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ISBN 978-987-688-139-5
Sociedades,
Territorios y
Política.
Siglos XX-XXI
Seminario Temático dictado en la
Universidade Estadual de Feira de Santana.
Bahía. Brasil. 2014
Celia Basconzuelo y María Virginia Quiroga
Compiladoras
Sociedades, Territorios y Política. Siglos XX-XXI : Seminario Temático
dictado en la Universidade Estadual de Feira de Santana. Bahía.
Brasil. 2014 / Alicia Lodeserto ... [et al.] ; compilado por María
Virginia Quiroga ; Celia Basconzuelo. - 1a ed. . - Río Cuarto :
UniRío Editora, 2015.
Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-688-139-5
1. Sociedad. 2. Política de Ordenamiento Del Territorio. 3. Ciencia Política.
I. Lodeserto, Alicia II. Quiroga, María Virginia , comp. III. Basconzuelo, Celia, comp.
CDD 320
Sociedades, Territorios y Política. Siglos XX-XXI
Seminario Temático dictado en la Universidade Estadual de Feira de Santana. Bahía. Brasil. 2014
Celia Basconzuelo y María Virginia Quiroga (Compiladoras)
2015
©
UniRío editora. Universidad Nacional de Río Cuarto
Ruta Nacional 36 km 601 – (X5804) Río Cuarto – Argentina
Tel.: 54 (358) 467 6309 – Fax.: 54 (358) 468 0280
[email protected]
www.unrc.edu.ar/unrc/comunicacion/editorial/
Primera edición: Septiembre de 2015
ISBN 978-987-688-139-5
Ilustración de tapa: América II. Eliseo González
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina.
http://creativecommons.org/licenses/by/2.5/ar/deed.es_AR
Uni. Tres primeras letras de “Universidad”. Uso popular muy nuestro; la Uni.
Universidad del latín “universitas” (personas dedicadas al ocio del saber),
se contextualiza para nosotros en nuestro anclaje territorial y en la concepción
de conocimientos y saberes construidos y compartidos socialmente.
El río. Celeste y Naranja. El agua y la arena de nuestro Río Cuarto
en constante confluencia y devenir.
La gota. El acento y el impacto visual: agua en un movimiento
de vuelo libre de un “nosotros”.
Conocimiento que circula y calma la sed.
Consejo Editorial
Facultad de Agronomía y Veterinaria
Prof. Laura Ugnia y Prof. Mercedes Ibañez
Facultad de Ciencias Humanas
Prof. Pablo Dema
Facultad de Ciencias Económicas
Prof. Ana Vianco y Prof. Gisela Barrionuevo
Facultad de Ingeniería
Prof. Jorge Vicario
Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas
y Naturales
Prof. Sandra Miskoski y Prof. Julio Barros
Biblioteca Central Juan Filloy
Bibl. Claudia Rodríguez y Prof. Mónica Torreta
Secretaría Académica
Prof. Ana Vogliotti y Prof. José Di Marco
Secretaria Académica:
Director:
Equipo:
Equipo Editorial
Ana Vogliotti
José Di Marco
José Luis Ammann, Daila Prado, Maximiliano Brito, Ana Carolina Savino
y Daniel Ferniot
Índice
Presentación …………………………………………………………………………
5
PRIMERA PARTE: LOS MÓDULOS TEMÁTICOS
I. Globalización, acumulación capitalista y territorio,
por Alicia Lodeserto………………………………………………………………………
9
II. Sociedad movilizada e identidad política en América Latina,
por María Virginia Quiroga……………………………………………………………… 27
III. Participación ciudadana y territorio,
por María Belén Rolfi…………………………………………………………………….. 48
IV. Territorialidad y política
por Celia Basconzuelo…………………………………………………………………… 88
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Territórios
e Política
3
SEGUNDA PARTE: LOS APORTES MONOGRÁFICOS
V. Seriam eles populistas? Uma analise sobre o Peronismo na Argentina (1946-1955) e
Governo de Vargas no Brasil (1930-1954),
por Nilza Brito................................................................................................................ 107
VI. A atual fase da globalização e suas implicações na organização do território
por Wellington Santana de Andrade…………………………………………………… 116
TERCERA PARTE: LA ACTIVIDAD DE EXTENSIÓN
VII. La Universidad Feira de Santana en su región,
por Jésica Díaz y Sabina Luna………………………………………………………….. 131
PALABRAS FINALES ………………………………………………………………... 136
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Presentación
Encontrar un espacio institucional y académico para la reflexión sobre los problemas
sociales y políticos por los que atraviesa o atravesó América Latina es un gran desafío; pero
cuando se concreta, las posibilidades que por sí mismo genera son incalculables. Esta es la
experiencia que nutre nuestra labor científica interdisciplinar desde hace varios años con los
colegas del área de geografía pertenecientes a la Universidade Estadual da Bahía, Brasil.
En esta ocasión un subsidio otorgado por la Secretaría de Políticas Universitarias del
Ministerio de Educación de la Nación Argentina (SPU), hizo posible la participación de
colegas de la UNRC, provenientes de la historia y la ciencia política, en el dictado de un
Seminario Temático que se impartió a los alumnos de la carrera Planeamiento Territorial de la
Universidade Estadual de Feira de Santana (UEFS), en el Estado de Bahía. Los lineamientos
teóricos de dicho Seminario constituyen el resultado de investigaciones llevadas a cabo en el
marco de un Proyecto PIP, subsidiado por SECYT-UNRC, que nos ha permitido centrar los
estudios en la problemática histórica y contemporánea de la relación entre sociedad y
territorio.
El contenido de cada uno de los módulos, que comprende las problemáticas del
capitalismo y la globalización, y en ese marco las expresiones colectivas, las prácticas de las
organizaciones sociales y la variante argentina del populismo en su relación con el territorio y
la política, integra la primera parte de esta obra.
Por otra parte, la redefinición de los planteos presentados por los docentes en dicho
Seminario, la investigación bibliográfica y/o empírica posterior a cargo de los alumnos y su
plasmación por escrito en monografías forma parte de la segunda sección de este volumen.
Asimismo, acompañó esta actividad de posgrado, la tarea encaminada por dos alumnas de la
Facultad de Ciencias Humanas que desarrollaron, por su parte, una actividad de extensión y
de investigación preliminar, cuyos resultados se condensan también al final de esta obra.
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1. Pensar los estudios sociales en articulación con el territorio y la política implica
aunar dos campos problemáticos que atraviesan la configuración histórica de cada sociedad.
Así, el territorio contribuye a plantear desde la perspectiva de la territorialidad, claves
importantes para analizar e interpretar procesos actuales (la globalización y su impacto en los
territorios estatales y en cada lugar) así como los históricos (relaciones de poder que
atraviesan los territorios desde la escala nacional a la local). Por su parte, la política y lo
político constituyen una de las tramas de configuración social y del poder desde las
dimensiones nacionales hasta las más particulares y locales. A su alrededor se definen y
reconstruyen las identidades, las prácticas políticas y las variadas formas de participar en la
política, sea en la construcción o en la redefinición de lo público.
Tal particularidad temática amerita un enfoque interdisciplinario con las ventajas que
el mismo puede ofrecer. Es ampliamente reconocido que la interdisciplinariedad constituye
uno de los aspectos esenciales en el desarrollo científico actual, por tanto no se concibe la
explicación más o menos integrada de los problemas sociales desde una concepción científica
sin haber logrado establecer una relación dialógica con las disciplinas afines. Por caso,
existen puntos de contacto en el análisis social atravesado por el vector del territorio y de la
política. Por ello, la comunicación entre las disciplinas supone un intercambio conceptual y a
la vez metodológico que permita abordar luego los estudios de caso. Éstos representan una de
las alternativas de abordaje de la investigación cualitativa en las ciencias sociales, y supone el
análisis minucioso de un proceso individual que explica intensivamente un caso, que puede
ser entendido como unidad empírica pero servir a la vez a una construcción teórica. Así, en
función de estas premisas teóricas se diagramaron los módulos temáticos específicos que son
relatados en la primera parte del volumen.
2. Este curso propuso como objetivo general, incentivar en los estudiantes de
posgrado una actitud analítica y crítica respecto de los temas planteados que se fundamente en
el análisis interdisciplinario.
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Los objetivos específicos estuvieron encaminados, por un lado, a examinar las
implicancias territoriales de la globalización en la tensión por el excedente de producción
entre proyectos políticos hegemónicos y proyectos políticos alternativos en América Latina.
Por el otro, analizar la constitución y consolidación de la identidad política de algunos
movimientos socio-territoriales de América Latina en la transición del siglo XX al XXI. Se
procuró, además, analizar comprensivamente las transformaciones que la participación
ciudadana ha experimentado desde la década del noventa, poniendo especial atención en la
dimensión territorial de la acción social y de las estrategias de gestión estatal. Finalmente, se
analizaron las perspectivas teóricas acerca de la territorialidad y lo político en intersección
con el análisis histórico del primer peronismo. En su conjunto, estos temas constituyeron el
aporte de los profesores a cargo del Seminario y se hallan relatados en la primera parte de la
obra. En la segunda, se ha incorporado dos de los trabajos de investigación presentados por
los alumnos cursantes del Seminario y pertenecientes a la UFS.
3. Finalmente, esta actividad de investigación se complementó con una tarea de
extensión, llevada a cabo por dos alumnas de la Facultad de Ciencias Humanas,
pertenecientes a la carrera de Ciencia Política en un caso e Historia en el otro. El objetivo fue
recuperar desde el punto de vista del patrimonio fotográfico universitario, las imágenes de la
institución donde se trabajó. Ellas señalan lugares y sucesos, permiten ver la distribución
interna de sitios de investigación y enseñanza, revelando así el sentido identitario de esa
universidad brasilera. El conocimiento de esas imágenes, que ilustran el contexto en el cual se
desarrolla la actividad universitaria, permite obtener una idea del “nosotros” que identifica a
los miembros de esa comunidad. Como se verá, con dicho material cierra la presentación de
esta publicación y nuestra experiencia en la Universidade Estadual de Feira de Santana.
Río Cuarto, julio de 2015.
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Los
módulos
temáticos
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I
GLOBALIZACIÓN, ACUMULACIÓN CAPITALISTA Y TERRITORIO
Alicia Lodeserto (UNRC)
1.
Introducción
La historia del capitalismo muestra que la mundialización no es una característica
novedosa, sino que por el contrario la tendencia a la universalización está en la naturaleza del
sistema. Ya Hobson y Lenin lo sintetizaron para el siglo XX cuando expresaron que el grado
de concentración y monopolización obliga a los capitalistas a la búsqueda de lucrativas
posibilidades en los mercados ultramarinos y conduce a los Estados capitalistas al reparto del
mundo. Cada ciclo, cada momento de la mundialización es, por lo tanto, producto de la
convergencia de las contradicciones inmanentes a la valorización del capital y de las acciones
políticas destinadas a eliminar o neutralizar esas contradicciones. Toda fase de
mundialización capitalista se desenvuelve con rasgos propios que la particulariza y distinguen
de sus predecesoras. La globalización es una de ellas. Este trabajo explora su naturaleza
histórico-espacial con el objetivo de examinar las implicancias territoriales que este proceso
anuda, través del desarrollo de cuatro ejes que estructuran el análisis: 1. la globalización como
concepto; 2. la globalización como expansión capitalista cuya fuente de explicación puede
encontrarse en el concepto de tendencia decreciente de la tasa de ganancia de Marx; y las
implicancias territoriales de la globalización según las nociones de “ajustes espaciotemporales” y “acumulación por desposesión” de Harvey.
2. Globalización: una revisión del concepto
Nuestro tiempo ha sido designado como un tiempo de globalización, no obstante, ésa
designación requiere alguna aclaración. ¿Qué significa que éste sea un tiempo de
globalización?, la respuesta a la pregunta puede remitir a cuatro definiciones del vocablo que
califica la época –tomando a su referente como criterio de selección-:
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1)
Según el Fondo Monetario Internacional:
La globalización económica es un proceso histórico, el resultado de la innovación
humana y el progreso tecnológico. Se refiere a la creciente integración de las
economías de todo el mundo, especialmente a través del comercio y los flujos
financieros. En algunos casos este término hace alusión al desplazamiento de
personas (mano de obra) y la transferencia de conocimientos (tecnología) a través de
las fronteras internacionales (FMI, 2000).
Ello implicaría, entonces, la existencia un mercado mundial cada vez más amplio e
integrado, donde la libre circulación de capitales, mano de obra e intercambios comerciales se
traduciría en un crecimiento de la economía mundial.
2)
La Organización de Naciones Unidas destaca el carácter histórico y
multidimensional de la globalización entendiendo que se trata de la “creciente gravitación de
los procesos financieros, económicos, ambientales, políticos, sociales y culturales de alcance
mundial en los de carácter regional, nacional y local” (ONU, 2002). De manera que el
concepto remitiría al entrelazamiento de estructuras económicas, productivas y financieras
dado por un crecimiento en el número de transacciones transnacionales para crear una
división internacional del trabajo en la cual la creación de riqueza nacional viene a depender
de los agentes económicos de otros países. Vuelve a designar la integración y la
interdependencia económica pero alude también a una subordinación de los Estado nacionales
a los poderes económicos transnacionales.
3)
En “Un mundo desbocado, Los efectos de la globalización en nuestras vidas”
Anthony Giddens (2000), piensa que la globalización es la intensificación a escala planetaria
de las relaciones sociales que enlazan localidades muy distantes, de modo tal que lo que
ocurre en una está determinado por acontecimientos sucedidos a muchas millas de distancia y
viceversa. La perspectiva del sociólogo británico coloca como centro-motor del proceso de
globalización a las nuevas tecnologías de la información puesto que ellas habrían permitido
no sólo acercar sociedades distantes sino también acelerar la transmisión de información
científica, cultural, estadística, económica y financiera. En tanto que se trata de acercar lo
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distante y acelerar las comunicaciones, cabe deducir, para las sociedades contemporáneas, la
emergencia de un régimen de historicidad donde el presente es el instante y un sentido de
espacialidad donde desaparecen las distancias. (Hyussen, 2001)
4)
En una lectura puntualmente económica y desde el marco teórico del desarrollo
endógeno, el economista chileno Sergio Boisier (2005: 48) señala que “el término
globalización es un descriptor de la actual fase tecno-cognitiva del desarrollo del capitalismo,
y como tal esta incrustada en la lógica del sistema capitalista”. De modo que la globalización
sería resultado del desarrollo de la ciencia y la técnica que modifica las formas de producción
y sus productos pero no la racionalidad del sistema. Boisier considera que la globalización
revaloriza el territorio por tres razones principales: primero, porque lleva a imaginarnos
“ciudadanos del mundo” aunque en la vida real somos “ciudadanos locales”, viajeros de la
proximidad (nuestra vida diaria ocurre, según el autor, en un radio que no supera los 500
km2); segundo, porque la revolución científica y tecnológica segmenta funcional y
territorialmente los procesos productivos; y tercero, porque confronta las tendencias a la
homogeneización de la cultura, por una parte, y a la revalorización de la diferencia y la
identidad, por el otro.
En conjunto, las concepciones anteriores permiten componer un cuadro de
significado para el término globalización que puede ser resumido en los siguientes aspectos:
•
Interdependencia económica basada en la liberalización de los flujos de
capitales, bienes y servicios.
•
Entrelazamiento entre sociedades distantes que conlleva una modificación de la
percepción del tiempo y el espacio.
•
Nuevas formas de producción y de productos fundadas en una revolución
tecnológica y científica, que hace del desarrollo una gestión permanente de la innovación.
•
Ampliación planetaria del mercado capitalista.
•
Es, al mismo tiempo, homogeneización de la cultura y promoción de la
reivindicación de la diversidad cultural. Hoy, la etnia ha asumido valor político volviéndose
etnicidad.
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En palabras de Comas D’Argemir (2002) globalización –como todo término- no es
un concepto neutro: evoca interdependencia, enlazamiento, integración, comunicación pero
deja en segundo plano las formas de poder y de relación desigual que también cristalizan a
escala planetaria. En las décadas del sesenta y setenta se hablaba de “imperialismo”,
“subdesarrollo” o “dependencia” y ellos también revelan interdependencia pero colocan en
primer lugar los mecanismos de dominación que configuran toda relación entre sociedades en
marcos de expansión capitalista. Así, globalización sería un término suave, light, descafeinado
(usando la expresión de Zizek, 2007) para decir imperialismo o, en otras palabras, etapa actual
del capitalista.
3. Globalización y crisis capitalista (1973-2008)
En el Tomo III, Sección XXII de El Capital, Marx (2000) expone la contradicción
fundamental e íntima del Capitalismo: la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Parte
de entender la composición orgánica del capital, es decir, la proporción entre capital constante
y capital variable en la composición del capital, y observa que el crecimiento mayor de capital
constante sobre el variable produce una reducción de la rentabilidad capitalista, cuestión que
explicaría la tendencia a la disminución de la cuota de ganancia. Esta contradicción se
resuelve, según Marx, en la destrucción de capital y fuerza de trabajo o la aplicación de
contra-tendencias como son el aumento del grado de explotación (crecimiento del plusvalor),
la reducción de los salarios, el abaratamiento de elementos que componen el capital constante,
la expansión del comercio exterior y el aumento de capital ficticio. Sintéticamente, el
problema de fondo del sistema capitalista es la dificultad de valorización de capital y ello se
expresa como excedente de capital y fuerza de trabajo. De modo que la expansión geográfica,
la conquista y colonización es una opción frente a la crisis de sobreacumulación.
La globalización es la forma que ha asumido la ampliación planetaria de las
relaciones de producción capitalista en los últimos cuarenta años, respondiendo, justamente, a
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la tendencia decreciente de la tasa de ganancia según predijera Marx. No es la primera fase de
mundialización en la historia de este sistema: en el siglo XV, la conquista de América y, en el
XIX, la colonización de Asia y África, implicaron globalización. Sin embargo, y aun
compartiendo rasgos, la actual etapa se distingue de las anteriores por el claro predominio de
las finanzas en el mercado mundial. Lo que ocurre entre 1970 y 1990 es una expansión sin
límites de la relación capitalista, a través de una sofisticación e intensificación de los
mecanismos financieros como medio de sostenimiento de la rentabilidad burguesa.
En 1986, Mandel publica “Las ondas largas del desarrollo capitalista. Una
interpretación marxista”, donde retoma el concepto de ondas largas -que ya había desarrollado
diez años antes en “El capitalismo Tardío”- para examinar los factores del fin del boom de la
posguerra y el inicio de un nuevo ciclo recesivo. Mandel sostiene que el capitalismo ingresa
en 1914 en una fase de crisis estructural de la que aún no ha salido. En este contexto el boom
de la posguerra, es un episodio coyuntural de la crisis estructural. El autor plantea que las
causas y las razones de la crisis emergente en 1970 encuentran su raíz en las mismas
condiciones que habían permitido el crecimiento acelerado en 1950. Es decir, la expansión del
crédito y el aumento de la deuda tanto privada como pública, y por ende la inflación
permanente, son las condiciones directas de la denominada “edad de oro del capitalismo”.1
Pero, a comienzos de los años setenta, es justamente aquella inflación permanente la
expresión de su declive puesto que el traspaso de capitales desde la esfera productiva a las
finanzas -que distingue la etapa globalizada- señalaría no sólo la necesidad de mecanismos
artificiales para sostener el crecimiento de la ganancia, sino también ficticios.
Los primeros indicios de recesión aparecen en la economía de Estados Unidos en una
combinación de desajustes financieros (inflación creciente, balanza de pagos desequilibrada y
déficit presupuestario), desaceleración del crecimiento económico, declive de los sectores
1
Las técnicas moderadamente inflacionistas permiten superar el crack de 1929 para dar lugar a un cuarto de siglo
de crecimiento acelerado. El crédito contribuye a la creación de un mercado de consumo, por lo menos en los
sectores inmobiliarios y automotriz, que permite a las empresas expandirse a expensas de endeudarse (Mandel,
1986: 69).
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industriales, y procesos de desinversión (Aracil, Oliver y Segura, 1998). La industria
norteamericana disminuye su ritmo de producción, la economía de Estados Unidos pasa a
depender de insumos manufacturados importados (especialmente de Alemania y Japón) y se
produce una fuga de dólares que salen de Estados Unidos para depositarse en inversiones
directas en otros países, préstamos desde la banca privadas o el gobierno y plazas offshore. En
1971, Nixon declara la inconvertibilidad del dólar, poniendo fin a la paridad oro-dólar
establecida en Bretton Woods. Aquel sistema de cambio había servido a Estados Unidos en la
posguerra en tanto permitía direccionar la afluencia de oro pero a comienzos de los setenta la
enorme salida de reserva obliga a una línea política económica tendiente a desalentar la huida
de dólares y las importaciones desde los nuevos competidores en el mercado mundial:
Alemania y Japón.
Esta decisión destinada a limitar la salida de reservas, en los hechos liberaliza todo el
sistema monetario internacional, poniendo en competencia a las principales monedas.
Asimismo, la novedad de las plazas offshore es consecuencia de esta crisis de rentabilidad del
capital que no alcanza a realizarse en la esfera productiva norteamericana, busca hacerlo a
través de un mecanismo que perfila la mundialización posterior: zonas francas
extraterritoriales con mano de obra barata y libre de impuestos. De modo que las nuevas
plazas offshore y los paraísos fiscales se constituyen en emergentes y primer laboratorio de la
globalización. Ellos están en el origen de la fabricación internacionalizada y de la
acumulación financiera (Hobsbawm, 1995).
Los choques petroleros2, a través de los cuales los precios del petróleo pasan de tres a
doce dólares en 1973 y a treinta y dos en 1979 (Aracil et al, 1998) favorecen el tránsito hacia
una acumulación basada en la renta financiera y la especulación, a través de otorgarle a
2
Entendemos que esta particular circunstancia en la que la OPEP eleva los precios del crudo debe ser designada
como “choque petrolero” más que como “crisis del petróleo”. El término “crisis” encubre la verdadera
dimensión política del acontecimiento y hasta parece encubrir el origen estadounidense del declive de la
economía mundial. El aumento de los precios del petróleo no es el nudo ni origen de la desaceleración mundial,
por el contrario se trata de una ofensiva del mismo Estados Unidos –en vinculación con la burguesía petrolera
Saudí- para sostener su hegemonía.
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Estados Unidos el privilegio de reciclar dólares y reinsertarlos en la economía mundial
(Harvey, 2005). Si se revisan sus consecuencias puede encontrarse que en lo inmediato
conducen al colapso de las economías del petróleo, especialmente las europeas y la japonesa
que, en ese momento, consumían el setenta por ciento del petróleo árabe; en el mediano plazo
provocan una disminución de las ganancias de los países exportadores de materias primas; y
en el largo plazo establecen el desarrollo de procesos de estanflación que desalientan la
inversión productiva mientras favorecen conductas especulativas.
Si a la revisión de las consecuencias se le agrega el análisis de los perjudicados y
beneficiados de los dos choque petroleros puede concluirse que, en lo inmediato, los
perjudicados directos son Alemania y Japón -dos economías que, desde mediados de los
sesenta, se presentan como las primeras competidoras de la industria norteamericana-; en el
mediano plazo los países exportadores del Tercer Mundo –especial y paradigmáticamente los
latinoamericanos- que quedan sometidos a un endeudamiento endémico; y finalmente los
países beneficiados son los de la OPEP que atesoran una enorme cantidad de dólares y
depositan en la banca occidental, y el mismo Estados Unidos que, en palabras de Harvey,
“obtienen el privilegio” del reciclado de petrodólares y de reinsertarlos en el mercado
mundial. De este modo los dos choques petroleros se presentan como la ofensiva del
imperialismo de los Estados Unidos que frente a las dificultades de acumulación que presenta
el capital productivo, asientan su economía en las finanzas. (Harvey, 2005)
En la década de los ochenta el proceso se completa con el abandono del
keynesianismo y la adopción de la ideología política del neoliberalismo. A partir de aquí los
cortes históricos son fundamentalmente políticos, dirigidos a la apertura de los mercados al
comercio internacional. El neoliberalismo de Reagan y Thatcher desregulan los movimientos
de capital y tasas de interés; el cambio de dirección y conducción en las altas esferas de poder
del FMI y el Banco Mundial (puede verse Stiglitz, 2007) así como la decisión de Deng Xiao
Ping de autorizar la propagación de mecanismos de mercado e industrializar una región de
China con la ayuda extranjera, son los primeros síntomas de la ofensiva liberal que se
complementarán, después,
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en dos acontecimientos fundamentales: el Consenso de
Washington de 1989 y el desmembramiento de la Unión Soviética en 1991. El primero,
define los principios del nuevo modelo: eliminación del déficit presupuestario como
mecanismo para solventar gastos sociales, reforma fiscal, apertura financiera y liberalización
de los tipos de interés destinados a generar libertad en los flujos de capital, liberalización
comercial reduciendo las barreras arancelarias, desregulación y privatización, apertura a la
entrada de inversiones económicas directas. (Lettieri, 2003: 469-479) Y el segundo, abre un
enorme mercado a la expansión del capital que había permanecido cerrado desde 1917.
Del proceso histórico descrito puede deducirse que:
1)
En el origen de la globalización, se encuentra la acción política combinada
entre Estados Unidos, Gran Bretaña y los países de la OPEP. Por ella, Estados Unidos
reasienta su hegemonía sobre la base de la expansión del capital financiero en el mundo y, por
medio de la desactivación de la competencia en el mercado internacional que ofrecen los
productos de la industria alemana y japonesa. Estados Unidos puede morigerar sus
dificultades hegemónicas obligando a las economías emergentes de los años sesenta a
disminuir su ritmo de producción fabril y aumentar sus costos. El capitalismo supera un
primer límite que había constreñido su expansión en el mercado: desregula los flujos
financieros.
2)
La crisis de la deuda es un perverso mecanismo de resubordinación de las
periferias. Por ella, las economías periféricas -especialmente las latinoamericanas- ingresan a
la globalización en una situación de absoluta dependencia que profundiza la debilidad y
vulnerabilidad de estas regiones. En 1987 el crack de las bolsas de valores, comenzando por
Nueva York, permite a Estados Unidos elevar las tasas de interés y terminar estrangulando las
economías deudoras.
3)
El neoliberalismo se constituye en una violenta pero indispensable ofensiva
política que permite y concreta simultáneamente el dominio del capital financiero en el
mercado mundial a través de otorgarle plena libertad de circulación y movimiento, como
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también establecer una correlación de fuerzas completamente favorable al capital. Ella coloca
en competencia mundial a los trabajadores sobre la base de la ampliación del desempleo, la
pauperización y la precarización de la condiciones de vida. El capitalismo supera así los
límites que el viejo Estado de Bienestar había impuesto en cada país a la explotación salvaje
de los trabajadores,
4)
En el irrevocable carácter planetario que adquiere el sistema después de la
incorporación de China, la Unión Soviética y los países del este europeo al mercado, el
capitalismo supera un límite más que había constreñido su expansión desde 1917: la
existencia de espacios cerrados a la reproducción del capital.
El comienzo del siglo XXI se hace bajo las condiciones de un capitalismo en crisis.
En sus inicios se registran los coletazos de la crisis asiática de 1997, el atentado a las Torres
Gemelas en 2001 que conduce a una tragedia aún mayor en la guerra contra Afganistán e Irak,
y finalmente, el reciente colapso de las “hipotecas subprime”. La crisis y la guerra están en la
matriz histórica del primer decenio del nuevo siglo.
Desde finales de los años noventa, el sistema parece haber ingresado en un nuevo
ciclo recesivo que obliga a asegurar la subordinación de regiones desde donde el capital
obtiene plusvalor. El mecanismo recesivo conjuga dos dimensiones críticas:
1) Una crisis hegemónica, puesto que Estados Unidos muestra dificultades para
sostener su liderazgo internacional. Su principal consecuencia es la intensificación de las
políticas de militarización y guerra de ese país con el doble objetivo de contrarrestar la
tendencia recesiva de su economía mediante un dispendioso gasto militar (que algunos
analistas califican de keynesianismo militar) y de revertir la relativa decadencia hegemónica
en regiones estratégicas y conflictivas. (Gambina, 2008)
2) Una crisis financiera, resultante de la expansión desmesurada del mercado
financiero internacional de alto riesgo que ha afectado a bancos y empresas de Estados
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Unidos, Europa y Japón estimulando un colapso crediticio y, por ende, una crisis de
financiarización o, en otras palabras, del sistema económico global. Aquí el análisis puede
centrarse en las dos recientes crisis de la economía mundial: la crisis asiática de 1997 y la de
las “hipotecas subprime” en 2007. Ambas tienen su origen en los desequilibrios de la
estructura financiera internacional, se manifiestan como crisis de sobreliquidez y expresan las
dificultades del capitalismo en la globalización para crear valor y plusvalor. (Gambina, 2014)
Se diferencian en su epicentro: mientras que la primera se inicia en una región periférica del
planeta, la segunda nace en las mismas economías centrales obligando a una fuerte reacción
intervencionista de los principales Estados del mundo –olvidando todo imperativo neoliberal-.
En 1997, el colapso de las monedas asiáticas pone fin al, hasta ese entonces, elogiado
modelo económico de los “Tigres Asiáticos”. A la devaluación del bath tailandés le sigue una
serie de devaluaciones competitivas en Malasia, Indonesia y Filipinas afectando también a
Taiwán, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur. (Paredes Rodríguez, 1999) El modelo de
crecimiento asiático asentaba, desde los años ochenta, en dos factores capaces de desarrollar
la región pero también de vulnerarla ante el mínimo síntoma de inestabilidad. Por una parte,
una exportación muy competitiva con arreglo a salarios muy bajos, y por otra, una fuerte
inversión extranjera garantizada por la paridad de las monedas locales con el dólar. (Aracil et
al, 1998: 236) En 1996 la fuerte disminución de las exportaciones del sudeste asiático, el
incremento del déficit comercial en sus balanzas de pagos así como un atraso cambiario en las
monedas asiáticas frente al yen japonés desestabiliza las economías de toda la región. Diez
años después, la economía y las finanzas mundiales vuelven a sufrir un nuevo desplome, pero
en esta oportunidad más intenso y preocupante porque encuentra su origen en las mismas
economías centrales. (Blackburn, 2008) Entre marzo de 2007 y octubre de 2008, el sistema
financiero internacional vive una secuencia de serias convulsiones que lo colocan al borde del
colapso.
Como consecuencia, la tarea interbancaria se reduce progresivamente y se derrumba
la cotización del dólar, afectando las transacciones bursátiles de las Bolsas de todo el mundo
que, entre enero y octubre de 2008, sufren una estrepitosa caída. En una incontenible cadena
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de transmisión, la crisis financiera y bursátil incluye severos efectos sobre el ritmo de la
producción, empleo y consumo mundiales dejando en evidencia su carácter orgánico,
estructural y sistémico. El análisis muestra que los mismos medios que, durante treinta años,
actuaron en la expansión de la fase globalizada están, en el presente, en la génesis de la crisis.
La enorme amplificación del crédito y la consecuente –desmesurada y excesiva- creación de
capital ficticio explican el estallido de las finanzas mundiales en 1997 y 2007, pero también
dan cuenta de su carácter sistémico: hoy, como hace tres décadas, el sistema sigue teniendo
las mismas –o más profundas- dificultades para generar el valor en general suficiente para
sostener en alza la tasa de ganancia y restituir la acumulación capitalista. (Sotelo Valencia,
2008)
Dos conclusiones derivadas pueden señalarse: 1) el modelo de acumulación
predominante en el último cuarto del siglo XX, la globalización neoliberal, hoy exhibe sus
límites. Reapuntalar el sistema exige e implica asegurar la subordinación de aquellas áreas
desde donde el capital obtiene plusvalor. Para Estados Unidos significa el triple desafío de
recomponer la confianza en una población afectada por el desempleo y el embargo
inmobiliario, sostener la competitividad internacional del dólar respondiendo a las exigencias
de sus grupos empresariales y financieros que operan tanto en el país como en el exterior –
particularmente en China-, y afianzar su influencia en regiones económica y geopolíticamente
estratégicas. 2) Tras años de exclusión, despojo, desarraigo y, ante el evidente fracaso de las
políticas neoliberales en el marco de la crisis sistémica, ha ido profundizándose una
conflictividad social que se expresa tanto en revueltas de hambre, movimientos de
desocupados, de trabajadores rurales y campesinos, de poblaciones indígenas como también
en la guerra –en especial en Oriente Medio- y en el enfrentamiento entre burguesías.
(Lodeserto et al, 2010)
4. Globalización y territorio
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Harvey sostiene que lo que denomina “ajustes espacio-temporales” resolverían las
contradicciones internas de la acumulación; y ello se debe a la tendencia del capitalismo a
producir crisis de sobreacumulación, lo cual puede entenderse teóricamente mediante la
noción de caída de la tasa de ganancia. “Ajuste espacio-temporal”, dice el geógrafo, es la
metáfora de las soluciones a las crisis capitalistas a través del desplazamiento temporal de
inversiones de capital en proyectos de largo plazo y a través de la expansión geográfica. De
manera que la producción del espacio, la explotación de nuevos recursos, la apertura de
espacios dinámicos a la especulación de capital, de penetración de relaciones sociales e
institucionales en formaciones sociales pre-existentes brindan diversos modos de absorber los
excedentes de capital y trabajo. La expansión y reorganización capitalista también supone la
destrucción de capital puesto que aquel fijado en un sitio que no puede o no quiere moverse,
permanece para ser devaluado. (Harvey, 2007)
En el mismo texto y sentido de argumentación, Harvey propone el concepto de
acumulación por desposesión para actualizar el de acumulación originaria de Marx, afirmando
que todos los rasgos resaltados por esa noción han estado presentes en la geografía histórica
del capitalismo: el sistema de crédito y el capital financiero han sido factores influyentes en la
depreciación, el fraude y el robo; el vaciamiento de empresas a través de fusiones y
adquisiciones; la promoción de niveles de endeudamiento; el fraude corporativo; la
desposesión de activos (como los fondos de pensión); los derechos de propiedad intelectual; la
depredación de bienes ambientales globales; la mercantilización de la cultura, las historias y
la creatividad individual; la privatización de activos previamente públicos en una nueva
oleada de cercamiento de los bienes comunes. La acumulación por desposesión es, entonces,
omnipresente, sin importar la etapa histórica que se trate. (Harvey, 2007)
La globalización es, así, un “nuevo imperialismo”, ajuste espacio-temporal a la crisis
de sobreacumulación manifiesta desde 1970. Las sucesivas oleadas de acumulación por
desposesión es la marca distintiva del nuevo imperialismo. De modo que: si la expansión
geográfica del régimen del capital es inherente al sistema, si la desposesión es omnipresente y
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si ambos son respuesta a las crisis periódicas del capitalismo, entonces hay un paisaje de la
globalización cuyos rasgos podrían sintetizarse en:
a) Una altísima concentración financiera e industrial. En la actualidad se contabiliza
que son sólo unas ciento cincuenta empresas transnacionales las que manejan la inversión
extranjera directa y el comercio y unos cincuenta bancos y entidades financieras los que
dominan el colosal movimiento de capitales. (Phillip y Soeiro, 2012)
b) La hipertrofia del mercado financiero a partir de la existencia de una enorme
cantidad de capitales que a diario circulan por el mundo especulando con divisas, bonos,
títulos, acciones y papeles de deuda. Su predominio se expresa en la expansión inusitada de
los fondos de inversión, los fondos de pensiones y jubilaciones, así como también la
sofisticación que han adquirido los sistemas e instrumentos financieros con el desarrollo de
fondos de alto riesgo y productos derivados. Se trata de un capital con gran volatilidad y
velocidad de circulación capaz de arrasar con enteras economías regionales en su
desplazamiento espasmódico.
c) Frente a la monopolización más acentuada que haya conocido la historia del
capitalismo, la globalización se caracteriza por la exclusión de inmensas mayorías de la
población empobrecida. El capital, con grandes posibilidades para desterritorializarse y
deslocalizarse, se ubica en aquellas regiones donde encuentra ventajas comparativas y mano
de obra barata que permiten altas tasa de plusvalor. Este ha sido el caso del mercado asiático –
especialmente chino- que ofrece a las empresas trasnacionalizadas elevados índices de
rentabilidad sobre la base de la desruralización y la pauperización. (Xing, 2002) Como dice
Husson, la globalización es un fenómeno excluyente que polariza a las sociedades entre
aquellas que pueden incorporarse al mercado mundial y las que no. (Husson, 2006)
Al mismo tiempo, la globalización y la crisis capitalista son fuente de una geografía
del hambre. Gambina (2013) señala, remitiendo al Informe del hambre de 2011 de la
Organización de Naciones Unidas, que la volatilidad de capitales y los precios elevados de los
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alimentos continuarán y probablemente se incrementen, haciendo que las poblaciones de
países pobres sean más vulnerables a la inseguridad alimentaria. Se trata de un problema
acuciante, que afecta particularmente a los países pobres -inclusive aquellos que tienen
ventajas en la producción de alimentos- y termina configurando un mapa de la desigualdad
cuya medida es la muerte: la población actual es de siete mil millones, se produce alimento
para doce mil millones pero hay casi mil millones de hambrientos. (ONU, 2012)
d) El desarraigo derivado de la desestructuración, fragilidad y pérdida de los lazos
sociales y familiares en trabajadores expulsados de los circuitos productivos como de las
redes ordinarias de intercambio social. (Castel, 2004) El caso de los trabajadores migrantes
(ya se trate de migraciones internas o internacionales), quizás sea paradigmático puesto que a
la pauperización, la exclusión, la descalificación, se suma el desarraigo. Según el comunicado
de prensa del 11 de septiembre de 2013 de las Naciones Unidas el número de migrantes
internacionales ha ido incrementándose de forma acelerada en las últimas décadas, llegando
en 2013 a unos 232 millones. La movilidad también es global, dirigiéndose en las cuatros
direcciones: sur-norte, sur-sur, norte-sur, norte-norte. Los datos presentados por el informe de
migraciones 2013 de la OIM muestran que los adultos mayores que se desplazan de sur a
norte representan el 40% del total mundial, el 33% se desplaza entre países del sur, el 22%
entre países del norte y el 5% de norte a sur. (OIM, 2013) Es decir, dos tercios de los
migrantes internacionales provienen de países pobres, de bajos a medianos ingresos.
Los problemas de las poblaciones migrantes son múltiples y variados, por ejemplo, la
misma Organización Internacional ha calificado a 2014 como el más mortífero desde el año
2000 cuando comenzó a recabar esa información estimando un total de 4.868 migrantes que
perdieron la vida en peligrosas travesías de traslado, principalmente en aguas del mar
Mediterráneo, en la Bahía de Bengala, en la frontera entre México y Estados Unidos y en el
Cuerno de África. También revisten gravedad lo problemas por violación de los derechos
humanos, el Informe del Relator Especial de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos de la OEA en 2008, por ejemplo, denunciaba distintos casos de desconocimiento de
los derechos humanos de trabajadores migrantes, como por ejemplo situaciones de
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explotación de nicaragüenses en Costa Rica, de bolivianos en Argentina o expulsiones
masivas y racialmente discriminatorias en República Dominicana. La situación de los
indocumentados es profundamente más dramática, no sólo por las cifras que alcanzan (se
estiman unos 11.7 millones en EEUU y unos 72 mil en Europa en 2012) sino también por las
condiciones de traslado y tráfico. La descripción muestra que la expansión de los vínculos
globales se hace sobre la base del desarrollo desigual y la apropiación asimétrica de la renta
mundial que condena a regiones enteras al subdesarrollo mientras que moderniza otras. La
desruralización, la asfixia económica, la exclusión obligan a amplias regiones del sur de Asia,
América Latina y África a una intensificación de los flujos migratorios, cediendo trabajadores
al mercado global.
e) Finalmente podríamos señalar la aplicación de tecnologías alternativas en la
extracción de recursos que intensifican la forma tecno-productiva-destructiva de explotación
de la riqueza natural. Volviendo a Harvey: el capital busca salidas a la crisis de rentabilidad
mediante, entre otras, la apertura de nuevos y más baratos complejos de recursos. En la
actualidad, por ejemplo, el fracking (o fractura hidráulica) como método de extracción de
petróleo y gas perforando rocas de esquistos del subsuelo, -aunque sin ser más barato- es parte
de la reacción capitalista frente a la crisis energética mundial que se prolonga desde 1973. El
descubrimiento de reservas de esquistos en Estados Unidos ha permitido a la industria
petrolera producir más generando un impacto en el precio del crudo, al tiempo que los
productores de petróleo convencional, que antes lo abastecían, se han visto compelidos a la
búsqueda de nuevos mercados. (Merino García, 2013) Sin reparar en el daño medioambiental,
la técnica del fracking reestructura el escenario mundial de la producción y explotación de
minerales poniendo en competencia a viejas y nuevas economías petroleras por no perder
cuotas de mercado a su producción.
5. Conclusiones
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El término globalización evoca interdependencia, integración, comunicación y
acercamiento entre sociedades distantes pero el examen de su naturaleza histórica permite
observarla en su imbricación con la dinámica del capitalismo. Harvey la denomina “nuevo
imperialismo”, “ajuste espacio-temporal” a la crisis de sobreacumulación y tendencia
decreciente de la tasa de ganancia inherentes al sistema. Su dos características distintivas son:
el predominio de la esfera financiera en la economía mundial dado por una desmesurada
creación de capital ficticio y políticas que han favorecido conductas especulativas, y la
“acumulación por desposesión” que hace del despojo una constante en la geografía histórica
del capitalismo. (Harvey, 2005) Entonces, hay un paisaje de la globalización que, además de
interdependencia, revela las formas de poder y dominación de la fase capitalista: enorme
concentración y monopolización de capitales en empresas multinacionales; enorme volatilidad
y capacidad de deslocalización del capital dejando tierra arrasada en cada movimiento
espasmódico; penetración de la relación capitalista en sociedades preexistentes, que se ven no
sólo compelidas a reestructurar sus modos de propiedad y producción sino también a la
migración que conlleva el despojo de los lazos de parentesco contenedores de la vida;
pauperización y empobrecimiento de amplias regiones, volviéndolas más vulnerables a la
inseguridad alimentaria actual; intensificación de la forma tecno-productiva-destructiva de la
naturaleza que pone en riesgo –en pos de la rentabilidad- la biodiversidad y sostenibilidad del
planeta.
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II
SOCIEDAD MOVILIZADA E IDENTIDAD POLÍTICA
EN AMÉRICA LATINA3
María Virginia Quiroga (CONICET-UNRC)
1.
Introducción
El presente artículo recoge los contenidos explayados durante el módulo “Sociedad
movilizada e identidad política” en el marco del seminario “Sociedades, Territorios y Política.
Siglos XX y XXI”. El mismo fue dictado para el Mestrado en Planejamento Territorial de la
Universidad Estadual de Feira de Santana, Bahía-Brasil, durante los días 2 al 5 de septiembre
de 2014.
Esta propuesta plantea un acercamiento al contexto latinoamericano reciente desde
tres ejes problemáticos: acción colectiva, política e identidad; así como las posibles relaciones
entre dichos campos-problemas. En ese sentido, se parte de la presunción de que en el proceso
de acción colectiva, los sujetos y las sociedades van construyendo y redefiniendo su identidad.
La misma adquiere carácter eminentemente político porque pone en cuestión el ordenamiento
y la distribución de los recursos en una sociedad. Esos cuestionamientos se extienden hasta
convertir al territorio en el epicentro del conflicto social y, al mismo tiempo, en un elemento
clave para la construcción de equivalencias entre demandas diversas. Desde nuestra óptica, el
territorio no implica solamente una plataforma para la organización colectiva o un espacio de
construcción de lazos sociales; sino el centro de la disputa y la reivindicación de los recursos
naturales en tanto bienes públicos.
En esta línea de exposición, el objetivo central de esta presentación apunta a analizar
la constitución y consolidación de la identidad política de algunos movimientos socio3
El presente módulo fue dictado en idioma portugués.
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territoriales de América Latina en la transición del siglo XX al XXI. En función de ello se
desarrollan los siguientes contenidos:
Sociedad en movimiento. Breve recorrido por las principales corrientes de
interpretación y análisis de la movilización social. a). Los recursos y las oportunidades
políticas, b). La identidad colectiva, c). Los movimientos socio-territoriales en América
Latina.
Aproximaciones a la teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau: Identidades
políticas a) Demandas articuladas; b) Antagonismos; c) Tradiciones.
Ejemplos empíricos de constitución y redefinición de las identidades políticas
en América del Sur. a). La Central de Trabajadores de la Argentina. b). Las organizaciones de
productores de coca en Bolivia.
La pertinencia y relevancia de esta propuesta radica en que posibilita una mirada
analítica interdisciplinar sobre problemas que se encuentran en los márgenes entre historia,
ciencia política, geografía, sociología, entre otros campos disciplinares. Asimismo, se abordan
temáticas actuales, que suscitan debates claves para comprender el devenir actual de la
movilización social latinoamericana.
2. La sociedad movilizada
En general, durante las últimas décadas del siglo XX comenzaron a manifestarse
diversos colectivos organizados que reivindicaban los derechos de la mujer, derechos del
medio ambiente, el derecho a la paz, también a la diversidad sexual, entre otras cuestiones.
Esos grupos expresaban algunas novedades: se trataba de nuevos actores, diferentes a la clase
trabajadora-obrera; que recurrían a nuevos canales de movilización, por fuera de sindicatos y
partidos políticos; y empleaban nuevos repertorios de acción, más dinámicos y flexibles
(distintos de las huelgas y las elecciones regulares, procurando encontrar visibilidad en el
escenario público y llamar la atención de los medios masivos de comunicación).
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En América Latina el crecimiento de la acción colectiva fue propio de los años
noventa, en una clara reacción a la profundización neoliberal y sus lesivas consecuencias:
pobreza, desempleo, privatización, enajenación de recursos, excesiva apertura al capital
extranjero. En ese contexto los colectivos organizados fueron ganando visibilidad y fortaleza,
y consiguieron, lentamente, colocar sus demandas en la agenda pública.
Ahora bien, tenemos una sociedad movilizada pero no encontramos acuerdos sobre
cómo estudiar a esa movilización. Se presenta, entonces, la cuestión misma de la definición de
la acción colectiva: ¿qué son los movimientos sociales? ¿Y las protestas? ¿Qué pasó con los
sindicatos y los partidos políticos?
Partimos de un primer acuerdo: la acción colectiva designa las acciones de dos o más
personas que tienen como objetivo influir, en mayor o menor medida, en el espacio público.
De este modo, acción colectiva constituye la expresión más abarcadora, por sobre la de
movimientos sociales, protestas o sindicatos. Éstos refieren a diferentes manifestaciones de
acción colectiva que mostrarán características específicas de acuerdo con la perspectiva que
se adopte para su estudio. Para precisar mejor esta cuestión, necesitamos de una mirada rápida
y general sobre el abanico de corrientes de estudio; luego, introduciremos la propuesta teórica
con la que trabajamos.
Hacia los años setenta encontramos dos enfoques predominantes para abordar la
temática de la acción colectiva. En primer lugar, el enfoque norteamericano o de la acción
estratégica, también denominado institucional/organizacional-comportamentalista. El interés
se centra principalmente en la organización, los participantes y sus motivaciones. Las mismas
responderían a consideraciones racionales, evaluando la disponibilidad de recursos internos
(canales, repertorios, líderes) o externos (las oportunidades del contexto). Con estas premisas
se abordó el estudio de casos, principalmente en los Estados Unidos, como por ejemplo el
movimiento negro, el movimiento pro derechos civiles, el movimiento contra la guerra de
Vietnam, los sindicatos y movimientos estudiantiles, entre otros.
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Las bases de esta corriente se plasman en el libro de Dough McAdam, Mayer Zald y
John Mc Carthy (1999), donde los autores señalan tres factores claves para considerar
en el análisis:
-
Estructuras de movilización: implica fundamentalmente el problema de la
organización. “Al hablar de estructuras de movilización nos estamos refiriendo a los canales
colectivos tanto formales como informales, a través de los cuales la gente puede movilizarse e
involucrarse en la acción colectiva” (McAdam et al, 1999: 24). Aquí también se incluyen,
como otro elemento clave para el análisis, los denominados repertorios de acción. Éstos
apuntan a los instrumentos disponibles para la acción colectiva, la expresión o metodología
que ésta adquirirá: paro, obstrucción, marcha, petitorios, asambleas, recurrencia a los medios
masivos de comunicación.
-
Estructura de oportunidades políticas: Sidney Tarrow (1998) advierte que
ninguna de las teorías clásicas que analizaban la acción colectiva especificaban las
condiciones políticas en las cuales las personas con pocos recursos y los trabajadores
explotados podrían movilizarse para defender sus intereses, faltaba prestar atención al
problema de las oportunidades políticas y los constreñimientos. Con fines analíticos y
metodológicos Mc Adam et al (1999: 50-65) desagregan el concepto de “estructura de
oportunidades políticas” señalando que puede hacer referencia por ejemplo al grado de
apertura del sistema político, a la estabilidad/inestabilidad en las alineaciones entre las elites
e, incluso, a la capacidad represiva del Estado.
-
Marcos de interpretación: se analizan los marcos culturales o identitarios, los
significados compartidos. Es decir, “esfuerzos estratégicos conscientes realizados por grupos
de personas en orden a forzar formas compartidas de considerar el mundo y a sí mismas que
legitimen y muevan a la acción colectiva” (Mc Adam et al, 1999: 27). Se trata de la noción
que más se acerca a la de identidad colectiva, cuidadosamente trabajada por Alberto Melucci
en el enfoque europeo, aunque no constituye el interés central de este enfoque.
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Entre las principales objeciones a esta perspectiva se ha señalado que coloca
demasiada atención en las consideraciones racionales, en detrimento de las valoraciones y
significados compartidos. Si se considera la afectividad y lo simbólico, se lo hace en términos
de recursos que mejoran el juego estratégico. Asimismo, varios de los autores de esta
tradición fallan al no reconocer que los movimientos sociales también pueden incidir en la
ampliación de la estructura de oportunidades políticas. En ese sentido, la articulación entre
movimientos y realidad política supone una relación de influencias y condicionamientos
mutuos.
En segundo lugar, el enfoque europeo o de los nuevos movimientos sociales, también
conocido como perspectiva cultural-identitaria, parte de enfatizar la novedad de los actores
colectivos en el marco de la sociedad postindustrial. Se trataba de nuevos protagonistas
actuando al margen de organizaciones políticas y sindicales.
Ese análisis de los procesos macro-contextuales se complementa con una mirada en
torno a la producción simbólica al interior de los movimientos sociales. Una organización
colectiva supone: identidad, solidaridad, comunicación. En esta línea, Alain Touraine advierte
que un movimiento social constituye un conflicto entre grupos que iba más allá de una lucha
de intereses y ponía en tela de juicio un sistema de poder, lo que también suponía una
referencia positiva a las orientaciones culturales de una sociedad (Touraine, 1997: 100-103).
Desde la óptica de Alberto Melucci, un movimiento social se define como una acción
colectiva que apela a la solidaridad en tanto que “capacidad de un actor para compartir
identidad colectiva”, explicita un conflicto social (una relación entre actores enfrentados por
la lucha en torno a los mismos recursos) y rompe los límites del sistema en que se produce
(Melucci, 1994: 173). Así, el pensador italiano reconoce que la acción colectiva también se
situaba en el terreno de la producción simbólica al interior de la vida cotidiana e implicaba el
desarrollo de una identidad colectiva. Ésta suponía la construcción y producción de
significados, creencias, valoraciones y decisiones compartidas, una forma de ver y entender el
mundo.
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Entre las objeciones a esta perspectiva se señala la permanente identificación de una
“novedad” que, en realidad, no sería tan nueva. Es decir, en varias ocasiones se trata de
actores que ya se manifestaban en la escena pública, aunque quizás con menor incidencia, y
que traían viejas demandas. En ese sentido, hay una continuidad del sistema capitalista y por
tanto de la lucha de clases. También se objetó la denominación “social” que se atribuye a las
nuevas organizaciones y movimientos porque pretendería soslayar las discusiones en torno al
poder y al Estado.
En un tercer lugar podríamos identificar una perspectiva que cobra especial interés
en el contexto latinoamericano, el enfoque de los movimientos socio-territoriales. El mismo
parte de reconocer que nuestra región presenta especificidades que la distinguen de Europa o
de Estados Unidos, donde surgieron los enfoques centrales para el análisis de la acción
colectiva y los movimientos sociales. En esa línea América Latina presenta otra realidad
política, social, cultural y económica. Asimismo, los enfoques tradicionales fueron receptados
en un contexto teórico e histórico diferente; teórico por la crisis de los paradigmas críticos:
marxismo y teoría de la dependencia; e histórico por las transiciones a la democracia.
En adición a ello, los casos latinoamericanos relativizan la supuesta “novedad de los
movimientos sociales”: numerosas luchas pasan por lo concreto de la reproducción de la vida
material, combinan viejos y nuevos repertorios, y los actores son sólo nuevos en tanto antes
no eran visibles en la escena pública.
La noción de movimientos socio-territoriales es propia de las investigaciones de
autores como Ana Esther Ceceña, Bernardo Mançano Fernandes, Raúl Zibechi, Norma
Giarracca o Maristella Svampa, entre otros. Esta perspectiva caracteriza a los movimientos
sociales latinoamericanos a partir de cuatro dimensiones comunes: territorialidad, acción
directa, estructura flexible y asamblearia, y tendencia a la autonomía. (Svampa, 2006)
Primero, el territorio no es entendido sólo en términos de materialidad, espacio de
auto organización y de construcción de nuevos lazos sociales, sino como lugar de disputa y
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centro para la reivindicación de los recursos naturales en tanto bienes públicos. Mançano
Fernandes (2005) enfatiza que el territorio es, al mismo tiempo, una convención y una
confrontación, y luego agrega:
Movimento social e movimento socioterritorial são um mesmo sujeito coletivo ou
grupo social que se organiza para desenvolver uma determinada ação em defesa de
seus interesses, em possíveis enfrentamentos e conflitos, com objetivo de
transformação da realidade (Fernades, 2005: 279).
En segunda instancia, la acción directa apunta a la irrupción de estos sujetos
colectivos en los espacios públicos. Estos grupos que antes quizás canalizaban sus
reivindicaciones vía partidos políticos o sindicatos tradicionales, ahora desarrollan sus propias
formas y canales de expresión; haciendo uso de distintos repertorios de acción se organizan y
movilizan para dar visibilidad a sus demandas.
En tercer lugar, los movimientos socio-territoriales desarrollan estructuras flexibles y
tienden a la toma de decisiones a través de asambleas y consensos. Ello dejaría entrever con
mayor claridad el entrelazamiento medios-fines que describió Laraña (1999); es decir, las
estructuras organizativas son vistas como un fin en sí mismas.
El cuarto punto se relaciona con el intento por mantener agendas propias, con
relativa autonomía respecto de los gobiernos y partidos políticos. Sin embargo, estos actores
colectivos no siempre se manifiestan alejados de las contiendas electorales, y pueden llegar a
presentar sus demandas utilizando los canales de la democracia liberal representativa.
A los fines de nuestra presentación interesa destacar que los movimientos socioterritoriales tienen carácter político porque cuestionan el ordenamiento y la distribución de
recursos de una sociedad y establecen complejas articulaciones con el Estado y los gobiernos.
A su vez, convierten al territorio en el centro del conflicto social y, al mismo tiempo, en un
elemento clave para la construcción de equivalencias entre demandas diversas. En ese sentido,
es importante analizar a los movimientos sociales como expresión de una identidad política.
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Ello nos aproxima a las categorías de otra tradición de investigación política: la teoría de la
hegemonía de Ernesto Laclau.
3. Aproximaciones a la teoría laclauniana de la hegemonía
La teoría de la hegemonía en la versión de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe se
presenta como un esquema teórico de importancia creciente para el análisis político
contemporáneo. El mismo parte de asumir una concepción discursiva de los objetos,
identidades y relaciones sociales. No hay significados independientes que respondan a una
esencia natural única, sino que éstos dependen de su contexto de emergencia y de las
relaciones establecidas con otros elementos del contexto.
Esta postura a menudo ha sido criticada por “idealista”, al negar la existencia
material de los objetos. Pero Laclau y Mouffe (2004) argumentan que la suya es una
concepción material de discurso: todo discurso comprende las instancias del habla, “lo que se
dice”, y las prácticas sociales, “lo que los actores hacen”.
[El] hecho de que todo objeto se constituya como objeto de discurso no tiene nada
que ver con la cuestión acerca de un mundo exterior al pensamiento, ni con la
alternativa realismo/idealismo. Un terremoto o la caída de un ladrillo son hechos
perfectamente existentes en el sentido que ocurren aquí y ahora, independientemente
de mi voluntad. Pero el hecho de que su especificidad como objetos se construya en
términos de fenómenos naturales o expresión la ira de dios depende de la
estructuración de un campo discursivo… lo que se niega es (…) la afirmación de
que ellos puedan constituirse como objetos al margen de su condición discursiva de
emergencia (Laclau y Mouffe, 2004: 123).
Entonces, la estructura determina los significados de los objetos e identidades,
aunque se trata de una estructura abierta, con fallas y desajustes. La unidad de los
significantes se constituye a partir de la diferencia con un elemento excluido. El elemento
excluido bloquea la plena constitución de la identidad pero, al mismo tiempo, es su condición
de posibilidad. Es un exterior constitutivo:
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34
(…) en tercer lugar, la única posibilidad de tener un verdadero exterior sería que el
exterior no fuera simplemente un elemento más neutral, sino el resultado de una
exclusión, de algo que la totalidad expele de sí misma a fin de constituirse (para dar
un ejemplo político: es mediante la demonización de un sector de la población que
una sociedad alcanza un sentido de su propia cohesión) (Laclau, 2005: 94).
En la concepción laclauniana, la falta -ubicada al nivel de las estructuras- es también
presentada al nivel del sujeto. Allí resulta fundamental la herencia de Jacques Lacan, ya que
se trata básicamente de un “sujeto de la falta”, quien siempre necesita de otro para poder
constituirse. El sujeto se reconoce porque reconoce a los otros. Es en esta línea de
argumentación que destaca el rol del antagonismo en la constitución de identidades
individuales y colectivas. La centralidad del antagonismo se manifiesta, por ejemplo, en la
unión de diferentes grupos movilizados para hacer frente al neoliberalismo. Éste se presentaba
como un “otro”, su profundización traía consecuencias cada vez peores. Los diversos
colectivos priorizaron el antagonismo con el modelo por sobre sus reivindicaciones
particulares. Así, en el escenario de la crisis de 2001, en Argentina, el piquete luchaba junto a
la cacerola.
En definitiva, para establecer una identidad política es importante tanto la
construcción de equivalencias entre demandas diversas, cuanto la construcción de
antagonismos. En consecuencia, la identidad política no es un fenómeno pre-constituido,
tampoco constituye un reconocimiento otorgado de arriba hacia abajo. Es producto de un
proceso de lucha, con disputas y tensiones. Además, la identidad política no es única, puede
variar en contextos y coyunturas diferentes.
En este sentido, Gerardo Aboy Carles (2011) identifica dimensiones para analizar la
constitución de una identidad política:
•
Dimensión representativa, (homogeneización interna): proceso de construcción
de unidad entre demandas diversas insatisfechas. Las distintas demandas serán equivalentes
en relación a aquello que las niega, la institucionalidad que no les hace lugar.
•
Dimensión de alteridad (diferenciación externa), supone el trazado de una
frontera con un otro excluido. La partición entre “nosotros” y “ellos”.
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•
Dimensión de las tradiciones: herencias, apropiaciones y reocupaciones que
delinean un campo parcialmente estructurado y sedimentado. Una identidad enlaza su ser
presente con un pasado y un porvenir.
En síntesis, tenemos dos procesos simultáneos: construcción de equivalencias entre
demandas diversas pero comúnmente insatisfechas y, a la vez, el trazado de una frontera con
los responsables de tal insatisfacción. Ello en el marco de la recuperación y articulación de
tradiciones políticas que van delimitando una épica propia de cada organización.
Resulta pertinente analizar esas dimensiones en el gráfico de la teoría laclauniana de
la hegemonía. Se trata de un esquema que Laclau presenta en su libro La razón populista y
también en la obra Contingencia, hegemonía y universalidad en coautoría con Judith Butler y
Slavoj Zizek.
Figura N° 1: El discurso zarista en la teoría de la hegemonía
Fuente: Laclau, 2005: 186
Este gráfico representa el discurso de la Rusia Zarista: (Z) refiere al zarismo como
sistema opresivo, es el enemigo público, separado, por una frontera política (la línea divisoria
clara), de una serie de demandas sociales de diversos sectores de la sociedad (D1, D2, D3 por
ejemplo pan, tierra y paz). Cada una de estas demandas tienen, de un lado, una particularidad,
una especificidad, que las hace diferentes a las otras (parte inferior del semicírculo que
muestra el diagrama) y, de otro lado, tienen un elemento común que las hace equivalentes
entre sí (parte superior del semicírculo que muestra el diagrama), su oposición al régimen
zarista. (Laclau, 2005: 165) Esto conduce a que una demanda intervenga (D1), represente a
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las otras demandas, y se convierta, tendencialmente, en el significante de toda la cadena. Pero
esto depende de la frontera dicotómica, si ésta desaparece la cadena de equivalencias entre
demandas se rompe.
A continuación, proponemos analizar, a partir de ese gráfico y de esas categorías
teóricas, la experiencia de casos específicos en América Latina.
4.
La CTA en Argentina
La Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) nació como un sindicato
alternativo ala burocracia sindical de la Confederación General de los Trabajadores (CGT) y
en abierta resistencia al modelo económico y social profundizado en la Argentina de los años
90.
La CTA surge en un momento histórico importante en la República Argentina,
cuando el neoliberalismo avanzaba en forma avasallante y la CGT estaba
literalmente plegada al modelo (…) surge en un momento estratégico, con un
planteo muy claro de no embanderamiento ni político ni partidario pero autonomía
4
también de los grupos económicos y del poder de dominación (Entrevista a Maffei ,
2008).
La novedad de la CTA fue la articulación de organizaciones formales e informales,
con y sin reconocimiento oficial. Es por ello que sostenemos que la Central no fue sólo un
sindicato de trabajadores formales, sino también de aquellos en condiciones precarias o
desempleados. El lema de la CTA intentaba reflejar esa amalgama: “Es trabajador aquel que
vive de su trabajo, que quiere vivir de su trabajo y que ha vivido de su trabajo”.En esa línea,
la diversidad de demandas de las múltiples organizaciones enroladas en la CTA confluyó en
la consigna de “trabajo para todos”, tal como muestra la siguiente figura:
4
Ex Secretaria General de CTERA e integrante en varias oportunidades de la Mesa Nacional. Entrevistada
por la autora en San Salvador de Jujuy, 2008.
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Figura N° 2: Equivalencias en torno a la CTA
Los ´90 y su continuismo
CTA
“Trabajo para todos”
CTERA
AMMAR
FTV
ATE
CONADU
Fuente. Elaboración propia sobre la base de Laclau, 2005
Es decir, la CTA fue construyendo equivalenciales ante la insatisfacción de múltiples
demandas que polarizaban con el neoliberalismo; es por ello que podría hablarse de acciones
conjuntas entre sus distintas expresiones -tal como muestra la figura Nro. 2-. De este modo,
por ejemplo, la Confederación de Trabajadores de la Educación Argentina (CTERA)
demandaba mejoras en la educación primaria y media y una recomposición salarial; la
Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR) solicitaba el reconocimiento de
las meretrices como trabajadoras y la no represión; la Federación Tierra y Vivienda (FTV) se
movilizaba por empleo y ayuda económica; la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE)
lo hacía por aumento de salarios y defensa del patrimonio del Estado; la Federación Nacional
de Docentes Universitarios (CONADU) reclamaba también mejoras salariales y mayor
presupuesto universitario. No obstante, inicialmente, esta diversidad de demandas se nucleaba
en torno a la CTA a partir de la construcción de antagonismos semejantes y en pos de la
consigna “trabajo para todos”.
Todos los delegados veníamos de luchas sectoriales que nos enorgullecen y que nos
llevaron esfuerzo. Elegimos una prioridad, algo que nos unificara a todos por encima
de lo sectorial y el problema principal es trabajo para todos, el problema principal es
enfrentar la desocupación que nos fractura, y elegimos así un tema de toda la
Central, donde sin desconocer las iniciativas sectoriales nos proyectara a una sola
5
cosa (Entrevista a De Gennaro , en Ceceña, 2001: 6).
5
Secretario General de la CTA desde mediados de la década de los 90 hasta 2006. Desde entonces, Secretario
de Relaciones Institucionales de la Mesa Nacional de CTA, y a partir de diciembre del 2011 asumió como
Diputado Nacional por Unidad Popular (UP).
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Vale considerar que la construcción equivalencial de la CTA entre demandas
diversas se desarrolló en oposición a la CGT y su connivencia con el gobierno de Carlos
Menem en los años noventa. Es por ello que –en el gráfico Nro. 2- identificamos una frontera
clara que separa a la CTA de las expresiones asociadas a la implementación y profundización
de las reformas neoliberales.
El escenario se presentó más complejo hacia el año 2003, a partir de la asunción de
Néstor Kirchner a la presidencia. Desde entonces la Central mostró algunas dificultades para
erigir una posición homogénea frente a la nueva gestión. Por un lado, el propio presidente
consideraba elementos que la CTA ya venía demandando (distribución de la riqueza,
soberanía popular o la problemática del desempleo); y a la vez se comprometió firmemente a
evitar la represión de la protesta social. A su vez, el discurso del kirchnerismo colocaba a la
CTA en pie de igualdad con la CGT e invitaba a que las dos centrales trabajen en conjunto
con el gobierno. Ello despertó algunas voces de apoyo al interior de la CTA:
Nosotros nos metimos con los K, con conciencia de que esto era un proceso de
avance y acumulación del pueblo argentino. El gobierno se pone al hombro las
grandes aspiraciones, las esperanzas del pueblo que vienen de su historia y empieza
a resolver en materia económica, memoria, verdad y justicia. Eso hace que construya
6
una mayoría que le está costando mucho a la derecha debilitar (D´Elía , en Gómez y
Massetti, 2009: 38-39).
Por otro lado, es preciso advertir que continuaba la estigmatización de las protestas y
se acentuó la división entre las organizaciones que apoyaban al gobierno y aquellas que no.
Cabe destacar que la personería jurídica, en tanto reconocimiento oficial que la CTA
reclamaba desde hacía varios años, fue negada en 2005por el gobierno de Kirchner
argumentando que existían impedimentos legales amparados en la Ley de Asociaciones
Sindicales.7
6
Dirigente de la FTV, afín al kirchnerismo y funcionario del gobierno durante el período 2003-2006.
En noviembre de 2008 parece haber habido un avance en la lucha por el reconocimiento jurídico, puesto que
la Corte Suprema dictó un fallo a favor de ATE en el que determinó que no es necesario estar afiliado a un
gremio con personería gremial para ser delegado.
7
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El gobierno, tanto de Néstor como de Cristina Kirchner ha tenido con nosotros una
actitud dual, te invita a los actos formales, a la casa de gobierno, sienta al Secretario
General nuestro al lado del de CGT, pero mientras tanto seguimos siendo ilegales o
8
clandestinos (Entrevista a Juan Carlos Giuliani , 2008).
El siguiente diagrama –Nro. 3- muestra la existencia de dos construcciones
discursivas diferentes que se disputan la significación del campo de demandas. Por un lado, la
cadena equivalencial de la CTA que se presentó como la propuesta alternativa y autónoma de
los sectores populares que habían levantado su voz frente a las reformas neoliberales. Por otro
lado, en torno a la figura de Néstor Kirchner se fue conformando otra cadena equivalencial
que tomaba varios ejes de la CTA (redistribución de la riqueza y soberanía popular, por
ejemplo), los cuales pasaron a formar parte de la nueva construcción discursiva. El sentido de
esas demandas se vio entonces en disputa, o como diría Laclau (2005), su sentido permaneció
suspendido.
Figura N° 3: Equivalencias y Diferencias. Kirchnerismo y CTA
Fuente: Elaboración propia sobre la base de Laclau, 2005.
Autoritarismo de los ´70 - neoliberalismo de los ´90 - caos 2001
Redistribución
Unidad PJ
normalidad Soberanía popular
Gobierno de Kirchner
CTA
Redistribución
Trabajo
Personería
Autonomía Soberanía popular
.
8
Ex Secretario General de CTA-Córdoba y miembro de la Mesa Nacional de CTA a partir del año 2006.
Entrevistado por la autora en Río Cuarto, 2009.
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La Central encontró dificultades para posicionarse ante un gobierno que evidenciaba
disponibilidad para negociar, tomaba algunas de sus demandas y profundizaba la
implementación de planes sociales y microcréditos. Estas condiciones generaron un clima
ambiguo donde ya no se podía marcar el antagonismo de tiempos anteriores -que había
favorecido la construcción de cadenas equivalenciales-. De allí que la frontera en este caso,
entre la CTA y el kirchnerismo, no esté claramente definida -por ello se la marcó con líneas
punteadas en la figura Nro. 3-. El contexto actual es aún más complejo, en tanto la CTA se ha
dividido entre una Central que apoya al gobierno –liderada por Hugo Yasky- y otra disidente
–liderada por Pablo Micheli-. A su vez, la CGT también se ha dividido con ese mismo
criterio: una rama que apoya al gobierno –liderada por Antonio Caló- y otra opositora –
liderada por Hugo Moyano-.
5.
El MAS-IPSP y las organizaciones cocaleras en Bolivia
El actual partido de gobierno en Bolivia, Movimiento Al Socialismo – Instrumento
Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), se constituye a partir de una
articulación de organizaciones sindicales y movimientos sociales que quieren participar de la
vida política y deciden presentarse como una opción electoral. Para dar cuenta de ese proceso
es necesario analizar, en primer lugar, el crecimiento de las organizaciones de productores de
coca y, luego, la expansión del MAS como instrumento o estrategia política que responde
directamente a esas bases.
Siguiendo a Pablo Stefanoni y Hervé Do Alto (2006), en sus comienzos los
productores de coca enfrentaron la erradicación de cocales y la represión en forma dividida,
ya que se constituían en seis Federaciones.9 Luego, hacia 1992, avanzaron en la creación de
9
Las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba: Federación Especial de Trabajadores Campesinos del
Trópico de Cochabamba; Federación Única de Centrales Unidas, Federación de las Yungas del Chapare,
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41
una Coordinadora que se erigió como máximo órgano de los movimientos campesinos y
cocaleros en el valle central boliviano. Este proceso también se vio alentado por la creciente
emigración de trabajadores “relocalizados” hacia el Trópico Cochabambino, los cuales
aportaron su capital militante heredado de su experiencia en sindicatos obreros-mineros. Los
nuevos productores de coca, llamados “colonos”, contribuyeron para que el movimiento
cocalero aumentara su resonancia al interior de la Confederación Sindical Única de
Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y se involucrara en los debates en torno a la
tesis del Instrumento Político.
El siguiente gráfico Nro. 4 representa dos procesos en cuestión. Primero, la
construcción de equivalencias entre las organizaciones que no recibían respuesta del poder del
Estado, el cual pretendía la erradicación forzosa de los cocales -o su sustitución por
producciones alternativas- y la estigmatización del cultivo de coca como un eslabón más en la
cadena del narcotráfico. Las Seis Federaciones y su Coordinadora defendían a la hoja de coca
desde su dimensión económica, es decir, como medio para la reproducción de su vida
material; pero también como símbolo de la identidad indígena-campesina. Así lo expresó, por
ejemplo, el dirigente Dionisio Núñez durante la entrevista que mantuvimos:
Defender la coca es como la hostia para los católicos. Ha sido la esencia de nuestra
cultura, jugaba un rol importante en nuestro pasado y era parte de nuestra identidad
cultural y si queríamos reivindicar eso y defender nuestro territorio había que
defender la coca. Otra cosa hubiese sido la defensa del café, que las culturas
indígenas no sienten como parte suyo…Entonces cuando se hablaba de su
erradicación nosotros decíamos quieren erradicar toda nuestra identidad (Entrevista
10
a Núñez , 2009).
El segundo proceso que podemos identificar en el gráfico alude al trazado de
fronteras con los partidos tradicionales en connivencia con intereses de capitales extranjeros,
cuya respuesta ante el problema de la coca era: erradicar y militarizar.
Federación de Colonizadores de Chimoré, Federación de Colonizadores de Carrasco Tropical y Federación
Mamoré.
10
Dirigente sindical del Consejo de Federaciones Campesinas de los Yungas (COFECAY), de la provincia
Sur Yungas. Diputado por el MAS-IPSP en el período 2002-2006, actualmente involucrado en la Campaña
Coca Soberanía. Entrevistado por la autora en Agosto de 2009.
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Figura N° 4: Discurso equivalencial de la Coordinadora. Las bases del MAS-IPSP
Fuente. Elaboración propia sobre la base de Laclau, 2005
Hasta aquí tenemos equivalencias y diferencias, pero sólo concentradas en el espacio
local: el área rural de Cochabamba, más específicamente el Trópico de Cochabamba.11 Luego,
para comprender el crecimiento del MAS es preciso considerar que la lucha por la defensa de
la hoja de coca se fue articulando con otras luchas sociales en Bolivia.
Entonces, la articulación equivalencial y las diferenciaciones se fueron expandiendo.
Las reivindicaciones de los cocaleros se articulan con las de los pueblos originarios, exigiendo
respeto a su cultura y a sus derechos tras siglos de olvido, y además se enlazaron con la
defensa de los recursos naturales (la tierra, el agua, el gas). Recordemos que en el contexto
boliviano del siglo XXI encontramos dos grandes conflictos sociales en vinculación con la
defensa de los recursos naturales y la crisis de representación, nos referimos a la Guerra del
Agua (año 2000) y a la Guerra del Gas (año 203). En el marco de dichos sucesos los
antagonismos se trazaron no sólo con los gobiernos de turno, que no defendían la soberanía
nacional, sino con el modelo neoliberal y el colonialismo interno.
Las demandas por la defensa de los recursos fueron representadas como luchas por la
dignidad nacional, tal como muestra la Figura N° 5. Identificamos una demanda que adquiere
11
El Trópico de Cochabamba abarca la Región Tropical del Departamento de Cochabamba (centro-este de
Bolivia), incluyendo la región de Tiraque Tropical, Carrasco y Chapare.
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una extensión mayor y pasa a simbolizar algo que va más allá de las propias demandas
articuladas, esto es, un significante común que sobredetermina el campo de demandas que
reúne.
En esta línea, la coca como reivindicación fundamental expandió su significación
para convertirse en un eslabón más en la lucha por la soberanía y la dignidad nacional. La
“dignidad” se presentó como un significante tendencialmente vacío que cobijaba distintas
demandas y luchas, no sólo de los productores de coca -aunque éstos desempeñaran un rol de
liderazgo- sino también de los trabajadores urbanos y de las clases medias que reivindicaban
su derecho al agua y al gas, por ejemplo. A su vez, estas demandas se inscribieron en la
misma cadena equivalencial que resistía la mala administración de los gobiernos locales y la
injerencia de las empresas transnacionales.
Figura N° 5: Articulaciones en torno al MAS-IPSP
Fuente: Elaboración propia sobre la base de Laclau, 2005
Repasando lo hasta aquí desarrollado, el MAS-IPSP fue creciendo y consolidándose,
primero acotado a la región del Trópico cochabambino y luego con proyección nacional. En
este recorrido resultaron cruciales las luchas sociales y políticas que se fueron desatando en
Bolivia, la capacidad de organización y convocatoria de las organizaciones cocaleras, y el
panorama general de crisis de representación. Así, la extensión de la cadena equivalencial en
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44
torno al MAS-IPSP supuso que las reivindicaciones de los pueblos originarios se enlazaran
con la defensa de los recursos naturales y de la hoja de coca como símbolo de la dignidad
nacional, frente a la radicalidad de las reformas neoliberales. El MAS-IPSP desarrolló un
amplio discurso que reeditaba algunos aspectos del viejo nacionalismo, pero adicionándole un
tinte indigenista. Ello le permitió articular múltiples sujetos y antagonismos. De este modo,
logró el triunfo en las elecciones presidenciales de diciembre de 2005, pero eso constituye
otra historia que abordaremos en otra oportunidad. Por ahora nos ha interesado mostrar cómo
podemos interpretar la emergencia y consolidación del MAS-IPSP a partir de las categorías
explicitadas en apartados anteriores.
6.
Consideraciones finales
A lo largo de esta presentación se pretendió mostrar que las perspectivas teóricas
para el análisis tienen que desarrollarse en vinculación con contextos y casos específicos. No
se trata de categorías rígidas o abstractas, sino que deben adaptarse a las diferentes coyunturas
y re-inventarse permanentemente. De allí por ejemplo las dificultades para aplicar los
modelos europeos o norteamericanos en los análisis de los casos latinoamericanos.
A su vez, los estudios sobre la temática de la acción colectiva y la constitución de
identidades políticas deben combinar factores internos (organización, recursos, líder) y
externos (oportunidad política), relativizando sus fronteras. En particular, la perspectiva de las
identidades políticas contribuye a la comprensión de las expresiones de acción colectiva
latinoamericanas que son heterogéneas y políticas. Heterogéneas porque en su complejo
devenir comparten caracteres de movimiento social, protesta, sindicato; sin constituir solo uno
de esos fenómenos con todas las características que se les atribuyen. La CTA, por ejemplo, se
ubicaría a mitad de camino entre organización socio-territorial y sindical; y el MAS-IPSP se
presenta simultáneamente como sindicato, movimiento social y opción electoral.
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Se trata, a su vez, de expresiones colectivas con carácter político porque inauguran
fuertes cuestionamientos al sistema imperante y buscan repercutir directamente en la
distribución de roles y lugares sociales. ¿Por qué los indios para el hacha y el machete? ¿Por
qué sólo los profesionales formados en el exterior para la política? ¿Por qué la movilización
social como desestabilizadora? ¿Por qué los desocupados no pueden reivindicar sus derechos
laborales? Es en esta línea que hemos defendido también una concepción política del
territorio, como centro del conflicto social actual y, al mismo tiempo, elemento clave para la
construcción de equivalencias.
Finalmente, la perspectiva de las identidades políticas permite identificar si una
organización puede articular demandas diferentes, si consigue dividir el espacio político o
consolidar identidades mayores. Eso contribuye a la comprensión de por qué en algunos casos
las demandas de los movimientos sociales o socio-territoriales son incorporadas al sistema,
mientras que en otros casos esas demandas representan grandes desafíos para el sistema
imperante.
7.
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(Yungas).
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47
III
PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y TERRITORIO
Vinculaciones entre organizaciones socio-territoriales
y Estados municipales
María Belén Rolfi (UNRC-UNSL-CONICET)
1. Introducción
En el marco del Seminario Sociedades, Territorios y Política. Siglo XX y XXI se
dictó el Módulo II denominado “Participación Ciudadana y Territorio. Vinculaciones entre
organizaciones socio-territoriales y Estados municipales”. En este bloque temático las
categorías analíticas de participación y territorio se constituyeron en los principales ejes de
discusión. El proceso de reflexividad que se llevó a cabo, conjuntamente con los alumnos de
la Maestría en Planeamiento Territorial de la Universidad Estadual de Fiera de Santana,
incluyó un recorrido histórico y conceptual con la intención de dar cuenta de las
configuraciones y reconfiguraciones que tales nociones, en tanto categorías conceptuales,
pero también como realidades sociológicas, han experimentado desde mediados de la década
del cincuenta del siglo pasado en la Argentina. Para ello se propuso una perspectiva de
análisis que pretendió tomar distancia de aquellas lecturas normativas referidas a la
participación ciudadana y avanzar en interpretaciones que abordan dicho fenómeno en clave
de relación entre el Estado y la Sociedad civil, es decir, desde una mirada socio-política que
se complementó con un abordaje socio-territorial.
2. El laberinto semántico de la participación12
12
Esta primera parte del artículo se ha desarrollado tomando como principal referencia el capítulo “La relación
Estado-sociedad civil como desafío teórico: Una propuesta analítica para repensar la noción de participación”.
(Rolfi, M. B, Chaboux, M. A., 2014)
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El concepto de participación13 se presenta como polémico, polisémico, de naturaleza
pluridimensional e histórica. Su complejidad semántica se hace más visible en tanto se trata
de un término directamente asociado a nociones también polémicas, tal es el caso de las ideas
de Estado y Sociedad Civil, en las que subyacen perspectivas teóricas diferentes e incluso
divergentes entre sí. El laberinto de sentidos que supone la participación se torna aún más
sinuoso si se pretende adjetivarla con términos también polisémicos: es el caso de los
calificativos que frecuentemente la acompañan cuando se habla de, por ejemplo, participación
ciudadana, popular, comunitaria, social, entre otras. (Oszlak, 2009) Asimismo, y de acuerdo
con la bibliografía especializada, parece no existir una teoría general acerca de la
participación, y por tanto, no es posible encontrar un acuerdo en lo que respecta a su
definición.
A pesar de la multiplicidad de sus significados, existe un consenso en torno a la
deseabilidad de la participación, ya que cuenta con una valoración positiva por ser
considerada un pilar fundamental para la ampliación de la democracia y el ejercicio de la
ciudadanía. Resulta importante destacar que aquella ausencia de una teoría comprehensiva
sobre participación coexiste con una tendencia a definirla en abstracto, sin considerar el
contexto en el que tienen lugar prácticas participativas concretas. Esta tendencia ha
dificultado una correcta interpretación y sistematización de las transformaciones que la
participación, su naturaleza y alcance, han experimentado en su devenir histórico. (Avritzer,
2009)
Estas problemáticas afectan también a las nociones de Estado y sociedad civil con las
que se asocia la idea de participación; ambas se encuentran atravesadas por un extenso debate.
Es por ello que resulta de interés, como una primera aproximación al tema que nos convoca,
hacer una breve referencia a la concepción que se asume sobre estos términos, en tanto se
13
Como una primera aproximación y a los fines de acordar en una definición en sentido amplio de la
participación, en el presente trabajo, nos referimos con este término a todas aquellas prácticas socio-políticas que
exceden el momento electoral, y que con diferentes lenguajes, matices, mecanismos, actores y objetivos, se
despliegan sobre el conjunto del entramado social interpelando a la relación Estado-Sociedad.
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49
considera que dicha conceptualización tiene implicancias de tipo teóricas y de alcance
empírico en lo referente a la participación.
En el caso de la idea de Estado, es Mabel Thwaites Rey (1999) quien advierte que no
existe una teoría sobre el sistema estatal, sino múltiples enfoques que lo incluyen como
principal eje analítico. En lo que respecta al concepto de sociedad civil, el mismo se encuentra
inmerso en una enorme confusión conceptual, pues no existe un corpus teórico propiamente
dicho en torno a él. De hecho, en su terreno disciplinar se entrecruzan las coordenadas de la
filosofía política, la sociología de los movimientos sociales, la teoría de la democracia, la
antropología y la sociología políticas. Si esto es cierto dentro del campo analítico, lo es
también para los actores sociales. De allí surge la “necesidad de debatir teóricamente las
potencialidades analíticas de un concepto que hoy por hoy pertenece al imaginario de
numerosos actores sociales” (Olvera, 1999: 17).
Se destaca, además, una tendencia a importar construcciones teóricas que no
responden a las realidades latinoamericanas, sino que remiten a los contextos de surgimiento
que la sociedad civil experimentó en los países europeos y anglosajones. Estos terminan
siendo presentados como tipos ideales que son contrastados con las realidades de Nuestra
América, intentando determinar correspondencias o desvíos. Todo ello resulta en una
reducción de la riqueza empírica y teórica de los fenómenos estudiados, al presentar como
homogéneas realidades que responden a temporalidades y espacialidades que le otorgan una
impronta particular.
Tomando en cuenta lo dicho hasta aquí, el próximo apartado se propone
problematizar la noción de participación, considerando su devenir histórico en el escenario
latinoamericano. Para este análisis, se recupera su carácter complejo y contradictorio,
asumiendo que dicho concepto se reactualiza continuamente, adopta nuevas características y
comporta permanentes controversias. Es, en definitiva, un dispositivo conceptual abierto e
inacabado, capaz de designar sujetos y objetos y, a la vez, transformarlos. Reconocer a la
participación como parte de una lucha política implica otorgarle densidad teórica y empírica a
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50
una categoría que puede permanecer dentro de los márgenes de lo instituido, o bien avanzar
hacia una nueva gramática social.
3. Sociedad civil y Estado, una compleja articulación
3.1. Consideraciones previas: acerca de la elección epistemológica
En esta presentación se asume una perspectiva alternativa a la liberal clásica, por lo
que se concibe al Estado y a la sociedad como un fenómeno relacional. A lo largo del presente
trabajo intentaremos encontrar en esta premisa un asidero analítico-experiencial. El enfoque
crítico que aquí proponemos intenta realizar un aporte a la comprensión de los múltiples
matices que puede presentar dicha interacción. (Rofman, González Caravajal & Anzoategui,
2010)
Se pretende entonces realizar una aproximación a abordajes teóricos superadores de
lecturas reduccionistas sobre los fenómenos sociales, las que han prevalecido en el análisis de
la relación entre Estado y sociedad civil. Se trata de una cuestión anclada en una controversia
epistemológica referida a tradiciones teóricas que han pretendido hegemonizar el campo del
análisis social y que han pensado la relación Individuo-Sociedad en términos dicotómicos,
perdiendo de vista que “el dominio primario del estudio de las ciencias sociales no es ni la
vivencia del actor individual, ni la existencia de alguna forma de totalidad societaria, sino
prácticas sociales ordenadas en un espacio y un tiempo” (Giddens, [1984] 2011: 40).
Perspectivas holísticas, tales como el funcionalismo y el estructuralismo, desde
siempre han tendido a pensar el binomio estructura social-acción humana poniendo el acento
en la primera, entendiéndola como una construcción material que existe al margen de los
individuos y constriñe sus comportamientos, lo que deviene en un imperialismo del objeto.
Por otra parte, encontramos enfoques individualistas que hacen hincapié en la acción del
sujeto aislándolo de las dimensiones estructurales, como lo son la hermenéutica y las
sociologías comprehensivas, perspectivas que terminan por generar un imperialismo del
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51
sujeto. Ambos puntos de vistas se presentan en la teoría social como insuficientes, ya que
proporcionan explicaciones parciales de los fenómenos que estudian. Para superar estas dos
“ambiciones imperiales” (Ibíd.: 40) es que se adhiere a teorías de síntesis14, las cuales
proponen, en términos generales y desde sus propias improntas, un análisis interactivo y
contingente de la acción, considerando a ésta y a la estructura como elementos ya no
contrapuestos sino dinámicamente complementarios.
Atendiendo a estas advertencias epistemológicas, recurrimos a las ideas de Bob
Jessop para poder pensar al Estado y a la sociedad civil desde su complejidad. Para ello, este
autor se apoya en diversas corrientes teóricas que terminan por confluir en su Enfoque
Estratégico Relacional15. El mismo propone un diálogo entre estructura y agencia, a través del
cual “las estructuras incorporen una dimensión de ‘selectividad estratégica’ al tiempo que la
actuación de los agentes adquiera una ‘inscripción estructural’ y potencialmente
‘estructurante’” (Bermúdez, Groisman & Mazzalay, 2007: 15). En este punto es necesario
reconocer la importancia nodal de la noción de “selectividad estratégica”16 para el análisis de
la dinámica estatal que desarrolla Jessop; la misma hace pie en el poder transformador del
14
Tales como la Teoría de la Estructuración (Giddens), la Teoría de los Campos Sociales (Bourdieu), la Teoría
de la Acción Comunicativa (Habermas) y el Enfoque Estratégico Relacional (Jessop). Es este último el que
desarrollaremos en la presente sección. Las teorías síntesis forman parte del esfuerzo de la teoría social
contemporánea por despegarse de la dicotomía entre objetivismo y subjetivismo.
15
Es importante advertir que aquí no se pretende revisar de manera exhaustiva el corpus teórico de este autor, en
tanto su obra excede las posibilidades de este trabajo, dado que no sólo se nutre de múltiples vertientes teóricas,
sino que también asume un anclaje epistemológico complejo. Para una revisión más profunda de la producción
de Jessop se pueden consultar algunas de sus publicaciones traducidas al castellano: “El futuro del Estado
capitalista (2009); Capitalismo(s): discursos y materialidad en las formaciones sociales capitalistas
contemporáneas (2007); y ¿Narrando el futuro de la economía nacional y el Estado Nacional? Puntos a
considerar acerca del replanteo de la regulación y la re-invención de la gobernancia” (2006).
16
En una entrevista, cuando se le preguntó al autor por este concepto, el mismo respondió que: «La idea de
selectividad estratégica hace referencia al modo en que la arquitectura específica del Estado facilita que
determinadas fuerzas sociales utilicen el poder estatal para promover sus intereses y valores frente a otras fuerzas
sociales con distintos propósitos y horizontes de acción. Muchos teóricos del Estado tratan las restricciones
asociadas con un régimen político concreto como si fueran absolutas, y no dejaran espacio para la maniobra
estratégica. Otros piensan que una fuerza social puede hacer cualquier cosa cuando se hace con el control del
Estado. Mi enfoque rechaza ambas posiciones: creo que existen límites que varían de un régimen político a otro
y también que las distintas fuerzas sociales pueden sortear parcialmente estas constricciones» (Jessop,
entrevistado por López, 2009).
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52
sujeto y en su capacidad de leer estratégicamente las estructuras, que son constrictivas y a la
vez habilitantes.
3.2. Sociedad civil: la deconstrucción de un concepto
Autores como Alberto Olvera, advirtiendo la mencionada ausencia de una teoría
comprehensiva sobre la sociedad civil, bregan por la elaboración de un cuerpo teórico crítico
y autóctono que abandone perspectivas deterministas importadas de manera acrítica. Una
propuesta teórica en tal sentido cuestiona el positivismo hegemónico en la ciencia política
contemporánea y apunta a una vía de contacto entre las ciencias sociales y las necesidades,
expectativas y discursos de los actores sociales reales. (Olvera, 1999)
Si se persigue el objetivo de no extraer conclusiones de manera apresurada mediante
la aplicación de conceptos abstractos a realidades concretas (Cortés, 2012), se torna
imprescindible la utilización de herramientas conceptuales que cuenten con la agudeza
necesaria para detenerse en las especificidades y contradicciones de América Latina. La
noción original de sociedad civil fue pensada, en el campo de la filosofía política, para definir
un espacio social plural, constitutivo de una forma de vida y de un potencial crítico en
relación al Estado y al mercado. Las definiciones empíricas no operacionalizan el concepto
sino que lo reducen a uno de sus componentes, generalmente a las redes asociativas
autónomas. (Olvera, 2006: 8)
En este sentido, uno de los principales atributos asignados a la sociedad civil en los
países centrales ha sido la idea de autonomía; la misma es la resultante de la propia
trayectoria histórica de estas naciones. Dicha especificidad es transformada en una condición
inherente a la sociedad civil por la tradición liberal, la que supone, en términos generales, un
Estado mínimo, claramente diferenciado de la sociedad y situado en un contexto de
estabilidad a nivel político, económico y social; características que no necesariamente son
extrapolables.
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53
De hecho, en América Latina a diferencia de Europa, la sociedad civil no se
constituyó por oposición a regímenes monárquicos absolutistas, sino que se enmarcó en un
contexto particular relacionado con un pasado colonial. Así, su origen estuvo fuertemente
tutelado por el propio Estado, cuya formación fue lenta y conflictiva a la vez que la creación
del mercado local fue consecuencia de la instauración de un capitalismo dependiente.
Siguiendo a Martín Cortés (2012: 215), este proceso histórico convirtió al Estado
Latinoamericano en “Estado productivo”, dado que “constituyó un elemento central a la hora
de articular las sociedades latinoamericanas como sociedades capitalistas, aún en su carácter
dependiente.
Los enfoques para estudiar la sociedad civil y el Estado deben proponerse como una
teoría cercana a los datos. En este sentido, la dimensión política de la sociedad civil
latinoamericana y la compleja relación que la misma establece con el Estado y con el patrón
de desarrollo económico, se constituyen en datos ineludibles a la hora de intentar
conceptualizarla. Si en América Latina la sociedad y el Estado desde sus orígenes se han visto
mutuamente implicados, resulta necesario problematizar sobre aquellas definiciones que
plantean que la sociedad civil constituye:
un conjunto complejo de múltiples comunidades y asociaciones diversas, que
quieren permanecer diferentes y autónomas, es decir, que son exteriores al sistema
jurídico-político del Estado y al sistema económico del Mercado, y no se rigen por
ninguna otra lógica sistémica, sino por sus propios valores e intereses, o su ethos
particular. Los agrupamientos plurales de la sociedad civil no tienen como fin ni el
acceso al poder del Estado, ni la acumulación de capital, aunque no pueden
permanecer ajenos, o desconectados de esos dos sistemas (De Zan, 2006: 99).
Si bien en esta comunicación se comparte la idea de que la sociedad civil no es un
conjunto homogéneo, sino que, por el contrario, se caracteriza por su pluralidad interna, lo
que se discute con definiciones como las de arriba descriptas es su reivindicación del carácter
pospolítico de la sociedad civil que conduce a considerarla como la depositante del sentido de
solidaridad de los tiempos presentes, por definición o por esencia, o como un espacio de
refugio ético a salvo de cualquier lógica sistémica que intente colonizarla. A diferencia de esta
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54
postura, sostenemos que al interior de la sociedad civil pueden reproducirse las mismas
disputas políticas que en el Estado o en el mercado. (De Piero, 2005) Al respecto, Alberto
Olvera (2006: 11), intenta prevenirnos contra una noción de sociedad civil demasiado estrecha
o funcionalista, advirtiendo que:
La sociedad civil no es un actor colectivo, no es un espacio único o unificado, no se
limita a ONG’s y no constituye una especie de actor histórico, transformador por
naturaleza. Es, por el contrario, un resultado contingente de la construcción de la
modernidad que sólo se consolida plenamente con la democracia y el Estado de
Derecho; si bien porta la promesa de una relación crítica con los sistemas económico
y político, la actualización de ese potencial resulta contingente y no necesaria.
Dentro de la sociedad civil coexisten intereses contrapuestos y contradicciones
económicas, políticas y culturales. (…) Sin embargo, en el fondo de esta categoría
existe un contenido normativo que la vincula con la autonomía, el autocontrol, el
debate y la construcción de consenso, razón por la cual este concepto continúa y
continuará siendo un referente simbólico de las luchas por la democratización de la
vida pública.
De acuerdo a lo dicho hasta aquí, es posible señalar que habitualmente los análisis
que versan sobre la sociedad civil no logran realizar una clara distinción entre el plano
normativo y el empírico; incluso terminan por confundir ambas dimensiones, lo que
obscurece aún más la comprensión de esta categoría. Lejos de ser una exquisitez teórica, tal
diferenciación resulta sustancial, más aún, podría decirse que “la unidad de la sociedad civil
es aparente tan sólo desde un punto de vista normativo” (Arato, 1996: 10). Siguiendo igual
línea argumental, Adriana Rofman (2009) rescata el potencial analítico del denominado
enfoque socio-político, ya que la perspectiva normativa entendida de manera absoluta termina
por convalidar un esquema reduccionista y simplificador de los procesos sociales en cuestión.
3.3. El Estado y sus significados. Hacia un concepto politológico de Estado
No se puede pensar en la noción de participación sin hacer referencia al Estado. Aún
las formas participativas que han pretendido desarrollarse por fuera del sistema político,
siempre se han encontrado con la necesidad de pensar al Estado como un actor referencial a la
hora de definir sus repertorios de acción, puesto que directa o indirectamente, casi la totalidad
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55
de los conflictos lo involucran, ya sea como el principal interlocutor o al menos como el
mediador entre los distintos colectivos. “De ahí que pueda afirmarse, junto con Miliband
(1992), que el Estado es aquello contra lo cual ‘los hombres chocan al enfrentarse con otros
hombres’” (Ouviña, 2002: 1).
Una vez problematizada la importancia que tiene el Estado a la hora de abordar
procesos participativos, se hace necesario avanzar en su discusión teórica. En tal sentido, Bob
Jessop, desde el Enfoque Estratégico Relacional, piensa al Estado en clave neogramsciana (el
Estado en su sentido integral, como sociedad política más sociedad civil) y lo define como:
un conjunto socialmente regularizado, enraizado y estratégicamente selectivo de
instituciones, organizaciones, fuerzas sociales, y actividades, organizado alrededor
de (o involucrado en) la toma de decisiones colectivamente vinculantes para una
comunidad políticamente imaginada (Jessop, 2006: 10).
A partir de ello, asegura que el sistema estatal abarca mucho más que las
instituciones jurídico-políticas, involucrando, además, importantes aspectos socio-culturales.
Esta conceptualización es fruto de un camino de reflexiones teóricas alimentadas por
otras corrientes; de hecho Jessop admite como sus inspiraciones principales, además del
pensamiento de Antonio Gramsci, al Institucionalismo, a los aportes de Nicos Poulantzas, a
los de la Escuela Francesa de la Regulación y al trabajo de Claus Offe.17 A partir de la década
del ’90 al esquema teórico descripto el autor inglés incorpora un componente semiótico, dado
que considera que el Estado como relación social no puede referirse exclusivamente a las
relaciones de fuerza, sino que también deben considerarse los discursos generalizados y
naturalizados en la conciencia de las mayorías. (Brand, 2011: 150) Adscribe así a la
concepción del Estado como “comunidad políticamente imaginada”.18 El mismo es,
simultáneamente, actor, terreno de lucha y discurso. De esta manera, ampliando la capacidad
17
Para una revisión más amplia de los aportes que han nutrido el pensamiento jessopiano, véase (Bermúdez,
Groisman, & Mazzalay, 2007).
18
Sobre esta noción, ver: Anderson (1993).
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explicativa de las herramientas conceptuales de las que dispone, Jessop ofrece claves para
interpretar los contextos actuales.
En América Latina también encontramos autores que trabajan estas líneas teóricas;
tal es el caso de Álvaro García Linera (2010: 8), quien propone una conceptualización del
Estado que se encuentra en sintonía con estas discusiones, dado que refiere al mismo como
relación-Estado.19 Esta categoría se expresa a partir de tres ejes analíticos: el Estado como
correlación política de fuerzas sociales, como materialidad institucional y como idea o
creencia colectiva generalizada.20 Además, entiende que existe una vasta bibliografía que
refiere al Estado como continuidad y reproducción, pero al igual que Jessop adopta una
concepción que permite pensar la posibilidad de transformación en el marco de las
correlaciones de fuerzas típicas de este modo de relación.
Un común denominador de los autores citados es el esfuerzo por comprender al
Estado “tal cual es”, es decir, de manera dinámica. Entienden que se trata de un Estado que
reclama para su análisis la consideración de su densidad histórica; rechazando cualquier
definición en abstracto que lo reduzca a una categoría formal. De acuerdo con tales
interpretaciones, el Estado carece de coherencia interna, a la vez que es el resultado siempre
19
Esta conceptualización podría considerarse deudora de la noción de Estado esgrimida por el marxista grecofrancés Nikos Poulantzas, quien cuestionó aquellas visiones “simplificadoras y dogmatizantes” en torno a la
cuestión estatal. “El Estado capitalista no debe ser considerado como una entidad intrínseca, sino como una
relación, más exactamente como la condensación material de una relación de fuerzas entre clases y fracciones de
clase, tal como se expresa, siempre en forma específica, en el seno del Estado” (…) El Estado es, también, un
campo y un proceso estratégicos, donde se entrelazan nidos y redes de poder, que se articulan y presentan, a la
vez, contradicciones y desfasajes entre sí. De ello derivan tácticas cambiantes y contradictorias cuyo objetivo
general o cristalización institucional toman cuerpo en los aparatos estatales” (Poulantzas, 1979: 155/163-164).
20
El Estado es entendido, por una parte, “como una correlación políticas de fuerzas entre bloques y clases
sociales con capacidad de influir, en mayor o en menor medida, en la implementación de decisiones
gubernamentales, o si se prefiere, como construcción de una coalición política dominante; por otra parte, como
una maquinaria donde se materializan esas decisiones en normas, reglas, burocracias, presupuestos, jerarquías,
hábitos burocráticos, papeles, trámites, es decir, como institucionalidad. Estos dos primeros componentes hacen
referencia al Estado como relación material de dominación y conducción política. Y, en tercer lugar, el Estado
como idea colectiva, como sentido común de época que garantiza el consentimiento moral entre gobernantes y
gobernados. Con este tercer componente, nos referimos al Estado como relación de legitimación política o, en
palabras del profesor P. Bourdieu, como monopolio del poder simbólico” (García Linera, 2010: 8).
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57
contingente de una correlación de fuerzas que si bien tiende a un equilibrio inestable, nunca
logra suturar por completo el conflicto y las posibilidades de transformación. Lo que haga el
Estado dependerá siempre del resultado de los conflictos sociales y su capacidad de hacer del
instrumento estatal una herramienta para la organización social. “El Estado no es un ente de
voluntad que puede operar al margen de su contexto y de sus posibilidades. Tiene la
autonomía que le marcan las luchas sociales” (Monedero, 2008:24).
Esto refuerza la lectura del Estado y la sociedad civil como mutuamente implicados,
mirada que se basa en la comprensión gramsciana de las relaciones de poder que estructuran
el funcionamiento tanto del sistema estatal como del societal.
En este apartado hemos querido resaltar que pensar al Estado en estos términos
implica un esfuerzo intelectual, a la vez que abre nuevos espacios analíticos. En tal sentido, se
ha intentado poner de manifiesto que la cuestión estatal, su forma de ser y de actuar, se
presentan como un objeto de análisis complejo, ya que:
(…) detrás de cada concepción del Estado existe una forma de interpretar a la
sociedad y al poder político que no es una mera descripción de ‘lo real’, sino que
importa valoraciones que a su vez recortan e influyen sobre la realidad que se
pretende describir. Porque toda construcción discursiva -en este caso la descripción
‘teórica’ de la naturaleza del Estado- conlleva una valoración que, inevitablemente,
se pone en juego como estrategia de lucha política (Thwaites Rey: 1999: 2-3).
Situar al Estado en primer plano, como realidad y como concepto, implica
reivindicarlo como actor fundamental que puede intervenir en la reproducción del capitalismo
global, o puede ser parte de aquellas estrategias emancipadoras que pretenden reinventarlo.
3.4. Desandando los caminos de la participación. La participación en
perspectiva histórica: matrices sociopolíticas
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58
3.4.1. La matriz sociopolítica clásica o nacional popular. Entre la
integración y la transformación revolucionaria
Hemos pretendido poner en discusión el vínculo que une a la noción de participación
con las de Estado y sociedad civil en tanto fenómeno relacional; la complejidad de esta
articulación conceptual y empírica se reactualiza si se tiene en cuenta que se trata de tres
nociones históricamente situadas y socialmente construidas. Reconocer la historicidad de las
categorías estudiadas permitirá, por un lado, romper con la tentación de un análisis
esencialista; y por el otro, dimensionar que la participación se encuentra imbricada en
procesos socio-políticos, culturales y económicos más amplios.
Para realizar un balance histórico acerca de la participación, apelamos a la categoría
analítica de matriz sociopolítica que propone Manuel Garretón (2002), a la que define de
acuerdo a la particular configuración de las relaciones entre: i) Estado, ii) régimen y partidos
políticos, y iii) sociedad civil o base social. La primera esfera es conceptualizada como el
“momento de unidad y dirección de la sociedad”; el sistema de representación o estructura
político-partidaria es el “momento de agregación de demandas globales y de reivindicaciones
políticas de los sujetos y actores sociales”; mientras que su base socio-económica y cultural
constituye el “momento de participación y diversidad de la sociedad civil” (Ibíd.: 9). La
mediación institucional entre estos elementos es denominada régimen político.
La noción de matriz sociopolítica se presenta como flexible, cambiante e histórica.
Sus componentes se articulan entre sí de manera diferente de acuerdo con las características
de los diversos escenarios contextuales en los que se despliegan. Es necesario advertir que, si
bien en términos analíticos se reconoce el paso por diferentes matrices, la relación EstadoSociedad-en-movimiento se expresa de manera diacrónica, sin una orientación unívoca,
aunque la vida social siempre está compuesta por líneas de continuidad. Es así como el
Estado-relación expresa en sus propias narrativas la continuidad histórica de las luchas
políticas que lo constituyeron en el pasado, y de aquellas que lo interpelan en el presente.
(Panizza, 1988)
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59
Manuel Garretón (2002), entiende que desde la década del ’30 hasta los ’70, con
especificidades de acuerdo a los países y períodos de que se trate, primó en Latinoamérica una
matriz sociopolítica denominada indistintamente clásica, político-céntrica o nacional popular.
En este paradigma, la posición estructural era el elemento determinante en la conformación de
los actores sociales y de la acción colectiva, cuya forma privilegiada era la política (más
movimientista que representativa), y la parte más débil de la matriz era el vínculo institucional
entre sus componentes, es decir, el régimen político. En el marco de la sociedad industrial,
edificada sobre el vínculo entre el capital y el trabajo, el Estado Nacional desempeñaba un rol
referencial para todas las acciones colectivas, pero mantenía una débil autonomía en relación
con la sociedad y pesaban sobre éste todas las presiones y demandas tanto internas como
externas. En cuanto a los agentes intervinientes en los procesos participativos, existía un actor
social central, al que Garretón define como el Movimiento Nacional Popular, representado
generalmente por la figura paradigmática del movimiento obrero, en tanto sujeto histórico. La
acción colectiva, en este período, se caracterizaba por su carácter contestatario y su apelación
ideológica y política; estos aspectos permeaban repertorios participativos orientados a
propiciar transformaciones radicales a favor de la igualdad y la justicia social. Tales acciones
se inscribían en un proyecto social superador: la participación no constituía una actividad
individual, sino que se presentaba como parte de una unidad mayor, siendo un mecanismo
apropiado para alcanzar el cambio social. (Garretón, 2002; Pérez Rubio & Foio, 2008)
En este punto, resulta importante establecer algunas distinciones en cuanto a las
principales modalidades participativas y sus objetivos tanto implícitos como explícitos,
durante este período. Adriana Rofman (2013) establece algunas distinciones interesantes entre
lo que denomina la participación comunitaria, la participación popular y la concertación
social. En un contexto en que las políticas sociales se concebían subordinadas
jerárquicamente a las políticas productivas, las primeras eran abordadas como una suerte de
subproducto natural del crecimiento de la economía (Franco, 1988). En lo que respecta a las
estrategias de la participación comunitaria, éstas eran vistas como resortes apropiados para
extender los beneficios del progreso a las comunidades marginales o en situación de pobreza.
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60
Este enfoque responde a un clima ideológico epocal legitimado por organismos
internacionales, tales como la Organización de Naciones Unidas (ONU) que elaboró
numerosos informes al respecto.
El adjetivo comunitaria indicaba los límites de esta propuesta de organización de los
sectores populares, ya que definía como contexto de la participación a la comunidad, una
noción que alude a un espacio social pequeño, acotado territorialmente y homogéneo en
cuanto a su composición y problemáticas, en lugar de apuntar a la intervención en la sociedad.
Este recorte termina por legitimar una forma participativa despolitizada, ya que el contexto de
intervención era reducido, los objetivos terminaban por asumir un carácter instrumental y no
se cuestionaban las causas profundas de las condiciones de marginalidad. Es así como “la
lucha contra la pobreza” no constituyó un mero procedimiento técnico para categorizar
beneficiarios,
sino
que
reveló
el
encuadre
ideológico
subyacente,
tendiente
al
disciplinamiento social:
Durante el régimen de facto de Onganía (1963-1970), frente a la proscripción de los
partidos políticos, el desarrollo de comunidades, vinculando al Estado subsidiario
con las asociaciones intermedias y las comunidades y sin mediación política, intentó
constituirlas en actores políticos (Rosenfeld y Cardarelli, 1998: 33).
La radicalización de los procesos políticos que se vivió en América Latina en la
década de 1970, fue protagonizada por movimientos populares contestatarios. La
participación política se salió del marco estrecho del sistema político electoral al que había
estado referido durante la primera mitad del siglo XX, ya que los objetivos de los actores de la
sociedad civil para la intervención de los asuntos públicos se formulaban en términos de la
transformación revolucionaria de la estructura económica y social.21 “El trabajo barrial se
constituyó en una tarea central de la militancia, dado que la organización territorial ‘del
21
Son las perspectivas latinoamericanistas las que conciben a la participación popular como un instrumento de
lucha revolucionaria, uniendo su desarrollo teórico a la praxis política. Entre las propuestas más relevantes
encontramos la noción de educación popular de Paulo Freire y la de Investigación Acción Participativa de Fals
Borda. Desde estos posicionamientos la participación es entendida como una estrategia orientada al cambio y a
la transformación social, tendiente a la abolición de la explotación, la dominación y el verticalismo en las
relaciones sociales y políticas.
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61
pueblo’ era el fundamento del nuevo poder enfrentado al sistema institucional” (Ibíd.: 39). De
esta manera la participación popular presentaba una visión reñida en relación a los procesos
participativos comunitarios, puesto que las estrategias de intervención popular cuestionaban
las relaciones de dominación y de dependencia a las que estaban sujetos los sectores
subalternos.
El desarrollo de mecanismos de articulación entre el Estado y la sociedad, sin
embargo, no se restringía a la problemática de la atención asistencial de las condiciones de
vida, sino que también organizaba institucionalmente la interacción en torno a intereses
sectoriales; pujas corporativas entre el capital y el trabajo con intermediación del Estado.
Rofman (2013) denomina a esta tercera modalidad participativa concertación social.
Dentro del Estado social son creadas las condiciones institucionales para la
“normalización” del conflicto entre las clases, quitando a este último la forma de una
confrontación “desnuda” –y en cierto sentido prepolítica, si por política se entiende
en este caso la forma de mediación que la idea de ciudadanía aporta– sin no obstante
eliminar, de hecho, el conflicto en sí. De un lado la “legalización” de la clase obrera
–se termina su radical externalidad respecto de los circuitos de integración política y
social y se desactiva el potencial inmediatamente revolucionario de los movimientos
de masa a través de su reinscripción en la red de relaciones contractuales que recorre
y satura todo el espacio social. Del otro, el reconocimiento de parte del Estado de las
cuestiones específicas del trabajo como intereses generales de la colectividad en el
cuadro universalista de la “Nación” (Chignola & Mezzadra, 2012:10).
Es posible advertir la manera en que este esquema permitía el procesamiento de las
demandas dentro de los márgenes del modelo de desarrollo capitalista; postura ideológica que
mantiene fuertes diferencias con la propuesta revolucionaria de la participación popular.
Cada una de estas modalidades participativas si bien responden a un contexto
específico no han desaparecido en la actualidad, por el contrario las mismas subsisten aunque
con matices y reacomodamientos propios de los cambios de época. De hecho, estas
experiencias han cristalizado en un conjunto de metodologías y estrategias de intervención
social.
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62
Frente a la radicalización política, a la instauración de gobiernos de izquierda y al
inminente avance del comunismo tras la Revolución Cubana, que a decir de Sarlo (1988),
traducía la revolución al castellano, América Latina fue el escenario de una serie de procesos
dictatoriales, pergeñados para contener esa tendencia y que se extendieron durante la década
del ’60 y del ’70, desarticulando la matriz nacional y popular. El intento del autoritarismo por
cambiar el rol del Estado, así como los cambios en la economía y en la sociedad,
transformaron las posibilidades de participación, principalmente a través de la represión, la
marginalización y la informalización de la economía.
En lugar de los movimientos organizados, la principal acción colectiva durante las
dictaduras fueron las movilizaciones sociales que tendían a enfatizar su dimensión
simbólica por sobre la orientación reivindicativa o instrumental. Es significativo, en
este sentido, el rol de liderazgo simbólico alcanzado por el Movimiento de Derechos
Humanos. Éste fue el germen de lo que podríamos llamar el Movimiento Social
Central del período de ruptura de la matriz nacional popular bajo los autoritarismos:
el Movimiento Democrático (Garretón, 2002: 11).
El terrorismo de Estado que se practicó en el Cono Sur puso a la sociedad contra el
Estado. La coincidencia histórica entre la implantación neoliberal a partir de mediados de los
’80 y los procesos de redemocratización en la mayor parte de América Latina, abrió un
espacio para repensar el tema de la sociedad civil y de la participación ciudadana en una clave
distinta. Gran parte del discurso de la transición a la democracia se fundó en una
revalorización de la sociedad civil como promotora de la lucha por los derechos políticos y
como opositora moral a los autoritarismos de todo signo. El papel que se le atribuyó en dicha
transición dio lugar a una lectura liberal de la relación Estado-sociedad: la de la oposición
entre una virtuosa sociedad civil y un malvado Estado que articulaba todos los males del
poder. (Olvera, 2006: 13)
3.4.2. La matriz sociopolítica neoliberal: Entre el cambio y la
permanencia
Sociedades,
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Política
63
El posterior retorno de la democracia a América Latina trajo consigo ciertas
novedades, puesto que los procesos de democratización se vieron condicionados por la
emergencia y consolidación de una sociedad de mercado, que respondía a las exigencias del
Consenso de Washington, requisito ineludible para la inserción de estos países a una
globalización excluyente. El cambio del rol del Estado vino acompañado por
transformaciones económicas, dando lugar a un régimen de acumulación post-fordista. Es
conocido que el neoliberalismo se constituyó durante más de treinta años como proyecto
hegemónico por sobre el proyecto democrático-participativo, el que quedó confinado a
experiencias de resistencia a escala local. Para entender la consolidación del neoliberalismo es
preciso reconocer que contó con una correlación de fuerzas a su favor. La misma articuló el
impulso de la ortodoxia transnacional y la anuencia de los gobiernos nacionales, interesados
en cumplir rigurosamente con los procesos de reorganización estructural y de reorientación
estratégica (desnacionalización, desestatización e internacionalización) (Jessop, 2006),
prescritos por los Organismos Internacionales, a los fines de formar parte de la competencia
global promotora de la “acumulación por desposesión” (Harvey, 2005). Todo ello se expresó,
por un lado, en el descompromiso del capital respecto a la salud de los “equilibrios” sociales y
políticos nacionales, y por el otro, en un imaginario que se sostuvo en la posibilidad del
progreso indefinido. (La Serna, 2012)
En lo que respecta a los actores de la sociedad civil, en esta matriz se diversificaron,
a la vez que sus demandas adquirieron nuevos contenidos que ya no pudieron ser articulados
en un movimiento social central. Situación que se vinculó con la emergencia de una nueva
cuestión social (Rosanvallon, 2004), producto del final de la sociedad salarial.22 En este
escenario tiene lugar el fenómeno de la exclusión social que genera, entre sus principales
consecuencias, una redefinición de las identidades sociales resultantes de la dinámica
impuesta por la matriz Estado-céntrica.
22
Pierre Rosanvallon (2004) aborda la nueva cuestión social entendiendo que uno de sus rasgos principales es la
escisión entre lo económico y lo social, en el contexto de la crisis del Estado providencia. Así, se produce una
disociación entre la producción y la redistribución, entre la competitividad y la solidaridad, en el marco de un
proceso de desocupación masiva y de larga duración.
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Los excluidos no forman parte de una clase objetiva, sino que son, por el contrario,
una ‘no clase’. De modos extremadamente diversificados, los fenómenos de
exclusión son manifestaciones de las diferencias y no de la aglomeración social. Así,
pues, la exclusión no constituye un fenómeno monolítico (Ibíd.: 195).
Esta sociedad fragmentada aparece como fuertemente desigual y escindida en
mundos con lógicas diferenciadas que segmentan los imaginarios colectivos y políticos.
(Castel, 1997 citado en García Delgado & Nosetto, 2004) Sin embargo, a pesar de los
procesos de desintegración y diferenciación que han impactado sobre el mundo social y sus
actores, a lo largo de la década del ’90 se produce “el retorno de la sociedad civil”23
(Reigadas, 2007). Su resurgimiento se encuentra en el centro de una marea de cambios en la
cultura política contemporánea. Es que en este período se redefinen los modos de concebir a
la sociedad civil, a los actores colectivos y a sus formas de manifestación en el espacio
público. La movilización en torno a las diversas problemáticas propias de la ya mencionada
nueva cuestión social, da como resultado la “emergencia de un abanico de movimientos
sociales que pueblan la escena política, cuyas demandas heterogéneas exigen de las políticas
públicas respuestas muy variadas, y que apelan a recursos de acción novedosos” (Rofman,
2007: 3). Estos mecanismos de visibilización en el espacio público poco tienen que ver con
los movimientos sociales que protagonizaron la acción colectiva durante los períodos
anteriores, cuyos reclamos y prácticas participativas giraban en torno a un eje de conflicto
particular: el de la relación capital-trabajo durante la matriz nacional popular; o el de la
relación democracia-dictadura durante la transición democrática.
Andrew Arato explica que la sociedad civil se expresa a través de diferentes
lenguajes, es por ello que emprende la tarea de distinguir a “la sociedad civil como
movimiento de la sociedad civil como institución, siendo la primera una especie de sociedad
civil constituyente de la última, que es la versión constituida e institucionalizada” (Arato,
1996: 7).24 Los nuevos movimientos sociales se diferencian de sus predecesores por carecer
23
“Con esta expresión se hace referencia a la irrupción en la escena política de un conjunto de actores que no
forman parte del sistema político, pero que se reclaman portadores legítimos de intereses universalizables, con
responsabilidad sobre la gestión de lo público” (Rofman, 2009).
24
Cohen y Arato desarrollan una noción de sociedad civil basada en las ideas de Habermas. Según estos autores
la misma tendría dos componentes principales: “por un lado, un conjunto de instituciones que definen y
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de un actor unificador o de una articulación política partidaria definida. Por su parte, las
orientaciones de las organizaciones de la sociedad civil hacia el Estado también se
transforman: desde una posición de cuestionamiento a la autoridad estatal se desplazan hacia
una exigencia de mayor participación en el proceso de las políticas públicas, pasando de la
confrontación a la asociación:
La diversificación de la problemática social y la consiguiente ampliación del abanico
de actores involucrados en la gestión de política estatal, hace evidente la
heterogeneidad social y territorial de la cuestión social y lleva a jerarquizar lo local
como referencia espacial para la gestión de las políticas sociales (Rofman, 2007: 3).
Mientras que en el paradigma nacional popular, en su versión más politizada, la
intervención en el territorio estaba en consonancia con la búsqueda de la transformación
social y con la lucha contra la dimensión estructural de la desigualdad; en esta nueva matriz,
la participación adquiere un carácter micro-social. Siguiendo a Oscar Oszlak (2009), es
posible afirmar que esta nueva matriz sociopolítica construye una particular agenda social
problemática, que impacta sobre el contenido y orientación de las políticas públicas y, en
especial, de las políticas sociales. El modelo universalista y homogeneizante, formulado e
implementado centralmente desde el nivel nacional, propio del período del Estado Social, es
reemplazado por un repertorio múltiple de intervenciones focalizadas, cuya implementación
descansa en un entramado institucional que incorpora a diversos actores en momentos y roles
diferentes del proceso de gestión. Estas políticas focalizadas generaron una transformación de
los derechos sociales, que devinieron ya no en una intensificación de la ciudadanía por
aumento del plexo jurídico de derechos, sino que se constituyeron en un elemento
desciudadanizante. (García Delgado & Nosetto, 2004: 176) En tal contexto surge, siguiendo la
línea argumental propuesta por Pierre Rosanvallon (2004), la categoría de discapacidad
defienden los derechos individuales, políticos y sociales de los ciudadanos (...); por otra parte, estaría el conjunto
de movimientos sociales que continuamente plantean nuevos principios y valores, nuevas demandas ciudadanas,
así como vigilan la aplicación efectiva de los derechos ya otorgados. Tendríamos así, que la sociedad civil
contendría un elemento institucional definido básicamente por la estructura de derechos de los Estados de
Bienestar contemporáneos, y un elemento activo, transformador, constituido por los nuevos movimientos
sociales” (Arato, 1994; citado en Olvera, 1998).
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social.25 Las políticas sociales focalizadas fueron la respuesta del neoliberalismo a la extrema
pobreza e instalaron la idea de asistencia permanente y la identidad del asistido despojado de
su ciudadanía, dependientes del favor de gobiernos y ONG’s. (Coraggio, 2007)
El profundo y especial alcance que adquirió el neoliberalismo, puede comparase con
el alcance, también intenso y extenso, de su propia crisis. Se trata de una crisis civilizatoria
integral: financiera, laboral, alimentaria, ecológica, energética. A nivel mundial, “afecta a la
manera de organizarnos (los Estados nacionales), a la manera de pensar (la modernidad) y a la
forma de organizar la economía (el capitalismo)”. (Monedero, 2012: 17) Es que frente al
neoliberalismo y al orden del discurso que éste logró imponer, con el correr de los años se
fueron construyendo narrativas alternativas encarnadas en la figura de los Movimientos
Sociales. Una gran efervescencia social contraria al neoliberalismo generó un escenario de
oportunidades políticas que favorecieron la asunción de gobiernos progresistas o de centroizquierda, los que reconfiguraron el mapa político existente.
La caracterización del tipo de Estado que a partir de estos procesos se ha ido
conformando y su definición, habilitan una discusión difícil de zanjar. A pesar de que existe
un acuerdo general sobre el “regreso del Estado al primer plano” (Skocpol, 1985), se
evidencia una controversia respecto a la superación definitiva del neoliberalismo. En este
sentido, hay quienes afirman que el neoliberalismo en tanto proyecto político sigue vigente;
por ello, el desafío de las propuestas alternativas es doble: trabajar sobre las “huellas” que
dejó el período de auge neoliberal y lidiar con la constante presencia de un neoliberalismo
camaleónico, que se presenta siempre capaz de reinventarse. (Smith, 2009) Lo cierto es que el
Estado y su proceso de reconfiguración abren una serie de interrogantes sobre lo nuevo y lo
viejo, lo que cambia y lo que permanece, lo equivalente y lo distinto (Thwaites Rey, 2010); en
definitiva: sus rupturas y continuidades.
25
El autor entiende que, así como en el Siglo XIX había tenido lugar la idea de desocupación, en los años
ochenta se introdujo la noción de discapacidad social para manejar poblaciones que ya no podían insertarse
normalmente en la sociedad. Esta categoría “incluye diversas formas de marginalidad, llegando incluso a
designar a los trabajadores que no se adaptan a las mutaciones tecnológicas” (Rosanvallon, 2004: 117).
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67
4.
Hacia un abordaje socio-territorial. El encuentro-desencuentro entre
disciplinas
Como ya hemos expuesto la relación entre Estado y sociedad civil sólo puede ser
comprendida a partir de sus arreglos espacio-temporales. Una vez realizado un recorrido
histórico que tuvo como eje analítico a la noción de participación, resulta necesario avanzar
en las implicancias territoriales de los procesos participativos, pero para ello es ineludible, en
un primer momento, reconocer las vicisitudes que el abordaje socio-espacial ha debido
afrontar al momento de dar cuenta de los fenómenos sociales contemporáneos. De hecho el
propio Michelle Foucualt, en diferentes pasajes de su obra, ha problematizado en torno a la
preeminencia que el tiempo ha tenido sobre el espacio a lo largo del siglo veinte: “el espacio
fue tratado como lo muerto, lo fijo, lo no dialéctico, lo inmóvil. El tiempo, por el contrario,
fue rico, fecundo, vivo, dialéctico”. La conclusión a la que arribó el autor francés fue
expresada del siguiente modo: “tenemos que pensar (nos) en términos espaciales” (1980;
1986, citado en Tirado & Mora, 2002).
En tal sentido, es posible reconocer que desde la década del ochenta las Ciencias
Sociales evidencian un marcado “giro hacia la espacialidad” (Lindón & Hiernaux, 2010: 278).
En este proceso, las nociones de territorio, espacio y lugar han dejado de ser abordadas
metafóricamente como meros elementos de localización, y emergen ahora como dimensiones
analíticas fundamentales para la comprensión de fenómenos sociales cada vez más complejos,
reconociendo que entre Sociedad y Espacio hay una implicancia de doble vía.
En contraposición al anunciado “fin de la geografía” (Virilio, 1997), que
sobrevendría al avance de la globalización y a los denominados procesos de
desterritorialización del capital, lejos de desaparecer, las categorías geográficas parecen mutar
y complejizarse cada vez más; poniendo en jaque los presupuestos clásicos de la geografía
tradicional, que reducían el concepto de espacio a la dimensión material de los objetos, por lo
que el interés estaba puesto en su distribución física sobre la faz de la tierra. El espacio no se
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problematizaba, era un a priori que simplemente existía en su materialidad, y, por lo tanto, en
su abordaje se omitían, sin más, sus aspectos simbólicos y subjetivos. La aplicación de la
razón cartesiana a su definición y análisis, ha hecho pensar al espacio en la esfera de lo
absoluto. La fragmentación de su abordaje llevó a la construcción de un espacio mental regido
por la geometría y la técnica y, por ende, menospreciando la dimensión de la vida cotidiana.
De hecho, “el papel del espacio en relación a la sociedad ha sido frecuentemente minimizado
por la geografía (...) se puede decir que ésta se interesó más por la forma de las cosas que por
su formación” (Santos, 1996: 12, citado en Manzanal, 2007: 35).
En un contexto en el que las certezas que ordenaban el mundo más o menos hasta los
años setenta parecen haber desaparecido, las sociedades contemporáneas, de riesgos
manufacturados, han perdido sus seguridades ontológicas y con ellas se han desvanecido los
principios teóricos y metodológicos que habían instituido una rígida división entre el mundo
interior subjetivo y el mundo exterior objetivo. La densidad y la complejidad son ahora las
características del mundo actual de las que debe ocuparse el analista social. Dado que ya no
pueden asirse desde los mismos postulados que les daban certezas en un pasado no tan remoto
(Lindón & Hiernaux, 2010), las Ciencias Sociales intentan construir nuevos patrones de
comprensión de los fenómenos que estudian. Este escenario ha reactualizado las discusiones
sobre la relación entre temporalidad y espacialidad. El espacio, que había sido interpretado
durante la denominada “larga noche espacial” (Ibíd.) como una categoría menor frente a los
análisis históricos, cobra una centralidad creciente.
Es así como en un avance hacia una fuerte conciencia tempo-espacial, en las últimas
décadas las Ciencias Sociales asisten a un giro no sólo lingüístico y cultural, sino también
espacial. El espacio ha sido “reafirmado” en la teoría y análisis social contemporáneo (Soja
1989) de tal manera que, hoy, las proposiciones “lo social y lo espacial son inseparables” y
“la forma espacial de lo social tienen efectividad causal” (Massey 1994:255), son
ampliamente aceptadas entre teóricos sociales. Esto quiere decir que lo espacial debe ser
abordado no simplemente como producto de procesos sociales, (esto es, el espacio como
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“socialmente construido”), sino también como parte de la explicación de estos procesos
sociales (esto es lo social como “espacialmente construido”) (Auyero, 2002: s/p.).
Para enfrentar los desafíos investigativos que representan estos reacomodamientos
epistemológicos, resulta necesario superar conceptos puros y unilaterales hoy desprovistos de
potencial explicativo. Este retorno del territorio (Santos, 2005) nos invita, entonces, a
reflexionar sobre la participación social en la Argentina reciente y su proceso de
territorialización, valiéndonos de las herramientas teóricas y epistemológicas surgidas del
encuentro entre la geografía humana y la teoría social.
5.
Territorialización de la acción social: el caso de la Asamblea Popular Los
Boulevares (Córdoba-Argentina)
Los procesos de territorialización de la participación social en la Argentina reciente,
cuyos antecedentes más inmediatos nos remontan a mediados de la década del noventa,
responden a lo que Denis Merklen (2010; 2004/2005), ha dado en llamar “la inscripción
territorial de los sectores populares”. El autor entiende que:
…el territorio adquiere en esta etapa importancia renovada en la socialización
política y en la socialización a secas de las clases populares. Mientras los sindicatos
perdían su peso, las organizaciones barriales aparecían en el paisaje político y social
de la Argentina, poniendo en evidencia la fuerza latente del territorio urbano
(Merklen, 2004/2005:46).
La nueva relación que estos grupos sociales movilizados mantuvieron con lo político
y con la política26, siguiendo las distinciones propuestas por Cornelius Castoriadis (2008;
26
A lo largo de su obra, el autor greco-francés propone una distinción entre ambos términos-conceptos. Ante el
uso indiferenciado de estas categorías, Castoriadis introduce la siguiente discriminación analítica: Lo político
quedaría así reservado a aquellas decisiones emanadas del poder explícito, entendido éste último como la
instancia capaz de emitir imperativos sancionables y al menos en parte conscientes o reflexionados. Tal poder se
encuentra presente en todas las sociedades, y en las nuestras, en particular, se encarna en las instituciones del
Estado, cuyo objetivo es restablecer el orden, asegurar la vida y la operación de la sociedad hacia y contra lo que
en acto o en potencia la ponga en peligro. La política, en cambio, refiere a aquella actividad lúcida y reflexiva
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2010), “se descentran hacia lo local (o el barrio), donde los más desprotegidos encontraron
una fuente de ‘reafiliación’, medios de subsistencia e incluso una base de recomposición
identitaria” (Merklen, 2004/2005).
Por otro lado, es necesario reconocer las transformaciones acontecidas en los
aparatos del Estado y la importancia que los territorios asumieron para las gestiones
gubernamentales al momento de generar estrategias cuyo principal objetivo fue contener la
crisis y tratar de recuperar la perdida y tan mentada “gobernabilidad”. Para ello las políticas
implementadas oscilaron entre la puesta en marcha de programas sociales focalizados, que
consistieron en el otorgamiento de subsidios -planes sociales según el modelo del workfare
(trabajo forzoso)- , dictaminado por los organismos internacionales (Svampa & Pereira,
2009:237), y acciones directas que no excluyeron el uso del aparato represivo del Estado.
Es posible advertir el modo en el que sistema estatal (en sus tres niveles)
experimentó una correlación de fuerzas específica que mostró a los sectores no corporativos
de la sociedad civil presionando y protagonizando intensas luchas populares que llevaron al
Estado-aparato a canalizar sus demandas en clave de pacificación social, realizando
concesiones que pretendían restablecer la “normalidad” del orden institucional, a pesar de que
éste sufrió considerables reacomodamientos como consecuencia de la movilización social.
Las autoridades estatales nacionales, provinciales y en especial las municipales, por
su proximidad territorial, se convirtieron en administradoras de instituciones que
concentraban recursos indispensables para la subsistencia. De un modo general, estos
dispositivos de asistencia social, al tomar como interlocutores a las organizaciones y a los
líderes locales en cierta manera condujeron la política del barrio y complejizaron las
estrategias de intervención de las organizaciones sociales involucradas, puesto que éstas
orientada al análisis crítico de la institución dada de la sociedad. La misma es puesta en duda como tal y en sus
diferentes aspectos y dimensiones. La política es, entonces, proyecto de autonomía: actividad colectiva
reflexionada y lúcida tendiendo a la institución global de la sociedad como tal. (Castoriadis, 2008; 2010)
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debieron combinar, en permanente tensión, acciones tendientes al reconocimiento y a la
reivindicación, con otras basadas en la negociación y la colaboración con el Estado para
obtener aquellos recursos indispensables en un contexto de emergencia social.
A partir del caso de la Asamblea Popular Los Boulevares de la ciudad de Córdoba
fue analizado situadamente este proceso, como así también el devenir de este tipo de
organizaciones socio-política, poniendo especial atención en su inscripción territorial y en su
dinámica participativa, tomando como categorías referenciales a las nociones de territorio y
lugar. La primera para hacer alusión a las relaciones de poder y a la dimensión política, en
sentido amplio, de las prácticas espaciales consideradas y la segunda para poner de relieve el
espacio vivido, la experiencia espacial y la construcción de identidades. Ambas nociones
pudieron ser distinguidas de manera más o menos taxativa sólo en el plano estrictamente
analítico. Si tenemos en cuenta que lo distinguible no es necesariamente separable,
(Castoriadis, 2010), es en términos empíricos donde se tornan evidentes los matices y las
articulaciones que devienen de ambos conceptos y que han sido reconstruidos a partir de los
registros narrativos recolectados.
Es mediante el análisis comprensivo de la entrevista realizada a una de las referentes
de la organización social mencionada que se arribó a las conclusiones que se presentan a
continuación. Como primera medida, y en lo concerniente a las implicancias metodológicas
de esta reflexión, es importante destacar que a partir de la entrevista, considerada como
técnica de recolección de datos, es posible reconstruir el sentido social de la conducta
individual. Interpretada de este modo la entrevista permite la obtención de información
primaria, cuyo contenido se encuentra atravesado por una relación no excluyente pero sí
dinámica y conflictivamente entrelazada entre estructura social y agencia humana, entre
integración social e integración sistémica, o lo que es igual, “(...) la naturaleza de una
interacción en situaciones de co-presencia y la conexión entre éstas y los influjos ‘ausentes’
que conciernen a la explicación de una conducta social” (Giddens, 2011:173).
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La Asamblea Popular Los Boulevares se constituyó como tal durante una de las
etapas más álgidas de la historia nacional: nos referimos a la denominada “crisis del 2001”.27
En realidad la Asamblea es una organización político-social que se conforma en
base a la crisis del 2001. Cuando en diciembre se desata la crisis nosotros hacía rato
que veníamos viendo… porque vivíamos en el barrio (Liliana, militante social y una
de las referentes de la Asamblea, entrevista personal, 13/05/2014).
Fueron algunos vecinos de este barrio, situado en la zona sur de la ciudad capital,
quienes, en diciembre de ese año, en el momento más difícil de un proceso de intenso
deterioro político, económico y social, decidieron reunirse para buscar caminos de solución a
la problemática más acuciante de aquellos tiempos: “el hambre”.
L:…“Del hambre había que hablar. Pero cómo solucionábamos el hambre si
nosotros económicamente también estábamos mal…”
L:-…También la crisis nos desplazó de otro barrio, de clase media acomodada,
perdimos la casa con mi compañero y justo nacía nuestra primera hija, nuestra única
hija, que nació en ese contexto, en ese año, y fue durísimo. Entonces nos desplazó a
éste barrio, fuera del cordón…fuera del Anillo de Circunvalación…28 Para nosotros
fue patético… Cuando nosotros llegamos acá había siete asentamientos que eran
durísimos. Los niños empezamos a ver que no tenían zapatillas y los que tenían
zapatillas, no tenían talones las zapatillas, caminaban sin eso…”
27
“La crisis de 2001 quizás haya sido el peor derrumbe social de la historia argentina. No se trató, desde ya, de
una mera crisis económica, sino que se puso en juego la posibilidad de la continuidad del Estado nacional como
entidad con capacidad de autogobierno. Hacia fines de aquel año, la disolución de los vínculos políticos,
económicos y sociales llegó a un punto tal que no podían garantizarse las condiciones para la supervivencia
“normal” de amplias franjas de la población. El colapso del aparato productivo, bancario y de las finanzas
públicas fue sólo la expresión económica del derrumbe de toda la sociedad. A diferencia de un cataclismo, no
fue un producto de la naturaleza, sino de la acumulación de políticas contrarias a los intereses básicos de la
Nación” (Aronskind, 2011: s/p).
28
El Anillo de Circunvalación es la principal marca de un proyecto urbanístico segregacionista que la ciudad de
Córdoba comenzó a delinear en la década del ’50 y que se concretó durante los ochenta. Tal Anillo contiene la
traza urbana, compactando el crecimiento de la ciudad dentro de sus límites. Como resultado de este trazado el
espacio urbano cordobés queda dividida de manera tal que “los barrios vinculados a las zonas industriales
localizadas en el Sur, Sureste y Suroeste contrastan urbanística, económica y estéticamente con las áreas
residenciales del aristócrata Noroeste cordobés” (Cervio, 2014: 22). La política urbana dispuesta por el Estado
municipal para la periferia es la extensión con baja densidad. Las urbanizaciones se emplazan mayoritariamente
por fuera de la Av. Circunvalación y a varios kilómetros del centro de la ciudad. En su interior, el Estado
provincial despliega una amplia variedad de instituciones de control y disciplinamiento corporal (comedores,
escuelas, dispensarios, etc.) que atentan contra las posibilidades de los pobladores de movilizarse por otros
circuitos de la ciudad, así como de vivenciar encuentros con otras clases (Cervio, 2010).
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De acuerdo con el fragmento transcripto es posible registrar la manera en que la
historia de vida de Liliana, nuestra entrevistada, sintetiza buena parte de las transformaciones
que la estructura social argentina experimentó durante aquella época.
De hecho, la historia de vida, como recurso metodológico y opción epistemológica,
constituye una expresión de la permanente interacción entre la historia personal y la historia
social. La narración y la reflexión sobre las vivencias hacen posible el encuentro “entre el
tiempo del sujeto y el tiempo del mundo, entre la finitud de la vida personal y la infinitud de
la historia humano social” (Puyana & Barreto, 1994: s/p.). En este caso nos permitió
reconocer los alcances del proceso de pauperización que sufrieron los sectores medios en la
Argentina finisecular. De esta manera los registros biográficos se refieren a contextos
específicos y describen vivencias y experiencias individuales que no por eso se encuentran
desenganchadas de las realidades macro-sociales circundantes; por el contrario se presentan
como un vínculo dialéctico y significativo. Agnew lo expresa del siguiente modo:
La macroescala estaría manifiestamente presente en las rutinas y prácticas de la vida
diaria. Pero es a su vez producto agregado de las consecuencias, intencionadas e
inintencionadas de las situaciones en microescala. Agregación, consecuencias
intencionadas y representaciones están presentes a la vez, más que sólo una de ellas
(1987: 20, citado en Lois, 2010).
En palabras de Haesbaert (2013) miles de argentinos sufrieron un sostenido proceso
de desterritorialización, no en el sentido de la “libre” circulación o movilidad ascendente del
capital, sino como la pérdida de control sobre el propio territorio. De hecho, la capacidad de
movilidad, según Bauman (2001), se ha convertido en una fuente irrefutable de estratificación
social. Es así como:
los globales dispondrían de un acceso a la movilidad ilimitado que les permitiría
elegir destino y asegurarse la producción de distancia; mientras que los locales se
hallarían en un espacio restrictivo, imposibilitados de desplazarse o condenados a
ser expulsados del lugar que desearían ocupar (Castro Orellana, 2009: 179).
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Pero también es cierto que tales condiciones de precarización, de pérdida, de
desplazamiento, tal contexto constrictivo, es, simultáneamente, y con todas las
contradicciones que ello supone, una condición habilitante en la construcción de nuevos
territorios, territorios de lucha y de resistencia que también tienen grados variables de
influencia ante el poder explícito y el orden instituido.
Liliana vivencia en un primer momento a este proceso de desterritorialización como
un hecho “patético”: el desplazamiento fuera de los límites de aquella ciudad visible y
enunciable que es parte de las representaciones dominantes del espacio urbano. Sin embargo,
a medida que se produce su encuentro con otros vecinos que también tienen experiencia
militante y comparten trayectorias en las luchas populares, y mediante su referenciación
consciente en un intenso proceso de aprendizaje vinculado con las necesidades y las estrategia
de supervivencia de los sectores más desfavorecidos por la crisis, se comienzan a delinear
acciones comunes, prácticas políticas inscriptas en cartografías de segregación, atravesadas
por condiciones materiales y simbólicas de exclusión, pero que al mismo tiempo intentan su
recusación, pretendiendo construir otras formas de habitar la ciudad que se les niega,
disputando el código hegemónico de producción y lectura del espacio.
L:… Mirá vos… yo ahí aprendí tantas cosas…. Como que se podía cocinar…conocí
el famoso ladrillo con resistencia, ahí cocinaba la gente porque no pagaba luz. No
había cables forrados, entonces, todo el mundo estaba enganchado a la luz, entonces
todo el mundo tenía la “cocinita eléctrica”, que era con el ladrillo con resistencia.
Bueno, todo aprendizaje del barrio…de la militancia…
Los repertorios de acción asumidos incluyeron el corte y la ocupación de las calles
del barrio, sus espacios públicos y sus lugares significativos, tal fue el caso de la parroquia
que cobijo a cientos de vecinos que comenzaron a aglutinarse con motivo de los planes
sociales; una herramienta que a decir de Merklen, permitió satisfacer necesidades urgentes de
los vecinos y de la organización, como así también luchar por el reconocimiento de los
derechos conculcados.
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L: “Entonces…empezamos a ver el tema de los Planes Jefes, entonces no teníamos a
dónde juntarnos, en la calle primero, pero en la calle era tanta gente la que venía, te
estoy hablando de más de cuatrocientas personas. Entonces comenzamos a… dice
uno de ellos: podemos pedirle la llave al cura y entramos a la Iglesia y si no nos la
da, la tomamos. Así, literalmente. Porque…la gente afuera, ya empezaba a hacer
frío. Entonces agarramos y el cura nos dio la llave… Resulta que no teníamos
acercamiento con la Iglesia de acá, pero resulta que la Iglesia de acá es una Iglesia
que ha caminado en la opción por los pobres y en la Teología de la Liberación”.
Es así como comienza un proceso de territorialización29 de las prácticas de este grupo
de vecinos, apropiándose del barrio como “nano-territorio”, delineando prácticas insurgentes
que lograron anclarse en un espacio de proximidad.
L:… Bueno, ahí alquilamos un lugar (…) que había sido como una escuela
cooperativa y tenía muchas aulas, y ahí comenzamos a funcionar. Y entonces
comenzamos… Había ropero, cayó un médico que dijo que él iba a atender…
Alquilamos eso y lo arreglamos, ahí había guardería, biblioteca, se daba apoyo
escolar, había médico, cine, un cine grande…reciclamos todas las butacas de un cine
que habían cerrado…
Todas estas acciones de organización y de coordinación que se inscriben en el
territorio barrial y lo convierten en un espacio referencial, remiten tanto a la idea de territorio
como a la de lugar. En cuanto a éste último, se trata de un concepto que revaloriza al sujeto y
a su experiencia cotidiana de habitar el espacio con toda la carga de sentido que dicha
experiencia lleva consigo. Se asocia fundamentalmente a la idea de espacio vivido, aquel que
es percibido a través de los sentidos, de las ideas, en diferentes instancias que articulan el
espacio personal y el del grupo. “El espacio se transforma en lugar a medida que lo
conocemos mejor y lo dotamos de valor” (Tuan, 1986:6). Se trata, entonces, de espacios
delimitados que, para los sujetos, representan certezas y seguridades otorgadas por lo
conocido, inscriptas en sus propios registros biográficos. Son espacios definidos a partir de la
apropiación simbólica e identitaria que allí sucede (Schneider & Tartaruga, 2006).
L: …No hay casa que no conozcamos, no hay casa que no conozcamos la
problemática, la familia, te puedo decir, todo, todo el barrio…
29
Rogério Haesbaert (2013) entiende este término en el sentido de un proceso de dominio (políticoeconómico) y/o de apropiación (simbólico-cultural) del espacio por los grupos humanos.
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Resulta interesante el modo en el que a partir de la creación de la Asamblea y de la
organización de los vecinos, la relación que Liliana construye con el barrio, como así también,
la manera en la que se resignifican las condiciones de exclusión allí existentes, convierten a
este espacio en un verdadero lugar. En los términos propuestos por Lopes de Souza (2013), en
rigor, se genera un proceso de relugarización, es decir,
(…) la atribución de nuevos significados a los espacios (o mejor a los lugares, ya
que se trata de resignificar un espacio ya dotado de sentido). Eso puede ser hecho
con ayuda de las representaciones de los paisajes, de nuevas adjetivaciones y de
nuevas descripciones, de revisiones de la historia (reescribir la narrativa de la
“historia del lugar”: releer el pasado, influenciar en el futuro30 (Lopes de Souza,
2013: 125).
El autor advierte que muchas veces, una “relugarización” substancial exige una
nueva toponimia y sus nuevos calificativos precisan resistir y luchar para afirmarse (trinchera
simbólica) contra la indiferencia y el preconcepto. La Asamblea de los Boulevares es
protagonista de un proceso participativo que insistió en construir puentes de contención ante
un Estado desarticulado y a partir de ello recusar aquel imaginario dominante que circunscribe
la periferia al espacio de la marginalidad, el territorio donde reside el trabajador que “no
trabaja”, donde habita la sobrepoblación.
En Los Boulevares han construido un sentido del lugar que reivindica una tarea
constante, pequeña, pero potente, que lucha contra aquellos sentidos impuestos desde la
“ciudad formal”, construyendo así una verdadera trinchera simbólica. Esta búsqueda de un
espacio diferenciado, articulado en múltiples expresiones de resistencia, se convierte, además,
en una práctica política concreta en relación al espacio.
El propio López de Souza en su libro Los conceptos fundamentales de la
investigación socio-espacial (2013) destaca un aspecto de considerable importancia: los
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conceptos de territorio y lugar terminan por constituir una categoría híbrida. El geógrafo lo
expresa del siguiente modo:
…los lugares son menos o más claramente, menos o más fuertemente, casi siempre
territorios. Y esto es así porque las identidades socio-espaciales se asocian, siempre,
con relaciones de poder espacializadas, en las que se nota la finalidad de defender
las identidades y un modo de vida (o también, y no es raro usando eso mismo como
pretexto, el propósito de defender los privilegios de un grupo o el acceso
privilegiado a ciertos recursos)31 (2013:121).
Para este autor brasilero el territorio es “el espacio definido y delimitado por y a
partir de relaciones de poder” (Lopes de Souza, 1995: 78). El mismo funciona como un
campo de fuerzas, una tela, una red de relaciones, que a la par de su complejidad interna,
define al mismo tiempo, un límite, una alteridad. El territorio es multidimensional, pero
asume para sí como elemento constitutivo su carácter político. Podría definirse como “una red
compleja de relaciones de poder/saber que se expresan en paisajes materiales y discursivos de
dominación y resistencia” (Oslender, 2002). “Lo que importa en el estudio del territorio es
quién domina, gobierno influencia en ese espacio y cómo” (Lopes de Souza, 2013). En cuanto
al poder, éste se presentaría desprovisto de todo sustancialismo: el mismo no es una cosa, no
funciona como un sistema de suma cero, ni radica de modo exclusivo en alguna fuerza
heterónoma; el poder es una relación que se caracteriza por su ubicuidad.
El concepto de poder que subyace a esta concepción sería el de un elemento
relacional presente en todas las interacciones sociales, más que un atributo exclusivo
del Estado o de las instituciones sociales y políticas. La dialéctica entre poder y
estructuras sería continua, y las diferentes situaciones especificarían el poder de los
agentes, sin ser algo exclusivamente coercitivo, sino también productivo y
habilitador (poder para) (Lois, 2011).
A partir del análisis de las acciones y procesos participativos en los que se ve
involucrada la Asamblea, es posible reconocer diversos actores territoriales, todos ejerciendo
poder y delineando múltiples territorialidades, maneras específicas de concebir al espacio que
31
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no están exentas de conflictividades. Así, a lo largo de su relato, Liliana hace mención a los
punteros políticos, al “cura”, a los militantes y a los aparatos del Estado.
L: [En la primera sede de la Asamblea] estuvimos dos años hasta que los punteros
políticos de partidos políticos tradicionales les cobraban diez pesos a la gente, con
un cuadernito los anotaban y…no iban a trabajar y presentaban planilla de asistencia
al trabajo como Plan Jefas…Entonces nos quitaron el 90 % de los militantes y si la
organización quería seguir abierta tuvimos que hacer la opción de trasladarnos a un
lugar más chico, que fue éste… Decidimos quedarnos y sostuvimos la organización
hasta el 2007 que comenzamos de nuevo a ver más militancia, pero se borró la
militancia y la gente empezó a tener después del 2004 también empleos, y entonces
ya se olvidaba que había pasado hambre, porque lamentablemente la memoria para
esas cosas es corta ¿no? Y nos quedamos acá, sostuvimos la organización, después
vinieron más compañeros a militar, muchos iban y venían…
También al momento de delinear su propio proyecto político, las discusiones al
interior de la Asamblea y las que remiten a la construcción territorial de su propuesta políticosocial se ven atravesadas por relaciones de poder, por relaciones de alteridad que al tiempo
que establecen diferencias pretenden reafirmar su apropiación territorial, constituyéndose
como marcadores de identidad. La conquista de nuevos espacios políticos, la lucha diaria que
no se concibe como estrictamente social, y que por esa misma razón, no descarta la
articulación con otros movimientos políticos, pero que al mismo tiempo establece fronteras
materiales y simbólicas que pretenden dar cuenta del control sobre el propio territorio y que
demuestran las intensas disputas que lo configuran y reconfiguran en el devenir de la
construcción política y de la militancia. Todo ello se delinea como parte de un proceso que es
abierto y a la vez permanente.
L:… Acá no trabajamos con proyectos. Consideramos que esos son proyectos
“onegenistas” (desarrollados por ONG´S). Tenemos grandes discusiones con las
ONG´S porque esta es una organización política y social. Esta fue la diferencia por
la que nunca pudimos articular trabajos con los que trabajan en los proyectos
extensionistas… Porque las ONG´S hacen proyectos extensionistas. El problema
que siempre tuvimos con las ONG´S es ése, que la discusión de fondo es para qué
vienen a trabajar si no van a transformar nada… El tema es cuando transformamos
para mañana, cuando creemos que podemos transformar…
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L: Cuando nosotros trabajamos la candidatura de Carolina32, nosotros trabajamos en
un Mesa de la 14 (de la Sección) e iban un montón de ‘espacios K’ que hay de la 14,
había de todo ahí, te encontrabas con los universitarios, te encontrabas con la
Jauretche, te encontrabas con la Evita, te encontrabas con el viejo PJ, convertido al
Kirchnerismo, vos decis, ¿cómo haces? Punteros en los barrios que decían “yo tengo
una organización” y que en realidad lo que habían hecho era trabajar en distintas
etapas en los últimos 15 años y vos tenes un trabajo distinto, otra
discusión…Entonces logramos hacer una franja donde desde la Avenida Claret hasta
la Voz del Interior (lugares referenciales que delimitan el Barrio Los Boulevares)
sólo trabajábamos nosotros, que no ingresara nadie, bueno, tener ese espacio del
territorio delimitado para nosotros. Tuvimos que estar sacándonos los ojos para
poder debatir eso…
Como puede advertirse, los límites que el enfoque normativo impone a los procesos
participativos no dan cuenta del tipo de experiencias que pretenden incidir en el sistema
político, tal es el caso de la Asamblea Los Boulevares, la cual entiende que su lucha debe
darse tanto dentro como fuera del sistema estatal-ahora más afín al ideario popular- y que no
descarta su articulación con estructuras partidarias específicas. Como colectivo social se
reconocen identificados con la política del gobierno nacional y su intención parece ser
“permear” al Estado y a sus instituciones de aquellas significaciones sociales que han
acompañado sus reivindicaciones, intentando forjar una épica militante alternativa que evite
su retracción a un rol periférico.
Para ello disputan el territorio como espacio de puja electoral, de construcción de
poder político-partidario, al tiempo que llevan adelante acciones ancladas en el sentido de la
política, entendida como aquella actividad lúcida y reflexiva orientada al análisis crítico de la
institución dada de la sociedad (Castoriadis, 2010). Es así como desde lo local, desde el
barrio, se pretenden modificar relaciones sociales basadas en la violencia, la dependencia y la
heteronomía.
L: Y yo creo que hubo muchos avances acá, nosotros trabajamos mucho con el tema
de los pibes, acá era muy roja la situación en las villas. Hoy los pibes no están tan
sentadas en la calle fumando, seguro que los vas a ver, no podes controlar una
32
Se refiere a quien fuera Rectora de la Universidad Nacional de Córdoba desde el año 2007 hasta 2013 y
candidata electa como diputada nacional por dicha provincia, representante del Frente para la Victoria, fuerza
político-partidaria que sostiene el proyecto kirchnerista.
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población de 25.000 habitantes, una organización que es un puntito en el mapa y sin
recursos. Pero se ha trabajado mucho ése tema, se ha trabajado mucho el tema del
Código de Faltas33, todo eso… Hemos trabajado mucho todo eso. En la época que
se comenzó a hablar mucho, en la época de Bloomberg, trabajamos mucho con la
Secretaria de Derechos Humanos de la Municipalidad…
6.
A modo de conclusión
La intención del Módulo temático fue introducir a los alumnos del Seminario en las
implicancias teóricas e históricas de los procesos participativos que han tenido lugar en
Argentina desde mediados de la década del cincuenta del siglo pasado. Durante tal recorrido
los participantes del curso pudieron establecer comparaciones con la realidad socio-histórica
brasilera, aportando miradas y reflexiones desde sus pertenencias disciplinares, siendo la
mayor parte de ellos especialistas en geografía.
Entendemos que desandar el camino por el que ha transitado la participación, nos
permite reflexionar sobre la necesidad de complejizar el análisis y la comprensión de esta
práctica social. En tal sentido, uno de los principales objetivos fue organizar el laberinto
semántico que la atraviesa. Para ello es fundamental abordar el fenómeno participativo como
parte de procesos políticos más amplios, situados en coordenadas espacio-temporales
espcecíficas y que forman parte de la relación-tensión entre Estado y Sociedad Civil.
Siguiendo a Pérez Rubio & Foio (2008), es posible afirmar que en dichos procesos se ponen
en juego disputas por los sentidos de la participación, por los actores que están autorizados a
participar y por los mecanismos diseñados para tal fin.
Consideramos que este arsenal teórico-metodológico permite visibilizar y
problematizar el conflicto, las contradicciones y la disputa política siempre presentes y
33
Se denomina así a una ley de la provincia de Córdoba, aprobada por la Legislatura con el número 8431. Su
propósito radica en castigar algunas conductas (las “faltas”) que perjudican la vida cotidiana y así facilitar la
convivencia. Pero en realidad, hoy el Código incluye muchos comportamientos que no afectan a nadie y que son,
en muchos casos, el ejercicio de derechos que están en la Constitución Nacional. (Etchichurry, 2010)
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subyacentes en la participación. De manera que esta propuesta puede constituirse en una
alternativa a los habituales estudios que abordan al fenómeno participativo con una mirada
simplificadora y normativa que supone, ya sea celebrar acríticamente la participación, o bien,
rechazarla asimilándola a la pura manipulación y al clientelismo.
Las experiencias participativas no son ‘formas puras’ de la expresión de los sectores
populares -tal cosa no existe en la realidad-; pero no son tampoco un mero reflejo de
iniciativas ajenas (la manipulación ‘pura’ tampoco existe en la realidad). Son, al
contrario, el producto del entrecruzamiento de iniciativas que disputan entre sí el
sentido de los procesos emprendidos (Unda, 2007: 21).
La intersección entre participación y territorio nos remontó a la crisis orgánica de la
Argentina finisecular que estalló durante el 2001. Es en este período que los sectores
populares y los sectores medios empobrecidos se recluyeron en el espacio barrial y
protagonizaron acciones de resistencia y organización. El barrio asumió, así, los contornos
tanto del territorio como del lugar y las acciones emprendidas pretendieron recusar un orden
urbano excluyente y segregacionista al tiempo que se delinearon proyectos socio-políticos que
se debatieron y debaten entre la autonomía y la integración al sistema estatal.
El análisis del caso presentado tuvo como intención convertirse en un catalizador del
debate, lograr reunir las perspectivas presentadas en un proceso participativo concreto de
carácter local y establecer puntos de convergencia y de divergencia entre la realidad argentina
y la brasilera en el marco más amplio de Nuestra América.
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Política
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IV
TERRITORIALIDAD Y POLÍTICA
Perspectivas teóricas y estudio empírico en el contexto de la
Argentina peronista34
Celia Cristina Basconzuelo (UNRC-CONICET)
1. Introducción
El objeto de estudio de este módulo es el peronismo histórico (1945-1955) a partir de
una perspectiva teórica que centra en la categoría de “territorialidad”, identificando las
perspectivas de análisis que resultan de utilidad para un análisis histórico y permiten
interpretar mejor el complejo proceso del peronismo histórico, particularmente las prácticas
de posicionamiento político desarrolladas en las multiescalas territoriales (territorios
nacionales, provincias, departamentos, municipios). Se promueve así un enfoque
interdisciplinario que aproxima la historia política con la geografía política crítica y la ciencia
política. En segundo lugar, dicho enfoque conlleva un abordaje de perspectivas acerca de lo
político y la política, que serán entendidas aquí desde el aporte de Chantal Mouffe: lo político
como antagonismo y la política como hegemonía.
Desde el punto de vista metodológico se parte de un análisis conceptual para orientar
el trabajo descriptivo donde se consideran en un nivel decreciente la territorialización de los
denominados territorios nacionales, las autonomías municipales frente a la intervención de los
comisionados municipales y la intervención a las gobernaciones; arribando en una segunda
instancia al nivel explicativo donde se propone interpretar la lógica de lo político-territorial en
la etapa del peronismo histórico, a partir del enfoque interdisciplinario y sobre la base de los
conceptos “territorio” y “territorialidad”.
34
El presente módulo fue dictado en idioma portugués.
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2. Perspectivas teóricas sobre el concepto de territorio y territorialidad
No voy a detenerme aquí en la trayectoria del concepto territorio, sobre todo desde
Ratzel a La Blache y su retorno en la década del ’70, además del punto de inflexión que
significó la obra de Raffestin en los ’80 en cuanto desligarlo del Estado-nación y asociarlo a
los múltiples poderes. Tampoco se trata de hacer de la espacialidad una categoría
omnicomprensiva y explicativa del desenvolvimiento socio-histórico de las sociedades, sino
de desarrollar las herramientas teóricas más adecuadas para una mejor compresión de la
dinámica histórica, que contribuya a complementar y enriquecer el análisis desde este campo
disciplinarlo. En nuestra hipótesis sostenemos que el “territorio” es una categoría coconstitutiva de la dinámica de construcción del poder peronista. El objetivo de este apartado
es discutir dos conceptos y luego mostrar cómo hacerlos operacionales en el análisis del
peronismo histórico.
2.1. El concepto de territorio según RogérioHaesbaert
¿Por qué se ha elegido el texto de Haesbaert (2011) para nuestro estudio sobre el
peronismo? Porque el autor aborda el territorio con sentido histórico y además integra una
perspectiva social, política, económica y cultural.
A diferencia de otros geógrafos que trabajan
con
una
concepción
estrecha
de
territorio,
(asociándolo al poder del Estado, por ejemplo),
Haesbaert bajo la inspiración de Gramsci y Bordieu
amplía su concepción del poder: en sentido material,
pero también simbólico. El autor aporta entonces una
perspectiva geográfica del territorio, no parcial (ni únicamente política, económica o cultural)
sino integrada, articulada, conectada.
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En este punto cabe considerar su concepto relacional del territorio.
-
Lo define en referencia a las relaciones sociales, en sentido amplio. Es decir,
no es relacional en el sentido de ser definido dentro de un conjunto de relaciones históricosociales, sino en el sentido de incluir una relación compleja entre procesos sociales y espacio
material.
-
Otra dimensión de su carácter relacional incluye la temporalidad. Si es relación
social, otra característica del territorio es su historicidad. Lo define en relación al contexto
histórico en que está inserto: “Es imprescindible por tanto que contextualicemos
históricamente el territorio con el cual estamos trabajando”. “Es imprescindible diferenciarlo
en la especificidad de cada período histórico.
-
Esa experiencia integrada del territorio es posible gracias a la articulación en
red, a través de las múltiples escalas, desde lo local a lo global. (multiterritorialidad)
En segundo lugar, cabe considerar el concepto de territorio como relación espacial
del poder. En sus palabras:
O território é o resultado de um processo de territorialização que envolve um
domínio (aspecto político) e uma apropriação (aspecto cultural simbólico) dos
espaços pelos grupos humanos (...) E numa dimensão mais concreta, é politicoeconômico: dimensão material (...) O território envolve ao mesmo tempo uma
dimensão simbólica através de uma identidade territorial atribuída pelos grupos
sociais como uma forma de controle simbólico sobre o espaço onde vivem como
uma forma de apropriação (Haesbaert, 2011: 94-95).
Por lo tanto, el territorio es entendido a partir de la imbricación de múltiples
relaciones de poder: el poder en su naturaleza estrictamente política, como poder material,
como poder de las relaciones económico-políticas) a un poder más simbólico de las relaciones
y que refiere a las representaciones. Ello posibilita comprender los lazos complejos entre
espacio y poder.
En tercer lugar, podemos considerar un concepto de territorialidad calificada como
“tradicional” (dentro del esquema teórico que propone el autor para las múltiples
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territorialidades, la cual no admite sobre posición de jurisdicciones y defienden una mayor
homogeneidad interna, como la lógica clásica del poder y control territorial del Estado Nación
sobre la base también de una uniformidad cultural.
2.2. El concepto de territorio según Marcelo Lopes de Souza
Este geógrafo es profesor en el Departamento de
Geografía de la Universidad Federal de Río de Janeiro, y
coordina un grupo de investigación cuyo objetivo principal
es la relación entre las relaciones sociales y el espacio.
Estudió geografía y Sociología Urbana. Aquí consideramos
dos textos de su autoría: “O territorio: sobre espaço e poder,
autonomía e desenvolvimento” (1995) y “Os conceitos
fundamentais da pesquisa sócio-espacial” (2013).
Una de sus tesis relevantes es que el territorio no es sinónimo de espacio. Sin
embargo, puede ser definido a partir del espacio:
O espaço social, delimitado e apropriado politicamente, emquanto território de um
grupo, é o apoio material catalisador da existência e um aspecto cultural-simbólico
(Lopes de Souza, 2013: 89).
Por otro lado, considera que el territorio se define a partir del espacio y el poder
(sería ésta una apreciación restrictiva), aunque se torna amplia en la medida que cree posible
considerar las diversas dimensiones como la social, política, cultural y económica).
O território é um espaço definido e delimitado por e a partir das relações de poder.
Não pode ser confundida com o poder do Estado-nação.
O que é o poder? Não é violência, nem dominação.
Entendimento mútuo, consentimento (Ibídem).
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De manera entonces que el territorio es un espacio definido y delimitado por y a
partir de relaciones de poder. El espacio -entendido como espacio social- es anterior al
territorio.
Asimismo, sostiene que el territorio es un instrumento de ejercicio de poder. La
cuestión primordial es conocer quién domina o influencia en el espacio y cómo domina o
influencia en ese espacio. Así como el poder está omnipresente en las relaciones sociales, el
territorio está presente en toda espacialidad social.
Afirma también que los territorios son en el fondo relaciones sociales proyectadas en
el espacio antes que espacios concretos. Pueden formarse y disolverse, constituirse y
deconstruirse de modo rápido a través de una escala temporal más amplia que incluye décadas
o siglos. El sustrato espacial puede permanecer, pero el territorio tener una existencia regular
o periódica, estable o inestable. Hay territorios continuos y territorios discontinuos. Suele
presentarse una superposición de diversos territorios con formas variadas y límites no
coincidentes y pueden existir contradicciones entre las diversas territorialidades por cuenta de
los desacuerdos y contradicciones entre los respectivos poderes. (Lopes de Souza, 1995: 96)
3. Una territorialidad peronista
En este bloque nos preguntamos ¿de qué modo el peronismo construyó una
territorialidad? Entendemos que hubo una territorialidad peronista (en el sentido de que se
desarrollaron relaciones espacializadas de poder material y simbólico).
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Para ello, debe explicarse qué importancia tenía el territorio dentro de la concepción
de las políticas públicas del peronismo? Ya desde la posguerra el territorio tenía una
importancia fuerte para el Estadonación. Adquirió relevancia política
ya que sobre él descansaba la acción
del Estado. El territorio era la base, el
fundamento del Estado Nación.
Además
tuvo
importancia
estratégica, en la medida que se
hablaba de “zonas de seguridad”.
Esa dimensión política del
territorio quedó puesta de relieve en
varios documentos de la época: uno
de ellos la Revista Mundo Peronista
que en su número de diciembre de
1951 dedicaba un extenso texto a
fundamental la importancia política
de la soberanía territorial.
La expresión aludida por
nosotros territorialidad peronista
parte de considerar la existencia de
escalas territoriales que eran
diferentes en su significación político
institucional:
Los Territorios Nacionales: dependían del poder ejecutivo nacional, no tenían
•
autonomía ni tampoco representación política
Las Provincias: son Estados con autonomía
•
•
Los Departamentos y Municipios: unidades administrativas comprendidas
dentro de cada provincia
•
Los Barrios: espacios suburbanos dentro de la ciudad
Ahora bien, ¿cómo operó el peronismo en cada una de esas escalas?
•
En los Territorios Nacionales. Allí no había tradición de autonomía política ni
partidos fuertes. El mecanismo apelado fue el de la inclusión política mediante su
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provincialización. Obtuvieron así la categoría de “Provincias” siete de los ocho territorios
nacionales existentes en aquel entonces. La secuencia comenzó en1951 -curiosamente en
contexto electoral de la segunda presidencia de Perón- y benefició a La Pampa (que pasó a
denominarse Eva Perón) y Chaco (Presidente Perón). En 1953 fue Misiones y en 1955
Neuquén, Rio Negro, Formosa, Chubut y Santa Cruz. Desde ese momento el único territorio
nacional que continuó manteniendo aquella categoría fue Tierra del Fuego hasta el año 1990.
Otro mecanismo empleado fue la mayor presencia del Estado Nacional a través de su
penetración material con guarniciones militares, los Planes quinquenales, las obras públicas,
salud y educación. Precisamente un mensaje del poder ejecutivo aclaraba cuáles eran los
pasos a seguir con los Territorios Nacionales:
Por eso el Poder Ejecutivo encara la posibilidad de ir paulatinamente preparando los
territorios para poder sufrir esa transformación; y esa preparación es de dos órdenes:
de bienestar económico, con el desarrollo de obras públicas; de su sanidad; de su
enseñanza y de un mejoramiento jurídico-político en el orden gubernativo,
legislativo y municipal (…). La provincialización es un problema que el país deberá
encarar; pero no antes de haber preparado esos territorios para que puedan absorber
la modificación sin graves inconvenientes y tropiezos iniciales. Por eso el poder
Ejecutivo ha planeado... numerosas medidas tendientes a llevar ese mejoramiento
económico, jurídico y político (Presidencia de la Nación, Secretaría Técnica, Plan de
Gobierno 1947-1951, Tomo I: 33).
El segundo aspecto que revistió la territorialización concierne al problema de la
ciudadanía. En este sentido los habitantes territorianos alcanzaron el status de ciudadanos, en
tanto el peronismo agregaba otra identidad: la del “pueblo trabajador”. La ciudadanía devenía
en derecho electoral y este no era un dato menor teniendo en cuenta que casi 1.200.000
habitantes no habían emitido nunca su voto y lo harían a partir de 1951 junto a otro cualidad
que también se daba en el resto del país: la elección directa para presidente. En relación con la
ciudadanía cabe preguntarse por las comunidades aborígenes existentes en el sur, las que
fueron referidas a una Comisión Honoraria de Reducciones de Indios y pertenecieron a la
órbita de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
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Cabe acotar que tal como han
demostrado varios estudios, si bien el
peronismo modificó el status de los
territorios, ya desde fines del siglo XIX
venía bregándose por las demandas
electivas y la posibilidad de que esas
áreas fueran provincializadas.
Por otra parte, como toda
construcción territorial de poder implica
una apropiación simbólica, el peronismo
dotó de su propia identidad política a
dicha inclusión territorial. Y para ello
debemos considerar el mito de “la
Comunidad Organizada”. Así, se explica
que en 1954 el Ministro del Interior manifestara elípticamente la necesidad de adscribir
políticamente al justicialismo como condición previa a la provincialización:
El sentimiento acorde de aprobación y solidaridad que se ha podido comprobar en
todos los sectores de la población y fuerzas vivas de los territorios nacionales con la
política de gobierno desarrollada en los mismos por el Excmo. Señor Presidente de
la Nación y, en especial, con la de su provincialización a efectuarse gradualmente...
ha determinado que se procediera en el transcurso del presente año a la
provincialización del territorio de Misiones (Memoria de la labor de los Ministerios,
Informe del Ministerio del Interior, año de 1954, Tomo I; sesión del 1º de mayo de
1954: 78).
En 1955 Perón afirmaba en el Congreso Nacional que la sanción de la ley de
provincialización:
(...) importará borrar, de una vez y para siempre diferencia entre los habitantes de
la Patria incompatibles con el estado actual de su evolución política y permitirá
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afirmar, por fin, la igualdad integral de los argentinos (Congreso Nacional, Cámara
de Senadores, Diario de Sesiones. Sesión del 18 de Mayo de 1955: 115).
Pero más adelante el mismo Perón expresó el objetivo esencial de esta medida:
con este proyecto se tiende a afianzar, en el orden de nuestras instituciones políticas,
la efectividad de la Doctrina Nacional y por ende se contribuye a una mayor
grandeza de la patria (Ibídem: 116).
En 1952, efectivamente, se había sancionado la Doctrina nacional.
•
La intervención política en las Provincias y Municipios. La práctica
intervencionista tuvo como resultado neutralizar las autonomías. En los gobiernos de
provincia actuaba el interventor federal y en los municipios, los Comisionados Municipales.
Así, en cierto modo, quedaban erosionadas las bases de acción de las elites locales. Toda esa
práctica era parte, a su vez, de un modelo de Estado. La capacidad reguladora del Estado en el
campo social y político fue resultado de una construcción institucional progresiva pero
conflictiva, por lo tanto no fue homogéneo y hubo negociaciones a niveles locales.
•
Los territorios de base. El peronismo mostró una gran capacidad para disputar
ese nivel de base de los territorios, los barrios. Y para ello resultaron funcionales las Unidades
Básicas.
¿Cómo trabajaban las Unidades
Básicas? En ellas existía la posibilidad de
la elección directa, mayor militancia,
mayor
cantidad
de
votos,
ofrecer
soluciones a demandas vecinales. (Da
Orden y Melon Pirro, 2011) Allí tenía
lugar la actividad preelectoral, podían
gestionarse bibliotecas, pero sobre todo
era
un
centro
de
adoctrinamiento.
Precisamente, en 1954 se estableció que el deber de todo afiliado era conocer y divulgar la
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doctrina y las 20 Verdades. El adoctrinamiento partía de la Escuela Superior Peronista que
tenía escuelas regionales en cada capital de provincia. También estaban los Ateneos que
ofrecían cursos de capacitación peronista para los dirigentes de las UB.
No podríamos desconocer en este punto la acción de las UB femeninas: hacían
militancia, tareas sociales con apoyo de la Fundación Eva Perón que llega hasta los barrios.
Carolina Barry ha estudiado las UB femeninas y también el Partido. Señala, al
respecto, que en la opinión de la época se entendió que la participación de las mujeres en la
esfera pública estaba definida a partir de su espacio en la esfera privada, como una extensión
del rol doméstico a la vida política. Por ello, se consideró que los locales femeninos debían
alentar a las mujeres para que aprendieran a tejer, coser, cocinar y otras tareas que se
consideraban propias de su condición sexual. Adicionalmente, las principales preocupaciones
de ellas debían estar guiadas por los asuntos sociales y asistenciales, áreas donde ya venían
participando con anterioridad. Y una característica tan femenina como la seducción era
comprendida como un elemento útil para la actividad política, tanto para convencer a aquellos
que pensaran diferente como para reforzar el compromiso de quienes ya apoyaban al
gobierno. (Barry, 2009)
4. La construcción simbólica de la territorialidad
En el siguiente apartado se explicará este diagrama conceptual que tiene por objeto
poner de relieve las implicancias teóricas de la unanimidad política, a través de las identidades
políticas más fuertes que acuñó el peronismo. Entre ellas, la de la Comunidad Organizada.
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Unanimidad política
Comunidad
organizada
Doctrina
Partido
Al respecto, podemos considerar la existencia de dos relatos. El primer relato
comprende el de “la Comunidad Organizada”. ¿En qué contexto emerge tal discurso? La
crisis del ’30 significó la crisis de un modelo de Estado asociado al liberalismo, asociado a la
democracia liberal, a la lógica de los partidos políticos. En el intento de construir una nueva
hegemonía se buscará articular desde arriba [desde el Estado] la voluntad colectiva. Avanzará
un nuevo modelo de Estado: el de Bienestar, o Estado Social.
El concepto se elaboró entre 1949 y 1952 y los ejes discursivos fueron:
La unidad y organización de la sociedad, desestimando el conflicto y
potenciando el ideal de la armonía social. ¿Cómo se lograría tal objetivo? A través de una
concepción de gobierno como sinónimo de “conducción”:
El justicialismo concibe al gobierno como el órgano de la concepción y
planificación, y por eso es centralizado; al Estado como organismo de la ejecución, y
por eso es descentralizado, y al pueblo como el elemento de acción, y para ello debe
también estar organizado (Perón, 1954: 162).
¿Quiénes integran esa Comunidad. La idea de Comunidad aparece como
superadora del individuo capitalista y de las luchas de clases:
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Cuando hablamos de una “comunidad organizada”, nos referimos a un gobierno, un
Estado y un pueblo que orgánicamente deben cumplir una misión común. Los
habitantes de la Nación solamente pueden realizarse en la comunidad organizada
(Perón, 1951: 32).
Para el peronismo el ciudadano no era el votante individual sino el que se expresaba
en el marco de una Comunidad Organizada. Para todos aquellos que perseguían un ideal
unánime que eliminara la expresión de la divergencia era el reducir al mínimo las expresiones
diferentes. (Ajmechet, 2012)
Las demandas populares debían canalizarse a través de organizaciones (políticas,
corporativas, sindicales). Las organizaciones sociales tenían funciones sociales, no políticas:
La Comunidad Nacional se organizará socialmente mediante el desarrollo de las
asociaciones profesionales en todas las actividades de ese carácter y con funciones
prevalentemente sociales.
La Comunidad Organizada es realizable en la idea de ser Conducida. Por eso la idea
de reelección presidencial.
La misión en común deviene de una Doctrina. El movimiento tenía que ser
adoctrinado y en el mismo sentido la sociedad. La Doctrina se concibe como funcional a la
organización:
El punto de partida de toda organización consiste en organizar a los hombres
espiritualmente, que todos los hombres comiencen a pensar y a sentir de una manera
similar, para asegurar una unidad de concepción que es el origen de la unidad de
acción. El alma de la Patria es la Doctrina nacional; (…) promueve la unidad de
acción, base indispensable de la unidad nacional (Escuela Superior Peronista, 1954:
20).
El segundo relato comprende la difusión de la Doctrina Justicialista, que fue
impartida mediante los cursos de adoctrinamiento que se realizaron desde 1951 en la Escuela
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Superior Peronista y cuyo objetivo era en primera instancia la formación de los cuadros
políticos del Movimiento. El l7 de octubre de 1950 el General Perón anunció al Pueblo
argentino, reunido en la Plaza de Mayo las 20 Verdades del Peronismo. Allí se dice:
13. Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el peronismo tiene su
propia doctrina política, económica y social: el Justicialismo.
La Doctrina vino a reforzar el concepto de Comunidad Organizada, pues se entendía
que la Doctrina Nacional era el conjunto de los principios fundamentales cuya unidad de
concepción promovía la unidad de acción, base indispensable de la Unidad Nacional.
La Doctrina Nacional debe orientarse hacia la realización de la armonía y el
equilibrio entre los derechos del individuo y los derechos de la sociedad para que la
Comunidad posibilite el máximo desarrollo posible de los fines individuales de sus
componentes.
Esa Doctrina se presenta discursivamente como omnicomprensiva:
15. Como doctrina política, el justicialismo realiza el equilibrio del derecho del
individuo con el de la comunidad.
16. Como doctrina económica, el justicialismo realiza la economía social, poniendo
el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social.
17. Como doctrina social, el justicialismo realiza la justicia social, que da a cada
persona su derecho en función social.
La Doctrina se la entiende en términos “nacionales”:
(…) defínese como Doctrina nacional adoptada por el Pueblo argentino, la Doctrina
Peronista o Justicialismo, que tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del
Pueblo y la grandeza de la Nación.
Esa misma Doctrina es la que orientaría la producción cultural de la sociedad:
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La cultura nacional, conformada según la Doctrina Nacional, debe ser como la
misma doctrina: simple, práctica, popular, cristiana y humanista. La acción cultural
de la Nación ha de tener como objetivo otorgar una nueva conformación a la cultura
argentina según los principios fundamentales de la Doctrina Nacional.
Las actividades culturales (científicas, técnicas, históricas, artísticas y deportivas)
deben contar con el auspicio permanente del Gobierno, del Estado y de las organizaciones
concurrentes del Pueblo.
La educación debe tener como finalidad realizar la formación moral, intelectual y
física del Pueblo sobre la base de los principios fundamentales de la Doctrina Nacional.
Entre 1951 y 1952, la concepción ideológica de Perón empezó a trascender de la
órbita del Movimiento Político Peronista. Ganó espacio en la opinión pública, tanto en las
producciones habidas dentro del peronismo (Revista Mundo Peronista) como a través de los
medios orales de comunicación, como la radio. A través de ellos las noticias cobraban alcance
nacional, pero también todos aquellos aspectos que el régimen quisiera instalar en la opinión
general.
5. La función del Partido
¿Cómo se entendió primeramente el partido? En la Carta orgánica del Partido (1947)
se lo definía como “la unidad espiritual y doctrinaria”. Luego, operó un proceso organizativo
mediante el desarrollo de las estructuras organizativas del partido peronista, la formación de
comandos tácticos integrados por gobernadores, sindicalistas, integrantes del PP masculino y
femenino, que ponían en práctica las orientaciones impartidas por los interventores
partidarios.
Diversas investigaciones locales permiten afirmar que si bien el Partido tuvo una
organización centralizada, fue débil. La reducción a la unidad no fue una tarea fácil. Los
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militantes competían por posiciones de liderazgo y en los espacios locales llegaron a
plantearse disputas. Sin embargo, ello encontró su punto límite en 1951, momento a partir del
cual se impuso mayor acción política de disciplinamiento.
Comando estratégico
(Perón, consejo superior
del PP M y F y la CGT)
Comando táctico
(Provincial) (Gobernador,
Interventor del PP,
delegada del PP F y CGT
local)
Subcomandos tácticos
(Departamental)
(Intendente)
Unidades
básicas
territoriales
Hacia 1954 se advertía una mayor intersección entre Partido y Gobierno. Quien
estaba a cargo del consejo superior del Partido era vicepresidente y además Secretario de
Asuntos Políticos. Desde aquí se tomaban todas las decisiones en materia de acción político y
vínculos con los partidos y gobiernos de las provincias.
Para concluir, queremos citar estas palabras que pertenecen a Perón y definen bien
qué debería entenderse por el peronismo:
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¿Qué es el peronismo?, han preguntado algunos legisladores en el Congreso, hace
pocos días. El peronismo es humanismo en acción; el peronismo es una nueva
concepción en lo político, que descarta todos los males de la antigua política: es una
concepción, en lo social, que iguala un poco a los hombres, que les otorga iguales
posibilidades y les asegura un porvenir para que en esta tierra no haya ninguno que
no tenga lo que necesita para vivir, aun cuando sea necesario que los que están
derrochando a manos llenas lo que tienen no dispongan de ese derecho, en beneficio
de los que no tienen; lo económico, procura que todo lo argentino sea para los
argentinos y que se reemplace la política económica que decía que esta era una
escuela permanente y perfecta de explotación capitalista, por una escuela de
economía social donde la distribución de nuestra riqueza, que arrancamos nosotros a
la tierra y elaboramos nosotros, pueda distribuirse proporcionalmente entre todos los
que intervienen para realizarla con su esfuerzo. Eso es peronismo.
Y el peronismo se aprende, no se dice: se siente o no se siente. El peronismo es una
cuestión del corazón más que de la cabeza. Afortunadamente, yo no soy de los
presidentes que se aíslan sino que vivo con el pueblo, como he vivido siempre; de
manera que comparto con el pueblo trabajador todas sus vicisitudes, todos sus éxitos
y todos sus fracasos. Yo siento íntima satisfacción cuando veo que un obrero va bien
vestido o asiste con su familia al teatro. Estoy entonces tan satisfecho como me
sentiría yo en la misma situación del obrero. Eso es peronismo (Perón, 1948).
6. Lo político y la hegemonía
Estas consideraciones que hemos visto en las fuentes directas del peronismo
permiten introducir la problemática de la hegemonía que, entre otros autores abordó Chantal
Mouffe (2007). La autora adscribe a la posición teórica que reconoce la dimensión
antagónica constitutiva de lo político. Y en este sentido afirma:
Concebir el objetivo de la política democrática en términos de consenso y
reconciliación no solo es conceptualmente erróneo, sino que también implica riesgos
políticos (…) La creencia en la posibilidad de un consenso racional universal ha
colocado al pensamiento democrático en el camino equivocado (Mouffe, 2007: 1011).
De manera entonces que no debería negarse lo político, ni por ende la dimensión
conflictual de la vida social. Ahora bien, ¿cómo debe interpretarse la existencia de las
posiciones contrarias? El antagonismo debe ser interpretado como una confrontación política
entre adversarios, en vez de percibir al oponente como un enemigo.
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Por otro lado, entiende que lo político se vincula a los actos de institución
hegemónica. Afirma la autora: “todo orden es político y está basado en alguna forma de
exclusión” (Mouffe, 2007: 25). Una argumentación clave para nuestro análisis es su
consideración de que “el antagonismo puede ser transformado de tal manera que posibilite
una forma de oposición nosotros/ellos que sea compatible con la democracia pluralista”
(Ibídem: 26). Precisamente, entendemos, que éste fue el déficit al cual se sometió -sin éxitoel primer peronismo cuyo desenlace fue el derrocamiento de 1955 y una nueva interrupción
del proceso democrático en Argentina.
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Territórios
e
Política
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V.
SERIAM ELES POPULISTAS?
Uma analise sobre o peronismo na Argentina(1946-1955) e governo
de Vargas no Brasil (1930-1954)
Nilza Bispo Brito35
1. Apresentação
Este texto é produto de discussões propostas no I Seminário de Pos Graduação
“Sociedades, Território e Politica (Sec. XX e XXI)”, realizado na Universidade Estadual de
Feira de Santana. O principal objetivo é discutir a política Peronista na Argentina e
comparando com o Governo de Getúlio Vargas no Brasil (1930-1954) e ao mesmo tempo
observar como o conceito de Populismo foi aplicado aos dois casos. A proposta é discutir o
conceito de Populismo observando como esta estratégia política foi adotada pelos governos
argentinos entre os anos de 1946-1955. Neste período observou-se uma reacomodação da
politica argentina sob a liderança de Domingo Perón, que em seu plano político adotou
estratégias para reorganizar o estado argentina dentro de perspectivas capitalista e ao
mesmo tempo usando de métodos de fortalecimento do aparelho estatal. A realidade
argentina no pósguerra, apresenta semelhanças com a política que seria implementada no
Brasil no período da nova republica a partir dos anos de 1930.
Nesse contexto o grande líder politico que surge no Brasil é Getúlio Vargas, que
semelhante a Domigo Perón aplica ao estado brasileiro um plano politico de fortalecimento
do estado nacional, reestruturação deste estado e ao mesmo tempo dedica uma atenção
“especial” ao “povo”. Em ambos os casos, é comum a apontar os governos de Peróm e
Vargas como Populistas atribuindo a estes uma nomenclatura própria: Peronismo e
35
Estudante do Curso de Pós Graduação em Planejamento Territorial – Universidade Estadual de Feira de
Santana
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Varguismo. A questão é, seriam eles populistas? O que é Populismo? A seguir vamos rever
conceitos de Populismo e relacioná-los com os governos citados anteriormente.
2.
Populismo: uma política para o povo?
Weffort (1980) apresenta uma reflexão bastante pertinente no que se refere ao
populismo, especialmente, o modelo populista aplicado no Brasil a partir de 1930. Segundo
Ferreira: “o populismo foi um modo determinando e concreto de manipulação das classes
populares mas também foi um modo de expressão de suas insatisfações” (Ferreira, 1980:
62). A explicação bem sintética trazida por Weffort aponta dois elementos determinantes
no modo de governo populista: de um lado a manipulação e autoritarismo frente a
população e do outro o amparo a demanda desta mesma população.
No Brasil, após a revolução de 1930 a dualidade de ação da politica populista
ficou bastante evidente, quando Getúlio Vargas assume o poder estatal. A crise das
oligarquias, desgastada em seu processo histórico contribuiu para que o estilo de governo
populista se ampliasse consideravelmente. A complexidade de um conceito para o modo de
governo populista é visível e inegável e, por isso, uma analise a esse respeito exige cuidado
para se evitar equívocos. O mesmo Weffort afirmou que:
embora a manipulação tenha sido uma das tônicas do populismo, seria demasiado –
sumário e abstrato caracterizar apenas como manipulação um estilo de liderança
política – e, em certo sentido, um tipo de regime político (...). O populismo foi, sem
duvida, manipulação de massas, mas a manipulação nunca foi absoluta. Se fosse,
estaríamos obrigados a aceitar a visão liberal elitista que, em ultima instancia, vê no
populismo uma espécie de aberração da historia alimentada pela emocionalidade das
massas e pela falta de princípios dos lideres (Weffort, 1980: 62).
O que Weffort apresenta, é a duplicidade da identidade populista. Este estilo de
governo, que ganho força, também em outros países, além do Brasil, no período pos guerra,
é de uma complexidade evidente e altamente contraditória se visto superficialmente. A
atuação populista esta calçada com bases fortes de manipulação, não somente das massas,
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isso seria impossível para aplicabilidade um governo forte, num período em que o sistema
liberal e capitalista esta tomando novas formas. Deste modo quando Weffort aponta a
manipulação ela não esta restrita as massas, mas é vista somente nesta direção, talvez, pela
nomenclatura atribuída a este regime de governo. O Populismo visualiza,busca atender,
dentro de suas perspectivas, as demandas populares, contudo, é um sistema que direciona
de forma centralizada estas ações. O poder do estado fica atrelado a figura de seus lideres
populistas.
Como Weffort expôs a manipulação não é absoluta, e aparece também de certa
maneira, como consentida pela massa, se lhes é suprida suas necessidades. Deste modo,
pode ser atrevido subjugar que não existem governos populistas sem um povo que o aceite.
O que é também perceptível na atuação destes governos populistas é a utilização de
elementos abstratos, sentimentos e emoções que convencem a população da necessidade de
determinados lideres para a resolução de seus problemas. Weffort (1980), acrescenta de
forma determinante um conceito para a prática populista, que se aproxima dos casos que
tratamos neste texto, sejam eles o Peronismo na Argentina e o Varguismo no Brasil.
3.
Exemplos de atuação do modelo Populista: Peronismo na Argentina e
Varguismo no Brasil
Definir o modelo de governo populista como um mecanismo de manipulação e ao
mesmo tempo como uma forma de aproximação das massas, é uma forma de analisar dos
diversos contextos que se apresentar na América Latina, especialmente no pós guerra. O
governo Peronista na Argentina, pode ser considerado um exemplo do modelo populistas. É
neste contexto, que o partido peronista, vai ao passo que reestruturas as bases politicas,
econômicas e sociais na Argentina, cria uma teia de aproximação popular inegável. São
muitos os exemplos de grupos que se criam durante o governo de Domingo Perón e que
recebem especial ajuda da Primeira Dama Eva Perón. Grupos, historicamente excluídos,
são reconhecidos e legitimados durante os governos Peronistas.
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Um exemplo, que colabora para classificar o governo de Domingo Perón como um
modelo politico populistas é a criação dos Partidos Peronista Feminino (1949), este partido
possuía uma organização própria e autônoma, “consentida” pelo Partido Peronista, na
figura de Domingos Perón e com a atuação de Eva Perón. Contudo a criação deste partido,
não tinha somente o objetivo de dar voz e autonomia às mulheres, mas também seus
próprios interesses político. Segundo Barry (2000), a política de governos peronista que se
sustentava na população (na massa), enxergava no Partido das Mulheres não só um campo
de eleitorado, mas uma forma de controle social, capaz de fortalecer os anseios do governo
peronista na Argentina. A autonomia política que o governo peronista consentia ao Partido
Feminino, a tantos outros movimentos na Argentina caracteriza-se como um mecanismo de
manipulação destes grupos. Por outro lado, esta autonomia promovia entre a massa a
sensação de participação nas decisões do país, e a inclusão destes grupos no contexto
político, ouvindo e buscando atender suas demandas.
Esta duas faces do governo peronista, e esta estratégia que ao tempo que manipula
e favorece, enquadra-se perfeitamente no que Weffort, conceituou Populismo no contexto
brasileiro. As semelhanças nas estratégias são visíveis e inegáveis. O modelo adotado por
Perón na Argentina foi favorecido em certa medida pelo contexto social, político e
econômico que o país se encontrava. Segundo Rodríguez, o contexto da América Latina
contribui para a implantação de uma política de massa:
O peronismo apresenta certa semelhança com as políticas adotadas pelos diferentes
governos na América Latina, em relação ao processo de re-acomodação do
capitalismo em nível mundial, no período de “entre guerras” e “pós-guerra”. Assim,
foram implementados planos de governo que transcenderam a fronteira do
“nacional” (Rodríguez, s/d: 1).
Citamos, a título de exemplo, algumas medidas adotadas pelo peronismo no
período que vai de l946 a l955:
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a) Intervenção estatal na esfera econômica.
b) Nacionalização da economia.
c) Substituição de importações.
d) Re-acomodação da burguesia agrária e sua participação
na industrialização do país.
O aparelho estatal criou as condições para o desenvolvimento de uma indústria
nacional. Vale acrescentar que a política populista também, apresenta em certa medida,
uma política nacionalista. A tentativa de Perón é de restabelecer a Argentina adotando
planos que supervalorizem o nacional. O aparelho estatal aparece como “grande mestre”
que visa reestruturar a situação de caos. Estas medidas chegam ao povo, e convence a
massa da legitimidade do governo e sua tentativa de alcançar a população.
Outro aspecto que merece destaque no modelo populista argentino é o tratamento
dado ao setor educativo. Para os governos populistas, e para o partido peronista o
investimento e ações voltadas para a educação é uma forma de aproximação de uma
demanda totalmente popular e de interesse desta população. As ações de Perón voltadas
para a educação tinham claramente o interesse de controle das camadas populares.
No âmbito educativo, o peronismo mostrou um interesse por ampliar as vagas em
todos os níveis do ensino, contradizendo a política liberal e laica dos períodos anteriores.
Utilizou os meios de comunicação - cinema, jornal e rádio-, e o aparelho escolar como
órgão difusor de suas idéias. O governo procurou dominar o aparelho educativo, para tanto
se valeu de complexas estratégias que não obedeciam aos modos institucionais tradicionais.
Assim, criou uma série de organizações paralelas, ao sistema oficial, com o objetivo de
controlá-lo.
A reflexão de Rodríguez apresenta um ponto, também comum no modelo
populista, a contradição com a política liberal. Muitos governos populistas, quando
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implantam seus governos adotam políticas de cunho nacionalista e ferem a logica
liberalista, daí muitas vezes estes governos têm uma oposição elitista e liberalista. No
tocante da educação, o peronismo enxergou neste sistema uma forma de “controlar” e ao
mesmo tempo programar suas idéias, substituindo os modos tradicionais, criando inclusive
organizações paralelas ao sistema formal de educação. É importante analisar que estas
modificações, em muitos casos, colaboraram para o desenvolvimento social das camadas
mais empobrecidas, novamente a política populista cumpriu seu objetivo.
Não é interesse definir a Peronismo como um modelo exclusivamente populista,
seria um equívoco, uma vez que o conceito para populismo é bastante complexo. O que a
analise a respeito da politica peronista adotado na argentina apresenta é uma aproximação
de praticas típica de governos populistas, que emergiam após a década de 1940 em toda a
América Latina. De forma conclusiva e utilizando as reflexões de Sidicaro (2008), o
governo de Perón pode ser caracterizado como uma forma de governo elitista que se
relaciona com as massas, ora viabilizando suas demandas, ora controlando e manipulando
esta massa.
A realidade argentina no que diz respeito a governos que se aproximam do modelo
populista não é singular. Um dos exemplos mais marcantes deste período foi o governo de
Getúlio Vargas, iniciado em 1930, e que passa por diversas fases, incluído ai a fase
populista. O conhecido Varguismo (nome usado para nomear a politica de Getúlio Vargas)
é um período complexo no contexto social, politico e econômico. Getúlio Vargas, soube
utilizar de todos os setores sociais, inclusive das massas, para efetivar seu modelo de
governo. Em muitos momentos foi visto como vilão, em muitos outros como um herói e
“pai dos pobres”. Octavio Ianni apresenta uma reflexão que abarca toda essa complexidade:
A combinação dos interesses econômicos e políticos do proletariado, classe media e
burguesia industrial é um elemento importante do período getuliano. Essa
combinação efetiva a tática de interesses destina-se a favorecer a criação e expansão
do setor industrial, tanto quanto do setor de serviços. Em concomitância, criam-se
instituições democráticas, destinadas a garantir o acesso dos assalariados a uma
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parcela do poder. Na verdade, criam-se as condições de luta para uma participação
maior no produto. Em plano mais largo, trata-se de uma combinação de forças
destinadas a acelarar os rompimentos com a “sociedade tradicional” e os setores
externos predominantes. Em verdade, foi com base no nacionalismo
desenvolvimentista, como núcleo ideológico da política de massas – em que se
envolvem civis e militares, liberais e esquerdistas, assalariados e estudantes
universitários- que se verifica a interiorização de alguns centros de decisão
importante para a formulação e execução política econômica. A crescente
participação do Estado na economia é, ao mesmo tempo, uma exigência e uma
consequência desse programa de nacionalização das decisões (Ianni, 1988: 55-56).
A análise de Ianni (1988) aponta as características básicas do varguismo, lembra
também o modelo peronista da Argentina, nos seguintes pontos: a) a visão de
desenvolvimento econômico nacional; b) a expansão da indústria; c) o favorecimento das
classes media e baixa; d) o rompimento com as bases da sociedade tradicional (oligárquica
e agraria); valorização das classes populares como o proletariado.
A politica populista de Vargas mantinha as veias do conceito clássico de
populismo: ao tempo que visava o desenvolvimento e apoderamento de estado, bem como a
centralização deste poder estatal, cumpria também uma agenda popular, abrindo espaço
para que as reivindicações da massa fossem ouvidas e em certa medida atendidas. Existia
uma contrapartida na manutenção deste favorecimento das massas populares. Ser um
governo populista garantia a Getúlio Vargas a permanência no poder, quando este modelo
não mais pode ser mantido rompeu-se a Era Vargas, e um novo modelo, agora ditatorial
sem implanta no contexto Brasileiro. Ianni (1988), ainda afirma que:
por todas estas razões a politica de massas foi a vida e morte do modelo getuliano de
desenvolvimento nacional. Quando não teve mais contrapartida nas diretrizes da
politica econômica, tornou-se inconveniente (Ianni, 1988: 67).
Por estas e tantas outras razões o modelo populista, não pode ser entendido como
um governo “do povo”, este modelo, amplia a visão para as massas, ouve e contempla suas
demandas, porém tira desta relação o poder necessário para a manutenção de projetos
políticos e econômicos especifico, que podem ou não contempla a população, mas que tem
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3
como principal objetivo a manutenção do poder em lugar especifico, ou seja, nas mãos do
estado.
4.
Considerações finais
Os modelos de governo tanto argentino sob a liderança de Domingo Perón, como o
brasileiro centrado na figura de Getúlio Vargas, foram governos que recorrem a pratica
populista para alcançarem seu modelo ideal de estado. É um equivoco enquadrar os dois
exemplos no complexo conceito de Populismo, porem as semelhanças e características em
que ambos os modelos apresentam permite entende-lo como governos que adotaram
algumas estratégias de cunho populistas. Estas estratégias tinham em seu objetivo,
contemplar as massas com certos “poderes” moderados e controlados, observar e atender as
demandas desta massa, mas, também contar com o apoio popular para a implementação de
um projeto de governo nacional, em que seus maiores lideres políticos -neste caso Perón e
Getúlio- fossem vistos e aceitos como maior representação do estado nacional.
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Territórios
e
Política
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5
VI
A ATUAL FASE DA GLOBALIZAÇÃO E SUAS IMPLICAÇÕES NA
ORGANIZAÇÃO DO TERRITÓRIO
Wellington Santana de Andrade (UNEB-UESC)
36
1. Introdução
Este artigo é fruto da participação como ouvinte no curso de extensão: Sociedades,
Territórios e Política. Séculos XX e XXI, ministrado na Universidade Estadual de Feira de
Santana (UEFS) de 2 a 5 de Setembro de 2014, pelas professoras da Universidade Nacional
do Rio Cuarto (UNRC). A ideia é trazer uma discussão da atual fase da globalização e suas
implicações na organização do território.
A globalização atual é marcada pela junção da ciência, técnica e informação, a
qual implica diretamente na organização dos diferentes espaços geográficos e territórios.
Santos e Silveira (2011: 19), pontuam: “Por território entende-se geralmente a extensão
apropriada e usada”. Vale destacar que no sistema capitalista a apropriação e o uso do
território se dão de forma desigual e com o processo de globalização da economia, a divisão
social e territorial do trabalho aguçou ainda mais a desigualdade nos diferentes territórios.
Atualmente com os meios técnicos, científicos e informacionais os grupos
econômicos hegemônicos de alguns países centrais a exemplo, dos Estados Unidos, da
União Europeia e Japão, instalam seus complexos industriais em um determinado espaço
geográfico e espalham filiais por países como Brasil, China, Índia, Argentina, entre outros,
36
Graduado do curso Licenciatura Plena em Geografia pela Universidade do Estado da Bahia (UNEB),
Departamento de Educação - Campus XI. E especializando em Ensino de Geografia pela Universidade
Estadual de Santa Cruz (UESC).
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objetivando aproveitar a mão-de-obra barata, matérias-primas, incentivos fiscais, mercado
consumidor, apoios estatais, estruturas adequadas para produção, circulação e
comercialização de mercadorias. Costa (2008: 36) diz:
como o grande capital está hoje dividido em três polos (a chamada Tríade Imperial:
EUA, União Europeia e Japão), certamente as disputas entre os blocos serão mais
intensas que as tentativas de regulação, o que deverá resultar em acirramento da
concorrência e da luta por mercados.
Então, com a apropriação dos instrumentos técnicos, científicos e informacionais,
as corporações tem ampliado seus poderes de dominação sobre as economias periféricas,
pois, os grupos econômicos hegemônicos dos países centrais estabelecem critérios que os
países emergentes devem seguir para conseguir se inserirem na lógica da globalização, pelo
fato de muitos capitais que são investidos nos países emergentes serem provenientes da
iniciativa privada enraizadas nas economias centrais.
Cabe destacar que, a partir da década de 1970 a maioria dos países aderiram ao
modelo econômico neoliberal. No sistema neoliberal é o próprio mercado que regula a
economia, o Estado de Bem Estar Social torna-se mínimo. Neste sentido, o papel do Estado
é importante para regulação e garantia dos direitos de propriedade privada, a iniciativa
desta detém o poder de execução de muitos serviços que são rentáveis para os grupos
empresariais, os quais antes eram responsabilidade do Estado, ainda ocorre a precarização
do trabalho e intensificação do processo de terceirização dos serviços, redução do salário do
trabalhador, corta-se postos de trabalho e muitas pessoas são obrigadas a ocupar o setor
informal da economia.
Diante disto, grande parcela da população fica economicamente e sócioespacialmente marginalizada, sem condições de ter uma vida digna, o que acaba gerando
em alguns casos, pressão social, impulsionando o surgimento e mobilização de diversos
movimentos
sociais,
a
exemplo
de
associações,
sindicatos,
organizações
não
governamentais, em busca de reconquistar os direitos perdidos e conquistar novos direitos.
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A partir do exposto, precisamos refletir como a globalização atual implica na
organização dos diferentes territórios. Nessa perspectiva, o objetivo geral deste artigo é
desenvolver um texto reflexivo sobre os impactos da atual globalização na organização do
território. Nesta direção, os objetivos específicos traçados foram: apresentar características
da globalização enfatizando a fase atual; refletir as implicações da globalização na
organização do território e debater algumas consequências da nova organização territorial
para sociedade.
A metodologia para construir esse artigo foi a participação como ouvinte no curso
de extensão: Sociedades, Territórios e Política. Séculos XX e XXI, ministrado na
Universidade Estadual de Feira de Santana (UEFS) de 2 a 5 de Setembro de 2014, pelas
professoras da Universidade Nacional do Rio Cuarto (UNRC), levantamento bibliográfico,
destacando-se entre os autores consultados, Costa (2008), Costa (2011), Santos (2009),
Santos (2011), Santos e Silveira (2011), Vieira e Roedel (2002), Santos (2005), que
propiciaram a ampliação/aprofundamento nas reflexões das ideias lidas e discutidas durante
o curso.
1. Características da globalização na contemporaneidade
A globalização é um fenômeno da economia mundial que se intensificou nas
últimas décadas do século XX até os dias atuais. Desde o século XV, com as grandes
navegações, o homem já tentava conquistar novos territórios, novos mercados
consumidores, porém, os mecanismos e os instrumentos eram diferentes dos atuais. Costa
(2008: 20-21) nos diz:
(...) a globalização é um fenômeno do nosso tempo, uma singularidade originária do
capitalismo que foi construída a partir da segunda metade do século 20, quando as
corporações iniciaram a aventura da internacionalização da produção. Diferencia-se
da primeira e da segunda revolução industrial, porque já nasce sem a possibilidade
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de desenvolver todo seu potencial das forças produtivas e se viabilizar plenamente,
em função das limitações estruturais do capitalismo nesta etapa da história.
Com as revoluções industriais37 ocorridas nos séculos XVIII, XIX e XX
respectivamente, a partir do desenvolvimento da ciência e da tecnologia, o homem foi
aprimorando suas ferramentas, ou seja, melhorando sua capacidade de dominação da
natureza e organização territorial, visando principalmente os interesses capitalistas. Costa
(2008: 20-21) afirma:
a globalização incorporou inovações tecnológicas radicais que proporcionaram ao
capitalismo um enorme desenvolvimento, mas o sistema global de produção não
possui condições de se desenvolver plenamente em função de suas próprias
contradições e, especialmente, da insuficiência mundial de demanda solvável.
Diante do exposto, fica evidenciado que a atual fase da globalização iniciada a
partir da década de 1970 do século XX, com a terceira revolução industrial, possibilitou o
aprimoramento da ciência, informática e a criação da internet. Ou seja, a junção da ciência
e da técnica favoreceu o homem desenvolver mecanismos nos quais as informações, as
transações financeiras e comerciais acontecem de maneira rápida, com mais facilidade,
vinte quatro horas por dia, o que possibilita o capitalista acumular riquezas com mais
eficiência. Como nos coloca Santos (2009: 238): “o terceiro período começa praticamente
após a segunda guerra mundial, e sua afirmação, incluindo os países de terceiro mundo, vai
realmente dar-se nos anos 70”. É a fase a que R. Richta (1968) chamou de período técnicocientifico, e que se distingue dos anteriores pelo fato da profunda interação da ciência e da
37
Etapas da industrialização: podem-se distinguir três períodos no processo de industrialização em escala
mundial: 1760 a 1850 – A Revolução se restringe à Inglaterra, a "oficina do mundo". Preponderam a
produção de bens de consumo, especialmente têxteis, e a energia a vapor. 1850 a 1900 – A Revolução
espalha-se por Europa, América e Ásia, Bélgica, França, Alemanha, Estados Unidos, Itália, Japão, Rússia.
Cresce a concorrência, a indústria de bens de produção se desenvolve, as ferrovias se expandem; surgem
novas formas de energia, como a hidrelétrica e a derivada do petróleo. O transporte também se revoluciona,
com a invenção da locomotiva e do barco a vapor. 1900 até hoje – Surgem conglomerados industriais e
multinacionais. A produção se automatiza; surge a produção em série; e explode a sociedade de consumo de
massas, com a expansão dos meios de comunicação. Avança a indústria química e eletrônica, a engenharia
genética, a robótica. Recuperado de: http://w3.ufsm.br/fuentes/index_arquivos/rev.pdf.
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técnica, a tal ponto que certos autores preferem falar de tecnociência para realçar a
inseparabilidade atual dos dois conceitos e das duas práticas.
Como se pode perceber na citação exposta acima, a partir da terceira revolução
industrial que o autor chama de terceiro período, a junção entre ciência e técnica ocorre de
maneira intensa, o objetivo principal é aperfeiçoar os mecanismos de produção,
comercialização e acumulação de riquezas a nível mundial, a partir da interdependência
entre os diferentes países. Santos (2009: 238) alerta que:
essa união entre técnica e ciência vai dar-se sob a égide do mercado. E o mercado,
graças exatamente à ciência e a técnica, torna-se um mercado global. A ideia de
ciência, a ideia de tecnologia e a ideia de mercado global devem ser encaradas
conjuntamente e desse modo podem oferecer uma nova interpretação à questão
ecológica, já que as mudanças que ocorrem na natureza também se subordinam a
essa lógica.
Então, a atual fase da globalização foi projetada principalmente para atender a
lógica do mercado, isso em escala mundial, na qual os países dominadores estabelecem
políticas de produção, comercialização e acumulação, mas vale ressaltar que muitos países
periféricos economicamente não possuem estruturas adequadas para favorecer a lógica do
mercado e acabam ficando marginalizados. A fase atual da globalização, também
intensificou o processo de informação. Que tem ocorrido de maneira instantânea, na qual
um determinado fato que ocorre em um país da Ásia é noticiado em grande parte do mundo
em questão de segundos. Santos (2009: 238) destaca:
neste período, os objetos técnicos tendem a ser ao mesmo tempo técnicos e
informacionais, já que, graças à extrema intencionalidade de sua produção e de sua
localização, eles já surgem como informação; e, na verdade, a energia principal de
seu funcionamento é também a informação. Já hoje, quando nos referimos às
manifestações geográficas decorrentes dos novos progressos, não é mais de meio
técnico que se trata. Estamos diante da produção de algo novo, a que estamos
chamando de meio-técnico-cientifico-informacional.
A partir do exposto, o atual período da globalização tem como foco principal
articular a interdependência entre os mercados mundiais, favorecendo a produção, a
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circulação de mercadorias e capitais, além da acumulação de riquezas nas mãos de grandes
grupos econômicos. Como exemplo, a internet possibilita as pessoas do mundo se
relacionarem por meio das redes sociais, adquirir produtos comercializados por lojas
virtuais e pagar faturas sem sair de casa, o que é interessante devido à facilidade e rentável
para os capitalistas, pois o mercado virtual mundial tem expandido as transações comerciais
e financeiras, possibilitando a geração de lucros.
Portanto, a globalização tem como foco principal intensificar as trocas comerciais
e fluxos de capitais, entre os diversos países. Vale destacar, que muitos países ficam a
margem do processo da globalização por diversos motivos, a exemplo, escassez de matérias
primas, mercado consumidor insignificante comparado a outros países, não possuem
estruturas adequadas para instalação de indústrias, produção, circulação de mercadorias e
principalmente comercialização. Ainda, é preciso ressaltar que alguns grupos econômicos
dos países centrais, a exemplo, Estados Unidos, União Europeia e Japão, pensam a política
territorial de instalação das empresas e das técnicas que favorecerão a lógica de mercado a
nível mundial.
2. As implicações da globalização na organização do território
Com o processo de globalização a organização do território mundial ganhou
configurações novas, a exemplo de complexos industriais e bancários instalados em
determinados locais para atender a lógica do mercado. Ou seja, por meio de decisões de
grupos econômicos, pensam-se onde serão instaladas as indústrias matrizes e onde serão
instaladas as filiais fora das fronteiras nacionais. Como foi discutido, o meio-técnicocientífico-informacional possibilitou a interligação mundial, o que tornou viável uma
empresa ser instalada em um determinado país e gerir suas filiais em outras partes do
mundo, nesse processo modifica-se a relação tempo-espaço. Santos (2011: 79) afirma:
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no mundo da globalização, o espaço geográfico ganha novos contornos, novas
características, novas definições. E, também, uma nova importância, porque a
eficácia das ações está estreitamente relacionada com sua localização. Os atores
mais poderosos se reservam os melhores pedaços do território e deixam o resto para
os outros.
Por isso, a lógica da globalização vai influenciar a organização do território a
partir da territorialização das indústrias diante das diversas possibilidades, mão-de-obrabarata, disposição de matérias-primas, estrutura adequada para se produzir, escoar
mercadorias e principalmente a oferta de mercado consumidor. Vale frisar que uma
característica da globalização é a indústria ou fábrica se apropriar dos símbolos do local, na
qual a mesma se instala para que os consumidores se identifiquem com o produto e compre.
Costa (2011: 259) diz:
se territorializar se envolve sempre uma relação de poder ao mesmo tempo concreto
e simbólico, e uma relação de poder mediada pelo espaço, ou seja, um controlar de
processos sociais, é evidente que como toda relação de poder, a territorialização é
desigualmente distribuída entre seus sujeitos e/ou classes sociais e, como tal, haverá
sempre, lado a lado, ganhadores e perdedores, controladores e controlados.
A partir disso, é importante destacar que a configuração territorial na globalização
se dá de maneira desigual, na qual há espaços que são instalados complexos industriais com
tecnologias de ponta, associados a complexos bancários para fornecer créditos e
empréstimos aos grandes grupos industriais. Nesse sentido, a globalização financeira
tornou-se uma realidade, na qual as indústrias precisam do apoio dos bancos para
desenvolver seu sistema produtivo e vice-versa. Costa (2008: 28) nos afirma:
a globalização financeira é um processo que está ligado à internacionalização da
produção. As instituições financeiras, que nos países centrais já estavam ligadas aos
trustes e cartéis, seguiram o caminho das corporações transnacionais produtivas em
uma aventura de criação do valor fora das fronteiras nacionais.
Diante das colocações supracitadas, grupos empresariais desenvolveram
mecanismos, a exemplo do truste, monopólio, oligopólio, aquisição de empresas menores,
apoiados pelos Estados Nações, os quais foram os responsáveis pela criação de blocos
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econômicos como Mercosur, Nafta, União Europeia, entre outros, visando aumentar a
produção, circulação e comercialização de mercadorias, no intuito de gerar riquezas, as
quais ficam concentradas nas mãos de poucos grupos econômicos hegemônicos.
Com isso, a organização territorial acontece de maneira concentrada e
centralizada, ou seja, os investimentos para criação dos meios produtivos acontecem nos
territórios dos diferentes países de maneira pontual, no qual são instalados complexos de
indústrias e bancos, atendendo critérios que já foram especificados, como oferta de mão de
obra, matérias-primas, mercado consumidor significativo, incentivos fiscais, boa
infraestrutura, entre outros elementos. Esses complexos são geridos por especialistas
preparados, que com o apoio do meio-técnico-científico-informacional planejam as
estratégias de crescimento das corporações transnacionais.
Nesse viés, a instalação de complexos industriais e financeiros em determinados
espaços geográficos, se dão pelos interesses de grupos econômicos hegemônicos, os quais,
estabelecem metas de produção, circulação e comercialização de mercadorias e também da
circulação de capitais, visando o domínio do mercado mundial, favorecendo o acúmulo de
riquezas para os grupos econômicos.
A partir disto, torna-se importante destacar dentro deste contexto de novas
configurações territoriais promovidas pela fase atual da globalização, a Divisão Territorial e
Internacional do Trabalho, na qual, áreas são projetadas e especializadas na produção de
determinados objetos, peças, alimentos, entre outros, devido às condições favoráveis e
também criadas pelas forças políticas. Tomando como exemplo o Brasil, na década de 1970
houve a construção de centros industriais, a exemplo da Zona Franca de Manaus no Estado
do Amazonas, e do Polo Petroquímico em Camaçari na Bahia. Neste mesmo período foram
criados polos para produção de alimentos como frutas, cebola, entre outros, em larga escala
de maneira irrigada, no médio Rio São Francisco, região de Juazeiro -Bahia e PetrolinaPernambuco. E também, foi incentivada a instalação de agroindústrias na região Oeste da
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Bahia, principalmente nos munícipios de Barreiras, Luiz Eduardo Magalhães e São
Desidério, devido ao cultivo da soja, do algodão e outros produtos, destinados para
abastecer outras regiões do Brasil e também atender o comércio exterior.
Nesse sentido, a concentração de investimentos em locais específicos para
favorecer a produção dos itens desejados, por um lado é importante para os empresários da
indústria, porém, por outro gera a acentuação das disparidades sócio-espaciais, o que é
prejudicial para população menos favorecida, pois a mesma precisará se deslocar para esses
centros em busca de trabalho e de melhores condições de vida, causando o inchaço urbano.
Dessa forma, a aglomeração de pessoas nestas áreas de concentração de indústrias
e agroindústrias em busca de sobrevivência, favorecerá o surgimento e a intensificação do
processo de favelização, pois, muitos não poderão pagar para morar em locais com
infraestruturas adequadas, ou seja, ocuparão terrenos abandonados e construirão suas
moradias sem planejamento. Também, a falta ou precariedade de oferta de serviços básicos
essenciais como saúde, educação, segurança, lazer, cultura, emprego, entres outros,
favorecerá o aparecimento de grupos criminosos organizados, que poderá elevar o índice de
violência nestas áreas.
3. Consequências das novas organizações territoriais para sociedade
Os meios técnicos e científicos são desenvolvidos por sujeitos de maneira
independente para fins diversos, a exemplo da melhoria da produção agrícola familiar e
principalmente pelos cientistas, dos quais, muitos são financiados pelas grandes
corporações industriais, as mesmas visam primeiramente à produção e acumulação de
riquezas para grupos econômicos, mas a população é beneficiada de certa forma, pois se
utiliza da internet, dos meios de comunicações, dos avanços da ciência e da tecnologia.
Costa (2008: 28) ressalta:
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do ponto de vista produtivo, a globalização da produção possibilitou a emergência
de novos ramos industriais, como as tecnologias da informação, a microeletrônica, a
robótica, a engenharia genética, a nanotecnologia, a internet, entre outros, cuja
configuração possibilitou ao capitalismo reestruturarem o sistema produtivo e dar
um salto de qualidade na produção mundial, mediante a flexibilização produtiva.
Porém, é prejudicada pelo fato de muitas corporações destruírem os recursos
naturais no intuito da exploração de matérias primas para abastecer a indústria. Também, os
meios-técnico-científicos são pagos e grande parcela da população não pode pagar para ter
os instrumentos tecnológicos e os serviços oferecidos, a exemplo do acesso as informações,
as quais são selecionadas para atender diferentes interesses e classes sociais, ou seja, boa
parte da população fica marginalizada socialmente. Vieira e Roedel (2002: 24) afirmam
que:
a crescente integração dos mercados mundiais em rede, viabilizado em grande parte
pelo avanço tecnológico, ao mesmo tempo que oferece novas oportunidades de
negócios, tem, igualmente, aumentado as tensões estruturais principalmente nos
países periféricos. Observa-se uma pressão em direção às mudanças, o que tem
gerado, desse modo, um reforço das contradições entre ricos e pobres.
Diante disso, o desenvolvimento a nível mundial é desigual, ou seja, há países com
mais aparatos técnicos/estruturais e também tem países com pouca estrutura técnica. Ainda,
é importante ressaltar que as desigualdades ocorrem entre as classes sociais no contexto do
lugar e também, entre regiões dentro de um mesmo país, o que vai interferir desigualmente
na forma e intensidade dos efeitos da globalização nestes locais. É importante dizer que
com os interesses econômicos das politicas da globalização, muitas pessoas no mundo são
prejudicadas pelo fato de serem excluídas do processo de produção e consumo. Segundo
Santos (2011: 114):
o território tanto quanto o lugar são esquizofrênicos, porque de um lado acolhem os
vetores da globalização, que neles se instalam para impor sua nova ordem, e, de
outro lado, neles se produz uma contraordem, porque há uma produção acelerada de
pobres, excluídos, marginalizados.
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Com isso, outro ponto importante a ser destacado são as políticas econômicas
desenvolvidas pelos países centrais, baseadas na concepção de economia política neoliberal
e impostas aos países de economia periférica em troca de benefícios aos mesmos, a
exemplo, instalação de indústrias multinacionais e transnacionais, entre outros, no território
destes países. Nesse sentido, algumas características do neoliberalismo são o Estado
mínimo, a regulação da economia pelo próprio mercado, a livre concorrência, a garantia do
cumprimento das leis e da ordem, as quais serão responsabilidades do Estado. Costa (2008:
13) alerta:
o Estado, ao se retirar da economia, e vender as propriedades públicas para a
inciativa privada, passaria a cuidar das funções que lhes seriam específicas: proteger
os contratos privados, promover os mercados competitivos, garantir a propriedade.
Com a iniciativa privada operando os instrumentos do sistema, haveria mais
competição e maior eficiência econômica. Estes postulados, que passaram a ser
conhecidos como neoliberalismo, representam a síntese ideológica da globalização.
Diante da citação exposta, a venda das empresas públicas para inciativa privada, a
desregulamentação da economia, a precarização dos trabalhadores, cortes de postos de
trabalhos formais e a terceirização dos serviços, são algumas características do
neoliberalismo. Com isso, muitas pessoas têm seus direitos negados, perdem seus trabalhos,
o Estado perde força na questão de implementação e execução de políticas públicas para
atender a população carente, e a inciativa privada amparada na legislação sob a tutela do
Estado, é quem dita “às regras” do sistema.
A partir disto, educação, saúde, segurança, cultura, lazer, entre outros elementos
fundamentais para o bem estar social, tornaram-se mercadorias, quem usufrui dos melhores
serviços é quem pode pagar. Muitas pessoas sem trabalho ou que trabalham em condições
informais, precárias, ficam marginalizadas, usufruem às vezes de algumas políticas
públicas fornecidas pelo Estado, que não são suficientes e eficientes devido às poucas
condições estruturais para atender grande contingente de pessoas.
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Neste cenário de percas de direitos sociais e aumento de pessoas excluídas
socioeconomicamente a nível mundial, emergem os movimentos sociais da globalização
contra hegemônica. Segundo Santos (2005: 7):
a globalização contra hegemônica centra-se nas lutas contra a exclusão social”.
Neste sentido, diversos movimentos sociais estabelecem formas de articulação
visando lutar para garantir à conservação de recursos naturais, reivindicar melhor
distribuição de renda, combater a ideia de padronização imposta pelo sistema
capitalista, defender a garantia de serviços básicos para sobrevivência humana, entre
outros elementos importantes.
A partir do exposto, o sociólogo português Boaventura de Sousa Santos destaca o
Fórum Mundial Social (FSM) como um evento contra hegemônico, caracterizando-se a
partir de manifestações sociais globais contrárias ao modelo de globalização capitalista. O
FSM reuni diversos movimentos sociais de diferentes países para debater demandas
particulares, que diz respeito a determinado movimento social e também globais, que são
referentes aos interesses dos mais diversos coletivos sociais. A partir disto, criam-se pautas
e bandeiras de lutas e pensam-se alternativas para as problemáticas geradas pelas relações
capitalistas de produção. Nesta direção, Santos (2005: 23) coloca:
o FSM constitui uma das mais consistentes manifestações de uma sociedade civil
global contra hegemônica e subalterna em vias de surgimento. Na sua definição
mais ampla, o FSM é o conjunto de iniciativas de troca transnacional entre
movimentos sociais e ONGs onde se articulam lutas sociais de âmbito local,
nacional ou global, travadas (de acordo com a Carta de Princípios de Porto Alegre)
contra todas as formas de opressão geradas ou agravadas pela globalização
neoliberal.
Sendo assim, percebe-se que diante das contradições produzidas no contexto da
globalização capitalista, a qual tem como princípio homogeneizar as relações sociais,
culturais e políticas, no intuito de produzir riquezas para grupos hegemônicos
economicamente, surgem movimentos sociais de resistências à lógica produtiva imposta
pelo sistema capitalista, o que é importante para defender interesses dos mais diversos
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7
grupos sociais, visando recuperar direitos perdidos e também conquistar novos, além de
garantir a pluralidade social, política e principalmente cultural.
4. Considerações Finais
A globalização em sua fase atual iniciada na década de 1970 com a terceira
revolução industrial deu-se a partir do aprimoramento e junção da ciência com as técnicas
da informação, a exemplo, da informática e a criação da internet, o que possibilitou a
interligação comercial e cultural entre diferentes países.
É preciso ressaltar que a globalização impacta de maneira desigual nos territórios
dos diferentes países, pois, as políticas de investimentos são pensadas pelos grupos
econômicos dos países centrais levando em consideração critérios favoráveis para obtenção
de lucros. Esses grupos econômicos hegemônicos são em sua maioria compostos por
corporações dos Estados Unidos, União Europeia e Japão.
Também, os países periféricos de economias emergentes, a exemplo do Brasil,
Índia, Rússia, China, entre outros, ficam subordinados aos países de economias centrais,
seguem um conjunto de políticas ditadas pelos mesmos em troca de investimentos de
capitais privados e empréstimos.
A partir do exposto, precisa ficar claro que algumas políticas no sentido
econômico baseadas na concepção neoliberal prejudicam a população, pois, empresas
públicas passam a ser privatizadas, com isso as políticas sociais perdem força, muitas
pessoas perdem seus postos de trabalho, o que instigará as pessoas marginalizadas
socioeconomicamente se organizarem em movimentos sociais, sindicatos e associações
para reivindicarem seus direitos.
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Política
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8
Por fim, ficou perceptível que a globalização atual tem sido um fenômeno
importante para interligar os diferentes países, as pessoas tem a oportunidade de trocar
experiências, a exemplo, trabalhistas, educacionais e compartilhar elementos das diferentes
culturas por meio das tecnologias da informação. Mas, não podemos ser ingênuos, pois o
foco principal da globalização é o domínio dos diversos territórios favoráveis à produção e
acumulação de riquezas por grupos econômicos hegemônicos a nível mundial. Para além
dessa realidade, a globalização precisa ser humanizada no sentido de favorecer o bem estar
das diferentes nações nos diversos territórios e o fator econômico deve ser um dos vieses e
não o principal.
5. Referências
Costa, E. (2008). A Globalização e o capitalismo contemporâneo. São Paulo: Expressão
Popular.
Costa, E. & Haesbaert, R. (2011). Desterritorialização e Mobilidade. En Haesbaert, R. O
Mito da desterritorialização: do “fim dos territórios” à multiterritorialidade (235278). Rio de Janeiro: Bertrand Brasil.
Boaventura de Sousa, S. (2005). A crítica da governação neoliberal: O Fórum Social
Mundial como política e legalidade cosmopolita subalterna. Revista Crítica de
Ciências
Sociais,
(72),
pp.
7-24.
Recuperado
de:
http://www.ces.uc.pt/myces/UserFiles/livros/63_Governacao%20neoliberal_RCC
S72.pdf
Santos, M. (2009). A Natureza do Espaço: Técnica e Tempo, Razão e Emoção. São Paulo:
Editora da Universidade de São Paulo.
Santos, M. (2011). Por uma outra globalização: do pensamento único à consciência
universal. Rio de Janeiro: Record.
Santos, M. & Silveira, M. L. (2011). O Brasil: território e sociedade no início do século
XXI. Rio de Janeiro: Record.
Vieira, F. & Roedel, H. (2002). Desafios dos Movimentos sociais em tempos de
globalização. Revista Outubro, (7), p.p. 23-36. Recuperado de:
http://www.revistaoutubro.com.br/edicoes/07/out7_03.pdf
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universitaria
extensión
La
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0
VII
LA UNIVERSIDAD DE FEIRA DE SANTANA EN SU REGIÓN
Jésica Díaz38 y Sabina Luna(UNRC)
39
La Universidad Estatal de Feira de Santana (UEFS) es una institución de
educación superior con sede en la ciudad de Feira de Santana, Bahía. En la actualidad la
universidad ofrece 27 cursos de pregrado y también varios cursos de pos graduación. Posee
siete módulos en los cuales se desarrollan las actividades académicas, además tres Centros
Administrativos, un Centro de Informática, un parque de deportes, un predio dedicado a la
Biblioteca, el Centro de Educación Básica, la Residencia Universitaria, el Observatorio
Astronómico, una Estación Climatológica, el Centro de Treinamento Xavantes, la Sede de
Educación Ambiental, el Centro Universitario de cultura y Artes, el Museo Casa del Sertão
y seis Clínicas Odontológicas. Los cursos de grado se dictan en humanidades, ciencia y
tecnología, ciencias exactas, naturales y de la salud y letras y artes.
38
Estudiante avanzada de la Licenciatura en Historia de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
Estudiante avanzada de la Licenciatura en Ciencia Política de la UNRC. Ayudante de Segunda en la
asignatura Proyectos Políticos y Sociales Argentinos y Latinoamericanos.
39
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1
La actividad de extensión se inició con un registro fotográfico de la Ciudad de
Salvador de Bahía, luego de la ciudad Feria de Santana y de la universidad. El recorrido por
el campus universitario permitió la toma de fotografías de la entrada, los Módulos 1, 2 y 3,
el Centro de Educación Básica (jardín dónde asisten hijos de los miembros de la comunidad
universitaria), Parque Deportivo (canchas de fútbol y básquet, destinadas a la comunidad y
donde realizan las prácticas los estudiantes de Educación Física), el Vivero, el edificio en
donde se encuentran laboratorios, aulas y el Museo de Ciencias Naturales, que está en
proceso de construcción. Además de los Laboratorios de Productos Naturales (LAPRON),
de Ciencias Exactas (LABEXA), de Física (LABOFIS), de Tecnología (LABOTEC); del
Centro Integrado de Odontología “Prof, Ms. Jose Sobreira Filho” (CION), y de los Centros
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2
de Pos- graduación en Salud Colectiva, e Ingeniería Civil y Ambiental. El registro
fotográfico se completó con el Centro de Informática; Biblioteca Central “Julieta
Carteado”, Administración Central y Rectorado, Comedor Universitario, Centro de
Administración Universitaria, Automotores, Puerta de salida para las Residencias
universitarias, Departamento de Medicina, Auditorio Central. Entrevista a tres trabajadores
de la limpieza, dos estudiantes Thiago (Ciencias Económicas) y Zenaide (Letras
Vernáculas), y al Rector de la Universidad José Carlos Barreto de Santana, quien nos llevó
a la Asesoría Especial de Relaciones Institucionales.
Una segunda actividad consistió en la realización de entrevistas a los estudiantes
Luis (Ingeniería Civil), Edson (Geografía), Liz (Psicopedagogía), Amanda (Enfermería) y a
cinco miembros que conforman el Directorio General de los Estudiantes (DCE).
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Política
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3
A lo largo de la estadía en la Universidad Estadual de Feria de Santana (UEFS) y a
partir de las actividades que ya detallamos, podemos puntualizar algunas conclusiones:
En referencia a la relación entre estudiantes y política:
•
Que el estudiantado mantiene luchas vinculadas a lo estrictamente universitario, por
un comedor universitario económico y de calidad, el no al aumento del transporte
público, fotocopias gratuitas, seguridad dentro del campus, reestructuración en los
planes de estudio, entre otras.
•
Que la vinculación de la UEFS con la sociedad se basa en pasantías y prácticas
realizadas en diferentes instituciones y empresas privadas, por lo general rentadas,
situación que difiere a la de la Universidad Nacional de Río Cuarto en la que tiene
fuerte peso las prácticas socio-comunitarias.
•
Que la militancia universitaria está más ligada a la Universidad que a las estructuras
partidarias.
•
Que los estudiantes eligen sus representantes por carrera y por universidad a través
de una votación directa.
•
Que en el cursado del Seminario pudimos conocer la mirada de los estudiantes
brasileros que tomaron clase allí, los mismos expresaron una visión influida por
lecturas de lo “local” que luego se materializa en sus trabajos de tesis.
•
Que en la UEFS hay una baja asistencia de estudiantes negros, y la política de
cuotas es muchas veces ocupada por aquellos que se denominan “café con leche”
(hijos que tienen uno de sus progenitores negros).
•
Que en las carreras como medicina o economía el cupo para estudiantes negros es
muy bajo.
En referencia a los mensajes observados en las paredes de la UEFS, puede concluirse:
•
Que las paredes de las edificaciones de la UEFS se encuentran, en su mayoría,
pintadas
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4
prolijamente,
con
carteleras
específicas
destinadas
a
publicitar
universidades privadas, cursos de postgrado, eventos específicos y sólo en dos casos
pudimos observar propaganda política partidaria.
•
Que las temáticas de los grafitis y stencil expresados en las paredes se refieren a
Jesús, a criticar al “machismo”, a la falta de poesía, al capitalismo y al pedido de
paz y libertad, aunque debemos destacar que no hay una gran cantidad de paredes
intervenidas y que las mismas se ubican en el sector que ocupan los módulos tres y
cuatro.
•
Que en el interior de los módulos, al igual que en el exterior del edificio que ocupa
el Rectorado se identificaron escritos que han sido tachados y ocultados bajo una
nueva capa de pintura.
•
Que en el edificio del Rectorado hay dos paredes con cuatro grandes murales cada
una, todos ellos de artistas locales y de diversas temáticas.
•
Que el sector dedicado a historia del arte en la Universidad se encontraba en el
módulo cinco. En sus pasillos había una exposición que tiene como fecha el año
2004.
•
Que había un ordenamiento de las paredes y los lugares que podían ser intervenidos
y los que no.
•
Que las actividades artísticas se encontraban fuera del campus de la UEFS ya que el
Centro Universitario de Cultura y Arte (CUCA) estaba en el centro de la ciudad.
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Territórios
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Política
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5
Palabras
finales
Iniciamos este trayecto de formación en el posgrado y de extensión universitaria
convencidas de que la universidad pública tiene una responsabilidad social que deviene de
su compromiso con la construcción cultural de la nación a la cual pertenece y de su
inserción en un mundo globalizado, en cuyo contexto no puede extraviar la pluralidad, la
autonomía la excelencia académica, la interdisciplinariedad y además aprovechar la
potencialidad que hoy ofrecen políticas universitarias que alientan -como el caso de la
Secretaría de Política Universitarias de la República Argentina- el trabajo en Redes
Académicas.
Esta potencialidad de los estudios y las actividades impulsadas por las
instituciones públicas resulta estratégica, para el entorno regional donde la universidad
actúa, para el propio país pero además también para ese proyecto de articulación regional Mercosur- cuya potencialidad plena aún resta un camino por recorrer. En ese trayecto, la
Universidad púbica acompaña, alienta y por qué no marca rumbos y horizontes donde el
trabajo colectivo, interdisciplinario y de relevancia académica posiciona saberes,
competencias y alternativas.
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Política
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6
Sociedades, Territorios
y Política
Siglos XX-XXI
Seminario Temático dictado en la Universidade Estadual de Feira
de Santana. Bahía. Brasil. 2014
Celia Basconzuelo y María Virginia Quiroga
Compiladoras
Pensar los estudios sociales en articulación con el territorio y la política implica aunar dos campos
problemáticos que atraviesan la configuración histórica de cada sociedad.
Así, el territorio contribuye a plantear desde la perspectiva de la territorialidad, claves importantes
para analizar e interpretar procesos actuales (la globalización y su impacto en los territorios estatales y en cada
lugar) así como los históricos (relaciones de poder que atraviesan los territorios desde la escala nacional a la
local).
Tal particularidad temática amerita un enfoque interdisciplinario con las ventajas que el mismo
puede ofrecer.
Esta obra sintetiza, en ese sentido, los aportes brindados a partir de un curso de posgrado
dictado en la Universidade Estadual de Feira de Santana, Bahía, Brasil, que tuvo como finalidad general
incentivar en los estudiantes de posgrado una actitud analítica y crítica respecto de las temáticas de la
territorialidad en la globalización y propender los temas planteados que se fundamente en el análisis
interdisciplinario.
Por ello es que también la obra recoge los aportes escritos de los destinatarios del curso.
ISBN 978-987-688-139-5
2015