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Colegio Los Olivos Historia de España TEMA 1. EL PROCESO DE ROMANIZACIÓN La conquista y romanización de la península Ibérica es un proceso histórico trascendental, de siete siglos de duración, que ha influido en la historia hispana. La romanización consistió en el proceso por el que las sociedades indígenas prerromanas adoptaron la cultura y las formas de vida de los romanos. Supuso un fenómeno de aculturación, es decir, la integración cultural de los habitantes de la Peninsula en el mundo romano. Sin embargo, el proceso no fue homogéneo en todo el territorio, ya que las áreas mediterráneas y el sur peninsular se vieron más profundamente afectadas que el interior y el noroeste, que conservaron en mayor medida las constumbres y formas de vida prerromanas. Los elementos esenciales de la romanización fueron el ejército y los colonos. Por un lado, el ejército romano desempeñó un papel primordial no solo por su presencia continua en el territorio, sino por el influjo de los veteranos que se asentaron en sus tierras. Por otra parte, la llegada de colonos supuso el desplazamiento de población civil que acudió a explotar los recursos económicos y contribuyó de manera activa a la difusión de la romanización. La provincia será la unidad administrativa utilizada por Roma para controlar los territorios conquistados fuera de la península italiana. De hecho, la provincia era un espacio geográfico limitado en el que se reunían una serie de comunidades sometidas a Roma que eran administradas por un magistrado, enviado desde la metrópoli y obligadas a pagar un tributo anual. Durante la segunda guerra púnica, año 218 a.C., tuvo lugar la llegada de los romanos a la península, denominándola Hispania. Doscientos años después, en en 19 a.C., el poder romano ya la dominaba por completo. Aunque los pueblos prerromanos disponían ya de verdaderas ciudades fue Roma quien las impulsó. Estos pueblos constituyeron una de las esencias de la romanización, ya que fueron el elemento difusor del modo de vida romano. La ciudad era el centro político, administrativo, religioso y económico del territorio. En los primeros años de conquista, la república romana dividió Hispania en dos provincias, la del norte llamada Citerior, y la del sur o Ulterior. En el año 27 a.C., con la creación del imperio, Augusto divide Hispania en 3 provincias: Tarraconense, Lusitania y la Bética. Ya en el siglo III d.C., con Dioclesiano, se divide Tarraconense en tres provincias, Gallaecia, Cartaginense y Balearica. Cada una de estas provincias, tendría su propia capital y sus respectivas ciudades importantes. En cuanto a la economía, desde el principio, Roma mostró gran interés por los recursos naturales de Hispania. El sistema económico romano estaba basado en el esclavismo. La riqueza minera de la Península fue explotada con esta mano de obra, sobre todo el oro, el mercurio y el cobre. La economía agropecuaria y los derivados de la agricultura constituyeron uno de los pilares fundamentales de la explotación de Hispania. La agricultura estaba basada en el cultivo de la denominada triada mediterránea (cereal, vid y olivo), destinados en su mayoría a la exportación. La pesca también iba destinada a los mercados romanos. Además, la lengua latina se difundió por todo el imperio, imponiéndose a la mayoría de lenguas autóctonas. El latín pervivirá tras la caida del Imperio y fue la base de las lenguas romances peninsulares. También se extendió el uso del Derecho romano, que regulaba tanto las relaciones privadas como las instituciones políticas y su funcionamiento. El sistema jurídico que nos legó Roma mantiene parte de su vigencia y constituye el núcleo fundamental de nuestro derecho. El emblema máximo del derecho romano era la ciudadanía, en principio solo reservada para los 1 Colegio Los Olivos Historia de España naturales de Roma, pero que poco a poco, se fue extendiendo a otros habitantes del imperio. Los indígenas hispanos fueron considerados bárbaros y, una vez sometidos, peregrinos. En el año 212 d.C. se concedió la ciudadanía a todos los habitantes del imperio. Por último, el largo proceso de romanización dejó un conjunto ingente de obras y un valioso legado artístico que se manifiesta en los numerosos monumentos que todavía pervivien de la etapa del dominio romano. Entre ellos, destacamos los edificios públicos, enclavados en las ciudades y destinados al ocio de sus habitantes, como es el caso de templos, circos, termas, teatros y anfiteatros. También hay obras de ingeniería civil, como los acueductos, los puentes, murallas y las calzadas. Son abundantes las esculturas como los bustos o retratos, y los mosaicos en los foros y las villas. En el arte influyó el hecho de que los romanos tuviesen un marcado carácter politeísta en cuanto a su religión. Aunque Roma respetó las religiones autóctonas, se produjo un sincretismo religioso, es decir, la fusión de las dos divinidades. En conclusión, el auge del imperio romano se situó entre los siglos I y II, calificados como los de la paz romana. A partir del siglo III, el mundo romano se enfrenta a una crisis generalizada del sistema imperial, que desaparecerá tras las invasiones bárbaras en el siglo V. 2