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Presentación ste número responde a un compromiso contraído por tres E revistas: Économie et Humanisme (Lyon), Économie et Solidarités (Montreal) y Proposiciones (Santiago). En ellas se publicaría un dossier común con los trabajos presentados en un coloquio sobre el tema del desarrollo social urbano, realizado en Lyon en el marco de los Diálogos Jacques Cartier (diciembre 1997). Con esta entrega, las revistas dan continuidad a un programa de cooperación internacional descentralizada establecido entre cuatro municipios de Santiago —El Bosque, La Florida, La Pintana y Santiago— con la Comunidad Urbana de Lyon, y de esta Comunidad con la ciudad de Montreal. En la reunión de Lyon participaron funcionarios municipales y públicos, autoridades electas, trabajadores sociales, urbanistas y responsables de organizaciones. En sus ponencias presentaron experiencias de desarrollo social urbano de las tres ciudades, se discutió el contexto en el cual ocurren y se reflexionó sobre los desafíos de la cooperación internacional. La globalización de las economías, la reestructuración industrial, el término o las limitaciones al Estado de Bienestar, constituyen un contexto común a las tres ciudades. En ellas han ocurrido transformaciones sociales, económicas y geográficas; han surgido nuevos problemas y nuevos actores urbanos; sus municipios y gobiernos centrales han ensayado diferentes respuestas; los habitantes urbanos pobres o empobrecidos por la crisis, en algunos casos, han buscado salir de su situación desfavorecida recurriendo a asociatividades creadas Proposiciones 30 7 en torno a lo cotidiano de sus barrios. En los artículos del dossier, los autores destacan los esfuerzos asociativos y valorizan la dimensión territorial del espacio local. No en el sentido de una espacio en donde se repliegan o se confina a los desfavorecidos de la nueva modalidad de acumulación “sino como un espacio privilegiado de participación ciudadana, que hace posible la apertura democrática sobre espacios más extensos, nacionales o continentales”.1 El primer artículo del dossier, “El desarrollo social urbano: ¿qué desarrollo?”, presenta los temas y las conclusiones surgidas en las discusiones del coloquio. Por esto creo que es innecesario hacer aquí una nueva síntesis, y remito a dicho texto. Pero no es sólo por una razón de economía de papel, sino porque me interesa rescatar otra dimensión del encuentro, la del carácter de las lecciones que podemos aprender de la cooperación y del intercambio entre actores del desarrollo social urbano: Viajar, ir al encuentro del otro, impregnarse de la habilidad de hacer, hace aparecer otra dimensión de la cooperación, quizá la más importante: su rol revelador y analizador de la propia realidad de cada uno. El intercambio y la cooperación, si permiten acceder a un cierto conocimiento de los proyectos visitados, no hacen del visitante un experto de esa realidad descubierta. Más bien, invitan a una nueva lectura de su propia realidad e inducen una nueva comprensión de sus rutinas. 2 De las experiencias de cooperación surge la “función-espejo”: frente a ellas, frente a otras experiencias, “descubrimos quiénes somos”.3 Es ésta una dimensión poco relevada de la cooperación internacional: no se trata de convertirnos en expertos de otras realidades, ni en repetidores de recetas, sino de conocernos mejor al mirar al otro. Es en este sentido que invitamos a la lectura de los documentos de este dossier: no tanto a la búsqueda de respuestas —que por cierto, las presentan—, sino a ver cómo ellos nos ayudan a una relectura de nuestra realidad urbana, de la ciudad en que vivimos: Santiago. Más precisamente, ver cómo vivimos en ella. Desde esta perspectiva, incluso muy personal, surgen preguntas. El encuentro en la ciudad de Lyon comenzó el día 8 de diciembre. Allí, todos los años, desde hace casi un siglo y medio, ese día se celebra la fiesta de las luces. En la noche, en todas las ventanas de las casas de la ciudad se enciende una luz. La gente sale a 1 2 Jacques L. Boucher et al., “El desarrollo social urbano. ¿Qué desarrollo?”, en este volumen. Claude Jacquier, “Del intercambio a la cooperación activa”, en este volumen. Proposiciones 30 8 las calles. En los barrios populares, las asociaciones de vecinos organizan encuentros en las esquinas. En el centro de la ciudad, las calles, los cafés, los restaurantes están llenos de gente. Grupos de jóvenes recorren las calles cantando. Y uno se pregunta: ¿Qué pasó con la fiesta en Santiago? Santiago ¿Es una ciudad? Pensando en Montreal, en Lyon, Santiago parece ser bastante menos ciudad de lo que creemos. Esto en diferentes dimensiones. El territorio de la ciudad en Santiago es un espacio urbano muy fragmentado en términos socioeconómicos: los grupos de más altos ingresos están concentrados en cuatro o cinco comunas, y en ellas es casi insignificante la presencia de sectores de bajos ingresos. Es también un espacio muy fragmentado en cuanto a calidad de vida, si la medimos por calidad y cantidad de los servicios urbanos ofrecidos. Sin embargo, se puede argumentar que este rasgo no la diferencia radicalmente de otras ciudades, y que más bien se trataría de un mayor o menor grado de segregación socioeconómica del espacio urbano, en comparación con ellas. Pero Santiago es muy segregada. Más aún, es fragmentada. Mirando la organización político-administrativa de Lyon y Montreal, nos sorprende encontrar que, como ciudad, Santiago no existe: es un territorio dividido en 34 comunas autónomas, que a su vez corresponden a tres provincias diferentes, lo que implica 34 alcaldes, tres gobernadores, y ninguna autoridad de la ciudad. Esa segmentación no se observa ni en Lyon, ni en Montreal. En ambos casos hay una estructura político-administrativa que organiza el territorio: en el caso de Lyon, la Ville de Lyon, la Comunidad Urbana de Lyon; en el caso de Montreal, la Ciudad de Montreal, el Área Metropolitana de Montreal, en ambos casos con autoridades responsables del gobierno de sus aglomeraciones urbanas, y que son interlocutores de la ciudad ante el Estado. Por poner un ejemplo, en Francia las leyes de descentralización de 1982 establecieron el principio de la no subordinación de las colectividades territoriales. Como consecuencia, los organismos HLM —encargados de la vivienda social— sólo se pueden iniciar por una decisión comunal o de los departamentos. El Estado crea la institución que lleva a cabo programas 3 Idem. "Es un poco lo que decía Michel Marié, a propósito de los inmigrantes, con relación a la función-espejo: Proposiciones 30 9 habitacionales sólo si las comunas o departamentos así lo deciden. En nuestro país, en cambio, son el Ministerio de la Vivienda y el Ministerio del Interior los que deciden los programas de vivienda social en las comunas, en las provincias y en las regiones. Al no existir como entidad, Santiago es sólo una aglomeración urbana abierta al mercado o a las decisiones sectoriales del gobierno central. Cuando se revisa la literatura actual sobre las ciudades europeas o de América del Norte, se observa que el centro del debate está en las políticas y estrategias que adoptan las ciudades en cuanto tales para responder a los desafíos que se les presentan: la globalización, la reestructuración económica, la desindustrialización, el desempleo... La literatura muestra cómo estas ciudades buscan aminorar los efectos negativos de estos procesos globales, y cómo desde sus características geográficas, sociales, económicas, y desde su patrimonio cultural, buscan reposicionarse estratégicamente. Barcelona, es un ejemplo de cómo una ciudad revierte un proceso de decadencia. Santiago no lo es. Si buscamos alguna existencia de Santiago, la encontramos como “área intercomunal”, definida en términos físicos por el Plan Regulador Intercomunal de Santiago. Pero una ciudad es algo más que una reglamentación física. El título de la segunda sección del dossier, “El desarrollo social urbano no se decreta, se construye”, nos introduce la noción de proceso, de conflicto, de negociación entre actores con intereses contradictorios, de producto provisorio, inacabado, que caracteriza a las ciudades y que no es recogida por el urbanismo en Santiago. Aquí predomina una visión física de la ciudad, que además es una visión finalista, en el sentido de que supone que un conjunto de inversiones, legislación y usos del suelo llevarían necesariamente, en un cierto período de tiempo, a materializar un “modelo de la ciudad deseada”.4 Tal visión, al eludir los conflictos que necesariamente se dan entre los diferentes actores que construyen la ciudad, transforma el desarrollo urbano en una actividad tecnocrática de responsabilidad de unos pocos funcionarios municipales, y no de todos los ciudadanos. La pobreza en la ciudad es un tema recurrente en las tres ciudades. Sin embargo, su tratamiento es diferente. En Santiago, en parte por lo mencionado frente a ellos, descubrimos quienes somos". 4 Raquel Rolnik, “La planificación urbana en las ciudades de América Latina”, en Alfonso Puncel Chornet, ed., Las ciudades de América Latina: problemas y oportunidades (Valencia: Universitat de València, 1994). Proposiciones 30 10 antes, predomina un tratamiento sectorial e individual. La política de vivienda social, que en términos cuantitativos ha sido exitosa, en términos urbanos y sociales no lo ha sido tanto. Como se señala en el artículo “Santiago, una ciudad inacabada”,5 la visión sectorial de la vivienda ignora los espacios no residenciales y las relaciones comunitarias que se establecen en torno a ellos. Las dimensiones territorial y asociativa presentes en las experiencias de Lyon y Montreal nos hablan de una aproximación más compleja a la pobreza, en la cual están presentes la solidaridad y la creación de ciudadanía. Las tres experiencias de las comunas de Santiago muestran la preocupación que existe por impulsar actividades de desarrollo social urbano que permitan mejorar las condiciones de vida en las poblaciones pobres, integrando activamente a sus habitantes.6 La comparación con las experiencias de Lyon y de Montreal es importante, porque muestra cómo en Santiago el prejuicio ideológico neoliberal —legado de la dictadura— aún restringe las posibilidades de intervención de los municipios y de los entes públicos. En Lyon y Montreal se ha creado un conjunto de relaciones asociativas entre organizaciones sociales, entidades públicas y municipales, y entidades privadas, que permite experimentar e innovar creando empresas locales. En Santiago, sólo la experiencia de la Corporación de Desarrollo de Santiago recuerda esa variedad de intervenciones. Los artículos referidos a Lyon y Montreal muestran la existencia de una definida preocupación por el mejoramiento de los conjuntos de vivienda social construidos hace veinte o treinta años atrás. Y ello nos hace conscientes de cómo el cuidado y mejoramiento del patrimonio construido es un gran tema ausente en Santiago, una ciudad mayoritariamente constituida por conjuntos habitacionales donde se ha sacrificado la calidad por el número y la superficie, y donde el desafío no sería, entonces, sólo construir nuevas viviendas, sino muchas veces rehabilitar lo existente ganándole la mano al deterioro. 5 Véase artículo de Juan Morales, en este volumen. Véase Iris Seguel, “La iniciativa local participativa, medio de desarrollo”. También, Patricio Reyes & Jaime Scalpello, “Actuar contra la atomización”, todos en este volumen. 6 Proposiciones 30 11 “La democracia se duerme: hay que despertarla” Volviendo a la observación inicial de la fiesta en la ciudad, en los barrios y en el centro: podemos comprobar que en Santiago no sólo se olvidó la fiesta, sino que también ha desaparecido el espacio público. Santiago es una ciudad escasa en espacio público; si mal no recuerdo, incluso alguna vez se pretendió cobrar por el uso de las calles para una manifestación política masiva. Esta pobreza de espacios públicos no existe referida sólo a los territorios físicos. En Santiago también son limitados los espacios públicos sociales, los generadores de ciudadanía. Cuando en el Coloquio escuché por primera vez alguna de las experiencias asociativas allí presentadas, y durante sus lecturas iniciales al preparar este número de Proposiciones, sus resultados —crear diez empleos en el primer año, que se transformaban en cuarenta al cabo de otros más, por poner cualquier ejemplo— me parecieron tan pequeños frente a asuntos tan contundentes como la globalización, la desindustrialización, etcétera, etcétera. Sin embargo, recordando la teoría del caos, uno puede pensar que es en el margen, en las pequeñas experiencias de los oprimidos y de los excluidos, donde las grandes transformaciones comienzan. Esto me lleva a otra lectura de esas experiencias: ellas son la creación de espacios públicos sociales, lugares que revierten el retiro o la expulsión a lo privado. Es en esta perspectiva que se hace patente el valor de las transformaciones e innovaciones que, independientemente de su magnitud, cambian las rutinas diarias de las personas, y crean en ellas una nueva noción de sí mismas: ya no sujetos pasivos, sino ciudadanos que “toman la palabra, asumen responsabilidades, conquistan poder”.7 Alfredo Rodríguez Editor Proposiciones 30 7 J.-M. Delarue, “La democracia se duerme, hay que despertarla”, en este volumen. Proposiciones 30 12