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Martes 13.04.10 EL DIARIO VASCO y la no intervención en situaciones de desigualdad y desequilibrio simplemente significa ahondar ambos. En situaciones de desequilibrio, si se quiere llegar a la igualdad es necesario que haya políticas que a veces se han llamado de discriminación positiva pero que yo llamaría discriminación compensatoria. –Una de las principales tesis del libro es la vinculación de esa concepción de la pluralidad lingüística con la convivencia social. –Efectivamente, porque entiendo que la cuestión de las lenguas, y no sólo la cuestión específica del euskera, afecta directamente a la convivencia social. Por eso es un tema que atañe al conjunto de la ciudadanía, y no sólo a los que conocen el euskera y a los que, además, quieren vivir en esa lengua. Si queremos buscar en equilibro entre las dos lenguas porque nuestro interés es la convivencia y la cohesión social, hay que intervenir con medidas de fomento a favor del más débil, lo que no significa en absoluto ir contra el más fuerte, contra el hegemónico. –¿Qué requiere eso de los ciudadanos? –Yo creo que la mayoría entendemos que la solución no está en ir a una situación de enfrentamiento, sino que hay que plantearla en términos de convivencia, y ahí hay que hacer una llamada permanente a quienes todavía están apostados en la hegemonía del monolingüismo para explicarles que la mayor aportación que pueden hacer a la convivencia es dar un paso hacia el euskera y ser bilingües en el nivel que puedan o quieran. De hecho, todos los vascohablantes lo somos e históricamente hemos sido los que más hemos cedido en esa relación desigual entre las lenguas. Un bilingüismo real y equilibrado requiere una sociedad integrada por ciudadanos bilingües, aunque sean bilingües pasivos; no nos podemos plantear que el conjunto de la sociedad domine en euskera, pero quien lo entiende AL DÍA 5 ya está permitiendo que, el que así lo desea, pueda vivir en euskera. Esta pedagogía social hay que hacerla constantemente desde las instituciones, sobre todo con respecto a la comunidad monolingüe. – Desde esa perspectiva de la responsabilidad institucional, ¿cómo valora el hecho de que la política lingüística haya pasado a un plano más discreto en lo que al Gobierno Vasco respecta? – Yo creo que es constatable que estos diez últimos meses ha habido una ralentización de la actividad en política lingüística. Se hizo un gran esfuerzo por parte de mucha gente, por parte decenas de personas, en el proceso que desembocó en lo que se conoció como Euskera XXI, que sentaba las bases de la política lingüística de principios del siglo XXI y, además, lo hacía de forma consensuada, centrándose en valores como la equidad, la justicia y la convivencia, y en claves de entender la política lingüística como un elemento de cohesión social. El grado de consenso que se alcanzó no ha tenido continuidad estos meses, como tampoco lo ha tenido esa pedagogía social que asocio con el proceso Euskera XXI. Es cierto que se ha ralentizado, pero espero y deseo que en un futuro se siga profundizando en esas líneas que, no lo olvidemos, fueron aprobadas con un amplísimo consenso. –¿Cree que es fácil mantener ese consenso? –Creo que es posible hacerlo, pero hay que trabajarlo. No sólo el consenso político, sino también el social, al que doy una gran importancia porque, al final, el futuro del euskera está en manos de los ciudadanos. El grado de consenso que se ha alcanzado en la CAV en torno al euskera es muy alto, y ha dado grandes frutos que de otra manera serían impensables, pero es imprescindible que se fortalezca para hacer frente a los retos de futuro, como el multilingüismo. Acto público. Patxi Baztarrika estuvo muy arropado en la presentación de su libro. :: MICHELENA «Todos tenemos que cambiar el chip, no buscar culpables» Pedro Miguel Etxenike apadrinó la presentación de un libro que «tiene lo que necesita toda política lingüística: inteligencia y afecto» :: N. A. SAN SEBASTIÁN. Por la mañana, ante los medios de comunicación. Por la tarde, ante un auditorio compuesto por personas vinculadas al mundo del euskera, compañeros de partido, familiares y amigos, y con un recuerdo especial y expreso para los cinco ex-directivos de ‘Egunkaria’ absueltos. Patxi Baztarrika presentó ayer dos veces ‘Babel o barbarie. Una política lingüística legítima y eficaz para la convivencia’, y en ambos casos le acompañaron Jorge Giménez Bech, editor de Alberdanía y traductor al castellano del original en euskera, y Pedro Miguel Etxenike, prologuista –junto al lingüista británico David Crystal– y partidario confeso de la concepción de la política lingüística que Baztarrika ha expuesto en un libro de más de 450 páginas. Un libro que, según Giménez Bech, «no es ni un tratado, ni el descargo de un ex viceconsejero, sino una ocasión para la reflexión civil, un elogio a la democracia avanzada y moderna basada en la cohesión social». Pedro Miguel Etxenike enmarcó las reflexiones que Baztarrika ha volcado en el libro dentro el proceso de normalización del euskera, cuyo hito fundamental fue la Ley de Normalización del Euskera de 1982 que ya entonces Etxenike, consejero de Educación en aquel momento, quiso que fuera un documento flexible, que diera lugar a «rectificar, acelerar o frenar» si así lo decidía la sociedad. Etxenike, que abogó por establecer como objetivo un «bilingüismo total que ofrezca al ciudadano la posibilidad de elegir en libertad la lengua en la que quiere vivir» y recordó que «cualquier cambio de marco debe hacerse dentro del consenso», elogió el libro de Baztarrika asegurando que tiene «lo que necesita toda política lingüística: inteligencia y afecto». Baztarrika, además de trazar las principales líneas de las tesis que contiene su ensayo, recordó que, pese a los grandes avances que ha experimentado, el euskera sigue estando en riesgo de retroceder y no tiene plenamente garantizado su futuro por lo que, además de políticas públicas eficaces, necesita sobre todo la adhesión de los ciudadanos. «Todos –dijo–, tanto en el mundo del euskera como fuera de él, tenemos que cambiar el chip, dejar de buscar culpables y perder el miedo al bilingüismo».