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Ser libro de Álgebra Brenda Cervantes Página | 1 A nosotros los libros siempre se nos juzga por la portada; no es para menos este dicho, la gente siempre se guía por las apariencias. Bueno, a mí me tocó ser de esos libros que nadie se los puede tomar tan en serio por ser demasiado serios. Me refiero al hecho de que si nos compran, es porque somos parte obligatoria de una lista escolar y no por interés o voluntad propia ¿Un libro de Álgebra? A pesar de eso estoy orgulloso de ser un libro de álgebra. Pero no es fácil ser un libro de álgebraPermanecía en el estante junto a mis compañeros que esperaban como yo ser vendidos. Desde ahí miraba el pasillo de las novelas, a veces soñaba con fugarme al pasillo anhelado, me sentía en él. En realidad no sé si era simple resultado de mí soñar despierto, pero siempre permanecía en mi lugar esperando que alguien me comprara. ¿Soy un libro que se toma en serio? Igual mi contenido es importante, útil para quien tiene la obligación del estudio, pero ¿Quién va hacer caso a un volumen que tiene a un hombre con un turbante en la portada y pensar que es de álgebra? quien lo viera antes de dar una leída al título simplemente pensaría que es un cuento o historia del Medio Oriente, tal vez con imágenes alusivas entre la historia, pero estar lleno de letras, una que otra imagen, números, todo en colores muy no de mi gusto, pero me encanta que contengo muchos conocimientos. Algunas personas con sólo hojear mis páginas bostezaban; ¡qué ánimos me daban! Me parecía a mí mismo tan complicado que ni yo me entendía. Para colmo, nunca me tomaban a mí para ser comprado a pesar de estar al frente, siempre tomaban el de arriba, abajo, al lado, el vendedor se encargaba de cubrir los espacios, dejándome donde mismo, ellos no se fijan, todos son libros, no se cuestionan si éste o aquél ha permanecido ahí. Un día de esos en que las madres traen su lista de compras y andan con prisas me tomaron de pronto, fui vendido, me emocioné, dije: Al fin cumpliré mi propósito de ser libro, moría de ganas por ser útil, creo que mi suerte cambiaría... Permanecí por un tiempo entre las bolsas de las compras de útiles escolares hasta que me cambiaron a una mochila, para comenzar a asistir como texto de apoyo en la escuela. Mi dueño era un alumno, no podría llamarlo estudiante, porque ni me estudiaba; dejaba los ejercicios a medias, siempre dibujaba garabatos y me aventaba en la mayoría de las ocasiones, a veces ni me llevaba a la clase. Con el tiempo comencé a deteriorarme; mis pastas se desgastaron, mi lomo tenía un parcial desprendimiento y me aventaban a su gusto por cualquier excusa, molestar, juguetear, en fin. Un día, saliendo de la escuela, mi dueño tuvo un altercado. Sentí el forcejeo de la mochila donde me encontraba, había tantos alumnos y entre el movimiento no supe que fue lo que me pasó cuando volví a tener noción no había nada, ni personas, ni ruido, yo solo tirado en la calle. Me llené de un miedo, profunda tristeza y dolor, miren que suerte la mía. Permanecía en la calle tirado esperando a que sucediera algo, cuando de pronto un señor de apariencia humilde me encontró, me miró con tal asombro y se le asomó una sonrisa, me llevó consigo y apretó el paso. Entró a su casa con orgullo y gritó: “¡Hijo! ¡Mira lo que he encontrado! ¡El libro que no he podido comprarte, debe de ser mi día de suerte¡” Yo me quedé pasmado Página | 2 al escuchar esto, esperen, ¡estaban hablando de mí! Una dicha me embargó, me recibieron bien. El estudiante estaba contento y al fin yo estaba siendo utilizado justo para lo que fui hecho. Ahora soy tan feliz, me estudian, me responden y me cuidan; pegaron mis pastas. Y me procuran cuidados especiales, ahora si estaba contento de ser un libro de álgebra, ¡que importaba de lo que fuera! creo que lo más importante para mí era sentirme útil. Página | 3