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La deuda externa atenaza a España
El castigo de los mercados tras la crisis griega obedece tanto al súbito empeoramiento de las finanzas públicas como al crecimiento de los
préstamos en los años de bonanza
CLAUDI PÉREZ · Madrid 28/02/2010 · ELPAÍS.com
http://www.elpais.com/articulo/economia/deuda/externa/atenaza/Espana/elpepueco/20100228elpepieco_1/Tes
En economía hay momentos que constituyen una
revelación. El pasado 29 de enero el Gobierno presentaba
un severo plan de austeridad y el esbozo de las reformas
laboral y de pensiones. Pese a los volantazos posteriores,
esa es la prueba de que algo grave está pasando. Ese día
comienza una suerte de conversión: tras poner el acento
durante meses en que la crisis no va a drenar derechos
sociales, el presidente Zapatero se aviene a anunciar los
primeros y dolorosos recortes. Es hora de empezar a mimar
a los mercados, no sólo a los votantes. No hay más
remedio: los inversores han empezado a atacar a los países
más endeudados, empezando por Grecia, y España es
vulnerable por ese flanco.
Nada es gratis. Esa deuda externa habrá que pagarla, o
refinanciarla a un coste mayor. En realidad con toda la
deuda va a suceder eso, en un proceso con un nombre tan
feo como lacerante: desapalancamiento. "Toca adelgazar,
ajustarse el cinturón. Familias y empresas van a reducir su
gasto -y ya han empezado a hacerlo- justo en el momento
en que España encara una subida de impuestos, lo que
supone un doble problema para reactivar la economía. Los
bancos y el sector público presentan sus particulares
problemas para empezar a andar por esa senda del
desapalancamiento. Eso hace aún más incierta la salida del
túnel", advierte Guillem López Casasnovas, consejero del
Banco de España.
El rápido aumento de la deuda pública ha encendido las
alarmas de los inversores, que parecen haber perdido la fe
en la economía española. Y sin embargo, el endeudamiento
público no es preocupante. Es el más bajo de la eurozona.
Pero los mercados saben que las finanzas públicas son sólo
la punta de un iceberg: la enorme deuda total amasada
durante los años de bonanza, pública y sobre todo privada,
es lo que preocupa a los inversores; buena parte de ella está
además en manos de extranjeros, que empiezan a dudar de
la capacidad de España para hacer frente a sus
compromisos.
En condiciones normales, no debe haber problemas para
pagar esa deuda, "que está asociada a una gran
modernización de la economía, a grandes inversiones aquí
y en el exterior", apunta Federico Steinberg, investigador
del Instituto Elcano. Las aventuras del Santander, BBVA,
Telefónica, Iberdrola y tantas otras empresas en Europa y
América Latina han sido un salto adelante fenomenal para
la economía española, aunque haya también pésimos
ejemplos, casi siempre asociados al ladrillo. Metrovacesa
pagó más de 100 millones de euros por abandonar un
proyecto faraónico en la City de Londres; algunas cajas
tienen una gran concentración de riesgo en las
denominadas subprime españolas: determinados activos
inmobiliarios de la costa.
Deuda es ya, sin discusión, la palabra del año en economía.
El endeudamiento en España es enorme, tras los años de
boom financiado con crédito barato y abundante. Las
familias, las empresas y la banca se entramparon hasta las
cejas mucho antes de que llegara la crisis y el déficit
público se desbocara. En torno a la mitad de esa deuda
pública y privada está en manos de extranjeros: la deuda
externa es de 1,7 billones de euros, casi el 170% del PIB, tras
una década de abultados déficit comerciales. Pocos países
presentan cifras más elevadas y en muy pocos casos ese
proceso ha sido tan rápido, a juzgar por los datos del FMI:
se trata de una situación compleja, según una decena de
expertos consultados, que explica parte de la reacción de
los mercados, siempre dispuestos a hacer sangre, y que
augura una lenta reactivación.
La crisis tiene ingredientes dignos del cine: un guión
endiablado, villanos como Bernard Madoff, esas cosas. Los
banqueros han proclamado que hacen "el trabajo de Dios"
(según Goldman Sachs) mientras los incendios causados
por los propios bancos (el mismo Goldman Sachs es un
gran ejemplo) hacen mella en las finanzas públicas: en las
arcas de los mismos Estados que se vieron obligados a
rescatar a las entidades financieras y evitaron así una Gran
Depresión. Pero ahórrense parte del suspense: de todas las
crisis, mal que bien, se sale. España no va a suspender
pagos. Ni, Portugal, ni Irlanda, ni siquiera Grecia (aunque
atención: esa hipótesis ha dejado de ser inverosímil). La
eurozona no va a romperse salvo un cataclismo muy
improbable.
Y sin embargo los mercados llevan semanas muy nerviosos
y han obligado a Bruselas, a Atenas, a Dublín, a Lisboa y a
Madrid a tomar medidas drásticas, ante la constatación de
que la deuda pública es probablemente la próxima burbuja.
Y ante el hecho de que esa burbuja llega incluso antes de
que termine de salir el aire de la anterior: "Las raíces de
esta crisis fiscal son las enormes deudas privadas
embalsadas durante años de tipos de interés muy bajos y
que en países como España están en gran parte en buena
parte en manos de extranjeros", resume Jordi Galí, de la
UPF.
Pese a que el ajuste ya ha comenzado, las dudas están ahí.
"Si, como parece, la crisis va para largo, entonces será cada
vez más difícil y cada vez más caro refinanciar la deuda,
que está en todos los rincones de la economía: familias,
empresas constructoras y no constructoras, bancos y sector
público. Y ahí juega un papel importante, cada vez más
importante, un componente psicológico: si los mercados se
convencen de que España va a tener dificultades, las
dificultades llegarán. Así que vale la pena persuadirles de
que España tiene capacidad para devolver o refinanciar ese
crédito", añade Santiago Carbó, asesor del banco central de
EE UU.
Hasta ahora los mercados sólo parecen desconfiar. Los
analistas y los medios anglosajones llevan semanas
cargando contra las deficiencias de la zona euro, aludiendo
sin ambages a España como la próxima víctima. Y sin
embargo, en la última subasta de deuda pública española,
casi el 20% de los bonos fueron comprados por británicos.
Con la deuda privada empieza a pasar algo parecido: la
veda del catastrofismo está abierta: "España está como los
países asiáticos antes de la crisis de los noventa. Los bancos
y las empresas están tremendamente endeudados. Quien
piense que la banca española está entre las más fuertes de
Europa debe estar fumando crack: no habrá problemas
mientras el BCE mantenga la barra libre de liquidez, pero
cuando eso acabe se verán los agujeros y se conocerá la
auténtica dimensión del problema en las cajas de ahorros",
asegura desde Londres Jonathan Tepper, de Variant, autor
de un informe demoledor que ha corrido como la pólvora.
La mayoría de expertos no comparte ese extremo
pesimismo. Los analistas consultados destacan que la
fenomenal deuda externa -la deuda, en general- va a
endurecer el ajuste que necesita la economía, pero no va a
causar estragos. "El riesgo de impago es bajo, pero eso no
significa que el ajuste no vaya a ser doloroso, con recaídas
en la recesión", sostiene Gilles Moec, de Deutsche Bank. "La
historia demuestra que un país que haya alcanzado esa
deuda externa va a sufrir un ajuste muy fuerte de su
demanda y de sus costes: de lo contrario se eleva el riesgo
de una parada súbita en la financiación externa. Pero todo
ese dinero lo deben miles de individuos, miles de
empresas, y además está respaldada con activos; sería
diferente si estuviera en manos de un solo deudor, si todo
fuera deuda pública", abunda.
Carlos Trascasa, socio director de la consultora McKinsey,
afirma que la prueba de la relativa buena salud financiera
española es que las familias y las empresas ya han iniciado
el ajuste. "La deuda es excesiva a todas luces, pero está
sustentada con viviendas en España -y una hipoteca es lo
último que se deja de pagar- y en el caso de las empresas
con activos de calidad, porque ese dinero se dedicó a
inversión, no a consumir a lo loco. No hay tontos
invirtiendo por ahí ni bancos dando dinero a los tontos",
afirma. Eso sí, "el ajuste inmobiliario va para largo, y la
banca va a sufrir durante años si no acelera la
reestructuración; con el Estado sucede algo parecido: si no
aplica las reformas de inmediato tendrá problemas de
credibilidad. Eso significa, simplemente, pagar la deuda
mucho más cara y de retruque encarecer también la deuda
privada. Y, en definitiva, crecer menos".
Una vez más se trata de una vieja historia: "España creció
por encima de sus posibilidades, a base de créditos, y ahora
hay que pagar esos excesos", dice el economista Jaime
Requeijo. Y añade que en estos últimos años el euro ha
funcionado como escudo, "pero ha tenido un efecto
hipnótico: muchos pensaron que los déficit no tendrían
consecuencias, y ese cuento está pasando factura. España
empieza a ser menos fiable".
Carmen Reinhart, coautora junto a Kenneth Rogoff de Esta
vez es diferente, un manual sobre crisis en los últimos 800
años, alinea a España con Irlanda. "Grecia y Portugal se
enfrentan a la posibilidad de una crisis fiscal y los
mercados han metido en el mismo saco a España e Irlanda,
que tienen problemas diferentes. Ni en España ni en
Irlanda la deuda pública está al nivel de la griega, pero los
mercados saben que esos dos países tienen enormes
deudas privadas. Y lo que ocurre en todas las crisis graves
es que la deuda privada acumulada antes de un huracán
como este acaba convirtiéndose en deuda pública".
Reinhart no acaba ahí: "En realidad se trata de un problema
global. Hay una deuda enorme que va a tener que
refinanciarse pagando más y más. Y algunos están peor
situados que otros: Reino Unido, por ejemplo".
Al final, al Gobierno tiene ante sí un difícil equilibrio. Se
trata de complacer a los sindicatos, que han empezado a
enseñar los dientes, y a los mercados, cuya poderosa
dentadura está siempre a la vista. "Todo irá bien mientras
los tipos de interés sigan bajo mínimos y los bancos
centrales mantengan la financiación de emergencia",
augura Emilio Ontiveros, presidente de AFI. "Pero aun así
conviene ir preparando los diques para cuando eso se
retire", apostilla. Al cabo, las deudas no se esfuman de la
noche a la mañana. Ni aun después de una revelación.
Burbuja de crédito
- La deuda externa de España (endeudamiento público y
privado en manos de extranjeros) asciende al 167,5% del
PIB, similar a la de Alemania y Grecia, pero muy superior a
la de EE UU (94%) o Japón (42,2%). Pero muy por debajo
de la que registran países como Reino Unido (413%) o
Irlanda (1.052%, es decir, más de 10 veces el PIB), según el
FMI.
- La deuda total de la economía española (pública y
privada, en manos de todos los agentes económicos:
empresas, familias y bancos) alcanza el 400%, según
Analistas Financieros Internacionales, o el 342%, según un
informe reciente de McKinsey Global Institute. Esa cifra
sólo es inferior a la de Reino Unido y Japón.