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1 CARLOS PAVÁN GADAMER Y LA IDEA HEGELIANA DE LA LÓGICA En este artículo analizaré el tercero de los cinco ensayos que Gadamer dedica al estudio de la dialéctica hegeliana y que han sido recogidos en la obra Hegels Dialektik1, publicada en Tubinga en 1971. El texto en cuestión desarrolla una interpretación de la idea de la Lógica de Hegel articulándola según cuatro temas, a saber: una primera sección introductoria; una segunda destinada a la comprensión del método; una tercera centrada en el intrincado comienzo de la Ciencia de la lógica y una cuarta en la que es explorada la actualidad de la propuesta hegeliana. Nuestra meta es analizar dichas temáticas para así contribuir al estudio de la interpretación gadameriana de la filosofía de Hegel. Vamos pues a comenzar por la primera sección. CONSIDERACIONES GENERALES Gadamer –fiel a su concepto del círculo hermenéutico2comienza su recorrido interpretativo de la lógica hegeliana ubicándose en el todo desde el cual irán adquiriendo sentido las partes en una constante retroalimentación hermenéutica. La idea es la siguiente: “Con su lógica pretende Hegel llevar a culminación la filosofía trascendental fundada por Kant.”3 Ahora Este texto se citará según la traducción castellana de Manuel Garrido. Este tema central de la ontología gadameriana lo he estudiado, desde el punto de vista fundacional, en mi libro Gadamer y el círculo hermenéutico, Caracas, 2007. 3 H.-G. Gadamer, La dialéctica de Hegel, traducción castellana de M. Garrido, Madrid, 2005 (la primera edición en esta misma editorial es de 1980), p. 77. Cursivas añadidas. Para referirme a este texto utilizaré la sigla DH seguida por el número de la página. 1 2 2 bien, para llevar a cabo esta tarea es menester mostrar el despliegue del saber desde la perspectiva de la filosofía moderna, es decir, desde la apertura a partir de la cual la autoconciencia se desarrolla en y para sí lo cual, a su vez, implica emprender un proyecto cuya continuidad histórica, centrada en la perspectiva trascendental, se realiza en la discontinuidad teorética que diferencia el tiempo como a priori de la estética trascendental (propio de la física) del tiempo espiritual en el que la conciencia histórica se desarrolla en su avance hermenéutico. No hace falta señalar que tal continuidad discontinua repercute en el mismo comienzo del saber el cual se fundamenta en el devenir de las experiencias de la conciencia que Hegel traza en su Fenomenología4 y cuyo resultado consiste en mostrar que la verdad de la certeza sensible conduce necesariamente al auto-reconocimiento de la conciencia articulado en las tres dimensiones del espíritu absoluto, esto es: el Arte, la Religión y la Filosofía. A este respecto es importante destacar que Hegel, como todos los grandes filósofos occidentales, tiene un concepto elevadísimo del saber que él mismo practica y ese concepto es, justamente, lo que se traduce en el despliegue lógico del sistema. Así las cosas, la Ciencia de la Lógica empieza allí donde termina la Fenomenología del Espíritu lo cual significa que la conquista del saber absoluto, entendido como la superación de la tensión opinión-verdad5 que se lleva a cabo en la segunda, es condición principial de la primera. En este sentido, esto es, en Escribe Gadamer: “El comienzo de la ciencia descansa, por tanto, en el resultado de las experiencias de la conciencia, la cual comienza con la certeza sensible y llega a su culminación en las configuraciones del espíritu que Hegel denomina «saber absoluto»”. (DH, p. 78 s.) 5 Refiriéndose a la tríada que articula el saber absoluto Gadamer escribe: “Son absolutos, porque no hay ya ninguna opinión de la conciencia que pueda llagar más allá de aquello que de un modo plenamente afirmativo se muestra en ellos. Aquí es donde, por primera vez, comienza la ciencia”. (DH, p. 79). 4 3 cuanto resultado necesario de la catarsis de la conciencia que trasciende la opinión en el saber absoluto de la filosofía, el recorrido fenomenológico antecede al desarrollo de la ontología hegeliana –es decir, la Lógica- fundamentando la dimensión del pensar puro no tanto en a la vaciedad de la apercepción pura sino más bien en la razón hecha espíritu, forjada históricamente en y por la ciencia de la experiencia de la conciencia. Ahora bien, la conquista del espíritu como punto de llegada fenomenológico convierte en tarea necesaria retrotraer la reflexión filosófica a su comienzo histórico, es decir, a los logros de la “metafísica del Lógos-Nous que antecede a toda la problemática de la autoconciencia.”6 Si el saber en su expresión más elevada –es decir, la filosofía- reclama para sí la calificación de absoluto y si, además, ello supone la introducción de la noción de espíritu y la correlativa superación dialéctica de la apercepción trascendental en la necesaria incorporación del tiempo histórico que se manifiesta en el devenir de la tradición especulativa, ¿cómo no incluir en el comienzo de la lógica el comienzo de la filosofía concebida desde el punto de vista gadameriano de la Wirkungsgeschichte7? En este retorno a la fuente originaria, la noción hegeliana que se materializa semánticamente en la expresión Der Logische encarna cabalmente el lógon didónai socrático-platónico y, a este respecto, Gadamer hace una observación cuya importancia es decisiva. He aquí sus palabras: “la pretensión de la dialéctica en la lógica de Hegel consiste en llevar a su cumplimiento esta exigencia de darse clara cuenta de la legitimidad de cada pensamiento particular situándolo en el contexto del despliegue sistemático de todos los Ibid. Cursivas añadidas. el termino gadameriano porque me parece del todo adecuado para expresar este aspecto del devenir histórico hegeliano. 6 7Utilizo 4 pensamientos.”8 A la luz de esta idea central y recordando la necesaria mostración de influencia de lo histórico en lo lógico en la que se sostiene la Lógica de Hegel, la tarea del pensar especulativo consiste en el desarrollo de las determinaciones conceptuales así como se ha producido en el movimiento temporal propio del orden de la historia efectual de manera que, a partir de lo señalado, la inmortal grandeza de la propuesta filosófica hegeliana consiste en haber asumido el compromiso de cerrar el ciclo histórico de la filosofía que comenzó en Grecia y termina en Alemania. Esta titánica tarea consiste, pues, en hacerse cargo de la historicidad que debe dar razón (lógon didónai) del desarrollo inmanente del espíritu en su propio elemento lógico (Der Logische). Esta es, pues, la idea de la lógica hegeliana que, en sus líneas generales, orienta el recorrido hermenéutico gadameriano y cuyo próximo paso será él de determinar el método propio de tal lógica. EL MÉTODO Gadamer sostiene que la lógica hegeliana practica un método cuyo andamiaje retoma la estructura de la dialéctica platónica. Sus palabras son claras: “es preciso retrotraerse a la filosofía griega para poder entender la idea del método por el que Hegel trató de convertir la lógica tradicional en una genuina ciencia filosófica: el método es la dialéctica.”9 Como ya se dijo, semejante retorno a las fuentes no es casual sino que es el requisito indispensable del pensar filosófico así como lo entienden tanto Hegel como Gadamer. Ahora bien, la 8 9 DH, p. 80. DH, p. 81. Cursivas añadidas. 5 dialéctica que practicaron autores como Platón, desarrolla la exigencia eleática de un pensar puro, es decir, un pensar que catárticamente se eleva por encima de lo sensible; un pensar que, abandonadas las posibles interferencias de los sentidos, asume en y para sí la tarea del desarrollo interno del concepto10. Sin embargo, esta exigencia primera e insoslayable del pensar filosófico que asume para sí la tarea de la autoedificación dialéctica, debe ser reconocida en la distancia temporal que, a su vez, marca la distancia conceptual que separa la dialéctica platónica de la hegeliana. Esta última reclama para sí el comienzo absoluto en el que se ha eliminado toda tensión entre el saber y su contenido, de manera que el pensar puro pueda desarrollarse bajo la forma del sistema. No obstante, a pesar del distinto enfoque, la dialéctica hegeliana hace suya la medular tesis platónica que insiste en la necesidad de evitar cualquier determinación que desconozca la íntima conexión de las ideas entre sí. Por lo tanto, según Gadamer, Platón y Hegel coinciden en sostener que el “el lógos es siempre un complejo de ideas, la relación de las ideas entre sí. […] No hay ideas aisladas, y es tarea de la dialéctica destruir la falsedad de su absoluta separación.”11 Desde este punto de vista, Gadamer considera que Hegel desarrolla la tesis platónica de la unidad de las ideas en el sentido sistemático según el cual la conexión ideal impone la necesidad de unificar las determinaciones del ser y las de la reflexión en la doctrina del concepto, de forma tal que “Lo que Al referirse justamente a la época auroral de la filosofía occidental Gadamer señala que los primeros filósofos, encabezados por Parménides, “exigieron y dieron cumplimiento al pensar «puro», al que todavía se sigue aludiendo ya en el título de la principal obra de Kant la Crítica de la razón «pura». La expresión «pensar puro» apunta manifiestamente a un origen pitagórico-platónico. Implica la purificación, la catarsis, por la que se libera el pensar de toda turbación de los sentidos.” (DH, p. 81). 11 DH, p. 82. Cursivas añadidas 10 6 encuentra su culminación en la doctrina del concepto es así la unidad del pensar y el ser que corresponde tanto al concepto aristotélico como kantiano de categoría.”12 Articular esta lectura significa mostrar que una de las dimensiones protológicas de la idea hegeliana de la lógica consiste en “concebir en un nexo unitario esta tradición de la doctrina de las categorías como doctrina de los conceptos básicos del ser, que constituyen el objeto de la experiencia, juntamente con los conceptos puros de la reflexión, que son meras determinaciones formales del pensar. Dicho de otra manera, Hegel pretende devolver su función originariamente objetiva al concepto de forma, que procede de la metafísica aristotélica.”13 Pues bien, la recuperación del concepto aristotélico de forma permite a Hegel, por un lado, lograr la ya mencionada unidad de ser y pensar -esto es, sorprender la unión, en la lógica del concepto, del ser y de la esencia, evitando así las dificultades generadas por la introducción de la noción de noúmeno- y, por el otro, alcanzar, mediante la estructuración de la lógica del ser según las categorías de la cualidad y la cantidad y de la lógica de la esencia según las categorías de la relación y modalidad, la exposición sistemática, evitando de esta manera el carácter rapsódico de la doctrina aristotélica de las categorías. En este sentido, la exigencia sistemática, propia de la lógica hegeliana, “En su propósito de deducir la recíproca conexión de todas las categorías, adopta un criterio que viene dado por la determinación en cuanto tal […]. Tal es el criterio para la construcción de la lógica: partir de lo más general, esto es, de lo mínimamente determinado, en donde, por así decirlo, lo que hay que concebir no es todavía casi nada, para progresar constantemente hacia el pleno contenido del concepto y 12 13 DH, p. 83. Cursivas añadidas. DH, p. 84. Cursivas añadidas. 7 desplegar así la totalidad del contenido del pensar.”14 Este criterio, decisivo para la exposición dialéctica del elemento lógico, es menester entenderlo desde la relación fundacional que conecta la Ciencia de la Lógica con la Fenomenología de Espíritu. Mientras la dialéctica fenomenológica procede en la oposición del saber y la opinión hacia su superación en el Saber Absoluto, la dialéctica lógica asume como punto de partida ese Saber Absoluto alcanzado fenomenológicamente, de manera que, en la dimensión lógica, no hay espacio alguno para el opinar. Por lo tanto, “si lo subjetivo ya no tiene lugar alguno en absoluto, la comprensión de la dialéctica en la Lógica ha de enfrentarse con la cuestión de saber cómo aquí, donde ya no es experimentado movimiento alguno del pensar, debe darse un movimiento de los conceptos.”15 Es fácil percatarse de que el planteamiento recién expuesto nos obliga a enfrentarnos con uno de los tópicos más controvertidos de la Lógica: el de su comienzo. EL COMIENZO DE LA LÓGICA Como acabamos de recordar, Gadamer plantea este tema señalando que, al estudiar el comienzo de la Lógica, es preciso preguntarse por el movimiento del concepto tomando en cuenta que dicho movimiento tiene que ser de corte dialéctico, es decir, que “en el no debe haber nada presupuesto.”16 Volveremos más adelante sobre esta cuestión: por ahora, siguiendo de cerca el argumentar hegeliano y gadameriano, es preciso recordar que el comienzo del la Lógica es el ser y, por consiguiente, la pregunta inicial es: DH, p. 86. Cursivas añadidas. DH, p. 89. Cursivas añadidas. 16 DH, p. 91 s. Cursivas añadidas. 14 15 8 “¿Cómo se pone en marcha el movimiento de la dialéctica a partir del ser?”17. Inmediatamente aflora una primera dificultad: si, por un lado, es comprensible que no se pueda pensar el devenir sin utilizar la oposición ser/nada, es problemática la cuestión según la cual “cuando se piensa el ser que es la nada, se tenga que pensar el devenir.”18 Lo cual significa que “Aquí es afirmada una transición en la que manifiestamente falta la evidencia que se reconoce a la necesidad dialéctica.”19 El problema es claro y consiste en responder esta pregunta: ¿cómo de dos conceptos absolutamente indeterminados puede surgir una síntesis que produzca algo determinado? Semejante dificultad, más que resolverse, se enfatiza en la misma terminología hegeliana, la cual, al expresar el tránsito en cuestión, utiliza la expresión unmittelbar hervorbricht. Pues bien, la expresión hervorbrechen que, siguiendo la versión castellana, traducimos por estallar, según Gadamer, “ha sido elegida precisamente para mantener alejadas las ideas de mediación y transición”20 de manera que “ese tránsito no es todavía ninguna relación”21 y, por ende, afirmar que la “nada estalla en el ser querrá decir […] que la diferencia del ser y la nada se presenta, ciertamente, en nuestro opinar, como una contraposición extrema, pero que mantener esta diferencia es algo de lo que no puede salir bien el pensamiento.”22 Pero, afirmar con Hegel que el ser y la nada son distintos sólo doxásticamente, complica las cosas ya que, como ya se dijo, el opinar no tiene cabida alguna en la Lógica. Es verdad que Gadamer intenta resolver la cuestión señalando que “si […] en el comienzo de la Lógica, se DH, p. 92. Cursivas añadidas. DH, p. 92. Cursivas añadidas. 19 Ibid. 20 DH, p. 93. Cursivas añadidas. 21 Ibid. 22 Ibid. Cursiva añadidas. 17 18 9 nos retrotrae al opinar, ello es sólo porque aquí se está todavía en el comienzo del pensar”23; sin embargo, semejante salida no convence. En efecto, si, por un lado, es cierto que estamos comenzando el recorrido lógico-dialectico, por el otro, cabe recordar que se trata del comienzo de la Lógica, la cual, al presuponer la Fenomenología, no concede espacio alguno a la dóxa y el mismo Gadamer reconoce la aporía cuando afirma que “queda implícitamente dicho que el sentido del progreso hacia el devenir no puede ser el de la continua determinación dialéctica.”24 El estallido de la nada en el ser puede muy bien concebirse como un opinar, pero ninguna opinión puede pretender para sí el papel de motor del movimiento lógicodialéctico. A la luz de lo señalado, es del todo discutible la tesis que defiende Gadamer y según la cual “El ser y la nada deben ser más bien tratados […] como momentos analíticos en el concepto de devenir.”25 Si el ser y la nada deben ser entendidos de esta manera, entonces esta primera pareja conceptual no es en realidad primera, ya que el devenir la precede. Llegados a este punto sumamente intrincado, quizás sea conveniente retomar la idea de la Lógica hegeliana a la que ya hicimos referencia. Gadamer, con razón, considera que tal idea se inserta en la intención hegeliana de llevar a sus últimas consecuencias el proyecto moderno que consiste en desarrollar sistemáticamente el saber desde la apretura de la autoconciencia. Así las cosas, el comienzo de la Lógica es el punto de llegada de la Fenomenología y ese tránsito de la dimensión fenomenológica a la ontológica marca la aparición del Saber Absoluto que reconoce en la filosofía su expresión completa y adecuada. Ahora bien, el tiempo de la dialéctica Ibid. DH, p. 94. 25 DH, p. 95. 23 24 10 hegeliana no es él de la epistemología kantiana; su tiempo no es el de la física sino el de la historia. de manera que la filosofía, como expresión última del saber absoluto, puede muy bien situarse en el marco histórico y, al hacerlo, es muy comprensible que el comienzo del pensar puro (el comienzo de la Lógica) coincida con el comienzo de la historia efectual filosófica. La Lógica comienza, pues, con el ser y la nada porque así empieza el devenir filosófico, lo cual es confirmado por las claras referencias de Hegel a Parménides y Heráclito. Ahora bien, si, por un lado, es evidente que este proceder es requerido por el pensar dialéctico-histórico, por el otro, no es para nada evidente que, desde el punto de vista ontológico, la pareja ser/nada sea el comienzo del pensar lógico-filosófico. En suma, pretender articular el recorrido histórico-dialéctico desde el punto de vista del sistema es lo que produce las aporías señaladas y una manera de evitarlas es abandonar el marco referencial lógico y colocarnos en el punto de vista hermenéutico y, como veremos, esto es justamente lo que sugiere Gadamer. LA ACTUALIDAD DE HEGEL La pregunta que es preciso responder, respecto de las dificultades que plantea la idea general de la lógica hegeliana, es formulada por Gadamer desde el punto de vista del lenguaje. Estas son sus palabras: “Se plantea la cuestión de saber si el lenguaje no es, en efecto, más que una lógica instintiva que está todavía a la espera de ser penetrada por la 11 reflexión conceptual.”26 Y, por otra parte, “Lo que vale para la construcción de la lógica –a saber, que para realizarse a sí misma la lógica no tiene más remedio que usar de antemano y presuponer las categorías de la reflexión que luego pretenderá deducir dialécticamente– no sólo sigue valiendo también aquí, sino, fundamentalmente, para toda relación entre palabra y concepto.”27 Ahora bien, acerca de lo señalado, es preciso reconocer que “Tampoco en la palabra se da el caso de un comienzo en el punto cero.”28 Esta idea, cuyas implicaciones hermenéuticas son evidentes, debe ser destacada con el mayor énfasis. Si no hay un punto cero para el lenguaje, tampoco lo hay para la lógica (en sentido hegeliano) de manera que el previo recorrido fenomenológico es del todo acertado. Ahora bien, refiriéndose a Hegel, Gadamer dice: “Justamente por ello plantea la tarea lógica –tematizar de por sí en el «pensamiento puro» lo que «uno piensa»- una insoluble aporía, que Hegel experimenta y concibe como la inquietud dialéctica.”29 El texto en cursivas, en el original alemán, reza así: “Gerade deshalb aber stellt die Aufgabe der Logik, des was «einen denkt», von sich aus «rein denked» zu thematisieren”. Ahora bien, esta es la traducción italiana: “Proprio perciò il compito della lógica, che è quello di tematizzare non ciò che uno pensa, ma che «pensa uno» (compl. oggetto)”.30 Como podemos apreciar, aunque la traducción castellana sea inobjetable, sin embargo, la versión italiana, oponiendo “ciò che uno pensa” a “che pensa uno” y, además, haciendo gramaticalmente hincapié en el acusativo, nos parece que logra expresar con mayor fuerza lo que Gadamer quiere decir. ¿Cuál es esa insoluble aporía? El sapere DH, p. 99. Cursivas añadidas. DH, p. 100 28 Ibid. Cursivas añadidas. 29 DH, p. 101. Cursivas añadidas. 30 H.-G. Gadamer, La dialettica di Hegel, trad. it. de R, Dottori, Torino, Marietti, 1973, p. 119. 26 27 12 aude es el gran legado de la modernidad; sin embargo, ese sujeto que asume la terea de pensar descubre que, en realidad “Las palabras mismas prescriben el único modo en que podemos emplearlas. A esto es a lo que se llama el «uso del lenguaje», que no depende de nosotros, sino del que nosotros dependemos, puesto que [no] podemos ir contra él.”31 En la medida en que uno decide pensar, descubre que su mismo pensar no depende de él sino del pensar mismo: en palabras de Verdad y método, descubre su pertenencia al acontecer de una tradición. Ahora bien, para un proyecto que, como el de Hegel, pretende desarrollarse desde el punto de vista del pensar absoluto, aceptar semejante finitud es inconcebible y, justamente por ello, ella es la verdadera fuente de la dimensión aporética del pensamiento hegeliano. Pero lo que a Hegel no le está permitido por su misma pertenencia a la tradición moderna, está en cambio al alcance de un pensador contemporáneo como Gadamer, quien escribe. “La verdad es que nuestra naturaleza humana está hasta tal punto determinada por la finitud, que el fenómeno del lenguaje y del pensamiento, que pretende captarla, ha de ser siempre contemplado bajo la ley de la finitud.”32 Y esa finitud se manifiesta en el mismo movimiento del lenguaje, el cual “discurre en dos direcciones: por un lado, tiende hacia la objetividad del pensamiento, pero por otro, retorna de éste como refugio de todas las objetivaciones en la cobijadora fuerza de la palabra.”33 Ahora bien, la grandeza de Hegel, a pesar de las limitaciones señaladas, consiste en haberse percatado de que el saber en el enunciado especulativo tiene DH, p. 100 s. Cursivas añadidas. En este texto hay un error de imprenta. En efecto, en la traducción el no que pusimos entre paréntesis no aparece. Sin embargo, sí aparece en el texto alemán y por ello lo he añadido. 32 DH, p. 101. Cursivas añadidas. 33 Ibd. Cursivas añdidas. 31 13 que remitirse al mismo lenguaje como a aquello que lo determina de antemano o, según nos dice Gadamer: “aquí es donde reside la principal actualidad de Hegel: la proposición especulativa no es tanto enunciado sino lenguaje”34: no se trata de lo que “uno piensa” sino de “lo que piensa uno”. Así las cosas, la idea de la lógica hegeliana que defiende Gadamer se resume en estas líneas: “Cuanto más radicalmente medita sobre sí el pensamiento objetivante y despliega la experiencia de la dialéctica, tanto más radicalmente remite a lo que nos es. La dialéctica ha menester de reducirse a hermenéutica.”35 Carlos Paván 34 35 DH, p. 103. Cursivas añadidas. DH, p. 107. Cursivas añadidas.