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VICARÍA ZONA SUR
Pastoral de Espiritualidad
LECTURA ORANTE DE LA PALABRA
EVANGELIO DE LUCAS 24, 13-35
Domingo 30 de Abril de 2017, 3° de Pascua
ORACIÓN.- Ven Señor por medio de tu Santo Espíritu; penetra en lo profundo de nuestro ser,
y que tu Palabra de vida cale en nuestros corazones para poder dar testimonio fiel del
mensaje de salvación, junto con anunciar y celebrar el encuentro con Jesús Resucitado en el
camino de la Vida. Amén”.
INTRODUCCIÓN.- El evangelista Lucas nos presenta a Jesús que interpreta las Escrituras.
Durante la lectura tratemos de descubrir cuáles son los diversos pasos del proceso de
interpretación seguido por Jesús, desde el encuentro con sus discípulos en el camino hacia
Emaús, hasta el reencuentro de los discípulos con la comunidad de Jerusalén.
LECTURA.- ¿Qué dice el texto de Lc 24,13-35?
Vamos leyendo lenta y pausadamente el texto de este evangelio. Con la imaginación
acompañamos a los dos caminantes y adivinamos lo que están comentando y el estado de
ánimo en que se encuentran.
¿Por qué se alejan de Jerusalén?
¿Qué pasó con sus esperanzas y expectativas?
¿Con qué ánimo acogen al caminante desconocido que se junta a
ellos?
El Caminante, ¿cómo empieza el diálogo con ellos?
¿Cómo toma las inquietudes de los dos discípulos y despierta el
interés y el “ardor” de ellos? ¿cuál es su “catequesis”? ¿qué
fundamento da a lo acontecido esos días en Jerusalén?
MEDITACIÓN.- ¿Qué me dice o nos dice el texto de Lucas para la vida?
Algunas preguntas para orientar la reflexión y llevarlas a la propia vida:
¿Qué preocupaciones o desilusiones me impiden “ver y reconocer” al Señor en mi
vida, en nuestra comunidad y sociedad cuando él camina a nuestro lado?
¿Hay decepciones que me o nos llevan a volver la espalda a Jerusalén y a la comunidad
como hicieron los dos discípulos? ¿cuáles?
¿Cómo enfrento el mal y el sufrimiento en mi vida, en las situaciones que me toca vivir
en la comunidad y en la sociedad en que vivimos?
¿Sé reconocer la presencia del Señor Resucitado en la fracción del pan que se celebra en
la eucaristía de la comunidad y en el compartir la vida de todos los días en la familia y
en la sociedad?
Siento que mi corazón arde cuando me encuentro con su palabra y con su cercanía o
me deja indiferente? ¿el reconocer la presencia del Señor me alegra la vida y me ayuda
a alegrar la vida de los demás?
ORACIÓN.- ¿Qué le respondo al Señor luego del regalo de su Palabra?
Lo que hemos leído, meditado, se convierte en oración, conforme a lo que el Espíritu de Jesús
nos haya inspirado.
Le puedo conversar mis temores, mis decepciones y
desilusiones, mis esperanzas y expectativas con toda
confianza, porque él mismo me invita a ese diálogo…
¿acaso no arde el corazón cuando lo escucho?...
… ¿Qué estaban conversando…? Permito que él,
abriéndome al entendimiento de su Palabra, haga arder
mi corazón y me lleve de la desesperanza a la confianza y
a la alegría. ..
Este cambio de la desesperanza y desilusión a la confianza y a la alegría me reconduce
a la comunidad para allí dar testimonio de ese encuentro con el Viajero Amigo…
CONTEMPLACIÓN.- Dejo que el Señor me hable y me ame
Nos ponemos en la actitud de los dos discípulos que escuchan con entusiasmo al Viajero, lo
invitan a quedarse con ellos y a compartir con ellos también el pan. Compartimos la alegría
de ellos de reconocerlo en ese gesto humilde de la vida diaria que reanuda con sus vivencias
anteriores con el Jesús de Nazaret.
ACCIÓN.- Y ahora ¿Cómo hago vida esta Palabra?
La Palabra que caló en el corazón, no vuelve vacía hacia Dios. ¿Cuáles serán los frutos que el
Señor nos pide?
Tener la confianza plena en el Señor que cuida de nosotros como buen Pastor y se
interesa por nuestras preocupaciones, angustias y alegrías. Fortalecer el contacto con él
a través de la oración confiada y constante.
Dejar que la Palabra del Señor ilumine mi vida y la vida de la comunidad para
discernir los caminos por los que él nos quiere llevar.
Reconocerlo en el compartir del pan no sólo en la eucaristía, sino también en los gestos
del compartir de la vida diaria, en la familia, en el barrio, en el trabajo etc…
Dar a conocer la presencia del Señor en nuestro mundo a través de nuestra actitud de
compartir y de servir, a ejemplo del Señor que se puso en medio de nosotros como el
que sirve. Reconocer su presencia en los gestos de compartir y de preocuparnos uno
por otro que podamos ver a nuestro alrededor.
ORACIÓN DE ENVÍO.- “Señor Jesús, quiero y necesito acompañarte en el Camino de la
Vida. Quiero y deseo que mi corazón arda de la misma manera como ardía el corazón de los
discípulos de Emaús cuando les explicabas las escrituras. Dame la gracia de ese ardor Señor,
cada vez que estoy contigo, ya sea en la Eucaristía, en la oración, en la lectura atenta de la
Palabra, en el servicio pastoral y/o en mis hermanos. Amén”.