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La Neuroteología y lo específico del encéfalo humano
Por José Luis Velayos, Catedrático Emérito de Neuroanatomía, Universidad CEU - SAN
PABLO (Campus de Montepríncipe), Miembro de CíViCa
El cerebro es la estructura biológica que recibe informaciones del exterior y del medio
interno, las integra, junto con las experiencias cognitiva y emocional acumuladas, para dar
lugar a las respuestas adecuadas; puede ser estudiado por medio de las ciencias
experimentales. En el encéfalo, durante el desarrollo, y a razón de 250.000 neuronas/
minuto, se forman 100.000 millones de neuronas, de modo que en los seis primeros años
de la vida, la masa encefálica aumenta 3.5 veces., llegando a pesar el encéfalo humano
adulto entre 1300 y 1400 grs. (El del elefante pesa 4700 grs). Es tal la complejidad
conectiva, que se forman un total de 400.000 km de fibras nerviosas, y todo ello unido a la
gran complicación que supone la multitud de contactos o sinapsis (muchas neuronas
reciben del orden de más de 10.000 sinapsis, y se calcula que puede haber en el cerebro
un total de más de 1.500 billones de sinapsis), unido al elevado número de
neurotransmisores, que no se conocen en su totalidad. La complejidad del cerebro
humano, junto con su gran plasticidad (sus cambios continuos, en relación con
experiencias, sensaciones, acciones químicas, traumatismos, etc.: por ejemplo, la falta de
visión en un ojo hace que las áreas visuales de la corteza correspondientes a ese ojo sean
de menor extensión que las del otro ojo, la cual en este caso aumenta) hace que estemos
muy lejos de comprender sus más íntimos mecanismos.
Para Bergson, el cerebro es aquello mediante lo cual el espíritu desarrolla movimientos
físicos entre cuerpos físicos; en el caso de los verbos, se trata de palabras cuyo significado
es más fácil memorizar cinéticamente, y son las últimas que se pierden; el cerebro traduce
en movimientos materiales los significados de las palabras, las cuales tienen siempre un
carácter inmaterial. Bergson es uno de los filósofos que se ha fijado en que el hombre tiene
un cerebro que le permite reírse. Los animales no tienen conciencia de lo cómico.
La mente es el conjunto de actividades y procesos psíquicos, tal como aparecen en la
experiencia subjetiva o referidos a ella. En el ser humano se dan al mismo tiempo las
experiencias subjetivas y la capacidad de examinar, de estudiar el instrumento material de
las mismas, como dice Chalmers. Para este autor, "el problema duro" es poder explicar la
consciencia.
El llamado problema mente-cerebro no es más que la expresión del multisecular
problema alma-cuerpo, histórica dialéctica desde el monismo materialista, el monismo
idealista o el dualismo (de Descartes, por ejemplo).
Para Searle,que habla del "Naturalismo biológico" (no se cosidera ni materista ni dualista)
todos los procesos mentales (sensaciones visuales, auditivas, cosquilleos, pensamiento,
etc.) son fenómenos cerebrales. Sería el cerebro el que produce los estados mentales, y
por lo tanto, lógicamente, es preciso estudiarlo profundamente. Para él la cosciencia es un
rasgo de nivel superio, pero "es un fenómeno neurobiológiocaudado por el ceebro
(monismo materialista). Ideo el experimento de la "habitación china" para distiguie entre
sintaxis y semánica.
En cambio, el filósofo Berkeley afirma lo contrario: el mundo físico-corpóreo es un producto
de la mente (monismo idealista). Hay que entender que no es lo mismo decir que el cerebro
y la mente tienen relación que decir que la mente es producto del cerebro.
1
El transhumanismo, concepto utilizado por primera vez en 1957 por Julian Huxley, es más
bien una concepción filosófica (Postigo) según la cual podrá mejorarse de tal forma lo físico
y lo intelectual en el hombre que se llegará a la consecución de individuos posthumanos y a
la eliminación de la muerte (Kurzweil). Se trata de cambiar la biología del ser humano, (con
el peligro consiguiente de la eugenesia selectiva). Los partidarios del transhumanismo son
en su mayoría ateos. Piensan que llegará un día en que todos los órganos del ser humano
puedan sustituirse. En el fondo, se piensa que el hombre es una máquina, con elementos
que se pueden sustituir. Por otra parte, el transhumanismo confunde la perfección física
con la felicidad. Nick Bostrom es uno de los "apóstoles" de esta teoría.
"El alma es el principio radical de la capacidad de automoción propia de los seres vivos"
(Millán Puelles). Filosóficamente, es el acto primero del cuerpo natural organizado. Es la
forma del ser vivo. El ser vivo es una materia formalizada; la máquina, por muy perfecta
que sea, es una forma materializada. Fue Anaxágoras el primero que estableció la
existencia y las características del espíritu inmaterial. Platón estableció que el espíritu es
real y distinto del cuerpo, pero acentuó tanto la distinción que en realidad Platón era
dualista. Para Aristóteles, el alma asume en cierta manera el papel de causa eficiente,
formal y final con respecto al organismo biológico, siendo este la causa material; aunque el
espíritu necesita del cuerpo para actuar, no necesita de él para subsistir.
El pensamiento, típico del ser humano, no funciona solo o aislado, sino que vuelve a la
sensibilidad para referir aspectos comunes o universales de las cosas, a las cosas mismas
y a los objetos singulares. Es imposible separar la actividad de la sensibilidad y la del
entendimiento. Ambas son simultáneas. No hay dualismo: anima forma corporis. Santo
Tomás indica: "del alma humana, en cuanto está unida al cuerpo, proceden facultades
dependientes de órganos. Pero en cuanto el alma humana excede por su propia capacidad
la capacidad del cuerpo, proceden de ella facultades que no dependen de órganos".
También afirma que la capacidad de entender es personal, y, por tanto, el principio vital que
la ejerce debe ser, al menos parcialmente, independiente de la materia.
El término Neurociencia apareció hace cuarenta años. Actualmente se publican más de
40.000 artículos al año sobre esta materia. El ritmo es vertiginoso. Estamos asistiendo a
una "explosión" científica en tal sentido. Actualmente, los neurocientíficos también se
preocupan de la mente. Sin embargo, decía Cajal: "Pasarán siglos y acaso millares de
años antes que el hombre pueda entrever algo del insondable arcano del mecanismo no
sólo de nuestra psicología, sino de la más sencilla, de un insecto". Los métodios d estudio
son numerosos: SPECT, PET, RMf, EEG, estudio biomoleculares, estudios de transporte
axonal anterógrado y retrógrado, etc ., etc.
El gran desarrollo de la Neurociencia, como asunto interdisciplinar (Giménez Amaya),
no ha conseguido llegar a la comprensión del funcionamiento global del cerebro, incluso, la
parcelación y fragmentación de los conocimientos ha influido en el "caos" que suponen las
diversas interpretaciones (muchas fuera de lugar) que se están haciendo.
A la confusión reinante hay que añadir la aparición de la Neurofilosofía, de la Neuroética,
de la Neuroteología, …, disciplinas que han nacido en base a ideologías reduccionistas
(no se presupone mala voluntad) (Muntané). Para algunos, es el sistema límbico el que da
la unidad, el responsable de la actividad global, pero el sistema límbico en sí no da
respuesta a temas como la moralidad, la belleza de una acción, etc. Por otra parte, como
dice Cervós, la suma de las partes no explica el funcionamiento global del cerebro.
Además, en ocasiones, la parte lesionada puede hacer la función del todo (Pribram y
Martín Ramírez), Además, el cerebro no es un ordenador, no actúa de forma digital ni de
forma electrónica; presenta muchos sistemas que funcionan en paralelo; en cambio, en los
ordenadores hay funcionamiento en serie. Y hay mecanismos cerebrales que se han
heredado, o que son cosa genética, o que son libres, sin previsión alguna.
2
Aldous Huxley utilizó el término Neuroteología en su novela “La Isla” (1962).
En 1994 fue McKinney el primero que publicó un libro sobre el tema (“Neurotheology:
Virtual Religion in the 21st Century”).
Actualmente el uso del término en los trabajos neurocientíficos es poco común. Durante el
siglo XX se ha hecho de forma esporádica investigación en tal sentido.
En 2006 y 2007, Drewerman escribió dos tomos, “Modern Neurology and the Question of
God”, con una reinterpretación de la religión a la luz de la neurología.
En cuanto a los estudios e interpretaciones relativos a la llamada Neuroteología, hay que
citar a Hamer, que ha buscado en gemelos los genes que tienen que ver con la religión
“gen de Dios”) (y también ha buscado el gen de la “gaycidad”, sin éxito).
Persinger, de Onrtrio, dice haber conseguido la sensación de la presencia de Dios en
individuos a los que se les había practicado una estimulación magnética transcraneal (on el
"God Helmet"). La estimulación del lóbulo temporal izquierdo da lugar a una sensación
como de salida del yo y de estar en la presencia de Dios. También los epilépticos y los
esquizofrénicos pueden sentir tales experiencias. Habla también de la teoría de la tensión
tectónica, como agente que influye en las experiencias religiosas. Ha interpretado el
milagro del sol de Fátima como una activación del lóbulo temporal.
(La comunidad científica es escéptica en cuanto estos trabajos: Granqvist, psicólogo sueco)
Ramachandran, de San Diego, confirmó estos hallazgos, viendo que los epilépticos con
afectación del lóbulo temporal en su zona medialmuestras una respueta emocionalmayor
ante la audicion de palabras con sentido religioso. Estos enfermos, seguninterpretacion de
Ramacandan, tienen más experiencias de éxtasis.
Newberg, de la Universidad de Pensylvania, Proesor asociado de Radiolía y Ajunto al
Departmaneto de Estudios Religiosos, esw el autor más destacado en Neuroteología.
Para él, una de las claves estaría en la corteza prefrontal, en su conectividad con la
amígdala y el lóbulo temporal. El lóbulo parietal ayudaría a la orientación espacial. Pero
también piensa que posiblemente muchas áreas cerebrales pueden estar implicadas en
las experiencias religiosas. También las relaciona con el sistema nervioso autónomo
(simpático y parasimpático).
Y afirma que nuestro cerebro puede modificar nuestra religiosidad.
Se pregunta si Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios.
Ha establecido lo que llama “Principles of Neurotheology”, de tipo apriorístico.
Es partidario de una colaboración Neurociencia-Teología, que podría ser muy fructífera.
Afirma que algo es real cuando es sentido de una forma subjetivamente viva, con duración
mantenida a través del tiempo, y cuando hay una acuerdo intersubjetivo de lo real.
Para Austin, en la meditación zen se desconecta la amígdala cerebral.
Algunos asocian los estados de quietud al sistema nervioso parasimpático, y los de éxtasis
al sistema simpático.
Para varios neurocientíficos, la experiencia mística depende del lóbulo temporal, pero hay
que tener en cuenta que no son iguales los delirios místicos de los enfermos mentales que
las experiencias místicas de personas sanas. La experiencia religiosa es racional, aunque
comporte fenómenos cerebrales.
Se han publicando trabajos científicos sobre el asiento cerebral de las experiencias
religiosas. Algunos se encabezan con títulos como: “God part of the brain”, “God’s spot”,
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que manifiestan claramente que sus autores piensan que es el cerebro el que crea a Dios y
que las experiencias religiosas son un producto de la actividad cerebral.
Otros títulos:
Dennett D. Breaking the Spell: Religion as a natural phenomenon. Viking. Nueva York.
2006.
Peterson G. The neurobiology of faith. Christian Century, 27 enero, 1999.
Tucker L. God on the brain. BBC, 2 Horizons, 20 marzo, 2003.
Tales investigadores no han meditado y menos aún han experimentado un éxtasis místico
y confunden oración con meditación y con experiencia mística.
Y es que los fenómenos místicos no tienen nada que ver con el cerebro (aunque se pueda
hacer un registro), como muy bien describe San Juan de la Cruz en su libro Subida al
monte Carmelo: “visiones, revelaciones, locuciones, son puramente espirituales, porque no
se comunican al entendimiento por vía de los sentidos corporales sino que se le ofrecen
por vía sobrenatural, pasivamente” (cp. 23, 1).
En la experiencia mística quien toma la iniciativa es Dios y no interviene el cerebro.
Otra visión.
Beauregard, de Montreal, admite que la experiencia religiosa es racional y habla de una
activación de numerosas áreas cerebrales en experiencias con monjas carmelitas: corteza
orbitofrontal medial derecha, circunvolución temporal media derecha, lobulillos parietales
superior e inferior derechos, núcleo caudado derecho, corteza prefrontal medial izquierda,
corteza cingular anterior izquierda.
Dice que no hay un lugar o área de Dios en el cerebro, ya que en las experiencias místicas
se involucra todo el cerebro.
Los pacientes con epilepsia del lóbulo temporal responden con más fuerza a palabras con
contenido religioso que sexual.
Concepciones emergentistas,
según las cuales la actividad intelectual (y por tanto, la religiosa, la espiritual) es un
producto cerebral:
Estas concepciones, aunque admiten que las funciones superiores del hombre suponen un
salto cualitativo con respecto a las biofísicas y bioquímicas que tienen lugar en nuestro
cerebro, tales funciones son producto del cerebro.
Sechenov afirmaba: ”Toda función cerebral, también las superiores, son un reflejo sometido
a las leyes físicas”.
Barlow opinaba que “el pensamiento es la obra de las neuronas. La actividad neuronal es,
ni más ni menos, que el proceso mental”.
Roland y otros, basados en la posibilidad de saber qué centros nerviosos se activan
cuando practicamos diversos movimientos o cuando realizamos operaciones mentales, han
precisado las áreas cerebrales donde asienta nuestra capacidad de pensar.
Flourens afirmaba que “los hemisferios cerebrales son el lugar de la percepción y asiento
de todas las funciones intelectuales”
Ledoux ha afirmado: “tú eres tus sinapsis, y ellas son lo que tú eres”.
4
Para Kandel, Premio Nobel, “La mente no es sino el resultado de una serie de funciones
producidas por el cerebro”.
Churchland, de San Diego, filósofa de la mente, afirma que no hay libre albedrío (en base
a estudios del comportamiento de enfermos con tumores en el hipotálamo). “El circuito
neuronal posee propiedades no atribuibles a sus elementos constituyentes”.
Bunge, filósofo y físico argentino, Premio Príncipe de Asturias 1982, dice que la mente
emerge del cerebro: “La mente es el cerebro en funcionamiento”. “Mantenemos que las
neuronas, en cuanto componentes de una población celular, son amentales, en cambio, los
organismos dotados de capacidad mental poseen psicosistemas”. También dice:“Lo
mental, aunque emerge de lo físico, no puede reducirse a lo físico”.
Para todos ellos (y para otros, como Edelman, biólogo, Premio Nobel) las redes neuronales
son importantes en el funcionamiento de la mente.
Según Sperry, Premio Nobel (junto con Hubel y Wiesel), se puede decir que en el
hemisferio cerebral derecho se desarrollan las funciones que requieren una visión
intelectual sintética de muchas cosas a la vez, y en el izquierdo se desarrollan las funciones
que precisan un pensamiento analítico y elementalista.
La conexión de ambos hemisferios permite una función globalizadora, sistemática y
continua, que discurre prácticamente en simultaneidad. Cada hemisferio va por su cuenta
si no están conectados, como cuando se corta el cuerpo calloso.
Sperry atribuye el salto emergente a patrones y programas cerebrales.
Rodolfo Llinás, neurofisiólogo, en Minnesota, afirma que las neuronas del tálamo sostienen
un “diálogo” continuo con las de la corteza cerebral, produciéndose una oscilación que se
expande y se transmite mediante un “barrido” desde la corteza frontal hasta la occipital
cada 12.5 milésimas de segundo. Este barrido nos permite tener unificadas todas las
experiencias polisensoriales, dándonos la sensación de continuidad y de unidad del mundo
externo.
Damásio, neurólogo, Premio Príncipe de Asturias 1985, estudia las bases neurológicas de
la mente y en especial de la emotividad. Un libro reciente de Damásio es el titulado, “El
cerebro creó al hombre”. Afirma que todo lo espiritual es un producto neuronal.
Para Harris, en base a estudios de neuroimagen, la fe, la creencia, está íntimamente atada
al funcionamiento de la corteza prefrontal ventromedial.
Kapogiannis, neurólogo, habla de un incremento en el volumen de la corteza temporal
medial derecha en la relación íntima con Dios; y una disminución del precuneus y de la
corteza orbitofrontal izquierda en el miedo a Dios; y un aumento del precuneus derecho en
la duda religiosa.
Benjamin Libet , en su libro “Mind Time”, y en base a sus experimentos, afirma que no hay
libre albedrío. Todo está determinado en el cerebro.
Bohn, Penrose, Hameroff, Umezawwa, Kak, Stapp hablan de la teoría cuántica y la
mente.Sin embargo, Tegmark dice que los sistemas cuánticos no pueden controlar la
función cerebral.
Es significativa la siguiente frase de Weinberg, Premio Nobel de Física: “Todo lo que
nosotros, científicos, podamos hacer para debilitar el fundamento de la Religión
debemos hacerlo y esa será nuestra mejor contribución a la civilización”.
Otras concepciones
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Sherrington, Premio Nobel, contemporáneo de Cajal, uno de los padres de la
neurofisiología, en una charla en la BBC decía: “El estudio de los procesos neurales incide
más y más sobre el estudio de la mente, pero todavía hay procesos que parecen estar más
allá de cualquier fisiología del cerebro. Es demasiado salto para que yo de una reacción
eléctrica en mi cerebro pase, de pronto, a ver el mundo que me rodea”.
Lorenz opinaba: “El hiato entre cuerpo y alma es insalvable. Yo no pienso que sea una
limitación debida al estado de nuestros conocimientos y que un avance utópico de éstos
nos lleve a las puertas de la solución del problema”.
Laín Entralgo escribió: “La vida en general y por excelencia la vida humana, no puede ser
científicamente conocida sin la biología molecular, mas tampoco sólo con ella; en sí misma
considerada, la vida es algo más que biología molecular”.
Creutzfeld afirmaba que “nuestra razón no puede aceptar los intentos de reducir la
expresión del yo personal a los hechos neurofisiológicos “.
Cervós afirma que la suma de las partes no explica el funcionamiento global del cerebro.
Además, en ocasiones, la parte lesionada puede hacer la función del todo (Pribram y
Martín Ramírez).
Sir John Eccles, discípulo de Sherrington, Premio Nobel por sus estudios de la sinapsis, fue
dualista interrelacionista. Su teoría es la de la actuación de los “psicones” sobre los
“dendrones”.
Pinker, científico canadiense, aun siendo materialista, escribió: “De hecho, no conocemos
nada de los microcircuitos del cerebro… ahora bien, la experiencia de la primera persona
no es explicable por la ciencia”. “Las neuronas, lo único que hacen es disparar o inhibirse,
nada más”.
Reinoso, Premio Jaime I de Investigación, dice:
"En el cerebro de las diferentes especies, y en el caso del cerebro humano en relación con
el de otros mamíferos, existen diferencias anatómicas, funcionales, genéticas y de
desarrollo que son necesarias para configurar tipos neuronales específicos y esencialmente
complejas redes neuronales que le son propias. Por añadidura, además de todas las
grandes diferencias neurobiológicas con el cerebro de otros seres vivos, el cerebro humano
tiene característica específica de ser humano".
Considerciones finales.
“No existe ningún trabajo experimental, o alguna interpretación de datos experimentales,
publicado en alguna revista científica seria, que permita afirmar de modo claro, riguroso e
inequívoco, que la actividad electroquímica, bioquímica o genético-molecular de la corteza
cerebral causa los fenómenos mentales de modo total, próximo y suficiente.” (Alejandro
Serani)
(y por tanto, los fenómenos de tipo espiritual, religioso)
Hay que pensar en la unidad indivisible de los dos co-principios, alma y cuerpo (mente y
cerebro) para mejor explicar el asunto.
Por otra parte, el cerebro no funciona como un ordenador. Y hay mecanismos cerebrales
que se han heredado, o que son cosa genética, o que son libres, sin previsión alguna.
De acuerdo a los conocimientos actuales,hay que entender que no es lo mismo decir que el
cerebro y la mente tienen relación que decir que la mente es producto del cerebral.
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Igualmente, Dios no es un producto cerebral.
Dios no es objeto de las ciencias experimentales.
Que existe Dios es algo que puede ser demostrado filosóficamente.
La Teología y las Neurociencias poseen métodos de estudio diferentes. En este sentido,
hoy día se observa gran confusión.
(Es dogma de fe, proclamado por el Concilio Vaticano I, que el hombre puede llegar al
conocimiento de la existencia de Dios.)
Collins, el mayor responsable de la secuenciación del genoma humano ha afirmado que la
complejidad de la estructuración del genoma le habla de la existencia de un Creador (lo
mismo podría decirse en relación a la gran complejidad del cerebro humano).
Hay que acudir al concepto de sentidos internos (Giménez Amaya), que nos hablan de la
síntesis y unidad en el análisis de la información sensorial. Los sentidos internos formales
estarían en relación con las cortezas sensoriales y asociativas; para los sentidos internos
intencionales vale hablar de los mecanismos de memoria y el sistema límbico, junto con los
mecanismos neurales de lo emocional.
"En el cerebro humano está registrado el principio natural, y por ello universal, de no hacer
a los demás lo que no quiero para mi. Es como un detector que provoca la emoción
automática de agrado a ayudar y repugnancia por dañar. Es una intuicióin natural que guía
sin determinar la conducta y supone un atajo emocional en situaciones en las que están
vidas humanas y hay que decidir de forma directa e inmediata." (López-Moratalla). Para
varios neurocientíficos, la experiencia mística depende del lóbulo temporal, pero hay que
tener en cuenta que no son iguales los delirios místicos de los enfermos mentales que olas
experiencias místicas de personas sanas. La experiencia religiosa es racional, aunque
comporte fenómenos cerebrales.
Otras consideraciones a tener en cuenta.
En la época clásica, Demócrito pensaba que todo está constituido por partículas indivisibles
– los átomos -, incluida el alma. En la época clásica, Demócrito pensaba que todo está
constituido por partículas indivisibles
– los átomos -, incluida el alma.
Los átomos del alma son, según Demócrito, los más sutiles,por lo que pueden penetrar
todos los órganos del cuerpo.
Hay hechos que podrían hacer pensar que la hipótesis que admite el cerebro como
causa de lo mental es verosímil:
Un traumatismo craneal produce con facilidad inconsciencia.
Cuando el peso encefálico está por debajo de 1.100 g hay idiocia.
Cuando hay que extirpar las áreas cerebrales silentes , mientras no se rebase una cierta
extensión, no se observa ninguna repercusión en el CI, y si se supera,la disminución es
proporcional a la extensión de la zona extirpada.
Si se practica una leucotomía (sección de las fibras que llegan al polo frontal del cerebro)
(Egas Moniz) se produce un notable cambio en la personalidad.
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Y se podrían aducir más hechos que muestran la estrecha relación entre inteligencia
y cerebro y que cuando falla el cerebro queda abolida la actividad intelectual:
Es clásico el caso de Phineas Gage que tuvo una grave lesión de la corteza prefrontal y
padeció un fuerte cambio de personalidad.
El área motora suplementaria se activa antes de producirse un movimiento voluntario, cuya
lesión da lugar al mutismo acinético.
Siempre asombra la enfermedad de Alzheimer, en que se alteran de forma progresiva las
áreas asociativas de la corteza , mucho más desarrolladas en el hombre que en los
animales, muy relacionadas con aspectos cruciales de la mente.
La mente no puede ser una “secreción” del cerebro, ya que de lo material no puede
surgir lo inmaterial.
Para la comprensión del proceso, hay que acudir al concepto de sentidos internos
(Giménez Amaya), que nos hablan de la síntesis y unidad en el análisis de la información
sensorial.
Los sentidos internos formales estarían en relación con las cortezas sensoriales y
asociativas; para los sentidos internos intencionales vale hablar de los mecanismos de
memoria y del sistema límbico, junto con los mecanismos neurales de lo emocional.
Sensación es la reacción que producen los impulsos nerviosos, originados por un estímulo
sensorial, en la corteza del cerebro. Es un proceso puramente físico-químico.
Es un fenómeno neurológico, necesario para la percepción.
La percepción es la sensación consciente (Aristóteles)
La segunda fase, el paso de lo sentido a la percepción, aún siendo un fenómeno común al
hombre y a los animales superiores, rebasa el ámbito neuronal, por lo que la percepción es
cualitativamente distinta de la sensación (Millán Puelles).
Implica localizar las imágenes no dentro de uno mismo sino como algo extracerebral, y ser
consciente de que se está percibiendo, implica un primer grado de reflexión.
Si la percepción es metaneuronal, con mayor razón lo ha de ser el pensamiento,
propio de la especie humana.
Aun considerando el carácter metaneuronal de la abstracción, no quiere decir que la
información sensorial y la actividad integradora del cerebro sean inútiles. Si falla este paso
no se puede llegar a abstraer.
Y si la abstracción, que es el primer paso en la actividad mental es metaneuronal,
con mayor razón lo serán los pasos siguientes, el juicio y raciocinio .
El cerebro no es un órgano pensante. Es instrumento, y no agente del pensamiento.
Pero ¿quién es el que piensa? Es posible que un hombre de la calle responda a la
pregunta con más facilidad que un científico. Responderá: yo, y lo mismo nos diría si le
preguntáramos quién está alegre o quién está preocupado.
Yo soy el que piensa, el que está alegre o preocupado, es decir todo mi ser, mi
persona, no una parte, no el cerebro.
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El sujeto de todas las operaciones es la persona.
Lo que varía es el instrumento, la parte del individuo que actúa en cada una de las
operaciones: los pulmones en la respiración o el cerebro en el pensamiento (Millán
Puelles). Pero el sujeto de cada una de esas operaciones es la persona, no su cuerpo o su
alma o el estómago o los pulmones.
Todos los impulsos que llegan al cerebro son de la misma naturaleza:
potencial, junto con la liberación de neurotransmisores.
cambios de
Y las neuronas siempre responden de la misma manera, aunque sea muy diferente la
información que les llegue: si el potencial evocado alcanza un cierto nivel, la neurona
descarga un impulso que camina a lo largo de su axón, que actuará sobre las neuronas con
quien tiene conexión.
Supongamos un individuo mirando un libro. Si pudieran decir sus neuronas del área visual
de la corteza cerebral qué es lo que experimentan al recibir los impulsos nerviosos que han
provocado los rayos luminosos que provienen del libro, dirían que están recibiendo una
serie de descargas de una frecuencia dependiente del color y de la intensidad de la luz
procedente del objeto.
Lo que no dirían es que están viendo el libro, pues no lo ven. Y es que, entre recibir
impulsos y ver hay un salto, como decía Sherrington.
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