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“Tabaco, Alcohol y Drogas” El tabaco y la respiración El tabaco y el corazón El tabaco y los músculos El tabaco y el deporte El alcohol Las drogas Tabaco y rendimiento Estar en plena posesión de las capacidades cardiorrespiratorias y musculares es indispensable para la práctica de un deporte, cualquiera de ellos. Unos cigarrillos durante el día son suficientes para frenar el rendimiento, principalmente durante la práctica de deportes de resistencia. Cuando practicamos un deporte, recurrimos a nuestros músculos. Para “funcionar correctamente”, estos músculos necesitan el “carburante” suministrado por la alimentación, y un “comburente" suministrado por el aire (oxígeno) para transformar estos alimentos en una energía utilizable por los músculos (actividad aeróbica). Cuando fumamos, estamos reduciendo la cantidad de oxígeno que nos llega a los músculos. Los músculos funcionan peor, y sobre todo, durante menos tiempo. Los rendimientos deportivos son peores, y la sensación de cansancio llega con mayor rapidez. Entre los fumadores, el hecho de no sentir ahogos ni dificultades durante el esfuerzo puede hacer pensar que el tabaquismo no tiene efectos negativos sobre la salud ni sobre el rendimiento deportivo, mientras que la capacidad respiratoria y cardiaca se ven realmente reducidas. Falsos mitos: No por practicar un deporte estamos eliminando las sustancias peligrosas inhaladas por el humo del tabaco. Fumar cuando se practica deporte puede llegar incluso a ser peligroso. Estas sustancias son: - La nicotina: es el compuesto que crea la dependencia al tabaco. - El monóxido de carbono: es el compuesto responsable de la intoxicación, a veces mortal, entre las víctimas de los incendios. - El alquitrán: es la sustancia cancerígena. - Los c (fenoles, esteroles, aldehídos...): son sustancias irritantes. El tabaco y la respiración ¿Qué ocurre cuando respiramos? - Durante la inspiración, los pulmones se llenan de aire nuevo, repleto de oxígeno. - Durante la expiración, el gas carbónico es expulsado con el aire expirado. El aire penetra en los pulmones a través de una sucesión de conductos que se dividen en tubos cada vez más finos: los bronquios y los bronquiolos, hasta llegar a unas pequeñas bolsas denominadas alvéolos pulmonares. En este punto, el oxígeno atraviesa la pared de los alvéolos para entrar en los vasos sanguíneos y pasar a los glóbulos rojos. Impulsados por el corazón, que actúa como una bomba, los glóbulos rojos transportan el oxígeno a través del cuerpo hasta los músculos y los órganos. Cuando los glóbulos alcanzan su meta, descargan el oxígeno y se cargan de otro gas, el dióxido de carbono (el “desecho” expulsado por las células). Finalmente, llevan este otro gas hacia los pulmones, desde donde se expulsa durante la expiración. ¿Qué ocurre cuando fumamos? Fumar provoca hipoxia (un descenso de la cantidad de oxígeno en la sangre) y por tanto, una sensación de ahogo. - El monóxido de carbono, presente en los cigarrillos, provoca un descenso de la capacidad respiratoria al fijarse sobre los glóbulos rojos para después ser transportado hasta los músculos y los órganos: se sustituye al oxígeno. El organismo sufre, porque recibe menos oxígeno. Los rendimientos deportivos se reducen. - Las sustancias irritantes alteran la respiración, provocando una irritación de los bronquios y una reducción de la eficacia de la lucha contra las agresiones externas (infecciones, agentes contaminantes...). El riesgo de enfrentarse a una crisis de asma se incrementa. El tabaco y el corazón El cigarrillo más peligroso es aquel que sigue inmediatamente a la práctica del deporte, dado que acarrea un riesgo de espasmo coronario (una contracción de las arterias que irrigan el corazón), con riesgo de muerte. “No fumo NUNCA 1 hora antes ni 2 horas después de una práctica deportiva.” -
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La nicotina, que es el compuesto que crea la dependencia al tabaco, provoca un aumento de la frecuencia cardiaca, de la tensión arterial y del consumo de oxígeno. Asimismo provoca una vasoconstricción (es decir, una contracción de las arterias), responsable de un aumento del esfuerzo cardiaco y de una reducción de la microcirculación arterial. Las sustancias irritantes provocan a su vez una reducción de la resistencia (por ejemplo: durante una carrera de 12 minutos se puede producir hasta un 20% de descenso del rendimiento para un fumador, comparado con un sujeto no fumador. Asimismo constatamos un aumento de los riesgos cardiovasculares (riesgo de infarto, de muerte súbita) y de los riesgos cardiacos (problemas del ritmo con riesgo de muerte). Todos estos efectos resultan nefastos para la práctica y para el rendimiento deportivo. El tabaco y los músculos Los músculos necesitan sangre rica en oxígeno para funcionar bien. Fumar provoca una vasoconstricción (una reducción del calibre de los vasos) periférica: las células musculares están menos oxigenadas. De pronto, los músculos se cansan con mayor rapidez. Los calambres son asimismo más frecuentes. El tabaco provoca además un aumento del índice de ácido láctico, cuyo efecto es nefasto para la contracción muscular. Cuando fumamos, los músculos disponen de una menor provisión de energía: - La nicotina ralentiza el proceso de aporte energético necesario para que el cuerpo pueda practicar un deporte. - Los músculos reciben menos cantidad de oxígeno (de comburente). Ahora bien, el oxígeno es esencial para poder rendir. Cuando fumamos, los músculos presentan un índice de fatiga anormal. Podemos hablar en este caso de “estrés muscular”. El rendimiento deportivo se ve afectado: - reducción de la resistencia - reducción del rendimiento de la velocidad y de la fuerza - reducción de la eficacia de la cicatrización El tabaco y el deporte Si fumamos menos de 20 minutos antes de una actividad física, la presión sanguínea y las pulsaciones del corazón no tendrán tiempo suficiente para recuperar las constantes normales. Su fumamos menos de 8 horas antes de una actividad física, las células aún no habrán recuperado una oxigenación normal. Su fumamos menos de 48 horas antes de una actividad física, el cuerpo aún contendrá nicotina. Su fumamos menos de 72 horas antes de una actividad física, los bronquios aún estarán contraídos. Si fumamos con regularidad, no tendremos tiempo de recuperar una buena circulación sanguínea, dado que necesitaríamos entre 2 y 12 semanas. El alcohol y el deporte Desde un punto de vista deportivo, el alcohol no puede servir para el ejercicio muscular. No es un carburante para los músculos. El alcohol acelera la deshidratación, modificando nuestra capacidad de regulación de la transpiración. Presenta mayor tendencia a arrebatar las fuerzas que a dinamizar el deporte. El alcohol amplía el tiempo de reacción visual y auditivo, modificando la coordinación correcta, provocando una mala coordinación y limitando la rentabilidad del gesto. El alcohol modifica la capacidad de juicio y aumenta la agresividad. Por tanto, perjudica los gestos deportivos. El alcohol penaliza el deporte, aumentando el trabajo muscular y reduciendo la capacidad de recuperación. El alcohol provoca graves enfermedades, entre ellas el desarrollo de varios tipos de cáncer. El alcohol puede provocar una dependencia y conducir a una desocialización del deportista. El abuso de alcohol no respeta a los deportistas y puede acarrear consecuencias nefastas para la salud. Estos riesgos pueden ser inmediatos: - Descenso del estado de alerta, pudiendo llegar a un estado de embriaguez. - Problemas digestivos. - Comportamientos violentos. A más largo plazo, el consumo de alcohol puede presentar consecuencias irremediables para nuestra salud. Las drogas A. Los estimulantes (ejemplo: cocaína, anfetaminas…) Los riesgos vinculados a sus consumos son elevados: - Incremento de la excitación, de la agresividad. - Habituación y dependencia. - Problemas del ritmo cardiaco. - Hipertensión arterial. - Modificación del psiquismo. - Acné pronunciado. - Detención del crecimiento. - Rupturas tendinosas. - Problemas psicológicos. Las drogas, consumidas en elevadas dosis, causan la muerte. Varios deportistas de alto nivel han sido víctimas de estas drogas, como le ocurrió a Tom Simpson en 1967, durante el Tour de Francia. B. El cannabis Los efectos del consumo de cannabis pueden ir desde una ligera euforia hasta un estado de indiferencia, desmotivación o de reducción de la concentración y de la atención. Además de los riesgos vinculados a su consumo, el cannabis está doblemente prohibido a los deportistas. Por un lado porque forma parte de los estupefacientes, y por tanto, su consumo está prohibido en España, y por otro lado porque se encuentra dentro de la lista de los productos prohibidos a los deportistas. Es la sustancia detectada con mayor frecuencia durante los controles antidopaje, principalmente debido a su periodo de eliminación, que es muy largo (dura varias semanas). A corto plazo, los efectos del cannabis son los siguientes: - Aumento del pulso. - Reducción de la salivación. - Inflamación de los vasos sanguíneos (ojos rojos). - A veces, sensación de náuseas. A largo plazo, el consumo de cannabis puede favorecer la expresión de problemas mentales, a veces graves, principalmente entre los sujetos más frágiles o predispuestos (ansiedad, pánico, depresión, alucinaciones, delirio e incluso esquizofrenia). Un consumo repetido puede tener consecuencias nefastas sobre la salud física. En especial, el cáncer de pulmón aparece de forma más precoz que entre los fumadores de tabaco.