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El conflicto armado aumenta el riesgo de cáncer,
asma, hipertensión y diabetes entre las víctimas
El conflicto armado está repercutiendo gravemente en la salud de las víctimas. Y es
que estar desplazado, amenazado de muerte, tener un familiar desaparecido,
secuestrado o asesinado, o haber sobrevivido a masacres o atentados no solo es
causa de ansiedad y estrés, sino que estos trastornos aumentan el riesgo de cáncer,
enfermedades coronarias, diabetes, hipertensión, gastritis y úlcera, dolores de
cabeza, espalda y cuello, entre otras enfermedades.
"Si las personas con trastornos del estado de ánimo y de ansiedad tienen mayor
riesgo de estas enfermedades físicas, con mayor razón las personas víctimas del
conflicto que tienen más problemas psicosociales y mentales que la población
general", revela un informe del Ministerio de Protección Social basado en el Estudio
Nacional de Salud Mental.
Según el psiquiatra José Posada Villa, director del Estudio, "cuando hay una situación
de estrés prolongado el cuerpo se ve afectado de manera ostensible y se disminuyen
las defensas del organismo que queda expuesto a infecciones virales y bacterianas". Y
agrega que hay estudios epidemiológicos focalizados en algunas regiones que indican
"una correlación entre áreas geográficas de mayor impacto de la violencia y mayor
prevalencia de trastornos físicos y mentales".
Por ejemplo, en Bogotá y Medellín, ciudades que reciben el mayor número de
desplazados, las enfermedades físicas y mentales aumentan.
En el caso de los trastornos mentales, como depresión profunda, estrés postraumático
y trastornos adaptativos, estudios recientes de la Corporación Avre muestran una
prevalencia del 25 por ciento en la población general y de 76 por ciento en la población
desplazada. A esto se suma el aumento significativo de problemas como el
alcoholismo y la drogadicción, y del número de suicidios.
"Estas situaciones generadas por la violencia disparan el número de consultas
médicas porque la gente somatiza el estrés, la angustia y la depresión", dice Posada.
La Encuesta Mundial de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud y las
universidades de Harvard y Michigan hecha en 2005 y diversos artículos publicados en
prestigiosas revistas científicas en 2008, advierten sobre la correlación entre trastornos
depresivos y de ansiedad con el cáncer, en especial el gástrico y los tumores
cerebrales. No se descartan que otros de tipo viral, como el de cuello uterino, puedan
ser consecuencia de un trastorno psicológico por la baja de las defensas.
En Colombia algunas asociaciones de víctimas han alertado sobre la prevalencia del
cáncer en las víctimas, como la Asociación Madres de La Candelaria.
"Conocer la realidad nos está dando muy duro, a uno lo enloquece y lo enferma
escuchar que su hijo fue desmembrado y tirado al río -dice Teresa Gaviria,
representante de la asociación-. En los últimos dos años muchas de las familiares de
790 desaparecidos se están enfermando de cáncer: en total son 80 mujeres con
cáncer, la mayoría gástrico, de hígado y tumores en la cabeza, mujeres de estratos 1 y
2 que han aumentado las consultas médicas después de escuchar las versiones
libres".
El año pasado murieron dos de ellas: Zoraida Restrepo, esposa de Víctor López
desaparecido en 2003, de cáncer de páncreas. "Le entró una tristeza muy profunda y
de un momento a otro empezó a deteriorarse más y más hasta que se murió -cuenta
Teresa-. Otras viven como locas vomitando, con dolores de cabeza, se marean a cada
rato...". También murió de un tumor en la cabeza Inés Quiceno, madre de dos jóvenes
desaparecidas.
En testimonios a El Colombiano, sobrevivientes y familiares de las víctimas de la
masacre de 119 personas en Bojayá, Chocó, el 2 de mayo de 2002, relataron que
varios afectados tienen cáncer y que cinco murieron. El resto de los sobrevivientes dijo
sufrir severos dolores de cabeza y en todo el cuerpo y lo relacionan con el día de la
tragedia.
Oncólogos consultados por CAMBIO coinciden en que el impacto psicológico y
depresivo entre las víctimas está descompensando su sistema inmunológico y que eso
puede derivar en cáncer.
No hay estudios que cuantifiquen el número de víctimas de cáncer u otras
enfermedades físicas por razones del conflicto, pero hay en curso investigaciones del
Ministerio de Protección Social y otras de la Comisión Nacional de Reparación y la
Fundación País Libre para establecer el daño psicosocial en tres poblaciones donde
ocurrieron masacres: La Gabarra, El Salado y La Libertad. Está demostrado que la
guerra enferma el alma y el cuerpo de los sobrevivientes.