoacán
E s t e b a n K rotz ,
Conceptos
Utopia, E d . Edicol, Serie Sociología —
17, México, 1980.
En un libro corto y claro, el autor se propone “presentar
algunos de los elementos más ricos y prometedores” de
la tradición utópica. Este trabajo puede considerarse como
una introducción al pensamiento utópico y a las fuentes
de la imaginación social. Por esto, el libro se divide en
dos partes: el texto del autor y una antología de textos
claves.
El resultado, sin embargo, es de mayor alcance: en
la introducción se encuentra un esfuerzo por hacer socioantropología de la imaginación, por elaborar una crítica
de la utopía. Y es un esfuerzo fructífero ya que permite
apreciar la referencia concreta de la utopía —aunque con
frecuencia se encuentre formalmente ausente— y la crí­
tica a los 'desórdenes establecidos'.
Esto no quiere decir que se quiera encasillar al pen­
samiento utópico en una tradición de grandes maestros;
se muestra por el contrario cómo es producto de múlti­
ples reflexiones autónomas sobre sociedades concretas dis­
tintas. Además, el sueño diurno y las fantasías alternati­
vas, no necesariamente formuladas ni escritas, son tam­
bién utopía. Esta no es, pues, ni en sentido redfieldeano,
una disciplina, sino una manifestación social universal,
aunque sus características y su función varíen.
Y sin embargo, los grandes utópicos, al imaginar e
intentar implantar alternativas, analizan el presente, y
forman, de hecho, una tradición,
cos: el gobierno por los no aptos,
la familia, el Estado son, en distintos
dos como las causas de la miseria,
felicidad humana.
al proponer diagnósti­
la propiedad privada,
momentos, identifica­
la corrupción o la in­
Uno de los principales ejes del libro es el de la re­
lación utopía-historia. La República de Platón y las uto­
pías populares campesinas de las postrimerías de la edad
media comparten un rasgo: la convicción de la necesidad
de cambios substanciales en la arquitectura social. Es me­
nos significativo que los medios señalados difieran dia­
metralmente. La utopía desaparece de la historia propia
con el creador del término. Se le coloca en islas inasequi­
bles; se olvidan los caminos y las rutas marítimas que lle­
van a la sociedad perfecta. Todo esto en el umbral de la
expresión europea, cuando el mundo se convierte en un
sistema cerrado, en un solo mercado, durante el largo
siglo XVI que nos pintan Braudel y Wallerstein. La uto­
pía persiste como crítica de ninguna parte de la sociedad
concreta hasta la Revolución Industrial, cuando la histo­
ria propia la recupera. El trecho temporal que separa al
presente de la utopía se reduce a partir de entonces, hasta
que ésta se vuelve prácticamente contemporánea. “Ya no
se trataba de buscar un camino hacia un ideal sitio lejano,
sino se quería transformar e! presente para construir un
futuro mejor” (p. 77). Pero el hecho más importante y
el que, según Krotz, acarrea una transformación radical
en el pensamiento utópico es el surgimiento de las cien­
cias sociales: cuando esto sucedió “el pensamiento utópico
como forma de análisis social había concluido con su fun­
ción h is tó ric a ...” (p. 86).
Esto explica que el marxismo sea clave para el libro.
Existe una continuidad crucial entre los utópicos so­
cialistas y los marxistas. Krotz señala cómo Marx y Engels reconocen “los geniales gérmenes de ideas y las ge­
niales ideas” de Fourier, por ejemplo. Pero M arx y sus
seguidores, por otro lado, distinguen tajantemente entre
los utópicos y los ‘científicos*. El divorcio entre utopía y
análisis social parte de este momento.
Durante el siglo XX no sólo se siguen produciendo
utopías y antiutopías en forma de novelas políticas;
también se genera una tradición (ésta sí contenida en dis­
ciplinas) de análisis de la utopía de la planeación que
señala una relación de continua transformación mutua
entre el pensamiento utópico y los análisis de las ciencias
sociales.
Subyace a las consideraciones finales un optimismo
radical. El libro, que empie:'a haciendo hincapié en la
creciente coacción del sistema y i a reducción relati va de
los grupos capaces de disfrutar del mundo y de la cultura
humana termina —con E. Bloch— destacando la capaci­
dad humana de construir historia “abierta”. Y la utopía,
en sus múltiples formas, se convierte en el impulso de las
ciencias sociales —y de la lucha política— que buscan la
construcción de esta historia.
Queda dicho que este libro posee im valor más que
introductorio. Es posible que por eso mismo resulte (salu­
dablemente) insuficiente. Esto es particularmente obvio
en la planteada relación entre
ciencias
sociales,
utopía e historia. La tesis del divorcio entre utopía y aná­
lisis al nacer las ciencias sociales resulta si bien interesan­
te, escasamente explorada. Quedan dudas sobre la posi­
ción del autor en cuanto a la participación de las ciencias
sociales en la vida social v política. Y este punto es cru­
cial, dado que, si las ciencias sociales son privilegio —o
estigma— de minorías, la utopía seguirá poseyendo un
gran valor analítico para los no-iniciados. Por otro lado:
¿existe realmente una diferencia de orden entre el análisis
que el autor considera como utópico y el llamado ‘cien­
tífico’?
j
A g u s t í n E sc o b a r
C IES A S / E L Colegio de Michoacán