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TEMA 8: EL PERIODO ENTREGUERRAS (1919-1939)
El periodo de entreguerras se extiende desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta el inicio
de la Segunda y constituye una de las épocas de mayor inestabilidad política y económica, tanto
en el continente europeo como en Estados Unidos.
1. La Revolución rusa
La autocracia zarista
A comienzos del siglo XX, el Imperio de los zares era un inmenso país donde aún pervivía el
absolutismo monárquico. Además, su economía y sus estructuras sociales eran de las más
atrasadas del continente europeo.
Políticamente, el zarismo era una autocracia, es decir, el zar estaba investido de un poder
absoluto: gobernaba por decreto, no estaba sujeto a ninguna constitución. Una fiel burocracia y
un poderoso ejército aseguraban el control del Imperio.
Económicamente, la agricultura era la principal actividad económica y la tierra estaba en manos
de unos pocos terratenientes, que pertenecían a una aristocracia privilegiada. La mayoría de la
población era campesinos sometidos a un régimen casi feudal, que los condenaba a unas
condiciones de vida casi miserables.
En algunas zonas del Imperio se había iniciado un proceso industrial, había surgido un numeroso
proletariado industrial, que trabajaba en grandes fábricas por unos salarios miserables.
Entre los obreros, se había difundido el marxismo y en 1898 se fundó el Partido Socialdemócrata
Ruso, que en 1912 se escindió entre mencheviques y bolcheviques. Estos últimos liderados por
Lenin, defendían la necesidad de impulsar en Rusia una revolución social.
La Revolución de febrero
La coyuntura de la Primera Guerra Mundial creó en Rusia las condiciones para un estallido
revolucionario. Ni la economía, ni la organización política y militar estaban preparadas para una
guerra tan larga, dura y costosa.
En consecuencia, los desastres militares se sucedieron. La población estaba desmoralizada y
empezó a organizarse en soviet, es decir, consejos de obreros, campesinos y soldados, que
exigían al zar la retirada de la guerra y el fin de la autocracia.
La oposición política al zar aprovechó las circunstancias y tanto los burgueses, los campesinos y
los obreros exigieron su abdicación.
En febrero de 1917 estalló una revolución en San Petersburgo que provocó la caída del zarismo.
El poder pasó a un gobierno provisional que inició una serie de reformas. Rusia se convirtió en
una República democrática.
La Revolución de octubre
La lentitud con que se realizaba la reforma agraria y el mantenimiento de Rusia en la guerra
hicieron aumentar el descontento popular y la influencia de los bolcheviques, que deseaban
derrocar al gobierno provisional e instaurar el socialismo.
Los bolcheviques aspiraban a la formación de un gobierno de los soviets obreros y campesinos.
En su programa prometían la paz, el reparto de tierras entre los campesinos, la dirección de las
fábricas por los obreros y la nacionalización de la banca y los medios de transporte.
El 25 de octubre, los soviets, impulsados por los bolcheviques, se sublevaron y en 10 días se
hicieron con el poder y destituyeron al gobierno provisional. Lenin formó un gobierno obrero.
El nuevo gobierno soviético estableció las primeras medidas revolucionarias: se expropiaron las
tierras para repartirlas entre los campesinos y las fábricas quedaron bajo el control de comités de
obreros. Además, se firmó la paz de Brest-Litovsk (1918) con Alemania, que comportó
importantes pérdidas territoriales para Rusia.
2. La URSS de Stalin
La Guerra civil y la creación de la URSS
El nuevo gobierno soviético tuvo que hacer frente a una guerra civil que duró tres años. Una
fracción del ejército zarista organizó el llamado ejército blanco, que se levantó en armas. Los
bolcheviques crearon el ejército rojo que, bajo la dirección de León Trostki logró imponerse.
En 1922 se creó la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), un Estado federal que
reunía todas las nacionalidades del viejo imperio de los zares. La URSS se gobernaba por un
Parlamento (soviet Supremo) y un solo partido PCUS, que controlaba la vida política.
Se trataba de un sistema totalitario. El nuevo sistema se justificaba mediante la dictadura del
proletariado: el poder era ejercido por el Partido Comunista que representaba al proletariado, es
decir, a la mayoría de la población.
La pugna por el poder
Lenin, el indiscutible líder de la Revolución, murió en 1924 en un momento en el que se discutía
cuál era el mejor camino para consolidar la revolución.
Diferentes propuestas enfrentaron a los dirigentes del partido, en especial a Trostki y Stalin. El
primero mantenía que era necesario exportar la revolución, provocándola en otros países. El
segundo proponía la “construcción del socialismo en un solo país”
Stalin se hizo dueño de la situación y se convirtió en el principal dirigente de la URSS. Trostki se
exilió y fue asesinado por orden de Stalin.
El Estalinismo
La política estalinista impuso una economía y una sociedad colectivizadas, con el objetivo de
provocar un crecimiento que hiciera de la URSS una gran potencia industrial. Parar ello:
Se prohibió la propiedad privada
Se dio prioridad a la industria pesada
Se instituyó una economía dirigida por el Estado, que elaboraba planes quinquenales
para planificar la producción agrícola e industrial.
El resultado fue una rápida industrialización, pero la agricultura sufrió un retraso considerable.
Además la prioridad de la industria pesada descuidó la producción de bienes de consumo y las
necesidades de la población quedaron desatendidas.
Stalin ejerció una verdadera dictadura en la que el Partido Comunista controlaba todos los
órganos del Estado. Su liderazgo quedó reforzado por el “culto a la personalidad” que se daba a
su persona.
3. Estados Unidos: los felices 20
Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial
Estados Unidos salió muy beneficiada de la Primera Guerra Mundial. Durante el conflicto, la
venta de alimentos, armas y productos industriales a los aliados facilitó que el país acumulase la
mitad de las reservas mundiales de oro y que el dólar se convirtiera en una sólida moneda de
cambio. Al terminar la guerra, Estados Unidos se había convertido en la primera potencia
económica mundial.
Además, muchos países de Europa estaban endeudados con Estados Unidos como
consecuencia de los préstamos de guerra. Contrastando con la expansión americana, la Guerra
Mundial empobreció a los países europeos.
La prosperidad americana
El crecimiento americano se prolongó durante los diez años que siguieron al fin de la guerra: fue
la década de la “prosperidad” y de la consolidación de un “modo de vida americano”, basado en
un gran consumismo. Millones de personas emigraron a Estados Unidos.
La expansión de Estados Unidos se basó en una profunda transformación en el proceso de
producción:
Taylorismo y fordismo: incrementaron la productividad y reducir costos
Consumo de masas: debido al aumento del salario de los obreros, las campañas
publicitarias, compra a plazos, préstamos bancarios.
La prosperidad se reflejó en un gran auge de la Bolsa. Los buenos resultados empresariales
hicieron aumentar la demanda de acciones, cuyo valor subía constantemente.
La euforia bursátil generó una gran burbuja especulativa, es decir, un aumento del valor de las
acciones como resultado de la creciente demanda y no del aumento de los beneficios de las
industrias. Los inversores adquirían acciones, no para obtener dividendos a medio o largo plazo,
sino para venderlas en unos pocos días. Fue tal la locura inversora que muchos compradores
solicitaron créditos para comprar acciones.
La crisis de la superproducción
La prosperidad no benefició a todos por igual.
Los campesinos durante la guerra, se habían endeudado para comprar tierras y máquinas y aumentar la
producción para aumentar la producción y vender a países beligerantes. Acabado el conflicto, las
exportaciones disminuyeron y el mercado americano no podía absorber toda la producción. Fue la ruina
para miles de personas que emigraron a las ciudades, donde la falta de trabajo los hundió en la
marginalidad.
En la industria, la producción creció más rápidamente que el mercado y las fábricas vendían más de lo
que podían vender. La acumulación de Stock hizo bajar los precios y muchas empresas cerraron. El paro
obrero se extendió. Los felices veinte estaba llegando a su fin.
4. EL crac del 29 y el “New Deal”
Del crac bursátil a la Gran Depresión
Muchos accionistas eran conscientes de que la cotización de las acciones era muy superior a su
valor real y de que no seguiría subiendo indefinidamente.
La desconfianza cundió entre los inversores, y el 24 de octubre de 1929 (jueves negro) una gran
oleada vendedora afectó a la Bolsa de Nueva York. De repente, todo el mundo quería vender
sus acciones y nadie deseaba comprarlas. La gran oferta de acciones hizo que su valor cayera
en picado, desencadenándose el crac bursátil de 1929.
Muchos inversores se arruinaron y el pánico se extendió entre los ciudadanos, que acudieron a
los bancos a retirar su dinero. Estos se vieron obligados a cerrar por falta de fondos, ya, que, a
su vez, no pudieron cobrar los préstamos hechos a particulares y a empresas arruinadas. El crac
de la Bolsa precipitó la quiebra de muchas empresas.
En pocos años, la crisis bursátil se propagó a gran parte de la industria, el comercio y la
agricultura, provocando una recesión económica generalizada (Gran Depresión)
El consumo disminuyó y muchas fábricas cerraron. El número de parados aumentó. Desde
Estados Unidos, la crisis se extendió al resto del mundo, pues los bancos estadounidenses
retiraron los capitales depositados en los bancos europeos y las empresas americanas
disminuyeron sus inversiones en esos países. Asimismo, las importaciones americanas cayeron
en picado con lo que el comercio mundial sufrió una gran recesión, lo que ayudó a la difusión
mundial de la crisis.
La lucha contra la crisis el “New Deal”
En 1932, uno de los peores años de la Gran Depresión, ganó las elecciones un demócrata,
Franklin D. Roosvelt, que proponía un nuevo programa para favorecer la recuperación
económica y sacar al país de la crisis. Fue el llamado New Deal (Nuevo Reparto), que defendía
la intervención del Estado para reactivar la economía.
Medidas económicas: ayudas a empresas privadas, creación de empresas públicas,
control sobre los bancos, obligándolos a conceder créditos con intereses bajos, para que
los empresarios se decidieran a ampliar sus negocios o a crear otros nuevos.
Reformas sociales: para luchar contra el paro, el Estado impulsó la realización de un
gran plan de obras públicas (carreteras, embalses, puentes…) También, para aumentar
la capacidad adquisitiva de los trabajadores, se propició el aumento de los salarios, al
tiempo que se reducía la jornada laboral a 40 horas semanales.
Todas estas medidas provocaron un relanzamiento de la economía estadounidense y un
descenso considerable de parados. Pero, a pesar de las mejoras, la crisis no se superó hasta el
estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando las nuevas necesidades de rearme y
avituallamiento de los países contendientes convirtieron a Estados Unidos en el principal
suministrador de los aliados en guerra.
5. El fascismo italiano
Italia en la posguerra
El fin de la Gran Guerra dejó a Italia graves secuelas humanas y económicas (gran número de
muertes, industrias inutilizadas, la deuda externa aumenta la inflación, los salarios disminuyeron
y el número de parados aumentó)
Asimismo los acuerdos de paz supusieron una decepción, ya que los aliados no entregaron
todos los territorios que esperaban. Empezó a extenderse la idea de que la participación italiana
en la guerra había sido un engaño. A esto se sumó la inestabilidad política.
La crisis económica generó una fuerte tensión social. En el norte se desarrolló un movimiento
huelguístico, algunos campesinos ocuparon tierras de los grandes propietarios y los obreros se
incautaron de numerosas fábricas. Todos estos movimientos fueron reprimidos, pero el miedo al
estallido de una revolución social empezó a asustar a las clases más conservadoras.
El ascenso del fascismo
En esta situación de crisis apareció la figura de Benito Mussolini, quien creó los Fasci de
combate, los llamados camisas negras. Se trataba de grupos paramilitares con los que pretendía
frenar el auge del movimiento obrero., a base de atacar violentamente a los sindicaos obreros y
a sus líderes.
Los fascis se transformaron en el Partido Nacional Fascista. Su programa se basaba en la
construcción de un Estado fuerte, que garantizara la propiedad privada y una política exterior
expansionista. Este partido contó con el apoyo de la pequeña burguesía, con la financiación de
los grandes propietarios agrícolas e industriales y con la tolerancia de la Iglesia y del mismo
monarca.
En las elecciones de 1922, el Partido Fascista consiguió pocos diputados, pero ese mismo año,
las camisas negras aplastaron la huelga general de los sindicatos socialistas y anarquistas.
Mussolini exigió al rey que le entregara el gobierno y organizó una “Marcha sobre Roma” con sus
camisas negras. El monarca, presionado, le nombró jefe de gobierno.
La dictadura fascista
Mussolini desarrolló un proceso de restricción de libertades y de persecución de sus adversarios.
Después de las elecciones de 1924, anunció la instauración de un régimen autoritario, se
atribuyó todos los poderes y se hizo llamar “Duce”.
Los partidos políticos fueron prohibidos y el Parlamento fue sustituido por una Cámara de los
Fascis. El Estado ejercía un fuerte control a través del partido, que dirigía todos los aspectos de
la vida económica y social.
6. La instauración del nazismo en Alemania
La República de Weimar
En 1918, a punto de finalizar la Primera Guerra Mundial, el Kaiser Guillermo II abdicó y se
proclamó la República de Weimar, que estableció su capital en la ciudad de Weimar y se asentó
sobre una constitución democrática.
Alemania tuvo que asumir la derrota militar y aceptar las duras condiciones de paz impuestas por
los vencedores.
Los años de posguerra fueron para Alemania de crisis económica, miseria y paro.
Hitler y el partido nazi
Adolf Hitler era un soldado desmovilizado de la Primera Guerra Mundial, que no había aceptado
la derrota alemana y que en 1920 fundó el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de
Alemania, del que se erigió en líder. El partido escogió como emblema la bandera roja con la
cruz gamada y se dotó de una organización paramilitar, las “Secciones de Asalto” (SA)
Su ideología fue recogida en el libro “Mi Lucha” donde expresó su desprecio por la democracia
parlamentaria y su odio al bolchevismo. Asimismo, defendía el antisemitismo, la superioridad de
la raza aria y la necesidad de forjar un gran Imperio (Reich)
Para cautivar a las clases trabajadoras prometió: trabajo para todos, reducir los beneficios
industriales, mejorar salarios y avanzar hacia una sociedad más solidaria.
En sus discursos arremetió contra los que acusó de ser los responsables de la crisis: judíos,
comunistas y demócratas.
El nazismo al poder
Las consecuencias de la crisis de 1929 resultaron muy duras para Alemania. En las elecciones
de 1932, el partido nazi consiguió 13 millones de votos y, en enero de 1933, logró que el
presidente nombrase a Hitler canciller. Poco después, los escuadrones nazis provocaron un
incendio en el Parlamento y acusaron del mismo a los comunistas. Con este incidente eliminó a
sus adversarios y, en 1934, se proclamó Fürer y canciller del III Reich (Imperio)
7. El III “Reich” alemán
La dictadura NAZI
En 1934, y en unos pocos meses, los nazis transformaron Alemania en una dictadura. Se
disolvieron los partidos y sindicatos, se clausuró el Parlamento, se suprimieron las elecciones y
las libertades individuales y se inició una persecución de sus opositores. Solo quedó autorizado
el partido nazi, que concentraba todo el poder.
Desde el punto de vista social, el Estado nazi aspiraba a una total cohesión de la sociedad
alemana basada en la superioridad de la raza aria y la ideología nacionalsocialista. La
universidad, el sistema educativo, la cultura y el arte debían seguir las consignas nazis, por lo
que muchos artistas e intelectuales fueron perseguidos y huyeron del país.
El nazismo otorgaba a la mujer un papel social muy marginal. Para asegurar el adoctrinamiento
de las nuevas generaciones de jóvenes arios, se crearon las Juventudes Hitlerianas, que se
encargaban de orientar el ocio y la educación de los jóvenes.
Un régimen de terror
El Estado alemán se convirtió en un Estado policiaco que impuso su régimen por medio del
terror. Unos poderosos cuerpos policiales (las Secciones de Seguridad y la GESTAPO) se
encargaban de perseguir cualquier conato de oposición y de imponer el orden.
El mantenimiento de la “pureza racial” de la sociedad alemana comportó la persecución de los
judíos.
Se crearon los “campos de concentración” para recluir a los opositores y enemigos de Reich.
Muchos judíos fueron internados en ellos, obligados a realizar trabajos forzados y, en parte,
exterminados.
Autarquía económica y rearme
Desde un punto de vista económico, el III Reich, se propuso promover un relanzamiento que
hiciese de Alemania una gran potencia económica mundial.
El Estado nazi ejerció un fuerte dirigismo económico, que tenía como objetivo conseguir la
autarquía económica y convertir a Alemania en un Estado autosuficiente. Se dio prioridad a la
industria pesada, sobre todo la de armamento. Para hacer frente al paro, se llevó a cabo un
ambicioso programa de obras públicas con la construcción de numerosas autopistas y otras
infraestructuras.
Las ambiciones expansionistas necesitaban un ejército poderoso y Hitler inició una política
militarista.
Con un poderoso ejército y una economía orientada hacia la guerra, Hitler se sintió preparado
para lanzarse a la construcción de un gran Imperio y a la conquista de un “espacio vital” al este
de Europa. El camino hacia la Segunda Guerra Mundial estaba ya preparado.