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La Iglesia Central antes la Santísima Trinidad en San Luis Potosí
Historia del Templo de los Discípulos de Cristo en San Luis Potosí.
Los Primeros protestantes en México
Un hecho que obviamente benefició también a los protestantes en México fue el
decreto de Libertad de Cultos, promulgado por Benito Juárez el 4 de diciembre de
1860. “La ruptura de las relaciones diplomáticas con el Vaticano, en 1860, así como la
ley del mismo año sobre la libertad de culto, marcaron el final de las tentativas
liberales por integrar a la Iglesia Católica con el Estado y abrieron el paso para la
constitución de sociedades religiosas protestantes en México” (Bastian).
Monterrey y su área fue el primer lugar en la República donde se establecieron
congregaciones propiamente dichas. En esa ciudad, por iniciativa del inglés Thomas
Westrupp y del estadounidense James Hickey se fundó en 1865 una sociedad religiosa
protestante con algunos miembros mexicanos. A partir de aquí se fueron fundando
otros núcleos en ciudades vecinas. Esta actividad se reforzó en 1867 con la llegada de
la maestra Melinda Rankin, quien fundó una escuela en Monterrey. Dichos grupos no
pertenecían de momento a ninguna denominación específica, pues eran financiados
por una sociedad misionera interdenominacional.
A partir de 1870 nacen otros grupos protestantes de afiliación metodista y abiertos a
los mexicanos en el centro del país, impulsados por los ingleses dedicados a la
minería. Su foco principal de difusión era Real del Monte, Hidalgo, donde ya los
extranjeros practicaban libremente su religión desde mucho tiempo atrás. Bastian
dice que para 1872 había en el país unas cincuenta sociedades religiosas no católicas,
de diez a trescientos miembros cada una. En estas cincuenta sociedades están
incluidas tanto las que eran formalmente protestantes como las autóctonas formadas
por mexicanos liberales y masones, animados a la par por un sentimiento anticatólico
y por una inclinación al protestantismo.
A la muerte de Juárez le sucedió Sebastián Lerdo de Tejada quien extremó las medidas
contra la Iglesia Católica, al tiempo que abría más ampliamente las puertas a las
sociedades protestantes, las cuales vinieron a reforzar los pequeños y escasos grupos
reformistas que ya existían en el país, acabando por absorberlos totalmente. El apoyo
otorgado por Lerdo de Tejada a los protestantes fue un factor decisivo para el
establecimiento en México de las sociedades protestantes. Durante su gobierno, las
asociaciones protestantes pasaron de 50 a 125.
En 1872 llegaron a la ciudad de México los tres primeros misioneros presbiterianos,
los cuales, además de establecerse en la capital, se dirigieron a Guanajuato, Zacatecas
y San Luis Potosí, donde hicieron contacto con las sociedades reformistas ya
existentes. Ese mismo año llegaron también los congregacionales, quienes se
radicaron en Guadalajara y establecieron relaciones con las doce congregaciones
fundadas anteriormente en Nuevo León. Finalmente, a fines del mismo año de 1872
llegó a México la Iglesia Metodista Episcopal del Norte en la persona del obispo Gilbert
Haven, alcanzado a principios de 1873 por el misionero William Butler, quien se hizo
cargo de la dirección de esta iglesia en México. A estos se añadió también en 1873 la
Iglesia Metodista Episcopal del Sur (dividida de la anterior por el problema de la
esclavitud) que envió al obispo Otto Keener. Éste, al regresar a Estados Unidos dejó al
frente de su iglesia la mexicano Alejo Hernández, convertido en Texas. La quinta
iglesia que llegó al país, en 1874, fue la Iglesia Presbiteriana del Sur (dividida de la del
norte por el mismo motivo que la metodista), la cual entró a México por Matamoros.
Al asumir Porfirio Díaz el poder, los protestantes desconfiaban de él ya que había
derrotado a Lerdo de Tejada, su gran protector. Sin embargo Díaz, al mismo tiempo
que mantuvo inalteradas las disposiciones constitucionales en materia religiosa,
aplicó también, tanto para la Iglesia Católica como para los protestantes, su política
liberal de “dejar hacer, dejar pasar” que aplicaba en lo económico, cuidando solamente
de que no se alterara la paz como él la concebía. Por este motivo, las iglesias
protestantes se difundieron ampliamente por todo el territorio nacional entre 1877 y
1911. “Entre 1877 y 1882, las congregaciones protestantes casi duplicaron su número,
que pasó de 125 a 239; pero su mayor desarrollo tuvo lugar durante los ocho años
siguientes, lapso en el que alcanzaron la suma de 566, y después su desarrollo se vio
frenado, ya que en 1911 sólo había alrededor de 600 en toda la República (Bastian).
México recupera su independencia (1821), y con la llegada de Juárez al poder y para
el final del Siglo XIX se cuenta ya con 14 misiones extranjeras, que se establecen en el
país en el siguiente orden:
NOMBRE DE LA IGLESIA
AÑO DE SU
LLEGADA
Convención Bautista Americana
1862
Iglesia Episcopal
1870
Sociedad de Amigos (Cuáqueros)
1871
Presbiterianos del Norte
1872
Iglesia Congregacional
Ídem
Metodistas del Norte
1873
Metodistas del Sur
Ídem
Presbiterianos del Sur
1874
Iglesia Presbiteriana Asociada Reformada
Ídem
Convención Bautista del Sur
1880
Presbiterianos de Cumberland
1886
Hermanos Libres (Plymouth)
1891
Iglesia Adventista del Séptimo Día
1893
Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo)
1895
Para el año de 1900 estas misiones contaban, según el Censo de Población, con un
total de 51,796 miembros residentes en el país.
LA IGLESIA METODISTA EPISCOPAL DEL SUR
El obispo Juan C. Keener llegó a la ciudad de México en enero de 1873, enviado por la
Junta de Misiones de esta Iglesia. Hizo el viaje del puerto de Veracruz a la capital
mexicana, en la tercera corrida del primer ferrocarril que unió ambas terminales.
Inmediatamente el obispo Juan C. Keener inició sus labores de fundador. Mientras
tanto, en las ciudades fronterizas del norte del país, y en otras ciudades norteñas, se
empezó la obra de evangelización por misioneros y laicos de esta misma Iglesia. Los
dos obreros que en aquellos tiempos primitivos hicieron más por la divulgación del
evangelio en la frontera norte y en el centro del país fueron los Reverendos Alejandro
H. Sutherland y Guillermo M. Patterson.
Tal como el Dr. Guillermo Butler halló protestantes mexicanos que luego se unieron a
la Iglesia Metodista Episcopal, así también el obispo Keener encontró notables
elementos protestantes, como los señores Alejo Hernández y Sóstenes Juárez, que con
gran gozo se unieron a la Iglesia Metodista Episcopal del Sur y fueron distinguidos
ministros de ella.
Toluca, el Oro, Guadalajara, San Luis Potosí, Monterrey, Saltillo, Nuevo Laredo,
Torreón, Chihuahua, Cd. Juárez y Durango fueron las primeras ciudades a las que se
extendió la obra Metodista sureña. Pronto se formaron en ellas prósperas
congregaciones, se construyeron hermosos templos (como el bello santuario de la
calle de Balderas No. 47, en la ciudad de México), y se establecieron instituciones
docentes y de servicio social.
LA IGLESIA DE LA ‘’SANTISIMA TRINIDAD’’ HOY IGLESIA CENTRAL.
El Reverendo Francisco S. Onderdonk, llegó a la Ciudad de San Luis Potosí como
misionero (A la edad de 27 años) el 15 de Diciembre de 1987, tres meses y medio
después daría inicio con la construcción del Templo.
Fue nombrado pastor de la Iglesia Americana de San Luis potosí, venia con la
instrucción de dedicarse al estudio del idioma español por 6 horas cada día y además
de hacerse cargo del Hospital de la ‘’Trinidad’’ que en ese entonces iniciaba sus
trabajos y con el propósito de construir un templo nuevo. El comenta en su biografía
‘’Acepte el nombramiento inocentemente’’. Además agrega: ‘’Teníamos los servicios a
las cuatro de la tarde y los mexicanos en la noche’’. Estuvo de pastor durante dos años
de los americanos y durante este tiempo vio terminado este hermoso templo.
Fue enviado a la ciudad de México en 1900 y se le nombró presbítero presidente del
distrito de Guadalajara. Durante este tiempo su trabajo era duro. Los viajes largos los
tenía que hacer a caballo hasta la costa del pacifico. El dice: ‘‘compre un caballo grande
pero no pudo el pobre animal con mi peso. Lo vendí y compre una mula muy buena pero
muy floja que la tuve que vender una vez más, y por fin compre una mula tordilla que la
llamé ‘‘la Paloma Blanca’’. Cuatro años después regresaría a la Ciudad de San Luis
potosí, donde estableció una imprenta donde se publicaba ‘’El Evangelista Mexicano’’.
Siempre consideró a los mexicanos como ‘’su pueblo escogido’’. El escribió: ‘’los amo y
ellos me aman también a mí, ¿Qué más puede uno desear en este mundo? A veces no me
han entendido bien algunos de ellos y quizás lo mismo puedo decir yo. Mis mejores
amigos están en México’’
Los planos fueron hechos por el Ingeniero Rusell P. Cook y junto con el Reverendo
Francisco S. Onderdonk dirigieron los trabajos de la Construcción.
El costo del templo fue de aproximadamente $10 500.00 Dólares.
Este templo fue consagrado en el 26 de marzo (Abril) de 1899 y fue un molde para la
construcción en la Ciudad de México, según la crónica de esta dedicación, los
hermosos vitrales fueron regalados por varios hermanos en memoria de personas ya
fallecidas o amigos; cada vitral tenía el registro del donante y la persona en cuya
memoria se había colocado cada ventanal.
Este espacio fue construido para dar servicios religiosos a los empleados
norteamericanos de la Fundición de Morales y de la Compañía Metalúrgica Mexicana
que también era una fundición de metales de capital Norteamericano. El traslado de
los primeros feligreses de la fundición a la Iglesia era en el tren de mulas.
La edificación tiene un estilo gótico ingles del primer periodo. El termino gótico se
aplicó durante el Renacimiento italiano a un estilo de arquitectura medieval
considerado bárbaro, que solo los godos podían asimilar esta palabra se consideraba
peyorativa, u ofensiva y gracias al Romanticismo se positivo artísticamente este
espíritu religioso.
El gótico primitivo se desarrollo en Francia e Inglaterra.
En los Estados Unidos debido a la crisis financiera de 1957 y los disturbios de la
guerra civil pusieron fin de esta fase arquitectónica, pero reapareció a través de la
Obra Misionera en nuestro país.
Esta edificación es hecha sin relieves ni esculturas y los muros son sustituidos por
vitrales, y se concentra el peso de la bóveda en puntos definidos. Hoy a pesar del
tiempo, la contaminación ambiental, el descuido de las autoridades de gobierno, la
Iglesia a lo largo de 114 años le ha dado mantenimiento respetando el diseño original
y en este siglo XXI sigue manteniendo su esplendor.
Está construido en piedra maciza, tiene 6 ventanales con vidrios de colores, de las
cuales 5 son conmemorativas, tiene una campana que pesa 1200 libras. Los cristales
fueron hechos en San Luis Potosí en la casa de David Wineburg, vidriera de cristal Au’’
LA NUEVA DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL
En 1917, las principales denominaciones evangélicas que tenían trabajo en la
República Mexicana, firmaron y aprobaron el llamado Plan de Cincinnati, por haber
sido formulado en la ciudad de ese nombre, en el estado de Ohio, de la Unión
Americana. Según este convenio, fruto de profundos estudios, las denominaciones
pactantes circunscribirían sus labores a determinadas jurisdicciones del territorio
nacional. De esta manera no se duplicarían esfuerzos, se evitarían fricciones, se
economizaría dinero y se haría una labor más eficaz. En este plan entraron ambas
Iglesias Metodistas, junto con las grandes denominaciones evangélicas: Amigos,
Congregacionales, Discípulos, Peregrinos, Presbiterianos y Presbiterianos Asociados
Reformados. De este modo se pretendía una cooperación más fraternal.
La Iglesia Metodista Episcopal quedó limitada a los estados de Guanajuato, Querétaro,
Hidalgo, México, Morelos, Puebla y Tlaxcala, además del Distrito Federal; y renunció a
sus trabajos establecidos en los estados de Oaxaca y Veracruz. Por su parte, la Iglesia
Metodista Episcopal del Sur renunció a sus labores establecidas en los estados del
centro y quedó circunscrita a los estados de Chihuahua, Durango, Coahuila, Nuevo
León y Tamaulipas. Esto significó dar de baja a buen número de miembros, además de
la cesión de propiedades e instituciones.
Para 1917 las principales denominaciones evangélicas de los Estados Unidos de
América que tenían trabajo en México aprobaron el llamado "Plan de Cincinnati",
dividiéndose el territorio mexicano en determinadas jurisdicciones y cada
denominación trabajar en un área geográfica con el propósito de no duplicar
esfuerzos, evitar fricciones, economizar dinero y realizar una labor más eficaz para la
causa de Jesucristo. En este plan las Iglesias Metodistas perdieron miembros en plena
comunión, templos, instituciones y otras propiedades al cederlos a otras
denominaciones. Y aunque ellas recibieron, la pérdida fue mayor.