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Quistes y abscesos de las glándulas de Bartolino
Fecha de la última revisión: 2014
¿De qué hablamos?
Las glándulas de Bartolino son las glándulas vestibulares de mayor tamaño. Miden
aproximadamente 1 cm y habitualmente no son palpables salvo que exista enfermedad. Se
localizan en la parte posterior del vestíbulo en la base de los labios menores y drenan a
través de un conducto entre el himen y los labios menores en posición 4 y 8 horas.
Comienzan a funcionar en la pubertad proporcionando lubricación a la zona mediante la
secreción de moco claro o blanquecino al ser estimuladas por la excitación sexual (Omole F,
2003; Patil S, 2007).
La patología más frecuente de las glándulas de Bartolino es el absceso, que en ocasiones se
produce tras la obstrucción del conducto de drenaje de la glándula y la formación de un
quiste (Pundir J, 2008).
El 3% de las mujeres sufrirá patología de estas glándulas en algún momento de su vida
(Berger MB, 2012). La edad más frecuente de aparición clínica está entre los 20 y los 29
años. El perfil de riesgo parece ser similar al de las enfermedades de transmisión sexual y
más frecuente en nulíparas que en multíparas. En la perimenopausia debe descartarse
patología maligna, aunque su incidencia es inferior al 1% (Omole F, 2003; Patil S, 2007;
Pundir J, 2008). A pesar de esas consideraciones, las características demográficas de las
mujeres en las que se encuentran incidentalmente quistes son similares a las de las que no
los tienen (Berger
MB, 2012).
Los abscesos de las glándulas de Bartolino suelen ser polimicrobianos y pueden ser
producidos tanto por gérmenes aerobios como anaerobios. El germen más frecuentemente
implicado es el Escherichia coli (Kessous R,2013; Bhide A, 2010).
Mantener Figura previa (Glándulas de Bartolino)
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico es clínico, por la visualización y palpación de una masa en la parte posterior
del vestíbulo. Si el quiste es pequeño y no está inflamado puede ser asintomático.
En caso de infección aparece el absceso, que se manifiesta por signos de inflamación local
más o menos extensa, masa indurada o fluctuante, dolor que puede dificultar las relaciones
sexuales, sentarse o incluso deambular. Puede haber fiebre y malestar general. La aparición
de una mejoría brusca del dolor con un aumento del flujo vaginal puede ser indicativa de una
rotura espontánea del absceso.
Analítica sanguínea. No es necesaria ninguna prueba analítica en el caso de quistes o
abscesos no complicados. Algunos autores recomiendan el cribado de enfermedades de
transmisión sexual por el perfil de riesgo y por la implicación ocasional de Chlamydia
trachomatis y Neisseria gonorrheae (Patil S, 2007).
Cultivo de exudado de la glándula. Dado el aumento de casos de estafilococo meticilin
resistentes, actualmente parece oportuno realizar cultivo rutinario de material obtenido
mediante masaje o drenaje (Thurman AR, 2008). Algunos autores recomiendan la toma de
muestras endocervicales para la detección de Chlamydia (Bleker OP, 1990; Hoosen AA,
1995; Patil S, 2007).
Biopsia. Debería realizarse en mujeres de alto riesgo y en los casos en los que se sospeche
malignidad:
 Mujeres mayores de 40 años.
 No mejoría con los tratamientos habituales.
 Historia previa de malignidad a nivel vulvar.
 Masa crónica y/o no dolorosa en el área vaginal.
¿Cómo se trata?
No existe un tratamiento ideal para los quistes y abscesos de las glándulas de Bartolino
(Wechter ME, 2009). La selección de uno u otro dependerá de la clínica, evolución del
cuadro, limitaciones que produzca y patologías concomitantes. Puede ser conservador o
quirúrgico.
Las lesiones asintomáticas no necesitan tratamiento excepto que la paciente tenga más de
40 años, por aumento del riesgo de malignidad.
El calor local, los baños de asiento y los analgésicos pueden ser útiles como tratamiento
sintomático.
Tratamiento antibiótico
En el caso de la aparición de un absceso el tratamiento de primera elección es con
antibióticos de amplio espectro y analgésicos, aunque en casos leves, sin celulitis, los
antibióticos pueden no ser necesarios.
Existen múltiples pautas propuestas, aunque no hay ninguna inicial óptima (Bhide A, 2010).
Una pauta razonable podría ser (Chen KT, 2014):
 Amoxicilina/ clavulánico 875 mgrs cada 8 horas 7 días (Cubre E. Coli, estreptococos y
estafilococos) más
 Clindamicina 300 mg cada 6 horas 7 días (Cubre bacterioides y estafilococos meticilin
resistentes).
Tras la recepción del cultivo se debe ajustar la pauta antibiótica si procede. En pacientes
diagnosticadas de gonorrea seguir el protocolo correspondiente.
Tratamiento quirúrgico
Existen múltiples opciones quirúrgicas, con sus ventajas e inconvenientes, que deberán
valorarse según la situación clínica de la paciente, su comorbilidad, sus preferencias y la
experiencia del cirujano.
Marsupialización (Wechter ME, 2009): Se extirpa una porción elíptica de piel vestibular y
de la pared del quiste vaciando su contenido. Posteriormente se sutura la pared del quiste a
los bordes de la incisión de la piel. Las recurrencias son excepcionales.
Catéter de Word (Omole F, 2003; Patil S, 2007; Wechter ME, 2009): El catéter de Word
es una sonda Foley del número 10 con una longitud de 2,5 cm. Para su colocación se
realiza una pequeña incisión en la pared del quiste por fuera del anillo himeneal. La
incisión deber ser de pocos milímetros (5 mm), intentando que no sea demasiado grande
para evitar que el catéter Word se desprenda. Se inserta el catéter de Word en la cavidad
y se infla con 3 ml de solución salina estéril. Cuando el tracto está bien epitelizado, se
desinfla el balón y se retira el catéter.
Las recurrencias se observan en un 4% - 17% de
los pacientes después de fistulización.
Incisión, drenaje y tratamiento antibiótico (Patil S, 2007; Wechter ME, 2009): La
incisión y drenaje del absceso, con sutura simple del mismo y cobertura antibiótica puede
ser una buena alternativa de tratamiento. Como el mayor aporte vascular a estos quistes
se encuentra en la cara posterosuperior, la disección debe comenzar en el polo inferior del
quiste y dirigirse hacia arriba. La tasa de recurrencias es baja.
Laser dióxido de carbono (Wechter ME, 2009): El láser se utiliza para crear una abertura
en la piel vulvar en la zona del orificio del conducto y evacuar su contenido. Las recurrencias
oscilan entre 2- 20%.
Ablación con Nitrato de plata (Patil S, 2007; Wechter ME, 2009): Mediante una incisión
lineal de un 1 a 2 cm en la piel de la vulva y la pared del quiste se drena su contenido y se
coloca en el interior de la cavidad una barrita de nitrato de plata de 0,5 x 0,5 cm. de
tamaño, sin sutura posterior de la incisión. A las 48 horas se lleva a cabo la extracción del
nitrato de plata. Los estudios han demostrado que este método es igual de eficaz que la
extirpación, sin recidivas de la enfermedad con ninguno de los dos métodos
Tras el tratamiento con nitrato de plata puede presentarse sensación de quemazón a nivel
vulvar en el primer día postoperatorio, edema labial y sangrado. También existe algún caso
de fiebre y quemadura química a ese nivel.
Escleroterapia con alcohol (Kafali H, 2004; Patil S, 2007; Wechter ME, 2009): Es una
técnica tan efectiva como la inserción de nitrato de plata con menos complicaciones, menor
duración del procedimiento y del tiempo de curación. Después de la evacuación, la cavidad
del quiste se irriga con alcohol al 70% durante 5 minutos. La recurrencias se observan en el
8% -10% de los pacientes.
Aspiracion con aguja (Wechter ME, 2009): La curación se obtiene en 1 semana. Las
recurrencias varían de 0% a 38%. La aspiración se asocia al doble de recurrencias que la
escleroterapia.
Extirpación (Wechter ME, 2009; Omole F, 2003; Patil S, 2007): Puede ser necesaria en
los casos en los que existen recidivas o en los que no responden a tratamientos más
conservadores. Tras la extirpación puede aparecer sequedad o dolor crónico en la zona
vulvar. Algunos autores recomiendan la extirpación para descartar adenocarcinoma en
mujeres mayores de 40 años. Recurrencias entre 0- 3%. Posibles complicaciones son el
sangrado, hematoma, fiebre y dispareunia persistente (8-16%).
Durante las primeras 24 horas después de la cirugía se puede reducir al mínimo el dolor, la
inflamación y la formación de hematomas con la aplicación de frío local. Posteriormente se
practicarán baños de asiento, una o dos veces al día, para el alivio del dolor y la higiene de
la herida. Las relaciones sexuales han de retrasarse durante varias semanas para permitir
la cicatrización de la herida.
Bibliografía
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Más en la red
Pundir J, Auld BJ. A review of the management of diseases of the Bartholin's gland. J Obstet
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Kessous R, Aricha-Tamir B, Sheizaf B, Steiner N, Moran-Gilad J, Weintraub AY. Clinical and
microbiological characteristics of Bartholin gland abscesses. Obstet Gynecol. 2013
Oct;122(4):794-9. PMID:24084536
Autores:
Arturo Louro González. Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
Natalia Gómez Gómez. Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria
Servicio de Atención Primaria de Cambre-Carral. Servicio Galego de Saúde. A Coruña. España.