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La inteligencia del corazón Sara Román Navarro Trabajo final del 1º curso de Consultora en Mindfulness (Abril 2013) Contenido 1. Motivación 2. Neuroanatomía del corazón 3. Funciones del corazón 4. Neurocardiología 5. Comunicación corazón –> cerebro 6. Coherencia cardíaca 7. Citta 8. Conclusión Epílogo 1. Motivación De todos los temas del curso, el que más me ha llamado la atención, por la importancia que tiene en nuestras vidas (aunque no seamos conscientes de ello) y por la novedad para mí, ha sido el Tema 12, que habla de la inteligencia del corazón. En él se menciona un pequeño cerebro cardiaco, del que nunca había oído hablar y que me llamó mucho la atención. Me pregunté (y me sigo preguntando, después de dedicar unas cuantas horas a buscar publicaciones científicas sobre el asunto) cómo un descubrimiento tan relevante no ha tenido una gran difusión, ni científica ni popular. Nuestra mentalidad actual parece seguir resistiéndose a ampliar el concepto de inteligencia y con ello, la riqueza de la experiencia humana. La explicación científica de que existe un cerebro en el corazón que se comunica con el cerebro craneal dejó a la vez tranquila e inquieta a mi parte racional. Tranquila porque por fin parecían existir evidencias que podrían explicar tantas experiencias vividas por mí en cuanto a una forma de inteligencia que no se manifiesta ni actúa a través del pensamiento (cerebro craneal) y que a mi parte racional y científica le costaba aceptar e integrar como parte una parte importante de mi vida, cuya presencia además aumenta conforme avanzo en la práctica de la meditación. E inquieta porque quería saber más del asunto pero los temas y prácticas del curso se sucedían y no había tiempo para detenerse en este aspecto concreto. También desde hace unos años vengo encontrándome con el término sánscrito citta, habitualmente traducido como mente-corazón, que junto al gesto que he visto realizar al Dalai Lama muchas veces señalándose al centro del pecho cuando habla de “mind” (mente). Es un término que me intrigaba y que intuitivamente relacioné con esta inteligencia del corazón. Así que he aprovechado la ocasión para investigar también un poco acerca de su significado. Por estos motivos combinados, elegí este tema para el trabajo final, planteándomelo como una oportunidad de leer e investigar. Estoy acostumbrada a leer textos científicos, pero no médicos, y en algún momento del proceso me he dado cuenta de que “me he metido en un berenjenal” ya que ni es fácil encontrar publicaciones médicas que traten el tema del cerebro en el corazón, ni es fácil extraer información comprensible para los “no iniciados” (como yo) en materia médica. A continuación presento diferentes capítulos que van desde lo más concreto, físico y científico a lo más intangible y podríamos decir, espiritual. Terminando en una conclusión que he expresado con un mapa de integración. Respecto a la bibliografía, ya que me he permitido el lujo de tomarme mi tiempo para mirar aquí y allí y al final he manejado bastante documentación de muy variada índole, he optado por referenciarla al final de cada capítulo en lugar de la tradicional lista de referencias al final del texto. 2. Neuroanatomía del corazón En un primer momento pensé que cualquier artículo que describiese la anatomía del corazón presentaría la descripción de esta estructura compuesta de miles de neuronas a la que se llama “pequeño cerebro en el corazón”. Mis expectativas quedaron bastante frustradas cuando me encontré con que, una detrás de la otra, estas publicaciones mostraban una clara uniformidad en cuanto a la descripción del corazón como un “órgano fibromuscular hueco con forma de cono irregular”. Todas las publicaciones de anatomía parecen estar centradas en el aspecto motor del corazón y por ello describen todas las partes implicadas en el correcto bombeo de la sangre. Dos ejemplos de esto son (1) y (2). He tenido que buscar en revistas específicas de neuroanatomía, donde he encontrado referencias a la autonomía funcional del corazón con respecto al sistema nervioso autónomo, y en las que describen la compleja estructura neuronal del corazón, como por ejemplo el artículo (3). En este trabajo se describe en detalle la complicada red nerviosa del corazón, aunque en ningún momento se hace referencia a su potencial como cerebro, y se analiza la cooperación entre el sistema nervioso cardíaco y el sistema nervioso autónomo. En la Fig. 1, obtenida en http://www.fotosimagenes.org/imagenes/nervio-cardiaco4.jpg, se puede ver que el corazón está conectado al Sistema Nervioso Autónomo por una red de nervios simpáticos y parasimpáticos situados a diferentes alturas (desde el bulbo raquídeo hasta los ganglios de las primeras vértebras torácicas). Todas estas innervaciones se concentran y distribuyen a través del plexo cardáco. El plexo cardíaco es un complejo entramado de fibras nerviosas entrantes (eferentes: salen del cerebro) y salientes (aferentes : entran en el cerebro). Está situado en la base del corazón y se divide en el plexo superficial y el plexo profundo. En el plexo superficial se encuentra el ganglio cardiaco, con varias conexiones a partes más profundas del plexo. El plexo profundo a su vez se divide en plexo profundo izquierdo y plexo profundo derecho, que posteriormente vuelven a unirse para formar otra red de fibras agrupada en tres plexos más. En todos ellos hay fibras simpáticas y parasimpáticos que penetran las tres capas musculares del corazón. La figura 2, dibujo de Eduardo Spinelli tomado de (3), muestra el plexo cardíaco, en donde se realiza la conexión de los nervios cardíacos a los atrios derecho (AD) e izquierdo (APM) y los ventrículos izquierdo (VI) y derecho (VAM) del corazón. La innervación del corazón se realiza en dos sentidos: por un lado se reciben impulsos del sistema nervioso central (SNC) que ejercen una acción sobre la musculatura cardiaca, y por otro, a través de las llamadas fibras C (que conectan directamente con el bulbo raquídeo), sale una gran cantidad de información del corazón hacia el SNC, entre otras la relativa al dolor asociado a un ataque de corazón, además de información muy relevante relacionada con la tensión de las arterias. Estos dos circuitos se muestran en las figuras 3 y 4, realizadas por Eduardo Spinelli, tomadas de (3). Fig. 1 Nervio cardíaco Fig. 2 Distribución de las ramas simpática y parasimpática que forman el plexo cardíaco Fig. 3 Esquema del sistema que regula la presión sanguínea y el ritmo cardíaco Fig. 4 Esquema del sistema utilizado para la percepción del dolor El músculo del corazón no dispone de nervios sensitivos y es por ello que se dice que “el corazón no duele”. En cambio en el pericardio (bolsa que contiene al corazón “propiamente dicho”) sí que existen estos nervios. No se sabe bien cómo se produce el dolor causado por una isquemia de miocardio (ataque de corazón). La isquemia se produce por una deficiencia de irrigación en los tejidos del corazón y de alguna manera el sistema nervioso cardiaco capta esta situación y la convierte en una señal de alarma (dolor). En el corazón existen también otros dos sistemas con “su propia identidad y fisiología”: el Sistema Baroreceptor y el sistema Quimioreceptor cuya función consiste en informar al SNC en tiempo real (es decir, al instante) acerca de la presión sanguínea y la cantidad de oxígeno en la sangre. La función motora del corazón se realiza de forma autónoma, aunque está modulada por el cerebro a través de varios circuitos que comunican cerebro y corazón en ambos sentidos. El SNC influencia el ritmo del corazón y la presión arterial como respuesta a las condiciones somáticas o psíquicas del individuo en cada momento (sueño/vigilia, descanso/esfuerzo, enfado/alegría). Fue J. Andrew Armour quien introdujo el concepto de cerebro cardíaco funcional en 1994 (4). Con su trabajo, mostró que el corazón contiene un sistema nervioso intrínseco con un grado de sofisticación que merece el apelativo de cerebro por si mismo. Está formado por un conjunto de diferentes tipos de neuronas, unas 40.000 en total, neurotransmisores, proteínas y células de apoyo similares a las que se encuentran en el cerebro craneal. En sus trabajos más recientes sigue utilizando el término “little brain” (pequeño cerebro), para referirse a la estructura nerviosa cardiaca. En una publicación realizada en 2008 realiza una descripción muy exhaustiva y detallada del entramado nervioso que hay en y alrededor del corazón, indicando la importancia de las neuronas extracardíacas en las funciones del corazón. Armour no ha descubierto nada extraordinario que no hayan observado otros científicos antes. Es la organización y funcionalidad que atribuye a lo que él llama “la jerarquía neuronal cardíaca” lo que diferencia su trabajo de los demás (5). En sus publicaciones insiste en que esta jerarquía neuronal actúa como un sistema de control masivo que trabaja en paralelo y de forma mayoritariamente estocástica, de manera que se da un control estable de las funciones cardíacas sin una relación de causa – efecto obvia (propiedades emergentes). El principal órgano de esta jerarquía es “el pequeño cerebro del corazón”, compuesto por diferentes tipos de neuronas que son las que finalmente coordinan este complejo entramado jerárquico (tanto a nivel eléctrico como mecánico). La figura 5 está extraída de (6) y muestra diferentes estructuras y niveles de conexión entre el corazón y el cerebro. Fig. 5 Conexiones corazón - cerebro El sistema nervioso intrínseco del corazón está formado por ganglios que contienen circuitos locales de neuronas de diversos tipos, además de neuritas sensoriales que están distribuidas por todo el corazón y recogen información sensorial de varios tipos de su interior. Los ganglios cardíacos intrínsecos integran esta información con información proveniente del cerebro y de otros centros de procesamiento del cuerpo. Una vez procesada, se envían señales a los nodos sinoatrial y atrioventricular y a los músculos. Los ganglios extrínsecos, situados en la cavidad torácica, están directamente conectados con los pulmones y el esófago, e indirectamente conectados (a través de la espina dorsal) a otros muchos órganos como la piel y las arterias El corazón también envía información al cerebro a través de varios canales aferentes. El que más información lleva al cerebro es el nervio vago, conectado a la médula. De ahí la información pasa a las regiones subcorticales (tálamo y admigdala) y después los canales se abren hacia diferentes regiones superiores (corticales) del cerebro, en las que producen un efecto sobre la percepción, la toma de decisiones y otros procesos cognitivos. Es destacable que estas señales nerviosas provenientes del corazón tienen un efecto directo sobre la admígdala y sus núcleos asociados, ya que la admígdala juega un papel muy importante en el cerebro como centro de proceso de las emociones. Es la que coordina las respuestas comportamentales, inmunológicas y neuroendocrinas cuando se produce una situación de amenaza en nuestro entorno y actúa antes de que la información sensorial llegue al córtex cerebral (respuesta consciente). Armour ha propuesto un modelo de funcionamiento para esta jerarquía neuronal cardíaca que se muestra en la siguiente figura, extraída de (7): Fig. 7 Modelo propuesto por J. A. Armour de la jerarquía neuronal La función de esta jerarquía es la de adecuar la salida del corazón a las demandas de flujo sanguíneo de las otras regiones del cuerpo. En sus dos últimas publicaciones menciona que falta aún mucha experimentación para comprender plenamente el funcionamiento de los distintos elementos que componen este sistema y advierte sobre la importancia de avanzar en estas investigaciones antes de plantearse acciones terapéuticas sobre algunas de las partes. Armour explica que la interconectividad funcional de las neuronas que forman esta jerarquía está tan organizada que una pequeña entrada errónea en una parte del sistema puede producir un efecto en cascada que resulte catastrófico para el conjunto. Referencias: (1) Anatomy of the heart, Vishy Mahadevan. Surgery (Medicine Publishing) 1 December 2008, Volume 26, Issue 12, Pages 473-476. (2) Anatomy of the heart, Robert H. Whitaker. Medicine, Volume 38, Issue 7, July 2010, Pages 333-335. (3) Nerves of the heart: a comprehensive reviw with a clinical point of view, Mario P. San Mauro y col. Neuroanatomy, Volume 8, pages. 26-31, 2009. (4) Neurocardiology: Anatomical and Functional Principles, Armour J A. New York, NY, Oxford University Press: 3-19. 1994. (5) The little brain of the heart, J.A. Armour. Cleveland Clinic Journal of Medicine, Volume 74, supplement 1, February 2007, pages S48 – S51. (6) The heart brain, HeartMath Institute: http://www.heartmath.org/?page=http://www.heartmath.org/index.php?option=c om_content&view=article&id=20&Itemid=2 (7) Potential clinical relevance of the ‘little brain’ on the mammalian heart, J.A.Armour. Experimental Physiology, Volume 93, Issue 2, 2008, pages 165 176. 3. Funciones del corazón La primera y más documentada, es la función de bombeo de la sangre. Una acción mecánica que podría parecer carente de “espiritualidad” y que sin embargo, analizada en detalle muestra todo lo contrario. La sangre contiene oxígeno, hormonas, nutrientes y desechos y células pertenecientes al sistema inmunitario cuya misión es cuidar y proteger nuestro organismo de influencias nocivas. La sangre lleva y trae las sustancias imprescindibles para mantener la vida, discurriendo por todos los rincones de nuestro cuerpo. De esto se deduce que el corazón es en primera instancia, el motor de la vida, aquél órgano que a través de su incesante actividad mecánica proporciona todo aquello que es necesario para vivir, recogiendo a su vez lo que ya no es útil. El corazón además funciona como una glándula endocrina. En 1983 se aisló la hormona ANF (atrial natriuretic factor), producida por el corazón y que actúa sobre los vasos sanguíneos, los riñones, las glándulas adrenales y un gran número de regiones regulatorias del cerebro. El corazón también contiene células ICA (intrínsic cardiac adrenérgico cells) que producen neurotransmisores como la noradrenalina y la dopamina, cuya secreción se creía exclusiva del cerebro. Y por último, el corazón produce oxitocina, también llamada “hormona del amor”, relacionada según investigaciones recientes con la cognición, la adaptación, comportamientos sexuales y maternales complejos, aprendizaje social y el establecimiento de vínculos. La concentración de oxitocina en el corazón es tan elevada como la que puede encontrarse en el cerebro (1). Otra de las funciones del corazón se podría comparar con la función de un percusionista en un grupo musical. En un grupo musical, la percusión es la base que mantiene al grupo unido y en sintonía, marcando el ritmo que todos siguen y creando el esqueleto o estructura en el que los distintos instrumentos se articulan. Es de especial relevancia en creaciones musicales donde hay partes de improvisación, ya que el elemento rítmico es el que mantiene la conexión entre los diferentes instrumentos y proporciona el hilo conductor que permite a cada intérprete crear su versión individual dentro de un contexto común. El campo magnético generado por el corazón es unas 5000 veces más intenso que el del cerebro y puede detectarse a distancias de hasta un metro del cuerpo físico, y de hecho existen estudios como (2), que prueban que el cerebro de un persona puede sintonizarse con el campo magnético cardíaco de otra. Este campo magnético actúa como una onda portadora de ritmo para todo nuestro organismo, incluido el cerebro. Y por último y no menos importante, el corazón contiene un cerebro propio, que le permite funcionar de forma independiente al cerebro craneal, y gracias al cual pueden realizarse los trasplantes de corazón. Este cerebro, junto a su función como glándula endocrina, está siendo relacionado por muchos autores (3) con funciones mentales y espirituales, y es la base sobre la que se sustentan los procedimientos terapéuticos de coherencia cardíaca que comentaré en el capítulo 6. He encontrado también dos publicaciones en las que se presentan experimentos en los que parece haberse encontrado evidencia científica de la intuición (4) y (5). Los autores definen la intuición como un proceso por el cual información que normalmente se encuentra fuera del rango de la percepción consciente, es captada por los sistemas psicofisiológicos del cuerpo. Los investigadores llegan a la conclusión de que sus experimentos parecen probar que el cerebro y el corazón intervienen juntos en la recepción, procesamiento y decodificación de la información intuitiva. Su papel es crítico en el proceso y no descartan la posible intervención de otros sistemas corporales. Uno de los resultados de sus experimentos es que el corazón parece recibir esta información intuitiva antes que el cerebro y que las mujeres estamos más sintonizadas que los hombres con la información intuitiva que viene del corazón. Referencias: (1) Oxytocin is a cardiovascular hormone, J. Gutkowska y col. Brazilian Journal of Medical and Biological Research, Volume 33, 2000, pages 625 – 633. (2) The Energetic Heart: Bioelectromagnetic Communication Within and Between People, McCraty R. Chapter published in: Clinical Applications of Bioelectromagnetic Medicine, edited by Rosch P J and Markov M S. New York: Marcel Dekker: 541-562, 2004. (3) The Heart, Mind and Spirit, M.O. Salem. Newsletter del Royal College of Psychiatrists, 2006. Encontrado en mentalhealthuk.co.uk. (4) Electrophysiological Evidence of Intuition: Part 1, The Surprising Role of the Heart, McCraty Ry col. Journal of Alternative and Complementary Medicine; 10(1):133-143. 2004 (5) Electrophysiological Evidence of Intuition: Part 2; A System-Wide Process?, McCraty y col. Journal of Alternative and Complementary Medicine, 10(2):325336. 2004. 4. Neurocardiología En la actualidad la Neurocardiología es una rama de la ciencia que despierta mucho interés. Existen numerosas revistas y publicaciones sobre este tema. En todas ellas se habla sobre la mutua interacción entre el cerebro y el corazón, aunque la gran mayoría de médicos parecen mucho más interesados en cómo afecta el cerebro al corazón que en cómo el corazón afecta al cerebro. Supongo que esto es debido a que las enfermedades cardiovasculares son la mayor causa de muerte en el planeta. Son responsables de la muerte del 32% de las mujeres y del 27% de los hombres (datos de 2004) y de seguir la tendencia, se estima que causarán la muerte de 23,4 millones de personas en 2030 (1). Aunque pudiera parecer que se trata de un aspecto muy novedoso de la ciencia, no lo es tanto. Hace casi 150 años, el fisiólogo francés Claude Bernard ya investigaba acerca de la íntima conexión entre el corazón y el cerebro (2). Fue uno de los primeros en realizar experimentos sistemáticos sobre las conexiones entre los órganos periféricos (incluido el corazón) y el cerebro. La medicina moderna debe mucho a este investigador, cuya lucidez y método experimental marcaron el curso de la investigación en medicina (3). Su trabajo era conocido y mencionado por otros científicos de finales del siglo XIX, como Charles Darwin (4): “Claude Bernard insiste, y es esto merece una atención especial, en que cuando el corazón es afectado, este produce una reacción en el cerebro. Y el estado del cerebro a su vez produce una reacción en el corazón, a través del nervio neumo-gástrico (nervio vago). Así, en cualquier estado de excitación se produce una mutua acción y reacción entre estos dos órganos, que son los dos más importantes del cuerpo”. En un editorial dedicado a la Neurocardiología de la revista Resucitation podemos leer que “La relación entre el cerebro y el corazón ha sido siempre de gran interés. Desde los poetas hasta los científicos, todo lo que necesitamos lo encontramos en esta compleja interacción del corazón y la mente. Podemos discutir acerca de si el asiento del alma se encuentra en uno u otro, pero lo que es indiscutible es el tremendo impacto de las funciones de cada uno de ellos en el otro”. Y después comenta que no se discute la importancia de la influencia del corazón en el cerebro pero que el resto del artículo se va a centrar en el efecto del cerebro en el corazón y sus enfermedades. Referencias: (1) Stressed brain, diseased heart: a review on the pathophysiologic mechanisms of neurocardiology, V. H. Pereira y col. International Journal of Cardiology, June 2013, Vol. 166, Issue 1, pages 30-37. (2) Lecture on the physiology of the heart and its connections with the brain, C. Bernard. Lecture delivered at the Sorbonne, the 27th March, 1865. Tr. By J.S. Morel, Savannah, Purse, 1867. (3) Claude Bernard and the heart–brain connection: Further elaboration of a model of neurovisceral integration, J.F.Thayer y R.D.Lane. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, Volume 33, Issue 2, February 2009, Pages 81-88. (4) The Expression of the Emotions in Man and Animals, C. Darwin. Harper Collins, London, 1872/1999. (5) Neurocardiology, R.L.Levine. Resuscitation, Volume 73, Issue 2, May 2007, Pages 186-188. 5. Comunicación corazón –> cerebro Como he comentado en el capítulo anterior, la mayoría de los trabajos que he encontrado en revistas científicas de neurocardiología tratan de cómo afecta el cerebro al corazón. He encontrado el mismo comentario en uno de los textos del Instituto HeartMath (1) donde dicen que “el estudio tradicional de los caminos de comunicación entre cerebro y corazón se ha enfocado desde una perspectiva unilateral en la que los científicos se han preocupado de cómo responde el corazón a las órdenes del cerebro”. Mi intención de investigar consistía en contrastar la información proporcionada por el HeartMath con otras publicaciones científicas, y la conclusión es que resulta bastante difícil, pero no imposible. Algunos investigadores como Julian Thayer y Robert Lanes, no vinculados la HeartMath, han recogido la idea de Charles Darwin, basada en las investigaciones de Claude Bernard, y en el año 2000 han publicado un modelo de integración neurovisceral en el contexto de la regulación y desregulación emocional (2). En otro trabajo publicado en 2009 (3), revisan este modelo y presentan evidencia empírica sobre su tesis de que existen conexiones directas e indirectas entre el cerebro y el corazón. Asimismo revisan evidencias del papel que juegan las diferencias individuales de la Heart Rate Variability (HRV), o variabilidad en el ritmo cardiaco, en la regulación fisiológica, afectiva y cognitiva. En estos momentos, muchos investigadores en neurocardiología parecen coincidir en que de todas las diferentes medidas psicológicas y fisiológicas probadas, el HRV, relacionado con los ritmos de corazón, es la que mejor refleja los estados emocionales y el nivel de estrés de una persona. Existe evidencia de que las emociones negativas generan un desorden en los ritmos del corazón y en el sistema nervioso autónomo, lo que tiene un efecto adverso sobre el funcionamiento del organismo (3). Por el contrario, las emociones positivas dan lugar a ritmos del corazón armónicos y ordenados, que mejoran el equilibrio del sistema nervioso y el funcionamiento del organismo. Por otro lado, en el HeartMath Institute han comprobado que aplicando técnicas que aumentan la coherencia de los patrones rítmicos del HRV se producen cambios en la percepción y se mejora la habilidad para reducir el estrés y para manejar situaciones difíciles. Según el HeartMath, el corazón se comporta como si tuviera “mente propia” y ejerce una gran influencia en la forma en que percibimos y respondemos al mundo. Los investigadores del HeartMath han realizado numerosos estudios para determinar de forma científica la manera en que el corazón afecta a la inteligencia y la conciencia. Según ellos, el corazón tiene una influencia directa sobre la claridad mental, la creatividad, el equilibrio emocional y la eficacia personal. Su investigación está basada en la realizada por Beatrice y John Lacey en los años 60 y 70, cuyas publicaciones no he podido conseguir. lo que sí he encontrado es una reseña biográfica de John Lacey en la que se resume el trabajo de investigación que realizaron (4) y que merece la pena leer porque estas dos personas tocaron temas de medicina, psicología e ingeniería y sus numerosas aportaciones han sido revolucionarias en cuanto al papel que el cerebro y el cuerpo (no solamente el corazón) juegan en los procesos cognitivos y afectivos. El matrimonio Lacey fue el primero en descubrir que el corazón parecía tener su propia lógica, que en ocasiones divergía de la del sistema nervioso autónomo. El corazón parece enviar mensajes al cerebro que este no solamente comprende sino que además, obedece. Estos mensajes pueden afectar al comportamiento de una persona. Es el nervio vago el que transporta la mayor parte de las señales que el corazón envía al cerebro y estas pueden inhibir o facilitar la actividad eléctrica del cerebro.. En el Instituto HeartMath postulan que existen 4 mecanismos a través de los cuales el corazón se comunica con el cerebro: 1. 2. 3. 4. Comunicación neurológica (a través del nervio vago) Comunicación biofísica (ondas de pulsos) Comunicación bioquímica (hormonas) Comunicación energética (campo electromagnético del corazón) En este Instituto han realizado numerosos estudios que prueban la existencias de estas vías de comunicación y cuyo enfoque es el estudio de cómo responde el cerebro a los patrones generados por el corazón cuando se sienten emociones positivas. Los dos primeros estudios que presentan se centran en las interacciones neurológicas entre cerebro y corazón y en ellos se demuestra que la señales aferentes enviadas por el corazón cuando se sienten emociones positivas afectan a la actividad del cerebro en varias formas. Mencionan por ejemplo que se produce un acoplamiento (entrainment, ver nota de traducción) entre frecuencias bajas del cerebro y los ritmos cardíacos. También destacan que los ritmos cardíacos coherentes aumentan la sincronización cerebro – corazón. La importancia de estas observaciones radica en que, según un tercer estudio mencionado, en situaciones de alta coherencia de los ritmos cardíacos se han podido medir incrementos significativos en el rendimiento cognitivo de los individuos participantes. Los experimentos parecen aportar evidencia de que cuando una persona experimenta emociones positivas sinceras, lo que se relaciona con ritmos cardíacos coherentes, las señales que el corazón envía al cerebro pueden modificar las funciones corticales e influir en el rendimiento cognitivo. Estos estudios además pueden servir para ayudar a explicar los cambios en la percepción, el aumento de la claridad mental y el aumento de la percepción intuitiva que muchos individuos han experimentado con las técnicas del HeartMath. Otros estudios se centran en la comunicación del corazón a través los campos eléctricos y magnéticos. Lo llaman comunicación cardioelectromagnética. El corazón es el órgano que genera el mayor campo electromagnético en nuestro cuerpo, que no solamente llega a cada una de nuestras células sino que se extiende fuera de nuestro cuerpo. Las características de este campo están moduladas por nuestro estado emocional y a través de varios experimentos han podido comprobar que la señal del ritmo cardíaco de una persona se refleja en las ondas cerebrales de otra persona con la que esté en contacto físico, o incluso simplemente en su proximidad. En la figura 8, obtenida de (7), se muestran los caminos aferentes a través de los cuales el corazón y el resto del sistema cardiovascular, modulan la actividad cerebral. Puede observarse cómo a través del nervio vago se incide directamente sobre la admígdala y cómo a través del NTS (que recibe información del corazón, los pulmones y el tracto digestivo) se incide también directamente sobre el hipotálamo. Todas estas vías aferentes inciden de forma indirecta sobre el córtex cerebral. Fig. 8 Diagrama de los caminos aferentes Nota de traducción: La palabra entrainment no tiene traducción al castellano. En (5) he encontrado esta referencia a su significado: es el "proceso por el cual dos procesos rítmicos interactúan uno con otro de modo tal que se van ajustando y eventualmente se acoplan en una fase o periodicidad común" (Clayton et al. 2004, p.2). En un artículo del HeartMath sobre coherencia cardíaca (6) explican que se aplica a procesos en los que ritmos como el de la respiración y el cardíaco se sincronizan a la misma frecuencia. Referencias: (1) Science of the Heart: Exploring the role of the heart in human Performance, Institute of HeartMath. Descargado de: https://www.heartmath.org/free-services/downloads/science-ofthe-heart.html (2) A model of neurovisceral integration in emotion regulation and dysregulation, J.F. Thayer y R.D. Lane. Journal of Affective Disorders, Volume 61, 2000, Pages 201–216. (3) Claude Bernard and the heart–brain connection: Further elaboration of a model of neurovisceral integration, J.F. Thayer y R.D. Lane. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, Volume 33, Issue 2, 2009, Pages 81-88. (4) John I. Lacey, Biographical Memoirs vol .88, 2006 http://www.nap.edu/openbook.php?record_id=11807&page=229 (5) Foro del diccionario online Wordreference, Post de A. Cohen referente al significado de la palabra entrainment: http://forum.wordreference.com/showthread.php?t=137922 (6) Coherence, Institute of HeartMath, en: http://www.heartmath.org/research/research-home/coherence.html (7) Coherence: bridging personal, social and global Elath, R. Mc Craty y D. Childre. Alternative Therapies, Vol. 16, Issue 4, 2010, Pages. 52 – 65. 6. Coherencia cardiaca Según se describe en un documento del Instituto HeartMath (1), la coherencia cardíaca se refiere a estados en los que los patrones rítmicos del corazón muestran una función sinusoidal. Este tipo de patrones se observan cuando una persona está sintiendo amor, apreciación o emociones similares y de ahí que los nombren como estados coherentes. Por otro lado, cuando se experimenta ansiedad, enfado o frustración, los patrones observados en los ritmos cardíacos se vuelven incoherentes. En (2), Tiller, Mc Craty y Atkinson explican que las medidas de HRV sirven para monitorizar el funcionamiento del Sistema Nervioso Autónomo y se suelen utilizar para controlar y prevenir enfermedades del corazón. Estas medidas pueden también utilizarse para caracterizar enfermedades con base psicológica como son la depresión, los desordenes de pánico y la ansiedad. Presentan varios experimentos realizados con personas en estado “normal”, enfadadas o con un profundo sentimiento de paz, en las que se han tomado medidas de su HRV. En numerosos gráficos exponen la evidencia experimental de los cambios producidos por estos distintos estados emocionales. En una publicación mucho más reciente (3), extienden el concepto de coherencia a la totalidad del universo: “La Naturaleza es un continuo. La infinita complejidad de la vida se organiza en patrones que se repiten – tema y variaciones – en cada nivel del sistema”. Prosiguen comentando que una de las perspectivas científicas más profundas que han emergido en el siglo veinte es que el universo es un sistema totalmente interconectado y coherente. En la figura 9, extraída de esta publicación más reciente, podemos ver en la columna de la izquierda los tacogramas, o registros de los cambios entre latido y latido del corazón (BPM = latidos por minuto). La primera línea muestra el tacograma registrado al realizar una tarea simple que precisa un cierto grado de concentración. A su derecha puede verse lo que llaman un bajo HRV (bajos valores de PSD o densidad espectral de potencia del HRV), aunque en este caso se puede observar actividad en las tres bandas de frecuencia de HRV (0 – 0,1 Hz, 0,1 – 0,2 Hz y 0,2 – 0,3 Hz). La segunda línea muestra los resultados obtenidos en una situación de enfado, también relacionada con un bajo HRV. Es notoria la pérdida de orden en el patrón del ritmo cardíaco y su tendencia creciente (aumento de los latidos por minuto). Este patrón corresponde al estado de incoherencia psicofisiológica. A la derecha se puede ver que la única actividad en este estado se limita a la banda de frecuencia más baja del HRV. La tercera línea muestra los patrones obtenidos en un estado de relajación. En este estado, se observa un incremento de la actividad en las dos bandas de frecuencia del HRV con respecto al estado de concentración (primer caso). La última línea muestra el patrón obtenido a través de una emoción de apreciación sostenida (se recuerda algo o alguien a quien se aprecie sincera y profundamente). Puede verse claramente el patrón armónico, cercano al de una sinusoidal. Es el estado de coherencia psicofisiológica, que se refleja en un patrón espectral caracterizado por un pico de HRV de aproximadamente 0,1 Hz. En este caso, los valores de pico del PSD se salen de escala, indicando una resonancia a nivel de todo el sistema, una mayor sincronización de los sistemas simpático y parasimpático y el acoplamiento de los ritmos respiratorio, cardíaco y de la presión sanguínea. Fig. 9 Reflejo de la emociones en los patrones del ritmo cardíaco Otros resultados también fascinantes presentados en este trabajo se muestran en la figura 10. Aquí podemos ver los registros de HRV, presión sanguínea y ritmo respiratorio antes (tramos a la izquierda) y después (tramos a la derecha) de realizar una práctica de enfoque en una emoción positiva (técnica freeze-frame). Los tres ritmos se sincronizan y todos ellos se vuelven armónicos y coherentes. Fig. 10 Acoplamiento (entrainment) Referencias: (1) Coherence, Institute of HeartMath, en: http://www.heartmath.org/research/research-home/coherence.html (2) Cardiac Coherence: A new, noninvasive measure of Autonomic Nervous System order, W.A. Tyller, R. McCraty y M. Atkinson. Alternative Therapies, Vol. 2, Issue 1, 1996, Pages. 52 – 65. (7) Coherence: bridging personal, social and global health, R. Mc Craty y D. Childre. Alternative Therapies, Vol. 16, Issue 4, 2010, Pages. 52 – 65. 7. Citta Citta es una palabra sánscrita (y también pali) que he encontrado en numerosos textos budistas. Suele traducirse por mente-corazón y es un concepto que siempre me ha intrigado, junto al hecho de haber visto que el Dalai Lama cuando habla de mind (mente) se señala al centro del pecho y no a la cabeza, como hacemos en Occidente. El Budismo considera que el corazón (hadaya) es el asiento de la mente (1), y se utiliza como sinónimo de citta en los textos Pali Canónicos. En el diccionario Pali-Inglés se traduce citta por mind-heart (mente-corazón) para diferenciarlo de manas o intelecto puro, sugiriendo que citta se refiere a la parte subjetiva de la mente. Como explica en (2), es agente y manifestación simultáneamente de la naturaleza emocional humana, así como de los elementos intelectuales inherentes a y que acompañan a estas manifestaciones. En el Abhidhamma (3), se traduce por conciencia (aquello que se da cuenta) y se mencionan 121 tipos de citta, clasificada en cuatro grupos dependiendo de las esferas de existencia (connotación moral). En la Wikipedia (4) se mencionan los trabajos de Sue Hamilton Identity and experience y de Peter Harvey The selfless man para explicar que citta no es ni una entidad ni un proceso sino un estado de la mente. Representa la calidad del proceso mental en conjunto. El American Sanskrit Institute (5) declara que no existen términos en inglés que puedan traducir el significado de citta y que es preferible dejar la palabra tal como está y sumergirse en los textos del Yoga Sutra para comprender su significado a través de los diferentes contextos en que este vocablo aparece. Heinrich Zimmer, en su libro Philosophies of India (6), menciona la palabra citta en varias ocasiones y diferentes contextos. Para la filosofía Sankhya, citta y buddhi son dos términos equivalentes. En la página 321 se explica que citta comprende todo lo relacionado con observar, pensar y desear o pretender. Buddhi representa la totalidad de nuestras posibilidades intelectuales y emocionales. Es un reservorio de la materia prima de nuestra naturaleza, cuya presencia suele estar oscurecida por la actividad de las otras facultades (ego o ahankara, intelecto o manas, los 5 órganos de percepción y los 5 órganos de la acción). En la página 285 Zimmer explica que cit (raíz de citta) es lo que da vida a la materia y está hecho de pura luz auto-fulgente. En la página 456 aparece en el contexto del Adavaita Vedanta, donde se equipara con aquello que es espiritual puro. En el Brahamanismo, citta no es sinónimo de buddhi aunque ambas forman parte del órgano interno (al igual que citta=buddhi en la filosofía Sankya). Buddhi en este sistema representa la facultad determinativa mientras que citta es el mindstuff (término muy pobre para traducir citta según el American Sanskrit Institute) o sustancia mental. Citta es lo que necesitamos calmar a través del yoga. Mi conclusión personal después de esta investigación sobre el significado de la palabra citta, es que no es un término que realmente se pueda traducir a nuestros idiomas, como muy bien indican en el American Sanskrit Institute. Quizás algún día voy a seguir su consejo y me leeré el Yoga Sutra. Los modelos y sistemas de referencia que utilizamos en nuestra cultura actual son muy diferentes a los utilizados en India y países de alrededor, de donde proviene este término “misterioso”. Ni siquiera en su lugar de origen hay unanimidad en cuanto al uso y significado de citta, ya que depende mucho del modelo que cada sistema filosófico utiliza para describir el fenómeno al que llamamos ser humano. Sigo sin tener claro si esta complejidad de los sistemas filosóficos indios para describir lo que sucede en nuestro interior es una dificultad innecesaria en el proceso de la Liberación, o si por el contrario, está reflejando un refinamiento exquisito de la capacidad de discriminación que, debido a mis limitaciones cultural y de experiencia personal, está fuera de mi alcance en este momento. En cualquier caso, citta hace referencia a la facultad y calidad del darse cuenta, se refiere a “algo” más allá de los procesos de pensamiento y sensoriales y está inevitablemente relacionado con nuestros estados emocionales. Referencias: (1) Essentials of Buddhism, Ven. Pategama Gnanarama Ph.D. Buddha Dharma Education Association Inc. (2) The Pali Text Society’s Pali – English Dictionary http://dsalsrv02.uchicago.edu/cgi-bin/philologic/getobject.pl?c.1:1:1478.pali.1096466 (3) A manual of Abhidhamma, Narada Maha Thera, Ed. Buddha Dhamma Association Inc. (4) Citta en Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Citta (5) American Sanskrit Institute http://www.americansanskrit.com/sanskrit-language-of-meditation (6) Philosophies of India, Heinrich Zimmer, Ed. Princeton, 9ª edición de 1989. 8. Conclusión Epílogo Llevo casi meses buscando artículos científicos y leyéndolos. En un proceso que se parece a una espiral: voy encontrando, leyendo, y extrayendo nuevas referencias de las lecturas, que de nuevo busco y leo, y de ahí salen otras nuevas … Sintiendo y viendo que cada vez me acerco más al núcleo del tema. Desde Enero, he ido acumulando mucha información, en papel y poco a poco, en mi cabeza también. Información “suelta” que va quedando en nubes que flotan a mi alrededor. Más o menos en la mitad del proceso, llega ése momento en que me siento más confusa que cuando empecé mi investigación. Sigo leyendo y escribiendo, a paso de tortuga, y en un momento dado, se produce un cambio en el que empiezo a ver una forma, vamos a decir geométrica, que envuelve todo de forma un tanto misteriosa (porque la siento pero no la puedo describir o dibujar), en la que puedo ir ubicando esas nubes de información. Siento que todo lo que estaba por ahí flotando inconexo empieza a ordenarse dentro. Siento pero “no lo veo aún”, como si estuviera en un espacio lejano y lo escuchara acercarse hacia mí. Llega el último día – inesperado porque al ritmo que iba no pensaba poder terminar hoy – y al empezar a terminar el capítulo 6, precisamente el que habla de la Coherencia Cardíaca - se produce la “Iluminación”. Es algo que sucede por dentro (y espero que también se note algo por fuera, en lo que he escrito). Un verlo todo junto de pronto, sin partes. Un “¡Eureka! YA lo entiendo TODO”. Espero haber podido salir airosa del “berenjenal” y con estas páginas haber podido compartir mis descubrimientos. Namasté.