Download Guía de fuentes y actividades Nº 4
Document related concepts
Transcript
“El imperialismo y sus causas” Guía de Actividades. 1. A partir de la lectura del texto “EL IMPERIALISMO Y SUS CAUSAS” y de las páginas 10 a 15 del libro, realizar las siguientes actividades: a) Redactar un párrafo que explique cuál fue el contexto histórico en el que surge el imperialismo. Relacionar los siguientes conceptos: SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL – DIVISION INTERNACIONAL DEL TRABAJO – NACIONALISMO – PROTECCIONISMO – CRISIS DE 1873 – IMPERIALISMO. b) Reseñar el debate planteado entre las distintas explicaciones económicas del origen del imperialismo. c) Explicar la diferencia entre el imperialismo formal y el informal. Mencionar dos ejemplos de cada uno. d) ¿Por qué es posible afirmar que el imperialismo fue un proceso “multicausal”? e) ¿Qué fue la Conferencia de Berlín? ¿Por qué es importante para comprender los orígenes del imperialismo? f) Nombrar los factores políticos, ideológicos y demográficos impulsores del imperialismo y caracterizar cada uno de ellos. g) Indicar cuáles fueron las consecuencias económicas, demográficas, sociales y culturales que produjo el imperialismo en los países colonizados 2. Elegir un país que haya sido colonia europea durante la época del imperialismo y que hoy sea un país soberano e independiente. Investigar su historia y armar una “ficha” de ese país indicando: a) Quién y cuándo lo conquistó. b) Qué recursos económicos buscaba la metrópolis en ese país. c) Qué consecuencias (políticas, económicas, sociales, demográficas, culturales) provocó la dominación imperialista sobre ese país. d) Cuándo y cómo se independizó. Qué rasgos actuales de ese país se pueden relacionar con la época imperialista. NOTA: la “ficha” puede ser un archivo de Excel, Word, Powerpoint, etc. Deben indicar claramente de dónde obtuvieron los datos para su armado (libros, revistas, sitios de Internet). Ciencias Sociales La segunda fase de la Revolución Industrial y el Imperialismo pag. 1/4 EL IMPERIALISMO Y SUS CAUSAS En el último cuarto del siglo XIX, los países del mundo occidental se lanzaron a la conquista de la Tierra, dando comienzo a lo que los historiadores llaman “época del imperialismo”. Así, por “imperialismo” se entiende el sistema en el que la cultura, la política y la economía del mundo se organizan en función del dominio de unos países sobre los otros. La Europa dominante El avance de la industrialización a lo largo del siglo XIX, y muy especialmente el enorme desarrollo tecnológico de Europa, propiciado por la segunda fase de la Revolución Industrial, significó la fragmentación del mundo en dos grandes polos: los países industrializados y los no industrializados. Los primeros se impusieron sobre los segundos. Al alba del siglo XX, el resto del mundo estaba, pues, bajo la dependencia directa o indirecta de Europa. Por su vitalidad demográfica, su superioridad comercial y técnica, y su pujanza financiera, Europa afirmó su hegemonía e impuso sus ideales y sus modelos económicos y culturales. A finales del siglo XIX se produjo en la Europa industrializada una profunda crisis económica. A partir de 1873 comenzó un descenso general de los precios de los productos industriales. Este descenso no fue acompañado de una disminución de la producción y en poco tiempo se inició una crisis de sobreproducción en todos los sectores. Las reservas de productos se incrementaron, los precios bajaron aún más, aumentó la competencia entre las empresas y entre los países, y muchas industrias tuvieron que cerrar. Esta crisis industrial estuvo acompañada de una aún más profunda crisis agrícola. Los avances en el transporte por ferrocarril, en Estados Unidos y Rusia, y la caída de los fletes, provocaron durante esos años la llegada a Europa de grandes cantidades de trigo y harina procedente de estos dos países, y la caída de los precios de estos productos fue inevitable. Si bien los insumos para la producción en el campo europeo bajaban de precio (fertilizantes, máquinas, etc.), los productos agrícolas lo hicieron aún más, y muchos productores tuvieron que vender sus tierras para afrontar sus deudas. La depresión agraria provocó migraciones del campo a la ciudad; pero al hallarse la industria también en crisis, muchos europeos decidieron irse de sus países, dando inicio a la migración ultramarina hacia América del Norte y del Sur. Ciencias Sociales El mundo industrial salió de la crisis renovando sus estructuras productivas mediante la innovación técnica y la remodelación empresarial, pero fundamentalmente ampliando enormemente sus mercados. Como muchos Estados europeos impusieron políticas proteccionistas de defensa del mercado nacional, se hizo esencial recurrir a los mercados de los países colonizados. El aumento del proteccionismo a través de barreras aduaneras puso en cuestión el liberalismo imperante hasta entonces en el mercado mundial y debilitó las bases de la “división internacional del trabajo”. Las causas económicas. Distintas miradas. Las explicaciones económicas sobre el origen del imperialismo vinculan su desarrollo con distintos aspectos de la economía industrial europea surgida durante la segunda fase de la Revolución Industrial. Una primera explicación sobre el imperialismo, desarrollada por John Hobson a principios del siglo XX, afirma que la industria europea había llegado a un grado de crecimiento que, para lograr aumentar sus beneficios, hizo necesaria la búsqueda de mercados donde volcar sus productos y donde proveerse de materias primas a bajo costo. Estas condiciones sólo se encontraban en países lejanos, atrasados, sin medios técnicos, y demasiado débiles para poder oponerse al asalto de la Europa industrializada. La necesidad de mercados se hizo más urgente durante la crisis de 1873 y provocó un cambio generalizado de la política económica, que consistía en abandonar el librecambio y sustituirlo por una política de tipo proteccionista. Para ello era indispensable disponer de mercados y de recursos en otras zonas del mundo, y los países industrializados tuvieron que dirigirse hacia otros territorios todavía sin explotar, como Asia, África o América Latina. Por su parte, Lenin –quien sería luego el líder de la Revolución Rusa– escribió en 1916 su famoso libro El imperialismo, fase superior del capitalismo, en donde afirmaba que el sistema capitalista, para continuar su expansión mundial, necesitaba de la inversión exterior para mantener una tasa de ganancia que tendía a la baja, a medida que se desarrollaba la crisis económica. De esta manera, para los autores marxistas, el imperialismo es una necesidad interna del capitalismo, en especial en su aspecto financiero. Al no encontrar oportunidades de inversión en sus propios países, los capitales europeos impulsaron la La segunda fase de la Revolución Industrial y el Imperialismo pag. 2/4 búsqueda de nuevos mercados más rentables, y los encontraron allí donde había abundancia de recursos, materias primas abundantes y manos de obra barata, dando inicio a la conquista territorial. Sin embargo, el imperialismo –al igual que otros procesos históricos– no responde a único factor; si bien las explicaciones “económicas” son las más difundidas, para comprender sus orígenes debemos tener una mirada más compleja, que dé cuenta de las múltiples causas que lo provocaron. Esta característica de los fenómenos históricos se denomina “multicausalidad”. Por lo tanto, sin negar el relevante papel desarrollado por el interés económico en la conquista y colonización europea de distintos territorios en Asia y África, es necesario rastrear en otros aspectos de la sociedad europea para comprender el imperialismo en forma más completa. Factores políticos, ideológicos y demográficos. La expansión imperial europea también estuvo provocada por el deseo de las distintas potencias industriales de ampliar las zonas de influencia de cada una de ellas, como forma a su vez de aumentar su poder político frente a las demás y de obstaculizar la expansión de las competidoras. En un contexto de profunda crisis económica luego de 1873, y por lo tanto de aumento de la competencia entre potencias por descargar los efectos de esa crisis en las demás, el objetivo de los diferentes gobiernos fue formar o ampliar sus propios Imperios Coloniales, como demostración de su capacidad de influencia en el contexto diplomático internacional. El que Gran Bretaña, primera potencia mundial, poseyera el Imperio más vasto con el que comerciaba en condiciones privilegiadas, tuvo igualmente una influencia destacada en la actuación de otros países europeos (Francia, Alemania, Italia, Holanda, etc.) que pretendían equipararse con ella tanto en el terreno económico como en el político. Todo ello promovió una carrera por controlar nuevos territorios antes de que lo hicieran las potencias rivales. Los principales dirigentes políticos europeos consideraron la expansión colonial como una necesidad, pues habían de utilizarla como base estratégica de su poder militar y para tratar de impedir la expansión de sus rivales. Esta carrera por ocupar espacios llevó a que las principales potencias europeas, reunidas en el Congreso de Berlín de 1885, se repartieran el continente africano conforme a los más estrictos principios del colonialismo, sin tener en cuenta ni los intereses de las poblaciones africanas ni las formas de organización política originarias. Inglaterra, Francia y Alemania, pero también Italia, España, Holanda y Bélgica, se transformaron así en potencias coloniales con Ciencias Sociales presencia en el continente africano. De esta manera, hacia 1914 sólo existían dos países independientes en África: Liberia y Etiopía. Pero las causas profundas del imperialismo son incomprensibles sin buscar su razón de ser en la ideología, esencialmente en las concepciones racistas y nacionalistas. La idea de una raza blanca superior, cuyos atributos de inteligencia y laboriosidad la legitimaban para imponerse sobre el resto, se dio como un hecho, es más, como una verdad “científica” en casi todos los países europeos. Por otro lado, se impuso una visión del nacionalismo no como una justa reivindicación de independencia o libertad nacional, sino como afirmación de la superioridad y el derecho de unos países a sojuzgar a otros. Filósofos, científicos, escritores y políticos suscribieron sin rubor esa idea y arrastraron tras ellos a gran parte de la población. Asimismo, se impuso la idea de que para ejercer ese dominio legítimo todos los medios eran válidos, incluso el de la guerra. Algunos escritores, entre los que se destacó J. Seelye, justificaban el poderío de las naciones en el número de colonias bajo su control. En el punto máximo del sentimiento imperial británico, el escritor Rudyard Kipling afirmó que era “responsabilidad del hombre blanco” ayudar a educar y civilizar a los menos afortunados, mientras que Joseph Chamberlain, Secretario de Estado inglés para las Colonias, defendía que “la raza británica era la más grande de las razas gobernantes que el mundo ha visto”. La justificación de dominar a otras sociedades alcanzó una notable difusión entre la opinión pública. Se defendía con el pretexto de difundir la civilización occidental, aboliendo prácticas como los sacrificios humanos en África, a pesar del uso de trabajo forzoso en buena parte de las colonias por parte de las potencia europeas. Era considerada una forma de reafirmar la fuerza y la superioridad cultural de cada país y de reforzar el orgullo nacional. De esta forma, se extendió el convencimiento de que los europeos tenían el deber de difundir su cultura y civilización entre los pueblos considerados inferiores. Casi todas las potencias occidentales reivindicaron el derecho a usar la fuerza para imponerse a los otros. Indudablemente, no todo el mundo dio apoyo a esta tesis, ni defendió la explotación imperialista. También se alzaron voces que las criticaron en nombre de concepciones diferentes de la moral o del nacionalismo. Así, grupos de intelectuales religiosos o políticos se opusieron a la dominación colonial. Esta corriente fue importante en Francia y tuvo sus máximos representantes en Clemençeau (Radical) o en Jaurés (Socialista). Asimismo hay que recordar que la Segunda Internacional Socialista condenó formal- La segunda fase de la Revolución Industrial y el Imperialismo pag. 3/4 mente el imperialismo, aunque su influencia fue escasa. Por último, el enorme crecimiento natural que conoció la población europea en ese período, la llamada “explosión blanca”, generó un importante flujo migratorio, entre 1840 y 1914, de cerca de 40 millones de europeos que abandonaron el viejo continente para establecerse en territorios extraeuropeos. Esas migraciones se profundizaron durante el desarrollo de la crisis de 1873, junto con el aumento de diferentes conflictos sociales (huelgas, rebeliones y revoluciones) protagonizados por los sectores más castigados por la misma (obreros, campesinos, desocupados). La posibilidad de contar con territorios coloniales donde establecer a esa población contribuyó a desarrollar las políticas de la expansión imperialista. Aunque el grueso de la emigración acabó dirigiéndose hacia América, buena parte de la opinión pública de las metrópolis era favorable a la expansión exterior como una forma de asegurar que los nuevos territorios, controlados por los países de origen de los emigrantes, pudieran ser el lugar de asentamiento de esa población. La organización de los Imperios Coloniales y su impacto en los territorios conquistados Los territorios coloniales, una vez explorados, eran conquistados, o dominados militarmente, de forma relativamente sencilla, dada la superioridad militar y técnica de los países occidentales. Una vez sometida, la colonia era organizada para poder ser controlada y administrada por la metrópoli. En esencia, significaba el control político, económico, social y cultural de los pueblos colonizados. Los países colonizados sufrieron un profundo impacto que trastocó la vida, la cultura y la economía de los pueblos indígenas. Desde el punto de vista económico, salvo para los grupos aristocráticos y las burguesías locales, que colaboraban con los colonizadores, la situación empeoró para la mayoría de la población. Se produjo un proceso de expropiación de tierras indígenas, que pasaron a manos de los colonizadores. En esas tierras, se abandonaron los variados cultivos tradicionales que aseguraban la subsistencia de las familias campesinas, y se potenció el monocultivo con la implantación de un sistema de cultivo extensivo, las “plantaciones”, que respondían a las necesidades de los países conquistadores (por ejemplo, el caucho en Indonesia, el cacao en Nigeria, Ciencias Sociales etc.). Asimismo, se forzó el aumento de la productividad, y como las colonias habían de comprar productos en las metrópolis, se impuso a la fuerza una economía de mercado con la utilización del papel moneda, arruinando por medio de la competencia a las economías artesanales locales. En el orden demográfico, la introducción de nuevas vacunas, de medidas higiénicas y la construcción de hospitales con personal médico permitió reducir la mortalidad y aumentar la población. Pero en determinados lugares, el sometimiento de la población indígena a trabajos forzados en las plantaciones dio lugar a una disminución de la población. Además, en muchas colonias, el aumento de habitantes rompió el equilibrio entre población y recursos, y empezaron a producirse problemas de abastecimiento de alimentos, que dieron lugar a situaciones de subalimentación crónica, hambrunas y epidemias, en especial en el continente africano. La estructura social también cambió. Los nuevos ritmos de trabajo, la urbanización forzosa y la imposición de la religión de los conquistadores desarticularon la vida tribal y el antiguo sistema de jerarquías sociales (rol de los ancianos, tipos de familia, relaciones de género, etc.). Igualmente, unidades étnicas fueron divididas o unidas de manera artificial y, de esta manera, se rompieron unidades nacionales o se forzó a convivir a grupos religiosos o étnicos tradicionalmente enfrentados, lo que produjo guerras civiles y matanzas étnicas. Por último, los europeos utilizaron determinados grupos indígenas para reclutar a su ejército y sus funcionarios, y favorecieron económicamente a determinadas élites a cambio de su fidelidad. De esta forma, provocaron enfrentamientos entre los propios indígenas y surgieron odios seculares y prácticas racistas. En el ámbito cultural, finalmente, las costumbres autóctonas de tradición oral y sin elaboraciones teóricas, fueron incapaces de resistir el impacto de la cultura occidental, que les hizo perder una buena parte de su identidad y perturbó sus creencias y tradiciones. La difusión de la enseñanza contribuyó a la extensión de las lenguas, las creencias y los modos de vida europeos, mientras que las misiones religiosas se encargaron de difundir el cristianismo, en sus diferentes vertientes. Esto fue así especialmente en África, mientras que determinadas civilizaciones asiáticas, como en la India, fueron más capaces de resistir el asalto cultural y religioso europeo. La segunda fase de la Revolución Industrial y el Imperialismo pag. 4/4