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Liceo Camilo Henríquez
Dpto. Cs. Sociales
LA BAJA EDAD MEDIA:
CONCEPTUALIZACION, ANTECEDENTES Y CARACTERISTICAS.
I.- PERIODIFICACIÓN Y CONCEPTUALIZACIÓN
1.- Concepto:
La Edad Media es un periodo histórico que se desarrolla entre la Edad Antigua y la Edad Moderna. La Edad Media,
también conocida como Medioevo, para fines didácticos y metodológicos se señala que la edad media comienza con la caída del
Imperio Romano de Occidente (en el año 476) y que llega, dependiendo del historiador, hasta el descubrimiento de América (1492) o la
caída del Imperio Bizantino y la invención de la imprenta (1453).
La Edad Media, por otra parte, puede dividirse en Alta Edad Media y Baja Edad:
La Alta Edad Media podemos establecer, desde la caída del imperio romano de occidente hasta las invasiones bárbaras
del siglo IX, caracterizada por la formación de los reinos romano germánicos, el Imperio Bizantino y la aparición y expansión del Islam,
por tanto, que es el periodo que tiene lugar entre los siglos V y XII. Se trata de una etapa ante todo de mucho cambio cultural y de
mucha lucha de poder que dio lugar a que tomaran protagonismo y fuerza en todo el mundo los reinos germano romano. Todo ello sin
olvidar que en este periodo citado se produjo un importante hecho: el desarrollo del feudalismo.
La Baja Edad Media, por su parte, es el periodo comprendido entre los siglo XIII y XV. Un tiempo aquel donde tomaron
protagonismo hechos o acontecimientos tales como la expansión del sistema feudal, las cruzadas, el nacimiento de la burguesía, la
creación y expansión de la Universidad, el parlamentarismo, reformas monásticas de diversa índole o todo un conjunto de
innovaciones religiosas en materia dogmática y devocional.
Entre los cambios sucedidos durante la Edad Media, puede mencionarse la aparición del modo de producción feudal (en
reemplazo del esclavismo), la desaparición de la noción de ciudadanía romana y el auge de las culturas teocéntricas (como el Islam y
el cristianismo) en lugar de la cultura clásica. Las ciudades medievales se caracterizaron por la construcción de grandes murallas,
castillos, fortalezas y puentes defensivos, lo que supone un reflejo de los conflictos bélicos de la época.
El ocaso de la Edad Media podemos establecer que se produce en la etapa final, entre los siglos XIV y XV. La aparición
del Capitalismo, como hemos mencionado, fue una de las principales causas que acabó con este periodo histórico pero no fue la
única. Otros de los motivos de su debacle fueron las distintas controversias que se generaron en el ámbito religioso, la aparición de
ejércitos profesionales y diversas guerras de fuerte calado.
2.- Etapas:
Como la Edad Media dura diez siglos, a través de este tiempo sus características no permanecieron estáticas, y para
organizar el estudio de todos sus procesos históricos, la dividiremos en dos períodos:
a)
La Alta Edad Media: Comienza en el siglo V d.C. con las invasiones germanas al Imperio Romano de Occidente y el
establecimiento de los reinos germano-romanos en Europa occidental; termina en el siglo IX con el cierre del comercio del
mediterráneo para Roma, monopolizado por los árabes, y con el desmembramiento del Imperio Franco, que significó, junto a las
nuevas invasiones de normandos y eslavos, el desarrollo del régimen feudal y el aislamiento de Europa Occidental, desde el siglo IX
hasta el siglo XII impera en Europa occidental el feudalismo desarrollado, que hará crisis y sufrirá el comienzo de su decadencia
después de las Cruzadas.
b)
La Baja Edad Media: Es un período de transición, que se extiende desde el siglo XII en Italia y XIII en otros países del
occidente europeo; profundos cambios políticos, económicos, sociales y culturales anuncian una nueva época. La baja Edad Media
termina en el siglo XV, con el comienzo del Renacimiento en Italia, umbral de los Tiempos Modernos.
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II.- ANTECEDENTES Y REPASO
1.- La alta edad media
a) Los pueblos germanos.
Los pueblos germanos estaban divididos en numerosas tribus: ostrogodos, visigodos, suevos, vándalos, alamanes,
anglos, sajones, burgundios, francos. Vivían en tribus en el norte y noreste de Europa, dedicados a una agricultura rudimentaria, al
pastoreo y a la caza. Sin una organización política con un Estado unificado, sólo unidos por vínculos consanguíneos. La única
institución política era la asamblea general, formada por hombres libres que constituían la banda de guerra.
Se reunían en primavera para tomar acuerdos sobre guerra y paz y elegir al jefe de la banda, al cual sus compañeros se
unían con un vínculo personal de fidelidad, jurando prestarle apoyo, mientras el jefe se comprometía a recompensarlos por sus
acciones bélicas, donde como botín muchas veces figuraba el reparto de tierras conquistadas a otras tribus. Esta costumbre será más
tarde una de las bases de la formación del feudalismo en Europa Occidental.
La religión de los germanos era politeísta naturalista; adoraban a un dios principal, Odín, que premiaba a los guerreros
caídos en el campo de batalla; además divinizaban a las fuerzas de la naturaleza, como los dioses del trueno y del relámpago; creían
en demonios, en espíritus de los bosques y en doncellas guerreras llamadas walkirias. Hacia el siglo IV d.C., Algunas tribus
comenzaron a convertirse al cristianismo.
b) Los reinos germano-romanos en Europa Occidental.
El imperio romano de occidente, invadido por los germanos en el siglo V, se fraccionó en numerosos reinos germanos con
sistema de gobierno monárquico, que terminó con la antigua unidad imperial. Solamente en Europa oriental, en el Cercano Oriente y
en el norte de África, si bien perdiendo luego parte de estos territorios, subsistió el Imperio romano de Oriente que con fuertes
influencias orientales, unidas a la tradición grecolatina, constituyó una continuación del antiguo imperio.
Los reinos principales establecidos por los germanos fueron el reino Suevo y Alano en Portugal; el visigodo en España; los
Vándalos en el sur de España, de donde pasaron al noroeste de África para ser absorbidos por el imperio Bizantino en el siglo VI; los
Anglos y Sajones ocuparon Gran Bretaña; los Burgundios el sur de Francia; los Ostrogodos, Italia; los Francos el norte y centro de
Francia. No todos estos reinos tuvieron la misma importancia y muchos desaparecieron, dominados la mayoría por el Reino Franco,
que fue el más duradero y logró formar, hacia el siglo IX, el imperio de Carlo Magno.
Otro reino que podría haber adquirido la misma importancia del reino franco fue el Visigodo de España, que adoptó el cristianismo y
gran parte de la cultura jurídica romana. Sin embargo, no lo logró, pues fue invadido por los árabes desde el Norte de África cruzando
el estrecho de Gibraltar en el año 711 (siglo VIII)
Los árabes ocuparon el centro y sur de la península ibérica, quedando allí restos del reino visigodo. Será esta nobleza visigoda la que
logrará reconquistar la península después de siete siglos de dominación árabe (siglo XV).
c) Reino Franco y la creación de los Estados Pontificios.
A comienzos del siglo VI fue fundado el reino Franco por Clodoveo, que unió a las tribus francas e instauró una Monarquía
en los territorios de la antigua Galia romana (actual Francia).
Convertido al catolicismo, fue reconocido por el Papado como protector de la Iglesia Católica, institución formada a partir del siglo IV
con base en la doctrina cristiana. Luego el reino Franco, dividido entre los hijos de Clodoveo, que pertenecían a la dinastía merovingia,
cayó en decadencia y fue gobernado por los mayordomos de palacio, especie de administradores de los bienes reales. Uno de estos
mayordomos era Carlos Martel, quien se transformó en una figura histórica al detener el avance de los árabes sobre Francia, en el año
732, en la batalla de Poitiers; salvando así el reino de Francia y a la institución eclesiástica católica.
Su hijo Pipino el Breve, a mediados del siglo VII, destronó al último rey merovingio e instauró la monarquía Carolingia,
siendo consagrado rey por la asamblea de los nobles francos y por el Papa Esteban II. Su importancia histórica reside en lo que se ha
denominado la Donación de Pipino, que, según la tradición oral, fue el origen de los estados pontificios en el centro y noreste de Italia.
Pipino acudió en ayuda del papa, amenazado por el reino germano lombardo, instalado en el norte de Italia, instaurando así la alianza
entre el Papado y los reyes francos.
Los estados pontificios constituyeron un gran poder territorial de la iglesia cristiana católica, no sólo durante la Edad
Media, sino también en los tiempos modernos y parte de la época contemporánea. En 1870, Italia consolida su unidad territorial y
política y toma la ciudad de Roma, centro del Estado papal, como capital del reino italiano unificado bajo la monarquía constitucional
de los Saboya, gobierno que dura hasta la segunda guerra mundial.
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d) Formación de los Imperios Medievales.
Imperio Bizantino
Imperio Árabe

Imperio Carolingio
Imperio Bizantino:
Se emplazó en los territorios del
antiguo imperio romano de oriente. En el año
395 (s. IV), el emperador TEODOSIO dividió
el imperio Romano, ya en crisis, entre sus
hijos. Así la parte oriental quedó bajo el
dominio
de
los
emperadores
de
Constantinopla,
capital
del
imperio,
construida sobre las ruinas de la antigua
colonia griega de Bizancio, a orillas del mar
Negro, en la península de los Balcanes.
Los
bizantinos
defendieron
tenazmente sus territorios de las invasiones
germanas y de las tribus eslavas, que provenían de las estepas rusas. Continuaron preservando la tradición cultural del imperio, dando
mayor importancia a sus elementos griegos y a los aportes orientales que a los propios latinos.
En el siglo VI, JUSTINIANO, uno de los emperadores que se destacan en la larga historia del imperio, trató de recuperar
algunos territorios ya perdidos del noreste de Italia y del norte de África. Durante su reinado, el imperio comprendió los Balcanes, Asia
menor, cercano oriente, norte de África, noreste de Italia y la isla de Sicilia. Además ordenó recopilar todo el Derecho Romano disperso
en una gran obra jurídica: el CORPUS JURIS CIVIL, que ha sido un ejemplo para códigos civiles de varias naciones, como el Código
de napoleón y el Código Civil chileno.

El Imperio Árabe y el Islamismo.
Hasta los primeros
años del siglo VII, los árabes
constituían numerosas tribus
sin unificación política, la
mayoría nómades, habitando
el desierto de la península
arábiga,
con
escasa
agricultura en los oasis del
Yemen y del Hedjaz.
Eran politeístas que
adoraban ídolos como la
Piedra Negra (así se le había
puesto por el pecado de los
hombres) que custodiaba
celosamente la tribu de los
coreichitas en el Templo de
Kaaba en la ciudad de la
Meca, donde los peregrinos
idólatras dejaban, una vez al
año, suculentos tributos.
Ni los persas ni los
bizantinos, vecinos más próximos, pudieron imaginarse que en el transcurso de poco más de medio siglo tales tribus conquistarían
gran parte de la cuenca oriental y sur del mediterráneo, el Cercano Oriente y el Medio Oriente hasta la India, incluyendo la península
Ibérica, en Europa occidental. Esto fue obra de Mahoma, comerciante de caravanas que conoció en sus viajes tanto la religión judía
como la cristiana, tomando de ellas el monoteísmo y agregando aportes originales.
Creó así, una nueva religión que se denominó Islámica (Islam: sumisión a Dios) con un solo Dios, ALÁ, y con él Mahoma,
como su profeta. Su doctrina quedó resumida en 114 capítulos en el libro sagrado, el Coran, escrito en parte por él y en parte por sus
discípulos. Allí se consignan ideas religiosas con normas morales, costumbres, preceptos de vida y hechos históricos.
En el año 622, Mahoma fue perseguido por los coreichitas, que temían perder sus ganancias en el templo politeísta. Huyó
desde la Meca hasta la ciudad de Medina, hecho que recibe le nombre de la Hégira y que marca el año 1, de la era islámica.
Tiempo después, el profeta volvió triunfante a la Meca, habiendo unificado en base a una religión, a todas las tribus árabes
que, de acuerdo al principio de Guerra Santa, comenzaron a conquistar otros territorios para formar un imperio que hacia fines del siglo
VIII comprendía Arabia, el corredor sirio-palestino, Asia Menor, Persia, parte de la India, norte de África y centro sur de la península
ibérica.
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
El Imperio de Carlomagno en Europa Occidental.
A la muerte de Pipino el Breve, el rey Franco que había
consolidado la alianza con la Iglesia católica, le sucedió en el cargo,
su hijo Carlomagno, quien fue coronado con el título de emperador
el día de navidad del año 800. En realidad desde el año 711,
Carlomagno había prácticamente reconstruido bajo su dominio todos
los territorios del antiguo Imperio Romano de Occidente, agregando
la Germania y exceptuando España, ya en poder de los árabes. Sin
embargo, este imperio no perduró más allá de su vida, debido
principalmente al tipo de administración descentralizada con que
Carlomagno organizó el Imperio. Creó marcas fronterizas a cargo de
funcionarios con título de marqueses, con amplios poderes para la
defensa de las regiones fronterizas del imperio.
Cuando el imperio se dividió entre los nietos de Carlomagno
por el tratado de Verdun, en el año 843, de él no quedaba más
unidad política que la alianza imperio- papado, más idea que
realidad, y que durante los restantes años de la Edad Media se
conoció como el sacro Imperio Romano Germánico.
e) El Feudalismo
Se caracteriza por el desarrollo del feudalismo, en Europa occidental. El feudalismo fue un régimen político, económico y
social en que se conjugaron la propiedad privada de la tierra con el poder político y la jerarquía social en un mismo individuo.
Diversas causas permitieron la formación y desarrollo de este régimen. Es necesario mencionar que la tradición germana
dicta jurar fidelidad al jefe de la banda de guerra y la tradición romana de los últimos siglos del imperio, que permitía a los campesinos
cultivar los latifundios, sin que estos colonos pudieran moverse de estas tierras. A todo ello hay que agregar que los reyes de Europa
occidental contaron con gobernantes locales para la defensa contra nuevos pueblos invasores, siendo recompensados con la
propiedad de las tierras que gobernaban como delegados de la monarquía, sistema de pago que correspondía también, al problema
de escasez de moneda, ya que el comercio había prácticamente desaparecido en una Europa aislada, con decadencia de las ciudades
y viviendo solo de los que proporcionaba la tierra.
Las características del Feudalismo:
 Políticas: descentralización del poder real (Rey); robustecimiento de los poderes locales de los señores feudales.
Los reinos feudales tenían numerosas subdivisiones en Ducados, Condados, Marquesados, Baronías, etc. cuyos titulares
(dueños) poseían la autoridad de fijar impuestos, impartir justicia y poseer su propio ejército para hacer la guerra a otros señores o
acudir con él a prestar ayuda a su rey. Éste, en cambio, tiene ahora un poder colocado en la máxima jerarquía social y política,
pero sólo por título y no por mando unificado. Sus órdenes no son obedecidas directamente, primero pasan por sus súbditos
inmediatos, los señores feudales en orden jerárquico.
Estos gobernantes locales (señores) son al mismo tiempo, señores y vasallos; señores de quienes trabajan en las tierras que
ellos administran o de quienes han recibido tierras de sus manos como beneficio y vasallos de quienes los beneficiaron con tierras.
Si ascendemos en la escala jerárquica feudal, el único que es señor, sin ser vasallo de otro señor, es el rey. Si descendemos, los
únicos que son vasallos sin ser señores, son los trabajadores campesinos.
El cumplimiento de deberes y derechos se resume en el contrato feudal: se otorga tierra al vasallo por la ceremonia de la
investidura y el juramento de fidelidad del vasallo a su señor inmediato por medio de la ceremonia llamada Homenaje.
 Económicas: Europa, aislada en el siglo IX por invasiones de eslavos y normandos y, con los árabes monopolizando el comercio
del mediterráneo, debió subsistir de la agricultura, sin excedentes de producción. El feudo producía sólo para sus necesidades, en
una economía autárquica: sin intercambio comercial, como una economía cerrada, con escasez de monedas o ningunos, ,por lo
que se volvió al trueque al estilo de las comunidades primitivas.
 Sociales: existen dos clases sociales, primero la
nobleza terrateniente compuesta por el Rey y
los señores feudales. Junto a ellos hay una
nobleza sin tierras que vive en las cortes
feudales prestando servicios militares a sus
señores. Además existe un alto clero, con
feudos que tienen este mismo rango. En el otro
extremo de la escala social están los
trabajadores, divididos en Villanos, habitantes
de las aldeas feudales, dedicados a la
manufactura artesanal como hombres libres, y
los siervos de la gleba, campesinos adscritos al
feudo, que no pueden abandonar, trabajando
con su familia, de sol a sol, para el señor feudal.
 Culturales: la sociedad feudal es de gran rudeza.
Los señores hacen la guerra o se entretienen,
en los periodos de paz, en los torneos o la caza;
no tienen instrucción (educación) ni ellos, ni sus
caballeros, ni sus trabajadores. La única
institución medieval que salvaguardó la cultura
antigua fue la Iglesia.
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f) Las Cruzadas y sus Consecuencias
Las Cruzadas fueron nueve expediciones armadas, guiadas en su mayoría por los señores feudales entre los siglos XI al
XIII (1096 al 1270), que se desplazaron desde Europa cristiana a la islámica Palestina.
El nombre se deriva del símbolo de la cruz que llevaban los expedicionarios. El Objetivo de estas expediciones,
predicadas en el Concilio de Clermont por el papa Urbano II, fue rescatar el Santo Sepulcro de Jesucristo en Jerusalén, que había
caído bajo el dominio de los turcos selyúcidas invasores del imperio árabe en el Cercano Oriente y de quienes adoptaron la religión
islámica.
Si bien las cruzadas no tuvieron éxito para los cristianos, produjeron importantes consecuencias para la aislada Europa
Occidental:
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Políticas: fueron causa importante en el debilitamiento del feudalismo, ya que los señores feudales las costearon y
realizaron. El fracaso demostró la ineptitud de sistema descentralizado y fue el primer paso hacia la restauración del poder
real robustecido.
Económicas: la economía se desplaza del campo a la ciudad. Vuelve a desarrollarse el comercio con circulación de
moneda, tanto en ferias como en vías o rutas hacia el Oriente.
Sociales: una nueva clase, la Burguesía, nace como protagonista de este resurgimiento comercial. Su hogar propio es la
ciudad, que emerge de las ruinas de las antiguas ciudades o de la creación de otras nuevas llamadas Burgos.
Culturales: los nuevos contactos con Oriente inician un resurgir cultural, propio ya de la Baja Edad Media. Se inicia el
interés de Europa por el Oriente y será el pionero de los descubrimientos geográficos de los siglos posteriores.
III.- La Baja edad media
1. Características generales de la época
Continuando el crecimiento iniciado en el XI, el siglo XIII fue de un desarrollo excepcional: fue el siglo de las
ciudades, las universidades y las catedrales góticas; fue la época en que se consolidaron los reinos medievales y se produjo
la expansión europea hacia el exterior con las cruzadas. Pero este esplendor duró poco; en el XIV, una profunda crisis se
extendió por el continente: peste, hambrunas y guerras, dentro de las características generales de este periodo podemos
señalar:

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Mayor estabilidad política que hizo mejorar la economía. En Europa los principales reinos eran los de Francia y el
sacro imperio Romano Germánico.
En España los cristianos y los musulmanes se disputaban su dominio, es la época de la Reconquista.
Aumento de la producción agrícola por las innovaciones técnicas (arado de vertedera, rotación trienal de cultivos,
selección de semillas, utilización del caballo en las labores agrícolas, nuevas herramientas como la guadaña, etc)
Aumento de la población al haber mayor producción agrícola (alimentos) que obligó a colonizar nuevas tierras de
cultivo (polders) y al nacimiento de las ciudades.
Auge de la vida urbana, las ciudades crecieron y surgieron nuevos barrios (burgos) habitados por comerciantes y
artesanos (burgueses).
2. Desarrollo demográfico
Europa llevaba un par de siglos regida por este sistema feudal, pero a partir del siglo XI las cosas empezaron a
cambiar. El mapa de Europa quedó mínimamente estabilizado, se llevaron a cabo grandes avances y mejoras en el campo
agropecuario, mejoró la economía, la población aumentó exponencialmente, y como guinda del pastel, hubo un éxodo
masivo del campo a las ciudades, que entraron en un periodo de prosperidad.
Gracias al aumento de la producción agrícola, las hambrunas disminuyeron, y la gente pudo disponer de los
alimentos básicos necesarios además de dietas más completas gracias al crecimiento del comercio. Consecuentemente, la
tasa de natalidad comenzó un proceso de crecimiento de la que la sociedad actual puede tener envidia, y la esperanza de
vida fue mayor. En cualquier caso, la población creció lentamente llegando a duplicarse a comienzos del siglo XIV, aumento
que se vio frenado en 1348 por la llegada de la Peste Negra, que diezmó la población europea.
Debido a este aumento demográfico, el paisaje se vio gravemente afectado, pues fue necesario cultivar más tierras
y construir nuevos lugares para vivir. Para extender el terreno poblado hubo que talar bosques, desecar pantanos y
marismas, repoblar aldeas abandonadas y destruidas por la guerra, y ganar tierra al mar construyendo diques y cegando
dichas zonas.
El comercio urbano y la oportunidad laboral en las ciudades animaron a miles de campesinos que no tenían sin
trabajo debido al crecimiento de la población a migrar a las ciudades, donde tenían más posibilidades de encontrar trabajo y
de mejorar socialmente.
De nuevo, vemos que todos estos cambios confluyen en un mismo punto y es la repoblación y la reaparición de las
ciudades. Éstas recuperaron su importancia y florecieron convirtiéndose en la característica principal de la Baja Edad Media.
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3. CAMBIOS EN LA AGRICULTURA
En los siglos XI y XII se difundieron nuevas técnicas y herramientas dentro del campo agrícola que aumentaron y
rentabilizaron la producción en gran medida:
- El arado de vertedera o normando. La cuchilla que araba la tierra era de hierro y era desigual, por lo que
penetraba mejor. Este nuevo arado también incluía la collera y las herraduras de clavos. Con estas novedades se pudieron
usar caballos para arar, ya que eran más rápidos y resistentes que los bueyes. También se le añadieron ruedas, y así el
agricultor no tenía que llevar el peso del arado.
Un arado de vertedera medieval
- La rotación trienal. Consistía en dividir la tierra en tres parcelas distintas, que cada año estarían dedicadas a algo
diferente, según un sistema de rotación. El primer año, había en una parcela trigo (o cualquier tipo de cultivo), en la segunda
legumbres, y la tercera se dejaba en barbecho, para que la tierra reposase y recuperase nutrientes. Al año siguiente, la
primera parcela se dejaría en barbecho, la segunda albergaría trigo, y la tercera legumbres; y al año siguiente, la primera
tendría legumbres, la segunda barbecho y la tercera trigo. Así se conseguía una mayor rentabilidad de la tierra, pero fueron
necesarias la selección de semillas, y una mayor cantidad de abono.
Modelo del funcionamiento de la rotación trienal
- El molino de agua. Previamente se conocía sólo el molino de viento, y aunque aparentemente sean igualmente
útiles, el molino de agua supone un avance respecto al anterior. Un molino de viento está sujeto a la situación
meteorológica, es muy sencillo si no corre el viento, las aspas no se mueven. Además, por aquel entonces Europa era una
extensión muy frondosa y estaba plagada de bosques. De este modo, eran pocos los lugares en los que el viento soplaba
con fuerza. El molino de agua fue una revolución por esto, porque si bien éste también está sujeto a una fuerza de la
naturaleza, el agua y los ríos son abundantes por todo Europa, y como bien hemos visto, ya desde las primeras
civilizaciones surgidas hacia el 3.000 A.C., el ser humano tiende a asentarse y crear núcleos urbanos a orillas de ríos, en
zonas fértiles. Con esto quiero decir que la mayoría de las aldeas y pueblos medievales contaban con su propio río, donde
podían construir magníficos molinos de agua.
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Jornaleros trabajando en un molino de agua de la época
Además de estas innovaciones técnicas, hubo una mejora del clima, creándose unas condiciones propicias para los
cultivos, de modo que la agricultura comenzó a rentar más y la producción aumentó.
Al aumentar la producción alimenticia, se rompieron los esquemas de autosuficiencia del feudalismo, pues en las
casas comenzaron a sobrar alimentos, y dichos excedentes podían ser intercambiados o destinados a la venta en los
mercados, las ferias o incluso en las resurgentes ciudades. ¡Estaba renaciendo el comercio! La abundancia de alimentos
fomentó el comercio, práctica que se había perdido debido a la ruralización de la población tras la caída del Imperio Romano
y la llegada de los invasores nórdicos. Las ciudades crecieron, y se convirtieron en grandes centros de intercambio de
productos tanto agrícolas como artesanales.
4. EL RENACER DE LAS CIUDADES
Ya desde la crisis del siglo III en el Imperio Romano, la gente había emigrado al campo, y el comercio y la artesanía
perdieron importancia. De este modo, la población europea durante los primeros siglos de Edad Media fue en su mayoría
rural y campesina, y las pocas ciudades que había tenían poquísima población pues su función principal no era la
residencial, sino la administrativa y la política.
A partir del siglo XI y gracias a la prosperidad agrícola, al aumento de población y a la recuperación del comercio,
las ciudades de origen romano recuperaron su importancia, y en ellas surgieron los burgos. Estos eran barrios dedicados a
la producción artesanal y al comercio de dichos productos y de los alimentos traídos del campo.
Además de las ciudades de origen romano, surgieron nuevas ciudades con fines comerciales. Se fundaron en
lugares estratégicos como puentes, rutas de peregrinación, pasos alpinos, o rutas comerciales, y fueron ciudades donde se
establecieron artesanos y mercaderes.
Por último, nacieron también ciudades feudales, a partir de aldeas junto a castillos o monasterios, que conforme
fueron creciendo, fueron rodeadas con murallas y convertidas en burgos.
A partir del siglo XI empezaron a renacer los mercados, los centros urbanos y el comercio internacional.
A raíz de las Cruzadas aumentó el intercambio comercial entre las ciudades italianas y el Cercano Oriente. Con el tiempo, la
cantidad de bienes traídos de Oriente llegó a ser tan grande que ya no pudieron ser consumidos por los mismos italianos.
Los mercaderes empezaron a cruzar los Alpes y a vender sus mercaderías en los países del norte.
El comercio internacional se desarrollaba desde el este hacia el oeste. Las exportaciones de China y la India eran llevadas a
los puertos del Golfo de Persia y del Mar Rojo. De ahí las caravanas de camellos y caballos partían a Alejandría en Egipto o
a los puertos de San Juan de Acre y de Jafa en Palestina. Allí las mercaderías eran cargadas en los barcos y llevadas a las
ciudades del norte de Italia, a Venecia, Génova y Florencia.
Un segundo sistema de comercio internacional se desarrolló en los mares del norte. Lana inglesa y paños flamencos eran
llevados en barco por el Mar del Norte y el Mar Báltico a los puertos escandinavos y bálticos, donde eran intercambiados por
cueros, pieles, granos y madera.
Para la economía cerrada de las aldeas sólo habían existido mercados locales, donde los siervos de la villa podían vender
semanalmente los pocos excedentes de su producción agrícola y los productos de su industria doméstica. A raíz del
crecimiento del comercio internacional, los señores feudales establecieron ferias, que se celebraban una vez al año y donde
se juntaban los comerciantes provenientes de todas partes de Europa. Particularmente famosas eran las ferias de la
Campaña de Francia. El señor concedía su protección armada a la feria a cambio de lo cual se le pagaba un tributo.
El aumento del comercio se relacionó con un aumento del uso de la moneda y del dinero circulante. En las ferias algunos
comerciantes se dedicaron a los negocios de dinero: establecieron su banco para cambiar monedas; recibían dinero en
depósito y giraban letras de cambio para poder efectuar pagos en otras plazas. También prestaban dinero cobrando
intereses. Esta práctica fue prohibida en un comienzo por la Iglesia como usura. Mas, con el tiempo, se establecieron leyes
para impedir la usura y establecer una tasa justa de intereses.
Al mismo tiempo renació la vida urbana. Muchas ciudades se formaron al pie de los muros de un castillo o al lado de un
palacio episcopal o de un convento. Otras se establecieron a orillas de los ríos, las vías naturales del comercio.
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En aquellos tiempos belicosos, las ciudades, al igual que los castillos, tuvieron que rodearse de poderosos muros y
fortificaciones. En el centro de la ciudad había una plaza en que se celebraba el mercado semanal. A su costado se
elevaban la Iglesia, el palacio del ayuntamiento y las casas de los principales gremios y de los patricios. Como el recinto
urbano era reducido, las calles eran estrechas y las casas angostas de varios pisos.
La vida urbana era muy distinta de la vida del campo y, por lo tanto, las ciudades tuvieron que darse sus propias leyes y su
propia organización.
El gobierno de la ciudad era ejercido por un Concejo Municipal, cuyos miembros eran elegidos por las corporaciones. Solían
pertenecer a las familias patricias, esto es, las familias más antiguas y ricas. El Concejo estaba presidido por un alcalde. El
gobierno municipal cuidaba de la defensa de la ciudad y de la seguridad pública, percibía los impuestos, administraba el
dinero municipal, nombraba a los jueces y jurados, administraba las escuelas y los hospitales y fijaba la política económica.
En un comienzo las ciudades dependieron del señor en cuyo territorio habían sido fundadas. A partir del siglo XI, las
ciudades se levantaron y, mediante negociaciones y violentas luchas, obtuvieron gradualmente su independencia, quedando
sujetas directamente al rey. Los impuestos que las ciudades pagaban al rey aumentaban su riqueza y, por lo tanto, también
su poder sobre los nobles. Las ciudades se convirtieron en aliados importantes de los reyes en su lucha por consolidar el
poder central y quebrar la resistencia de la nobleza feudal.
Con el fin de reglamentar las actividades comerciales, los mercaderes se organizaban en asociaciones o guildas. Sólo los
miembros de una guilda estaban autorizados para vender sus mercaderías en determinados distritos, de modo que gozaban
de un monopolio en esa región. El tribunal de la guilda juzgaba los conflictos entre los miembros y castigaban a
comerciantes deshonestos, además de ayudar a sus socios en la vejez y mantener casas para los pobres.
Los artesanos tenían sus propias asociaciones, los gremios. Para cada actividad artesanal había un gremio
correspondiente: joyeros, zapateros, peleteros, armeros, etcétera.
Para poder ejercer algún oficio, era indispensable pertenecer a un gremio. Este fijaba los precios y reglamentaba la cantidad
y la calidad de la producción. Se debía realizar el trabajo por el honor del oficio y no por afán de lucro.
La formación de un buen artesano tomaba largo tiempo. Un aprendiz entraba de niño al taller de un maestro, donde
permanecía entre cinco y doce años. Vivía en la casa del maestro, donde recibía comida y vestuario, pero ninguna
remuneración. Al terminar el aprendizaje se convertía en oficial y empezaba a recibir un salario. Para completar su
formación, los oficiales debían salir de viaje y trabajar en distintos talleres.
Vueltos a la ciudad natal, presentaban su obra maestra y rendían un examen para ascender a maestros. Las ciudades y los
gremios muchas veces establecieron tratados y alianzas con otras ciudades y otros gremios para concederse mutuos
privilegios y unir sus fuerzas en la lucha contra los piratas, los salteadores de caminos y las ciudades rivales. La más
importante de estas asociaciones fue la Liga Hanseática que, hacia fines del siglo XIV, incluyó a cientos de ciudades y
puertos del norte de Alemania, de los Países Bajos, Inglaterra, Escandinavia y Rusia, y que logró establecer su monopolio
sobre el comercio marítimo de todo el norte de Europa.
Con el desarrollo de la ciudad y de la población urbana apareció un elemento nuevo en la sociedad europea. El habitante de
la ciudad o burgo, el burgués, a diferencia del noble, estaba interesado en el comercio y el trabajo, y no en la guerra. En la
ciudad no existía la servidumbre: "El aire de la ciudad hace libre". Los vecinos eran hombres libres que se sentían orgullosos
de sus derechos, de su riqueza y de su poder.
5. El comercio y la artesanía
Antes, en las aldeas todas las familias trabajaban las tierras del feudo, criaban animales, y además se fabricaban todo
aquello que necesitaban, como podían ser zapatos, vestidos, utensilios de cocina, o herramientas para el trabajo. Es decir,
todos hacían de todo, los hombres araban el campo, pastoreaban ganado, elaboraban herramientas, y las mujeres daban de
comer a los animales, se encargaban de las tareas domésticas, producían la ropa, el calzado. Naturalmente esto iba ligado
a la idea de autosuficiencia en la que uno producía para sí mismo, para el consumo propio.
A partir del siglo XI, con el aumento de la producción agrícola, el crecimiento de la población y el renacer de las ciudades, el
trabajo quedó dividido en dos sectores. En primer lugar, la población que permaneció en el campo conservó la forma de vida
feudal y las tareas agrarias. Los que se quedaron sin tierras ni espacio en el campo, migraron a las ciudades y desarrollaron
el comercio y la artesanía como alternativa a la agricultura y ganadería.
La vida urbana fomentó mucho el trabajo artesanal, y en seguida surgió una nueva forma de entender el trabajo. El oficio de
artesano pasó de ser algo individual a un trabajo en equipo. Nacieron los gremios, asociaciones de artesanos de un mismo
oficio que se comprometían a seguir unas normas comunes a todos ellos. Los gremios favorecían la cooperación y la ayuda
entre artesanos, y la transmisión y enseñanza del oficio a nuevos aprendices artesanos.
Los gremios establecían los precios de los productos, la cantidad máxima producible, y las horas y días de trabajo. Con esto
se quería evitar la competencia entre los artesanos del gremio, pues consiguiendo que todos vendiesen al mismo precio y
que no elaborasen mayor cantidad de productos, evitaban trifulcas en los mercados y ferias y conseguían que no existiesen
grandes diferencias económicas entre los artesanos del gremio. Además, el gremio proporcionaba las materias primas a
cada taller, era el encargado de dar permiso para abrir nuevos talleres, y de pasar el control de calidad a los productos
elaborados en cada taller.
Dentro del gremio, los artesanos hacían una especie de cursus honorum, similar a aquel que llevaban a cabo los
magistrados romanos para subir peldaños dentro de la administración de Roma. Debían comenzar desde abajo, como
aprendices. Estos solían ser niños, y firmaban un contrato con el maestro artesano dueño del taller por el cual trabajarían a
cambio de alimento, alojamiento y la enseñanza del oficio. Tras varios años de aprendizaje del oficio, el aprendiz estaba
preparado para subir a rango de oficial. Entonces se examinaba, y en caso de pasar dicha prueba, se convertiría en oficial.
Los oficiales trabajaban a cambio de un sueldo de artesano, normalmente tenían su propia familia y vivienda, pero no
podían abrir su propio taller hasta convertirse en maestros artesanos. Pero tenían que ganarse tal honor, tenían que
demostrar su maestría elaborando una pieza digna, una obra maestra. Entonces, si el gremio lo aprobaba como tal, el oficial
pasaba a ser maestro, y podía abrir su propio taller, comprar sus propias herramientas, tener sus propios empleados, y
vender productos con su firma.
El taller de un artesano, era casa, taller y tienda a la vez. Allí vivían el maestro, los aprendices, y en muchas ocasiones los
oficiales. En la planta baja estaba la tienda y el taller, y todos los talleres del mismo oficio solían estar en la misma calle.
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Vivienda de un artesano medieval con su taller y su tienda
Modelo de una casa-taller-tienda de un artesano medieval
6. MERCADOS, FERIAS Y RUTAS COMERCIALES
Antes del siglo XI, el comercio era escaso, muy poco importante y de distancias cortas. Hacia el siglo XI, el comercio se
recuperó porque la producción agrícola y el DINERO disponible aumentaron. El DINERO aumentó gracias a que
se descubrieron minas de oro en el centro de Europa, y también gracias el oro que llegaba de África. Ahora, los caminos
eran más seguros, entonces se recuperaron las rutas comerciales terrestres.
Las ciudades solían tener un pequeño mercado semanal en el que se intercambiaban los productos del campo y los
artesanales. También había una feria una vez al año. Estas eran grandes mercados que duraban una o dos semanas, a los
que acudían personas de muchas partes de Europa. Muchas de las ferias eran organizadas por los reyes, quienes
garantizaban seguridad en los caminos y en la propia feria a cambio de que los mercaderes pagasen un impuesto especial.
Además de las ferias solía haber una lonja en cada ciudad. Esto era un edificio pensado para los negocios. También
aparecieron nuevas técnicas y estrategias. Una de ellas era la del oficio de los cambistas, que eran personas que
cambiaban las monedas de los distintos reinos. También aparecieron las letras de cambio, que eran pagarés, cheques que
te permitían no llevar siempre dinero encima y así si te atracaban no te robaban nada. Al mismo tiempo surgieron las casas
comerciales que eran asociaciones mercantiles que se dedicaban al comercio internacional.
Con el tiempo, el comercio marítimo adquirió más importancia que el terrestre. Las dos rutas comerciales por mar más
importantes hacia los siglos XIII y XV eran:
- Ruta del Mediterráneo. Era una ruta muy larga que unía el mundo cristiano con el mundo musulmán. Las cruzadas
permitieron la entrada de barcos comerciantes a Tierra Santa y a oriente. Los protagonistas cristianos de esta ruta eran las
ciudades de Venecia, Génova, Pisa, Marsella y Barcelona. Los productos que más se compraban a los musulmanes y a los
bizantinos eran tejidos lujosos, perfumes y especias, y lo que más se vendía eran tejidos de lana, alimentos, armas y
herramientas.
- Ruta de la Hansa. Esta ruta cruzaba el mar Báltico, el mar del Norte y el Atlántico. Se llamaba así porque estaba
controlada por la Hansa, una asociación de ciudades nórdicas que se encargaba de controlar el comercio fluvial, el marítimo
y el terrestre de esa zona. Se comerciaba con lana de Castilla y de Inglaterra, con vino francés y con hierro, pieles, trigo y
madera traídos del Báltico.
Gracias a estas rutas aparecieron dos grandes centros económicos que eran el Norte de Italia (Milán, Génova, Venecia,
Pisa y Florencia) y Flandes (Brujas, Gante, Ipres y Amberes). Estos dos centros se convirtieron en ciudades muy
importantes políticamente y culturalmente, porque eran puntos de intercambio de culturas, ideas, conocimientos, arte etc. En
estas zonas surgió una nueva forma de vida, la burguesía.
Rutas comerciales europeas hacia el siglo XIII
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7. La vida en las ciudades
- Nobles. Hasta el siglo XI, no había nobles en las ciudades, pero ahora se trasladarían para intentar controlarlas.
- Clero. En las ciudades estaban los sacerdotes y a veces obispos al cargo de las parroquias y los frailes en los conventos.
- Campesinado. Era muy escaso, y el que hubiese dependía de la prosperidad comercial y económica de la ciudad.
- Burguesía. Este grupo surgió en las ciudades. Los burgueses eran los artesanos y comerciantes. Eran libres, no
dependían de nadie. La mayoría de ellos eran antiguos campesinos que se habían ido de su feudo con o sin permiso para
dedicarse a la artesanía en la ciudad. Dentro de ellos estaba la alta burguesía, que eran los más ricos, los banqueros y los
grandes comerciantes. También estaba la media y la baja burguesía que estaba formada por los comerciantes modestos,
casi todos los maestros artesanos, los componentes de los gremios, los transportistas y los criados de los nobles. Eran
pobres o humildes.
Banquero de la prestigiosa familia de los Medicis
- Judíos. Tenían prohibidos algunos oficios como cultivar tierras, ejercer cargos políticos y hacer la guerra, por lo que se
dedicaron a la medicina, a la joyería, y a los préstamos. Vivían en barrios separados, las juderías. Como había gente que les
quería echar, el rey les protegía y pagaban un impuesto.
- Mendigos y enfermos. Vivían de la limosna y a veces eran atendidos por las cofradías.
8. ¿CÓMO ERA UNA CIUDAD?
Las ciudades no solían ser muy grandes, sólo unas pocas como París tenían más de cien mil habitantes, y la mayoría tenía
menos de cincuenta mil.
El aspecto general de una ciudad medieval era estrecho, desordenado y laberíntico. Este patrón se repetía en todas:
- Estaban completamente amuralladas, y en éstas estaban las puertas, desde donde se controlaba quien entraba y salía de
la ciudad.
- Tenían plazas en las que se celebraban los mercados semanales, y algunas ceremonias y eran el centro de vida urbana.
Siempre había una o dos principales.
- En muchas ciudades a parte de las parroquias había catedrales dirigidas por el obispo.
- Había un ayuntamiento, que era donde se reunía la comuna y luego el patriciado urbano.
- En las ciudades había palacios de nobles ricos o de la alta burguesía.
- Había hospitales y hospicios fundados por cofradías u órdenes religiosas.
- Siempre había una lonja, lugar donde se hablaba de negocios.
- Los barrios y las calles estaban repartidas por oficios (Calle de Cuchilleros, Calle de Zapateros…).
- Las juderías normalmente estaban cerca del castillo para buscar la protección del señor.
- A partir del siglo XIII se empezaron a construir universidades.
Una ciudad medieval
Dibujo de una ciudad medieval
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9. La recuperación del poder del rey
Durante el feudalismo, el poder del rey era sólo teórico, porque en la práctica, el poder los tenían los nobles. A partir
del siglo XI, los reyes buscaron el apoyo de la burguesía, porque no podían mantener su autoridad. Por esto, aprovecharon
la recuperación económica y la aparición de la burguesía. Esto lo hicieron con las cartas de privilegios, los fueros. Muchas
ciudades dependían de un señor feudal, que las gobernaba, pero como las ciudades querían deshacerse de ese vasallaje,
compraron su libertad con estos fueros. Los burgueses querían ser libres para poder comerciar como quisiesen y para
gobernarse a sí mismas. De este modo, el rey fue dando fueros a las ciudades y así quitando poder a los señores feudales.
Las ciudades consiguieron otros privilegios además del autogobierno. Eran ventajas comerciales, que consistían en poder
celebrar un mercado semanal e incluso una feria. A veces, el rey concedía el privilegio a las ciudades de ser la única que
pudiese hacer un producto determinado. A cambio de estos fueros, la ciudad se convertía en un vasallo del rey, pero sólo
teóricamente, aunque los burgueses siempre apoyarían al rey.
La antigua Curia Regia, se convirtió en las Cortes, permitiendo la participación al patriciado urbano, a la alta
burguesía. Cuando el rey necesitaba consejo para aprobar una nueva ley u otro asunto, convocaba a las Cortes. Los
burgueses siempre serían aliados del rey.
Funcionamiento de las Cortes medievales
Gracias a todo esto, en los siglos XII y XIII, los reinos feudales se convirtieron en estados sobre los que el rey tenía
nuevos recursos para gobernar:
- Ya tenía un ejército permanente que estaba disponible todo el año.
- Ahora tenía a los corregidores que eran como los Missi Dominici de Carlomagno, que representaban su poder en
las ciudades establemente.
- Aparecieron los embajadores, que les representaban en otros reinos, y gracias a esto se pudieron establecer
buenas relaciones entre reinos.
- Las nuevas instituciones eran las Cortes; la Chancillería, que estaba mejor desarrollada que la cancillería real de
antes, y la Tesorería, que administraba las riquezas y los impuestos del reino.
10. La crisis de la Baja Edad Media
En la Baja Edad Media, a mediados del siglo XIV, la población se redujo a casi la mitad, y esto se debió a varias
cosas:
Las malas cosechas. El clima se enfrió y se hizo más lluvioso, y las tierras eran de mala calidad. Esto era porque
cuando la población aumentó, se cultivó en bosques talados, en pantanos desecados, que eran malos terrenos. Así llegaron
hambrunas y la mortalidad ascendió.
Las guerras. Había guerras feudales y entre reinos, como la Guerra de los Cien Años. Por esto hubo más
inseguridad, más bandidos, y el comercio se redujo. También se destruyeron muchas tierras y aldeas.
La Peste Negra. Esta peste se originó en China, y a través de un barco mercante procedente del Mar Negro,
llegaron en su bodega unas ratas negras que estaban infectadas. En tan sólo dos años 1348 – 1350, mató a más de dos
tercios de la población europea. La duró hasta el siglo XVIII, y cada cinco años había un resurgimiento de la peste y mataba
a mucha gente.
La crisis, originó una serie de consecuencias:
Revueltas campesinas. Los campesinos se rebelaron contra los señores feudales porque estos pidieron más
impuestos para compensar las cosechas no obtenidas, y porque endurecieron el trato y la vida de los siervos.
Revueltas urbanas. Las ciudades fueron las más afectadas por la peste, y entonces la producción artesanal y el
comercio disminuyeron, y hubo mucha miseria. Como la alta burguesía seguía viviendo bien, se rebelaron contra el
patriciado urbano.
Hubo más bandidismo. En los tiempos de paz que había entre las guerras, muchos soldados o personas pobres, se
dedicaban a robar y a asaltar a la gente en los caminos y aldeas sembrando inseguridad en los caminos, por lo que el
comercio perdió fluidez.
Todas estas revueltas fueron sofocadas por los soldados del rey muy violentamente, dando lugar a muchas
masacres.
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