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49 BERZOSA_42-43 LEGUINA.qxd 16/02/17 12:56 Página 49
LA ECONOMÍA DESDE MI OBSERVATORIO
Por Carlos Berzosa*
Las falsas ideas económicas que venden
prosperidad
E
ste curso académico
durante el primer cuatrimestre impartí clases
en tercer año del doble
grado de Economía, Matemáticas y
Estadística. La disciplina, docente,
Organización Económica Internacional (OEI), A la hora de explicar
el Fondo Monetario Internacional
(FMI) analicé brevemente la historia del sistema monetario internacional desde la primera guerra mundial hasta 1944: la quiebra del patrón oro y la Gran Depresión.
En las horas dedicadas al seminario los estudiantes hicieron trabajos
sobre el choque de ideas que se produjo en los años treinta acerca de
cómo afrontar la Gran Depresión.
Los estudiantes, tras haber expuesto
las posiciones de economistas como
Keynes, Kalecki, Myrdal, institucionalistas norteamericanos, Hayek,
Schumpeter, Chamberlain, preguntaron con qué ideas quedarse. La respuesta no es fácil de dar pues la coherencia interna se da en todos los
argumentos. Hay que analizar, por
tanto, las que pueden aportar más
para salir de la crisis en relación a
las causas que la promovieron y el
contexto económico y social de la
época. En concreto, las que suponen un nuevo paradigma frente a las
ideas del pasado que respondían a
un modelo de libre mercado que no
se daba ya en el funcionamiento de
la economía y que vio su final con
la crisis de esa década.
Las nuevas ideas que trataron de
dar respuestas a las nuevas realidades fueron las que impulsaron a que
se impusieran la teoría de Keynes.
También hay que juzgar las ideas de
los economistas en función de sus
resultados. En economía, en todo ca-
so, no tenemos modelos contrafactuales fiables para saber qué es lo
que hubiera pasado si se hubieran
llevado a la práctica las propuestas
de Hayek, por ejemplo. Lo que sí sabemos es los buenos resultados económicos obtenidos por los países desarrollados con la regulación, intervención estatal y Estado del Bienestar. La historia dio la razón a Keynes
y Beveridge hasta 1973.
Otra crisis económica que supuso un cambio de paradigma. Esta
vez con el triunfo de las viejas ideas
revestidas de neoliberalismo y monetarismo. Una vuelta al pasado de
ideas ya fracasadas pero que se vendieron como novedosas ante el final de la era keynesiana. Desde entonces se han ido imponiendo en la
teoría económica y en la política
económica. Se han ido desmontando, como consecuencia de ello, las
regulaciones, el sector público empresarial y limitando el Estado del
Bienestar. El fundamentalismo de
mercado se ha ido imponiendo en
la teoría y en la práctica.
En este caso, los éxitos no se han
dado como fue entre 1947-73. Se
ha crecido menos y con mayores
grados de desigualdad. La especulación ha superado a la inversión productiva y todo ello ha desembocado en la Gran Recesión
iniciada en 2007. La prosperidad
que se ha intentado vender en estas últimas décadas ha sido un verdadero fraude. No se puede olvidar las excelencias que se han repetido insistentemente de las ventajas que iban a traer la globalización, la liberalización del comercio internacional, el euro, el mercado único de la Unión Europea y
la mayor competencia. Todos es-
Hay un
consenso
bastante
amplio en que
la victoria de
Trump y otros
procesos
populistas son
el resultado de
un malestar
social
creciente, lo
que contrasta
con las ideas
que nos
habían
vendido de
una creciente
prosperidad
tos mitos se han derribado con la
crisis.
Ahora, hay un consenso bastante amplio entre los analistas de que
la victoria de Trump, el Brexit, el ascenso de la ultraderecha en Europa, son el resultado de un malestar
social creciente que han sabido
aprovechar discursos demagógicos
nacionalistas, racistas y xenófobos.
Se ha descubierto de pronto un malestar social que contrasta con las
ideas que nos habían vendido de
una creciente prosperidad. Las políticas de austeridad aplicadas para
salir de la crisis han contribuido a
ese creciente malestar, y en el caso
de Europa en la desafección hacia
el proyecto de integración económica. La teoría y la política económica no son ajenas a todo este malestar y, sin embargo, se dan escasas reflexiones sobre este fracaso del
pensamiento económico principal.
Las enseñanzas de la historia no están sirviendo para rectificar.
Las tendencias actuales están
conduciendo a que nos acerquemos a un abismo si no se pone remedio urgentemente. Mientras tanto, la universidad sigue impertérrita ante lo que sucede en el mundo y se sigue explicando lo mismo
como si el orden social se comportara igual que el orden de la naturaleza. Por eso resulta útil volver a estudiar el choque de las
ideas económicas que hubo en los
años treinta para entender que no
solamente hay una verdadera teoría y que determinados postulados
que se enseñan como verdades inmutables no han sido así en el
tiempo. l
*Catedrático Emérito de la Universidad
Complutense.
nº 1188. 20–26 de febrero de 2017
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