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CONCEPTO Y NIVELES DE COMPETITIVIDAD
1. EL NUEVO ENTORNO EMPRESARIAL
Las empresas desarrollan sus actividades en entornos turbulentos donde la incertidumbre,
la complejidad y el cambio continuo están a la orden del día.
Estos cambios del entorno exigen una rápida adaptación de las empresas, imprescindible
para garantizar, no ya sus cuotas en el mercado sino, incluso su propia supervivencia,
objetivo principal que se plantean las empresas. Conseguirlo en un entorno tan hostil
como el actual, pasa por la necesidad de ser competitivo, ser mejor que las demás
empresas del mercado. Motivo por el que el análisis de la competitividad se haya
convertido en uno de los principales temas de estudio y debate en los últimos años.
Uno de los fenómenos que más ha contribuido a dificultar la comprensión del entorno se
debe a la creciente globalización de la economía y de los mercados -quizás uno de los
fenómenos histórico-económico más relevante de los años noventa-, que además nos
conduce a pensar inmediatamente en la competitividad de las empresas. En un contexto
de mercados cada vez más integrados en los que la competencia se globaliza a ritmos
acelerados, la competitividad se constituye como el principal concepto manejado por los
directivos empresariales.
2. FACTORES DETERMINANTES DE LA COMPETITIVIDAD: NIVELES DE
ANÁLISIS
Pese al elevado número de trabajos existentes sobre la competitividad de las empresas,
procedentes de diferentes campos del conocimiento, el concepto es difícil de definir, dado
el amplio número de factores que pueden intervenir en su determinación.
La competitividad es una noción que surge en el ámbito de la microeconomía y que,
posteriormente, ha sido trasladada a ámbitos más agregados, como el sector o el país.
Desde el punto de vista microeconómico, la competitividad designa la capacidad de una
empresa para producir bienes y servicios destinados a los distintos mercados donde
compite, aumentando o incrementando su cuota de participación relativa en ellos y
obteniendo una renta con la que se retribuye a los propietarios de todos los recursos
implicados. En definitiva, es una forma de expresar la posición relativa de la empresa en
los mercados interior y exterior en relación con los competidores.
Desde una perspectiva macroeconómica nos encontramos ante una noción más difusa que
podría definirse como la capacidad de un país para, en condiciones de mercado abierto,
producir bienes y servicios competitivos en los mercados internacionales, al tiempo que
se mantiene o aumenta la renta nacional.
También se podría aplicar el concepto no a la economía en su conjunto, sino a una de sus
industrias o sectores. Desde este punto de vista, se define la competitividad como la
capacidad de un sector para aumentar, en condiciones de libre competencia, su
participación en los mercados interior y exterior, a la vez que mantiene un crecimiento
satisfactorio de las rentas reales generadas por su actividad.
Cada uno de estos niveles de competitividad ha sido objeto de estudio de diferentes
campos del conocimiento. Así la teoría del comercio internacional, que intenta explicar
los orígenes y la justificación del comercio entre países, se centra fundamentalmente en la
competitividad macroeconómica, la Economía Industrial se ocupa del análisis de las
características estructurales de un sector, es decir de la competitividad sectorial y por
último, la teoría de la dirección, que considera las influencias sobre la competitividad de
la gestión empresarial.
Para los estudiosos de la Economía de la Empresa lo fundamental es el estudio de la
competitividad empresarial desde una perspectiva integradora que englobe los diferentes
niveles o dimensiones de la competitividad, que coinciden con las definiciones que
acabamos de mencionar1, y no sólo el que corresponde a un enfoque microeconómico.
Podemos por tanto diferenciar tres niveles de análisis en el estudio de la competitividad
de la empresa:
- Competitividad Nacional.
- Competitividad Sectorial.
- Competitividad Empresarial -en sentido estricto-.
La
competitividad
nacional,
donde
englobaríamos
los
factores
de
carácter
macroeconómico, trata de explicar por qué una empresa es competitiva acudiendo a las
1
Esta visión integradora de la competitividad empresarial reúne tres campos, anteriormente separados, la teoría del
comercio internacional, la economía industrial y la teoría de la dirección.
ventajas comparativas que un país posee en relación a los otros, como costes salariales,
precios, tipos de cambio, dotaciones de infraestructuras, etc..
Esta medición tradicional de la competitividad se asocia por tanto a la teoría de la ventaja
comparativa, que establece que los costes y precios relativos son los principales factores
determinantes de la capacidad de competir. Encuadramos aquí las teorías del comercio
internacional, desarrolladas en un marco de competencia perfecta, en el que la conducta
de la empresa es pasiva en tanto en cuanto no tiene capacidad para influir sobre su
entorno.
Los autores de estas teorías clásicas se referían a la competencia entre países sin entrar en
la de las empresas. Pese a esto, sus trabajos han sido considerados como punto de partida
para otros más recientes en los que se considera que las empresas pueden obtener ventajas
competitivas por el mero hecho de realizar sus operaciones en un determinado país al
poder aprovechar las ventajas comparativas del mismo. En este sentido, durante bastante
tiempo esta idea se centró en la posibilidad de tener un acceso más favorable en términos
de coste a los recursos productivos (mano de obra, tierra, capital, ...). Sin embargo, las
últimas investigaciones apuntan hacia un papel más complejo del país en el éxito de las
empresas, una de las más completas es la propuesta por Porter y que él mismo denomina
la estructura del diamante2.
El carácter agregado de este análisis macroeconómico, impide la consideración de
factores de ámbito sectorial, que también afectan a la competitividad empresarial. Existen
2
Según este esquema la competitividad de las empresas se ve afectada por los factores productivos del país, la
estructura y composición de la demanda, la dinámica de funcionamiento en el país del sector al que pertenece la empresa
y de los sectores auxiliares, así como por el papel del estado y la casualidad. Véase:
PORTER, M.E. (1991) La Ventaja Competitiva de las Naciones. Plaza & Janes Editores. Barcelona.
estudios realizados en el ámbito de la Economía Industrial que señalan que los beneficios
medios de las empresas de diferentes sectores difieren entre sí, lo que significa que las
oportunidades de éxito o fracaso de las empresas están condicionadas por el sector o
industria a la que pertenecen3. Los trabajos realizados en el campo de la Economía
Industrial4 vinculan el éxito empresarial con las características de la industria en la que se
integra la empresa.
Este aspecto de la competitividad queda recogido en el esquema elaborado por Porter
(1980) de las cinco fuerzas competitivas5, que actúan en los sectores industriales y que
determinan la rentabilidad que pueden obtener las empresas.
La conjunción de las variables macroeconómicas con los aspectos asociados a la
estructura de los sectores no nos ofrece una visión completa del fenómeno de la
competitividad, puesto que no analizan a fondo el papel de la empresa en la
competitividad. De ahí que sea necesario considerar un tercer nivel de análisis, el
empresarial, que considera que dentro de cada sector las empresas, a través de
capacidades de gestión y organización interna6, determinan su propia competitividad. Las
empresas ya no son unidades cerradas -la especie de "caja negra" que postula la teoría
tradicional del comercio internacional- sino organizaciones con distintos grados de
3
BAIN, J.S. (1968), Industrial Organization, John Wiley, Nueva York.
MASON, E.S. (1957), Economic Concentration and the Monopoly Problem, Harvard University Press,
Cambridge, Massachussets.
4
La moderna economía industrial se ha fundamentado en el análisis de las relaciones entre la estructura, la conducta y
los resultados de las empresas.
SHERER, F.M. (1980), Industrial Market Structure and Economic Performance, 2 ed., Rand McNally, Chicago.
p.267.
5
El poder de negociación de los clientes, el poder de negociación de los proveedores, el efecto de la existencia de
productos sustitutivos, la amenaza de entrada de nuevos competidores en el sector y el grado de rivalidad existente entre
las empresas pertenecientes al sector.
6
Zulima Fernández señala como crucial la gestión de los activos intangibles como la tecnología, la formación de
personal, las relaciones con proveedores y clientes y la imagen de marca.
FERNANDEZ, Z. (1993), "La Organización Interna como Ventaja Competitiva para la Empresa", Papeles de
Economía Española, N56.
eficiencia y competitividad. Por lo tanto la empresa también es una generadora importante
de ventajas.
3.
COMPETITIVIDAD EMPRESARIAL EN SENTIDO ESTRICTO
La importancia de cada uno de estos factores -macroeconómicos, sectoriales y
empresariales- dependerá, en parte, de las características del entorno en el que la empresa
lleve a cabo su actividad.
Así, en economías protegidas y cerradas al exterior, lo que prima son los factores
sectoriales y empresariales, puesto que el entorno le reporta unas condiciones idénticas a
todas las empresas. A este respecto, podemos comentar que hace 50 años el propósito de
los empresarios de nuestro país no era conquistar el mundo, sino ganar dinero en el
interior de los límites de su nación, sin pensar en rivalizar con otras empresas que estaban
al otro lado de las fronteras. Los aranceles eran prohibitivos y los empresarios se
centraban en sus propios países, buscando desarrollar alguna ventaja interna para ser el
mejor de la nación.
Sin embargo, las cosas han cambiado en poco tiempo, con las tendencias a la
internacionalización las economías se abren cada vez más al exterior y las empresas que
compiten en cada mercado proceden de diferentes países, por lo tanto su capacidad
competitiva se va a ver afectada por la posición competitiva de las economías nacionales
de las que forman parte7, ya que no todos los espacios económicos son igualmente
atractivos para impulsar a las empresas a que desarrollen su competitividad.
Paulatinamente la internacionalización deja paso a la globalización de la economía, lo que
posibilita que las empresas puedan desplazarse en busca de las ventajas que ofrecen
7
Guisado Tato afirma que en la heterogeneidad de las diferentes economías nacionales se esconde la oportunidad de
obtener importantes ventajas competitivas.
GUISATO TATO, M. (1992), Competitividad Empresarial en una Economía Abierta, Milladoiro, Vigo.
determinados países a través de la distribución global de sus actividades. En
consecuencia, las ventajas del país ya no constituyen una fuente de ventajas competitivas
relevante, al no aportar una diferenciación sustancial entre las empresas. Este hecho ha
provocado una vuelta hacia el interior de las empresas, las cuales son conscientes de que
únicamente mediante el logro de los recursos y capacidades distintivas internas se puede
ser competitivo en la actualidad.
Esta visión más microeconómica de la competitividad parte de la premisa de que, aunque
la competitividad de las empresas se ve influenciada por los factores externos de tipo
nacional y sectorial, éstas poseen un margen de maniobra amplio para, por medio de sus
decisiones, influir en la probabilidad de éxito o fracaso en un mercado. Este análisis
supone una actitud menos determinista a la hora de fijar la responsabilidad de las
empresas sobre su posición relativa en el mercado, no debemos olvidar que en realidad es
la empresa la que compite en él y, en consecuencia, la última responsable de su
competitividad.
Este enfoque se encuadra dentro de la óptica de la Teoría de los Recursos, según la cual la
empresa es considerada como un conjunto de tecnologías, conocimientos y capacidades
que se generan y amplían con el tiempo y cada una está definida por una combinación de
estos elementos. El problema se centra en identificar cuáles son los recursos capaces de
proporcionarle una ventaja competitiva sostenible a largo plazo.