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1 LAS CAUSAS
DE LA GUERRA
Durante cuatro años —entre 1914 y 1918—,
una gran parte de las naciones europeas
y algunas de otros continentes se enfrentaron
en una guerra total, como no se había conocido
desde las guerras napoleónicas de comienzos
del siglo xix. Durante esta centuria, los conflictos
europeos habían sido localizados y de alcance
limitado en cuanto a número de participantes
y a intensidad de la contienda, y casi nadie en
Europa tenía conciencia de lo que iba a suponer
el nuevo enfrentamiento continental:
la Gran Guerra.
El archiduque Francisco
Fernando y su familia.
1. Europa antes de la guerra
El Viejo Continente vivió en los años inmediatos a
1914 grandes tensiones que enfrentaron a las potencias europeas en una dinámica de alianzas y conflictos,
que acabaron desembocando en una guerra inevitable.
Las potencias europeas
A comienzos del siglo xx, las llamadas «grandes potencias» europeas eran las mismas desde hacía dos siglos,
pero la posición de cada una de ellas había cambiado
radicalmente.
Gran Bretaña —conocida también como el Reino
Unido o simplemente Inglaterra— seguía siendo la
primera potencia del mundo, poseedora del mayor
imperio nunca visto y, sin embargo, era más vulnerable que nunca. Su Marina, la mayor del mundo, debía garantizar el control de los mares para asegurar el
dominio sobre el Imperio, para mantener su actividad
económica y para alimentar a su numerosa población.
11
Austria-Hungría era
antes de la Primera
Guerra Mundial un
estado plurinacional
en el que convivían
nacionalidades muy
diversas, lo que implicaba
graves problemas
con los movimientos
nacionalistas que
aspiraban a la
independencia.
12
El imperio austro-húngaro: nacionalidades en 1910
Nacionalidad
Habitantes
%
Alemanes
12 000 000
23,9
Húngaros
10 100 000
20,2
Checos
6 550 000
12,6
Polacos
5 000 000
10,0
Rutenos
4 000 000
7,9
Rumelios
3 200 000
6,4
Croatas
2 625 000
5,3
Eslovacos
1 950 000
3,8
Serbios
1 925 000
3,8
Eslovenos
1 300 000
2,6
Italianos
1 000 000
2,0
Francia, después de la derrota de 1870 frente al imperio alemán, se había convertido en una potencia de
segundo orden y estaba resentida con Alemania por la
pérdida de las provincias de Alsacia y Lorena.
En el centro y este de Europa había dos grandes imperios históricos que ahora pasaban por horas bajas. El
enorme imperio ruso tenía un gran potencial, pero se
hallaba sumido en un gran atraso y padecía las consecuencias de la incapacidad de sus gobiernos. Su economía seguía siendo básicamente agraria, y la mayor
parte de la población estaba formada por campesinos
ignorantes y miserables; además, Rusia continuaba
dominada por una monarquía absoluta. En las décadas anteriores a 1914 se había producido un fuerte
desarrollo industrial que había creado una incipiente
clase obrera. En política exterior, Rusia se había volcado en los Balcanes para apoyar a los nuevos países
de la región (Grecia, Serbia y Bulgaria) y a los eslavos
sometidos a Austria-Hungría y a Turquía.
Austria-Hungría vivía con el peligro latente del aumento vertiginoso del nacionalismo entre sus minorías
nacionales, especialmente entre los eslavos (serbios,
croatas, checos, eslovacos, etc.), pero también entre
otras minorías, como rumanos o italianos.
A comienzos del siglo xx, la potencia continental más
poderosa era Alemania, surgida del reino de Prusia tras
sus victorias en las guerras contra Austria (en 1866) y
contra Francia (en 1870). La unificación alemana fue
acompañada de un espectacular desarrollo económico
que la aproximaba rápidamente a la indiscutible potencia mundial del siglo xix: el Reino Unido.
Pero Alemania estaba dominada por el poder de la
monarquía de los Hohenzollern, de una fuerte burocracia y de un ejército muy influyente. Estaba lejos de
los parámetros propios de un régimen parlamentario
y conservaba muchas características propias de un régimen autoritario.
En los años anteriores a la guerra, Alemania era una
nación poderosa y ambiciosa que aspiraba a convertirse
en una potencia mundial, para lo cual, más pronto o
más tarde, tendría que enfrentarse a Gran Bretaña, un
proyecto que requería un gran ejército y una gran flota.
El ejército alemán en 1914
El ejército del imperio alemán pasaba en 1914
por ser el mejor del mundo. Lo que no se suele
saber es que no existía un ejército, y que no lo
hubo hasta después del armisticio de 1918.
Hasta ese momento, Alemania tenía cuatro
ejércitos: los de los reinos de Prusia, Baviera,
Sajonia y Württemberg. Con gran diferencia, el
mayor era el prusiano.
El ejército gozaba de un gran prestigio social
gracias a que el káiser (emperador) era su
comandante en jefe. Los militares gozaban de
una gran autonomía, y su Estado Mayor tenía
prerrogativas más allá de lo estrictamente militar. Había propiciado la construcción de seis
grandes vías de ferrocarril que atravesaban
Alemania de este a oeste y permitían trasladar
rápidamente sus tropas de un frente a otro, de
Rusia a Francia o viceversa.
Antes del comienzo de la guerra, los ejércitos alemanes tenían en filas unos 870 000
hombres, y en agosto de 1914 pudieron des-
plegar 1 750 000 soldados. En la retaguardia
disponían de 1 800 000 efectivos, aparte de
otros 4 250 000 hombres en edad militar sin
adiestrar.
El emperador Guillermo II pasa revista a las
tropas en el frente oriental.
13
Los enfrentamientos y las alianzas
El estallido de la Gran Guerra vino determinado en
gran medida por tres graves problemas en las relaciones internacionales: el enfrentamiento entre Francia
y Alemania, las diferencias entre esta y Gran Bretaña
por el dominio de los mares, y la situación en los Balcanes.
La enemistad franco-alemana derivaba de la derrota
francesa en la guerra franco-prusiana de 1870 y de la
pérdida de Alsacia y Lorena, que crearon en la sociedad gala un espíritu colectivo de revancha. Como consecuencia de esta enemistad, los sistemas de alianzas
entre las potencias europeas giraban alrededor de estos
dos polos antagónicos: Francia y Alemania.
Las diferencias entre Gran Bretaña y Alemania eran
más sutiles. El dominio económico y colonial británico se veía amenazado desde finales del siglo xix por las
ambiciones germanas de convertirse en una potencia
mundial. El control inglés sobre su Imperio se basaba
en su flota de guerra, pero la nueva vocación universal
de Alemania se plasmó desde 1906 en una política de
construcciones de una flota de guerra que con el tiempo podía poner en discusión el control británico sobre
los mares. Esta política lanzó a Gran Bretaña en brazos
de la principal enemiga de Alemania: Francia.
El tercer foco de tensiones entre las potencias europeas, y el que en última instancia encendió el polvorín
de la Primera Guerra Mundial, fue el enfrentamiento
por el dominio en los Balcanes, donde confluían intereses enfrentados: los de Austria-Hungría, por ampliar
sus fronteras; los de Rusia, por defender a los eslavos
sometidos a austriacos y a turcos y, al mismo tiempo,
controlar el paso de los estrechos, lo que permitiría a
su flota la navegación libre del mar Negro al Mediterráneo; por último, los enfrentamientos entre los pequeños Estados desgajados del antiguo imperio turco,
a la cabeza de los cuales estaba Serbia.
14
En 1908 Austria-Hungría se incorporó inesperadamente la región balcánica de Bosnia-Herzegovina que,
aunque teóricamente formaba parte del imperio turco,
estaba desde 1878 bajo administración austriaca. Este
hecho provocó la ira de Rusia y de las pequeñas naciones eslavas de la región, en especial de Serbia.
Salvo alguna excepción, los componentes de las alianzas enfrentadas estaban decididos con varios años de
anticipación al inicio de la guerra. Por un lado, estaba
el sólido bloque formado por los llamados imperios
centrales, el imperio alemán y el austro-húngaro que,
junto con Italia, formaban la Triple Alianza; si bien,
este último país dio muestras de alejamiento de la misma. Por el otro lado estaba la Triple Entente, integrada por Francia, enemiga mortal de Alemania, Rusia,
enemiga de Austria-Hungría, y Gran Bretaña, que
veía con aprensión los pasos hacia el dominio europeo
y mundial de Alemania.
Países beligerantes
y neutrales en 1914
Antes del inicio de la
guerra, Europa estaba
dividida en tres grandes
bloques: la Triple
Entente, que reunía a
Francia, Reino Unido
y Rusia; los imperios
centrales, Alemania,
Austria-Hungría, junto
con Italia, que habían
firmado la Triple
Alianza; y por último, los
países neutrales.
Groenlandia
(Dinamarca)
Imperios centrales
Islandia
Aliados de los
imperios centrales
(Dinamarca)
Estados de la Entente
Aliados y futuros
aliados de la Entente
NORUEGA
Estados neutrales
0
250
500
PAÍSES
BAJOS
Berlín
Londres
IMPERIO
BÉLGICA ALEMÁN
750 km
París
2
FRANCIA
OCÉANO
Marruecos
(Francia)
Sáhara
español
4
AL
RTU
G
Ifni
(España)
RUMANÍA M a r N e g r o
Belgrado
SERBIA BULGARIA
IMPERIO
Roma 7
OTOMANO
ALBANIA
5
Dodecaneso
GRECIA
(Italia)
6
Mar
Argelia
IMPERIO
RUSO
ITALIA
ESPAÑA
Marruecos
español
(San Petersburgo)
Viena
IMPERIO
AUSTRIACO
3
SUIZA
1
AT L Á N T I C O
Gibraltar
(Reino Unido)
Petrogrado
REINO UNIDO
SUECIA
DE GRAN BRETAÑA
E IRLANDA
DINAMARCA
ANDORRA
LUXEMBURGO
LIECHTENSTEIN
MÓNACO
CIUDAD DEL VATICANO
SAN MARINO
MONTENEGRO
PO
1
2
3
4
5
6
7
Túnez
(Francia)
(Francia)
Libia
(Italia)
Malta (RU)
Med
iterráneo
Chipre
(Reino Unido)
Egipto
(Reino Unido)
15
2. La guerra inevitable
La sociedad europea se precipitó paulatinamente hacia
una guerra que acabó siendo imparable. Los Gobiernos, los militares, la prensa y los pueblos se sumergieron en un ambiente belicista que ignoraba la tragedia
que se avecinaba y que facilitó el estallido de la guerra.
El auge de los nacionalismos
Dibujo satírico publicado
en un periódico alemán
en 1914. El texto
traducido dice así: «La
era europea. Ahora los
vamos a trillar».
16
Los años anteriores al inicio de la contienda fueron
testigos de un aumento desmesurado de las tensiones
nacionalistas en Europa. Estas afectaron tanto a las pequeñas nacionalidades sometidas, muy numerosas en
Europa central y oriental, como a los grandes Estados.
Las nacionalidades sometidas reivindicaban su cultura,
su autonomía o su independencia, y eran numerosas
en el imperio austro-húngaro (checos, eslovacos, croatas, eslovenos, polacos, rumanos, rutenos, italianos,
etc.), en Rusia (países bálticos, finlandeses, polacos,
ucranianos, pueblos del Cáucaso, etc.), y en Turquía
(eslavos). El nacionalismo en los grandes Estados se
evidenciaba en la exaltación de lo propio frente a lo
ajeno, en resaltar las diferencias y los enfrentamientos.
Tal era la actitud alemana frente a Francia o Rusia;
la de Rusia contra Austria-Hungría y Alemania; la de
Francia o Gran Bretaña contra Alemania, etc. Ambos
tipos de nacionalismos crearon una tensión en el continente que facilitó el camino hacia la guerra.
Los Gobiernos actuaron partiendo de la idea del carácter inevitable de la confrontación, lo que conllevó
que las hostilidades predominaran sobre las acciones
en pro de la paz. Esta misma actitud impulsaba a los
militares a ejercer una gran presión sobre la clase política y sobre la población: ante una posible guerra, los
mandos de los ejércitos exigían más y mejores armamentos y el mayor número posible de soldados.
Los pueblos europeos, sometidos a la presión nacionalista y a la propaganda de los Gobiernos, los militares
y la prensa, acabaron aceptando la guerra como un hecho inevitable. El largo período de paz que había disfrutado el continente desde la guerra franco-prusiana
de 1870 había hecho olvidar a todos las consecuencias
de un conflicto de la magnitud del que se avecinaba.
No obstante, los años anteriores a 1914 hubo partidos
políticos contrarios al creciente ambiente belicista, en
especial los partidos socialistas, quienes veían los enfrentamientos y las tensiones que estaban llevando a
la guerra como una consecuencia de las luchas económicas entre las potencias capitalistas por dominar el
mundo. Sin embargo, al estallar la conflagración se
produjo un movimiento unánime en todos los países
contendientes, incluyendo a los partidos y los sindicatos socialistas, a favor de la guerra. Se denominó la
«unión sagrada», y tuvieron que pasar dos años después
de iniciada la lucha para que surgieran las primeras manifestaciones de envergadura de oposición a la misma.
Cartel de reclutamiento
británico. Año 1914.
La carrera armamentística
En los primeros años del siglo xx, las potencias europeas estaban inmersas en un proceso competitivo para
aumentar y modernizar sus respectivas Fuerzas Armadas, proceso que ha sido denominado tradicionalmente como la «carrera armamentística».
17
Producción de fusiles en
una fábrica de armas
(1916-17).
18
Las armas de fuego habían multiplicado su acción destructiva, los nuevos fusiles aumentaron el alcance y la
precisión hasta el punto de poder abatir con exactitud
al enemigo a unos 500 metros de distancia, las ametralladoras habían demostrado su mortal eficacia y los
cañones habían incrementado la distancia de tiro, la
exactitud de alcanzar el objetivo y la velocidad de disparo. La artillería pesada podía ser transportada a larga
distancia por medio del ferrocarril y alcanzar objetivos
situados a 40 kilómetros.
Todos los ejércitos empleaban ya el avión y el automóvil, si bien en 1914 el primero solo se utilizó para el
reconocimiento, y el segundo para el traslado de altos
oficiales. En cambio, habían adquirido una gran importancia el ferrocarril y el telégrafo. El tren permitía
el rápido traslado de un gran número de soldados y
de armamento a cualquier distancia, sobre todo en los
países, como los de Europa occidental, que disponían
de una densa red ferroviaria. No obstante, más allá de
las estaciones de ferrocarril los ejércitos debían moverse a pie o transportando el armamento, las municiones
o las vituallas con carros y caballos. El avión permitía
que los mandos conociesen la situación de la batalla
sin estar presentes.
En resumen, en los años anteriores al estallido de la
guerra, todos los países participantes habían aumentado sus Fuerzas Armadas, tanto en soldados como
en armamento, los presupuestos militares crecieron y
ninguno quería quedarse atrás. Casi nadie se opuso a
esta carrera alocada hacia el desastre, más aún cuando
los Estados Mayores de los ejércitos aseguraban que la
victoria sería cuestión de pocas semanas.
La movilización
Entre los últimos días de julio y los primeros de
agosto de 1914, todas las potencias pusieron
en práctica sus planes de movilización, que
suponían mover millones de hombres e ingentes cantidades de armamento y suministro en
el menor tiempo posible. La primera potencia
en movilizarse fue Austria-Hungría (el 28 de
julio), y se convirtió en un caos ferroviario. El
30 de julio, temiendo quedarse atrás, el zar
Nicolás II decretó la movilización general, con
el fin de conseguir alinear todos sus ejércitos
en 18 días. Temerosos de que los rusos pudieran atacar pronto, los alemanes empezaron
el 1 de agosto a poner en práctica su meticuloso plan de movilización, diseñado para tener
3 500 000 hombres en los frentes en una se-
mana. Los reclutas eran armados y uniformados y partían en trenes con horarios precisos a
los puntos de concentración próximos al frente.
A la acción alemana contestó Francia con la
suya que, con menos eficacia que los alemanes, movilizó tres millones de soldados. Gran
Bretaña solo disponía de un pequeño ejército
de 150 000 hombres, si bien en cuestión de
semanas logró enrolar 500 000 voluntarios. En
todos los países, las tropas partían en medio
de las aclamaciones de multitudes enfervorizadas que confiaban en que sus muchachos
estarían de vuelta en casa por Navidad.
Oficina de reclutamiento británica. Agosto
de 1914.
19
Las fuerzas en presencia
En principio, la comparación de las cifras totales de las
dos alianzas que se iban a enfrentar parecía beneficiar
a la Entente (Francia, Gran Bretaña y Rusia) frente a
los imperios centrales (Alemania y Austria-Hungría).
La primera contaba con el doble de habitantes (238
millones frente a 120), pero los imperios centrales tenían a su favor el formar un bloque territorial compacto, frente a la división en tres partes separadas físicamente de sus enemigos. Además, al comienzo de las
hostilidades el equilibrio de fuerzas era grande, ya que
si bien los ejércitos alemán, austriaco y francés estaban
preparados para intervenir inmediatamente, Rusia solo podía realizar una movilización lenta a causa de la
insuficiencia de sus vías de comunicación y del atraso
de su burocracia y de la sociedad; por su parte, Gran
Bretaña poseía tan solo un pequeño ejército y tardaría
en poder reunir unas fuerzas considerables.
Rusia, con ayuda francesa, comenzó en 1908 un programa de reforma del ejército, al tiempo que ampliaba
su red ferroviaria. Esto alarmó considerablemente a
Alemania, que inició a su vez en 1912 una expansión
Efectivos militares durante la Primera Guerra Mundial
Al inicio de la guerra
A lo largo de la guerra
5,97
Rusia
Francia
20
8,90
1,25
Italia
Al comenzar la guerra,
los efectivos militares
de la Entente eran muy
superiores a los de la
Triple Alianza,
si bien esta contaba con
la ventaja de formar
un bloque geográfico
compacto.
5,61
0,20
4,35
Rumanía
0,29
0,75
Serbia
0,20
0,70
4,50
Alemania
Austria-Hungría
11
3,00
Imperio otomano
0,21
Bulgaria
0,28
0
8,41
0,97
Reino Unido
Estados Unidos
12
4
1
7,80
2,85
1,20
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Millones de soldados
de su fuerza militar, elevando el número de soldados a
864 000. Ante este hecho, los franceses respondieron
con la prolongación de su servicio militar a tres años,
lo que les permitió alcanzar los 700 000 soldados en
tiempos de paz. De forma paralela, los Parlamentos
aprobaron sin demora los aumentos de gastos militares, convencidos de la inminencia de la guerra.
En cambio, el dominio de los mares estaba en manos
de la Entente, gracias a la superioridad de la flota británica. Esto permitió aislar por mar a Alemania, por
medio de un bloqueo económico contra el que esta reaccionó mediante la guerra submarina, aunque tardó
más de dos años en contar con un número suficiente
de buques sumergibles como para obtener resultados
apreciables.
Todos los contendientes esperaban una guerra de corta duración, por lo que la extensión en el tiempo del
conflicto les obligó a plantearse el mantenimiento tanto de la industria bélica como de los ejércitos y de la
población civil, en condiciones cada vez más difíciles.
En este último aspecto, de nuevo la Entente jugaba
con ventaja: el dominio de los mares, que le permitió continuar la relación comercial con sus imperios
coloniales, con los países neutrales y, sobre todo, con
Estados Unidos, para abastecerse de armas, alimentos
y materias primas.
El Reino Unido, poseedor
de un vasto imperio
colonial, puso en pie de
guerra a sus dominios.
En la imagen, nativos de
la India al servicio del
ejército británico.
21
3. El estallido de la guerra
Un hecho concreto, el atentado en Sarajevo contra el
heredero del imperio austro-húngaro, ha sido considerado como el causante inmediato de la guerra. Pero
fueron otras y más importantes las causas que llevaron
al inicio de la Gran Guerra, sobre todo la urgencia de
los militares por tomar la delantera ante el enemigo.
El atentado de Sarajevo
Sarajevo era la capital de Bosnia-Herzegovina, región
de los Balcanes poblada por bosnios musulmanes,
croatas y serbios. En 1908 fue anexionada por AustriaHungría, lo que provocó la indignación de Rusia, y
más aún la de los eslavos de la región, en especial del
reino de Serbia que, de alguna manera, se consideraba
el tutor de la región.
El 28 de junio de 1914 el archiduque heredero del
imperio austro-húngaro, Francisco Fernando, y su esposa iniciaron una visita oficial a la ciudad, a pesar de
que había sido desaconsejada por la firme oposición
a la misma de los serbios de Bosnia. Ambos mandatarios austriacos murieron víctimas de un atentado
cometido por Gavrilo Princip, un joven serbio de 17
años miembro de una asociación terrorista llamada la
«Mano Negra».
Aunque sin pruebas, los austriacos estaban convencidos de la participación del reino de Serbia en la preparación y ejecución del atentado, y la prensa de AustriaHungría se lanzó a una violenta campaña exigiendo la
aplicación de medidas enérgicas contra Serbia.
Austria-Hungría creyó que las represalias contra Serbia, acusada de connivencia en el asesinato, no encontrarían mucha oposición en Europa, salvo quizás en
Rusia. Los austro-húngaros sabían que contaban con
el seguro apoyo de Alemania, su gran aliado, y que
este hecho haría que los rusos se limitaran a protestar
por las acciones contra Serbia. Alemania pensaba que
Rusia, a la que suponía aún atrasada en su rearme, no
provocaría una guerra por Serbia, pero en caso de que
22
Foto atentado Sarajevo. Pág. 194, unidad 6, Historia del
mundo contemporáneo, 1.º Bach., ed. 2008. Pie de foto:
lo hiciera, en Berlín se pensó que Rusia no contaría
con el apoyo de sus aliados, Francia y Gran Bretaña,
que carecían de intereses en los Balcanes.
Por otro lado, llegado el caso, los alemanes preferían ir
a la guerra mientras su ejército fuera el más poderoso,
en vez de esperar a que el potencial en aumento de
sus enemigos se inclinase a favor de estos. Además,
se sentían obligados a apoyar a Austria que, a fin de
cuentas, era su único aliado, dada la poca fiabilidad
de los italianos.
En cuanto a los rusos, sentían que no podían abandonar a Serbia, ya que supondría traicionar la causa
eslava y perder la influencia que había ganado en los
Balcanes en los últimos años. Para los franceses, dejar
sola a Rusia frente a Alemania y Austria-Hungría sería
aceptar sin lucha la hegemonía germana en Europa y
quedar relegada a potencia de segundo orden.
El atentado de Sarajevo
contra el archiduque
Francisco Fernando y
su esposa, la condesa
Sofía, precipitó los
acontecimientos que
desencadenarían
la Primera Guerra
Mundial.
23
La Marina británica
continuó dominando
los mares y aisló a
los imperios centrales
del exterior por vía
marítima.
24
Pero ¿qué harían los británicos? Alemania creía que, si
se declaraba la guerra, optarían por la neutralidad. A
fin de cuentas, sus intereses estaban más bien en el comercio mundial y en sus colonias, no en el avispero de
los Balcanes; además, Gran Bretaña tenía un ejército
pequeño, que en caso de guerra habría que trasladar al
continente.
Aunque Inglaterra veía como una amenaza el creciente
poderío naval germano, en 1914 la superioridad de la
Royal Navy sobre la Armada alemana era apabullante,
como se demostró durante la contienda.
En general, la posición de la clase política inglesa era
mayoritaria a favor de la neutralidad, pero el plan de
guerra alemán incluía una cláusula —la invasión de la
neutral Bélgica— que precipitó la entrada del Reino
Unido en el conflicto, junto a Francia y Rusia.
Julio de 1914: un mes calamitoso
El atentado de Sarajevo del 28 de junio difícilmente
puede considerarse la causa de la guerra, ya que las
declaraciones de guerra no se produjeron hasta los primeros días de agosto. Durante más de un mes todas
las potencias dudaron sobre los pasos a seguir, que no
necesariamente conducían al enfrentamiento armado.
De hecho, los austriacos tardaron semanas en exigir
responsabilidades al reino de Serbia por el atentado.
Fue la presión alemana la que los forzó a amenazar a
Serbia. Los alemanes veían que era el momento de una
guerra que ahora podían ganar con facilidad, lo que
poco después sería imposible. El emperador alemán
Guillermo II lo dejó claro: «Ahora o nunca». Había
que provocar la guerra, y el asesinato del heredero austriaco era el pretexto perfecto.
El submarino fue
empleado sobre todo por
los alemanes, contra las
líneas de abastecimiento
de Gran Bretaña.
25
El 2 de agosto de 1914,
una gran multitud se
congregó en Munich para
celebrar la declaración
de la guerra de Alemania
a Rusia. Entre la
muchedumbre, se puede
distinguir a Hitler.
26
Los alemanes forzaron a los austro-húngaros a remitir
el 23 de julio un ultimátum a Serbia con una serie de
exigencias que en la práctica implicaban la renuncia
a su independencia. A pesar de que Serbia aceptó el
día 25 la mayor parte de las cláusulas del ultimátum,
Austria-Hungría le declaró la guerra el 28 de julio.
A partir de este momento se precipitaron las acciones de las dos alianzas contrapuestas. Los cálculos y
las prisas de los militares se impusieron en las tomas
de decisiones en todos los países. Rusia se vio obligada
a apoyar a Serbia, y el día 29 decretó la movilización
parcial de sus ejércitos frente a Austria-Hungría. Esta
respondió con la movilización general, mientras Alemania exigió a Rusia que anulara sus medidas militares. Rusia, sintiéndose amenazada, decretó el día 30
la movilización general. El 31 de julio los alemanes
dirigieron un ultimátum a Rusia exigiéndole la desmovilización, pero el mismo día Alemania y Francia
procedieron a movilizar sus ejércitos. El 1 de agosto
Alemania declaró la guerra a Rusia, y al día siguiente
exigió a Bélgica —país cuya neutralidad estaba garantizada por las grandes potencias desde 1831— el paso
de sus ejércitos hacia Francia.
El 3 de agosto Alemania declaró la guerra a Francia.
A la vista de la violación de la neutralidad belga, Gran
Bretaña decidió el 4 agosto entrar en la contienda junto a Francia y Rusia. Un diabólico juego de amenazas
y alianzas acabó en el estallido de la Primera Guerra
Mundial, pero la responsabilidad inmediata de su inicio hay que atribuirla a Alemania y a Austria-Hungría.
Caricatura de la
voracidad de los países
europeos, que derivó en la
Gran Guerra.
La previsión de una guerra corta y triunfal
El inicio de la guerra fue acogido con entusiasmo en
las grandes ciudades de los países contendientes por
enormes multitudes. Uno de los congregados en Munich fue Adolf Hitler, el futuro dictador alemán. Los
Gobiernos de todos los países consiguieron el respaldo
de la población en medio de un patriotismo general.
Además, siempre se había dicho que la guerra sería
corta: «Para Navidad, en casa». La manera de vencer
en una guerra rápida era atacar el primero, por eso
todos se lanzaron contra todos: los alemanes invadieron Bélgica y Francia; los rusos atacaron Alemania;
los ejércitos austriacos invadieron Serbia y Rusia; los
franceses atacaron a los alemanes en Alsacia y Lorena;
los británicos enviaron una fuerza expedicionaria en
ayuda de Francia.
La realidad fue todo lo contrario a una guerra breve.
Los pueblos y los ejércitos tuvieron que enfrentarse a
una guerra larga, cruel y descomunal.
27