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Editorial El futuro de los antibióticos Escribe Ricardo Durlach Doctor en Medicina. Miembro de la World Alliance Against Antimicrobial Resistence (WAAAR). Lugar: Davos, Suiza. Enero 2016. Los periódicos nos ilustraron acerca de algunos de los temas que se trataron en el Foro Económico Mundial durante la reunión de enero de 2016. No menos de 40 jefes de gobierno estuvieron presentes para escuchar y deliberar sobre amenazas mundiales de una importancia tremenda, la guerra del Estado Islámico, los refugiados en Europa o los robots inteligentes que van a reemplazar 5 millones de puestos de trabajo. También trataron el tema de las bacterias multirresistentes y la pérdida progresiva de la actividad de los antibióticos. Economistas y empresarios de 83 firmas de la industria farmacéutica y de biotecnología declararon que si se mantiene la tendencia actual y no se controla el aumento creciente de bacterias multirresistentes, en el año 2050 tendremos 10 millones de muertes por año, a un costo de 100 trillones de dólares. Hicieron un llamado para coordinar esfuerzos a fin de controlar el uso indebido de antibióticos, crear incentivos para la investigación de nuevas drogas y generar nuevos modelos económicos. El tema requiere cambio de modelos económicos. Por el momento, la industria que se apropia de la explotación comercial de una droga recupera su inversión con la venta y esto significa volumen. 06 El uso extendido de los antibióticos aumenta su exposición y es en el contacto con las bacterias cuando estas activan sofisticados mecanismos genéticos y no genéticos para generar resistencia, clones que se esparcen en el hospital, la región y el mundo. En Davos, dieron el ejemplo de un gen bacteriano descubierto en China, denominado mcr-1, que le da a la bacteria la propiedad de ser resistente a todos los antibióticos actualmente conocidos. No hace falta aclarar que es un fenómeno mundial que afecta por igual a los países ricos y a los emergentes. La resistencia bacteriana a los antibióticos es un problema grave de salud pública mundial, que progresa rápidamente, a pesar de las acciones y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. El número de víctimas por la morbilidad y la mortalidad no deja de crecer. Las necesidades no son sencillas: descubrir y desarrollar nuevas drogas, preservar los antibióticos que existen y frenar la progresión de los mecanismos de resistencia en el medio ambiente, en todos los países. En Francia, según estimaciones de la Alianza Mundial para la Lucha Contra la Resistencia a los Antimicrobianos (WAAAR), liderada por Jean Carlet, en este último año, 150.000 pacientes desarrollaron una infección causada por una bacteria multirresistente y murieron 12.500 personas. En Atlanta, EE.UU., los Centros de Enfermedades Comunicables y Prevenibles han estimado que más de 2 millones de pacientes adquieren una infección con una bacteria multirresistente por año, y de ellos al menos 23.000 mueren porque los antibióticos existentes no las frenan, con un costo directo de 20 billones (CDC 2013). El Centro equivalente de Europa (ECDC, 2009) estimó que 25.000 personas por año mueren por causas atribuibles a estas infecciones, a un precio de € 1.5 billón anual en costos directos e indirectos. La realidad actual es que en los últimos nueve años no se encontró ninguna molécula que pudiera tener actividad potencial, a pesar de los cientos de millones de químicos analizados. La industria se enfrenta a una situación paradójica, el desarrollo de un antibiótico requiere alta tecnología y años de investigación, cuando está listo para el mercado el precio debe ser accesible y su utilización restringida. Pareciera que invertir en innovación antibacteriana no es rentable. Por lo tanto, es necesario encontrar un nuevo modelo médico-económico que permita recuperar la inversión en drogas nuevas y en mecanismos que las protejan. Una explicación muy básica que permite entender el proceso podría ser que el cuerpo humano normalmente aloja cerca de un trillón de microorganismos; los sitios más habitados son el sistema gastrointestinal y ginecológico, forman la primera barrera de defensas y los defienden de la colonización de bacterias patógenas oportunistas. Los antibióticos son medicamentos elaborados para matar bacterias “malas”, las que invaden y enferman, pero cuando entran en contacto con bacterias “buenas”, estas mueren y dejan el lugar libre para que se multipliquen las bacterias sobrevivientes, es decir, las resistentes. Cada vez que una persona toma un antibiótico está generando espacio para que proliferen las resistentes e induciendo procesos de selección de mecanismos de resistencia. Si agregamos los antibióticos que se utilizan en ganadería, agricultura, piscicultura, etc., los antibióticos en el ambiente mundial están fuera de control. Las bacterias tienen propiedades genéticas que les permiten generar enzimas que neutralizan la actividad del antibiótico, pueden modificar su sitio de unión, reducir su permeabilidad o expulsar moléculas tóxicas. En un abreviado párrafo se mencionan iniciativas, acciones y políticas nacionales que en su conjunto podrían tener impacto en disminuir este fenómeno, que parece inevitable: 1. En salud pública se sugiere: a) Educar al público, desde la escuela primaria hasta los adultos, a no exigir tratamientos así como no automedicarse en caso de resfríos y otras enfermedades virales, catarros, diarreas leves y otras situaciones de probada sobreutilización. b) Educar a los profesionales de la salud sobre prescripción responsable. c) Restringir la venta libre. d) Mejorar la calidad del agua, control del medio ambiente y reducir el uso de antibióticos en ganadería, agricultura y piscicultura. e) Aumentar la vacunación de las enfermedades prevenibles y reforzar la educación pública respecto de las enfermedades transmisibles. 2. Mejorar el control de las infecciones asociadas al cuidado de la salud y desarrollar políticas de uso adecuado y progresivo de antibióticos en los hospitales. 3. Políticas nacionales que obliguen a informar con indicadores universales las tasas de uso de antibióticos por grupo químico y las tasas locales y hospitalarias de resistencia a las bacterias aisladas de pacientes. Un grupo de expertos, multidisciplinario, podría ampliar y mejorar esta propuesta y colaborar con el país que se propone cambiar. 07