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Presentación del P. Siverio Velasco
7/
EL CANON BIBLICO EN ALGUNAS
CONFESIONES CRISTIANAS
La teología protestante ofrece aspectos teológicos de gran
interés en este problema del canon bíblico.
Un problema es determinar el criterio de canonicidad.
Otro problema reciente
es el tema del “canon en
el canon”.
Veremos también el
canon en las demás
confesiones cristianas.
1. El criterio de canonicidad en la teología protestante
En la teología católica el criterio de canonicidad es la
Tradición apostólica. Pero, como la teología protestante
renuncia al principio de Tradición, da diferentes soluciones
al no haber respuesta satisfactoria en la “sola Scriptura”.
No es fácil encontrar una solución
racional sin que se acepte alguna
intervención de la tradición guiada
por el Espíritu Santo.
Están divididos, pero todos admiten
la importancia del tema, como ya
hace un siglo lo escribió A. Harnack.
Se discute qué define el canon bíblico
a. Breve cuadro histórico de los criterios de canonicidad.
El problema viene desde el siglo XVI cuando los Reformadores sustituyeron los criterios externos, como son la
Tradición y la autoridad, por los criterios internos, que se
basan fundamentalmente en el principio de “sola Scriptura”
Lutero: asumió como criterio el
hecho de que la Escritura nos
conduzca a Cristo. La autoridad de
los libros sagrados dependerá del
grado en que nos conduzcan a
Cristo, más o menos o nada.
Calvino consideró como criterio de canonicidad el
“testimonio interno del Espíritu” en cada fiel. Este
testimonio habría engendrado un “consenso público” sobre
los libros sagrados en la iglesia primitiva.
Calvino rechazó los libros
deuterocanónicos como apócrifos,
pero aceptó todo el canon del N.T.
Así fue en las sucesivas confesiones
de la fe reformada, acentuando aún
más el papel del Espíritu Santo, que
sería, en el corazón de los
creyentes, el garante del carácter
divino de las Escrituras.
El racionalismo bíblico.
Para éstos, al eliminar el concepto de “inspiración
sobrenatural”, el canon era una colección fortuita de libros
reunidos por motivos naturales o por causas históricas.
Desde fines del s.XIX, con el reflorecer de la teología
luterana, se da más importancia al tema del canon bíblico y
al problema de su formación.
Desde entonces se
otorga más peso a los
criterios objetivos.
Entre los autores del racionalismo crítico:
Th. Zahn consideró con atención el influjo constitutivo de
los escritos apostólicos en las comunidades cristianas.
A. Harnack dio un significado muy
positivo a la acción de la iglesia
primitiva en la formación del canon.
Para ello examinó los carismas
eclesiásticos que permitieron tener por
inspirados determinados libros en
tiempos apostólicos.
Otros, como Kümmel y Käsemann
siguen a Lutero en ser canónico lo que
mueve más hacia Cristo.
Autores contemporáneos:
K. Barth no acepta que la Iglesia tenga una autoridad divina
y la asistencia infalible del Espíritu Santo.
Para él, la acción de Dios está vinculada sólo a la sagrada
Escritura. Y a través de ella llega a la comunidad creyente.
No es la Iglesia la que ha
constituido un canon, sino que la
Biblia es canon porque lo es; porque
se ha impuesta a la Iglesia como tal.
Por tanto el canon se considera
abierto; puede enriquecerse con
nuevos descubrimientos.
O. Cullmann concede mayor contenido teológico al acto
por el que la Iglesia determinó el canon de la Biblia.
Piensa que a mitad del s.II la Iglesia
recibió una gracia especial para
tomar esta gran decisión.
Cuando ya los escritos del N. Test. se
habían impuesto a la Iglesia, ella
establece el canon bíblico con un acto
normativo comparable a una
definición dogmática.
Esto fue por la autoridad apostólica
intrínseca en los libros sagrados y
para salvar la pureza del evangelio.
La hipótesis de Cullmann dista de la Iglesia católica en
algunas cuestiones fundamentales.
a) Considera que la Iglesia,
después del canon, quedó sin la
asistencia del Espíritu Santo para
otras enseñanzas normativas.
b) Confunde “verdad revelada” y
“definición dogmática”, como si
ésta fuese un añadir algo a la
Revelación.
c) No se comprende porqué hacia
el año 150 cesa la acción del
Espíritu Santo sobre la Iglesia.
E. Brunner: - Acepta la existencia de criterios objetivos de
canonicidad, como serían la autenticidad apostólica y el
necesario acuerdo de cada escrito bíblico en el contenido
general de la predicación neotest.
- Admite que la canonicidad de
los libros del N.T. se realizó bajo
la acción del Espíritu Santo, de
modo que los sínodos y concilios
confirmaron lo que la Iglesia
primitiva había acogido.
Pero no se pronuncia sobre la
infabilidad de este
reconocimiento.
H.F. von Campenhausen: Se opone a la formación
espontánea del canon y se opone a que el peso central sea la
tradición oral o escrita.
Cree que la historia del canon se
debe al esfuerzo emprendido por
grandes personalidades, como Pablo
y Lucas, y después por el estímulo
de la Iglesia contra los herejes
Marción y Montano.
La idea del canon cree que se debe a
Marción; pero al restringirlo mucho, la
Iglesia lo abrió. Sin embargo contra
Montano, que lo alargó demasiado, la
Iglesia lo cerró.
b. Resumen de los criterios de canonicidad.
La teología protestante, al no tener el criterio de Tradición,
se ha servido de otros criterios que podemos resumir:
- Criterios basados en el contenido de los libros bíblicos:
sublimidad y santidad de doctrina, milagros y profecías,
coherencia con el resto de
la predicación apostólica.
O en la forma: belleza
literaria.
Para Lutero: los que enseñen
“la justificación por la fe, sin
obras”. Así lo han seguido
Kümmel y Käsemann.
-Criterios basados en los efectos salvíficos del libro o
capacidad de imponerse a los fieles. Este fue el principio
que siguió Calvino, y recientemente algunos autores, como
K. Barth.
Calvino decía: “igual que los
objetos negros o blancos
tienen en ellos algo que
muestra el color, y los
alimentos dulces o amargos lo
que produce el sabor, del
mismo modo, la Escritura
contiene en sí misma el poder
de hacerse conocer”
- Criterio del apostolado:
Michaëlis (1791) propuso que se debe considerar inspirado
cualquier escrito compuesto por un apóstol siempre que
contenga una enseñanza religiosa.
Lo siguieron
Cülmann y
Brunner.
Algunos autores
añadieron una
cierta tradición
surgida ya en
tiempos
apostólicos.
- Criterio basado en la iluminación del Espíritu Santo:
Este es el criterio adoptado por Calvino cuando
comprendió la insuficiencia del basado en los efectos
salvíficos del libro.
El Espíritu Santo ilumina
directamente la mente de los
creyentes para reconocer qué
libros son inspirados
La iluminación personal
quedaría garantizada por la
conformidad de pareceres en la
comunidad cristiana.
Este criterio subyace en los
diversos autores protestantes.
Estos criterios han demostrado ser incapaces de demostrar
la existencia de un canon bíblico y su extensión.
Sobre todo, resultan fuertemente subjetivos. Por eso se dan
fuertes divergencias entre los autores protestantes respecto
al criterio válido de canonicidad como a la canonicidad de
algunos libros.
El hecho de que una doctrina
sea sublime o útil depende de
la disposición o capacidad de
la persona que lo lee o escucha
Hay libros no inspirados que
para alguno sea más sublime.
¿Y quién puede certificar estar
iluminado por el Espíritu S.?
2. La cuestión del “canon en el canon”
Hay dos principios inderogables en la teología católica:
1-Todos los libros de la Escritura son igualmente inspirados
y canónicos: Tienen al mismo Dios como autor principal y
han sido aceptados por la Iglesia.
2-Existe una unidad intrínseca en
todo el contenido: las diversas tradiciones expresan la “doctrina de
los apóstoles, aunque cada libro
tenga sus propias peculiaridades.
Pero la teología protestante
distingue libros más o menos
inspirados y aun no inspirados.
Para Harnack desde el siglo II se dio una “degeneración
católica al realizarse la unión entre cristianismo y
helenismo. Eso puso fin al período apostólico e hizo nacer
el “Protocatolicismo” o catolicismo primitivo.
Esto iba contra otros protestantes que admitían la mayor
consistencia del cristianismo en el Medioevo.
Con la palabra “protocatolicismo”
designaba Harnack las notas
características del cristianismo:
jerarquía, sucesión apostólica,
sacramentos, ministerio sacerdotal,
dogma, etc.
Llevando el problema al ámbito del N.T., desde Bultmann
en adelante se habla de “unidad relativa” del N.T.
Bultmann se basa en la crítica histórica y ve que el
catolicismo comienza desde la predicación primitiva.
Ve que estos elementos están
presentes en el N.T., pues en las
cartas pastorales está atestiguado el
paso del “oficio carismático” al
“oficio institucional”.
De ahí que existan diversas
tradiciones, diversas concepciones
de la fe cristiana y sus contenidos,
hasta oponerse radicalmente.
Algunos autores lo han llevado a
consecuencias extremas.
Todo lo anterior ha creado un dilema en el protestantismo: o
aceptan todo el N.T. acogiendo los elementos típicos del
catolicismo, o permanecen fieles a la Reforma protestante
optando por un “canon en el canon”, libre de elementos
extraños o espurios.
En el primer caso el canon del N.T.
dejaría de ser fundamento de
unidad de las diferentes iglesias.
En el segundo: Si en el actual caso
hay elementos no puros (venidos
del protocatolicismo), hay que
encontrar la pureza del evangelio.
¿Cuál sería el criterio para
encontrar el “centro del N.T.”?
Las respuestas han sido muy diversas:
Para lutero era inspirado y canónico sólo “lo que mueve a
Cristo” y le manifiesta.
Para Marxsen canon es el “kerigma primitivo”, los escritos
más antiguos del N.T.
Para Käsemann y Conzelmann
lo que determina el canon es “la
justificación por la fe en Cristo”.
Pero otros teólogos y exegetas
protestantes les recriminan el
haber llevado hasta el extremo
las diversidades que hay en el
N.T.
Cullmann intenta salvar la unidad del canon. Dice que esta
unidad sólo puede provenir de la “historia de la salvación”.
Al canon pertenecerían los libros testimoniados por testigos
oculares, profetas y apóstoles, sobre el acontecimiento
central de la salvación: muerte, vida y resurrección de
Cristo.
Con ello explica el hecho de
que el canon sea cerrado.
Cullmann, por su carácter
funcional, insiste más en el
actuar que en el ser de Dios.Le
interesa la historia; pero deja
sin valorar muchos textos de la
Escritura.
3. El canon en otras confesiones cristianas no católicas.
En general siguen el canon completo para el N.T.; Para el
Ant. o faltan los deuterocanónicos o se han añadido algunos
apócrifos.
- La iglesia ortodoxa griega ha admitido siempre los 27
libros del N.T., especialmente desde la aprobación del
Concilio Trulano (año 692).
Sólo ha habido dudas con el
Apocalipsis, que Focio omitía,
según antiguos cánones.
Para el Ant.T. , el admitir o
negar los deuterocanónicos
discuten los teólogos.
La iglesia rusa admite todo el Nuevo Testamento.
Pero desde la primera mitad del siglo XVIII rechaza los
deuterocanónicos del Ant.Test., debido a que el emperador
Pedro el Grande creó la iglesia rusa autónoma, separada de
la griega.
Sufrió la influencia del obispo
Teófanes Prokopowitcz, que
rechazaba la canonicidad de los
deuterocanónicos.
La iglesia siria acepta todo el
canon del A.T.; pero del Nuevo
los monofisitas le aceptan todo,
mas los nestorianos rechazan
casi todos los deuterocanónicos.
La iglesia copta al canon de la iglesia católica añade: en el
A.T. algunos libros de algunas versiones de los XII: sal 151,
y 3 Mac. En el nuevo, algunas cartas de Clemente romano y
“Constituciones Apostólicas”, atribuidas a san Clemente.
La iglesia etiópica al A.T. añade varios apócrifos: Henoc,
4 Esdras, 3 Mac, jubileos, Ascensión de Moisés y otros; en el N.T.
a veces añade los de los coptos.
La iglesia armena añade en el
A.T.: 3 Esdras, 3 Mac. y otros. Y
en el N.T. añade una carta de san
Pablo a los Corintios no canónica
y otra de los corintios a san
Pablo.
Presentación del P. Silverio Velasco
EXTRACTADO
de la “Introducción General a la Biblia”
del P. Miguel Angel Tábet