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Transcript
Universidad Francisco Marroquin
From the SelectedWorks of Wenceslao Gimenez Bonet
April, 2010
Alemania y Grecia, dos conceptos antagónicos
Wenceslao Gimenez Bonet
Available at: http://works.bepress.com/wenceslao_gimenezbonet/1/
Alemania y Grecia, dos conceptos antagónicos
Por Wenceslao Giménez Bonet
Unos con clima cálido, mucho sol y rodeados de agua. Otros con una tierra fría, crudos inviernos y
mucha nieve. Las diferencias geográficas indican muchas otras diferencias. Unos tienen fama más de
disfrutar de la vida y los otros de ser más trabajadores. Los griegos son cálidos, desordenados, ruidosos y
emotivos (imagino los paisajes de la reciente película Mamma Mía). Los germanos son fríos,
calculadores, estructurados y racionales, todo un perfil que los hace ser personas centradas en sí
mismas, que buscan soluciones más adentro de uno que afuera. Por el contrario, los griegos son todo
hacia afuera, son más sociables, de puertas abiertas y hasta superficiales, y buscan las soluciones afuera.
Para unos 2+2 es igual a 4, para otros, 2+2 parece que puede ser igual a 3. Así son unos y otros. La
mentira en las finanzas griegas gatilló un efecto en su economía y en la de Europa no imaginada
previamente. Es que esta crisis griega es resultado de un ser “distinto”, de pertenecer a una cultura
distinta, de engendrar una cultura diferente. Lo que estamos viendo no es otra cosa que el
enfrentamiento de dos culturas antagónicas. En Alemania, esta crisis posiblemente nunca hubiera
sucedido.
Estas diferencias culturales se trasladan incluso a la propuesta de solución. Para Alemania, los griegos
deben cerrar su déficit fiscal (13% sobre PBI) recurriendo a los mercados financieros internacionales,
antes de recurrir a la Unión Europea. Para Grecia, la solución tiene que venir de la UE y del FMI, porque
de lo contrario, se estaría convalidando altas tasas de interés que entienden sería producto de la pura
especulación financiera.
La diferencia cultural reconoce distintas causas que generan el problema (crisis de financiamiento
griego) y, por tanto, identifica soluciones distintas. Para unos el problema es interno y se tiene que
resolver internamente (interpretación alemana), que significa reducción déficit fiscal, austeridad fiscal,
blanqueamiento de estadísticas. Para otros, el problema es externo y se tiene que resolver
externamente, es decir, el problema surge porque en los mercados internacionales se especula, lo que
se traduce en exigir mayores tasas de interés al país que se quiere endeudar para financiar sus
desequilibrio, lo que agrava el problema (por ejemplo, según los griegos, una sobre tasa de interés de 3
puntos porcentuales por encima de los previsto en el presupuesto lleva a unos 700 millones de euros
más del presupuesto que licuaría la reducción salarial de 650 millones de euros que busca el gobierno
para reducir su nómina).
Como suele suceder cuando nos enfrentamos a una situación donde observamos un comportamiento
irresponsable en cualquier persona, surge la pregunta ¿de quién es la culpa? ¿Del irresponsable o del
que lo permitió? En este caso no estamos frente a una persona, sino frente a un país entero. Ya sabemos
que si no existen límites, si el irresponsable no observa (padece, sufre) el límite, difícilmente aprenderá
la lección. Si dejamos que los griegos sigan viendo que el problema está afuera y la solución también, la
posibilidad de solucionar realmente el problema a futuro, como resultado de una cultura de
comportamiento, es bien baja.
El análisis se agrava cuando incorporamos al mismo escenario la siguiente pregunta: en caso de acceder
al plan de rescate de la UE y del FMI ¿quién realmente paga la factura de la fiesta griega? Los
contribuyentes europeos, en primer lugar, y del mundo entero, en segundo lugar, si acaso el FMI
también acude en ayuda.
Los 30.000 millones de euros que estaría adelantando la Unión Europea salen de los propios recursos
fiscales de cada país, en proporción a su participación en el Banco Central Europeo. En este caso, quien
tiene una mayor participación relativa es Alemania, que tiene un buen motivo para oponerse (ya no es
solo una cuestión de cultura distinta, sino de ser el país que más recursos tiene que poner en la ayuda, a
costa de retirarlos de otros posibles usos para su propia economía).
Para peor, cuando Alemania insiste en que Grecia debe recurrir a los mercados internacionales quiere
indicar que Grecia tiene que pagar el costo real de endeudarse, que será una tasa de interés mayor a la
cual la UE le prestaría (se habla de una tasa entorno al 5%). Si la tasa de mercado es superior, ¿por qué
los países europeos tienen que subsidiar la tasa además de aportar los fondos? ¿Y qué pasaría con
aquellos otros países, como España e Irlanda, que también están con problemas fiscales? ¿Qué pasaría
en caso de que el aporte que estos países tendrían que hacer para de ayudar a Grecia los desestabilice
más a ellos? ¿Acaso los recursos que se aporten son gratuitos? El costo de oportunidad de los recursos
sería exactamente la tasa que debería pagar Grecia en los mercados (el costo de oportunidad para
España e Irlanda sería mayor: la tasa de interés de mercado más la prima de riesgo país por su potencial
desestabilización); por tanto, la tasa de interés subsidiada del 5% la estarían pagando todos los
contribuyentes europeos. Mientras el presidente del gobierno Griego se toma una cerveza, relajado,
porque parece haber una solución, el productor lácteo holandés o gallego o alemán tiene que trabajar
para que con sus recursos, su productividad y sus contribuciones fiscales permitan a sus gobiernos
ayudar a Grecia.
Y como si esto no fuera poco, se habla que el crédito que estaría dispuesto a dar el FMI del orden de los
10000 a 15000 millones de euros sería a una tasa del 2,7%, una tasa mucho más subsidiada que la
europea, financiada por todos los gobiernos. Parece que la presión germana en Europa logró que el
subsidio sea menor.
Lo que no se logra ver detrás de los planes de rescate es todo lo que se deja de hacer en cada economía
aportante cuando otorga préstamos. Este es el verdadero costo para el resto de las economías de
ayudar a Grecia. Los préstamos por más subsidiados que sean no son gratuitos, tienen un costo de
oportunidad que aumenta en tanto y cuento el país beneficiado no realice el verdadero ajuste.
¿Y si el ajuste no alcanza y fracasa? Los griegos se quedarán con una crisis más profunda, los europeos
solidarios se quedarán con menos recursos para invertir en sus propias economías, habremos desviado
artificialmente la asignación de recursos, comprometemos aún más a las otras economías débiles,
enviamos señales de irresponsabilidad o de que los irresponsables pueden seguir participando de la gran
fiesta (el famoso problema del Moral Hazard) con los mismos incentivos y, por sobre todo, son más los
costos que debemos asumir en términos de desventajas que sus beneficios. En definitiva, ¿de qué
prefiero arrepentirme?
No olvidemos que países como Alemania al enfrentar la crisis financiera internacional en el 2008, a
diferencia del resto de los países europeos, evitó utilizar planes de estímulo para aliviar a su economía.
Todo lo contrario a los planes de rescate, dejó que la crisis fluyera, se depurara, y hoy surge mucho más
fuerte, con mayor productividad. Como indica el titular de un editorial del The Wall Street Journal
Americas recientemente “La competitiva economía alemana es la migraña de Grecia, España e Irlanda”.
Ahora bien ¿de qué prefiero arrepentirme? ¿De utilizar un mega plan de rescate internacional a Grecia
por valor de 45000 millones de euros y fracase, o de no utilizarlo y dejar que Grecia realice su propio
ajuste y fracase? Si bien así podría resumirse la posición germana, se advierte que la voluntad política de
Europa es más fuerte que el peso en sí mismo de Alemania para imponer su agenda, y la ayuda a Grecia
termine siendo una realidad aunque no le guste a Merkel y su equipo.
Buenos Aires, 15 de abril de 2010.