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BATALLA DE PELUSIO
ANTECEDENTES.
Creta situada al Sur del mar Egeo, servía de posición obligada que
interceptaba las rutas de intercambio entre las grandes civilizaciones del
tercer milenio antes de Cristo. Además la producción de cobre plata y
plomo, les mostró la necesidad de hacerse marinos, para llevar sus
productos a otras regiones y efectuar intercambio o venta. Esto hizo que
los minoicos, construyeran grandes embarcaciones y se convirtieran en la
primera potencia marítima de la humanidad y fueron ellos quienes
enseñaron a navegar a los fenicios y griegos. Entre 2000 y 1500 antes de
Cristo su supremacía fue indiscutida, pero a partir del siglo XIV antes de
Cristo, empezó a declinar, presionada por las hordas bárbaras del norte de
Europa que buscaban climas más templados y empujaran a los pueblos
que habitaban el medio oriente y todos miraban hacía las fértiles tierras
de Egipto.
Ramses III continuó la política de recuperación de Egipto después de
lograron la expulsión de las Hicsos. Los libios con frecuencia violaban las
fronteras buscando, asentarse en las tierras faraónicas.
LA BATALLA
La prosperidad y la fertilidad de las tierras, a si como la debilidad militar
que creían que aun padecía Egipto no totalmente recuperado de su lucha
con los Hicsos, llevó a que se formara una coalición contra Ramses III, en la
cual se contaban los cretenses radicados en el Oriente Medio donde eran
llamados filisteos, pueblos del mar (aqueos) sirios libios y otras tribus del
medio oriente, que resolvieron reunirse y atacar. Las tropas terrestres
llegarían a través del Sinaí y los buques debían converger
simultáneamente, con las tropas en Pelusio (hoy Port Said)
Pelusio era una ciudad amurallada y por lo tanto podía ser defendida con
más facilidad y Ramses completó sus fuerzas con mercenarios Sardos. En
sus buques embarcó soldados escogidos de su ejército, las cuales
mostraron su efectividad, acabando con las tripulaciones de los buques
atacantes y logrando una aplastante victoria que salvó a Egipto.
Esta batalla se realizó en el año 1176 A.C. o sea en el octavo año del
reinado de Ramses III.
Es esta la primera gran batalla naval importante que encontramos en la
historia de la humanidad.
1
BATALLA NAVAL DE SALAMINA
Temístocles nació en el verano del 515 A.C. su madre según algunos autores se
llamaba Abrotono y otros dicen que su nombre era Euterpe. Su padre era Neocles,
quien se dedicaba a fletar buques y comerciar con las islas del Egeo y Asia Menor y
administraba directamente su dinero, lo que no era bien visto por su contemporáneos
pudientes, que contrataban administradores y lo único que hacían era cobrar sus
rentas. Esta actividad de su padre hizo de Temistocles un marino, en ocasiones el
mandaba buques de su flota familiar y fue así como buques de su propiedad hizo la
evacuación de mujeres, ancianos y niños de Eretria para conducirlos al continente,
ante la certeza de que la ciudad sería arrasada por las fuerzas de Jerjes .
ANTECEDENTES DE LA BATALLA
En septiembre del 490 A.C. los griegos al mando de Milcíades, con una idea táctica de
maniobra que le dio Temístocles uno de sus generales, que aquel acogió y presentó
como suya, derrotaron las tropas persas de Dario en la Llanura de Maratón. En esa
batalla los griegos extendieron sus líneas en el centro, poniendo allí sus mejores
tropas, con el fin de permitir en sus extremos se pudieran doblar y tratar de envolver a
los medos. También fue en ataque sorpresa iniciado por griegos con una rápida carrera
para reducir la distancia con sus enemigos y para que estos en la lucha cuerpo a
cuerpo no pudieran utilizar ni sus arqueros, ni su caballería. Así se ejecutó ante la
sorpresa de los persas varias veces sus superiores en número y fueron derrotados por
primera vez por una fuerza griega.
Milcíades tuvo algunas actuaciones que llevaron a los griegos a condenarlo a muerte,
pena que le fue cambiada en razón de su triunfo en Maratón que salvó a Atenas, por
una multa de cincuenta talentos que no alcanzó a pagar pues a los pocos meses murió
de unas heridas que tenía como resultado de un accidente. Fue pagada
posteriormente por su hijo Cimon.
Temístocles que estaba ya a la cabeza del gobierno de Atenas, logró convencer a sus
conciudadanos que el producto neto de las minas de plata de Laurion, que debían ser
repartidos entre los ciudadanos de Atenas y que a cada uno le debían corresponder 10
dracmas, fueran destinados a la construcción de trirremes, con el argumento de
acabar con el dominio del mar de los eginetas, que poseía la flota más grande entre la
ciudades griegas, después de la destrucción por los persas de la flota jónica. Además la
floreciente industria de Egina era mirada como una amenaza por Atenas. Lo anterior
sin contar que impedían el comercio de la Atica con el Egeo y Asia Menor.
En esta forma pudieron construirse 200 trirremes que serían la fuerza naval que los
griegos podrían oponer a los medos. Cuando se supo la amenaza persa, las rencillas
entre los eginetas y griegos fueron olvidadas y ambos se prepararon para combatir
contra el enemigo común.
Desde el regreso de las tropas persas a su País, después de la derrota de Dario por los
griegos en Maratón, Darío empezó a fortalecerlas y efectuar los alistamientos
necesarios para llevar a cabo su venganza y calmar la furia que esta, le había
producido, pero su muerte interrumpió estos deseos.
A la muerte de Darío su hijo Jerjes subió al trono y los preparativos se vieron
interrumpidos por la sedición de los Egipcios y las revueltas de Babilonia. Después de
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acabar con unos y otros los reanudó. Según Diodoro Sículo” Jerjes ordenó que se
construyeran barcos en todas las tierras costeras que le estaban sometidas: Egipto,
Fenicia, Cilicia, Panfilia y Pisidia, a demás de Misia, La Tróade, las ciudades del
Helesponto, Bitinia y El Ponto. En tres años que duraron los preparativos, consiguió
aprestar más de mil doscientas naves. Cuando todo estuvo listo para la campaña,
Jerjes ordenó a sus almirantes que reunieran la flota en Cime y en Focea, y él mismo,
tras reunir a todas las fuerzas de infantería y caballería de sus satrapías, partió desde
Susa. Cuando llegó a Sardes, envío heraldos a Grecia con la orden de recorrer todas las
ciudades y exigir a los griegos que le ofrecieran agua y tierra, esto quería decir que se
sometían a él. Después, tras dividir su ejército, envío en vanguardia el número de
hombres suficientes para construir un puente sobre el Helesponto y para excavar un
canal al pie del monte Atos.
Pretendía con ello no sólo que el paso de sus tropas fuera menos largo y más seguro,
sino también aterrorizar a los griegos con la increíble magnitud de sus preparativos.
Las ciudades griegas no respondieron unánimemente contra la amenaza que se cernía
sobre ellas. Argos no veía con buenos ojos a los espartanos y Tebas veía con placer
una posible destrucción de Atenas. También Tesalia, se negó a participar en la causa
común como si fuera poco, los sacerdotes de Delfos sobornados por los persas se
pusieron de parte de ellos y dejaron conocer un oráculo derrotista y solo las amenazas,
manejos y algunos dicen que los dineros de Temístocles, lograron cambiarlo y
produjeron uno que se acomodaba los planes de aquel. La parte más importante decía
que se debía abandonar Atenas y protegerse en muralla de madera, que él interpretó
que esa muralla eran los buques.
Temístocles consiente que en un combate en mar abierto la flota griega no podría
vencer a los persas pues lo superaban en número de buques de 1 a 5, había ideado en
plan para atraer la flota de Jerjes y lograr que penetrara en el estrecho de Salamina.
Por lo que logró hacerle saber a Jerjes que los griegos pensaban en huir y eso le
quitaba la posibilidad de acabar con la armada griega. Existen varias versiones de cómo
Temístocles hizo llegar a su enemigo esta información. Algunos dicen que se valió de
Sicino un persa que fue su esclavo, instructor de sus hijos y su guardaespaldas al cual
hizo asistir a una reunión de sus generales en la cual se acordó que la flota griega en la
noche huiría y privaría a Jerjes de acabar con ella. Otros historiadores dicen que
Temístocles le envío otro esclavo para darle la misma información y decirle que
Temístocles era amigo de los persas y quería que él lograra la destrucción de la flota
griega En una u otra forma lo cierto es que a Jerjes le llegó esta versión y actuó de
acuerdo a ella.
Temístocles acordó y esto no fue de conocimiento sino de Adimanto comandante de la
flota corintia y de él, que ellos simularían que huirían. No fueron pocas las burlas y
desprecios tuvieron que soportar los corintios de los otros griegos, cuando Adimanto
hizo saber que aprovecharía la noche para salvar su flota huyendo. Por la noche
izaron velas y prendieron fuego en las proas de sus buques y procedieron lentamente
para dar más tiempo a ser vistos y no alejarse mucho, lógicamente querían que los
vigías de los persas los vieran e hicieran más creíble la versión de que huían. Esto llevó
a Jerjes a estar más seguro de entrar al estrecho de Salamina e impedir que los griegos
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huyeran y le malograran esa gran victoria en el mar que completara sus triunfos en
tierra. Todo estaba listo para la contienda.
Jerjes había instalado su puesto de comando y observación en las laderas del Egáleo
cerca del santuario de Heracles a unos cincuenta metros sobre el nivel del mar y le
permitía tener un panorama de la bahía y estrecho de Salamina. En la noche anterior
al combate Mardonio, el máximo general Persa después de Jerjes, reunió a los
Almirantes de flotas y les dio la orden que debían entrar en el estrecho en formación
de 3 y lo más pegado a la Costa que fuera posible en forma segura. Solo Artemisa, la
reina del Halicarnaso quien comandaba su flota, sugirió que no se diera crédito a las
informaciones que habían recibido, ya que podría ser una trampa de Temístocles. No
se tuvo en la cuenta su argumento, pues era una decisión de Jerjes, que nadie podía
discutir y así se los hizo saber el general.
La constitución de flotas era la siguiente:
JERJES:
Flota del Halicarnaso
Flota Fenicia
Flota Egipcia
Flota Cilicia
División de Licia
Flota Caria
Escuadras del Asia Menor
Y aun cuenta con otros navíos más.
100 Navíos
300 Navíos
200 Navíos
100 Navíos
50 Navíos
70 Navíos
237 Navíos
TEMISTOCLES.
119 Ala derecha Flotas e Megara y Esparta y flota de Egina
129 Centro Flota de Atenas de Temistocles
120 Ala Izquierda Flota de Atenas de Amintas y Cimon y flota corintia.
LA BATALLA.
Tanto los Medos como los Griegos permanecían teóricamente ocultos unos de otros,
utilizando accidentes Costeros, sin embargo Temístocles pudo subiendo a una
montaña observar a la flota enemiga y comprendió que su plan empezaba a funcionar.
Temístocles arengó a sus tripulaciones y Aristides por lo poco fuerte de su voz, encargó
a Esquilo que se dirigiera a los combatientes y les hiciera ver que la suerte de guerra
estaba en sus manos. Antes de zarpar, cuando lo hicieron a veinte metros de su
escuadra a estribor, avanzaba la escuadra de Mégara y luego mas allá venía Euribides
con la escuadra espartana y algo más lejos navegaban los trirremes de Egina. A su
babor estaban los buques que mandaba Aminias y Cimon. Mucho más lejos se
divisaban las naves corintias de Adimanto. Mirando a su proa vió que la vanguardia
iban las naves fenicias. Cuando salieron de su escondite y antes de dar la orden de
ataque, sintió un soplo de aire caliente, que sabía que venía del África y le dio gracias a
Eolo, pues sabía que el viento se sentiría mucho más fuerte cerca a la Costa donde
navegaban los medos y si ellos tendrían problemas, por las olas que iban a levantarse,
para sus enemigos, serían mucho mayores. Dio la orden pensando que ya había hecho
su parte y que los dioses decidirían.
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Durante la noche los buques de guardia, de los persas no detectaron los buques de los
griegos
Desde su observatorio, los medos esperaban el amanecer pues creían que ese sería el
gran día en el cual los griegos como pueblo desaparecerían de la faz de la tierra.
Jerjes desde su trono vio que sus buques disminuían la marcha, se habían alejado de la
Costa para evitar algunas rocas y esto llevó a que este desorden se trasmitiera a sus
flotas, con la posibilidad de que una flota estorbara a otra.
Cuando tuvieron suficiente claridad vieron que los que les hicieron creer que los
griegos huían eran unos pocos buques, pero al mismo tiempo vieron que Temístocles
aparecia con sus buques, no en trance de evadir el combate, sino por el contrario en
rumbo de ataque contra la flota persa. Además pudieron distinguir que las aguas en las
cuales navegaban los griegos, estaban bastantes más tranquilas que en las que lo
hacían los persas. Además el viento de popa y la corriente de la marea que tenían los
medos por la popa, no le permitía virar cómodamente para responder el ataque del
enemigo griego.
Mardonio al ver que el caos en su flota crecía a cada instante, sugirió a Jerjes que lo
autorizara para ordenar a los jonios que ciaran y salieran de la entrada del estrecho
para poder salir de la trampa que les había tendido Temistocles “Las fuerzas de los
arquemenidas nunca retroceden y por el número, estoy seguro que venceremos” fue
la respuesta de Jerjes.
La flota griega fue dividida en dos divisiones compuesta en forma no igualitarias en su
poderío. La de menos poder, fue estacionada en la parte oeste de la boca de entrada al
estrecho. El cuerpo principal unos 300 buques fueron dispuestos en líneas sucesivas en
la parte este de la entrada al estrecho. Fueron estos los mejores buques, con los
mejores líderes. Los buques de Atenas estaban en el centro de la formación.
Lógicamente Temístocles que había ideado la estrategia fue también el más destacado
líder durante el combate y demostró que era tan buen general en tierra como
almirante en el mar.
La flota persa entró de frente. A la izquierda estaban los fenicios, liderados por los
reyes de Tiro y Sidón un formidable escuadrón maniobrados por verdaderos y osados
marinos. Ala derecha iban los buques de las ciudades griegas de Jonia, Éfeso, Mileto,
Samos y Samotracia. Eran griegos que obligados pelearían a muerte con otros griegos.
Los guerreros persas iban a proa, cantando canciones de guerra de muchas naciones y
lenguas e iban armados de arcos y jabalinas. Los arqueros provenían de Persia y
Babilonia.
Los buques de Atenas formaban a la derecha y el centro de las líneas del frente. La
flota del Poloponeso, mandado por Euribiades estaban a la izquierda. La flota de los
griegos tuvo a sus remeros descansando y solo remando para mantener su posición.
Cuando los persas entraron en el estrecho los griegos empezaron a cantar el pean, su
himno de batalla. Los persas por su número creyeron que sería una fácil victoria.
Muchos buques de las primeras líneas medas empezaron a ciar para retirarse de la
costa del estrecho y evitar los obstáculos a la navegación. La mayoría siguió su
ejemplo, para no perder su puesto en la línea y no exponerse al aislamiento que lo
llevara a afrontar solo un ataque de los enemigos.
Adimanto cuya flota sirvió de señuelo, vio lo que estaba pasando y viró y puso proa al
enemigo y evadiendo un espolón de un buque persa pasó a su costado y quebró todos
sus remos. Adimanto atacado por otros buques de la flota meda estaba en gran
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peligro, pero el coraje de sus camaradas de flota y en un esfuerzo grande de los
remeros, salvaron al buque solitario.
Los persas perdieron rápidamente el orden y cientos de buques se estorbaban unos a
otros.
Temístocles atacó a los fenicios y a jónicos los espolones de bronce quebraban la
madera de sus enemigos. Los persas disparaban sus arcos y jabalinas, pero con poca
efectividad por el olaje que movía bástate los buques. Los griegos se protegían con sus
escudos, estaban más atléticos y mejor entrenados, solo jonios y fenicios podían
combatir en igualdad de condiciones con los griegos y lograron hundir o capturar
varios trirremes de los espartanos.
Pocos de las tripulaciones persas sabían nadar o sea que cuando el buque se hundía la
mayoría de la tripulación perecía. En cambio los griegos eran buenos nadadores y
cuando su buque empezaba a hacer agua, su tripulación buscaba la costa nadando.
Dicho en pocas palabras, la tripulaciones persas se sentían menos en casa a bordo de
los buques en el mar en contraste con los griegos que se sentían bien cómodos
abordo.
El orden entre la flotas de Jerjes se perdió casi desde el principio y cuando los buques
que estaban en la retaguardia presionaban aquellos que estaban a su proa, el caos
aumentaba. Artemisa con la flota del Halicarnaso, luchó en la primera línea y en una
situación desesperada y con el fin de confundir a los buques griegos que la atacaban
hundió un buque persa y consiguió su objetivo. Jerjes que vió la acción y creyó que
había hundido un buque griego exclamo “Esta actúa como hombre y mis hombres
actúan como mujeres”. Algunos buques persas que huían de sus perseguidores
griegos, terminaban encallados, pues desconocían el estrecho.
Los griegos no persiguieron a los persas más allá de los estrechos.
Los destacamentos de buques persas que fueron enviados a la parte Sur de Salamina,
para atacar la entrada oeste del estrecho por razones desconocidas, nunca pelearon
durante el día.
Los persas se habían tomado la Isla de Psitalia con el fin de socorrer sus buques
averiados. Arístides formo un pequeño ejército y expulsó a los medos y se quedó
prestando su servicio a los griegos.
Los victoriosos griegos no conocieron en toda su extensión, el triunfo que habían
logrado. Ellos esperaban que serían atacados al día siguiente y esperaban poder
repetir el mísmo tipo de maniobra que les había dado un buen resultado. Pero Jerjes
estaba tan impresionado del fracaso de su armada, que cambió sus planes. En la noche
celebró un consejo de guerra en el cual se dijo que el ataque no sería renovado, pues
no creían que tener mejores resultados. Jerjes lideraría el regreso al puente sobre el
Helesponto y mantener el cuerpo principal de los buques que se salvaron del desastre,
en Asía donde estarían seguros y mantener al mando de Mardonio sus tropas de unos
300.000 hombres, con el fin de conquistar el Peloponeso en el próximo año.
La flota zarpó del puerto de Falero la misma noche, y sus desmoralizadas tripulaciones
tenían pánico que los accidentes geográficos o la flota griega diera cuenta de ellos.
Al amanecer del siguiente día Temístocles y Euribiades no podían dar crédito que el
remanente de la flota asiática había desaparecido. El ateniense urgió al espartano a
perseguir la flota persa, lo que aceptó a regañadientes, pero no encontraron el rastro
de sus enemigos. Euribides convenció a Temistocles que ya habían logrado bastante y
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la flota vencedora regresó a Salamina y a otros puertos donde podían protegerse para
pasar el invierno.
Cuando Jerjes llegó al Helesponto, encontró, que las tormentas habían destruido el
puente que construyó para el paso de sus tropas de Asia a Europa. Los buques hicieron
el transporte de las fuerzas terrestres, que habían sido bastantes disminuidas por el
hambre y las enfermedades que tuvieron que sufrir a través de Tesalia, Macedonia
Tracia.
El año siguiente fue testigo de la destrucción del ejército dejado a órdenes de
Mardonio y de la flota que se había salvado en Salamina.
Pausanias acabó con el ejército persa en Platea, que al morir su Comandante se
desbandó y huyó.
La flota de unos 110 trirremes bajo el mando de Leotychides y Jantipo navegaron el
Egeo en búsqueda de la flota persa y la encontraron en Samos pero el enemigo huyó y
buscó protección en la costa. Los asiáticos estaban desmoralizados y divididos. Los
jónicos estaban bajo sospecha de desafecto y los fenicios deseaban solo regresar
seguros a su País y reasumir su comercio pacifico, por lo que al ver la flota griega
pusieron proa a sus ciudades de Tiro y Sidon.
El almirante persa ordenó varar sus buques en la playa de Micala y construyeron una
barrera de madera alrededor de ellos, defendida por las tripulaciones.
Los griegos aparecieron y desembarcaron unos veinte mil hombres, que incluiría a los
remeros prendieron fuego a los buques persas. Cuando se apagaron las llamas solo
quedaban pedazos de madera quemada, de lo que había sido la gran flota de Jerjes.
BATALLA DE ACTIUM
Cesar que no había tenido hijos varones y adoptó el nieto de su hermana, Octavio que
después de terminar su educación en Grecia, había empezado su instrucción militar
acompañándolo en sus campañas. Al saber la muerte de su padre adoptivo, en forma
inmediata se dirigió a Roma. Para Antonio que había servido bien a Cesar y aspiraba
hacerse con el control de ciudad, la aparición del legítimo heredero fue una gran
contrariedad que se aumentó cuando muchos veteranos y partidarios de Julio Cesar lo
acogieron como heredero y vengador de desaparecido jefe. A demás Octavio había
hecho préstamos personales, para pagar a sus soldados a los cuales les debía Roma sus
salarios. También los republicanos lo miraron con simpatía, pues pensaron que debido
a su edad de diez y ocho años, sería muy fácil para ellos manejarlo. Este era el
pensamiento de uno de sus dirigentes más importante, Cicerón.
Bruto que había logrado apoderarse de Macedonia, fue vencido por Antonio con la
colaboración real y eficiente de Octavio, pero a este no se le dio ningún crédito o
reconocimiento. Por otro lado en el reparto de cargos militares, el Senado no lo tuvo
en la cuenta, por lo que mandó una delegación de sus legionarios, con el fin de solicitar
al Senado el nombramiento de Cónsul en uno que estaba vacante. La respuesta fue
negativa “debido a su juventud”. Su reacción fue que no iba a permitir que los asesinos
de su padre gozaran de impunidad y se dirigió a Roma con sus legiones y esta vez el
Senado le dio el consulado y declaró fuera de la Ley los responsables de la muerte de
Cesar.
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Octavio recibió el apoyo Lépido quien había sido el Comandante de la caballería de
Cesar y en ese momento era Comandante de la célebre décima legión.
Las tres más poderosas personalidades de Roma del momento, se reunieron y
formaron un segundo triunvirato para gobernar Roma. Acordaron emprender acciones
contra Bruto y Casio a los que derrotaron y estos terminaron suicidándose.
Luego dirigieron sus acciones contra Pompeyo quien se había convertido en pirata y se
hacía llamar “hijo de Neptuno”. La flota de Pompeyo fue vencida frente a Mesina por
Agripa amigo de infancia y compañero de estudios y lugarteniente de Octavio.
Pompeyo fue capturado y ejecutado.
Mientras Octavio estaba combatiendo a Pompeyo y gobernando a Roma. Antonio se
paseó por Oriente de orgía, en orgía y terminó en los brazos de Cleopatra y repudió a
sus legítima esposa, una hermana de Octavio.
Octavio excluyó a Lépido y consiguió la declaración de guerra contra Antonio y
Cleopatra.
En la primavera del año 31 A.C. Antonio tenía su flota en el golfo de Ambracia (hoy
golfo de Arta) en Grecia, pues el ancho de la boca del golfo lo hacía fácilmente
defendible. Su flota fue reforzada por buques fenicios y egipcios. La mayoría de sus
buques eran quinquirremes, y sus tripulaciones habia sido completadas con personal
de tierra sin conocimiento del mar en reclutamiento forzado. Igualmente en sus
buques iban marinos mercantes que no amaban la guerra y no estaban contentos.
La mayoría de la flota de Octavio estaba formada por trirremes, pero sus tripulaciones
en la mayoría marinos de isla de Liburnia que tenían fama de ser los mejores en todo
el adriático y su almirante era Agripa experimentado y con varias victorias en el mar.
Octavio quería preservar a Italia de la guerra y por eso tomó la decisión de transportar
sus tropas a través del adriático, desde los puertos de Tarento y Brindisi.
Agripa con su cuerpo principal capturó el puerto Methone en el Peloponeso para
utilizarlo como su principal base de operaciones.
Antonio el otrora enérgico y diligente lugarteniente de Cesar, se había tornado en
indolente e irresoluto, que solo pensaba en diversiones acompañado de sus amantes y
le dejó toda la iniciativa a su oponente y por su puesto el dominio del mar.
Antonio dispuso una división estacionada a la entrada del golfo de Ambracia pero con
la orden de estar en actitud defensiva y el resto de su flota fondeada en el fondo del
golfo. Bien hubiera aprovechado el tiempo en el mar en entrenar sus bisoños
tripulantes, algunos muleros y campesinos. Esta inacción pronto trajo enfermedades y
reducción en las tripulaciones. Sin embargo la flota era impresionante unos quinientos
buques aunque un buen número de mercantes cuyas tripulaciones odiaban la guerra.
Los buques de Antonio llevaban una rústica defensa contra choques, pero estaban en
la línea de flotación y disminuían la velocidad. Los buques más grandes, tal vez los
mayores de la época, tenían castillos de madera en la cubierta superior y allí instalaban
catapultas y flecheras y otros artefactos precursores de la artillería.
Agripa conocedor de donde estaba la flota enemiga comprendió que para transporte
de las fuerzas de Octavio no representaba en serio peligro, pero mantuvo vigilancia
con embarcaciones menores. Además el cuello de botella de la entrada del golfo
Ambracia, hacía que la salida de la flota al mar abierto no fuera fácil y tomaría
bastante tiempo. Octavio pudo trasladar cien mil hombres y doce mil caballos.
Mientras tanto Antonio no mostró ningún signo de querer salir al mar abierto.
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Las tropas terrestres de Octavio fueron desembarcadas en el Puerto de Toryne en el
este del Adriático. Reunidas marcharon por tierra hacia el Sur hasta alcanzar las colinas
al norte de golfo de Ambracia y los dos ejércitos, las dos flotas estaban en presencia de
unos y otros.
Las fuerzas terrestres de Octavio acamparon a unas cuantas millas al norte de la
entrada del golfo, cerca de una estrecha boca donde se dividían las entradas al golfo.
El golfo tenía unas 30 millas de largo por 10 de ancho y en la boca de entrada, solo
tenía 700 metros de ancho.
Las fuerzas de Antonio, tenían algunos buques grandes situados en la entrada del
golfo. Los buques egipcios y fenicios estaban hacia el este. En la parte sur estaba la
galera de Cleopatra, en palacio flotante, con velas de seda, y remos adornados con
plata. En total Antonio tenía unos 600 buques en su mayoría quinquirremos. Octavio
contaba con unos 500 buques en su mayoría trirremes.
En tierra al norte de la boca del golfo, estaban emplazadas lo mejor de los veteranos
romanos de Octavio. Los griego llamaban Akte y los italianos llamaban “Punta” ese
sitio. Al norte en el extremo de la roca, se levantaba el templo de Apolo que los griegos
llamaban Aktion., que quiere decir la punta del santuario y latinizado fue Actium lo que
le dio el nombre a esta importante batalla, que también se llama de Accio.
En destacamento de la flota de Antonio, trató de eludir la vigilancia de Agripa, pero
tuvo que regresarse ante el número superior de sus enemigos.
Mientras Octavio tenía las líneas de suministro abiertas, su caballería impedía que le
llegaran a Antonio cualquier tipo de ayudas. Todas las noches se presentaban al
campamento de Octavio gran número de desertores de las fuerzas de Antonio.
En consejo de guerra presidido por Antonio su Comandante de fuerzas terrestre el
veterano Canidius, propuso, ante la poca confianza que tenía en su flota, que la
abandonaran y marcharan al este a Macedonia y esperar las diez legiones de Octavio
en una posición más favorable. Pero Antonio influenciado por Cleopatra, no aceptó la
proposición, con la esperanza de regresar a Egipto y por el contrario ordenó embarcar
todos sus tesoros y tratar de romper el bloqueo al que están sometidos.
Cuando fueron a hacer su primera salida del golfo, se desató un fuerte viento que
sopló por cuatro días. Al quinto día los castillos flotantes de la división de lograron salir
al mar y luego romanos fenicios y egipcios lo hicieron. Desde las colinas dos ejércitos
de cien mil hombres cada uno miraban el espectáculo que se les iba a brindar desde el
mar.
La flota occidental navegó afuera de la entrada del golfo en dos divisiones, una
comandada por Agripa y otra por Octavio. Agripa tuvo gracias a su experiencia y
victorias en el mar el mando de la flota y no tenía y no quería arriesgar sus pequeños
buques en los estrechos, donde tendrían igual número de enemigos, pero más fuertes.
Por esto al retirarse de la entrada del golfo deban espacio para una mejor maniobra de
sus buques.
Por algunos momentos las flotas estuvieron frente a frente, ambos deseosos de iniciar
el ataque.
Antonio sabía que los buques más pesados y lentos le favorecía el estar cerca a la
Costa a la defensiva. Agripa por el contrario quería luchar en mar abierto, donde sus
buques más ligeros tuvieran la ventaja de las maniobras rápidas.
Solo al medio día se dio el encuentro que en su mayoría fue entre buques romanos,
por que los egipcios y asiáticos no estaban en la línea del frente de la flota de Antonio
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y el peso del ataque, lo tuvieron los gigantes buques, que habían sido fortificados y con
sus aditamentos de defensa, sin embargo el efecto en primer encuentro con los
buques de Octavio no causó las bajas que se esperaban. Al contrario los capitanes de
Antonio aprendieron que no solo eran inútiles, sino peligrosas y que las bien
entrenadas tripulaciones de Octavio lograban eludir las ataques de sus adversarios
gigantes y podían escoger la forma y el momento de atacar. Una táctica que los buques
de Octavio hacían era hacer pasadas en las cuales quebraban los remos de los buques
enemigos, lo que los dejaban al garete y varios buques se ponían de acuerdo para
atacarlos al tiempo y hundirlos. Los buques egipcios y fenicios llegaron a ayudar la
maltrecha primera línea de Antonio, con su experiencia marinera esperaban inclinar la
balanza al otro lado, pero cuando aun el resultado del Combate era dudoso, los
egipcios que aun no habían empezado a combatir y con un viento soplando del
noreste, sus buques izaron velas a una orden de Cleopatra y abandonaron el Combate.
Impulsado por sus remos plateados y la brisa que venía de Costa, la galera de
Cleopatra, pasó la línea del combate y sus sesenta buques se dirigieron a Alejandría.
Quienes veían desde la Costa creyeron que era una nueva maniobra que buscaba
ayudar a sus amigos. Pero estaban equivocados “la serpiente del Nilo” tenía otra idea y
las proas de sus buques estaban enrumbadas a Alejandría. No se sabe si al obrar así lo
hizo por traición o pánico por resultados que veían en el combate, pero sus enemigos,
nunca la acusaron de falta de coraje. Seguramente, y aunque no podía sacar sus
legiones que estaban en la Costa del golfo Ambracia en su País podía formar otras y
prolongar la guerra.
En todo caso el sacar 60 buques de la flota de Antonio era un duro golpe para él. Pero
no solo fue eso sino que el jefe perdiendo el sentido de responsabilidad y su honor
como comandante, dejó su buque insignia y en una pequeña galera, salió tras los
buques egipcios.
Agripa fue un buen líder y logró debilitar el cuerpo principal del enemigo y trató de
impedir la fuga de los egipcios. Cuando vio la galera de Antonio ordenó perseguirlo
por algunos trirremes, pero este se salvó, porque algunos buques de la retaguardia
egipcia, invirtieron su rumbo para protegerlo, aunque dos de ellos fueron capturados.
La fuga de los egipcios desalentó a toda la flota de Antonio, aunque algunos ignoraban
que su jefe también había huido. Unos buques se acercaron a la Costa y sus
tripulaciones se sumaron a las tropas que eran espectadoras del combate.
Los grandes buques permanecían inhábiles, mientras que los trirremes de Octavio,
tripulados por los marinos Liburnios se paseaban dueños de la situación. Aquellas
fortalezas flotantes, a pesar de ser difíciles de hundir, peligrosas en la tormentas no
fueron los enemigos esperados. Cada intento de ataque fue repelido por los buques de
Octavio con pérdidas para los atacantes. Por otro lado los buques de Antonio se
habían atestado con tropas que lo único que hacían era estorbar y en ocasiones eran
muertos por los arqueros de los castillos, que con los bandazos del buque iban contra
el personal en cubierta.
Algunos buques fueron hundidos de lado y lado, pero las pérdidas más grandes lo
fueron en hombres.
Para completar la destrucción de la flota de Antonio y asegurar la victoria Agripa
adoptó medios no improvisados sino preparados. El fuego fue una arma nueva y con
aceite en la flechas y se apuntaba a los castillos, los fuegos se extendían rápidamente y
era bastante difícil para las tripulaciones apagarlo, por lo que las tripulaciones los
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abandonaban o se rendían. La resistencia de la armada de Antonio cada vez era menor
y cerca de las cuatro de la tarde llegó a su fin y muchos de los buques buscaron refugio
en los estrechos del golfo, otros fueron varados, algunos hundidos y otros rendidos.
Muchos estaban al garete o en llamas.
Para los hombres que habían logrado la victoria, les atormentaba no haber podido
capturar los tesoros de Cleopatra, quien había huido con su flota.
Pero para Octavio y sus hábiles comandantes, nada tenían que lamentar.
En unos pocos días el resto de la flota derrotada, se rindió o quemó sus buques.
El ejército de Canidius, después de un intento de una marcha por tierra, fue bastante
afectado por los deserciones que en su mayoría iban a engrosar las filas de los ejércitos
de Octavio.
El 2 de septiembre del año 31 A.C. fecha en la cual ocurrió esta batalla, se toma
también como el fin de la República de Roma y el inicio del imperio Romano.
El resultado de la batalla mostró que la mitad de la flota de Antonio había sido hundida
o capturada. Mientras que en de la de Octavio solo 35 buques fueron hundidos
Octavio, asumió el nombre de Augusto, pero no olvidó que su victoria la logró en el
mar, por lo cual estableció bases navales y escuadrones de buques de guerra que
conservó bastante tiempo después, a pesar de estar en paz y mantuvo el mediterráneo
libre de piratería y por lo tanto aseguró el comercio de Roma y el Mediterráneo se
convirtió en un lago romano o “mare nostrum.”
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