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POLITICAS URBANAS DE SOLIDARIDAD SOCIAL Y TERRITORIAL Pocas políticas públicas han provocado en Francia tantas polémicas, tantas evaluaciones y tantos estudios como las políticas urbanas de solidaridad social y territorial. Esto se debe talvez a que estas políticas se confrontan a problemas centrales y fundamentales de nuestra sociedad. Esto se debe tal vez a que los habitantes de los barrios donde se aplican estas políticas interpelan nuestra sociedad y sus disfunciones. En efecto, el análisis que se puede hacer es el siguiente: Si bien es verdad que nuestras aglomeraciones urbanas resplandecen económica y culturalmente, si bien es verdad que generan riquezas; también es verdad que dentro de las mismas se construyen la segregación social, la exclusión y la relegación. Estas consecuencias nefastas se agravan a tal punto que ponen en peligro el “contrato social”, al yuxtaponer “sociedades” que se oponen, o peor aún, prefieren ignorarse. No podemos contentarnos de esta situación. No solamente porque las crisis urbanas generadas de esta manera pueden causar un gran daño a la dinámica y desarrollo de nuestras ciudades, pero sobre todo porque esto choca contra nuestros principios republicanos y contra nuestros valores de progreso humano. En efecto, son la cohesión social (que no se debe confundir con un consenso tibio cuyo objetivo es negar los antagonismos sociales), y el convivir juntos los que están siendo amenazados. Es a partir de esta primera apreciación que debemos construir nuestra visión de la política de urbana de solidaridad social y territorial: ‐ Una política específica que se aplique en favor de las ciudades, de los barrios y de los habitantes (una política territorializada e individualizada) fuertemente marcados por la precariedad y la pobreza… ‐ Una política publica « reparadora » cuya vocación sea la de impulsar e innovar las políticas dichas de derecho común (educación, salud, cultura, empleo…) ‐ Una política pública “incluyente” que asocie los actores de la ciudad (del sector publico, privado y asociativo). ‐ Una política publica que asiente su eficacia en el compromiso ciudadano de sus habitantes. La implicación de los habitantes es otro fundamento central de nuestra visión de la política urbana de solidaridad social y territorial: la inclusión de las clases populares para construir una alternativa política. Debemos volver a construir la relación entre el movimiento social que nace del mundo del trabajo, de las empresas, del sindicalismo y los movimientos sociales que se desarrollan en los barrios populares. Tomemos en consideración que los habitantes de los barrios populares, y particularmente los jóvenes, mas allá de las dificultades, de las exclusiones, de los riesgos de repliegue social y cultural, muestran su creatividad a través, por ejemplo, del movimiento asociativo. Los barrios populares son un territorio de sufrimiento, no de barbarie. Sus habitantes no son los responsables de la crisis urbana, son sus víctimas. Otro principio que debemos tomar en cuenta: La política urbana de solidaridad social y territorial debe expresarse à través de un proyecto territorial global conformado por un lado por una reflexión urbana y por otro por una reflexión social y cultural. Un proyecto que nazca en lo local pero que interpele el proyecto de aglomeración y porqué no la metrópoli misma. Esta interpelación de territorios más importantes tiene como objetivo el de organizar las solidaridades. Una de las debilidades de la política urbana de solidaridad social y territorial en la región parisina, por ejemplo, ha sido la ausencia de una solidaridad ínter-comunal verdadera. Consideraciones urbanas: - diversificar la oferta de viviendas (tomando en cuenta que 80% de familias tienen ingresos tales que se sitúan en la categoría de vivienda social) - “no expulsar a nadie, darse los medios para recibir a todo el mundo” - construir un espacio público de calidad, “abrir” los barrios para crear las condiciones de la vida social - calidad arquitectural - acabar con el aislamiento a través del desarrollo de los transportes colectivos públicos (elemento de recalificación urbana) - crear las infraestructuras de “proximidad” en lugares de intercambios y encuentros (considerando que la proximidad no quiere decir aislamiento) y calificar el territorio gracias a infraestructuras educativas, universitarias, culturales, deportivas pensadas a la escala de la aglomeración. - Basarse en las cualidades del territorio para promover una actividad económica, integrada a la dinámica de la aglomeración. Consideraciones sociales y culturales: - Una política educativa basada en la innovación pedagógica. Hacer de las escuelas “polos de excelencia”. - Cultura: reconocer la creatividad de los habitantes al mismo tiempo que se debe favorecer la apertura y el encuentro con otros artistas y creadores. Garantizar a la vez “el derecho a la diversidad cultural y el derecho a la semejanza a través de los valores humanos compartidos y del destino común”. - la solidaridad y la lucha contra la exclusión generacional - asociar inserción, formación y desarrollo económico. Condiciones necesarias para el éxito de las políticas urbanas de solidaridad social y territorial: - Reconocimiento y valoración de los habitantes y de los territorios - Definición de un proyecto territorial global urbano y humano - Proyecto durable a largo plazo - Experimentación pero también aplicación del derecho común - Colaboración de calidad con los diferentes actores de la ciudad Pero antes que nada debemos responder una pregunta: La ciudad, pero ¿para quién? Y ¿Qué ciudad ? Esto implica el definir un proyecto de sociedad. Esto implica pensar el derecho a la ciudad como un elemento del progreso humano. No debemos ceder a una ilusión que diría que la política urbana de solidaridad social y territorial podría resolver la crisis global de la sociedad. Sin embargo, ésta puede ayudar para hacer emerger claramente las causas de ésta crisis (este es el rol de la acción política). ¿Se debería condenar un hospital bajo el pretexto de que todos los pacientes están enfermos? ¿Deberíamos criticar a los médicos? ¡Obviamente que no! Consideremos el hecho de que hay pacientes que salen sanos del hospital y al mismo tiempo otros enfermos llegan. La política urbana de solidaridad social y territorial funciona como el hospital: su objetivo es el de tener salidas positivas del “hospital”, sin olvidar que lo que hay que combatir es el origen de las “enfermedades”. Los efectos positivos de la política urbana de solidaridad social y territorial: - alimenta el debate sobre los problemas de la sociedad - ha provocado une evolución de las políticas de derecho común al interpelarlas mediante, por ejemplo, la transversalidad y la innovación. - contribuye a superar la contradicción entre la democracia representativa y la democracia participativa. - permite organizar las solidaridades entre los diferentes niveles territoriales: barrios, comunas, aglomeraciones urbanas… Preguntas que emergen con el contexto actual: ¿Cuales son las perspectivas para las políticas urbanas de solidaridad social y territorial dentro del contexto actual de austeridad y de cuestionamiento constante de los servicios públicos? ¿Cuales serán las consecuencias de la reforma territorial? Como para todo, mucho dependerá de la acción política y del movimiento social. Maurice CHARRIER El vicepresidente de GrandLyon, a cargo de la política urbana y la cohesión social