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VIERNES
V
amos al encuentro del Señor con todo nuestro ser. El encuentro con
Jesús no es fruto de la investigación histórica ni de la reflexión doctrinal.
Sólo acontece en la adhesión interior y en el seguimiento fiel.
Empezamos a encontrarnos con Jesús cuando comenzamos a
confiar en Dios como confiaba él, cuando creemos en el amor como
creía él, cuando nos acercamos a los que sufren como él se
acercaba, cuando miramos a las personas como él las miraba,
cuando nos enfrentamos a la vida y a la muerte con la esperanza con
que él se enfrentó, cuando contagiamos la Buena Noticia como Él.
Oramos este salmo que nos ofrece una experiencia profunda,
íntima, llena de intensidad. Recorrerlo y orarlo puede ser un estímulo
para vivir con el Señor experiencias semejantes y decirle lo que
sentimos junto a Él.
ración de la confianza en Dios por encima de toda "dirección"...
porque Él es la única dirección (a dos coros)
O
Cantamos: Eres mi riqueza, eres mi Señor;
eres la alegría de mi corazón.
Tú, que te sientes desamparado,
di al Señor: "eres mi póliza de seguro".
Tú, que te sientes indefenso,
di al Señor: "eres mi guardaespaldas"
Tú, que te sientes perseguido,
di al Señor: "Eres mi refugio secreto".
Tú, que te sientes acosado por tantas leyes,
di al Señor: "nadie mejor que Tú para defenderme".
Tú, que estás en medio del combate,
di al Señor: "eres mi fuerza invencible y mi victoria".
Cantamos: Eres mi riqueza, eres mi Señor; eres la alegría de mi corazón.
Dios mío, confío en ti.
Como el polluelo bajo las alas maternas, confío en ti.
Como el niño agarrado de la mano del padre, confío en ti.
Siempre, Señor, confío en ti.
Aunque me dejen sola en la lucha,
aunque mi voz se pierda en el desierto,
aunque me critiquen y me calumnien, confío en ti.
Siempre, Señor Dios, confío en ti.
Aunque encuentre más dificultades de las previstas,
y mis fuerzas comiencen a flaquear,
aunque el dolor me anuncie su visita,
aunque comprenda que el final pueda estar próximo
y todo lo vea oscuro, confío en ti.
Cantamos: Eres mi riqueza, eres mi Señor;
eres la alegría de mi corazón.
Yo sigo confiando en ti, Señor;
porque siempre estás conmigo,
porque sé que no me dejarás sola con los problemas
y que me acompañarás en las tribulaciones,
Y aunque pueda morir en cualquier momento,
sé que me saciarás de largos días
y me harás ver tu salvación para mí y para todo el pueblo.
por eso, y por mucho más,
sobre todo porque no podría no confiar en ti,
hoy te digo: Señor Dios nuestro, confío en ti.
Cantamos: Eres mi riqueza, eres mi Señor; eres la alegría de mi corazón.
PARA ORAR
(Filip.3, 7-12): “Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa
de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento
de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para
ganar a Cristo, y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la
que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe. No que lo
tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si
consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús”.
Const. 21: “La entrega preferencial de nuestro amor al Corazón de Cristo nos
libera interiormente, haciéndonos disponibles para todos los hombres a los que hemos
de amar como los amó el mismo Jesús. No debemos aspirar a otra recompensa que
abrasarnos en el amor del Corazón de Jesús, reviviendo en nosotras sus mismos
sentimientos hasta identificarnos con Él en su misterio de caridad redentora.
Silencio reflexivo
Cantamos:
Siento que estás cerca de mi corazón.
Quiero darte gracias, eres mi Señor.
Toda mi vida ha cambiado
desde que yo te conocí,
toda mi vida ha cambiado
y ahora sé que soy feliz.
Siento que estás cerca...
Seré testigo con mi vida
de tu mensaje de amor y paz;
seré testigo con mi vida
para servir a los demás.