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Objetivo: Esta Hora Santa pretende crear un espacio de oración y de encuentro con Dios, en donde los
jóvenes se pongan en actitud de discernimiento y de querer encontrar la voluntad de Dios en su vida.
1. Discernir en cristiano es descubrir, a través de la propia vida, lo que Dios está pidiendo en cada
momento.
2. El cristiano discierne desde un estar atento de la realidad en la que vive, iluminándola con la Palabra
de Dios.
3. El auténtico discernimiento conduce a una actuación concreta en la vida: conversión personal para
servir mejor a los hombres y mujeres que Dios le presente en su vida.
4. El criterio para saber que estamos en un auténtico camino cristiano son las obras: amar al estilo de
Jesús, para ser constructores del mundo desde el corazón de la Iglesia. La madre Teresa decía: “Amar
hasta que Duela”. El P. Félix de Jesús decía: “Hemos venido a aprender a Amar”
5. El discernimiento vocacional va más allá y se centra en la opción personal por una vocación específica
vivida desde un estilo determinado.
6. La opción vocacional surge como fruto de este discernimiento en una maduración progresiva de las
actitudes personales que se ponen al servicio de la misión.
7. Para un verdadero discernimiento se necesita estar en plena sintonía con Dios desde la oración. La
oración contemplativa que sitúa al sujeto frente a Dios se creador, que lo ha amado desde el primer
momento de su existencia y lo ha llamado a realizarse como persona.
1. Canto inicial y exposición del Santísimo. (canto: Adoración profunda Eduardo OTK)
2. Guía:
Señor, Jesús, hemos venido en este día ante ti. Permítenos estar ante tu presencia amorosa con
un corazón humilde. Venimos a renovar nuestra mente y nuestro corazón. Para ello queremos pedirte la
fuerza de tu Espíritu Santo.
Gracias por tu presencia amorosa que nos llena de paz y alegría. Somos tus discípulos que como
en Pentecostés estamos ante ti. Creemos en que tú nos has elegido para ser tus discípulos, pero
necesitamos tu fuerza para descubrir la voluntad del Padre en nuestras vidas.
Venimos ante ti y te suplicamos que quites todo aquello que nos impide hacer la voluntad del
Padre. Tú nos enseñaste que lo más importante es hacer su voluntad. Pero muchas veces vivimos en la
obscuridad y no podemos ver con claridad. Por eso te pedimos que en este día sanes todas nuestras
heridas; aquellas que nos hacen alejarnos de ti y que a veces sentimos vergüenza para estar frente a ti,
sabemos que tú nos amas y que siempre nos perdonas. Por eso de manera especial te pedimos que
perdones nuestras faltas y pecados. Hoy de manera especial, te queremos pedir que restaures nuestra
voluntad. Esa voluntad que por el pecado, muchas veces se debilita.
Ilumina todos los sentidos en nuestra persona. Pero sobre todo queremos pedirte, que nos
ilumines por los senderemos donde caminamos. Llénanos de paz y de alegría para servirte.
Estamos aquí, juntos, como comunidad de hermanos y hermanas. Somos los creyentes en ti.
Gracias, Jesús, porque tú te haces presente de manera sacramental. Creemos que estas presente en
medio de nosotros y que hoy nos darás unos regalos especiales.
3. Momento de Silencio.
Te invito a que en un momento de silencio pidas la presencia del Espíritu Santo. Invócalo y
pídele que se haga presente en tu vida.
4. Lectura de la Cuenta de Conciencia de Conchita. (CC 1, 255-256)
Tu camino sin embargo, me repitió, es camino de fe”
― Qué feo camino tan oscuro, ¿cómo no me he de tropezar y tal vez caer?
― “A los que me aman de veras, ―me dijo― no les parecen feos ningunos caminos; les basta
conocer mi voluntad para seguirla...”
― Ah mi Jesús, perdóname, y no te enojes conmigo que soy tan dura y espantosa; si yo también te
amo con toda mi alma, ¿por qué me dices que los que te aman...?, yo también te amo de verdad
aunque te diga estas cosas... ¿qué Tú lo dudas, mi Jesús, qué puedes dudar de que soy o que quiero
ser toda tuya, por qué, vida mía? No, no; tú no lo crees ni puedes creerlo porque ves el fondo de mi
espíritu;¿verdad ahí está tu imagen grabada, el retrato vivo de mi crucificado? No te disgustes,
porque tu basura se muere, no me hagas caso, te lo pido de rodillas, y en cruz y coronada y a
oscuras o con luz o como Tú quieras.
Conténtate, mi Jesús, no me hagas llorar con esas lágrimas para tu cáliz de oro; ¿qué te diré, sino
que aquí tienes los resultados de enamorarte de la basura?, ¿para qué escoges el muladar y no un
Palacio?, ¿y qué haría yo entonces, mi amor, si no tuvieras tan mal gusto? Ya no me acuerdo bien
todo lo que tú quieres que sea, esposa, paloma, corona, y todo lo demás, mi Jesús, tu cruz... mira a
tu cruz ya contentito, y te prometo que iré sin murmurar palabra por el camino que me indiques,
aunque sea por el aire, o por debajo de la tierra.
5. Momento de Silencio
6. Lectura Biblica: Is 6, 1-13.
El año en que murió el rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono elevado y alto, y el ruedo de su
manto llenaba el Templo. Por encima de él había serafines. Cada uno de ellos tenía seis alas: con dos se
cubrían el rostro, con dos los pies y con las otras volaban. Y gritaban, respondiéndose el uno al otro:
«Santo, Santo, Santo es Yavé de los ejércitos, su Gloria llena la tierra toda.» Los postes de piedra de la
entrada temblaban a la voz del que gritaba y la Casa se llenaba de humo. Yo exclamé: «¡Ay de mí, estoy
perdido, porque soy un hombre de labios impuros y vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos
han visto al rey, Yavé de los Ejércitos!» Entonces voló hacia mí uno de los serafines. Tenía un carbón
encendido que había tomado del altar con unas tenazas, tocó con él mi boca y dijo: «Mira, esto ha
tocado tus labios, tu falta ha sido perdonada y tu pecado, borrado.» Y oí la voz del Señor que decía: «¿A
quién enviaré, y quién irá por nosotros?» Y respondí: «Aquí me tienes, mándame a mí.» El me dijo: «Ve y
dile a este pueblo: Por más que ustedes escuchen, no entenderán; por más que ustedes miren, nunca
ven." ¡Puedes ir! Se pondrá más pesado el corazón de este pueblo, se volverán sordos sus oídos y se les
pegarán sus ojos. ¿Acaso se atreverían a ver con sus ojos, y a oír sus oídos, para que comprenda su
corazón, y se conviertan y recuperen la salud.» Yo dije: «¿Hasta cuándo, Señor?» Y él me respondió:
«Hasta que las ciudades queden destruidas y sin habitantes, las casas desocupadas y la tierra
abandonada; hasta que Yavé haya expulsado a los hombres y la soledad en el país sea grande. Y si
quedara solamente la décima parte, también habría de ser entregada al fuego, como hacen con la raíz
de la encina y del roble. De la raíz, sin embargo, brotará una raza santa.» (Isaías 6,1-13)
¿Qué te llama la atención de este texto del Profeta Isaías?
¿Cómo surge su vocación?
¿Cuál es la situación que está viviendo el Pueblo de Israel?
¿Cuál es la frase que más te impacta el corazón?
7. Momento de Silencio:
En este momento de silencio te invito a que le des la misma respuesta que Isaías le dio al Señor:
Repite en tu corazón: “Aquí me tienes, mándame a mí”, Repítelo varias veces, y ponte en disposición de
escuchar lo que Dios te está pidiendo en tu vida. Dile que quieres discernir su voluntad y que quieres
ayudarle en la obra de salvación. Haz este momento realmente un espacio de escuchar. Te invito aun a
escuchar los latidos de tu corazón. Relájate y busca encontrar esa voz interior de Dios en ti mismo.
8. Salmo 5
R. Señor, escucha mi corazón.
Señor, escucha mis palabras, y a mi queja pon atención.
Presta oído a mi clamor,
¡oh mi rey y mi Dios! Pues a ti te imploro, Señor.
R. Señor, escucha mi corazón.
Desde la mañana oyes mi voz.
Desde la mañana te hago promesas y me quedo a la espera.
Tú no eres un Dios al que le gusta la maldad, ni el malvado tiene en ti acogida.
Los insensatos no aguantan tu mirada, detestas a los que obran la maldad.
A los que hablan mentiras los destruyes: Odia el Señor a violentos y embusteros.
R. Señor, escucha mi corazón.
Pero yo por tu inmensa bondad puedo entrar en tu casa;
frente a tu santo templo me prosterno con toda reverencia.
Señor, tú que eres justo, guíame: Frente a los que me espían abre ante mí un camino llano.
Pues nada de sincero hay en su boca y sólo crímenes hay en su interior.
Para halagar tienen buena lengua, mas su garganta se abre para tragar.
R. Señor, escucha mi corazón.
Castígalos, oh Dios, como culpables, haz que fracasen sus intrigas;
échalos por sus crímenes sin cuento, ya que contra ti se han rebelado.
Que se alegren cuantos a ti se acogen, que estén de fiesta los que tú proteges,
y te celebren los que aman tu nombre.
Pues tú, Señor, bendices al justo y como un escudo lo cubre tu favor.
R. Señor, escucha mi corazón.
9. Canto: Lo que quieras tú (Mariano Siller).
10. Lectura de Evangelii Gaudium (Papa Francisco)
En la Palabra de Dios aparece permanentemente este dinamismo de «salida» que Dios quiere
provocar en los creyentes. Abraham aceptó el llamado a salir hacia una tierra nueva (cf. Gn 12,1-3). Moisés
escuchó el llamado de Dios: «Ve, yo te envío» (Ex 3,10), e hizo salir al pueblo hacia la tierra de la promesa
(cf. Ex 3,17). A Jeremías le dijo: «Adondequiera que yo te envíe irás» (Jr 1,7). Hoy, en este «id» de Jesús,
están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y
todos somos llamados a esta nueva «salida» misionera. Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es
el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia
comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio.
11. Peticiones.
En este momento invito a todos los que quieren a expresar su oración o sus peticiones en voz
alta. Este es un momento de encuentro personal con el Señor, pero también es un encuentro
comunitario. Dios nos ha llamado para salvarnos en comunidad. No es una salvación ofrecida
egoístamente, sino es una salvación en común. Dios quiere salvarnos a todos, aunque hay un amor
personal e incondicional. Abre tu corazón y expresa en voz alta tu oración, todo aquello que deseas
expresar o pedir por ti, por los demás y por el mundo entero.
12. Oración del Padre Nuestro.
Tomémonos de las manos y juntos oremos al Padre de los cielos con la oración que Cristo nos ha
enseñado.
13. Bendición final
14. Canto final.