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Una guía para el riego de árboles III.
Los árboles se deben regar siempre que sea necesario.
Esto que parece obvio, no lo es tanto para muchas personas, que
riegan insistentemente cuando no tienen por qué.
Con este artículo entregaremos unos trucos para el riego de los árboles
(el 80% de los problemas son causadas por un riego inadecuado, tanto
en exceso como por defecto).
El riego excesivo y frecuente provoca:
• La asfixia de las raíces y su pudrición.
Las raíces precisan de oxígeno al igual que las hojas y, si el suelo
está saturado de agua pueden llegar a asfixiarse. Una consecuencia
de la asfixia es que, las puntas de las raíces comienzan a pudrirse,
por lo que no podrán bombear el agua a las hojas. Las hojas
continuarán ejerciendo la transpiración hasta que no les llegue ese
agua de bombeo y acaben deshidratándose por lo que parecerá
raro que, el sustrato esté encharcado y las hojas secas.
Raíces superficiales y profundas
• Que las raíces del árbol se desarrollen más superficialmente y
por tanto, no profundicen buscando agua (para qué, si se la estamos
dando nosotros). Esto los vuelve más sensibles en caso de sequía. Por
ejemplo, en la sequía de principios de los 90, se suprimió el riego en
muchos parques públicos. Consecuencia: las plantas, incluidos los
árboles, acostumbrados al riego frecuente perdieron muchas hojas,
hubo muertes y deterioros graves.
Riega poco y el árbol se hará más duro.
• Además, estamos gastando agua innecesariamente, que es un bien
escaso en muchos lugares.
¿Cada cuánto tiempo debo regar mis árboles?
En principio, es imposible decir con exactitud cuan a menudo puedes
regar los árboles, (sin un estudio detallado...) ya que existen muchas
variables que influyen como el clima, las distintas variedades de árboles,
profundidad y tipo de suelo, cambios estacionales de los árboles...).
Depende de muchos factores. Los más importante son:
• La especie
Hay especies que necesitan más agua que otra.
Son especies resistentes ante la falta de agua las del bosque esclerófilo,
como: espino maulino, quillay, boldo, maitén, peumo, entre otros.
La mayoría de las coníferas prefieren estar ligeramente secas antes de
un nuevo riego (así se ayuda a la formación de la micorriza).
En cambio, los sauces, wisterias, álamos, canelos, arrayanes, pataguas,
gustan de permanecer húmedos.
Los árboles de hoja caduca, requieren más agua al principio de la
primavera.
• El tamaño del árbol.
Un árbol pequeño necesita menos agua que uno grande, puesto que
éste último tiene más hojas que alimentar.
Si compras un planta de 1 ó 2 años, necesitará riego hasta que
las raíces sean abundantes y pueda ser autónomo. Fíjate como los
árboles de nuestras ciudades, cuando son adultos, no se riegan, o sólo
se hace en caso de sequía.
Por tanto, lo ideal es regar hasta que se establezca el árbol y a
partir de ahí, muy poco o, incluso, nada. Aunque si quieres que crezca
más rápido, deberás regar más y abonar con regularidad.
• La época del año.
En primavera necesitan más agua, puesto que está en plena actividad o
fisiológica (yemación, floración, fructificación).
• La localización en el que se encuentre.
a) Si está al sol necesita más agua que a la sombra
b) Si hace más calor...más agua.
c) Si hace más viento...más agua.
Los períodos secos prolongados y los vientos fuertes pueden hacer que
se sequen los árboles y el suelo.
• El suelo.
Hay diferentes tipos de drenaje, dependiendo de la granulometría de
nuestro suelo.
Con grano fino, suelos arcillosos, cualquiera que sea la cantidad de
agua que suministremos, se retendrá solamente la que quede entre los
espacios intergranulares. Disminuyendo las dimensiones de las
partículas permanece más humedad en el interior del sustrato,
necesitarán menos lluvia o menos riego para vivir. Estos suelos son
susceptibles al encharcamiento.
Con un drenaje grueso, suelos arenosos, sea cual sea la cantidad de
agua suministrada, se percolará (se pierde en profundidad)
rápidamente, el sustrato se seca completamente en poco tiempo, la
mayor parte del agua no queda almacenada, (piensa en el caso extremo
de la arena de la playa). Aquí necesitará más riego o lluvia que en el
primer caso.
En el caso de peligro de muerte del árbol, no debemos de regar
abundantemente ya que las finas raíces deshidratadas no serán capaces
aún de bombear el agua, por lo que podríamos agravar más el
problema. Lo mejor sería pulverizar con agua las hojas (recordad que es
el método más rápido por donde las hojas
tomarán el agua, además reducimos así la
transpiración de las mismas). Al poco tiempo,
regaremos con una ligera película de agua y a
los 5-6 minutos regaremos esta vez a fondo.
Debéis de saber que no siempre se salvará el
árbol,
todo
depende
del
grado
de
deshidratación y también depende de la
especie. Por ejemplo las coníferas son más
delicadas y una sequía prolongada sería casi
irreversible ya que en estas plantas el agua
asciende lentamente de célula en célula hasta las hojas por lo que un
número importante de células deshidratas nos costaría la muerte de la
planta.
. Demasiado riego
Regar en demasía provoca la asfixia y pudrición de las raíces.
Síntomas:
• Hojas amarillas o con manchas marrones.
• Hojas que caen.
• Podredumbre en el cuello.
Riega lo necesario y mejora el drenaje.
Publicado por: Ricardo Saavedra Rojas, diciembre 2015.