Download La locura de la Cruz - Arquidiócesis de San José

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Arquidiócesis de San José
Costa Rica
Hora Santa
Nuestra alegría:
La locura de la Cruz
Esta es nuestra alegría: caminar con Jesús.
Y esto no es fácil, no es cómodo, porque la vía
escogida por Jesús es la vía de la cruz.
Papa Francisco
Subsidio preparado por el
Dpto. de Piedad Popular y Santuarios.
Vicaría Episcopal de Pastoral Litúrgica.
Fotografías: imagen de Jesús Crucificado,
iglesia de San Cayetano,
San José.
Arquidiócesis de San José.
Año del Señor 2014.
Hora Santa
Nuestra alegría: La locura de la Cruz
Antes de iniciar la exposición del Santísimo Sacramento del Altar, se
coloca el signo de la cruz frente al altar.
Inmediatamente se invita a realizar profundo silencio, este es recomendable que se mantenga por un lapso no menor a 10 minutos.
CANTAMOS
El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación (bis).
Tú me guías por sendas de justicia,
me enseñas la verdad.
Tú me das el valor para la lucha,
sin miedo avanzaré.
Iluminas las sombras de mi vida,
al mundo das la luz.
Aunque pase por valles de tiniebla,
yo nunca temeré.
Yo confío el destino de mi vida
al Dios de mi salud.
A los pobres enseñas el camino,
su escudo eres Tú.
El Señor es la fuerza de su pueblo,
su gran liberador.
Tú le haces vivir en confianza,
seguro de tu poder.
3
NOS PRESENTAMOS
Un ministro extraordinario (si el ministro ordenado está ausente)
expone el Santísimo Sacramento según las normas litúrgicas. (Ver
normas en el ritual de la Sagrada Comunión y el Culto Eucarístico
fuera de la Misa, N° 91) Luego prosigue:
Señor Jesús,
acá estamos sentados ante ti en el monte,
para escuchar tus palabras de vida,
y así abrazar, con mayor convicción, la locura de la cruz.
Tu abrazas la cruz,
para hacernos caer en cuenta,
de que tu propuesta contradice la lógica
de nuestro estado de confort;
que la alegría del Reino,
está en lo insignificante ante los ojos del mundo.
Tu nos llamas a cargar nuestra cruz
y convertir las lágrimas, angustias y persecuciones,
en caminos de alegría, esperanza y fe.
Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos,
sedúcenos con la voz de tu Santo Espíritu
y ayúdanos a cumplir con amor la voluntad del Padre.
Amén
DIALOGAMOS
Dejémonos interpelar por las palabras del Señor, que nos habla al
corazón, para ser dichosos y aterricemos ese llamado a construir el
Reino con las exhortaciones a la serenidad que nos hace el beato
Juan XXIII.
Lector 1:
Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece
el Reino de los Cielos. (Mt 5, 3)
Lector 2:
Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el
problema de mi vida todo de una vez. (Juan XXIII: Decálogo de la Serenidad, n° 1)
4
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Lector 1:
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. (Mt 5,
4)
Lector 2:
Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis
maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a
nadie, sino a mi mismo. (Juan XXIII: Decálogo de la Serenidad, n° 2)
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Lector 1:
Felices los afligidos, porque serán consolados. (Mt 5, 5)
Lector 2:
Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la
felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en este también. (Juan XXIII: Decálogo de la Serenidad, n° 3)
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Lector 1:
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán
saciados. (Mt 5, 6)
Lector 2:
Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las
circunstancias se adapten todas a mis deseos. (Juan XXIII: Decálogo de la Serenidad, n° 4)
5
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Lector 1:
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. (Mt 5,
7)
Lector 2:
Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura;
recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo,
así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.. (Juan XXIII: Decálogo
de la Serenidad, n° 5)
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Lector 1:
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. (Mt 5,
8)
Lector 2:
Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie. (Juan XXIII: Decálogo de la Serenidad, n° 6)
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Lector 1:
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de
Dios. (Mt 5, 9)
Lector 2:
Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me
sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que nadie se entere. (Juan
XXIII: Decálogo de la Serenidad, n° 7)
6
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Lector 1:
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a
ellos les pertenece el Reino de los Cielos. (Mt 5, 10)
Lector 2:
Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré
cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la
prisa y la indecisión. (Juan XXIII: Decálogo de la Serenidad, n° 8)
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Lector 1:
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se
los calumnie en toda forma a causa de mí. (Mt 5, 11)
Lector 2:
Sólo por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancias demuestren lo
contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie
existiera en el mundo. (Juan XXIII: Decálogo de la Serenidad, n° 9)
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Lector 1:
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran
recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron. (Mt 5, 12)
Lector 2:
7
Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo
de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad. (Juan XXIII: Decálogo de
la Serenidad, n° 10)
Todos:
Haz Señor Jesús nuestro corazón semejante al tuyo.
Breve instante de silencio.
Mi Cristo, tú no tienes
la lóbrega mirada de la muerte.
Tus ojos no se cierran:
son agua limpia donde puedo verme.
Mi Cristo, tú no puedes
cicatrizar la llaga del costado:
un corazón tras ella
noches y días me estará esperando.
Mi Cristo, tú conoces
la intimidad oculta de mi vida.
Tú sabes mis secretos:
te los voy confesando día a día.
Mi Cristo, tú aleteas
con los brazos unidos al madero.
¡Oh valor que convida
a levantarse puro sobre el suelo!
Mi Cristo, tú sonríes
cuando te hieren, sordas, las espinas.
Si mi cabeza hierve,
haz, Señor, que te mire y te sonría.
Mi Cristo, tú que esperas
mi último beso darte ante la tumba.
También mi joven beso
descansa en ti de la incesante lucha.
Amén.
8
CANTAMOS
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
A ti levanto mis ojos,
porque espero en tu misericordia.
Como están los ojos de los esclavos,
fijos en las manos de sus señores,
así están nuestros ojos en el Señor,
esperando su misericordia.
Como están los ojos de la esclava,
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos en el Señor,
esperando su misericordia.
Misericordia Señor, misericordia,
que estamos saciados de burlas;
misericordia Señor, misericordia
que estamos saciados de desprecios.
Nuestra alma esta saciada
del sarcasmo de los satisfechos;
nuestra alma esta saciada
del desprecio de los orgullosos.
SUPLICAMOS
Imploremos, hermanos, a Jesucristo que es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida diciendo:
R/ Quiero seguirte fielmente con mi cruz.
9
Señor Jesús, cargado con la Cruz por amor a la humanidad.
Señor Jesús, que vas delante de todos con tu Cruz.
Señor Jesús, que me invitas a tomar con paciencia mi Cruz.
Señor Jesús, que nos haces conocer el Misterio de Dios en la Cruz
Señor Jesús, que, Crucificado, eres nuestra gloria.
Señor Jesús, que unes el cielo y la tierra con tu cruz.
Señor Jesús, que en el altar de la cruz nos regalaste los sacramentos.
Señor Jesús, que con la Cruz nos mereciste la salvación.
Señor Jesús, que en la Cruz nos unes y pacificas a todos.
Señor Jesús, que cubrirás con tu Cruz mis despojos mortales.
Señor Jesús, que me pides gloriarme sólo en la Cruz.
Abrazados al Crucificado, nos dirigimos al
Padre Bondadoso como Él nos enseñó:
Padre Nuestro…
NOS DESPEDIMOS
De rodillas entonamos el Tantum Ergo u otro canto eucarístico.
Tantum ergo, sacramentum
venerémur cérnui;
et antiquum documéntum novo cedat ritui;
praestet fides supleméntum sénsuum deféctui.
Genitóri, Genitóque,
10
laus et jubilátio: salus, honor,
virtus quoque sit et benedictio;
procendénti ab utróque compar sit laudátio.
Amén.
V. Les diste Señor el pan del cielo.
R. Que contiene en sí todo deleite.
Oremos.
Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial
de tú Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos
constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por
los siglos de los siglos.
R. Amén.
Si preside un ministro ordenado se realiza la bendición con el
Santísimo
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo consolador.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
En silencio se realiza la Reserva.
11
Nosotros, en cambio,
predicamos a un Cristo
crucificado, escándalo para los
judíos y locura para los
paganos, pero fuerza y
sabiduría de Dios para los que
han sido llamados, tanto judíos
como griegos.
Porque la locura de Dios es
más sabia que la sabiduría de
los hombres, y la debilidad de
Dios es más fuerte que la
fortaleza de los hombres.
1° Cor 1, 23-25
Caminamos hacia la Pascua
12