Download Iglesia Lomas Oeste – www. iglesialomas.com CLASE nº 26.13

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Iglesia Lomas Oeste – www. iglesialomas.com
CLASE nº 26.13
Del 23.06 al 29.06.13
¿SOMOS MANSOS O SALVAJES?
Gálatas 5:22-23
INTRODUCCION:
En Australia existe una clase de perros salvajes, los dingos. Son parecidos a los lobos, son solitarios, huyen de
los humanos y se relacionan entre ellos con agresión y violencia. ¿Quién quiere uno de estos perritos para
criar como mascota? Nadie. El perro ideal para nuestra casa y familia es el dócil, manso, cariñoso, feliz, no
agresivo. La misma comparación se puede hacer con nuestra vida: Dios quiere que el fruto del Espíritu se
manifieste en nuestra vida y no seamos “dingos” sino “mansos”.
1. ¿QUÉ ES SER MANSO O TENER MANSEDUMBRE?
Según el diccionario, manso significa: de naturaleza tranquila y apacible, sosegado y tranquilo.
Jesús se puso de ejemplo para imitar ( Mateo 11:29) y se nos estimula a practicar la mansedumbre (Ef. 4:2).
Resumiendo, alguien manso es tranquilo, equilibrado, con sus emociones controladas.
NO ES MANSEDUMBRE:
Ser débil y temeroso; dejarse engañar para no enfrentar los temas, aparentar tranquilidad y explotar por
dentro.
2. ¿CÓMO EJERCITAMOS LA MANSEDUMBRE EN NUESTRA VIDA DIARIA?
La mansedumbre la ejercitamos hacia los demás (la gente), hacia Dios (cómo reaccionamos ante lo que El
hace o permite), hacia nosotros (cómo nos tratamos a nosotros mismos).
a. Tenemos que ser dóciles: es decir, enseñables, apacibles, adaptándonos a los cambios y a la necesidad.
b. Tenemos que aprender a controlar nuestras respuestas: Prov 15:1. Acá se pone en juego el
autocontrol. Si no podemos controlar nuestras emociones, ante el primer disgusto reaccionamos como un
dingo y saltamos al cuello del que nos molesta (o le tiramos dos o tres frases asesinas).
c. Tenemos que aprender a controlar nuestros pensamientos: Pueden venir contra nosotros con insultos,
agresión, dureza, etc. sin embargo nuestra reacción va a depender de lo que cultivamos en nuestros
pensamientos. Si somos mansos, estas agresiones no van a afectar nuestro corazón (cuando caemos en
este círculo de agresión permitimos que la emoción de otro domine nuestra acción).
d. Tenemos que decidir qué hay que abandonar: Salmos 37:8. Es un tema de elecciones: apropiarnos de la
mansedumbre y dejar el enojo y sus secuaces (ira, gritos, contienda, etc).
Todo esto es como la experiencia en el gimnasio: los ejercicios al principio no nos salen, después nos duele
todo hasta sentir que morimos y sólo a las semanas empezamos a sentir que ejercitar es bueno y nos trae
beneficios.
3. APRENDIENDO DE UN BUEN EJEMPLO: MOISÉS, UN MANSO PARA IMITAR Números 12:3
Sabemos por la Palabra que hasta que vivió Moisés no hubo uno sólo más manso que él.
¿Cómo se convirtió en manso el temperamental Moisés que asesinó a un egipcio porque sí?
a. Él aprendió a ser manso en el desierto de la vida:
Desde el exaltado Moisés que encontramos en Egipto (como hijastro de la hija del faraón) hasta el pastor de
40 años más que vemos en el desierto hay cambio importante. Dios trató con él (y él se dejó moldear) hasta
llegar a ser ese humilde hombre que le pone objeciones al llamado de Dios por no sentirse capaz de enfrentar
la tarea (Éxodo 4:10).
b. El aprendió a guardar su corazón de las pasiones: Mientras era pastor de ovejas y luego que fue el guía de
todo un pueblo, su corazón no se llenó de vanidad ni de soberbia. Siguió buscando a Dios cada día y sirviendo
al pueblo con un corazón sencillo y amable.
c. El aprendió a perdonar y a ser un conciliador: Números 12:1-2
Ante el agravio, se mantuvo calmo y perdonador (cuando Dios castiga a su hermana con lepra por criticar a
Moisés, él intercede por ella para que Dios la sane, Número 12:13).
CONCLUSION:
Hagamos un chequeo de mansedumbre: hoy en casa, preguntémosle a algún familiar cercano cómo nos ve.
Según él ¿somos mansos? ¿Somos poco mansos? … o nada? Los que nos rodean de cerca nos conocen. Y a
partir de ahí comencemos a mejorar nuestra calidad de mansos. Aprendamos de Moisés, aprendamos de
Jesús, permitámosle al Espíritu Santo que nos transforme de verdad!