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Ghandi Mohandas Karamchand Gandhi (Porbandar, 2 de octubre de 1869 – Nueva Delhi, 30 de enero de 1948) fue un abogado, pensador y político indio. Desde 1918 figuró abiertamente al frente del movimiento nacionalista indio. Instauró nuevos métodos de lucha (las huelgas y huelgas de hambre), y en sus programas rechazaba la lucha armada y predicaba la no violencia como medio para resistir al dominio británico. Pregonaba la total fidelidad a los dictados de la conciencia, llegando incluso a la desobediencia civil si fuese necesario; además, bregó por el retorno a las viejas tradiciones indias. Mantuvo correspondencia con León Tolstói, quien influyó en su concepto de resistencia no violenta. Destacó la Marcha de la sal, una manifestación a través del país contra los impuestos a que estaba sujeto este producto. Encarcelado en varias ocasiones, pronto se convirtió en un héroe nacional. Su influencia moral sobre el desarrollo de las conversaciones que prepararon la independencia de la India fue considerable, pero la separación con Pakistán le desalentó profundamente. Una vez conseguida la independencia, Gandhi trató de reformar la sociedad india, apostando por integrar las castas más bajas y por desarrollar las zonas rurales. Desaprobó los conflictos religiosos que siguieron a la independencia de la India, defendiendo a los musulmanes en territorio hindú, siendo asesinado por ello por Nathuram Godse, un fanático integrista indio, el 30 de enero de 1948 a la edad de 78 años Philosophia Pacis. Grans Pensadors de la Pau Mohandas Karamchand Gandhi - 2 - 32. NOVIOLENCIA 1 Cuando una persona afirma ser noviolenta, se espera que no se muestre colérica con quien la ofende. No le deseará ningún mal, sino su bien; no la ofenderá de palabra; no le causará ningún daño físico. Asumirá todas las injurias a las que es sometida por el ofensor. Así pues, la noviolencia es una completa inocencia. La noviolencia integral es la total ausencia de mala voluntad hacia todo lo que vive. Por consiguiente, abarca incluso la vida subhumana, sin excluir insectos o animales nocivos. Éstos no han sido creados para alimentar nuestras tendencias destructivas. Si conociésemos la mente del creador, comprenderíamos su lugar en la creación. Por consiguiente, la noviolencia es, en su forma activa, buena voluntad hacia toda forma de vida. Es amor puro. Lo leo en las Escrituras hindúes, en la Biblia, en el Corán. La noviolencia es un estado perfecto. Es un objetivo hacia el que toda la humanidad tiende de forma natural aunque inconsciente. El hombre no llega a ser divino cuando personifica la inocencia en él mismo, pero sólo entonces llega a ser verdadero hombre. En nuestro estado actual somos parcialmente hombres y parcialmente animales y, en nuestra ignorancia, e incluso en nuestra arrogancia, decimos que somos fieles a la naturaleza de nuestra especie cuando devolvemos golpe por golpe y desplegamos la cantidad de ira para nuestros objetivos. Pretendemos creer que la venganza es la ley de nuestro ser, cuando en todas las escrituras encontramos que la venganza no es de ningún modo obligatoria, sino sólo permisible. Es la moderación lo que es obligatorio. La venganza es una satisfacción que requiere una elaborada regulación. La restricción es la ley de nuestro ser. Así pues, la más alta perfección es inalcanzable sin la más alta restricción. El sufrimiento es el distintivo de la tribu humana. 33. LA TENSIÓN HINDO-MUSULMANA. SUS CAUSAS Y SU SOLUCIÓN Mi reivindicación del hinduismo ha sido rechazada por algunos, porque creo y abogo de forma radical por la noviolencia. Hay quien dice que soy un cristiano disfrazado. Se ha dicho, incluso seriamente, que estoy distorsionando el sentido de la Gita cuando atribuyo a ese gran poema la enseñanza de una noviolencia sin adulterar. Algunos de mis amigos hindúes me dicen que matar es un deber impuesto por la Gita en ciertas circunstancias. Un shastri 94 muy instruido rechazó el otro día despectivamente mi interpretación de la Gita y dijo que no había justificación para la opinión, sostenida por algunos comentadores, de que la Gita representa el eterno duelo entre las fuerzas del mal y las del bien, e inculcaba el deber de erradicar el mal de nosotros sin vacilación ni condescendencia. Recojo estas opiniones contra la noviolencia en detalle, porque es necesario comprenderlas si queremos entender al solución que tengo que ofrecer. 1 Ghandi, M., Sobre el Hinduismo. Siruela, Madrid 2006. pp. 130-135. Philosophia Pacis. Grans Pensadors de la Pau Mohandas Karamchand Gandhi - 3 - Lo que actualmente veo alrededor de mí es, por consiguiente, una reacción contra la difusión de la noviolencia. Siento la ola de violencia que se acerca. La tensión hindomusulmana es una fase aguda de esta situación. Debo quedar aparte por respeto. Mi religión es solamente un asunto entre mi hacedor y yo. Si soy hindú, no puedo dejar de serlo aún cuando pueda ser rechazado por el conjunto de la población hindú… Sugiero, sin embargo, que la no violencia es el objetivo de todas las religiones. Pero nunca he presentado a la India esa forma extrema de noviolencia, aunque sólo sea porque no me veo adecuado para transmitir ese antiguo mensaje. Aunque mi inteligencia lo ha comprendido y lo ha aceptado plenamente, todavía no ha llegado a ser parte integrante de mi ser. Mi fuerza se basa en la actitud de no pedir a la gente nada que no haya probado repetidamente en mi propia vida. Estoy, pues, pidiendo a mis compatriotas que adopten la noviolencia como un credo final sólo para regular las relaciones entre las diferentes razas y alcanzar la svaraj 95. Hindúes y musulmanes, cristianos, sijs y parsis no deben arreglar sus diferencias mediante la violencia, y los medios para alcanzar la svaraj deben ser no violentos. Así, me atrevo a ponerlo a la India, no como un arma de la debilidad, sino de la fuerza. Hindúes y musulmanes hablan de la no compulsión en religión. ¿Qué es sino compulsión que los hindúes maten a un musulmán para salvar a una vaca? Es como querer convertir a un musulmán al hinduismo por la fuerza. Y de forma similar, ¿qué es sino compulsión que los musulmanes pretendan impedir por la fuerza que los hindúes interpreten música delante de las mezquitas?. La virtud estriba en quedar absorto por las oraciones propias en presencia de estrépito y ruido. Seremos considerados salvajes irreligiosos por la posteridad si seguimos persistiendo en inútiles intentos por obligar a los otros a respetar nuestros criterios religiosos. Además, una nación de trescientos millones de personas debería sentirse avergonzada de tener que recurrir a la fuerza para pedir cuentas a cien mil ingleses. Para convertirlos o, si se quiere, incluso para expulsarlos del país, no necesitamos la fuerza de las armas, sino la fuerza de la voluntad. Si no tenemos esta última, nunca tendremos la primera. Si desarrollamos la fuerza de la voluntad, nos daremos cuenta de que no necesitamos la fuerza de las armas. La aceptación de la noviolencia, por consiguiente, para el propósito antes mencionado, es la condición más natural y la más necesaria de nuestra existencia nacional. Ello nos enseñará a economizar nuestra fuerza física corporativa para un mejor propósito, en lugar de disiparla, como ahora, en una inútil contienda fratricida en la que cada parte queda exhausta después del esfuerzo. Y cada rebelión armada debe ser considerada un acto demencial a menos que esté respaldada por la nación. Pero casi cualquier punto de no cooperación plenamente respaldado por la nación puede realizar el objetivo sin derramar una sola gota de sangre. Young India, 29 de mayo de 1924