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Titulo: Concepción marxista de la ética ambiental, condición para la sustentabilidad
en el siglo XXI.
Autora: Lic. Imirsy Valdivia Martínez.
Dra. Susana Rufina Arteaga González.
Institución: Universidad de Ciencias Pedagógicas “Félix Varela”.
Dirección: Carretera de Maleza y Circunvalación.
Teléfono: 209936.
Email: [email protected] y [email protected].
Lugar: Santa Clara. Villa Clara.
RESUMEN
En este trabajo se aborda la necesidad de una ética ambiental a partir de los principios
morales vigentes en la sociedad y de los valores humanos universales considerando que el
hombre en tanto ser bío psico social es parte de la naturaleza, se distingue de ella por su
conciencia, su capacidad creadora. Se discrepa de las concepciones de que la naturaleza es
un ser moral pues la moral es
propia de los seres humanos, es un potente mecanismo
regulador de sus relaciones interpersonales y con la naturaleza pero la naturaleza en sí
misma no posee dignidad en un sentido moral. La educación en valores morales es una vía
importante para preparar al sujeto para la sustentabilidad en la medida en que se apropie de
los valores morales que regulen su conducta en todos los sentidos y específicamente con la
naturaleza. Una propuesta de educación moral que abarque los dos contextos: el social y el
natural, que conduzca a desarrollar la capacidad reflexiva como vía para interiorizar los
valores como condición para que logre regular la conducta ante sí mismo, ante la naturaleza
y ante los demás, en tanto todos somos parte de la naturaleza.
INTRODUCCIÓN
Una problemática del mundo de hoy es la relación naturaleza - sociedad y en el contexto de
esta relación se cuestiona la presencia de valores ambientales y de una ética ambiental, en
este sentido se proyecta esta investigación.
¿Cuáles son los principales problemas en la relación actual del hombre con la naturaleza?
 Perspectivas de agotamiento en un futuro no muy lejano de los recursos no renovables:
energéticos o de materia prima, el agua.
 Contaminación a escala tal que la naturaleza no está en condiciones de restablecer su
equilibrio ecológico provocando cambios climáticos que constituyen una amenaza para la
supervivencia de la especie y del planeta.
 Aumento de la población en la tierra que adquiere carácter de explosión demográfica.
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 Problemas sociales como la guerra, el hambre, las enfermedades que amenazan la vida
en el planeta.
La degradación del medio ambiente en este momento es tal que pone en peligro la propia
existencia del hombre en su condición de ser bío- psico- social. Esto ha puesto en un plano
importante la educación ambiental por una sustentabilidad y la problemática ética cobra una
importancia mayor.
¿Es posible hablar de valores ambientales dentro del sistema de valores del sujeto?
¿La existencia de una Ética ambiental significa imprimir a la naturaleza en sí misma valores
éticos?
En este trabajo se trata de dar respuesta a este problema con el objetivo de fundamentar la
presencia de una ética ambiental como parte de la ética del sujeto social e individual. Se
sostiene la tesis de que la naturaleza por sí misma no es un sujeto ético, sino que es el
hombre el que debe estar preparado con conocimientos científicos y
valores éticos
para
regular su relación consigo mismo, con los demás, en tanto seres bio-psico-sociales y por
tanto parte de la naturaleza y con la naturaleza misma.
DESARROLLO
La antropología filosófica ve al hombre en su integralidad, en su organización bío, psico
social, como objeto de una investigación científica concreta en todas las formas de su
actividad vital lo que implica la orientación axiológica, la praxis, el análisis objetivo y
multilateral del rasgo determinante del ser humano, su esencia social y de la actividad
objetiva, revelar y mostrar todo el sistema de sus vínculos y dependencias recíprocas en su
determinación histórico concreta.
Las concepciones particulares a veces reducen esta concepción a una visión unilateral,
psicológica, biológica, de comportamiento, debido a la imposibilidad práctica de aplicar un
principio filosófico general al análisis científico concreto. Este hombre solo existe en tanto
individuo, como elemento concreto, como el conjunto de sus cualidades físicas y espirituales
que se dan en su corporeidad, desarrolla sus potencialidades en la unidad de lo diverso y se
concreta en una personalidad única e irrepetible.
La concepción humanista ve al hombre como valor supremo, que desarrolla sus cualidades y
valores y sus fuerzas creadoras que le permiten transformar la realidad y transformarse a sí
mismo en su actividad práctica. Esta concepción humanista tiene su origen en la antigüedad
en el estudio y cultivo de las artes vinculadas a la cultura antigua, las humanidades y la
literatura greco romana. El humanismo cristiano es una respuesta a la explotación
despiadada del hombre por el sistema esclavista. El régimen feudal vincula al hombre a la
fe religiosa y en este sentido lo subordina a él.
El antropologismo feuerbachiano ve al hombre
como centro pero como ser pasivo, que
recibe influencias del medio pero no le reconoce la capacidad de transformarlo, a través de
la actividad humana, transformadora de la naturaleza sólo concibe como auténticamente
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humana la actividad teórica, concibe al hombre como un ser abstracto, aislado, haciendo
abstracción de su esencia histórica. Se limita a contemplar al hombre dentro de la sociedad
civil.
El humanismo burgués exalta la razón humana en contraposición a la idea de Dios
y el
movimiento cultural que es su expresión más rica, el Renacimiento, significa una vuelta al
virtuosismo de los clásicos de la antigüedad, una protesta contra el oscurantismo religioso y
la opresión de la personalidad por el sistema feudal, tuvo carácter progresivo y
revolucionario en tanto canalizó las fuerzas más revolucionarias para la revolución que dio al
traste con el surgimiento del Capitalismo, resaltando el valor del hombre como valor
supremo y los valores de igualdad, libertad y fraternidad. Comprende al individuo como ser
privado, y no como persona universalmente libre, degeneró en la medida en que se
estableció el capitalismo como sistema, en el surgimiento del individualismo burgués, en la
fragmentación y atomización del hombre, en el reconocimiento del hombre burgués y la
anulación del hombre de las clases desposeídas, de los humildes, incluso de la propia
naturaleza en aras del omnipotente poderío de la clase burguesa.
En las concepciones premarxistas predominaba una concepción especulativa, abstracta, la
esencia humana como algo dado de una vez y para siempre, ahistóricamente.
El Marxismo resuelve este problema a partir de su concepción de la esencia humana como
conjunto de relaciones sociales y por tanto la historia de los hombres es la historia de su
propia actividad en la interacción con el mundo natural y social. Su carácter humanista se
concreta en el análisis del hombre en su integralidad, en sus relaciones sociales, su papel
activo y transformador tanto de la naturaleza como de sí mismo a partir de la actividad
práctica en su determinación bío-psico-social, como un ser concreto, históricamente
determinado, como expresión de sus relaciones sociales sin diluirse en ellas, como producto
de su propia actividad. El individuo no se reduce a las relaciones sociales, vive en la
naturaleza. Significa esto que el hombre no ha existido siempre sino que surge en un
determinado momento histórico de la larga evolución de la materia en lo que intervienen
tres elementos esenciales; el trabajo, las relaciones sociales y el lenguaje.
La naturaleza es la materia en toda la diversidad de sus manifestaciones y formas de
movimiento, es una realidad objetiva cuyo producto superior es el hombre. El nexo entre
sociedad y naturaleza es contradictorio, el hombre es parte de la naturaleza en tanto ser
biológico está sometido a las leyes de la naturaleza, por la ley de la herencia y en general
por todas sus determinaciones biológicas, pero se distingue de ella por su psiquis, por su
conciencia, por esa capacidad de reflejar la realidad en imágenes, por el carácter activo y
creador de su conciencia; se vincula indisolublemente
a ella a través de su actividad
práctica y transformadora, toma de ella lo que necesita para su existencia y en este proceso
transforma la naturaleza y se transforma a sí mismo. Es un ser social, producto de la vida en
sociedad, se desarrolla en sociedad y sólo en ella alcanza su determinación.
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El hombre se relaciona con su mundo a través de la actividad humana, entendida esta como
un modo específicamente humano de relación del hombre con la naturaleza, es la forma
concreta
de existencia, desarrollo y transformación de la realidad social, en que la
naturaleza le aporta los recursos para crear los bienes materiales indispensables para su
reproducción como ser biológico y como ser social. El mundo es objeto de la transformación
del hombre, es la parte del mundo que el hombre humaniza, que integra a su realidad
inmediata, le pone su sello. Por lo que la actividad humana es también actividad práctica,
material, transformadora, consciente, mediada por la práctica cognoscitiva y valorativa, el
hombre acude a ella a partir de sus conocimientos y en ella adquiere nuevos conocimientos
y a la vez valora, emite juicios sobre la efectividad de su acción sobre la naturaleza que
dependen de su experiencia y conocimientos, su contenido es el cambio y la transformación
de esa naturaleza y de la realidad social y de sí mismo.
Federico Engels refiriéndose a este aspecto señaló: “Lo único que pueden hacer los animales
es utilizar la naturaleza exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella: El
hombre, en cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y esta es, en
última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales,
diferencia que, una vez más viene a ser efecto del trabajo”.(Engels. 1976: 375).
La sociedad humana no puede existir sin producir los objetos que les son vitales para esta
actividad transformadora, pero esta actividad sólo puede ser realizada en colaboración con
la naturaleza actuando en correspondencia con las leyes objetivas que la rigen y controlando
los efectos de su acción sobre ellas. Cada una de estas esferas tiene sus propias leyes de
desarrollo pero la sociedad ha de tener en cuenta las leyes naturales.
La producción material contrapone la sociedad al resto de la naturaleza, asegura su
independencia y expresa
su dominio sobre ella, es la mejor muestra de la permanente
relación naturaleza-sociedad. En esta relación la naturaleza no desempeña un papel pasivo,
tiene sus propias leyes las cuales deben ser tenidas en cuenta por el hombre.
Tanto las leyes de la naturaleza como de la sociedad son leyes objetivas, existen fuera e
independientemente de la conciencia del hombre, este las descubre, las utiliza en su
beneficio para regular la transformación de la naturaleza, de la sociedad y de sí mismo, pero
mientras las leyes de la naturaleza actúan como fuerzas ciegas, impersonales, al margen de
la actividad y la voluntad de los hombres, las leyes de la sociedad
actúan a través de la
actividad de los hombres. Si bien los fenómenos sociales no pueden ser explicados por las
leyes naturales pues cada esfera tiene sus particularidades y sus propias leyes de desarrollo
no puede obviarse que el hombre, aunque como ser social lo determinante en su desarrollo
son las leyes sociales, es un ser biológico y debe tener esto en cuenta en su acción en la
naturaleza.
Para el análisis de la problemática de la formación de valores se parte de esa especificidad
del ser humano en tanto ser espiritual, consciente, que lo distingue de los animales. Se
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tienen en cuenta las concepciones expuestas por varios autores como Fabelo (1996,7) que
plantea dos planos de análisis, el objetivo que depende de las cualidades concretas de los
objetos, fenómenos y procesos de la realidad; tiene un carácter cambiante, dinámico,
dependiente de las condiciones históricas concretas y estructuradas jerárquicamente. A su
conjunto le denomina sistema objetivo de valores. Y el subjetivo que se refiere a la forma en
que ese sistema objetivo se refleja en la conciencia
de cada sujeto conforma su propio
sistema subjetivo de valores que puede corresponderse o no con el sistema objetivo, en
dependencia de los intereses individuales
y
generales de la sociedad en que viven. Su
función es la de reguladores internos de la actividad humana.
Distintos autores cubanos en una u otra medida coinciden en esta clasificación, algunos no
lo consideran como nivel pero parten de la objetividad de los valores, Fernando González
Rey (1996, 49) se refiere a los valores formalizados y personalizados en franca alusión estos
últimos a los valores asumidos, personalizados, interiorizados por el hombre, lo que implica
el reconocimiento de la carga subjetiva que tienen. Según este autor cualquier relación
social se constituye en valor, siempre y cuando tenga un significado social; a partir de esta
concepción los valores pueden clasificarse en materiales y espirituales teniendo en cuenta la
clasificación de las relaciones que hace el Marxismo. Otros autores se refieren a los valores
culturales
y
éticos,
morales,
estéticos,
vitales,
materiales,
intelectuales,
religiosos,
filosóficos. (Llorens, 1995:10). El grupo de CEFOVAL, de la Universidad de Ciencias
Pedagógicas
de
Camagüey
los
agrupa
en
cinco
subgrupos:
(idiosincrasia, tradiciones, costumbres), artístico- estéticos,
éticos,
socioculturales
ambientales y político-
ideológicos con los que se coincide con la revista mencionada y la investigadora Nancy
Chacón.
Tomando de los diferentes autores en esta investigación se procede con la siguiente
clasificación: Morales, políticos, estéticos, afectivos, religiosos, ambientalistas y jurídicos, sin
descartar que cualquier relación social se constituye en valor siempre y cuando tenga un
significado social, o sea, que no es una clasificación cerrada, sino convencional a los efectos
del trabajo investigativo.
Por su carácter de orientadores y reguladores internos, los valores morales forman parte del
contenido movilizativo de los restantes valores, al estar presentes como premisas, son
fundamento del acto de conducta en cualquier esfera de la vida y ocupan un lugar especial
dentro del sistema, de ahí que un proyecto educativo no pueda subrayar la formación de
valores morales. Estos dan sentido trascendente, autenticidad y coherencia al quehacer del
hombre, en lo personal y en su convivencia con los demás y con la naturaleza. Son los que
orientan la conducta, en base a ellos se considera cómo actuar ante las diferentes
situaciones que se plantean en la vida. Se relacionan principalmente con los efectos que
tiene lo que se hace con las personas, la sociedad o en el ambiente en general.
Por tanto los valores ambientales parten de estos:
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 Responsabilidad en la protección de la naturaleza como condición de la existencia
humana.
 Amor por la naturaleza expresado en sentimientos de afecto hacia ese don que nos
produce placer y satisfacción material y espiritual.
 Colaboración o solidaridad con ella pues brinda los bienes necesarios para nuestra
reproducción como ser biológico y social, asegura el contexto de partida de nuestra
existencia.
 Justicia intergeneracional relacionada con la
sostenibilidad, pensando en
las
generaciones subsiguientes.
 Se
oponen
a
los
antivalores
de
desequilibrio,
destrucción,
depredación,
sobreexplotación y uso irracional, antropocentrismo irreflexivo e irresponsable.
Por tanto se considera que los valores ambientales constituyen el significado social que
conceden los hombres a la naturaleza y a su interrelación con ella que depende mucho de
su conocimiento sobre la importancia de la naturaleza
en su propia existencia y que se
concreta en una actitud ante ella, de protección, respeto, sin egocentrismo antropológico a
partir del criterio de que el hombre forma parte de la naturaleza en tanto ser biológico pero
su condición de ser psicosocial
le concede un lugar especial que no significa desoír las
necesidades de esta.
La moral en tanto normas que regulan las relaciones entre los hombres no es propia de la
naturaleza en su condición esencial, pero no excluye que el hombre por ser parte de ella
debe asumir una ética de sus relaciones con ella. En este sentido se parte de asumir la
naturaleza como objeto moral, en tanto es un valor en sí mismo y sujeto de valores. Aunque
coincidimos en que es objeto moral por su condición de contexto en que se mueve el
hombre, interactúa con él, le ofrece condiciones para su vida, le aporta los recursos para
crear bienes materiales, es condición para su propia existencia, las normas, principios y
valores morales, por su alto papel regulador, guían la conducta del hombre también en este
tipo de relación que es también una relación humana, pero la naturaleza no es sujeto moral,
esa es una propiedad del hombre.
Se discrepa de las concepciones de que la naturaleza es un ser moral pues la moral es
propia de los seres humanos, es un potente mecanismo regulador de sus relaciones
interpersonales y con la naturaleza pero la naturaleza en sí misma no posee dignidad en un
sentido moral. Aunque no es un ser moral sí es objeto de respeto moral.
La llamada ética instrumentalista, utilitarista o individualista postula el derecho del hombre a
tomar de la naturaleza lo necesario para su existencia aunque tenga que sacrificarla. Esta
concepción ha justificado la destrucción de la naturaleza en aras de un interés superior del
hombre, no siempre moral. En las condiciones del consumismo de la sociedad capitalista
este criterio ha reducido “el interés superior del hombre” a una objetivación sin precedentes
en que el afán de posesión de bienes materiales y el hedonismo de las clases dominantes ha
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desatado una acción totalmente descontrolada más en interés de los grandes propietarios
que verdaderamente del hombre.
Se trata hoy de lograr un equilibrio en ese intercambio hombre naturaleza en que el hombre
como ser consciente calibre sus verdaderas necesidades y sea capaz de renunciar a la
satisfacción de falsas necesidades en aras de proteger la naturaleza y dirigir sus acciones de
acuerdo a sus principios morales teniendo en cuenta las necesidades, fines, objetivos, costos
y beneficios morales.
La educación en valores morales es una vía importante para preparar al sujeto para la
sustentabilidad en la medida en que se apropie de los valores morales que regulen su
conducta en todos los sentidos y específicamente con la naturaleza. Una propuesta de
educación moral que abarque los dos contextos: el social y el natural, que conduzca a
desarrollar la capacidad reflexiva como vía para interiorizar los valores como condición para
que logre regular la conducta ante sí mismo, ante la naturaleza y ante los demás, en tanto
todos somos parte de la naturaleza.
Una actitud antivaliosa frente a la naturaleza es indicativa de igual actitud frente a otros
hombres por tanto, en la medida que el hombre sea portador de auténticos valores morales,
estéticos, los proyectará también hacia la naturaleza como parte de esa unidad.
Existen diferentes definiciones de ética ambiental que de una manera u otra no precisan el
contenido moral de los valores, son excesivamente generales y pueden ser aplicadas a
fenómenos totalmente distintos. (Ver Valdés Menocal: 1996)
Sin pretender dar una nueva definición se considera que la Ética ambiental expresa las
normas morales existentes respecto al individuo consigo mismo y con los demás (el resto de
la sociedad), en la unidad de lo individual y lo social extendidas a la naturaleza, a su medio
ecológico, en tanto por su conciencia, su espiritualidad, se distingue de ella pero como ser
biológico es parte de ella. Y por tanto, debe regular su conducta por las mismas
consideraciones éticas.
Una serie de normas morales tienen plena vigencia respecto a la naturaleza:

No hacer a la naturaleza lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros.

Actuar respecto a la naturaleza de acuerdo al bien moral y evitando al máximo hacer
el mal.

El conocimiento de sí mismo (le agregaríamos y de la naturaleza) es lo más
importante, al margen de la opinión ajena. (Sócrates).

La virtud no se adquiere como producto de la razón sino vinculado estrechamente
con la práctica (le agregaríamos: en la naturaleza, captando los mensajes que nos
envía).
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
Obra de tal modo que trates a la humanidad (y a la naturaleza) tanto en la persona
de cualquier otro, siempre como un fin en sí mismo y nunca solamente como un
medio”. (Kant). Trata a la naturaleza como un medio para obtener bienes que
necesitas pero solo lo que realmente necesitas, sin poner en peligro su existencia y la
tuya.

La libertad como autonomía es la capacidad de conducirse por las normas que dicta
su propia conciencia entendidas ellas como universales. (Kant). Actúa con libertad
frente a la naturaleza, actúa con conocimiento de causa y de los efectos de tus actos
sobre ella, no actúes como un dominador.

“Quien se convierte en gusano no puede quejarse de que lo pisoteen”. José
Ingenieros.

Si actúas como un animal irracional no te diferencias de ella y la vida te aplicará las
mismas reglas. La naturaleza, al decir de Engels, tomará su venganza.
Agregaríamos:

Actúa con sentido de justicia frente a la naturaleza, a cada cual lo que corresponde,
sé equitativo.
José Martí, el héroe nacional cubano, plantea que “Hay carácter moral en todos los
elementos de la naturaleza” (1976:25) y lo justifica
a partir de que todos avivan este
carácter moral en el hombre, aunque lo afirma categóricamente se refiere a esa toma de
conciencia del hombre de la verdad que es “...la hermosura en el juicio; la bondad que es la
hermosura en los afectos y la mera belleza que es la hermosura en el arte”. Asume la
naturaleza como inspiradora, que cura, consuela y prepara al hombre para la virtud y solo se
completa y se revela a sí mismo en esa íntima relación con la naturaleza. Plantea que la
naturaleza enseña modestia pues luego de conocerla la virtud se hace fácil, ante su
magnificencia Obra citada. Tomo 9:443).
El Decenio de la Educación para el desarrollo Sostenible (DEDS; UNESCO, 2005-2014)
promulgado por la Resolución 57-2002 de la ONU con el beneficio de ser congruente con
otros procesos educativos como: Educación para todos (Dakar) y la Década de la
Alfabetización. El énfasis fundamental está dado por el apoyo a las iniciativas locales, así
como en el desarrollo de estructuras nacionales, regionales e internacionales que orienten
las iniciativas locales.
Como concepto fundamental la UNESCO señala que la Educación para el desarrollo
sostenible (EDS) es un proceso para aprender a tomar decisiones que consideren en una
perspectiva de largo plazo, la equidad social, la economía, y la calidad del ambiente de las
comunidades, reconociendo que la educación desarrolla la capacidad de pensar cómo
construir ese futuro.
Este es un proceso que involucra a todos los sectores de la vida social.
Los cinco objetivos fundamentales del decenio planteados por la UNESCO son:
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1. Elevar el perfil del rol de la educación y el aprendizaje en la búsqueda del Desarrollo
Sostenible.
2. Facilitar los vínculos, el intercambio y la interacción entre los participantes en la
Educación para el Desarrollo Sostenible.
3. Proveer espacio y oportunidad para reafirmar y promover la visión y transición al
Desarrollo Sostenible, mediante todas las formas de aprendizaje y conciencia pública.
4. Incrementar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje en la Educación para el
Desarrollo Sostenible.
5. Desarrollar estrategias a todo nivel para fortalecer capacidades en la Educación para
el Desarrollo Sostenible.
Dentro de los principales temas del decenio planteados por la UNESCO están los referidos a
la Paz y derechos humanos; Equidad de género; Alivio a la pobreza; Diversidad cultural y
lingüística;
Transformación
rural;
Diversidad
cultural
y
lingüística;
Entendimiento
intercultural; Promoción de salud; Conservación y protección del medio ambiente;
Producción y consumo sostenible y lo referido a las llamadas Tecnologías de la información
y la Comunicación, así como a la Diversidad cultural y lingüística.
Para el desarrollo de este programa del decenio es necesario que todos los actores sociales
implicados tomen en consideración las siguientes ideas:
-Promover la educación como base para transitar hacia una sociedad humana sostenible.
-Reorientación de los actuales programas educativos, desde preescolar hasta la educación
superior, a fin de impulsar los principios, conocimientos, habilidades, perspectivas y valores
relacionados con la sostenibilidad.
-El desarrollo de la comprensión y la conciencia pública sobre la importancia de la
sostenibilidad en todos los aspectos de la vida cotidiana.
-La puesta en marcha de programas de capacitación, como un componente crítico para
asegurar que el personal de todos los sectores del país posean el conocimiento y las
habilidades para desempeñar su trabajo de una manera sostenible.
Debe tenerse en cuenta que el concepto de Desarrollo Sostenible implica un pensamiento
novedoso, flexible y disímil, lo que requiere de creatividad, plasticidad y meditación crítica
para influir en los sistemas de participación pública para la toma de decisiones, de ahí que el
tema referido a la Educación para la Paz y la convivencia pacífica, en la no violencia, esté
incluido como condicionalidad de la sostenibilidad del desarrollo.
CONCLUSIONES
1. Los
valores ambientales son parte del sistema de valores del sujeto, su carácter
sistémico justifica su nexo con otros valores y sobre todo con los valores morales, se
desprenden de ellos pero adquieren fisonomía como tipo específico en tanto expresan
el significado de la relación del hombre con la naturaleza, consigo mismo y con los
demás como parte de ella.
9
2. El hombre es un ser moral y por tanto actúa respecto a la naturaleza guiado por el
sistema de valores que ha asumido.
3. La naturaleza no es en sí misma un ser moral, es el hombre quien le confiere esa
peculiaridad al darle un significado como contexto, condición de su propia existencia,
como proveedora para satisfacer necesidades y como fuente de paz, tranquilidad y
belleza.
BIBLIOGRAFÍA
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