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INVESTIGADORES DEL CNIO DESCUBREN EN RATONES QUE
UN GEN ANTICÁNCER TAMBIÉN COMBATE LA OBESIDAD
• Es un resultado del todo inesperado, según sus autores, que
publica en su último número la prestigiosa revista Cell
Metabolism
• El gen Pten tiene además un tercer efecto: aumenta la
longevidad en condiciones saludables
• Un compuesto sintetizado en el propio CNIO ejerce el
mismo efecto beneficioso sobre los ratones que este gen, lo
que abre nuevas vías terapéuticas contra la obesidad
Madrid, 6 de marzo de 2012. Investigadores del Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas (CNIO) han descubierto en ratones que uno de
los principales genes que protegen contra el cáncer tiene además otros dos
efectos positivos en el organismo: aumenta significativamente la
longevidad y combate la obesidad. Los ratones con copias extra del gen
estudiado comen más de lo habitual, pero son más delgados. Este último es
un fenómeno del todo insospechado y novedoso.
El resultado, producto de cinco años de investigación, se publica en la
última edición de la prestigiosa revista Cell Metabolism. Sus autores,
liderados por Manuel Serrano (CNIO), creen que abre nuevas vías a la
investigación de terapias no sólo contra el cáncer, sino también contra la
obesidad y el propio envejecimiento.
Los investigadores han podido demostrar también que un compuesto
sintético generado igualmente en el CNIO produce en los animales los
mismos efectos anti-obesidad que el gen estudiado.
El hallazgo apoya una hipótesis que cobra cada vez más fuerza entre los
investigadores del área: que el cáncer y el envejecimiento, y ahora también
la obesidad, son manifestaciones distintas de un mismo fenómeno, más
global, que se produce a medida que el organismo acumula en sus tejidos
daños que los mecanismos naturales de reparación no logran arreglar.
Entre estos mecanismos naturales de reparación destacan muy
especialmente unos pocos genes identificados en un principio por su
potente efecto protector contra el cáncer. Para algunos de estos genes se ha
demostrado en los últimos años –gracias también al trabajo de
investigadores del CNIO- que además promueven la longevidad y tienen un
papel importante en otras enfermedades de muy alta incidencia, como la
diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
El grupo de Serrano se preguntó si también el gen llamado Pten, uno de los
cuatro más poderosos genes anticáncer, podía relacionarse con efectos
beneficiosos adicionales, en concreto con la longevidad.
La respuesta es sí. Los investigadores crearon ratones transgénicos con
niveles de la proteína Pten que son el doble de lo habitual. Como se
esperaba, estos animales se mostraron mucho más resistentes al cáncer que
sus compañeros no transgénicos. Pero además, vivieron un 12% más de
media.
Este efecto es independiente de la resistencia al cáncer. No se trata de que
los ratones mueran de cáncer pero más tarde, sino que aquéllos que nunca
desarrollan cáncer, además, viven más tiempo y con menos síntomas
asociados al envejecimiento. Como escriben los investigadores, “Pten tiene
un impacto directo sobre la duración de la vida”.
Una “auténtica sorpresa”
La “auténtica sorpresa” –señalan los autores del trabajo en Cell
Metabolism- se produjo no obstante cuando se observó un fenómeno del
todo inesperado. Los ratones con doble dosis de Pten son
significativamente más delgados –un 28% de media-, y eso a pesar de que
comen más. También tienen más sensibilidad a la hormona insulina –tienen
menos riesgo de desarrollar diabetes- y su hígado tolera mucho mejor de lo
habitual una dieta rica en grasas.
Serrano y su grupo buscaron la causa en un incremento del gasto
energético, analizando a fondo el metabolismo de los animales y su tejido
graso, entre otros factores. Y hallaron la respuesta en la llamada grasa
parda, un tipo de tejido graso que, paradójicamente, favorece que el
organismo queme la energía almacenada en los michelines -y sobre el que
se concentra ahora gran parte de la investigación mundial en obesidad-. Los
investigadores demuestran que Pten activa la grasa parda, lo que explica la
delgadez de los ratones con copias extra de este gen.
Es un fenómeno que han logrado reproducir incluso con células de grasa
parda cultivadas in vitro.
“Estamos viendo que los genes supresores de tumores protegen en realidad
no sólo contra el cáncer, sino contra los daños que se acumulan con el
tiempo en el organismo”, explica Serrano.
La obesidad, y enfermedades asociadas a ella como la diabetes, están
relacionadas con el daño metabólico que resulta de comer en exceso, o
simplemente más, y durante más tiempo, de lo optimizado para la especie
humana. Con la evolución se han desarrollado mecanismos que cuidan a
los humanos hasta que sus hijos puedan sobrevivir solos, pero después la
evolución se desentiende y no selecciona mecanismos de reparación que
compensen los daños acumulados con el tiempo. Por eso “mientras somos
jóvenes estamos protegidos contra el cáncer y las enfermedades que, de
hecho, se consideran asociadas al envejecimiento”, dice Serrano.
Compuesto sintético con el mismo efecto
¿Cómo ejerce su efecto Pten? Su principal forma de actuar es inhibir la
actividad de una proteína llamada PI3K, capaz de poner en marcha una
compleja cascada bioquímica. Para averiguar si es también esa vía la que
usa Pten para actuar sobre la grasa parda los investigadores emplearon una
molécula sintética, producida en el CNIO. Esta molécula, CNIO-PI3Ki,
inhibe a la proteína PI3K igual que lo hace Pten, y efectivamente –hallaron
los investigadores- también activa la grasa parda.
Así, se dispone ya de un compuesto sintético, CNIO-PI3Ki, con el mismo
efecto que Pten. Los investigadores creen que con esta molécula y este
trabajo se abre la posibilidad de que en un futuro un fármaco consiga el
mismo efecto que las dosis extra de Pten en los ratones transgénicos.
Para Serrano, es perfectamente realista imaginar a largo plazo “una pastilla
que refuerce nuestros supresores tumorales, o una pastilla que nos haga
quemar nutrientes en exceso”.
Manuel Serrano.
Ana Ortega, Manuel Serrano.
Redacción: Mónica G. Salomone
Fotografía: Amparo Garrido
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