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Economía política
Jorge M. Streb
Clase 1
19.6.2013
Temas
I. Presentación del programa
II. Akerlof (2005) y la importancia de los estudios de caso
III. Schumpeter (1942) y sus dos definiciones de democracia
IV. Downs (1957) y su enfoque político de la política económica
V. Persson y Tabellini (1990): el tercer mejor
VI. Drazen (2000): la heterogeneidad y el conflicto
VII. Persson y Tabellini (2000) y enfoques analíticos alternativos: políticos electoralistas
versus objetivos de política, política preelectoral versus poselectoral
I. Presentación del programa
Este curso se estructuró originalmente sobre el texto de Gibbons (1992) de teoría de
juegos, como herramienta analítico, y el texto de Persson y Tabellini (1990), como
enfoque de economía política. Ahora no hay un libro de texto que estructure el curso. Son
artículos y capítulos sueltos.
II. Akerlof (2005) y la importancia de los estudios de caso
Akerlof (2005) plantea una metáfora para distinguir diferentes enfoques sobre la
metodología de la economía: así como hay jardines franceses que responden a un “orden
preconcebido”, hay también jardines ingleses que buscan “adaptarse al terreno”. Ambos
enfoques tienen su propia lógica.
Esta distinción de Akerlof resuena a la distinción de Hayek entre racionalistas
constructivistas, que quieren reformar la sociedad a partir de sus modelos preconcebidos,
y una visión más evolutiva de la sociedad, que respeta más las tradiciones y entiende que
las soluciones a menudo se encuentran por prueba y error.
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Akerlof considera que en economía vale la pena confiar en la intuición que el
investigador tiene de un problema dado, para incorporarlo en el modelo. No sólo se puede
aprender de las regularidades estadísticas de las poblaciones, sino de las particularidades
de los estudios de casos (en el mismo sentido, Ronald Coase descree de la economía del
pizarrón y incentiva un conocimiento detallado de los temas sobre los que uno va a
investigar, y para Elinor Ostrom es fundamental conocer la problemática real de un
sector, más allá de las bases de datos maravillosas que uno pueda conseguir).
Akerlof no considera que sea un mérito buscar siempre al modelo más depurado
posible. Por ejemplo, en contra de las ideas metodológicas de Friedman, en su
“Metodología de la economía positiva” de 1953, cuando ataca el excesivo realismo de los
supuestos en el modelo de competencia monopolística de Chamberlin, Akerlof considera
que en economía no es siempre una virtud usar el modelo de competencia perfecta, sino a
veces son mejores enfoques más detallistas como el de la competencia monopolística. Por
otro lado, esta crítica de Friedman se contrapone, como dice Uskali Mäki, a la tesis
principal de Friedman de que hay que evaluar los supuestos por su valor predictivo.
Es decir, para Akerlof puede ser importante analizar las peculiaridades de cada
situación, sobre todo porque en economía no podemos darnos el lujo de descartar ningún
tipo de información (esto mismo hizo Akerlof con su modelo de los "lemons", al integrar
la información asimétrica al análisis de los mercados por primera vez).
Este enfoque de Akerlof se puede aplicar a la economía política. Por empezar, el
mismo modelo de competencia espacial de Hotelling usado por Downs ya se aparta de los
modelos de competencia perfecta. Más en general, la teoría de juegos hace posible un
abordaje particular de cada problema, en cuanto a modelar en detalle como las
instituciones cambian cada problema. Akerlof mismo escribió un artículo sobre como
cuestiones de identidad afectan a los votantes, lo que nos saca del marco de votantes con
racionalidad puramente instrumental
Otra cosa. Más allá de eso, no necesariamente hay que tratar con agentes plenamente
racionales, en ciertas situaciones puede convenir usar variantes de racionalidad (o
atención) limitada. La racionalidad de las acciones del gobierno y del electorado siempre
se pueden entender como “intencionalmente” racionales, es decir, son racionales en
términos de cómo uno entiende que funciona el mundo y la economía. No vamos a entrar
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en este tema de qué modelo del mundo tienen los actores, pero la diferencia entre
“modelo de realidad” y “realidad”, o de las diferentes aproximaciones a ella, puede ser un
tema importante para entender los éxitos y fracasos de la política económica.
III. Schumpeter (1942) y sus dos definiciones de democracia
Tomamos en clase las definiciones de los capítulos 21 (la doctrina clásica de
democracia) y 22 (otra teoría de la democracia) de su libro Capitalismo, socialismo y
democracia (1942). Las definiciones de Schumpeter se refieren a la democracia indirecta
o representativa.
A. La doctrina clásica de la democracia
Schumpeter no identifica la doctrina clásica con ningún autor, pero al hablar de la
volonté generale y de los padres del utilitarismo, remite vagamente a Rousseau y a
Bentham,
Definición clásica: el método democrático es aquel arreglo institucional para que el
pueblo decida, vía sus representantes, para el bien común.
Esta definición tiene elementos normativos, ya que identifica la voluntad del pueblo
con el bien común. Schumpeter pregunta: ¿Bien común para quienes? Considera que no
hay una respuesta unívoca. Una salida puede ser postular como objetivo el máximo
bienestar utilitarista, aunque agrega que esto no da respuestas concretas de qué hacer en
una situación dada [una razón es que nadie conoce las preferencias subjetivas de cada
individuo].
Menciona, además, que aunque haya opinión pública del conjunto individuos, no tiene
coherencia [esto remite a la paradoja de Condorcet que discutimos más adelante].
Después discute el tema de la voluntad individual en política. Considera que la
independencia y racionalidad de la voluntad individuo en temas políticos no es clara: en
primer lugar, tendría que existir. Lo contrasta con la fuerza de la propaganda y las
decisiones de los consumidores: la propaganda tiene menos peso en bienes cotidianos o
profesionales. Volviendo a la política, considera que en la arena nacional/internacional
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hay una pérdida de realidad y responsabilidad, comparado con cuestiones locales, por lo
que las posiciones son manipulables para crear una voluntad.
Además, resalta que identificar la democracia con la voluntad del pueblo es un
artilugio que el oficialismo puede usar para aplastar a la oposición. En resumen, una de
las razones de Schumpeter para descalificar esta definición de democracia podría ser
porque contiene potencialmente características totalitarias, al identificar las decisiones de
la democracia no con una simple mayoría, sino con la voluntad del pueblo.
B. Otra teoría de la democracia
La definición alternativa de Schumpeter es una definición positiva de la democracia
basada en un criterio de libre entrada similar a mercados disputables (contestable
markets), una condición esencial para que un mercado sea competitivo.
Definición alternativa: el método democrático es aquel arreglo institucional por el que
los individuos compiten por el poder buscando el voto popular.
En este enfoque, lo central es la competencia por el liderazgo. La democracia es, en
palabras de Schumpeter, la competencia libre por voto libre (Schumpeter admite que esto
no excluye que se intente el fraude si ayuda a ganar). Lo central de esta definición es que
implica la posibilidad de echar líderes.
El principal rol de las elecciones para Schumpeter es producir gobierno. Este gobierno
del partido ganador representa la voluntad de una mayoría, no la voluntad del pueblo.
Por eso entiende Schumpeter que no hay nada sagrado en el principio democrático de las
mayorías; de lo contrario se podría usar la identificación de la mayoría con el pueblo en
forma autoritaria para oprimir las minorías. Este enfoque tampoco supone que el pueblo
tenga una opinión ni que los representantes la lleven a cabo. Por supuesto, esto introduce
un problema de agencia una vez que hay democracia representativa, algo que desarrolla
Downs (1957).
Luego pasa a describir la actuación de los partidos políticos, especialmente
ilustrándolo con el caso parlamentario inglés. Muestra como a menudo el voto legislativo
expresa el apoyo o la oposición al gobierno, no lo que los legisladores piensan de esa
legislación en sí: en un sistema parlamentario, directamente cae sin apoyo parlamentario.
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Es decir, la legislatura actúa para él como el producto de la competencia por el poder,
como las empresas compiten por ganar dinero. Lo que mueve a los partidos no son los
principios, como sostenía Burke, sino ganar, lo que puede llevar a iguales plataformas
[esto parece remitir a Hotelling, que luego discutimos con Downs]. Es decir, ofrece una
descripción de los partidos políticos que se conoce hoy como oportunistas.
La definición de Schumpeter de qué es o no una democracia encierra un enfoque
conceptual. Se basa en la contestabilidad del poder, lo que se opone al monopolio del
poder por un partido único, como por ejemplo el PC en las democracias populares de
Europa del Este o Cuba, el PRI de antaño en México o el Partido Colorado en el
Paraguay de Stroessner. En este enfoque, lo central es la competencia por el liderazgo.
Esta idea ha sido el criterio mínimo de democracia usado en distintas bases de datos que
clasifican a los países en democracias o autocracias, como veremos.
IV. Downs (1957) y su enfoque político de la política económica
El libro de Downs (1957) se titula Una teoría económica de la democracia. Lo es, en
el sentido de que el supuesto crucial es que los votantes buscan maximizar su utilidad
individual a través de sus acciones en el proceso político (este punto de vista ha sido
puesto en revisión por la literatura más reciente).
Más fundamentalmente, este libro se puede ver como el punto de arranque de la
moderna economía política, ya que encuadra la elección de políticas económicas dentro
de un sistema político, en particular en una democracia. Se resaltan algunos puntos clave
del enfoque. Discutimos en clase un pasaje del capítulo 2.
A. Teoría de comportamiento del gobierno (capítulo 15)
La mayoría de los economistas (de la A de Aristóteles a la Z de Zeuthen) ven al
gobierno como una agencia para maximizar el bienestar social. Eso implica que no se
trata al gobierno como parte de la división del trabajo. Pero para frenar el monopolio, no
se sugiere el fin del egoísmo, sino la institución de la competencia. La lógica tiene que
ser la misma para el sector público.
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La razón del equívoco es suponer que el gobierno aplica la voluntad del pueblo. Eso
supone agentes perfectos (más problemático aún que en corporaciones modernas por
escala). Si el gobierno maximiza el bienestar social, no importa si el gobierno es
democrático, totalitario o aristocrático. Pero si el gobierno es hecho por hombres con
motivos privados, la estructura institucional es clave para determinar su funcionamiento.
B. Introducción (capítulo 1)
No se busca usar una función de bienestar social, ya que los pesos son subjetivos y
dependen del analista. Una solución alternativa está dada por el método de la democracia:
una persona, un voto (puede quedar el problema de Arrow de intransitividad al que puede
llevar votación).
C. Motivación partidaria y rol del gobierno (capítulo 2)
Define un partido político como un equipo con fines comunes, como si fuera un
agente único (lo mismo se hace con supuesto de empresa que maximiza beneficios).
Hipótesis fundamental: los partidos formulan políticas para ganar elecciones, en lugar de
ganar elecciones para formular políticas. Esta es la célebre definición de Downs de
partidos electoralistas, en contraposición a partidos con objetivos propios de políticas.
Nota: vimos en clase las condiciones para que rija la democracia. En cierto sentido, su
idea de que las instituciones importan (en el capítulo 15) se basa en el hecho de que los
partidos políticos respetan las reglas de competencia democrática. Pero dado que puede
ser su interés en no hacerlo, hay que entender qué hace que en algunos países se respeten
y en otros no. Eso lo discutimos más adelante.
D. Lógica básica del voto (capítulo 3)
El diferencial partidario entre dos partidos A y B está dado por E(Ut+1A)-E(Ut+1B), por
lo que Downs caracteriza la decisión de voto como una decisión prospectiva. Además, el
votante no compara plataformas, sino qué harían partidos (sin embargo, como Downs
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supone que es muy costoso para los partidos apartarse de la plataforma anunciada, las
plataformas son informativas para los votantes).
A los efectos prácticos, considera que el diferencial partidario está basado en el
diferencial presente, UtA-E(UtB), modificado por la tendencia, donde usa los datos reales
del oficialismo y una conjetura contrafáctica para la oposición (que hubiera pasada si
fuera gobierno). La elección se puede ver en lo esencial como una señal del votante de
cambio (votar a la oposición) o no cambio (votar al oficialismo).
V. Persson y Tabellini (1990): tercer mejor
Persson y Tabellini (1990, capítulo 1) detallan la idea tradicional de la teoría de
política macro, que es planteada como un estudio de las consecuencias de diferentes
reglas de política: conociendo las consecuencias, uno puede elegir la regla óptima en
función de sus objetivos. Hay implícita una visión del formulador de políticas (policymaker) como un agente pasivo que puede ser programado como un robot.
Sin embargo, el formulador de políticas es un agente (o colección de agentes)
racionales que responden a incentivos y restricciones como el resto de la economía. Así
que en el centro del análisis queda el proceso de formación de políticas. A nivel
abstracto, es el análisis de problema de principal-agente, donde los ciudadanos son
principales y delegan la política económica a uno (o varios) agentes (en ese sentido, el
apelativo de “primer mandatario” que se usa para el presidente refleja fielmente su
carácter de agente: los mandantes son los votantes). El agente maximiza sus objetivos
sujeto a las restricciones que se le imponen.
El problema normativo es cómo diseñar instituciones que maximicen el bienestar
colectivo de los principales. Desde un punto de vista positivo, se describe la conducta del
formulador de políticas bajo diferentes esquemas de incentivos. Se puede llegar a un
tercer mejor (que es peor que el segundo mejor de Ramsey) porque hay restricciones de
incentivos de otros dos tipos, las que se originan en conflictos políticos y las que se
originan en conflictos económicos.
A. Restricciones políticas
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El conflicto de intereses puede ser por diferencias de objetivos políticos entre
ciudadanos y gobierno. Estos son restricciones políticas que llevan a tercer mejor, pero
hay que tomar en cuenta que con esto ya nos apartamos del modelo de gobierno
benevolente.
Un ejemplo de esto son las elecciones democráticas: pueden llevar a que políticos
presten más atención a como aparecen a ojos votantes (problemas de información que
llevan a ciclos económicos). O pueden llevar a alternancia de gobiernos con diferentes
objetivos, llevando a inestabilidad política. Los detalles de restricciones políticas van a
depender de marco institucional específico. El lobby y la protesta son menos importantes
para política macro que para la política fiscal.
B. Restricciones de credibilidad
Como muchos conflictos económicos se generan por las expectativas, las llaman
restricciones de credibilidad. Esto se origina en los trabajos de Kydland y Prescott en
1977 sobre “Rules rather than dicretion: The inconsistency of optimal plans”' y de Calvo
en 1978 sobre “On the time inconsistency of optimal policy in a monetary economy”.
Incluso si el formulador de políticas tiene los mismos objetivos que la sociedad, puede
surgir un conflicto: el plan óptimo formulado en t para t+j difiere de plan óptimo cuando
llega t+j. Puede surgir por ejemplo por problema de externalidad que sólo toma en cuenta
decisor de políticas.
Esto se produce por posibilidad de sorprender: depende de la secuencia (timing), si se
elige política antes de que decida el sector privado (regla) o si es al revés (discreción).
Estos dos escenarios implican, por un lado, que el costo de cambiar una decisión de
política es muy alto o, por el otro, que el costo de desviarse de una política preanunciada
es chico (lo primero estaba implícito en temprana literatura de expectativas racionales).
El régimen con compromiso (commitment) se puede tomar como referencia de medida
bienestar comparado con el régimen discreción, donde el requisito de credibilidad
generalmente va a imponer una restricción vinculante a política de equilibrio que nos
lleva a tercer mejor (ellos dan ejemplo de política monetaria y otro de política fiscal).
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VI. Drazen (2000): la heterogeneidad y el conflicto
Drazen (2000) enfatiza que el conflicto es central en todos los problemas de economía
política, lo que puede tener que ver tanto con heterogeneidad ex ante como con
heterogeneidad ex post. Cuando Persson y Tabellini (2000) contraponen los enfoques que
suponen políticos electoralistas con los enfoques que suponen que políticos tienen
preferencias de políticas, está presente la heterogeneidad a la que apunta Drazen (2000).
En los modelos oportunistas la heterogeneidad es porque distintos actores políticos
quieren lo mismo, el poder, es decir, hay heterogeneidad ex post, no ex ante. En otras
palabras, son intereses contrapuestos, no preferencias diferentes sobre los resultados
finales. En cambio, en los modelos donde los políticos tienen preferencias de políticas, ya
hay heterogeneidad ex ante.
Para Drazen, incluso los problemas de credibilidad se pueden interpretar como
consecuencia de un conflicto dentro de sociedad, por lo que subsume los dos tipos de
restricciones de Persson y Tabellini (1990) vistos antes en una sola categoría.
VII. Persson y Tabellini (2000) y enfoques analíticos alternativos: políticos
electoralistas versus objetivos de política, política preelectoral versus poselectoral
Hay una discusión más acabada de esto en la sección 3 de Streb y Torrens (2011),
donde se discuten también otro punto más, la diferencia entre voto determinista y
probabilista.
Persson y Tabellini (2000), cap. 1, hacen una distinción entre modelos con políticos
oportunistas, pragmáticos o electoralistas, a los que sólo les interesa ganar las elecciones
y modelos con políticos programáticos, con ideología propia, o con preferencias sobre
políticas que derivan utilidad de las orientación de las políticas que aplican en el
gobierno. El primer modelo se puede pensar como el más simple o básico (lo mismo que
es más básico un modelo donde el empresario quiere maximizar los beneficios, mientras
que si le agregamos otros objetivos, como hacer bien las cosas, se pasa a un modelo más
complicado).
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Esta distinción entre objetivos de los partidos políticos, de todos modos, es hasta cierto
punto relativa en un contexto de preferencias consecuencialistas, ya que un político
necesita ganar las elecciones para poder aplicar su política preferida. Es decir, aún los
políticos con preferencias sobre políticas tienen una fuerte motivación electoralista, ya
que si no ganan las elecciones no pueden aplicar sus políticas preferidas. En cambio, si a
los políticos les interesa el anuncio en sí que hacen, más allá de los resultados, como
veremos después cuando discutamos políticos honestos, la diferencia es más profunda ya
que algunos políticos pueden no querer anunciar algo diferente de sus verdaderas
intenciones, así que no importan solo las consecuencias sino también los anuncios por si
mismo.
Más allá de esa diferencia de motivaciones, una diferencia más fundamental que
marcan Persson y Tabellini es la que existe entre modelos de política preelectoral y
modelos de política poselectoral (Callander y Wilkie 2006 establecen un nexo entre
ambos: lo discutimos después, justamente al hablar de la existencia de políticos
honestos). Esto ya tiene más que ver con el marco institucional: la primera supone
compromisos vinculantes, la segunda que la política se decide bajo discreción.
El modelo de política preelectoral se puede interpretar como un mundo donde existe la
posibilidad de comprometerse de forma fehaciente, por lo que la política decidida y
prometida antes de las elecciones es la que se implementa después. Este es el supuesto
implícito en el modelo espacial de Hotelling adaptado por Downs. El modelo espacial
implica que no hay problemas de credibilidad, por lo que lo que los partidos políticos
declaran antes de las elecciones limita la libertad de acción después de elecciones. Tal
vez esto no es particularmente realista suponer esto, pero fue el punto de partido para
analizar la competencia políticas entre partidos.
Alesina y Rosenthal (1995) describen la idea planteada por Alesina en un trabajo de
1988, quién mostró que hay una diferencia radical en el equilibrio del modelo espacial
con dos partidos políticos si estamos en un mundo discrecional. Luego discutimos este
caso.
Referencias
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Akerlof, George (2005), Explorations in pragmatic economics, New York, NY, Oxford
University Press, Introducción.
Alesina, Alberto, y Howard Rosenthal (1995), Partisan politics, divided government, and
the economy, Cambridge, Cambridge University Press.
Downs, Anthony (1957), An economic theory of democracy, Boston, MA, AddisonWesley Publishing Co.
Drazen, Allan (2000), Political economy in macroeconomics, Princeton, NJ, Princeton
University Press.
Persson, Torsten, y Guido Tabellini (1990), Macroeconomic Policy, Credibility and
Politics, London, Harwood Academic Publishers.
Persson, Torsten, y Guido Tabellini (2000), Political Economics. Explaining Economic
Policy, Cambridge, MA, MIT Press.
Schumpeter, Joseph A. (1942), Capitalism, socialism and democracy, New York, NY,
Harper and Row.
Streb, Jorge M., y Gustavo Torrens (2011), “La economía política de la política fiscal”,
en Fernando Navajas y Alberto Porto, editores, Progresos en economía del sector
público, Asociación Argentina de Economía Política.
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