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Signos Filosóficos
ISSN: 1665-1324
[email protected]
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Iztapalapa
México
HERNÁNDEZ GARCÍA, NORMA HORTENSIA
SERGIO PÉREZ CORTÉS (2013), LA RAZÓN EN LA HISTORIA. HEGEL, MARX, FOUCAULT,
MÉXICO, UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA, 414 PP.
Signos Filosóficos, vol. XVI, núm. 32, julio-diciembre, 2014, pp. 189-193
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa
Distrito Federal, México
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34335734007
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R ESEÑA
Signos Filosóficos, vol.
XVI, núm. 32, julio-diciembre, 2014, pp. 189-193
SERGIO PÉREZ CORTÉS (2013), LA RAZÓN EN LA HISTORIA.
HEGEL, MARX, FOUCAULT, MÉXICO,
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA, 414 PP.
E
n el libro La razón en la historia, Sergio Pérez Cortés expone el
pensamiento de Hegel, Marx y Foucault en la unidad que la actividad crítica les otorga. En tal sentido, la noción de razón descansa
en la exigencia crítica que Kant plantea, no sólo desde una perspectiva
epistemológica, de lo que se puede conocer o juzgar, sino también en las
condiciones que hacen posibles nuestras aseveraciones y distinciones de
lo verdadero y lo falso, “lo legítimo y lo ilegítimo, lo aceptable de lo inaceptable” (23). Ahora bien, aunque se sigue la pauta kantiana para
estudiar al entendimiento en su propia actividad, cuando se hace referencia a la razón no se invoca una facultad individual capaz de hacer
juicios de su relación con las cosas, a pesar de que se reconozca al sujeto
como síntesis de las representaciones, sino que es considerada como el
proceso mediante el cual se crea la inteligibilidad del mundo.
Con este criterio, Sergio Pérez expone la unidad de tres pensadores
tan disímiles desde una perspectiva convencional de la historia de las
ideas. El autor supone una comprensión del pensamiento, que se expone y demuestra cabalmente en el texto, y, de manera sucinta, se puede
caracterizar como el trabajo de elaboración categorial del objeto.
Al concebir esa elaboración (reconstrucción) categorial, nos colocamos en una posición que no admite el dualismo entre sujeto y objeto, lo
cual quiere decir que la verdad no reposa en las condiciones materiales
de la realidad ni en una elaboración conceptual intemporal que se apoya
en la espontaneidad del pensamiento para percibir lo universal y necesario.
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N ORMA HORTENSIA HERNÁNDEZ G ARCÍA
Admitir la elaboración categorial de la cosa no significa que para comprender lo que la cosa es hagamos una sumatoria de las categorías que
la determinan, ni dar por sentado la elaboración —generación de la realidad por la pura actividad del pensamiento—. Más bien, al circunscribir
la cosa a su necesidad se destaca que somos capaces de elaborar la síntesis de la identidad y diferencia que ata la cosa con su realidad: es tal y
como es, y no puede ser de una manera distinta.
Concebir a la razón como proceso de elaboración del pensamiento,
que hace de toda experiencia una reconstrucción categorial, implica que
está inmersa en un constante proceso de consumo y producción de categorías. Consumo porque con ellas pensamos lo real inmediato. Producción,
porque pensar lo real inmediato, la cancelación de las categorías previas
(es decir, la necesidad como síntesis de la identidad y la diferencia en la
operación de la negación determinada), da lugar a la generación de nuevas categorías. De manera muy sintética, y lamentablemente general,
ésta es la idea de razón que aparece en el texto, la cual el autor desarrolla y fundamenta partiendo del proyecto crítico de Kant, planteando un
alcance importante en los filósofos que presenta.
Tanto en la manera de estudiar a estos filósofos, como al proponer
sus propias tesis, La razón en la historia se aleja del tipo de filosofía que
evalúa argumentos en función de la rectitud de los edificios discursivos y
los análisis filológicos, donde se considera que los referentes aclaran el significado de lo que se piensa. Hegel, Marx y Foucault no son expuestos en
este libro en una línea continua que permita colocarlos en una tradición
canónica. Esto es así no sólo porque no enarbolan una doctrina cúspide capaz de dar inteligibilidad a toda concepción de verdad, ni una teoría que
abarque por completo a la realidad —esta última considerada como algo
ajeno al pensamiento mismo—, sino también porque, una vez identificado el proceso del pensamiento, observan que éste no es dirigido por
una voluntad individual, sino por la acción colectiva de los hombres en
el mundo. Pérez propone que Hegel, Marx y Foucault piensan el presente, la objetividad actual, pero destacan que ésta tiene un desenvolvimiento
histórico.
En el trazo general que ofrece la introducción, el autor plantea la
estrategia para analizar a Hegel, Marx y Foucault: “Exponer la manera
en que conciben la tarea de la filosofía, la forma en que se proponen
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pensar el presente y el modo en que elaboran su crítica a este presente”
(p. 14). Deseo subrayar que no se ofrece una exposición doctrinaria acerca
de estos filósofos, sino destacar el modo en que proceden respecto de la
tarea llevada acabo por ellos. Tal proceder tiene presente una apuesta filosófica importante, pues aunque en su desenvolvimiento el autor aclara
conceptos básicos cruciales como los de categoría, pensamiento o conocer, al introducirnos en planteamientos específicos de los filósofos que
analiza (espíritu, absoluto, valor, valor trabajo, episteme o problematización) da muestra del trabajo efectivo de la razón, es decir, del modo en
que se desarrolla el consumo y producción de categorías.
La sección dedicada a Marx ofrece pruebas del proceso destacado en
esta reseña. Más que considerar los así llamados escritos filosóficos de
Marx, el texto muestra cómo este autor toma las doctrinas y categorías
de la economía clásica, para buscar un conjunto categorial que, pensando a la realidad desde su necesidad, la explique efectivamente. Así, la
crítica de Marx consiste en observar las condiciones de surgimiento de
las relaciones sociales, pero con mayor énfasis las categorías con las
cuales se han pensado dichas relaciones. Tal visión introduce de lleno en
el proceso de pensamiento, el cual no reside en una sola categoría como
fundamento a partir del cual una teoría consistente se ha de erigir, sino que
al buscar su necesidad, es decir, el fundamento de cada categoría, queda
en evidencia la necesidad de las otras, y cada una de ellas es agotada, es
decir, cabalmente explicada en esta correlación.
Esta dinámica de la razón en la historia también conduce a un punto
neurálgico de la comprensión de Marx: la dirección de la historia. Ésta
no es un correr en el tiempo, sino las transformaciones materiales y del
pensamiento como resultado de la acción humana. Así pues, no ha de
buscarse en las relaciones feudales de producción la premisa de la sociedad capitalista, sino en la forma de producción capitalista la supresión
de esas relaciones. En este punto subyace una posición filosófica distinta
a las posturas que formulan una dirección de la historia predeterminada, pues sostiene que la razón en la historia no es un camino dirigido por
alguna fuerza oscura, sino el resultado de la acción de los seres humanos, en su conjunto, en el mundo.
Considerando la lectura de La razón en la historia desde un marco de
apreciación externo al libro mismo, el desarrollo de su argumentación
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se inserta en lo que Pierre Macherey ha conceptualizado como una filosofía como operación, desde su artículo de 1987. Operar implica adoptar
un punto de vista y no únicamente producir, en el sentido de una poiesis
que alcanza su fin; también es participar en el proceso donde lo verdadero
se hace inteligible sin pretender dirigirlo. Así, la filosofía no renuncia a
la comprensión teórica de lo verdadero, es decir, a la búsqueda de un cimiento como fundamento de todo conocimiento auténtico, pero inserta
en ella la operación, lo cual implica comprender la racionalidad del proceso operativo en que se desarrolla la acción de dilucidar lo real. Esto no
quiere decir que el autor se proponga como un productor-operador del
conocimiento, pero en su exposición se encuentra este mecanismo. Por
ejemplo, al exponer a Foucault y sus batallas por plantearse un terreno
de trabajo para problematizar el presente, Sergio Pérez da cuenta de los
anversos de la racionalidad misma como parte de este mecanismo.
En la revisión de Foucault, La razón en la historia no sólo muestra la
productividad de la razón, sino también hace énfasis en su anverso, por
ello puede decirse que abarca más bien la operatividad de la razón y,
por tanto, de una concepción de la racionalidad como totalidad.
Lo que la genealogía descubre detrás de la vigilancia y el castigo modernos no es la razón buscándose a sí misma, sino la “irrisoria maldad”
del interés, del deseo, del poder. Por eso no coloca a la vigilancia y el
castigo entre los logros de la razón, sino a la inversa.
Así, resulta inane oponer la razón a la sin razón, o pensar que ésta
implica una ausencia de aquélla. Surge ante nosotros, con claridad, un
punto que obstaculiza constantemente la reflexión: la comprensión de
que la racionalidad no es un terreno delimitado y definido, bordeado por
una nada o una negación poco accesible. Se trata de la totalidad abarcada
por el pensamiento, fuera de la cual, huelga decirlo con el autor, no hay
nada más. Sergio Pérez afirma tajantemente, de acuerdo con Foucault,
que la razón es trabajo, pues “las cosas racionales nunca son un punto
de partida normativo, sino un punto de llegada, un resultado laborioso y
arbitrario” (341).
Finalmente, con esta reseña he mostrado un panorama general de la
idea nuclear del libro de Sergio Pérez. Mi pretensión no es establecer una
discusión crítica, sino una invitación a su lectura, la cual, a mi juicio,
presenta dos cualidades que deben destacarse: por un lado, resulta una
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introducción clara y puntual a problemas filosóficos de la Modernidad,
útil para el potencial lector que se inicia en la filosofía; por otro, al sostener y demostrar una posición interesada en destacar el modo en que el
pensamiento toma forma y contenido en la historia, se inscribe en la
actualidad de los debates sobre la tarea de la filosofía, frente a los cuales
se sigue constituyendo el inagotable proceso del pensamiento.
NORMA HORTENSIA HERNÁNDEZ GARCÍA*
D. R. © Norma Hortensia Hernández García, México, D. F., julio-diciembre, 2014.
*
Doctora por el Posgrado de Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Iztapalapa, [email protected]
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