Download Pasión por la Iglesia en Francisco Palau

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Francisco Palau, “devorado por la pasión del amor”
Francisco Palau confiesa que desde niño experimentó la pasión como un “ímpetu
irresistible”:
“...desde niño me siento poseído y dominado por una pasión que se llama amor” “la ley de
la naturaleza me impulsaba con ímpetu irresistible” (MR I).
“Mi corazón desarrolló su pasión ya desde niño: yo amaba con pasión, y esta pasión era
mi tormento y mi pena... al desplegar sus alas la mocedad, aumentó la pasión y, por
consiguiente, el tormento” (MR 22,13).
Reconoce en él un “corazón, devorado por la pasión del amor” (MR 7,12; 8,17); “ Yo amo con
pasión inmensa” (MR 16,5).
Francisco ama con pasión, pero al principio no conoce el objeto al cual dirigir este “ímpetu
irresistible”. El corazón que ama sin conocer su objeto es para él “como el agua estancada” (MR
9,18). “¿Qué amaba yo? ¿Quién era la cosa amada?” (MR I) “Yo amaba con pasión, y, ¡cosa extraña!
ni conocía mi Amada ni ésta se relacionaba conmigo” (MR10, 15).
Francisco transferirá esta experiencia personal a la experiencia de sus Hijas espirituales:
“Vuestro corazón, dominado por una pasión inmensa, terrible, e indomable, da fuertes
latidos, desea, apetece, busca y llama a un amado-amante que llene por completo, en
cuanto es compatible con la condición humana, sus apetitos. Y ¿Cuál es éste?” (C 88,3).
Experimentará la felicidad al descubrir a la Iglesia, Dios y los prójimos en unidad, como el
único “objeto” capaz de satisfacer esta pasión:
“Su presencia satisfizo mi pasión y con ella yo era feliz, su belleza me bastaba. Dios y el
prójimo, o sea, la Iglesia católica se me apareció tan bella como una divinidad. … Con ella
encontré mi dicha y felicidad; yo era feliz” (MR I).
Desde ahora el “agua estancada” “corre con ímpetu” (MR 9,18)
Esta pasión se traduce en Francisco en servicio a la Iglesia de rostros concretos:
“Porque te amo, busco en los servicios ocasión de complacerte [...] mi corazón, arrastrado
por esa pasión indomable, desea servirte y agradarte” (MR 9,7).
Podemos hablar en Francisco Palau de pasión por la Iglesia en dos sentidos:
- Pasión1en el sentido de dejarse quemar, de arder de amor por la Iglesia concreta. El P.
Palau experimentaba el “fuego interno del amor”, la “llama del amor que ardía dentro de su pecho”
por su Amada (Cf. MR 22,15.16; MR 22,13.15); para él “su mirada era un dardo de fuego de amor divino
que encendía, hería y mataba el corazón” (MR 8,35).
- Pasión2 en el sentido de saber sufrir por la Iglesia. Francisco confiesa:“esta pasión era
mi tormento y mi pena” “Si he de juzgar de mi amor para contigo por lo que peno y sufro por ti,
mucho debo amarte, porque sufro mucho por ti “ (MR IV). Y sentirá que la Iglesia le dice: “Si me
amas, tendrás penas a medida del amor, reconóceme por tu compañera de penas” (MR 9,7).
El P. Palau experimenta que esta pasión que él siente por la Iglesia, también la Iglesia la
experimenta por él, en otras palabras, el ser humano es la pasión de Dios:
<<...desde que tu corazón se dirige a mí amando, me roba el corazón; y “apasionada” si
pasión puede llamarse, yo me doy toda al que me ama>> (MR 9,18).
Sólo quien se sabe amado, despierta a amar, ya nos lo dice Benedicto XVI en su primera
encíclica:“ Él nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros podemos
corresponder también con el amor.” ( Deus Caritas est, 17)
Esta convicción Francisco nos la transmite:
“El amado os ama con amor eterno, puro leal, constante, desinteresado, con pasión y con
una pasión igual a la vuestra ¿Lo creéis? Creedlo y todo está hecho” (C 88,6)
Para el P.Palau esta pasión debe pasar al plano práctico: amar con pasión a la Iglesia
entera es conocer y amar a fondo a sus miembros. Esto se traduce en relaciones de amor,
1
2
La palabra pasión se relaciona con la palabra latina ardor-oris y alacritas-atis , que significan ardor, fuego...
La palabra pasión proviene del griego páthos, páscho y del latín passio, que significa sufrir, soportar.
conocerse, hacerse uno con los otros... Este misterio de comunión que apasionó a Francisco y
que él llamó Iglesia, hoy nos puede apasionar también a nosotros; quizá pueda tomar otros
nombres: Reino de Dios, Plan divino: “Que todos sean UNO” (Jn 17,21), que “Dios sea todo en
todos” (1Cor 15,28) …
Contagiemos esta gran locura, esta pasión por el Reino, que en sentido palautiano es
pasión por la Iglesia. Si estamos dispuestos a dar la vida por el Reino, ¿qué no vamos a estar
dispuestos a hacer por él? Si nuestro corazón mira en otra dirección nunca será verdaderamente
feliz: “Si vuestro corazón ama fuera de Él, está perdido” (C 88,6).
Fernanda Villanueva Lavín, cmt.