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11 de abril de 2013 HERALDO DE ARAGÓN Artes & Letras 7
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gonista último de ‘La maldición de la
banshee’, permite adentrarnos en el terror
típico de Latorre, donde la sangre tiende a
fluir como savia de lectura. Alice, la joven
contraprotagonista (por más señas huérfana tras un bombardeo nazi sobre Inglaterra), será la guía en la propuesta de Latorre desde el momento en el que ella comienza su trabajo en la claustrofóbica
mansión de los Kavanagh, familia irlandesa, tan antigua como maldita, que no sólo
guarda secretos, a veces innombrables, sino que, entre sus paredes, da cobijo a lo
inconfesable. El goteo medido del miste-
rio y sus enigmas, servido con suaves tragos en el momento justo, atrapa e invita a
seguir los pasos de la narración. Su resultado: un sorprendente viaje al corazón de
lo oculto y del miedo.
Un viaje que, por añadidura, se acompaña de parajes ocluidos al tiempo que tenebrosos, donde acacecen sucesos y ritos
inesperados, adobados con sus pertinentes sobresaltos. Circunstancias todas que,
igualmente, con parecida perspicacia, dan
cuerpo y adensan El templo enterrado,
donde de nuevo el misterio, la sangre, el
sensorialismo… se unen a la intriga (Savil-
le, el detective amigo del protagonista,
aporta el punto policiaco a lo Sherlock
Holmes) para que el arqueólogo John
Hadley, atraído por el hallazgo de las ruinas de un templo del que jamás se ha tenido noticia, nos introduzca en los abismos de los «no muertos».
Ambas historias parecen responder a
una máxima de Peter Ackroyd: «El terror
es la piedra angular de todo nuestro arte»,
que Latorre no sólo usa como timón en sus
historias, sino que, además, evidencia su
importancia colocándola como pórtico en
El templo enterrado. Un terror siempre
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plural en sus manifestaciones, que acoge
tanto la sorpresa como el estremecimiento, el simple sobresalto y el agobio permanente…
Un terror enigmático y jamás increíble
porque, aunque se asienta en vericuetos
de lo esóterico, no olvida los trenzados de
la Historia, además del desenvolverse en
escenarios muy verosímiles (lejos de verborreicas fantasías tan de moda) debido a
la plasticidad y sensorialismo de una prosa trabajada donde el diálogo ayuda muchísimo.
RAMÓN ACÍN FANLO
José Luis Sampedro: «La bondad es fundamental. Es lo
primero que me importa, después el escribir bien. A mí
me gustaría que me recordaran como una buena persona»
ARQUITECTURA EL PODER Y LA CONSTRUCCIÓN: REFLEXIONES SOBRE UN GRAN EDIFICIO
Aspecto exterior de la Ópera de Sídney: con sus pliegues, con sus curvas, con su construcción casi escultórica. ARCHIVO JAVER DOMÍNGUEZ
La Casa de la Ópera de Sídney
L
os edificios que configuran
las ciudades, por alguna razón que no siempre está establecida, pueden llegar a ser significativos o representativos. Utilizamos entonces el término emblemático para referirnos a ellos. Disponer en una ciudad de un edificio
con estas características ha sido durante mucho tiempo el objetivo de
muchos políticos, en un intento de
situar a sus ciudades en el mapa del
mundo y de atraer a los numerosos
turistas contemporáneos, ávidos de
nuevas experiencias turísticas y
culturales.
Un edificio que ha conseguido
sobradamente este propósito ha sido la Casa de la Ópera de Sídney u
Ópera de Sídney en el estado de
Nueva Gales del Sur en Australia.
Recientemente hubo una controvertida votación para elegir a escala planetaria las siete nuevas maravillas del mundo y aunque el edificio resultó incluido entre los veintiún finalistas, finalmente no resultó incluido en la lista. En el año
2005 la Ópera de Sídney fue designada Patrimonio Nacional por el
gobierno australiano, para que en
2007 la Unesco la declarara Patrimonio de la Humanidad. Se trata
del edificio más moderno del mundo que ha recibido esta distinción
honorífica, siendo visitado cada
El enclave, en una lengua de tierra que se adentra en el mar. ARC. JDH
año por más de cuatro millones de
turistas.
Desde 1940 y hasta 1954, Eugene
Goossens, director del Conservatorio de Música de Sídney, había insistido en la necesidad de una nueva ubicación para las obras teatrales. También fue visionario respecto a la ubicación del edificio en una
bellísima península en la bahía denominada Bennelong Point. En 1955,
el primer ministro del estado, Joseph Cahill, convocó un concurso al
que se presentaron 233 proyectos de
32 países. El proyecto ganador fue
elegido en 1957 y estaba realizado
por el arquitecto danés Jørn Utzon
(1918-2008). El proyecto premiado,
poco más de un croquis de funcionamiento con varias perspectivas a
mano alzada, parecía ser un grupo
de grandes velas blancas desplegadas al viento de la bahía e incumplía totalmente las bases de la convocatoria. Pero la potencia de su
idea era tal que impactó a uno de
los miembros del jurado, el arquitecto finés-americano Eero Saari-
nen, quien resultó determinante para la elección final del proyecto, pese a que en el concurso competían
los arquitectos más famosos del
momento. El carácter claramente
expresionista de la propuesta definía un edificio monumental de
fuerte tendencia experimental y
utópica.
En sus distintos viajes por el
mundo, Utzon sentía una gran fascinación por el legado maya y el
mundo islámico, que conectaba con
el profundo sentido nórdico de
preocupación por la naturaleza. Desarrolló el concepto de Arquitectura Aditiva, basada en la combinación de forma y material, utilizando
en sus diseños los patrones de crecimiento de la naturaleza.
El edifico comenzó su construcción, pero la forma de concha o cascarón de las cúpulas tenía una increíble dificultad estructural que no
pudo ser resuelta por los ingenieros de la empresa Ove Arup hasta
1961. Se cambiaron las formas elípticas de los diseños iniciales por
otro diseño basado en secciones de
esfera muy complejas. En 1966 y
tras continuos conflictos por el aumento exponencial del coste de las
obras, las dudas en la capacidad de
Utzon para resolver todos los problemas arquitectónicos planteados
y los grandes retrasos en la progra-
mación de las obras, fue despedido
por el nuevo gobierno del estado. El
presupuesto inicial de 7 millones y
medio de dólares saltó a los 103 millones a la finalización de la obra.
La Ópera fue concluida en 1973
por Hall, Littlemore y Todd, sin que
en la inauguración realizada por la
reina de Australia, Isabel II, se hiciera ni la más mínima mención al arquitecto. Posteriormente en 2004 se
le dedicó la Habitación Utzon, tras
el encargo del rediseño de algunos
espacios interiores, a modo de reconocimiento. En 2003 Utzon recibió
el premio Pritzker de arquitectura y
Frank Gehry que era miembro del
jurado comentó que “Utzon concibió un edificio muy adelantado a su
tiempo y a la tecnología disponible
y perseveró a través de la publicidad extraordinariamente maliciosa
y de las críticas negativas, para construir un edificio que cambió la imagen de un país entero”.
La Ópera de Sídney se configura
así como uno de los edificios más
famosos y distintivos del siglo XX,
aventurando un nuevo periodo en
la historia de la arquitectura en el
que el poder demanda una arquitectura generadora de iconos para las
ciudades en las que se construyen,
con arquitectos-estrella, pese al desfase descomunal que suele haber
con los costes inicialmente programados.
El arquitecto hispano-mexicano
Félix Candela escribió en 1968 criticando duramente la obra: «El hecho de que una estructura esté bien
calculada no garantiza, en absoluto,
que se trate de una estructura lógica, económica y razonable. Pero,
además, la misión del arquitecto no
consiste en soñar, sino en producir
edificios útiles, bellos y económicos. Los resultados de considerar la
arquitectura como un arte puro, que
no tiene por qué mezclarse con la
prosaica realidad de la vida cotidiana, las miserias económicas y las
inevitables leyes físicas, saltan a
nuestra vista todos los días“. Su crítica sigue estando hoy en día de rabiosa actualidad.
Las preguntas para el ciudadano
seguirán siendo las mismas, aunque
en este caso no puedan ser asépticas con el edificio que nos ocupa,
habida cuenta de su notorio éxito.
¿Merece la pena gastar el dinero
público en este tipo de edificios?
¿Cuál es el límite que se puede y se
debe pagar por un edificio de estas
características, que aunque esté llamado inicialmente a constituirse en
un icono para la ciudad puede fracasar en el intento?
JAVIER DOMÍNGUEZ HERNÁNDEZ