Download Semana del 14 al 20 de abril de 2002

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CON JESÚS BRILLA LA ESPERANZA
Hechos 2, 14.22-33
1ª carta de san Pedro 1, 17-21
Lucas 24, 13-35
P. Gerardo Coté sme
Pastoral de Comunicación Social
Vicariato Apostólico de Pucallpa
¿Qué efectos tienen en el interior de cada uno
de nosotros los hechos de violencia que
oscurecen la vida cotidiana? ¿Qué sentimos
ante tanta corrupción infiltrada por todos
lados?... ante robos y asesinatos por
venganza?... ¿Se nos mueve el corazón ver a
tanta gente que no tiene el empleo que le
permita vivir dignamente con su familia, ver a
pobres mendigando por las calles y a otros
rebuscando en las bolsas de basura?... ¿y
cuando vemos la división entre países, entre los
grupos culturales de un mismo país, entre
religiones?... Frente a todo aquello, ¿no nos
asaltan las dudas que ponen en jaque la
esperanza en un mundo más unido, justo y
solidario?... ¿No perdemos la esperanza que
nos trajo el Cristo Resucitado?
¿Habrá
muerto la esperanza en los pobres de
nuestro pueblo como sucedió a los
discípulos de Jesús cuando dejaron su
cuerpo en el sepulcro?
San Lucas nos cuenta que, el día siguiente de la
muerte del Señor, dos amigos emprendieron
camino de regreso a Emaús, su pueblo. Iban
caminando callados por la tristeza que les
oprimía, frustrados por el final desastroso de
esa hermosa experiencia que habían vivido con
Jesús, los últimos tres años. Miembros de un
pueblo pobre dominado por los invasores
romanos, habían puesto toda su esperanza en
Jesús. ¡Cómo no recordar el entusiasmado del
pueblo que quiso proclamar rey a Jesús,
después de la multiplicación de los panes! Ese
líder que ahora descansa entre los muertos,
hubiese liberado al pueblo con toda seguridad,
pero… ¿se acabó todo con su muerte?
De un sendero que emergía de entre dos cerros
pequeños, salió un hombre que se puso a
caminar con ellos. Notando sus rostros
alterados, el caminante les preguntó qué
pasaba, por qué esta tristeza. Con voz dolida,
uno de ellos, Cleofás, el esposo de María, la
madre de José y Santiago, le contestó: “Cómo,
¿así que tú eres el único peregrino en
Jerusalén que no sabe lo que pasó en estos
días?” “¿Y que pasó? preguntó el caminante.
“Este Jesús de Nazareth, un hombre tan bueno,
profeta enviado por Dios, que realizaba obras
maravillosas a favor del pueblo, especialmente
de los pobres, nuestras autoridades lo
condenaron a morir clavado en una cruz. Con
él se fue nuestra esperanza.” El caminante, el
Cristo resucitado, que su fe inmadura no les
permitía reconocerle, empezó a explicarles la
historia de la salvación de Dios para la
humanidad, contenida en las Escrituras con
todos los signos que se referían a él.
Jesús sabía muy bien que los dos discípulos de
Emaús no necesitaban saber de memoria una
cantidad de textos de la Biblia, como tampoco
nosotros, sino descubrir los hilos de esa historia
maravillosa de la salvación y reconocer
mediante la fe la presencia de Jesús en ellos.
¡Cuántas veces los creyentes, ante las pruebas y
luchas de la vida, nos dejamos llevar por la
impaciencia y no sabemos reconocer la
presencia del Cristo Resucitado que vive y nos
acompaña! ¿Sabemos reconocer los rasgos de
Jesús en los rostros de los pobres con quienes
nos encontramos a diario? De hacerlo, nuestra
fe nos lleva a un compromiso de servicio y
solidaridad a favor de los más necesitados,
acosados por la desigualdad y la pobreza, y
sembramos semillas de esperanza.
Sentados a la mesa en casa de los discípulos de
Emaús,
el
caminante
que
habían
invitado,“tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se
lo dio”, tal como había hecho en la Ultima
Cena. Allí despertó su fe y lo reconocieron,
pero Jesús había desaparecido. “¿No sentíamos
arder nuestro corazón cuando nos hablaba en
el camino y nos explicaba las Escrituras?”, se
decían el uno al otro mientras corrían de
regreso a Jerusalén para comunicar su alegría a
los demás discípulos. Y nosotros hoy… ¿por
1
qué no preguntarnos cada uno, explorando el
los abandonados y excluidos de nuestra
fondo del corazón, si después de participar en
sociedad? ¿Hacemos que la alegría de la
la Eucaristía y comulgar del Cuerpo del Señor,
resurrección de Jesús devuelva la esperanza a
corremos con el mismo ardor a comunicar la
nuestro pueblo?
vida de Jesús a nuestros familiares y amigos, a
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