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Historia Atenas La tercera parte de los ciudadanos de Atenas vivían en centros urbanos. Principalmente los ricos eran los que vivían en la ciudad. Muchos de ellos vivían de rentas y/o del negocio de esclavos. Entre los ricos figuraban Cimón, Nicias (jefe del ejército), etc. Nicias no empleaba directamente a los esclavos, sino que los alquilaba a otras personas. El número de esclavos en Atenas era discutible, calculándose entre 60.000 y 80.000. La mayoría de ellos se dedicaban a trabajar en las minas y el servicio era doméstico. Pocos de ellos se dedicaban a labores agrícolas y manuales. A pesar de que había muchos pobres en Atenas, se vio libre de revueltas sociales como había en otros lugares de Grecia, inclusive tomaban parte en actividades religiosas y ceremonias oficiales. Alrededor de la tercera parte de los ciudadanos, sin incluir a los metecos, disponían de medios para que se los clasificara como hoplitas. Todo ciudadano y meteco debían prestar servicio militar. Habitualmente los que iban eran los hoplitas y jinetes (que eran los más ricos), ellos debían mantener su propio equipo y el Estado solo les daba una baja ración diaria. El ejército estaba formado por personas de clase social media y alta. Distinto era con la escuadra naval: el mando de las naves lo tenían los ciudadanos más ricos que pagaban gran parte de las operaciones. La tripulación de las naves eran profesionales a sueldo. Generalmente los pobres de la ciudad, eran los tripulantes. Con la palabra “demos”, que quiere decir pueblo, por un lado se utilizaba en el sentido de plebe, populacho, clases inferiores de Meteco: extranjero que vivía en la sociedad, pero también significa el conjunto del Atenas sin gozar de todos los pueblo entero; y esto último, en una democracia, es derechos ciudadanos. el cuerpo de ciudadanos que actuaban públicamente Hoplitas: soldados atenienses. por su Asamblea. La Asamblea se reunía frecuentemente y podía asistir todo ciudadano varón mayor de 18 años (exceptuados los que habían cometido algún delito). Los que asistían, con sus acciones, validaban lo que se decidiera, y eran considerados actos del pueblo. La clave de la democracia era la participación directa en el gobierno. Cada ciudadano podía asistir la cantidad de veces que quisiera y tenía derecho a formar parte en la discusión de los asuntos, proponer modificaciones, y votar todo tipo de decisiones: declaración de guerra o paz, poner impuestos, regulación de culto, finanzas bélicas, obras públicas, etc. La preparación de las reuniones las hacía la boulé (consejo de 500 miembros elegidos por un año, y ningún ciudadano podía pertenecer más de dos veces a la boulé en su vida). Había también cargos oficiales de diversa importancia, elegidos por sorteo y por un año. La excepción eran los diez generales (que manejaban los temas de la guerra), que podían ser elegidos y reelegidos ilimitadamente, y algunos componentes de comisiones que debieron ocuparse en cierto tiempo de negocios diplomáticos. No había jerarquía entre los oficios y cargos, todos tenían que responder de igual forma ante el demos. El sistema democrático fue fruto de una evolución, que llegó a ser completa hacia el final del siglo V. Fueron Solón y Pisístrato los que pusieron las bases de la democracia, ya que debilitaron el monopolio político que tenían las familias aristocráticas. La democracia llegó en forma brusca y repentina, luego de que Esparta derribó a la tiranía y hubo dos años de guerra civil. El arquitecto de la democracia fue Clístenes, quien vio que necesitaba el apoyo de la plebe (el pueblo), para llenar el vacío dejado por el último tirano, Hipias. Clístenes y sus asesores crearon las nuevas instituciones para el objetivo del nuevo tipo de gobierno. Así y todo, todavía no llegaban al nivel en el que los desarrollaría Pericles. Otro que ayudó en la construcción de la democracia entre ambos fue Efialtes. La clave para que la democracia funcionara era la elección por suertes (elección por igualdad de oportunidades) y el pago por el desempeño de las funciones públicas, cosa que le permitía a un indigente tomar asiento en el consejo y en los tribunales, y ejercer su papel de ciudadano en la asamblea. Pericles estaba orgulloso de que la pobreza en Atenas no era impedimento para servir en la causa pública. Como había muchos cargos para cubrir (los de la Asamblea, el Consejo, tribunales…), muchos ciudadanos comunes accedieron a puestos antes reservados a una estructura clasista. Sin embargo, la distribución no era tan igualitaria porque las poblaciones rurales estaban menos representadas y entre los hombres de alta capacidad de decisión había muy pocos que procedieran de las clases inferiores. La democracia ateniense daba por sentado que todos los ciudadanos tenían aptitudes para participar del gobierno por turnos cíclicos. El sueldo (estipendio) compensaba bastante al ciudadano por lo que dejaba de percibir por su trabajo habitual, pero nadie miraba al cargo público como su medio de vida. Por otro lado, un estado como el ateniense, necesitaba políticos que pudieran dedicarse más tiempo a coordinar otro tipo de acciones para los intereses públicos. El estado encontraba a estas personas entre aquellos que tenían mucho dinero, rentistas, que tenían tiempo para dedicarse por entero a los intereses públicos. Primeramente, estos dirigentes eran las familias que tenían campos, después de la guerra del Peloponeso, fueron los hombres que obtenían su dinero gracias a la industria de los esclavos. Más adelante, hubo hombres pobres que se pudieron dedicar más efectivamente a estos puestos. Se fue haciendo cada vez más frecuente referirse a estos hombres llamándolos ORADORES. La dirección del Estado dependía de la Asamblea, ya que hacía la política y tenía el control, junto con los tribunales, de los negocios del Estado y de los Oficiales. Las sesiones de la Asamblea eran al aire libre, en un lugar denominado Pnix. donde se reunían miles de ciudadanos para debatir las cuestiones que surgieran. La Asamblea era un mitin, y dirigirse a ella exigía el ejercicio de la oratoria. La Asamblea no tenía una composición fijada de ante mano, nadie era elegido para asistir a ella. El presidente era elegido cada día por miembros del Consejo, y las proposiciones se hacían, se discutían, se cambiaban y se votaban en la misma sesión, salvo en raros casos. Ni los que ocupaban un cargo ni los que formaban parte del Consejo podían actuar mediante sustitutos. Luego de la época de Pericles, apareció un nuevo tipo de dirigente que fue el demagogo, que halagaba al pueblo en la Asamblea y en los Tribunales, a expensas de los intereses del Estado. En general, la Asamblea se mantuvo honorable hasta su final. La mayoría de los ciudadanos prestaban su apoyo a los políticos de plena dedicación, sobre todo en problemas de finanzas o relaciones exteriores que eran incapaces de resolver. En general los dirigentes políticos vivían en constante tensión, ya porque se peleaban con algunos oponentes o que el pueblo se molestase con los fallos. Algunos políticos sufrieron el ostracismo (destierro honroso por diez años sin pérdida de bienes), luego otros sufrieron el exilio por acusación de crímenes y algunos otros menos hallaron la muerte. Durante los dos siglos de gobierno democrático en Atenas, no fueron muchos los incidentes de represión, calumnia, o quebrantamiento del derecho. Solo dos veces en esos doscientos años, los oligarcas dieron golpes de estado, pero fueron de muy corta duración. Muchos de ellos intervinieron en estos dos golpes, y se los conoce como “los 30 tiranos”. No hubo oligarquía en Atenas, hasta que los macedonios terminaron con la democracia en el 322. Los dos bloques de opinión en los cuales se dividían los ciudadanos de Atenas eran los “pocos” y los “muchos”. Para los “muchos”, el Estado era la fuente de beneficios materiales y una participación amplia en el gobierno. Para los “pocos”, el Estado es el origen de los honores y de las satisfacciones, que acompañaban a la dirección de asuntos políticos y militares. El sistema democrático fue generando su propia importancia, basado en el sentido de responsabilidad cívica de sus ciudadanos, y ni siquiera los desastres de la guerra del Peloponeso ni la pérdida del Imperio amenazaron la estructura del gobierno. Atenas fue el estado más próspero de la Grecia clásica, produjo una gran cantidad de escritores, artistas, científicos y filósofos. Muchas personas iban a vivir a la ciudad por estos motivos. Se consideraba a Atenas, según Pericles, “la escuela de toda la Hélade”. Esparta Se considera que Esparta tuvo dos historias: la suya interior, y la de su imagen en el exterior (espejismo). Esta doble imagen provocó un cuadro muy confuso y contradictorio sobre Esparta. La causa de esto fue, en parte, que el espejismo impedía ver la realidad, deformándola. Y por otra parte, lo callados que eran los espartanos. Su famoso “hablar lacónico” era una señal de que nada tenían qué decir (hablaban poco). Esparta no tenía un gran número de población, por eso no se clasificaba entre los estados mayores. Se había adueñado, por conquista, de los distritos de Laconia y Mesenia, que eran muy fértiles, con acceso al mar, y ricos en hierro. Los pobladores de este territorio no eran libres, y podían ser de dos clases: ilotas, a los que los espartanos no reconocían derecho alguno, y les obligaban a trabajar las tierras en calidad de siervos, y periecos, que conservaban su libertad personal y su propia organización comunitaria, a cambio de ceder a Esparta el derecho a la acción en el aspecto militar y en el de las relaciones exteriores. No hay muestras de que los periecos lucharan por librarse de la autoridad de Esparta. Ellos manejaban el comercio y la producción industrial, para satisfacer las necesidades de los espartanos. En compensación, mantenían un buen ambiente en lo artesanal y en lo artístico. Los ilotas definitivamente eran esclavos, y los espartanos habían adaptado la alternativa de dejarlos en su lugar natal, con lo cual las revueltas de los ilotas eran frecuentes. Los ilotas no se revelaban más a menudo debido a que Esparta estaba casi siempre en armas. Un caso importante fue lo que se llamó “La Segunda Guerra de Mesenia”, cuando los ilotas de este lugar se revelaron y la guerra duró 17 años. Fueron aplastados por los espartanos. Luego de esta guerra, los ciudadanos de Esparta se transformaron en una milicia de profesionales educados desde su infancia para adquirir destreza militar y absoluta obediencia. Tenían que llevar una vida de campamento e instrucción continua militar, siempre dispuestos a pelear contra cualquier enemigo. El sistema espartano estaba cerrado a cualquier influencia exterior ya sea como de extranjeros o dioses importados. Estructura política espartana: el consejo de ancianos estaba formado por dos reyes hereditarios que manejaban los ejércitos en campaña y otros 28 miembros elegidos de por vida entre los ciudadanos mayores a los 60 años. Ellos elaboraban las leyes. En la Asamblea eran admitidos todos los ciudadanos pero no podían ni iniciar acciones, ni enmendar propuestas; solo podían aprobarlas o denegarlas mediante el voto. Por arriba de todos, estaban los cinco éforos, que se elegían entre todos los ciudadanos. Tenían la supervisión general del Estado e importantes funciones judiciales. Vigilaban a los reyes, al consejo de ancianos (GERUSÍA) y a la Asamblea Popular (APELLA). La supremacía de Esparta era debida a su disciplina militar y bravura. Para conservar la paz con sus vecinos griegos, se basaba en su habilidad de usar la Liga Peloponesia. La Liga le proporcionaba a Esparta ayuda militar para elevar su fuerza a mayor proporción. Llegó a ser la mayor potencia militar de Grecia en tierra firme, y sus aliados le daban apoyo naval suficiente, hasta que fueron superados por la flota de Atenas. La historia espartana comienza a perder fuerza a partir de la guerra contra los persas. Su xenofobia (odio a los extranjeros) hizo que rehusaran cualquier medida ampliadora de la ciudadanía aún cuando tenían una altísima necesidad de soldados. La guerra del Peloponeso generó mucha presión, tanto para las tropas como para los dirigentes, ya que el sistema no estaba preparado para una guerra tras otra. Lisandro, el que consiguió la victoria final, no reveló ninguna virtud más allá que su competencia militar. Todos los nuevos caudillos tenían gran falta de visión y flexibilidad en materia política o social. Los reyes y generales peleaban mucho entre sí o con los éforos y la corrupción avanzó sobre todas estas personas de poder. En el decenio posterior a la guerra, su constitución fracasó. Luego vino la derrota que infligió Tebas, en el 371. A partir de allí es cuando empezó a perder su lugar en la política griega. Terminó siendo un estado menor entre otros de igual categoría. Sin embargo, el mito de Esparta siguió vivo ya que para muchos griegos el ideal era Esparta: una sociedad cerrada, motivo de admiración para quienes rechazaban una sociedad abierta como la de Atenas (con políticos, el demos como fuerza pública, reconocimiento de la dignidad y los derechos del individuo).