Download santorini - InfoCruceros
Document related concepts
Transcript
Prescindible SANTORINI Merece la pena Muy recomendable Maravilla Santorini, también llamado Thera, supuso nuestro primer contacto con las islas Cícladas, llamadas "perlas del Egeo". Son uno de los destinos más solicitados del Mediterráneo y aunque pudiera parecer que son todas semejantes, nada más lejos de la realidad. Poseen una personalidad muy fuerte junto con una gran diversidad. Son más de 50 islas que formaban parte de un continente sumergido por violentos seísmos. Estuvieron habitadas desde el 7000 A.C. y entre el 4000 y el 3000 A.C. se desarrolló una avanzada civilización famosa por sus ídolos de mármol. Hacia el 1500 A.C. las islas quedaron bajo el poder de los micénicos y después de los jónicos. En el 478 A.C. formaron parte de la Confederación Ateniense. Tras la caída de Constantinopla enseguida fueron dominadas por los turcos. En 1821 participaron en la revolución por la independencia griega. Es muy característico el viento fortísimo que suele soplar por estas islas. Puede llegar a suponer un problema ya que en ocasiones los barcos no pueden salir de los puertos. Cuando más fuerte sopla es en julio y agosto. Las épocas idóneas para viajar son primavera y otoño porque el clima es más agradable, hay menos turistas, los precios son más baratos y sopla menos viento. Nosotros fuimos en septiembre y el agua estaba aún caliente, por lo que pudimos bañarnos. El único problema de estas fechas es que la frecuencia de barcos y conexiones entre islas es más baja. Casi perdimos el barco a la ida. Cuando se viaja en Grecia hay que calcular que siempre hay retrasos e imprevistos. No hay que llevar el tiempo muy ajustado para evitar probables sorpresas. Nosotros íbamos con bastante tiempo por delante. Tomamos el metro en Atenas que nos llevaría al Pireo. De repente el metro se para y no sigue su ruta habitual. Buscamos a alguien que nos explique qué ocurre. Finalmente nos dicen que la línea está cortada por obras (por supuesto sin avisar previamente o poner información en ninguna parada). Era un contratiempo pero aún nos quedaba bastante rato para llegar sin problemas. Salimos a las calles a pedir un taxi y observamos un enorme atasco colapsando todo. Entramos en el taxi y le preguntamos si íbamos a llegar a tiempo. Dice que sí, pero que hay un atasco increíble que casi llega hasta el Pireo (propiciado en parte por el metro). El taxista es majo y pisa el acelerador cuando puede. Finalmente y tras un viaje estresante de más de una hora nos tocó correr por el puerto en busca de nuestro barco. Lo encontramos 2 min. antes de su partida. Casi un milagro. Fuimos en ferry, ya que es la manera más económica de viajar a cualquiera de las islas. El viaje desde Atenas dura unas 7-8 horas, puesto que es la isla situada más al sur de las Cícladas, así que llegamos más tarde de las 12 de la noche. Preciosa llegada a la isla ya que se observan multitud de luces de la capital que parecen suspendidas en el vacío. La llegada al puerto es un poco estresante, porque hay que coger un taxi y toda la gente que sale del barco quiere uno. Por tanto se mezclan los turistas, los taxistas, los que ofrecen habitaciones y los dueños de hoteles que vienen con su coche a coger a los clientes que tienen habitación. Nosotros ya nos olíamos este problema y bajamos de los primeros. Los taxistas hacen básicamente lo que quieren. Si les interesa tu destino te llevan y si no te quedas. Por supuesto que llenan el taxi con varios turistas a los que cobran separadamente por el mismo trayecto. El precio nos pareció caro, pero a esas horas no discutes y te vas al hotel a dormir. Nuestro hotel estaba situado en medio de la carretera y alejado de la capital Santorini. Se llama Volcano View. Ahí vino nuestra última sorpresa, ya que el recepcionista no tenía nuestro nombre apuntado y por tanto no teníamos habitación. Yo le mostraba nuesto documento de la agencia (de Atenas) en el que figuraba el nombre de su hotel. Tras unos 10 min. accedió a ir a preparar una habitación para nosotros. Después de un rato ya pudimos ir a dormir, totalmente exhaustos y hartos del viaje. A la mañana siguiente despertamos con ganas de ver la isla. Al abrir la puerta de la habitación quedamos boquiabiertos ante el panorama. Es algo extraordinario, inimaginable. Además, el hotel es precioso, con casitas blancas del estilo de la isla colocadas en la pendiente del acantilado. De hecho en Santorini todas las casas nuevas se construyen siguiendo el mismo estilo que las viejas, incluidos hoteles. El hotel tenía varias piscinas y era auténtico, con bonitos rincones por todas partes. Al llegar a recepción se nos comunica que la agencia de Atenas había cometido un error y que no estábamos alojados en este hotel, sino en otro en el pueblo de Ía de nombre parecido. No nos hizo mucha gracia, pero íbamos muy ligeros de equipaje (una pequeña mochila para todo el fin de semana) y la molestia no fue muy grande. El error de la agencia nos permitió dormir en un hotel de mayor nivel que el que nos correspondía. Para llegar a la capital, Santorini, había que coger un autobús al que debíamos esperar en un lugar que se supone era una parada. Esta situación fue común por Grecia. Paradas de autobús en las que no sabes si fiarte de si llegará o no. En este caso, y tras 30 min. sin ver ni un autobús decidimos ir andando a la capital (la experiencia del taxi no había sido muy satisfactoria la noche anterior), lo que nos costó unos 40 min. bordeando la carretera. En el camino tampoco nos adelantó ningún autobús...... Es decir, más de una hora perdida, algo común a lo que hay que acostumbrarse y no desesperar (aunque a veces es inevitable). En la capital estudiamos los diferentes cruceros que había alrededor de la isla, ya que es mejor conocer los horarios antes de bajar hasta el viejo puerto (el nuevo está más alejado y en él paran los grandes barcos). Una vez seleccionado empiezo a relatar un fin de semana inolvidable. Santorini es uno de los espectáculos más sorprendentes de Europa y no se parece a ninguna otra isla debido a que está situada en un antiguo volcán. La isla es una enorme pared con forma de media luna, un colorido acantilado de más de 300 m. que cae en picado hasta el mar y en cuya cumbre parecen hacer equilibrio pueblos como Santorini o Ía. La silueta de la isla recuerda el cráter de un volcán inundado de agua. Si a la naturaleza imponente y singular se le añaden pequeñas casas blanquísimas de suaves bordes y tejados con forma de "u" o típicas iglesias de cúpulas azules se entiende que es uno de los lugares únicos en el mundo. El panorama que se observa desde la mayor parte de la isla es sobrecogedor. Allí abajo hay un inmenso espacio circular lleno de agua en medio del cual surgen dos pequeñas islas que pertencecían al cráter del volcán. Por tanto bajamos hacia el puerto andando por un sendero empinado y en zigzag, admirando las vistas al frente y hacia abajo, donde el agua brillaba cristalina y colorida. La bajada y subida se puede hacer en un medio de transporte que también es muy caraterísitico de la isla: los burros. Para bajar hasta el puerto viejo no hacen tanta falta, pero si hay que subir bajo el sol es una excelente y divertida opción. También hay un telecabina. Hay una gran variedad de excursiones en caique, con distintos itinerarios y duración que se pueden comprar en el puerto viejo (más barato que arriba en el pueblo). Elegimos la que nos llevaba a los volcanes, después a Therasia y finalmente a Ía. Por supuesto es indispensable el bañador y alguna botella de agua. Nada más salir en el barco la pared vertical se muestra imponente, con el pueblo asomándose a su borde mientras nos alejamos. Llegamos al Volcán Nuevo que surge oscuro desde el agua. Allí nos bajamos y el guía nos lleva andando bordeando cráteres, mostrándonos vistas alucinantes de Santorini, piedras volcánicas, explicando la historia geológica de la zona. La forma actual de la ensenada volcánica, circular de unos 10 km. de diámetro, se produjo por una serie de erupciones volcánicas que le dieron la forma circular. Santorini desarrolló una civilización muy avanzada y floreciente, paralelamente a la civilización minoica en Creta. En 1530 A.C. se produce una erupción volcánica brutal. El cráter central quedó invadido por las aguas del mar. La nube de cenizas sepultó ciudades enteras como Akrotiri. Un gigantesco maremoto se dirigió a Creta y destruyó a la civilzación minoica. En el 236 A.C., cuando la isla pertenecía a los Ptolomeos egipcios se produce otro enorme seísmo que rompe a la isla en dos por el norte, separándose Thirasia de Santorini. En el 197 apareció un cono en el centro de la ensenada llamado Palea Kameni (Volcán Viejo). Entre 1573 y 1711 aparecen nuevos conos que se van unieron entre sí en otros terremotos en 1867 y entre 1925-1928, formando la Nea Kameni, el lugar donde estábamos andando. El último terremoto sucedió en 1956 y destruyó miles de casas. Spyridon Marinatos, un arqueólogo griego, tras descubrir restos volcánicos en Creta, isla de origen no volcánico, formuló la hipótesis de que Creta y Santorini formaban un continente único, la Atlántida, origen de una legendaria y brillante civilización que fue destruida por el fuego y el agua (es decir, la erupción y el maremoto) tal y como describió Platón. Hay zonas en las que al remover la tierra se desprenden gases ya que el volcán sigue activo. Era septiembre y el calor era asfixiante sobre las piedras desnudas. No quiero imaginármelo en pleno verano. Nos volvimos a montar en el barco, que nos llevó al Antiguo Volcán . Se detuvo a unos 50 m. de la orilla y nos dijeron que nos metiéramos al agua para ir nadando hasta la orilla. Así lo hacimos. Unos bajan por las escaleras hasta el agua y otros se lanzan desde la cubierta del barco. Habíamos comprado unas gafas de bucear para nuestros viajes a las islas, ya que el agua es limpísima y ofrece magníficos paisajes submarinos, aunque en este caso no sirvió de mucho. El chapuzón fue refrescante y muy relajante, en aguas completamente transparentes. Al llegar a la orilla el agua se calienta y cambia de color debido a las aguas sulfurosas que surgen del volcán. Tras un rato corto (no llega a 5 min.) en el que disfrutamos metidos en las beneficiosas aguas amarillas, dándonos barro de propiedades curativas sobre la piel, e intentando ver algo por debajo del agua (misión imposible), nos llamaron desde el barco para volver. Curiosa iglesia diminuta junto al lugar. La verdad es que siempre se encuentra una iglesia ortodoxa por cualquier lugar. El barco nos llevó hasta Thirassia , una isla parecida a Santorini, con altísimos acantilados y una extensión menor. Allí nos dejaron durante un par de horas para comer y relajarnos. Hay un par o tres tabernas griegas cuyas terrazas se sitúan al borde del mar. Fuimos a la misma taberna que nuestra guía (por algo iría allí) y disfrutamos de una de las mejores comidas de nuestra estancia en Grecia. La estrella de la taberna eran sus brochetas (souvlaki) a la brasa de cerdo, pollo o pescado y que podíamos ver cómo las preparaban mientras se nos hacía la boca agua. Comimos unos de los mejores souvlakis que hayamos probado, en una terraza sobre el mar con unas vistas espléndidas. Después de disfrutar y saciar el apetito se podía subir al pueblo tanto andando como en burro o quedarse al borde del mar. Decidimos quedarnos descansando abajo porque nos pareció que el pueblo no nos iba a ofrecer nada especial comparado con Santorini o Ía. Dimos un paseo y tomamos un baño en el que sí pudimos aprovechar las gafas de buceo para estudiar el mundo submarino a través de las aguas cristalinas. Ya repuestos, el barco (también llamado caique) nos lleva a Ía , otro pueblo situado al borde de los acantilados que era el más importante de la isla hasta el terremoto de 1956. Ía es diferente a Santorini por varias razones. Los acantilados tienen un color muy rojizo que hacen destacar aún más las casas blancas en la cima. En Ía son famosas las espectaculares puestas de sol. Es menos turístico (pero sigue siendo muy turístico) y por tanto más barato que la capital. Como pueblo me pareció más auténtico y especial. El barco nos deja en el pequeño puerto y hay que subir andando o en burro. Ascendimos andando y al llegar arriba nos dirigimos a nuestro hotel. Normalmente no describo los hoteles porque a los que vamos no son ninguna maravilla, pero éste también merece la pena. La habitación era realmente una casa típica de la isla de dos pisos pero totalmente moderna por dentro y decorada con gusto. Desde la terraza la visión era espectacular, con el volcán, Thirasia, Santorini y el mar. No pude resistir las ganas de bañarme en una piscina con tales vistas. Ya limpios y duchados nos dirigimos al cercano pueblo hacia la famosa puesta de sol . Nos dimos cuenta de que nos habíamos entretenido demasiado y de que estaba a punto de ponerse el sol. Paseamos por el encantador pueblo, que como he dicho es más rústico y auténtico que Santorini, hacia el lugar desde el que se contempla la puesta. Llegamos tarde, y de repente cientos de turistas iban en dirección contaria a la nuestra. De todas maneras seguimos hacia adelante y al menos pudimos disfrutar del anochecer. Después cenamos en uno de los muchos restaurantes y de postre tomamos unas sabrosísimas tartas en una pastelería enorme llamada Melenio. El lugar es inconfundible porque se trata de una pastelería que está bajo el nivel del suelo pero que se ve a través de una ventana desde el paseo. Hay una variedad tremenda de sabores y si os gusta el dulce no os lo perdáis. Cómo no, la mayoría de restaurantes tienen terrazas con vistas al mar. Al día siguiente nos preparamos para partir, saliendo de vez en cuando a la terraza de la habitación a contemplar el bonito amanecer y las vistas. Cualquier hotel así en Europa sería carísimo, por no decir prohibitivo, pero aquí en Grecia era de hecho barato. Preguntamos por el autobús hacia Pirgos , y llegamos 5 min. tarde. Ello supuso 1 h. de espera. Es el inconveniente de estar fuera de temporada alta. Todo en la isla está muy cerca. En 15 min. el autobús nos dejaba en el pueblo más alto de la isla, encaramado en una colina y rodeado de murallas. Las casas son muy antiguas y coloridas, y se asciende por estrechas callejuelas que muestran rincones inolvidables y llegan a la fortaleza superior, un castillo veneciano reflejo de los 4 siglos que los venecianos dominaron la isla desde 1204. Los turcos la conquistaron entre 1579 y 1821, cuando llegó la independencia. Desde la cima se puede contemplar toda la isla plagada de viñedos y cómo el nivel del suelo se va elevando desde el mar al este hasta los acantilados al oeste. Descendemos después tratando de recorrer todas las calles porque la mayoría guardaban alguna sorpresa. Se trata de otro pueblo realmente auténtico y no tan masificado como los más conocidos Santorini o Ía. Desde Pirgos tomamos otro autobús hacia el yacimiento arqueológico de Akrotiri, situado en el lado que está al nivel del mar. En esta cara de la isla abundan las playas y calas turísticas. Antes de ir al yacimiento visitamos la famosa Playa Roja , a unos 10 min. caminando desde la parada del autobús. Es una impresionante cala volcánica de arena negra que contrasta espectacularmennte con el rojo de los acantilados que la rodean. No nos bañamos porque aún nos faltaba de ver Santorini. A la vuelta nos paramos en una iglesia tan blanca que cegaba si se miraba de frente y contrastaba fuertemente con el rojo de la roca sobre la que está construida. También nos acercamos hasta la Playa Blanca , otra de las muchas de esta vertiente, caracterizada por acantilados muy claros aunque menos espectacular que la Roja. A lo largo de toda las costa se suceden playas volcánicas sembradas de rocas de colores que se pueden disfrutar si se tiene el suficiente tiempo. El yacimiento de Akrotiri se descubrió en 1930 y tiene similitudes con Pompeya, ya que se ha conservado gracias a la erupción de un volcán que enterró a ambas ciudades. Se pueden ver las ruinas parcialmente desenterradas de tiendas, calles o casas de hasta tres pisos con ventanas, puertas y escaleras. Se encontraron hermosos frescos, uno de los cuales es una imagen muy repetida en los souvenirs griegos: el célebre Pescador, guardado en el museo de Atenas. Todo el enorme complejo está cubierto para evitar deterioros. Parece que los habitantes la abandonaron en 1530 A.C. antes de la erupción ya que no se han encontrado restos humanos. Ya de vuelta en Santorini comimos agradablemente en una terraza y dimos una vuelta por las callejuelas pintorescas blancas y azules, casas rústicas, iglesias de cúpulas azules que se inclinan sobre el precipicio y que constituyen una de las postales más típicas de Grecia. Hay muchas tiendas y restaurantes, es muy turístico. Encontramos una catedral y un convento blanquísmos en el medio del pueblo. Dimos un paseo de increíbles vistas subiendo por la cornisa del acantilado hacia una zona del pueblo menos atestada de gente. Fijaos en la cantidad de hoteles con piscinas colocadas al borde del acantilado. Tomamos un refresco en una terraza con vistas a los volcanes a la vez que comenzaba el atardecer. El panorama hace que no se puedan apartar los ojos ni un solo segundo para no perderse detalle. La capital es conocida por su marcha nocturna, aunque no pudimos disfrutarla. Por último entramos en el autobús que nos llevó al puerto Nuevo a través de una carretera zigzagueante en la que daba mucha impresión mirar hacia abajo. Al menos los frenos funcionaron. Para la vuelta habíamos contratado un "Flying Dolphin" para llegar más rápido a Atenas y disfrutar más de la isla durante este día. Aún quedaba otra sorpresa aguardando ya que pudimos contemplar una preciosa puesta de sol en el mar en compensación por la que nos habíamos perdido en Ía. Cuando el sol desapareció por el horizonte marcado por el nivel del mar los viajeros estallaron en aplausos. Inmejorable final para un inmejorable viaje del que todavía me queda un vivo recuerdo y buen sabor de boca. La isla se puede ver en dos días si sois trotamundos inquietos, pero es un lugar para estar de veraneo durante semanas. Se pueden alquilar motos a bajo precio, y son un medio ideal para ver la isla a vuestro aire y evitar tener que esperar a los impredecibles autobuses griegos. También se puede alquilar un coche, aunque la isla es pequeña y tampoco lo conduciréis durante muchos kilómetros. Los autobuses conectan los pueblos de la isla con frecuencia y son muy baratos. En verano la isla está atestada de turistas y podría resultar agobiante. En septiembre es perfecto. En verano hay precios mucho mayores y encontrar alojamiento puede ser difícil, especialmente en la capital