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¿Qué es un mito?
En su significado más restringido, se dice que son los relatos de tiempos
fabulosos y heroicos. Sin embargo, la definición más exacta de mito, de acuerdo
con los estudiosos, es: fábula, cuento o narración fantástica, en la cual uno o
varios dioses, semidioses o héroes divinizados tienen un papel predominante.
Los mitos poseen dos caras: una amable, colmada de belleza, alegría y color; y
otra más oscura, donde la esperanza del hombre de escapar a la furia de las
divinidades está en someterse a los más rebuscados ritos y castigos.
Etimológicamente mitología significa lo siguiente: corresponde a una
explicación inventada o imaginada del mundo y sus fenómenos, tanto
naturales como sociales. (mito = invento, logía proviene del griego logós que
significa explicación). Sin embargo; por lo general, una explicación inventada o
imaginada corresponde a una explicación falsa o muy alejada de la verdad.
Antes de la aparición de la Filosofía fue precisamente la mitología la encargada
de explicar al ser humano los misterios del mundo. Pero fue su carácter
fantasioso e irracional, lo que condujo a los griegos a tratar de superarla.
Variados son los ejemplos de mitos y leyendas de la cultura occidental, y
también de la nuestra; como lo son el Trauco, la Pincoya, el Caleuche, etc que
surgen a causa de la necesidad de un pueblo de explicar diversos fenómenos; ya
sean naturales, sociales o culturales. No obstante, en esta ocasión acudiremos a
un mito en particular perteneciente a la cultura vikinga y que es narrado por
Jostein Gaarder en el “Mundo de Sofía”:
“Seguramente habrás oído hablar de Tor y su martillo. Antes de que el
cristianismo llegara a Noruega, la gente creía1 que Tor viajaba por el cielo en un
carro tirado por dos machos cabríos. Cuando agitaba su martillo, había truenos y
rayos. La palabra noruega <<torden>> (truenos) significa precisamente eso,
<<ruidos de Tor>>.
Cuando hay rayos y truenos, también suele llover. La lluvia tenía una
importancia vital para los agricultores en la época vikinga; por eso Tor fue
adorado como el dios de la fertilidad.
Es decir: la respuesta mítica a porqué llueve, era que Tor agitaba su martillo;
y cuando llovía, todo crecía bien en el campo.”
(“El Mundo de Sofía”, p. 26)
Un mito pretende dar una explicación a algo. En el caso anteriormente
expuesto se pretende ofrecer una explicación al fenómeno de la lluvia o a la
aparición de las sequías. Por lo tanto, Gaarder afirma que “el mito intenta dar a
los seres humanos respuestas a algo que no entienden.”
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No se puede perder de vista que creer corresponde a lo que se conoce como un acto de fe, lo que implica
que el que cree no pide pruebas que justifiquen la verdad de una explicación.
El problema radica en el tipo de respuestas que los mitos nos ofrecen. Los
primeros filósofos griegos comienzan a constatar que dichas explicaciones no
son más que imaginaciones humanas. Pues, dichas explicaciones son imposibles
de comprobar. Por lo tanto, en esta época tiene lugar una enorme
transformación en la manera de pensar de los seres humanos. Si antes una
explicación imaginada funcionó como la verdad; con los griegos sólo una
explicación verificable podrá ser reconocida como verdadera. Por ende, la
filosofía no sólo debe comprenderse como la búsqueda de conocimiento, ya que
su búsqueda no pretende obtener cualquier tipo de conocimiento; sino más bien,
una clase de respuestas que sean verdaderas. Así es como los griegos se
proponen elaborar un método que sea útil para verificar si una explicación es
verdadera o falsa.