Download 1.Caronte en la mitología griega, representa al barquero que

DUELO POR LA VIDA NO VIVIDA
CARONTE
“ Tu que tiemplas las velas, tu que recibes a los muertos y los dejas a la otra
orilla del pantano de altas hierbas, te pido que tomes la mano de mi niño
cuando aborde el casco oscuro de tu barca.
Mira,se enreda en las sandalias y, tu sabes, tendrá miedo de subir allí
descalzo1”
Zonas, siglo I a.C., Grecia
La muerte en nuestro medio social y cultural,no es bien vista y aceptada, pero quizá las
muertes de vidas en germen,constituyen por mandatos sociales, las menos elaboradas
por parte de los padres.
Cuando esta vida es realmente deseada y anhelada, su desaparición prematura,
constituye para los padres, un quedarse con las manos vacías y por lo general, para la
madre un hondo sentimiento de culpa; surgen expresiones y preguntas interminables
como: “ yo tuve la culpa por que...”, “¿qué hice de malo?”, “¿porqué?”, “¿porqué yo?”,
“porqué mi hijo?” etc.. Todo es confuso, absurdo e injusto; lo que hemos llamado
“siyos” se repiten incesantemente: “si yo me hubiera alimentado mejor”, “si yo no
hubiera fumado”, “si yo no me hubiera ofuscado aquella tarde no hubiera abortado”,
etc..
¿Qué hacer con toda esta carga de dolor? ,¿con el corazón roto en pedazos? Lo más
importante es ir aceptando el hecho: no podemos alterar una realidad, lo más atinado a
1.Caronte en la mitología griega, representa al barquero que pasaba las almas, por el río
Aqueronte de la vida a la muerte.
En los textos aparece con C, en nuestra versión siglo XXI lo aludimos con K
realizar, dentro de nosotros mismos es tener mucha paciencia, cuidado y amor con
nosotros mismos, en calidad de dolientes.
Desgraciadamente el duelo por la pérdida del bebe no nacido, no tiene ningún tipo de
reconocimiento ni validez en nuestro medio social: no se llevan a cabo los servicios
funerarios, misas, avisos en prensa, no se realiza ningún tipo de ritual funerario, parece
todo tan simple por que: “él es un ángel y Dios se lo llevó” y de esta forma tan simple
se maneja desde el colectivo.Por eso los padres,hermanos y familiares cercanos deben
transmutar, a través de una “alquimia interna”, no exenta de dolor profundo, llevada a
cabo con una acertada actitud de elaborar el duelo y así lentamente reconstruir la vida, y
comprender, desde lo más profundo de su ser, que el dolor constituye en la vida de los
seres humanos, una energía purificadora.
El dolor moral es por lo general un acicate, para refugiarse en el mundo espiritual. Ver
en momentos de dolor, este mundo, nos puede llenar de fuerza y coraje, para sobrellevar
la dura prueba; de hecho todo duelo debe llevar a un crecimiento espiritual, aunque esto
no se percibe en la oscuridad de los periodos iniciales.
Para comprender el porqué y el para qué de estas muertes, debemos remontarnos a las
causas profundas de nuestra existencia física, como seres humanos. El alma viene a este
plano “físico” a cosechar vivencias, experiencias de las cuales precisa para poder
construir su camino evolutivo en otros planos de conciencia, o sea, en mundos
vibratorios más sutiles. Lo que aparentemente a los ojos de los padres es “absurdo” y
totalmente “injusto” por la muerte de su bebé,un hecho que contraría el “orden natural”;
a los ojos de la sabiduría eterna, simplemente constituye un saldar cuentas más
1.Caronte en la mitología griega, representa al barquero que pasaba las almas, por el río
Aqueronte de la vida a la muerte.
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rápidamente. Lo anterior puede sonar incomprensible, como es el hecho de la muerte en
nuestra sociedad, no entendemos por qué unos seres viven tanto tiempo, en cambio
otros tan poco, o casi nada, como en estos casos; si suponemos que venimos a cumplir
una misión ¿cuál es entonces la de ellos?.Una respuesta a esa búsqueda de sentido,es
que el valor de éste duelo es básicamente transformar por siempre en forma positiva la
vida de estos padres; así en medio de este intenso dolor es fundamental elevar la visión
y darle un sentido de orden trascendente a esta pérdida.
Por este camino de dolor, en forma ideal, se debe llegar a un cambio positivo de actitud
frente a la aparente tragedia y se cambian antiguas formas negativas de asumir la vida.
Recordemos que el dolor y el sufrimiento, siempre tienen un profundo sentido y es
básicamente, como hemos aludido en anteriores reflexiones: crecer, madurar,
evolucionar, adquirir en síntesis Conciencia.
Pero centrémonos ahora en el ciclo de dolor por el que estás atravesando o atravesaste,
por la muerte de el bebé, recuerda que en estas situaciones de sufrimiento no existe una
solución fácil, ni una actitud claramente mejor que las demás, a veces el compañero
pregunta ¿qué puedo hacer o decir? para ayudar a su compañera y aliviar su pena, y
otros familiares y amigos quizá, quieran también ayudarte y no sepan cómo; ya que las
personas son muy distintas en las respuestas emocionales frente al duelo lo mejor que
pueden hacer los que desean ayudar, quizá sea ponerse a disposición del que sufre,
prestos a escuchar sin retraerse por miedo al sufrimiento personal, por no parecer
entrometidos, o por sentirse cohibidos ante la situación; lo más valioso para ofrecer es
un silencio expectante, sin tensión ni palabras innecesarias, de modo que el dolor del
sufriente pueda fluir hacia ellos.
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DOLOR POR EL BEBÉ
Este sentimiento puede parecer simple, pero de hecho quizá sea complicado, por que el
duelo no es solo una cuestión de lagrimas y tristeza, sino de shock emocional, de
sensaciones de culpa y de ira, que se sienten en diversas fases de la experiencia. No es
fácil resolver los sentimientos destructivos de culpa y quizá resulte aún más difícil
controlar los de ira, que pueden incluir hostilidad hacia otras personas.
El periodo inmediatamente posterior a la muerte del niño, quizá sea una época en que
tengas conciencia solo a medias de lo que ha sucedido, y te sientas emocionalmente
congelado, esto en especial concierne a ti como mamá. Quizá haya, a veces, que
transcurrir aproximadamente una tres semanas para que se comiencen a vivir las otras
fases del duelo.
A veces es difícil para una madre sentir dolor por el hijo muerto, debido a que realmente
nunca lo conoció vivo. Todavía puede ser más difícil aún cuando ni siquiera lo vio
muerto; de ahí la importancia que médicos y enfermeras animen a las madres y a los
padres a: tocarle, mimarle, cantarle, y si se desea bautizarle.
Respecto al entierro del bebé, es posible que desees saber acerca de los detalles del
servicio funerario y planear su funeral junto con tu compañero; este acto constituye, a
pesar del intenso dolor, un remedio terapéutico para tan honda pena.
Un aspecto a tener en cuenta, es que este duelo, por lo general afecta en su gran mayoría
la relación de pareja, y se quiebran muchas veces la comunicación de las expresiones
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afectivas, en especial de las relaciones sexuales, surgen mal entendidos verbales o
mutismos exagerados, especialmente por parte del hombre, ya que tiene introyectada
una orden social negativa y es no expresar lo que siente, por que mostraría debilidad;
cuando lo que precisamente requiere él mismo y su compañera por salud mental y por
ende, física; es sacar afuera todas estas emociones dolorosas y apoyarse mutuamente,
sostenerse profundamente, en medio de esta tormenta emocional.
Lo más común es que se viva una intensa depresión donde no hay fuerzas, energía,
vitalidad ni alegría para nada ni para nadie, todo se ha venido abajo como un castillo de
cristal. ¿Qué sentido tienen todas la ilusiones, esperanzas, expectativas que se tenían? ,
nada tiene ya sentido. Preguntas, miles de preguntas y de recriminaciones hacia sí
mismo y quizá hacia el compañero en el caso de la madre se van a desencadenar como
una tormenta que no para. ¿Qué es lo más sensato? ¿Con todo este inmenso dolor y con
el corazón partido?, simplemente, como ya lo dijimos ACEPTAR; nunca vamos a
conocer el motivo, el porqué el rigor del cruel destino; lo único real es que no podemos
alterar esta realidad, sino volcarnos hacia nosotros mismos, incluso antes que al mismo
compañero; debemos más que nunca aprender a contenernos, cuidarnos, querernos,
tener mucha paciencia, compasión y consideración con nosotros mismos especialmente
tratándose de la madre. Como no podemos cambiar este duro momento el amor hacia sí
mismo debe de traducirse en cuidados de orden físico, mental, emocional y espiritual,
para así lentamente recuperarse, aunque en el corazón permanezca por toda la vida esa
cicatriz que en forma ideal, debe irse cerrando, sanando lentamente al transcurrir el
tiempo; esto solo se logrará al VIVIR CON LOS OJOS ABIERTOS EL DOLOR
cuando se protesta a Dios a la vida o al que sea, se habla del evento sin parar, se llora en
forma desaforada, etc.Nos detenemos un momento a considerar el valor sagrado y
sanador de las lagrimas: nos airean, liberan, reconfortan y humanizan, además de ser
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altamente equilibrantes; cuando lloramos intensa y largamente, simplemente
descansamos. La pareja, en caso de existir y el entorno familiar y social, deben tener
muy en cuenta este valor, ser sumamente respetuosos, recordemos las bellas palabras
en el “Principito”: “es tan misterioso el país de las lagrimas”, así que , se debe de tratar
de comprender, respetar este misterio.No debemos exclamar, entre otras, las siguiente y
muy comunes expresiones: “no lo llore más, que no lo va a dejar entrar al cielo”, “no
llore más, que con hacerlo no lo va a resucitar”, “no llore más que se va a enfermar”,
“no llore que es un ángel”, etc, esto es irrespetuoso, no tiene sentido, no es un acto
compasivo ni de solidaridad.
En los procesos terapéuticos de duelo, siempre recomendamos, a modo de consigna que
hay que llorar hasta sentir que el “pozo de las lagrimas” se haya secado. ¿Cuándo?,
¿cómo?, estas respuestas son totalmente personales, intimas; la clave es que en un
momento dado como padre y como madre, sequen su llanto, y continúen su camino
juntos, fortalecidos en su relación de pareja.
DE NUEVO LA VIDA:
Si quedas nuevamente embarazada después de un aborto, o un parto de un bebe muerto,
o si tu hijo murió poco después de nacer, la experiencia previa suele ensombrecer la
actual. Esto a veces sucede, aunque no se desease la continuación del primer embarazo,
y sintieras alivio al abortar.
La madre que pierde un hijo sin desearlo, por aborto espontáneo o muerte perinatal, por
ejemplo, puede sentirse ofendida al ver que las emociones de la mujer que se sometió al
aborto provocado, se discuten en el mismo contexto que las suyas, y quizá piense mal
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de ella. Sin embargo, la experiencia de ambas pérdidas puede ser igualmente difícil y
el sentimiento de culpa igual o mayor.
En un nuevo embarazo, por el carácter desgraciado del anterior, la mamá como gestante
tendrá especial conciencia de todos los riesgos y peligros. La mujer con sentimientos de
culpa sobre un aborto previo, o que considera responsables a determinadas personas,
puede transferir estos sentimientos al embarazo que se inicia, y desarrollar ansiedad y
angustia ante la posibilidad de un parto terrible, o un hijo con defectos, como una forma
de castigo por permitir el aborto provocado o no haber sabido cuidar al bebé lo
suficiente. No es necesario que estos pensamientos sean conscientes, ni que tengan una
base razonable de acuerdo con los riesgos reales. Si se intenta olvidar lo sucedido, y
ocultarlo en lo profundo de la mente, no se estará preparada para la cantidad de
emociones, que de hecho surgirán cuando se ingrese, quizá al mismo hospital, para el
trabajo de parto; es muy difícil no recordar las sensaciones y eventos que rodearon la
pérdida del anterior bebé.
Aunque la madre piense que a toda costa, debe rechazar todos estos pensamientos
negativos y dolorosos, en la práctica es muy difícil hacerlo. Se tiene todo el derecho a
reconocer y vivir estos sentimientos, pero éstos no deben dejarse para el final de la
gestación y mucho menos para el momento del parto. Lo que se sugiere es realizar una
sana catarsis; es decir “soltar”, a través de la expresión de todos estos miedos y en la
aceptación franca y abierta toda la experiencia desgraciada que se vivió antes.
Quizá se sienta que el hijo actual tiene que ser del mismo sexo, o incluso que se trata del
mismo niño. Esto representa un mecanismo por el que intentamos enfrentarnos a la
experiencia dolorosa, pero mucho cuidado con esto, nadie reemplaza a nadie, no resulta
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posible sustituir un niño con otro, o reparar la pérdida con un nuevo embarazo. Es de
vital importancia, tanto para la madre, el padre y para el nuevo hijo, que se le considere
como un ser con identidad propia, totalmente diferente al fallecido y tratar de darle otro
nombre de pila.
Resulta entonces, un trabajo de confianza en la propia vida que nuevamente se abre
paso, especialmente por parte de la madre, de que el milagro de dar a luz un bello y
saludable bebé es un hecho real y concreto, ya que el estado mental y anímico; es decir,
“el clima interno” de armonía, paz, seguridad y belleza por parte de ella es
indispensable, para acunar la nueva vida.
“...hablar mirándose a los ojos, sacar lo que se muere afuera, para que
adentro nazcan cosas nuevas,...nuevas,..., nuevas...”
Canción: “Soy pan, soy paz”, Piero
ALGUNAS PREGUNTAS
1. Escribe acerca de tu nivel de culpa. Al final de tu autorreflexión discúlpate y
acepta el rigor del destino.
2. ¿Tu red de apoyo psicosocial: compañero, familia, amigos, ayudas terapéuticas
están fortalecidas?
3. ¿Cómo estás drenando y sanando tu rabia, culpa, angustia, miedos, etc..?
4. ¿Crees que puedes sobrevivir sin tu hijo?
5. ¿Pasado un tiempo consideras importante un soporte espiritual? Si ___, No __,
¿Por qué?
SILVIA H. VALENCIA M.
Coordinadora Programa Karonte:
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Asistencia y Educación en el Arte de Morir y el Duelo.
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