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ANALÍTICA INTERNACIONAL Coppan 2050 AC Noviembre 28, 2011 Situación geopolítica israelí después de la Primavera Árabe Durante los primeros meses del presente año, una serie de revueltas sacudieron el panorama geopolítico en el Medio Oriente y el Norte de África, lo que obligó a que los tradicionales gobernantes de Túnez, Egipto y Libia a dejar el poder. Uno de los países más afectados en el mediano y largo plazo por estos cambios es Israel, país que a pesar del histórico sentimiento antisemita que existe en la región, se ha sostenido gracias al apoyo de potencias externas, principalmente Estados Unidos y de su relación especial con algunos gobiernos de la región. Dos de los principales aliados de Israel en la zona fueron por muchos años Turquía - primer país musulmán en reconocer a Israel como Estado, apenas un año después de su fundación - y Egipto, el primer país con mayoría musulmana en firmar un acuerdo de paz para poner fin al conflicto árabe – israelí proceso que culminó con la firma de los Acuerdos de Paz de Campo David en 1978, lo que poco después le costó la vida al presidente egipcio Anwar el Sadat, en manos de un militar extremista en protesta por haber hecho la paz con Israel. Desde su ascenso al poder, en 1981, Hosni Mubarak, fue reconocido como “amigo de occidente”, sostuvo buenas relaciones diplomáticas con Israel y Estados Unidos y sirvió de ejemplo a otros países árabes sobre cómo una nación musulmana podía funcionar con una economía de mercado. La posición adoptada frente a Israel le valió el apoyo económico y militar de estados Unidos durante tres décadas y, la relación entre Tel Aviv y El Cairo se convirtió en uno de los factores más importantes para mantener el equilibrio geopolítico de la región. Esta relación especial fue generando poco a poco un clima de rechazo hacia la postura pro israelí en Egipto. A decir de diversos analistas, el sentimiento del pueblo egipcio era que su nación debía apoyar la causa palestina por encima de la relación con Israel. Esta situación sufrió un vuelco con la primavera árabe, en particular con la caída de Mubarak, el principal apoyo de Israel en la región. Con la caída de Hosni Mubarak Israel pierde un fuerte aliado en la zona. Los cambios se han dejado sentir desde entonces. En febrero de este año, dos buques de guerra iraníes cruzaron el Canal de Suez, algo que no ocurría desde 1979; en abril, pese a las airadas críticas provenientes de Israel, Egipto anunció su intención de reanudar las relaciones diplomáticas con Teherán. Estas medidas precedieron la violenta manifestación de mayo, en la que cientos de jóvenes egipcios mostraron su animadversión hacia Israel, atacando su embajada en El Cairo. Días después, un escuadrón militar egipcio incursionó en Gaza después de cruzar la península del Sinaí, lo que provocó su detención de manera violenta por parte del ejército israelí. El evento provocó la muerte de cinco miembros de las fuerzas de seguridad egipcias y deterioró en forma grave la relación bilateral, que por cierto no parece estar entre las prioridades del gobierno de transición, en medio del difícil ambiente político que reina en la nación africana. Esto obliga a Israel a replantear su esquema de seguridad en su frontera sur, lo que le obligará a reorientar fuerzas y recursos. 2 Analítica Internacional Turquía, que por muchos años fue un aliado importante de Israel dentro de la Liga Árabe, ante la negativa de la Unión Europea a abrirle sus puertas, ha decidido acentuar su interés en Oriente Medio - que fue parte del Imperio Otomano durante cuatro siglos -, y privilegiar sus relaciones con los países árabes, a pesar de ser Israel uno de sus principales proveedores de armas para el ejército turco. Al invocar el pasado otomano y subrayar su carácter musulmán (aunque sea una república laica), Turquía parece buscar un mayor liderazgo en la región sacudida por las primavera árabes. En muchos países árabes, el modelo turco de país musulmán, estado secular y economía mixta, se considera un ejemplo a seguir. Las tensiones diplomáticas entre Israel y Turquía se acentuaron después de la publicación del Informe de Naciones Unidas sobre el asalto a la llamada “Flotilla de la Paz”, en el que el ejército israelí impidió de manera violenta la entrada de navíos provenientes de Turquía con ayuda humanitaria, cuyo destino final era la franja de Gaza. El Informe respalda en lo esencial la actuación de Israel y señala que "el bloqueo naval fue impuesto como una legítima medida de seguridad para prevenir la entrada de armas en Gaza por vía marítima y que su aplicación cumplió los requisitos de la legislación internacional", ya que Israel "se enfrenta a una amenaza real por parte de los grupos de milicianos en Gaza"; sólo critica la violencia con la que los soldados israelíes llevaron a cabo el operativo. El presidente turco, Abdulá Gul, desconoció el informe y su ministro de Asuntos Exteriores, Ahmed Davutoglu, declaró que Turquía no reconoce como legítimo el bloqueo de Gaza y ha anunciado que llevará el asunto a la Corte Internacional de Justicia y que tomará las medidas necesarias para asegurar la libertad de navegación en el Mediterráneo oriental. Ankara expulsó al embajador israelí y suspendió los acuerdos bilaterales de cooperación militar, señalando que estas medidas constituyen "sólo un primer paso". En el mes de octubre se conoció un documento oficial del gobierno de Israel en el que el Presidente Netanyahu instruye la elaboración de un plan de ataque preventivo en contra de Irán. El gobierno de Therán respondió que estaba listo para cualquier tipo de enfrentamiento. Al cambio en la relación con Turquía y Egipto, Israel tiene también en su contra las dificultades de Estados Unidos y de los europeos para desviar su atención hacia conflictos regionales cuando sus realidades nacionales absorben toda su atención y sus recursos. Las experiencias en Irak y Afganistán no solo harán impopular cualquier solución militar o intervencionista, sino que incluso en términos de recursos políticos y financieros, las posibilidades de actuar para EUA y Europa son ahora geométricamente inferiores a las que tenían hace diez o cinco años. De detonarse un nuevo conflicto entre Israel y sus vecinos, el escenario resultante podría provocar rupturas mayores, por lo menos en esa región. * Con la colaboración especial de Héctor Ubaldo Sánchez Rodríguez.